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RESPONSABILIDAD PROFESIONAL. Abogados.

Reclamación de la "chance
frustrada" consistente en la pérdida de la probabilidad que se tuvo de haber
ganado un juicio

L. 316710 - "La Greca, Angel c/ Hernandez, Luis Anastasio s/ daños y perjuicios" -


CNCIV - SALA G - 10/08/2001

En la Ciudad de Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 10 días del mes de agosto
de Dos Mil Uno, reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, para conocer en el recurso de apelación interpuesto en los autos caratulados:"LA
GRECA, ANGEL C/ HERNANDEZ, LUIS ANASTASIO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS", respecto de la
sentencia de fs.418/421, el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:

¿ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA?

Practicado el sorteo resultó que la votación debía realizarse en el siguiente orden: Señores Jueces
de Cámara Doctores LEOPOLDO MONTES DE OCA-CARLOS ALFREDO BELLUCCI- ROBERTO
ERNESTO GRECO-

A la cuestión planteada el Señor Juez de Cámara Doctor Montes de Oca dijo:

I.-La sentencia de la anterior instancia rechazó la pretensión indemnizatoria, con costas,


provocando el recurso de la parte actora, quien en esta alzada expone diversos argumentos en
procura de la revocación.

II.-Los accionantes imputan al letrado accionado responsabilidad profesional por el incumplimiento


