Está en la página 1de 13

lOMoARcPSD|14293509

Teoría del Principal y el Dependiente

“Tomás Devoto y Cía. Ltda. S.A. c. La Nación”.


RESPONSABILIDAD INDIRECTA Y SUBJETIVA.

Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS)

Fecha: 22/09/1933

HECHOS: A raíz de un incendio ocurrido en un campamento por causa de las


chispas desprendidas de un brasero deficiente que utilizaban empleados de la
Nación se demandó por los daños y perjuicios ocasionados al Estado nacional.
La Corte hizo lugar al reclamo responsabilizando al Estado por los perjuicios
generados.

SUMARIOS:
1. Para definir la responsabilidad del Estado por el desempeño de sus
empleados -en el caso, incendio producido por empleados nacionales en un
campamento a causa de chispas desprendidas de un brasero deficiente- en
nada influye que aquellos no hayan procedido intencionalmente o que la causa
generadora del daño sea casual, desde que la casualidad sólo puede
equiparase al caso fortuito en cuanto en ambas circunstancias ocurren sucesos
que no han podido preverse ni evitarse (art. 514, Cód. Civil).
TEXTO COMPLETO: Buenos Aires, setiembre 22 de 1933.
Considerando: Que el recurso de apelación entablado por el Ministerio Fiscal
en la notificación de fs. 296 vta., es el ordinario de apelación a que se refiere el
art. 3 de la ley 4035, como lo ha entendido la Cámara al concederlo.
Que esta Corte ha resuelto que el recurso ordinario es procedente, aun cuando
el Fisco o la Nación no sea la parte actora (Fallos: 162:80).
1. Que, en cuanto al fondo de la causa, debe de entenderse que el apelante
comprende en sus agravios no sólo el monto de la indemnización fijado, sino
también el derecho de exigirla y la obligación de reparar los daños y perjuicios
por parte de la Nación.

2. Que, la cuestión de hecho, a saber si el incendio producido lo fue por culpa o


imprudencia de los empleados nacionales, ha quedado resuelta
afirmativamente, pues así lo revela la prueba de autos, estableciendo que el
siniestro se originó en el campamento de aquéllos a causa de chispas
desprendidas de un brasero deficiente que se usaba, en terreno cubierto de
pasto seco y sin las precauciones suficientes.
3. Que, en nada influye para definir la responsabilidad del Estado por el
desempeño negligente de sus empleados, que aquéllos, en el caso de autos,
no hayan procedido intencionalmente, o que la causa generadora del incendio
sea casual, desde que la casualidad sólo puede equipararse al caso fortuito, en
cuanto en ambas circunstancias ocurren sucesos que no han podido preverse
ni evitarse (art. 514 del Código Civil). Pero el estrago de autos ha podido ser
previsto y evitado desde que él ha ocurrido por falta de atención de los agentes
del Gobierno y en tanto éstos ejecutaban trabajos bajo su dependencia
(reparación de una línea telegráfica nacional). Esta Corte ha dicho en casos
análogos, que el incendio como acto reprobado por la ley, impone al que lo
ocasiona por culpa o negligencia, la obligación de reparar los daños
ocasionados a terceros, extendiéndose esa responsabilidad, a la persona bajo
lOMoARcPSD|14293509

cuya dependencia se encuentra el autor del daño o por las cosas de que se
sirve o que tiene a su cuidado (arts. 1109 y 1113 del Código Civil; t. 129, p. 306;
t. 130, p. 143; t. 146, p. 249).
4. Que, demostrada la existencia de perjuicios reales de daño emergente y
posible lucro cesante, por la prueba pericial, de testigos e instrumental que ha
invocado la cámara "a quo", pero no habiendo sido aquéllos demostrados en su
extensión precisa, es procedente la vía del juramento estimatorio para su
fijación (art. 220 del Código de Procedimientos).
5. Que, respecto a la cantidad señalada, no puede ser ella aumentada aun
cuando el aumento fuera de justicia, toda vez que la parte actora ha consentido
el fallo, apelado sólo por la contraria.
6. Que, tampoco sería justo reducir dicha cantidad, dentro de las constancias
que se han tenido en cuenta para determinarla, ni los agravios expresados por
el ministerio fiscal en esta instancia se refieren a este punto de modo particular.
Por estos fundamentos y los concordantes de la sentencia apelada, se
confirma ésta, sin costas, atento el resultado de la causa. - Repetto. - Guido
Lavalle. - Sagarna. - Linares.

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

“Ferrocarril Oeste contra Provincia de Bs. Aires”. 1938/10/03.


RESPONSABILIDAD INDIRECTA Y OBJETIVA.

Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS)

PUBLICACION: LA LEY, 12, 122.


