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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA SAN ALFONSO

MISTERIO DE DIOS UNO Y TRINO


ESTUDIANTES: Yeison Hemel Guerrero Plata
DOCENTE: Olga Consuelo Vélez caro.
FECHA: 13 de septiembre de 2022

Capítulo VIII “JESÚS-SOPHIA”1


Haciendo la recepción del capítulo VIII del libro “La que es”, el misterio de Dios “el
discurso teológico feminista” se resaltan algunos elementos de total importancia;
inicialmente en este capítulo se reformula la cristología contando la historia evangélica de
Jesús como historia del hijo de la Sabiduría, la Sophia encarnada; interpretando el símbolo
de Cristo de tal modo que se haga perceptible su inclusividad original; explicando
la doctrina cristológica de manera que se libere su contenido beneficioso. Así mismo
algunos subtemas que se despliegan a continuación: “la deformación de Cristo”2, “el
análogo humano”3, “Jesús-sophia en acción”4, “hablar de Cristo”5, finalmente “hablar de
Dios”6

Siguiendo el orden de ideas en cuanto a la “deformación de Cristo”, se menciona que existe


una dificultad, surge del modo en que la masculinidad de Jesús es tratada en la teología
androcéntrica oficial y en la praxis eclesial, que desemboca en una visión de la cristología
que empequeñece efectivamente a las mujeres. El análisis teológico feminista pone al
descubierto al menos dos formas en las que tiene lugar tal interpretación distorsionada, y
una anomalía lógica que de ahí se deriva. En primer lugar, y en un nivel con frecuencia más
implícito que explícito, la masculinidad de Jesús es usada para reforzar una imagen
patriarcal de Dios. En segundo lugar, el hecho de que Jesús fuese un hombre es utilizado
para fortalecer no sólo una noción patriarcal de Dios, sino también una antropología
androcéntrica, en la creencia de que al sexo masculino le corresponden un honor, una
dignidad y una normatividad particulares, porque fue elegido por el Hijo de Dios en su
encarnación.

Por otra parte, hace referencia al “análogo humano” donde menciona que la interpretación
distorsionada de la masculinidad de Cristo en la tradición cristiana está localizada en una
comunidad eclesial donde la voz oficial, el voto y la visibilidad pertenecen por ley sólo a
los hombres. Además, la masculinidad de Jesús queda abierta a una interpretación al mismo
tiempo menos importante desde el punto de vista teológico y más liberadora. En contraste
con esta antropología dualista, las pensadoras feministas desarrollaron en un primer
momento una antropología de una sola naturaleza, que contempla la diferencia sexual como
biológicamente importante para la reproducción, pero no determinante para las personas
como tales, el pensamiento feminista se resiste a un estilo de comprensión absolutamente

1
Elizabeth A. Johnson. 1992. "LA QUE ES" El misterio de Dios el discurso teológico feminista. 1ra ed.
España: Empresa Editorial Herder, SA, Barcelona, pp.201-243.
2
Ibíd. Pág.201
3
Ibíd. Pág. 202-205
4
Ibíd. Pág.206-208
5
Ibíd. Pág.209-214
6
Ibíd. Pág.215-222
binario, a una noción de la naturaleza humana polarizada en virtud del sexo, que conduce
inevitablemente al modelo dominante/subordinado.

Seguidamente el “Jesús-sophia en acción” desde esta lectura, la masculinidad de


Jesús es profecía que anuncia el fin de la patriarquía, al menos como divinamente
Decretada, donde Jesús aparece como profeta e hijo de Sophia, enviado a anunciar que Dios
es el Dios del amor omniinclusivo, que busca la plenitud y humanidad de cada uno,
especialmente de los pobres y de los agobiados. Este enviado de Sophia camina por sendas
de justicia y paz e invita a otros a hacer lo mismo. Como a ella, le gusta estar con la gente;
en su compañía encuentran todos gozo, perspicacia y un camino seguro para ir a Dios.
Cristo crucificado y resucitado, Sabiduría de Dios, manifiesta la verdad de que la justicia y
el poder renovador divinos ayudan a transformar el mundo de una forma muy diferente de
las técnicas de la violencia dominadora.

La hermenéutica feminista ha abierto un camino haciendo ver que la historia evangélica de


Jesús se resiste a ser usada para justificar cualquier forma de dominio patriarcal. Su
predicación del reino de Dios y su estilo inclusivo de vida alentaban precisamente la vía
opuesta, pues lanzó un desafío que hizo que cayera sobre su cabeza la cólera de las
autoridades civiles y religiosas. El lenguaje teológico feminista sobre Cristo sostiene la idea
de que las limitaciones inevitables de la humanidad de Jesús son completadas en la
totalidad de la raza humana ungida con el Espíritu, incluidos mujeres y ancianos. La
masculinidad no es constitutiva de la esencia de Cristo, sino que, en el Espíritu, es
humanidad redimida y redentora.

