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Escena I

Narrador: Nínive era una ciudad en la que sus habitantes eran


extremadamente crueles y violentos. Estos pecados llegaron a la presencia
de Dios, por eso Dios llamó a Jonás para indicarle:

Dios: Jonás, Jonás levántate, necesito que vayas a Nínive. (Ricardo)

Jonás: ¿Para qué quieres que vaya a Nínive, Señor? (Adrián)

Dios: Quiero que les digas que su maldad ha llegado delante de mí.
Predícales que se arrepientan du sus maldades.

Escena II
Narrador: Pero Jonás en lugar de obedecer el mandato se subió en un
barco rumbo a la ciudad de Tarsis para escapar de la presencia de Dios.

Pero Dios viéndole dentro del barco sopló un viento recio sobre el mar y
levantó una gran tormenta que movía el barco como si fuera un simple
juguetito.

Las olas zarandeaban el barco de aquí para allá y de allá para acá, y los
marineros tuvieron tanto miedo que empezaron a gritar a sus dioses:

Marineros: dios del sol, dios de la luna, dios del viento ayúdanos por
favor, no queremos morir en esta tempestad. (María y Helen)

Marinero 1: ¿Qué podemos hacer? ¡Este barco se hunde! (Camilo)

Marinero 2: Tiremos parte de nuestro cargamento al mar para que el barco


no se hunda. (Paula)
Narrador: Todos los marineros luchaban juntos intentando mantener el
barco a flote, pero el patrón del barco al percatarse de que Jonás no estaba
en el grupo decidió bajar al interior del barco y para su sorpresa encontró a
Jonás profundamente dormido.

Capitán: ¿No te das cuenta de que nos estamos hundiendo? Levántate


dormilón y clama a tu Dios a ver si tiene misericordia de nosotros y no nos
hundimos. (Dominick)

Narrador: Jonás rápidamente se levantó y escuchó a los marineros


preguntándose por quién les había sobrevenido esa gran tempestad.

Marineros: Echemos suerte para saber por quién de nosotros se ha


levantado esta gran tormenta.

Narrador: Los marineros cogieron una moneda, Jonás veía cómo la


moneda iba descartando a los demás hasta que finalmente esta le señaló a él
como el culpable de haber desobedecido a Dios. Entonces los marineros
mirando fijamente a Jonás le preguntaron:

Marinero 1: ¿Dinos por qué nos ha venido esta tormenta? ¿De dónde eres?

Jonás: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y
la tierra.

Marinero 2: ¡Por desobedecer a Dios nos has puesto a todos en peligro!


¿Por qué has intentado huir de su presencia?

Narrador: Mientras los marineros continuaban interrogando a Jonás el mar


se iba embraveciendo más y más….

Marinero 3: ¿Qué podemos hacer contigo para que el mar se tranquilice?


¡No quereos morir! (Carlos)

Jonás: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé


que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

Marineros: ¡No podemos hacerte esto Jonás, morirás al instante!


¡Volvamos a tierra!

Narrador: Pero mientras intentaban volver a tierra el viento soplaba tan


fuerte que el choque de las olas hacía crujir hasta el último rincón del
barco. Y los marineros tuvieron tanto miedo que clamaron a gran voz:
Marineros: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la
vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque
tú, Jehová, has hecho como has querido.
Narrador: Dicho esto, tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar y en ese
mismo instante se calmó la tempestad.

Escena III
Narrador: Jonás dentro del mar intentaba nadar para mantenerse a flote,
pero Dios en su misericordia envió a  un gran pez que se lo tragó de un
bocado.

Dentro de las entrañas del pez unas algas marinas rodearon la cabeza de
Jonás. Tenía miedo, todo allí era oscuro. Pero podía respirar y también
podía hablar.

Ahí dentro, en medio del miedo y la oscuridad Jonás se acordó  de que


había desobedecido a Dios y muy arrepentido empezó a orar:

Jonás: “Desde mi angustia clamé a Jehová y él procedió a


responderme. Desde el vientre del Seol grité por ayuda. Oíste mi voz.

Narrador: Pasaron tres días y tres noches y el pez vomitó a Jonás en tierra


seca, exactamente en Nínive, la ciudad donde Jehová le había mandado ir a
predicar.

Escena IV
Narrador: Comenzó Jonás a caminar por la ciudad y pregonaba diciendo:

Jonás: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida si no se arrepienten de


sus maldades.

Narrador: El mensaje de Jonás llegó hasta el rey de Nínive que creyó en el


mensaje de Jonás y decretó lo siguiente:

Rey: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se


les dé alimento, ni beban agua. Clamemos a Dios fuertemente y
arrepiéntanse cada uno de sus maldades. Para ver si Dios tiene misericordia
de nosotros y no nos destruye. (Dante)
Narrador: Y vio Dios que se convirtieron de su mal camino y decidió no
destruir a Nínive. 
(Melissa)

Reflexión: Finalmente Jonás aprendió que cuando obedecemos a Dios nos


va mejor en la vida, porque él nos guarda del mal y nos cuida. Jesucristo
es el mejor modelo de la obediencia.
También Jonás comprendió que cuando nos arrepentimos de nuestros
pecados Dios nos perdona y quedamos limpios de toda maldad así
pasamos de la miseria a la misericordia.

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