Opinión del procurador general de la Nación.
La jurisdicción originaria de V. E. resulta acreditada en este caso por tratarse
de demanda interpuesta contra una provincia por un vecino de la Capital
Federal. En cuanto al fondo del asunto, encuentro que el actor no ha
demostrado la procedencia de su acción, dados los antecedentes que obran en
autos.
Don José Gómez Pardal, propietario de un lote de terreno en Haedo, lo vendió
primero a don Alejandro Casir (julio 29 de 1910), quedando durante algún
tiempo como acreedor hipotecario; y luego, percibido totalmente el precio,
levantó la hipoteca, y volvió a vender el mismo bien al Ferrocarril Oeste (abril
28 de 1914). Posteriormente, los sucesores en título de Casir, demandaron al F.
C. Oeste por reivindicación de dicho predio; y aunque el Ferrocarril sostuvo
haber sido el primero en tomar la posesión, la cámara de apelaciones
consideró probada una posesión anterior, del primer comprador. Hizo, por lo
tanto, lugar a la demanda; y un recurso intentado ante la Suprema corte
provincial, no tuvo éxito. Para evitar los efectos del fallo, ambas partes llegaron
a un acuerdo, y el Ferrocarril adquirió de la parte vencedora lo mismo que
antes había comprado a Gómez Pardal.
Ahora bien: en vez de dirigir el Ferrocarril su acción de reintegro contra Gómez
Pardal a quien ni siquiera citó de evicción entabla demanda contra la Provincia
de Buenos Aires, sosteniendo que todo lo ocurrido tuvo por origen una
certificación errónea del Registro de la Propiedad provincial, acerca de estar
inscripto el dominio del bien a nombre de Gómez Pardal, en 1914, cuando ya lo
estaba a nombre de los sucesores de Casir. Ese es el pleito, que tiene por
objeto conseguir se condene a la expresada provincia al pago de los $
3.163,49, pagados por el Ferrocarril en su segunda compra, más las costas del
juicio de reivindicación.
La Provincia, al oponerse a la demanda, aduce dos argumentos: a), obligación
del actor de probar la existencia del hecho invocado como causa generadora
de los perjuicios; b), irresponsabilidad legal del Estado, por los errores o delitos
que cometan sus funcionarios en el desempeño de las tareas oficiales.
Respecto del primer punto, aunque el actor ofreció desde el primer escrito la
prueba de haberse expedido el informe inexacto atribuido al Registro de la
Propiedad y base de la acción, tal elemento de criterio no aparece en autos, ni
fue presentado en el juicio de reivindicación, ni resulta haber influido en el fallo
de este último, ya que las partes se limitaron allí a discutir cuál de los dos
compradores había sido primero puesto en posesión. No resulta, entonces, que
el pleito se perdiera como consecuencia de dicho informe, respecto del cual ni
aún se sabe qué firma y fecha llevaba al pie. La única noticia que aparece
acerca de su existencia es la mención de que el escribano otorgante de la
segunda venta dijo haberlo tenido a la vista; pero la escritura que se dice
contener tal aserto, fue retirada del expediente anexo antes de iniciarse la
actual demanda, y el Ferrocarril Oeste no ha vuelto a presentarla. Por otra

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

parte, en la sentencia de segunda instancia que dio fin al referido juicio de


reivindicación, la Cámara hace notar que la secunda venta no se hizo con un
duplicado del título original sino con éste mismo, de cuyas anotaciones
marginales se desprendía no ser ya Gómez Pardal propietario del bien. Cabe
preguntarse, entonces, si realmente hubo un certificado inexacto del Registro
de la Propiedad, o si se trata más bien de una inexactitud cometida, por el
escribano que dijo haberlo tenido a la vista. En cualquier caso, falta la prueba
del hecho, presunto generador de los perjuicios.
Esta circunstancia hace innecesario, a mi juicio, entrar al estudio de la segunda
cuestión planteada, esto es, responsabilidad de la Provincia por actos
ilegítimos de sus empleados. Trátase, por lo demás, de un punto acerca del
cual la jurisprudencia no es todavía uniforme, habiéndose orientado más bien
hacia la solución afirmativa, en los últimos tiempos (124, 38; 169, 120; 171,
142). Aparte de ello, surge todavía la duda de si puede exigirse perjuicios
derivados de un acto ilícito, antes de que exista sentencia alguna que declare
la responsabilidad del empleado público cuya conducta se conceptúa
incorrecta, o criminal.
A mérito de lo expuesto, considero que corresponde el rechazo de la acción.
Buenos Aires, mayo 17 de 1937. Juan Alvarez.

Buenos Aires, octubre 3 de 1938. Que, a fs. 3, se presentó don Anselmo F.