Para hablar correctamente de Cristo, la teología feminista, además de tomar en serio la


pretensión inclusiva de Cristo-símbolo, respeta genuinamente el carácter escatológico del
Cristo resucitado. La resurrección es un acontecimiento inimaginable envuelto en el
misterio de Dios. Esto se opone a un literalismo simple que imagina a Jesús existiendo
todavía como en los días de su vida terrena, sólo que ahora es invisible a nuestros ojos. El
lenguaje teológico feminista sobre Cristo sostiene la idea de que las limitaciones inevitables
de la humanidad de Jesús son completadas en la totalidad de la raza humana ungida con el
Espíritu, incluidos mujeres y ancianos. La masculinidad no es constitutiva de la esencia de
Cristo, sino que, en el Espíritu, es humanidad redimida y redentora.

Para hablar de Dios hay que mencionar que Jesucristo es la Sabiduría de Dios en una figura
histórica concreta. Siendo esto así, el lenguaje sobre el misterio de Dios recibe una nueva
precisión cuando se concentra y es percibido a través de la historia y el destino de Jesús-
Sophia. La historia de la misión liberadora de este profeta e hijo de Sophia. La dinámica
interna de la doctrina de la encarnación se hace eco del valor de la corporalidad, tan
entrañable para el feminismo, incluso con referencia a Dios. A la luz de Jesús-Sophia
podemos ver que el Dios vivo es capax hominis, capaz de unión personal con lo que no es
Dios, con la carne y el espíritu de la humanidad.

Finalmente teniendo en cuenta las ideas de la autora del libro, nos da a entender que a la luz
de Jesús-Sophia podemos percibir algo más. Es precisamente el misterio divino, que se
manifiesta no sólo universalmente en el amor, sino particularmente en el amor desde esa
postura radica todo fundamento bíblico para ser autentico cristiano. La anamnesis de Jesús,
Sabiduría de Dios, conecta a Dios de una vez por todas con la corporalidad concreta, con el
mundo, con el sufrimiento y el placer, con la compasión y la liberación, en un modo que
nunca podrá ser quebrantado. Dios es Dios de otra forma: como misterio absoluto, origen
sin origen y meta de todo el universo.

Capítulo IX “MADRE-SOPHIA”

En este capítulo se resalta los siguientes temas, “Origen sin origen”7 “el eclipse de la
madre”8 “el análogo humano”9 “Madre-sophia en acción”10 “hablar de Dios” 11Haciendo
lectura del contenido se puede ver que el problema que se presenta en los debates sobre el
lenguaje inclusivo se centra de modo ostensible en si la realidad de la mujer puede aportar
una metáfora adecuada al lenguaje sobre Dios. Sin embargo, la intensidad con la que se
aborda el problema, desde el ámbito local hasta el internacional, pone de manifiesto que lo
que está en juego es algo más que tratar de hablar de Dios con palabras que denotan lo
femenino, tales como madre.

Origen sin origen, sin procedencia, sin principio, lo que la gente llama Dios es origen de
todas las cosas y busca su pleno desarrollo. Desde este resplandor sin origen surgen todas
las pequeñas luces y la fuerza para resistir a la noche. El misterio de Sophia-Dios, que actúa
como Espíritu en la praxis dialéctica de libertad y compromiso temporal en la historia y
destino de Jesús el Cristo, es siempre y para siempre misterio absoluto, a pesar de sus
manifestaciones. Otro potencial generativo de la sexualidad humana para producir nuevas
personas y las prolongadas relaciones subsiguientes entre todas las personas y sus padres,
conocidos o desconocidos, resulta apropiado hablar de Dios como origen de todo siguiendo
la analogía de la madre y el padre, de uno de ellos o de ambos. Aunque hay que tener en
cuenta que tal lenguaje nunca puede tomarse literalmente

Siguiendo la lectura en el “eclipse de la madre” donde se visualiza que el lenguaje


cristiano se ha caracterizado en gran medida por hablar del origen y cuidador de todas las
cosas casi exclusivamente en términos de relación paterna. Las antiguas palabras
puestas en boca de Moisés están todavía ausentes del discurso cristiano: “Olvidaste al Dios
que te dio a luz” (Dt 32,18). La omisión de las imágenes maternas en el lenguaje oficial y
no oficial sobre Dios es una señal de nuestro legado. Un ejemplo para pensar es el credo
niceno. Incluso cuando es usado en términos casi exclusivos, el símbolo paterno
nunca significa teológicamente que Dios es un padre en un sentido literal u ontológico,
como si la paternidad constituyese la esencia divina.

La autora resalta que la relación materna como descriptor de lo divino ha sido activamente
desautorizada y conscientemente borrada del repertorio de imágenes adecuadas. Esta acción

7
Ibíd. Pág.225-227
8
Ibíd. Pág.228-231
9
Ibíd. Pág.232-234
10
Ibíd. Pág.235-239
11
Ibíd. Pág.240--243
fue acompañada del afianzamiento de la patriarquía como ideología dominante en la
comunidad cristiana.

