Está en la página 1de 98

Conspiración golpista de 1936

La conspiración golpista de 1936 fue la trama insurreccional que


condujo al golpe de Estado de julio de 1936, el cual dio inicio a la
guerra civil española.1 ​ Aunque cuenta con antecedentes anteriores
a febrero de 1936, la conspiración comenzó tras conocerse el
triunfo del Frente Popular en las elecciones.2 ​ Desde el primer
momento estuvo protagonizada por una parte del Ejército, aunque
contaba con una trama civil de apoyo y aliento integrada por los
monárquicos alfonsinos, los carlistas y los fascistas de Falange
Española de las JONS, a la que también se acabó sumando la El general Mola y el general Franco
«accidentalista» CEDA. Su objetivo era derrocar el gobierno del junto con otros generales
Frente Popular y, con este, el sistema parlamentario, e instaurar en sublevados. Fecha y lugar
desconocidos. Aunque existió una
su lugar una dictadura militar.3 ​
trama civil integrada por las
Según Julio Aróstegui, «la sublevación fue una iniciativa y un derechas antirrepublicanas, la
conspiración que desembocó en el
movimiento militar que, no obstante, como siempre ocurre, contó
golpe de Estado en España de julio
con apoyos, connivencias e incitaciones procedentes del mundo
de 1936 fue protagonizada por una
civil, y no solo de sus instancias políticas», con lo que descarta que
parte del Ejército. El plan militar y
la sublevación fuera un «movimiento cívico-militar» (término que
político de la sublevación fue
fue utilizado con frecuencia por el bando sublevado, como en la
elaborado por el general Mola, «El
Carta colectiva de los obispos españoles con motivo de la guerra en
Director». Aunque fue informado por
España).4 ​ Otros historiadores coinciden con la tesis de Mola, el general Franco solo se
Aróstegui.5 ​ Eduardo González Calleja afirma: «Fue el Ejército, o sumó a última hora a la sublevación.
al menos una parte de él, quien acabó tomando la iniciativa y
aglutinando en su seno las diferentes vías conspirativas militares y
los proyectos insurreccionales civiles, que hubieron de plegarse a un plan subversivo y de reorganización
del Estado formulado bajo parámetros casi exclusivamente castrenses, que en principio no iban mucho más
allá de la organización de una dictadura militar en un régimen temporal de excepción».6 ​ «En la primavera
de 1936 el Ejército no aceptó otra dirección política que la suya misma», insiste Aróstegui.7 ​ Así pues,
como afirma Francisco Alía Miranda, «la conspiración no fue, en su origen, una empresa de partidos
políticos, de organizaciones civiles o grupos de presión, conjurados para un asalto al poder utilizando como
instrumento a las Fuerzas Armadas».8 ​Gabriele Ranzato sostiene una posición similar: «Mola y los demás,
si bien confiaban en una acción de apoyo de sus militantes [de los partidos de derechas] en el momento
crucial, no pensaron en implicarlos en lo más mínimo en la conspiración, que debía concretarse como una
operación dirigida exclusivamente por el ejército, y a la que seguiría, en caso de éxito, un régimen, más o
menos provisional, de carácter esencialmente militar. Esto no quiere decir que los líderes de la derecha
ignoraran las tramas golpistas».9 ​

Es cierto que los conspiradores militares mantuvieron contactos, «más o menos estrechos y continuados»,
con los grupos políticos de derechas no republicanos ―la Comunión Tradicionalista, Falange Española de
las JONS, CEDA, Renovación Española y Acción Española, al menos―,10 ​ pero la organización civil
propuesta inicialmente por «El Director» del golpe, el general Mola, que iría paralela a la organización
militar, nunca llegó a existir como tal, aunque hubo dos grupos políticos, Falange Española de las JONS y
Comunión Tradicionalista, que aportaron sus milicias, pero siempre subordinadas al mando militar.11 12 ​ ​
Este hecho ha sido subrayado por José Luis Rodríguez Jiménez: «los militares coincidían en muchos
planteamientos con las directrices de los partidos de la derecha pero no se pusieron al servicio de ninguna
organización o programa concreto; no estaban vinculados directamente a las organizaciones de la derecha
radical y mucho menos aún al fascismo. Creían firmemente que solo ellos podían resolver "la situación", es
decir, salvaguardar los intereses conservadores y restaurar la "ley y el orden", impedir la desintegración
nacional y combatir una supuesta revolución social inminente de signo comunista provocada por agentes
exteriores».13 ​

