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OTRAS FORMAS DE DELINCUENCIA JUVENIL: VIOLENCIA Y ACOSO ESCOLAR

E INTERNET

1. VIOLENCIA Y ACOSO ESCOLAR

La violencia escolar y el acoso escolar (también conocido por su término inglés


bullying) no es un fenómeno nuevo, el primer estudio que se conoce sobre violencia
escolar data de 1969 y se llevó a cabo en Suecia por el psiquiatra Peter Paul
Heinemann. Sin embargo, en la última década ha despertado un interés notable por la
opinión pública seguramente debido a la difusión que han hecho los medios de
comunicación de casos muy graves y a numerosas investigaciones que se han
realizado desde diferentes disciplinas.

El hecho de que no nos encontremos ante un fenómeno nuevo, de que podamos intuir
que ha estado presente desde hace mucho tiempo, no resta importancia a las graves y
negativas consecuencias que conlleva para la convivencia en los centros escolares y
para todos sus componentes, especialmente para los alumnos que son los implicados
directos.
Algunas de las consecuencias para los agresores son: aprende a maltratar,
reforzamiento por parte del grupo, dificultades para mantener relaciones
interpersonales igualitarias y satisfactorias, transferencia de ese modelo de dominio a
otras situaciones sociales, problemas de rendimiento escolar y suele provocar
situaciones de indisciplina en el aula (Casillas, J. L).
Las consecuencias para las víctimas son: disminución de su autoestima, estados de
ansiedad e incluso cuadros depresivos, lo que hace difícil su integración en el medio
escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes (IDP, 2006).

1.1. Conceptos básicos

La palabra bullying surge a mediados de los años 80, con la siguiente definición: “un
estudiante es víctima de bullying cuando está expuesto, de forma reiterada a lo largo
del tiempo, a acciones negativas por parte de otro u otros estudiantes” (Olweus, 1986).

Hablamos de acción negativa cuando alguien inflige de manera intencionada, o intenta


infligir mal o malestar a otra persona. Básicamente, es lo que está implícito en la
definición de comportamiento agresivo (Olweus, 1973; Berkowitz, 1993). Las acciones
negativas son aquellas que alguien inflige intencionalmente y que consisten en
contactos físicos, palabras o gestos crueles o la exclusión del grupo (Olweus,1986).

Así podemos llegar a la definición aceptada en la comunidad científica:


“comportamiento dañino, intencional y repetido a manos de una o más personas,
dirigido contra quien tiene dificultad para defenderse” (Olweus, 2003). Las notas más
importantes que podemos extraer de esta definición son las siguientes:

comportamiento agresivo o intencionalmente dañino


repetido en el tiempo
con una relación interpersonal de desequilibrio, real o imaginario, de fuerza o
poder.

La violencia escolar, desde una perspectiva criminológica, se engloba dentro de un


fenómeno más amplio, la conducta antisocial. Por ello consideramos la violencia y el
acoso escolar una parte de la conducta antisocial, diferenciada de otras conductas por
el contexto en el que se produce. Diferenciamos pues, al utilizar un término u otro, el
origen de la conducta, por lo que podemos decir que entre la violencia escolar y la
conducta antisocial existe una relación contextual, mientras que la conducta antisocial

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se puede realizar en cualquier ámbito de la vida del sujeto, la violencia y el acoso
escolar solo se pueden entender cuando el origen del problema radica en las
relaciones interpersonales que se dan en los centros escolares (Fernández y
González, 2006). Así mismo, también hay que distinguir entre la violencia escolar y el
acoso escolar. Para considerar acoso escolar es necesario que la conducta se repita
en el tiempo (Olweus, 2003). Según la perspectiva criminológica, entre la violencia
escolar y el acoso escolar existe una relación de frecuencia de aparición, por lo tanto
se considera violencia escolar a un acto de violencia que se ejerce en el contexto
mencionado y, si ese acto se lleva a cabo de manera repetida en el tiempo, estamos
ante acoso escolar (bullying).

Cuando hablamos de violencia escolar y acoso escolar a veces caemos en el error de


pensar que estamos ante conductas de violencia física. Sin embargo, ambos términos
(violencia y acoso escolar) abarcan tanto maltrato físico, como maltrato emocional,
económico, negligencia, abuso sexual y vandalismo (González y Fernández, 2007).

1.2. Tipos de violencia escolar

Existen diferentes tipos de violencia escolar: daño a propiedades o vandalismo


(violencia dirigida a objetos o propiedades) peleas entre alumnos o pandillas,
relaciones conflictivas entre profesores y alumnos, y acoso escolar o “bullying” del que
podemos distinguir: maltrato físico (acción que provoca o puede provocar daños o
lesiones físicas), maltrato emocional (amenazar, insultar, humillar, ridiculizar, excluir,
no dejar participar, difundir rumores…), abuso sexual (acoso sexual, exhibicionismo,
violación, tocamientos…) y maltrato económico (robo y extorsión).

1.3. Roles

Distinguimos tres roles: agresor, víctima y testigo. Se considera agresor aquel niño o
niña que, solo o en grupo, lleva a cabo las conductas de agresión, exclusión social,
violencia física, psicológica o económica, vandalismo, amenaza/extorsión o abuso
sexual (Fernández y González, 2006). Por víctima se entiende toda persona que, sin
tener capacidad para defenderse, sufre algún daño físico o psicológico, derivado de
las conductas anteriormente descritas y que no ha provocado dicha situación. Dentro
de este agrupo tenemos que distinguir tres subtipos: Víctima pasiva, que se
corresponde con la definición apuntada; víctimas provocadoras, que serían aquellos
chicos y chicas que, dadas sus características, provocan reacciones adversas por
parte de sus compañeros (dejando claro que dicha provocación no es excusa para una
respuesta violenta por parte de otro alumno/a); victima agresora, sería aquel alumno/a
que, además de sufrir la conducta, la ejerce sobre otros compañeros, normalmente
más pequeños o débiles (Prieto, Carrillo y Jiménez, 2005).