“El análogo humano” hace referencia a que la naturaleza femenina y la experiencia


materna sean ahora valoradas positivamente, el uso de la madre como analogía de Dios se
encuentra ante otra dificultad. Se trata del análisis social de la maternidad en instituciones
configuradas por la patriarquía. Como sonora metáfora que es, el análogo humano de la
madre connota al menos los siguientes elementos. Hasta el momento actual, todo ser
humano de este mundo ha nacido de una mujer, ha pasado varios meses en el seno de una
mujer antes de respirar y de llorar por primera vez; existe una fuente creadora de nuestra
vida que nos precede y nos genera. Además de ser tejidos en el vientre de una mujer, los
seres humanos nacen sin haberse desarrollado del todo y necesitan ser alimentados y
socializados en la comunidad humana durante muchos
años por una madre o por otras personas que asumen ese rol actualmente, como
padres, asistentas o miembros del grupo familiar: hay una fuerza continua que
cuida de nuestra vida.

Por otro lado, la “Madre-sophia en acción” alude a ese alumbramiento materno del
universo; la fuente viva sin origen de todo cuanto existe. Esta inimaginable capacidad de
vida genera la vida de todas las creaturas, siendo ella misma, al principio y continuamente,
el poder de ser en todo ser. Su amor creativo y maternal es la matriz generadora del
universo: materia, espíritu y espíritus encarnados. Esto puede aplicarse no solo a los seres
humanos, sino a todas las creaturas vivas y animadas y a las complejas interrelaciones entre
ellas que constituyen lo que llamamos “el mundo”

“Establecer la compasión de la justicia” Al hablar de Dios como madre-creador, Sallie


McFague establece una conexión particularmente interesante entre cuidado materno y
justicia, pone de relieve la dureza inherente a la experiencia materna. A primera vista, el
cuidado materno y ejercicio de la justicia puede parecer chocante, especialmente ante la
visión romántica de la maternidad. Pero las madres tienen un compromiso con el bienestar
de sus hijos y están dispuestas a castigar todo lo que pueda dañarlos. Resulta
indiscutiblemente claro que el objetivo de la justicia inclusiva debe ampliarse hasta abarcar
a todas las creaturas de este planeta, las que existen y las que todavía no han nacido. La
mayor parte de las teologías de la liberación tienen que hacer aún frente al problema de la
justicia en los ámbitos ecológico y nuclear.

El interés por la justicia promovido por la espiritualidad de los movimientos de la paz y la


justicia, por la tradición católica de la justicia social y por la teología feminista de la
liberación se acerca más a la ética de la preocupación que a la ética de la justicia o los
derechos, a pesar de la ambigüedad del vocabulario.

Finalmente “Hablar de Dios” como madre apunta a las profundidades de ese misterio
absoluto, definiendo a Dios como origen sin origen, ser primordial, manantial
oculto de todo cuanto existe, creador sin principio, pero siempre joven y nuevo,
absolutamente libre, fuente que se derrama, raíz de la vida. E incluso esta terminología
procede por vía de analogía. La imagen de la madre apunta a la relacionalidad intrínseca
entre Dios y el mundo, una relacionalidad de amor que forma parte de la esencia misma de
ser madre y que nunca acaba.

A modo de conclusión; considero que el lenguaje de Dios como madre evita colocar
distancias entre la inmanencia y la trascendencia divina; al contrario, se describe la
experiencia humana de la cercanía de Dios en el misterio y que apunta al ser divino como
libremente relaciona. Lo que debemos entender que Dios es Dios. Su amor es infinito y
podemos hablar de Él como padre y también como madre. Valga la aclaración, Dios no es
mujer o varón, Dios en estricto orden: Dios no tiene sexo: con esto quiere decir, que el Dios
revelado por Jesús es este Dios padre y Madre, que él nos dice como es, como actúa, como
ama, y como coloca al ser humano en el centro, y la ley se supedita al ser humano y no el
ser humano a la ley. Dios se nos revela como el hijo de Dios que vive en el espacio tiempo,
pero ese hijo de Dios no revela a un Dios que lo llama Padre y Madre suya.

Además, cuando Jesús nos anuncia el Reino de Dios nos dice quién es ese Dios del reino: y
él lo describe como Dios padre, como su padre, y dice que Dios es un padre misericordioso,
un dios volcado hacia sus hijos, que tiene entrañas maternas, por eso últimamente que en la
teología y en la vida de la iglesia, se ha dejado de hablar de Dios padre, sino también se
habla de Dios padre y madre. Esto no es que lo hayamos inventado, sino que también en las
sagradas escrituras están también esos atributos femeninos aplicados a Dios

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