López, en representación de la Empresa, entablando demanda y exponiendo lo
siguiente: Que el 28 de abril de 1914 la Empresa había comprado a don José
Gómez Pardal, un lote de terreno situado en el Partido de Morón, Pueblo
Haedo, provincia de Buenos Aires, en la calle Suipacha entre las de Rivadavia
y Esmeralda, designado con el núm. 13 de la manzana B. del plano especial
que sirvió para la venta, cuya superficie era de 316.35 metros. Que para hacer
la operación, el escribano don Federico Isla, solicitó el certificado respectivo del
Registro de la Propiedad de La Plata, el que se le expidió con fecha 23 de abril
de 1914, bajo el número 24.827 y en el cual se hizo constar que el terreno
estaba inscripto en mayor área, a nombre del vendedor, que éste no tenía
inhibición ni el terreno gravamen alguno. Que la operación se llevó adelante y
el título se inscribió en el Registro con fecha 7 de mayo de 1914. La Empresa
tomó después, la posesión del terreno e hizo edificar en él una casita para un
empleado.
Que pasó el tiempo, y en 1928 se presentó a la Empresa una persona en
nombre de doña Inés Vioni de Parmigiani, diciendo que ella era dueña del
terreno y reclamando su entrega. Que como la Empresa no accediera, la
expresada señora la demandó ante la justicia civil de La Plata por
reivindicación, aduciendo que Pardal vendió a don Alejandro Castro, dicho lote
el 29 de julio de 1910, registrándose el título en 17 de agosto del mismo año,
bajo el núm. 56.467, Serie C. Que Casir vendió a don Antonio Canale esa
misma propiedad, el 4 de octubre de 1911 y a la muerte de éste se la adjudicó
a su esposa supérstite, doña Inés Vioni de Canale, entre otros bienes.
Que tramitado el juicio reivindicatorio, se rechazó la demanda en 1ª instancia,
pero la Cámara de La Plata revocó la sentencia, haciendo lugar a la acción,
con devolución de los frutos que hubiera percibido o dejado de percibir por
negligencia desde la notificación de la demanda, y además las costas en
ambas instancias.

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

Que la Empresa, para evitar mayores perjuicios, volvió a comprar el inmueble


por $ 3.163.49, además de pagar a la actora por concepto de costas, $ 812.50
moneda nacional.
Que todo lo sucedido tiene su origen en un certificado falso expedido por el
Registro de la Propiedad, el 23 de abril de 1914, núm. 24.827, según el cual la
propiedad era de Pardal en esa fecha, cuando en realidad, en 1910, había
pasado ya al dominio de Casir. Que aquel certificado está inscripto en la
escritura de adquisición del inmueble, la cual fue agregada al juicio de
reivindicación a que se ha hecho referencia.
Que el perjuicio causado a su representada asciende a $ 3.976.09 m|n. y la
Provincia de Buenos Aires debe responder de ellos de acuerdo a los arts. 1112
y 1113 del cód. civil y la doctrina que sirvió de fuente al Codificador.
Que, bajo otro punto de vista, la jurisdicción del tribunal para entender en esta
causa surge de los arts. 100 y 101 de la Constitución y del art. 1°, inc. 1° de la
ley núm. 48, por tratarse de una causa civil entre un vecino de la Capital
Federal, cual debe reputarse la Empresa, y un estado provincial.
Termina pidiendo que se condene a la Provincia a pagar la suma reclamada y
los intereses. Además, las costas del juicio.
Corrido traslado de la demanda, es contestada por el doctor Pedro R. Quiroga,
quien dice, que suponiendo exactos los hechos alegados, lo que deberá probar
el actor, la demanda debe rechazarse; con costas.
Se funda en que las providencias no son responsables de los actos ilícitos
cometidos por sus funcionarios, según el art. 43 del cód. civil.
Cita en su apoyo los fallos de esta Corte, de los ts. 124, p. 16, causa 146; 78,
p. 371, causa 57; 96, p. 278, causa 108; t. 105, p. 254, causa 37; 99, p. 139.
Cita, asimismo, la doctrina de Bielsa, en su obra Derecho Administrativo, t. I,
ed. 2ª, p. 215.