Por último, los testigos que son aquellos alumnos que están bien informados sobre
las situaciones de violencia que se generan en el centro escolar. Dentro de este grupo
se distinguen tres clases de testigos: el testigo pasivo, que es aquel que observa la
conducta, pero no interviene; testigo agresor, aquel que presencia la conducta y
además participa de una forma indirecta, por ejemplo, animando al agresor; testigo
víctima, aquel que observa la conducta y no hace nada por temor a las represalias que
puedan tomar hacia él (Fernández y González, 2006).

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1.4. Algunos datos estadísticos sobre la problemática1

Según el estudio del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia (Serrano e
Iborra, 2005):
- El 75% de los alumnos han sido testigos de agresiones en su centro, de los cuales el
84,3% son de tipo emocional y el 76,5% físico. El 71,3% de las agresiones las han
visto en el patio y el 60,5% en la clase.

- Un 14,5% de los alumnos declara ser víctimas de agresiones. Las más frecuentes
(84,8%) son de tipo emocional, seguidas de las físicas (50,9%). El 54,3% las han
sufrido en clase y el 53,4% en el patio.

- El 7,6% de los alumnos encuestados reconoce agredir a sus compañeros. El 78,7%


son de tipo emocional y el 59% de tipo físico.

- En cuestiones de género, los chicos dicen sufrir y cometer más conductas (16,2% y
11,1%) que las chicas (12,7% y 4,1%), salvo en el tipo de maltrato emocional.

- Por último, la mitad de los alumnos que declaran ser víctimas afirman que los
profesores no intervienen porque no se enteran.

Según los datos publicados por el Defensor del Pueblo en 2007:

- Las agresiones de tipo verbal y la de esconder cosas, seguidas de las conductas de


ignorar y no dejar participar, son las que con mayor frecuencia reconocen sufrir los
alumnos.

- Los alumnos que se identifican como víctimas de insultos representan el 30% de los
encuestados. En el caso de procesos de victimización graves se reduce
llamativamente este porcentaje.

- El comportamiento de ser pegado por los compañeros da una frecuencia del 4,1% en
la respuesta “a veces” y 0,7% cuando la pregunta es “en muchos casos”.

- Las diferencias entre centros públicos y privados son pocas, siempre se dan en algún
tipo de agresiones que son menos frecuentes en los centros públicos.

- Los chicos no sólo agreden más, sino que también sufren mayor número de
agresiones que las chicas, salvo en el caso de hablar mal.

- En referencia al curso, es en primero donde se da el mayor número de agresiones,


que van decreciendo conforme se va pasando de curso.

- Analizando la evolución de la violencia escolar, los datos indican que desde el 99 la


frecuencia e incidencia del maltrato está disminuyendo, aunque no de forma
significativa.

- El tamaño de hábitat no resultan ser significativo para el maltrato.

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Véase http://www.xtec.cat/~jcollell/Z11Informes.htm

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2. CIBERBULLYING

El avance en la tecnología de la comunicación ha supuesto un gran cambio en la vida


de las personas en cuanto a las relaciones personales, el trabajo, los estudios, etc.

Según estudio realizado por Calmaestra, Ortega y Mora-Merchán (2008) en Córdoba


en alumnos de la E.S.O., el 91% de los encuestados afirmaba que al menos tenía un
ordenador en su casa, un 67% tenía acceso a Internet desde casa y el 90% tenía un
teléfono móvil en propiedad.

Cabría preguntarse si la violencia llevada a cabo a través de la red son nuevas formas
de violencia o si, por el contrario, es lo mismo, pero con distintos medios (o
herramientas).

El ciberbullying consiste, según Willar (2004), en ser cruel con otra persona usando
Internet u otras tecnologías digitales, mediante el envío o publicación de material
dañino o la implicación en otras formas de agresión social online. Besley (2005) por su
parte, lo define como el uso de tecnologías de la información y la comunicación como
base para una conducta intencional, repetida y hostil desarrollada por un individuo o
grupo para hacer daño a otros. Smith et al. (2006) entienden el ciberbullying como una
conducta agresiva e intencional que se repite de forma frecuente en tiempo mediante
el uso, por un individuo o grupo, de dispositivos electrónicos sobre una víctima que no
puede defenderse por sí misma fácilmente.

Si analizamos las definiciones podemos observar que incluyen las tres características
que Olweus apunta para el acoso (vista en la página 2): intencionalidad, frecuencia
(repetido en el tiempo) y desequilibrio de poder.

Las características del ciberbullying son (Mora-Merchán, 2008):

‐ Internet y el teléfono facilitan que se pueda cometer una agresión en cualquier


momento (no es necesario estar cara a cara).
‐ Favorece el anonimato de los agresores, lo que aumenta el sentimiento de
indefensión de las víctimas y de impunidad de los agresores.
‐ Aumenta el número de espectadores (testigos) de las agresiones (por ejemplo,
colgando un vídeo), lo que deteriora aún más la imagen de la víctima, como su red de
apoyo social.
‐ Las agresiones mediante texto escrito o imágenes son fácilmente recuperables por la
víctima y revivirlos una y otra vez, cosa que no sucede con las acciones físicas o de
palabra que tiene una permanencia en tiempo más limitada.
‐ Escasa visibilidad de las acciones de cara a los adultos (menos que las formas
tradicionales). En muchos casos es necesario la denuncia de la víctima o del testigo lo
que limita la intervención de los adultos.

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