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Extranjeros en su propia tierra!.

En Argentina se vive en un ambiente de continuo conflicto y choque entre las


personas. Muchos de estos tienen sus orígenes en el individualismo, el ego, la avaricia, el
narcisismo, la xenofobia, el racismo, el desprecio por lo ajeno y así podría estar
nombrando todo el día las causas de por qué “se vive como se vive”. Pero uno de los
factores que tiene más peso es el racismo. Entonces, ¿Qué idea tenemos de lo que es
el racismo?

“El termino raza se utiliza en la cultura occidental desde el momento del primer
encuentro con pueblos de características externas diferentes. Desde entonces, hasta la
segunda mitad de siglo XX se establece una jerarquía entre las " razas" basándose en
diferencias observables: el color de la piel, la forma del cráneo, del cabello, la estructura
física. A partir de ahí comienza el postulado de la existencia de diferentes razas;
clasificando de esta manera los grupos humanos por sus características biológicas en
superiores e inferiores. Claro está, que la raza blanca, desde el primer momento, se
consideraba superior, más desarrollada, mejor preparada, y más armada para ser
conquistadora.”1

Durante la conquista y colonización de América y África, la raza blanca se impuso


con sus principios sociales, religiosos y culturales excluyendo totalmente cualquier otra
forma de vida; como las de nuestros pueblos originarios. Estos pueblos, según esta
doctrina, son primitivos, bárbaros, pecadores, caníbales, sucios, asesinos, etc.

Por lo tanto, se podría decir que el racismo hace referencia al odio hacia aquellos
grupos étnicos que no se ajustan a la realidad social hegemónica del momento. Los
motivos por cuales no se tolera a estos individuos pueden ser diversos, entre ellos: las
costumbres, las creencias, prejuicios históricos, políticos, entre otros.

En muchas ocasiones este rechazo hacia las personas ha llevado a la humanidad


a cometer terribles atrocidades, a lo largo de la historia, que son las marcas que
tendremos que portar a lo largo del tiempo. Entre estas monstruosidades podemos

Construyendo la paz (en línea). Disponible en:


http://www.sodepaz.org/construyendolapaz/Construyendo%20la%20paz/Racismo%20y%20Xenofobia.html
(Consulta:11 de abril del 2015, a las 20: 30 hs )
destacar la expropiación, erradicación y matanza de los pueblos originarios de América
con la llegada de los españoles; la Shoá, el genocidio armenio y la crisis de los Balcanes.

Cuando hablamos de nuestros pueblos aborígenes se nos hace difícil olvidar a


Domingo Faustino Sarmiento que con su gran complejo entre la “civilización” y la
“barbarie”, que era como el definía la sociedad de la época. Sarmiento clasificaba como
civilizado a las personas de “raza blanca” y como barbarie a la gente de ascendencia
aborigen. Esto nos da la pauta de como ya en esos tiempos discriminaban a los
indígenas, denigrándolos como salvajes o animales, en otras palabras, para Sarmiento y
la mayoría de la sociedad de la época ellos no eran personas, sino una “cosa” o algo
totalmente diferente a ellos.

Pero si nos remontamos a la llegada del hombre blanco o de la supuesta


“civilización” a América, ¿ya no habían cometido, desde ese tiempo, grandes injusticias
para con la población autóctona de estas tierras? ¡O acaso no es injusto expropiarle su
terreno, robarle su oro, burlarse de su forma de pensar e incluso esclavizarlos! En verdad,
es irónico creer que esta gente se haya autoproclamado a sí misma como civilizada con
las cosas que hacían con estos pobres sujetos en su propio territorio; y aún es más
irónico que nosotros celebremos, en pleno apogeo del siglo XXl y conociendo
verdaderamente lo que sucedió, un día este terrible acto como si fuera algo fabuloso.

Actualmente, con la reforma de la Constitución Nacional en el año 1994, se


incluyeron en el artículo 75 los Derechos de los Pueblos Indígenas y, con la ayuda de
grandes instituciones como el INADI, el INAI y la ONU, se ha visto mejorada la calidad
vida de estas personas. Sin embargo, sigue habiendo gente que abusa de ellos y las
excluyen socialmente; a pesar de que lo único que quieren nuestros pueblos originarios
es que los acepten socialmente. Félix Díaz, líder de Potae Napocna Navogoh (La
Primavera), comunidad indígena Qom de la provincia de Formosa, dice:

"Queremos vivir como seres humanos. No queremos que se nos considere


forasteros en nuestro propio país, pobres o inútiles. Queremos vivir sin discriminación. No
queremos derramamiento de sangre, sólo queremos reclamar nuestra comunidad”.2

Ver declaraciones como la anterior nos hace creer que la salvación de estos
pueblos viene de ellos y no de afuera y que cada vez las comunidades aborígenes son

2
Amnistía internacional (en línea). Disponible en:
https://www.amnesty.org/es/articles/news/2013/08/indigenous-peoples-argentina-we-are-strangers-our-
own-country/ (Consulta: 15 de abril del 2015, a las 15:15 hs)
más conscientes de su protagonismo, ya que, hay una toma de conciencia en los pueblos
de sentirse orgullosos de ser aborígenes, de no tener vergüenza y de reclamar aquello
que es legítimamente suyo.

Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH) los
derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción
alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión,
lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin
discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e
indivisibles.

Aunque parece ser que esto no se aplica a la comunidad aborigen de nuestro país,
ya que los pueblos indígenas de Argentina llevan decenios siendo tratados como
ciudadanos de segunda clase, sometidos a violencia, intimidaciones y discriminación y sin
que se respeten sus derechos. A lo largo de los últimos años, intereses públicos y
privados, especialmente de los sectores agroindustrial y extractivo, han levantado
enormes barreras entre la población indígena de Argentina y el derecho a sus tierras
tradicionales.

Y si bien la sociedad Argentina los ha excluido socialmente la cultura aborigen


sigue preexistiendo hasta hoy en día en pequeñas comunidades desde Jujuy hasta Tierra
del Fuego. Contamos actualmente con catorce pueblos aborígenes tales como los collas,
diaguitas, pilabas, chorotes, chulupi, tobas, guaraníes, chiriguanos, mocovíes, mapuches,
tehuelches, entre otros. Y aunque hoy se los pueda ubicar en un mapa, eso no significa
que los pueblos indígenas que habitan en el territorio argentino ejerzan el control sobre
los sitios en donde residen.

En la actualidad, solo es posible encontrar asentamientos indígenas en terrenos


que el Estado nacional-provincial les ha concedido y estos se denominan “reservas
indígenas’’. A lo cual hay que sumarle la poca productividad de las tierras en las que se
encuentran y la falta de los títulos de propiedad de las mismas.

Estos problemas persisten gracias a que los aborígenes no están en posesión de


los papeles de esas tierras y los empresarios toman ventaja de su ingenuidad para sacar
provecho de ellos.

Desde el punto de vista legal, los aborígenes no son dueños de esas tierras y las
autoridades no los amparan. Cansados de no recibir justicia, estos pueblos tratan de
usurpar las tierras generando así grandes reprimendas por parte de las autoridades; que
los hacen quedar como salvajes. Ante esto, los empresarios protestan, tal como sostiene
Sorzana: "Ellos dicen que no se rigen por la leyes argentinas, porque son mapuches; yo
no tengo nada en contra de su pueblo, estoy en contra de que salgan a tomar campos:
que hagan los trámites judiciales como cualquier otro". Y agregó: "Yo no puedo decir
«esto es mío» e invadirlo: la usurpación es un delito; el Estado es el primero que tiene que
definir la situación, porque no puede haber dos dueños". Sorzana intuye que, detrás de
las tomas de campos, "hay algo más que un señor que reclama la tierra de sus
ancestros”.3

Podemos decir entonces, que si bien los pueblos aborígenes han sufrido por la
xenofobia de la gente desde la llegada de los españoles esta no ha cesado por nuestros
días. Hoy se puede llegar decir que estas personas de ascendencia aborigen son y no
son ciudadanos argentinos, porque según la Constitución Nacional estos los son pero no
se los trata como tales, ya que, los excluimos como si fueran algo maligno, simplemente
porque no estamos al tanto de su realidad y no nos ponemos en su lugar como individuos,
sufriendo ellos por nuestra ignorancia.

Y tal vez lo peor de este problema es que la xenofobia que tiene la sociedad, en
general, es la responsable de la pérdida cultural de estos grupos, porque al no reconocer
sus tradiciones, su lengua, sus creencias y sus costumbres, producto de nuestra
indiferencia, vamos eliminando esa parte importante de nuestra identidad como
argentinos.

Hay muy pocas tribus que sobreviven y muchas de ellas están sufriendo la lenta
extinción de sus lenguas nativas. Así, poco a poco, estas comunidades van
desapareciendo junto con su rica historia y cultura.

Lo indignante es saber cómo estas persona viven, sólo porque las personas que
los maltratan los clasifican como “diferentes”, pero nos preguntamos ¿diferentes en qué?
¿acaso no respiran, no duermen, no sueñan, no piensan? ¿en qué son diferentes? o
¿acaso es simplemente porque piensan y viven distintos que la mayoría? Lo bello y
valioso del mundo no está en la homogeneización sino precisamente en que somos
distintos unos de otros; esa diversidad sólo la podremos preserva y salvaguardar si
tomamos conciencia y aceptamos a las personas tal como son.

3
Diario La Nación (en línea). Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1163088-crecen-los-conflictos-con-
aborigenes-por-el-reclamo-de-tierras (Consulta: 15 de abril del 2015, a las 00:30hs)

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