Considerando: Que puede darse por cierto que el Registro de Propiedad de La


Plata expidió el certificado núm. 24.827, cuyo texto se halla transcripto en la
escritura de adquisición que hizo la Empresa del terreno en cuestión, la cual se
agregó a la demanda iniciada por ella contra doña Inés Vioni de Parmigiani,
traída "ad effectum videndi". Por ese certificado del 23 de abril de 1914, se
hacía constar que la propiedad formaba parte de un lote mayor perteneciente a
don José Gómez Pardal y que estaba libre de gravamen. El escribano
autorizante da fe de la existencia y contenido de ese documento público (arts.
979, inc. 2° y 994 del cód. civil).
Que, igualmente, resulta cierto que el mismo lote de terreno había sido
enajenado por Gómez Pardal a don Alejandro Casir, en 1910 y registrada la
operación el 17 de agosto del mismo, lo que dio lugar al juicio de reivindicación
que después se siguiera con éxito contra la Empresa del Oeste.
Que no es dudoso que el certificado expedido el 23 de abril de 1914 hizo
incurrir a la Empresa en el error de adquirir la propiedad de quien no era dueño
ya. Y que vencida ésta en el juicio reivindicatorio, tuvo que pagar la suma que
se cobra en la demanda para recuperar la propiedad.
Que el Estado provincial impone la obligación de munirse del certificado del
Registro para escriturar toda operación que versare sobre transmisión de
inmuebles, cobrando un derecho especial del sellado, lo que, lógicamente,
presupone la obligación de prestar un servicio regular que responda a las
garantías que se ha querido asegurar. Que, cuando de tal manera procede, no

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

obra como persona del derecho privado, o como persona jurídica, sino como
entidad del derecho público que ha tomado a su cargo una función y que la
monopoliza, como puede ser la de Correos y Telégrafos o cualquier otra de
esta naturaleza, y, siendo así, la invocación del art. 43 del cód. civil no es
pertinente.
Que, en principio, quien contrae la obligación de prestar un servicio lo debe
realizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para que ha sido
establecido, siendo responsable de los perjuicios que causare su
incumplimiento o su irregular ejecución (doctrina de los arts. 625 y 630 del cód.
civil). Y si bien las relaciones entre el Estado y sus gobernados se rigen por el
derecho público, la regla enunciada, fundada en razones de justicia y de
equidad, debe tener también su aplicación a este género de relaciones,
mientras no haya una previsión legal que la impida. Que, haciendo abstracción
del dolo con que el falso certificado pudo haberse expedido, habría por lo
menos una conducta culpable en el personal, que, en desempeño de sus
funciones y obrando bajo la dependencia del Estado, ha causado el daño de
que se trata, siendo así de aplicación al caso los arts. 1112 y 1113 del cód. civil.
Que estas disposiciones no son sino el corolario lógico del principio general
según el cual todos los que emplean a otras personas para el manejo de un
negocio o para determinada función, llevan la responsabilidad de su elección y
son pasibles de los perjuicios que éstas ocasionaren a terceros en el
desempeño de su función, dado que nadie puede por sí o por intermedio de
otro ejercer sus derechos en forma tal que lesione el derecho de un tercero.
Que esto es así tanto cuando se trata de personas como de entidades
jurídicas. Al respecto, dice Bibiloni: "No hay dos clases de propiedad regidas
por dos reglas diversas en cuanto a sus facultades y restricciones, según sean
sus titulares hombres o instituciones. No hay dos derechos distintos para
regular las actividades. Todos deben cuidar de usar de las facultades legales
de modo de no causar daño indebido a terceros. Si, voluntaria o
necesariamente, se obra por medio de representantes, éstos deben observar
las mismas precauciones". Y después agrega: "La ley no establece excepción.
Basta que haya encargado o comisión. ¿Por qué se establecería la
irresponsabilidad de las personas jurídicas? ¿Y de qué manera es más grave la
situación de un particular por los actos de sus empleados que la de aquélla?
Nadie, ciertamente, verá razón para exonerar a unas personas de las
consecuencias que la ley impondrá a otras. Hasta se podría decir que,
justamente, para que las jurídicas no puedan usar de sus derechos, sino por el
medio necesario de su representante, los actos de éste, deben ajustarse a las
mayores condiciones de vigilancia, y que al ejercer sus funciones en actos de
éste, deben ajustarse a las mayores condiciones de vigilancia, y que al ejercer
sus funciones en actos del resorte de los institutos, son éstos mismos los que
obran ante los ojos de los terceros". Agrega, después, que la misma regla
prescripta por el Código de Napoleón, art. 1384, ha sido aplicada con igual
amplitud en Francia y Bélgica. Que idéntica doctrina prevalece en Italia,
Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, y ha sido incorporada a los códigos más
modernos, por lo general. (Anteproyecto de Reformas al Código Civil, ps. 67 y
sigts.).
Que en lo que particularmente se refiere al Estado, considerado en su doble
personalidad de derecho público y privado, la doctrina se ha orientado cada vez
más en el sentido de reconocer su responsabilidad extracontractual por actos

