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“El termino raza se utiliza en la cultura occidental desde el momento del primer
encuentro con pueblos de características externas diferentes. Desde entonces, hasta la
segunda mitad de siglo XX se establece una jerarquía entre las " razas" basándose en
diferencias observables: el color de la piel, la forma del cráneo, del cabello, la estructura
física. A partir de ahí comienza el postulado de la existencia de diferentes razas;
clasificando de esta manera los grupos humanos por sus características biológicas en
superiores e inferiores. Claro está, que la raza blanca, desde el primer momento, se
consideraba superior, más desarrollada, mejor preparada, y más armada para ser
conquistadora.”1
Por lo tanto, se podría decir que el racismo hace referencia al odio hacia aquellos
grupos étnicos que no se ajustan a la realidad social hegemónica del momento. Los
motivos por cuales no se tolera a estos individuos pueden ser diversos, entre ellos: las
costumbres, las creencias, prejuicios históricos, políticos, entre otros.
Ver declaraciones como la anterior nos hace creer que la salvación de estos
pueblos viene de ellos y no de afuera y que cada vez las comunidades aborígenes son
2
Amnistía internacional (en línea). Disponible en:
https://www.amnesty.org/es/articles/news/2013/08/indigenous-peoples-argentina-we-are-strangers-our-
own-country/ (Consulta: 15 de abril del 2015, a las 15:15 hs)
más conscientes de su protagonismo, ya que, hay una toma de conciencia en los pueblos
de sentirse orgullosos de ser aborígenes, de no tener vergüenza y de reclamar aquello
que es legítimamente suyo.
Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH) los
derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción
alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión,
lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin
discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e
indivisibles.
Aunque parece ser que esto no se aplica a la comunidad aborigen de nuestro país,
ya que los pueblos indígenas de Argentina llevan decenios siendo tratados como
ciudadanos de segunda clase, sometidos a violencia, intimidaciones y discriminación y sin
que se respeten sus derechos. A lo largo de los últimos años, intereses públicos y
privados, especialmente de los sectores agroindustrial y extractivo, han levantado
enormes barreras entre la población indígena de Argentina y el derecho a sus tierras
tradicionales.
Desde el punto de vista legal, los aborígenes no son dueños de esas tierras y las
autoridades no los amparan. Cansados de no recibir justicia, estos pueblos tratan de
usurpar las tierras generando así grandes reprimendas por parte de las autoridades; que
los hacen quedar como salvajes. Ante esto, los empresarios protestan, tal como sostiene
Sorzana: "Ellos dicen que no se rigen por la leyes argentinas, porque son mapuches; yo
no tengo nada en contra de su pueblo, estoy en contra de que salgan a tomar campos:
que hagan los trámites judiciales como cualquier otro". Y agregó: "Yo no puedo decir
«esto es mío» e invadirlo: la usurpación es un delito; el Estado es el primero que tiene que
definir la situación, porque no puede haber dos dueños". Sorzana intuye que, detrás de
las tomas de campos, "hay algo más que un señor que reclama la tierra de sus
ancestros”.3
Podemos decir entonces, que si bien los pueblos aborígenes han sufrido por la
xenofobia de la gente desde la llegada de los españoles esta no ha cesado por nuestros
días. Hoy se puede llegar decir que estas personas de ascendencia aborigen son y no
son ciudadanos argentinos, porque según la Constitución Nacional estos los son pero no
se los trata como tales, ya que, los excluimos como si fueran algo maligno, simplemente
porque no estamos al tanto de su realidad y no nos ponemos en su lugar como individuos,
sufriendo ellos por nuestra ignorancia.
Y tal vez lo peor de este problema es que la xenofobia que tiene la sociedad, en
general, es la responsable de la pérdida cultural de estos grupos, porque al no reconocer
sus tradiciones, su lengua, sus creencias y sus costumbres, producto de nuestra
indiferencia, vamos eliminando esa parte importante de nuestra identidad como
argentinos.
Hay muy pocas tribus que sobreviven y muchas de ellas están sufriendo la lenta
extinción de sus lenguas nativas. Así, poco a poco, estas comunidades van
desapareciendo junto con su rica historia y cultura.
Lo indignante es saber cómo estas persona viven, sólo porque las personas que
los maltratan los clasifican como “diferentes”, pero nos preguntamos ¿diferentes en qué?
¿acaso no respiran, no duermen, no sueñan, no piensan? ¿en qué son diferentes? o
¿acaso es simplemente porque piensan y viven distintos que la mayoría? Lo bello y
valioso del mundo no está en la homogeneización sino precisamente en que somos
distintos unos de otros; esa diversidad sólo la podremos preserva y salvaguardar si
tomamos conciencia y aceptamos a las personas tal como son.
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Diario La Nación (en línea). Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1163088-crecen-los-conflictos-con-
aborigenes-por-el-reclamo-de-tierras (Consulta: 15 de abril del 2015, a las 00:30hs)