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Nombre: Ulises Llamo Mejía

JUEZ
Es una persona elegida por Dios, que está llamado a ser salvador o liberador, dotado de un
particular carisma y temperamento, lleno de espíritu divino para una acción salvífica concreta,
es decir, la liberación de los enemigos. Después de la victoria, cada uno de los jueces gozaba
de cierta veneración en el terreno religioso, suscitando en el pueblo una mayor fidelidad a la
alianza. La autoridad del juez no tenía un carácter regio: no daba leyes ni imponía tributos, su
cargo era temporal, no se transmitía a sus sucesores ni se confería mediante una elección
popular. Los jueces administraron ciertamente justicia, pero este era un aspecto secundario de
su oficio.
Según la promesa, Dios había concedido a los israelitas la tierra de Canaán, por medio de
Josué; pero ellos pecaron olvidando el pacto, y Dios les fue entregando a los enemigos, para
hacerlos sufrir (convertirse). Pero después de un largo tiempo en el destierro se compadecía
de ellos, cuando clamaban afligidos, y los liberaba por medio de los jueces.
Estos jueces podían ser hombre o mujeres (Débora) que no se dejaron seducir por el pecado,
de manera que permanecieron fieles y pudieron liberar y guiar a los restantes israelitas. Estos
jueces poseen carismas militares, de héroes y antihéroes. En un sentido ellos aparecen como
portadores de una salvación (escogidos por el espíritu de Dios). Pero en otro sentido, ellos no
son ejemplares, conforme al significado moderno del término, ni tampoco semidioses, como
aquellos que encontramos en otros pueblos del entorno, tanto en Grecia como en todo el
oriente antiguo, sino hombres, portadores frágiles de una presencia y acción de Dios que les
desborda, personales de conducta difícil de catalogar, propio de un tiempo en que cada uno
hacia lo que quería.
Conforme a la visión israelita, los auténticos portadores de la victoria de Dios no son nunca
unos héroes mundanos: no vencen por si mismos, sino por la ayuda de Dios, en medio de un
mundo que parece sin sentido. Mirados desde una perspectiva religiosa social, estos jueces
(Barac, Débora, Jefté, Sansón) pueden aparecer muy ambiguos e imperfectos. Ellos no se
pueden presentar como modelos de fe o de costumbres, a pesar de que Dios les ha escogido
para realizar una determinada tarea. Ellos son hombres de violencia, que expresan la dureza
social y militar de la historia, tal como se recuerda en el principio de la vida israelita, en
tiempos que no había rey ni un orden social.
Dios no ha fundado la existencia de su pueblo sobre el valor o la grandeza de unos guerreros
ejemplares (como los que suelen existir en otros pueblos), sino sobre la fragilidad de unos
hombres y mujeres que aparecen como portadores de una tarea que los desborda. En este
sentido el libro de los Jueces ofrece una profunda desmitificación de la heroicidad militar.

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