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

de sus funcionarios o empleados, realizados en el ejercicio de su función,


cuando la entidad ejerce un monopolio, un servicio público o una industria, y
tan sólo diverge cuando se trata de actos de "jure imperii", en que
principalmente se ejercitan los atributos de la soberanía.
Que la disposición del art. 1112 del cód. civil correlacionada con la que le sigue
del art. 1113, significa la aceptación del principio de la responsabilidad del
Estado, cuando concurren las condiciones anteriormente indicadas, tanto por lo
que se desprende de su texto mismo cuando porque, interpretada así,
concuerda con la doctrina expuesta por Aubry y Rau, citado por el Codificador
en su nota al art. 1112 (Aubry y Rau, t. 4, p. 799, párrafo 447; Laurent, t. 20,
párrafos 593, 594 y 595). Y así se ha aplicado por esta Corte Suprema en un
caso de incendio producido por culpa de obreros del Estado, al hacerse la
limpieza de una línea telegráfica, en el cual, por haber ellos obrado en
desempeño de sus tareas y bajo la dependencia del Gobierno, fue éste
declarado responsable del daño causado a un tercero (t. 169, p. 120.
Concuerda con los de los ts. 124, p. 22; 145, p. 89, y 171, p. 142).
En su mérito y oído el procurador general, se dispone que la Provincia de
Buenos Aires reintegre a la Empresa del Ferrocarril Oeste la suma de $
3.976.09 m|n., en el término de veinte días que dicha empresa pagó a la
reivindicante del terreno para recuperar la propiedad, con más los intereses
legales desde la notificación de la demanda. Las costas en el orden causado,
atenta la naturaleza de las cuestiones de orden jurídico debatidas. Roberto
Repetto. Antonio Sagarna. Luis Linares. Benito A. Nazar Anchorena.

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

Teoría del Organo

"Vadell, Jorge Fernando c/ Buenos Aires, Provincia de s/


indemnización" - CSJN - 18/12/1984
Buenos Aires, 18 de diciembre de 1984. RESPONSABILIDAD
DIRECTA Y OBJETIVA.

Vistos los autos: "Vadell, Jorge Fernando c/ Buenos Aires, Provincia de s/


indemnización", de los que Resulta:

I)) A fs. 40/45 la parte actora demanda a la Provincia de Buenos Aires para que
se la condene a pagar las sumas que se vea obligada a resarcir en favor de
Miguel García Gómez en un juicio que éste le sigue, originado en los hechos
que pasa a relatar.//-
Dice que por escritura del 22 de junio de 1949 vendió al mencionado García
Gómez el inmueble constituido por la mitad N.O. de la manzana F, ubicado en
la ciudad de Necochea, chacra Nº 164, y que había adquirido a Elías Sily. Esas
compraventas -sostiene- fueron efectuadas sobre la base de antecedentes de
dominio nulos que comprometen la responsabilidad de la Provincia.-
Tales antecedentes dominiales demuestran que mediante escritura del 27 de
diciembre de 1906 Gervasio Abásolo compró la totalidad de la chacra 164 de la
que comprendía numerosas manzanas, entre ellas, las identificadas con las
letras "E" y "F". Posteriormente, Abásolo vendió la mitad S.O. de la manzana
"F" a J. N. Méndez y Cía., la mitad restante N.E. a Juan Ayrolo y la mitad S.E.
de la manzana "E" a Jóse Koblitz. De tal suerte, sólo quedó en su patrimonio la
mitad N.O. de esta última.-
El 17 de junio de 1914, Abásolo transfirió a su hermano Emiliano el remanente
de la totalidad de la chacra 164. Al confeccionar la escritura pertinente, el
escribano José Exertier excluyó de la operación "la mitad S.O. de la manzana
"E" que atribuyó a Méndez sin advertir que lo adquirido por éste correspondía a
la manzana "F" y no () consideró las ventas a Koblitz y Ayrolo, las que
quedaron comprendidas en la transmisión.-
Fallecido Emiliano Abásolo se enajenó por sus sucesores y en subasta, lo que
se denomina la mitad N.O. de la manzana "F" produciéndose nuevas
irregularidades. En efecto, aquél no era propietario de esa fracción, totalmente
vendida por su antecesor Gervasio, pese a lo cual el Registro de la Propiedad
informó adjudicándole la plena titularidad del dominio.-
No obstante estas circunstancias, el registro inmobiliario anotó el título de
Emiliano Abásolo pese a mediar las defectuosas menciones consignadas por el
escribano Exertier y expidió luego un certificado de dominio en el que informó
que no tenía restricciones ni exclusiones para anotar luego su venta a Bilbao y
Jaca. A partir de estos errores se produjeron transmisiones paralelas
superpuestas sobre una misma fracción lo que determinó una serie de litigios
entre los que menciona el seguido en su contra.-
Por estos hechos responsabiliza a la demandada, ya sea por loa errores
registrales como por la conducta de los escribanos intervinientes, a los que
califica de funcionarios públicos dependientes del Estado provincial.-

II) A fs. 54/60 contesta la Provincia de Buenos Aires. Opone la excepción de


falta de legitimación para obrar y pide subsidiariamente el rechazo de la
demanda.-