de la actividad que dicen haberle encomendado, tanto respecto de la acción penal como de la
indemnización en sede civil del daño producido como consecuencia de la muerte de la cónyuge y
madre de aquellos ocurrida a raíz de un accidente de tránsito el 12 de julio de 1990, hora 14,15
aproximada, en la avenida Córdoba frente al n? 3418, de esta ciudad. Ante el sobreseimiento
provisional dispuesto a fs.63 del proceso, tras la ajustada valoración de las circunstancias de
personas, modo, tiempo y lugar del accidente, especialmente de los testigos presenciales Leoncio
Loto, fs.54, y Felisa Lujan Vigo Carrizo, fs.2 y 58 de la misma causa penal, resultaba notoria la
imposibilidad de aportar nuevos elementos de juicio que permitieran modificar la decisión,
finalmente confirmada a fs.78 del mismo proceso.
En este mismo orden de ideas cabe agregar que esos testigos necesarios refieren el sorpresivo
cruce de la víctima, fuera de la senda peatonal, y por entre los automotores estacionados, de
manera que al conductor Julio Rufino Rodríguez le resultó imposible evitar el impacto del
automotor con el cuerpo de la víctima; a pesar de circular a muy baja velocidad debido a las
características del lugar desde luego que tal situación reunía los caracteres de imprevisibilidad e
inevitabilidad que fractura la relación causal y configura la eximente de culpa de la víctima aplicable
en el ámbito propio de la responsabilidad civil, de carácter objetivo por el riesgo propio de la
circulación automotriz (art.1113, el riesgo parte, "in fine", del Código Civil). Es de toda evidencia,
que en el presente caso, en el que se reclama por la "chance" frustrada, consistente en la pérdida
de la probabilidad que se tuvo de haber ganado un juicio, tal probabilidad se vuelve remotísima
debido a la inevitable oposición de la defensa vinculada a la eximente de culpa exclusiva de la
víctima, que libera totalmente de responsabilidad al demandado (art.citado).-
Por lo expuesto, en la unidad final de los conceptos, bien puede advertirse que las pretensiones en
cabeza de los accionantes, incluida desde luego la presente, nunca pudieron ser admitidas, a
pesar de lo cual, a mayor abundamiento, cabe realizar las siguientes reflexiones en torno a la
relación que existiera entre las partes. Los testigos, abogados Marcela Marta Lopez Córdoba,
fs.309, y Julio César de Urquiza, fs.313, afirman haber sido entrevistados, cada uno en una
ocasión, por el coactor Angel La Greca, como consecuencia de la derivación que les hiciera el
demandado, quien se dedica exclusivamente a asuntos penales, a fin de que estudiaran la
posibilidad de iniciar un reclamo de resarcimiento de daños. Ambos mantuvieron un sólo encuentro
con el actor, y ante el requerimiento de que les proporcionara nuevos elementos de juicio para
iniciar la demanda con alguna probabilidad de éxito, frente a la perspectiva evidentemente adversa
que resultaba de las constancias de la causa penal, no lo volvieron a ver.-
Es cierto que estos testigos declararon transcurridos ocho años del lamentable fallecimiento de la
sra. María de la Paz Alegre, pero si el transcurso del tiempo debilita los recuerdos, lo mismo, y con
mayor razón, ocurrió durante ese lapso con los testimonios de Pascual Summa, fs.217, y Feliz
Domingo Izquierdo, fs.218, aunque, a la luz de la regla que enuncia el art.456 del Código Procesal,
cabe privar de eficacia probatoria estas dos últimas manifestaciones, en un caso, Izquierdo, porque
no acompañó al accionante; en el otro debido a las notorias contradicciones en las que incurriera al
describir el lugar al que dice haber concurrido, comparándolo con las restantes pruebas que sobre
el particular se encuentran incorporadas al proceso. En ambos casos expresaron que iban a
declarar acerca de la imposibilidad de la familia La Greca de pagar la tasa de justicia, y es obvio
que nada sabían respecto de una eventual responsabilidad que pudiera imputarse a quien
pretendía demandar.-
En cuanto al reconocimiento que refiere la parte actora derivado de las posiciones que se le
pusieron a fs.300, es menester poner de resalto que la disposición del art.411, segundo párrafo,
debe ser apreciada en consonancia con la del art.417, según el cual la valoración del resultado de
la prueba de confesión debe hacerse según las circunstancias de la causa y las demás pruebas
producidas. En este orden de ideas, es preciso poner destacar que más allá de la aislada
presentación de fs.50 de la c.p. y de las inocuas de fs.66 y 72 -respecto de las cuales se acreditó
que la firma no pertenecía a La Greca-, no se encuentra incorporada ninguna constancia escrita
que acredite la existencia de una relación jurídica destinada a producir efectos en una reclamación
indemnizatoria.Precisamente, no sería justo acordar el valor de plena prueba a las admisiones que
implican una verdadera confesión y prescindir de aquellas, formuladas en todas las etapas del
proceso, que contrarrestan o desvirtúan ese resultado; por lo tanto, el art. 424, apartado primero,
de ese código dispone que "en caso de duda la confesión deberá interpretarse en favor de quien la
hace"(Palacio,"Derecho Procesal Civil" t.IV, pág.545 y sus citas).-
Claro está que si ni siquiera se ha demostrado que el letrado demandado haya percibido suma
alguna -siquiera sea a modo de adelanto de gastos, como es usual-, la interpretación debe
atenerse a la restricción que prevé el art.1193, respecto de la prueba de los contratos.Ya se ha
visto que la prueba testifical producida resulta absolutamente ineficaz en este sentido, pero aunque
así no fuera es menester requerir la forma legal para forzar a las partes, como enseñaba Bibiloni, a
redactar sus disposiciones de modo de evitar las faltas de previsión, las desinteligencias posibles y
las vaguedades que conspiran contra la seguridad jurídica y dan lugar a reclamaciones carentes de
un mínimo sustento de seriedad. Es de toda evidencia que la obligación cuya ejecución se
pretende en el presente caso por la vía del sucedáneo indemnizatorio, nunca llegó a constituirse, al
menos por falta de acreditación por parte de quien la invoca, pues si teniendo a su alcance los
medios necesarios para demostrarla, es razonable que cargue con las consecuencias adversas
que se derivan de la falta de realización en el proceso.-
En síntesis, la pretendida crítica presentada en esta alzada transita por una serie de suposiciones y
vaguedades referidas,vgr., a importancia económica de una pretensión indemnizatoria -que según
se ha visto, contaba, en principio con muy pocas posibilidades de éxito y que, por lo tanto, según
afirman las actoras, era muy apetecible desde el punto de vista profesional; si a ello se agregan
otras manifestaciones de la misma índole, es preciso concluir que corresponde desestimar el
reproche y confirmar el pronunciamiento recurrido. Las costas, en esta instancia, deben imponerse
a la parte actora, que resulta vencida (art.68, Código Procesal), por no existir mérito para apartarse
del principio general contenido en dicha norma.
Los Señores Jueces de Cámara Doctores Carlos Alfredo Bellucci y Roberto Ernesto Greco votaron
en el mismo sentido por análogas razones a las expresadas en su voto por el Doctor Montes de
Oca. Con lo que terminó el acto.

//nos Aires, de agosto de 2001.-


Y VISTOS:
Por lo que resulta de la votación de que instruye el acuerdo que antecede, se confirma la sentencia
de fs.418/421;con costas, en esta instancia, a cargo de la parte actora. Los honorarios de los
profesionales intervinientes serán regulados una vez fijados los de primera instancia. Notifiquese y
devuélvase.

FDO.: LEOPOLDO MONTES DE OCA- CARLOS ALFREDO BELLUCCI- ROBERTO ERNESTO


GRECO

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