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

Tras reseñar los antecedentes regístrales descarta su responsabilidad, la que,


en todo caso, sostiene que se originaría en las menciones de las escrituras que
crearon la superposición de inscripciones denunciadas. Tampoco la reconoce
en lo atinente a la actuación de los escribanos, a quienes niega el carácter de
funcionarios públicos recordando las diferentes doctrinas elaboradas acerca de
la naturaleza de sus funciones. Pide, por último, la citación de los escribanos
Exertier y Landó.-

III) A fs. 69 se desestima la excepción planteada y a fs. 96 se rechaza la


citación de terceros.-

IV) A fs. 135/36 la actora hace saber que la sentencia dictada en el litigio
seguido por García Gómez ha sido favorable al actor lo que deja expedita esta
acción aun cuando no exista monto líquido del resarcimiento a que se lo
condenó.-

Considerando:

1°) Que el presente juicio es de la competencia originaria de esta Corte


Suprema (arts. 100 y 101 de la Constitución).-

2°) Que a los efectos de precisar los antecedentes dominiales que dan origen
al pleito, es conveniente su relación circunstanciada, la que, por lo demás,
resulta suficientemente esclarecida en el dictamen pericial del escribano Rubio.
En el año 1906, el señor Gervasio Abásolo adquirió la totalidad de la chacra
164, compuesta entre otras de las manzanas "E" y "F" sobre las que se
suscitarán las sucesivas controversias, y años después, entre 1910 y 1911,
vendió las fracciones S.O. y N.E. en que se dividía la "F" a Méndez y Cía. y
Ayrolo, y la S.E. -de las dos que conformaban la "E"- a José Koblitz. Sólo
quedó en su patrimonio, entonces, la individualizada como N.O. de la manzana
"E" (ver posiciones puestas a la demandada, a fs. 153/55, respuesta 4ª).-
En 1914 Abásolo vendió a su hermano Emiliano lo que se índica como
remanente de la chacra 164. Para realizar esta operación el escribano José
Exertier requirió del registro inmobiliario de la Provincia el certificado 3869 que,
según lo afirma el perito, informó que la totalidad de la chacra pertenecía al
vendedor lo que obviamente no correspondía a la realidad dominial toda vez
que se habían producido las ventas ya reseñadas, todas ellas inscriptas en el
registro (ver posiciones de fs. 153/55, respuestas 1ª a 3ª;; fs. 236/37, escritura
a fs. 43/46 de los autos: "Verga de Cherbet c/García Gómez", agregados por
cuerda). Por su parte, el escribano Exertier, cuyo conocimiento de esas
transacciones se desprende de la escritura, excluyó de la venta la fracción S.O.
de la manzana "E" -inexistente, por lo demás- confundiéndola con la así
denominada de la "F" que había comprado Méndez. De tal manera y mediante
inscripción Nº 94.545, serie B, del 28 de diciembre de 1914, Emiliano Abásolo
se convirtió en "dueño" de la parte S.O. de la manzana "F" ya vendida, sin
observaciones de parte del registro (ver posiciones, respuesta 5ª).-

3°) Que en 1924, la sucesión de Emiliano Abásolo enajenó, en subasta, a la


firma Bilbao y Jaca lo que en la escritura se identifica como sector N.O. de la
manzana "F", lo que constituía una denominación incierta. Ese nuevo error

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

notarial, esta vez del escribano Landó, originó la superposición de dominio


sobre el ángulo oeste de esa manzana (dividida como se sabe en fracciones
S.O. y N.E.). Tal escrituración fue precedida de sucesivos pedidos de
certificación de dominio que gravitaron decisivamente en la suerte de los
bienes. En efecto, el 12 de julio de 1923 y mediante oficio que figura a fs. 207
de los autos sucesorios de Emiliano Abásolo, se indica que "en cuanto a lo
deslindado por la inscripción 94.545 B "14" (corresponde a la venta entre los
Abásolo) "cuenta con deducción de la quinta 6 chacra 135 por haber sido
enajenado".-

4°) Que esa respuesta evidencia que el registro, pese a contar con medios para
informar sobre anteriores transferencias -así lo prueban la mención antedicha
del estado de la chacra 136 y las constancias que reconoce en la absolución de
posiciones-, ponían en cabeza de Emiliano Abásolo la titularidad de un bien
que nunca le había pertenecido totalmente. Este se reitera, según el perito, en
otras piezas provenientes de esa repartición que obran en el protocolo
respectivo (certificado 39.676, del 31 de julio de 1924, y su ampliación bajo Nº
48.632 del 22 de septiembre de ese año). Allí se comunica, por el primero, que
la chacra consta en su integridad a nombre de Emiliano y por el segundo,
emitido meses después, que ese dominio no se había modificado en sus
condiciones (peritaje de fs. 160/68). De lo expuesto, surge la evidencia de que
el registro ignoró la primitiva venta de Gervasio Abásolo a Méndez que
involucró el terreno que suscita el litigio y las posteriores de Emiliano
atribuyéndole a éste la plenitud de un dominio del que no fue titular. Cabe
señalar también, que la venta de Bilbao y Jaca se anotó sin reservas pese a las
incongruencias ya expuestas (posiciones de fs. 153/55, respuesta 7ª).-

5°) Que las consideraciones precedentes demuestran la responsabilidad de la


Provincia toda vez que el Registro de la Propiedad, al incurrir en las omisiones
señaladas, cumplió de manera defectuosa las funciones que le son propias y
que atienden, sustancialmente, a otorgar un conocimiento cabal de las
condiciones de dominio de los inmuebles. En este sentido cabe recordar lo
expresado en Fallos: 182:5, donde el Tribunal sostuvo que "quien contrae la
obligación de prestar un servicio lo debe realizar en condiciones adecuadas
para llenar el fin para el que ha sido establecido, siendo responsable de los
perjuicios que causare su incumplimiento o su irregular ejecución".-
Esa idea objetiva de la falta de servicio encuentra fundamento en la aplicación
por vía subsidiaria del art. 1112 del Código Civil que establece un régimen de
responsabilidad "por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en
el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las
obligaciones legales que les están impuestas".-

6°) Que ello pone en juego la responsabilidad extracontractual del Estado en el


ámbito del derecho público que no requiere, como fundamento de derecho
positivo, recurrir al art. 1113 del Código Civil al que han remitido desde antiguo,
exclusiva o concurrentemente, sentencias anteriores de esta Corte en doctrina
que sus actuales integrantes no comparten (ver Fallos: 259:261; 270:404;
278:224; 288:362; 290:71;; 300: 867). En efecto, no se trata de una
responsabilidad indirecta la que en el caso se compromete, toda vez que la
actividad de los órganos o funcionarios del Estado realizada para el

Downloaded by Mario Verb (marverburg@gmail.com)


lOMoARcPSD|14293509

desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen, ha de ser


considerada propia de éstas, que deben responder de modo principal y directo
por sus consecuencias dañosas.-

7°) Que no obstante, y a mérito de lo expuesto acerca de las actuaciones de


los escribanos Exertier y Landó, debe establecerse si ambas fueron causa
eficiente de los daños por las fallas en que incurrieron en la confección de las
respectivas escrituras al denominar equivocadamente las fracciones vendidas.
Así parece respecto de Exertier quien, conocedor de las ventas anteriores
-ignoradas, como se dijo en los informes del registro- y del plano de subdivisión
tal como se desprende de fs. 686/90 de los autos sucesorios de Emiliano
Abásolo, debió excluir del denominado "remanente" la fracción S.O. de la
manzana "F" que a raíz de su intervención fue vendida dos veces originándose
la superposición del dominio, pero no en lo que atañe a Landó. En efecto, éste,
que se guió por los antecedentes del registro y en particular por la situación
registral respecto de aquella fracción, cometió el error de autorizar el acto
referente a la parte S.O. (inexistente) de la manzana "F", error que, en la
práctica y en lo que interesa, significó reducir la superposición ya existente
aunque afectando la propiedad de un tercero, lo que, aunque eventualmente
podría comprometer su responsabilidad, no tiene repercusión para la suerte de
este litigio.-

8º) Que la cuestión suscitada conduce a la necesidad de indagar si la actividad


del escribano de registro constituye una modalidad dentro de la categoría de
los funcionarios públicos, con las consecuencias legales que de ello derivan y
que son las que cabe considerar o, por el contrario, el ejercicio de una
profesión, bien que dotada del atributo de la fe pública y sometida a una
particular relación con el Estado que se manifiesta a través del acto de la
investidura, el control y las facultades disciplinarias, pero que no participa
stricto sensu de aquel carácter.-

9°) Que dificultan la solución del tema algunas disposiciones del Código Civil,
como los arts. 979, incs. 1° y 2°, 997 y 1004 que contienen menciones no
suficientemente explícitas acerca de quienes denomina escribanos o
funcionarios públicos, y también la referencia que hace el codificador en su
nota al art. 1112, en la cual ubica a aquéllos en esa última clasificación. No
debe perderse de vista, por otra parte, que el art. 10 de la ley 12.990 ha
reconocido formalmente ese carácter siguiendo sus antecedentes, las leyes
1144 y 1893.-

10) Que, no obstante, la sujeción literal a la norma no basta para explicar la


condición en examen, por lo que resulta necesaria una exégesis sistemática del
estatuto jurídico del notariado. En ese sentido, si bien no caben duda de que
como fedatario cumple una función pública por la investidura con la que el
Estado lo somete a su superintendencia (arts. 17, 35 y sigs. de la ley 12.990),
es evidente que no se presentan las notas características de la relación de
empleo público que permitan responsabilizarlo por las consecuencias de su
desempeño. En efecto, no existe dependencia orgánica respecto de los
poderes estatales cuyas plantas funcionales no integra, no está sometido al
régimen de subordinación jerárquica que le es propio ni se dan a su respecto
lOMoARcPSD|14293509

otras características de un vínculo permanente con la administración como


puede serlo, en su medida, la remuneración.-

11) Que en tales condiciones, se lo puede definir como un profesional del


derecho afectado a una actividad privada, pero con atributos que en parte lo
equiparan a la gestión pública, cuyos actos, vinculados al comercio jurídico
privado, dan fe de esas relaciones privadas y no expresan la voluntad del
Estado como éste normalmente la exterioriza a través de sus órganos.-

12) Que la referencia contenida en la nota al art. 1112 del Código Civil que
incorpora entre los agentes públicos a "los escribanos, procuradores y todos
los empleados en la administración del Estado" no altera lo expuesto toda vez
que no cabe afirmar que contenga una inequívoca mención de los escribanos
de registro. Contribuye a esta convicción la circunstancia de que al sancionarse
el Código Civil, no existía la separación entre la fe pública notarial y la judicial,
que sólo se opera con la vigencia de las leyes 1144 y 1893, que siguen la
orientación innovadora de la ley orgánica del notariado español de 1862. De tal
manera, la expresión -ubicada en su preciso contexto temporal- no el
suficientemente indicativa si se toma en cuenta que, aun en aquellas normas,
los escribanos de registro tenían su regulación junto a los escribanos
secretarios -estos sí incuestionablemente funcionarios estatales- en el marco
de las leyes destinadas a ordenar la organización de los tribunales bajo la
genérica definición de escribanos públicos (ley 1893, título XII, caps. I, II y III).-

13) Que por otra parte y aun de admitir que la función fedataria sea la más
trascendente de las que realiza el notario, no puede ignorarse que concurre
con otras que no ostentan ese carácter y que son propias de su condición de
profesional independiente. Parece absurdo, entonces, que semejante dualidad
se presente en quien se pretende definir como funcionario público, como
igualmente inaceptable que, necesariamente sometido como tal a una típica
subordinación disciplinaria, esta facultad del Estado pueda coexistir con el
ejercicio de una superintendencia a cargo de organismos corporativos como los
que contempla la ley 12.990 (arts. 43 y sigtes.).-

14) Que, por último, cabe recordar que la Corte definió el particular status del
escribano de registro señalando que "la reglamentación a que puede
someterse el ejercicio de las profesiones liberales, ofrece aspecto esencial
tratándose de los escribanos, porque la facultad que se les atribuye de dar fe a
los actos y contratos que celebren conforme a las leyes constituye una
concesión del Estado acordada por la calidad de "funcionario" o de "oficial
público" que corresponde a los escribanos de Registro" (Fallos: 235:445). De
estas conclusiones surge, reafirmada, la naturaleza atribuida a la actividad
notarial sin que obste a ello la caracterización de su vínculo con el Estado
dentro de un régimen de concesión toda vez que éste no importa adjudicar a
sus beneficiarios el rango de funcionarios públicos que tampoco aparece
nítidamente perfilado en el párrafo transcripto a través, tan sólo, de las
expresiones encomilladas que contiene.-

15) Que de acuerdo a lo expuesto corresponde ahora decidir sobre la


participación que cupo a la Provincia demandada en la producción de los
lOMoARcPSD|14293509

daños, que esta Corte estima en un 70 % ya que la trascendencia de la


conducta irregular del registro inmobiliario como causa de aquellos debe
entenderse superior a la del escribano Exertier. El reclamo del actor, que
consiste en el reintegro de lo que se le condene a pagar en el juicio que le
siguió García Gómez no se traduce aún en suma liquida toda vez que no se ha
cumplido con la etapa de ejecución de aquella sentencia y no media liquidación
practicada. Deberá, entonces, diferirse la estimación económica del perjuicio
para su oportunidad.-

Por ello, y lo dispuesto en los arts. 1112 y concs. del Código Civil, se decide:
Hacer lugar parcialmente a la demanda seguida por Jorge Fernando Vadell
contra la Provincia de Buenos Aires. Estése a lo establecido en el considerando
15) sobre la fijación del resarcimiento. Las costas se imponen en un 70 % a
cargo del Estado provincial y un 30 % a la parte actora en atención al resultado
del pleito (art. 71, Código Procesal).-

FDO.: Genaro R. Carrió - José Severo Caballero - Carlos S. Fayt - Augusto


César Belluscio - Enrique Santiago Petracchi.//-

También podría gustarte