En cuanto a lo que pretendían llevar a cabo los sublevados cuando se hubieran hecho con el poder nunca
estuvo del todo claro,14 ​ pues entre ellos «no había unidad de criterio sobre los objetivos constructivos del
golpe». Por esta razón el general Mola no quiso comprometer el sentido político de la rebelión, más allá de
establecer lo que él llamó una «dictadura republicana» (su propuesta quedó plasmada en el documento «El
Directorio y su obra inicial» del 5 de junio).15 ​ Pero lo que sí que está claro, según Julio Aróstegui, es que
lo que se planeó iba mucho más lejos del pronunciamiento clásico pues la sublevación pretendía (y acabaría
consiguiendo) «detener toda obra política y social que pudiera alterar de forma significativa el orden de la
propiedad, la preeminencia política, la hegemonía ideológica de la Restauración canovista, vehiculando esta
pretensión a través de instrumentos políticos que rechazaban de plano el liberalismo democrático».16 ​ El
punto de vista de Aróstegui es compartido plenamenente por José Luis Martín Ramos.17 ​

Para Pilar Mera Costas, «la insurrección fue el resultado de un proceso complejo, formado no por una sino
por varias líneas conspirativas trenzadas, lideradas por el entramado militar, pero con la colaboración, el
apoyo y la connivencia de los principales grupos políticos de las derechas».18 ​ Por su parte Stanley G.
Payne considera que fue «una conspiración de gran envergadura, compleja y con divisiones internas, cuya
maduración fue larga. Algunos jefes militares comenzaron a conspirar en cuanto se conoció la victoria
electoral del Frente Popular».19 ​

Índice
Antecedentes
La conspiración de los monárquicos del «14 de abril» a «La Sanjurjada»
Las consecuencias del fracaso de «La Sanjurjada» del 10 de agosto de 1932
El acuerdo con la Italia fascista de marzo de 1934
El conato de golpe de Estado de octubre-noviembre de 1934
La relativa paralización de la conspiración: Gil Robles, ministro de la Guerra (mayo-
diciembre de 1935)
Historia
¿El prólogo?: el conato de golpe de Estado de diciembre de 1935
El primer intento de golpe de Estado: febrero de 1936
La polarización política en las elecciones de febrero de 1936
El intento de golpe de Estado tras conocerse la victoria del Frente Popular
La reunión de los generales del 8 de marzo: ¿el inicio de la conspiración?
El debate historiográfico sobre la campaña de agitación de las derechas para «justificar»
el golpe de Estado
La campaña de agitación de las derechas fue clave para desestabilizar la República
La principal responsable de la desestabilización de la República fue la «izquierda
revolucionaria» que contó con la «pasividad» (o «complicidad») del gobierno del
Frente Popular
El conato de golpe de Estado del 20 de abril
La conjura definitiva: el general Mola «Director» de la conspiración
El plan político de la sublevación
El plan militar de la sublevación
La incorporación de la CEDA
La participación de los monárquicos alfonsinos: el vuelo del Dragon Rapide y la
compra de aviones a la Italia fascista
La adhesión de Falange a la rebelión
El acuerdo de última hora con los carlistas
El gobierno ante la conspiración
El debate historiográfico sobre la actuación del gobierno
El fracaso parcial del golpe
Las dudas del general Mola
El asesinato de Calvo Sotelo y el inicio de la sublevación
La respuesta del Gobierno
La muerte del general Sanjurjo y la formación de la Junta de Defensa Nacional
Las razones del fracaso relativo del golpe
Referencias
Bibliografía

Antecedentes

La conspiración de los monárquicos del «14 de abril» a «La Sanjurjada»

Las derechas monárquicas empezaron a conspirar contra la República desde su proclamación el 14 de abril
de 1931.20 21 ​ ​ Lo que es objeto de debate es si el complot comenzó a gestarse ese mismo día. Alfonso
Bullón de Mendoza constata que efectivamente en la mañana del 14 de abril se reunieron en el despacho
del conde de Guadalhorce los dirigentes de la Unión Monárquica Nacional —todos ellos, como el propio
conde, líder del partido, o José Calvo Sotelo o José Yanguas Messía, exministros de la dictadura de Primo
de Rivera—, pero el objeto de la misma fue ofrecerse al Gobierno del almirante Juan Bautista Aznar «para
fortalecer su resistencia» en su propósito de sostener la Monarquía a pesar del triunfo en las ciudades de las
candidaturas republicanas en las elecciones municipales celebradas dos días antes. Acordaron proseguir la
reunión por la tarde en casa del conde de Guadalhorce, pero esta, según Bullón de Mendoza, no tuvo lugar
porque ya no tenía sentido en cuanto se conoció que el rey Alfonso XIII había decidido abandonar
España.22 ​Sin embargo, según contó Eugenio Vegas Latapié en 1941, él mismo, el marqués de Quintanar
y Ramiro de Maeztu se presentaron en casa del conde de Guadalhorce, y allí se encontraron con José
Antonio Primo de Rivera, el hijo del dictador, y con significados políticos de la dictadura de Primo de
Rivera, como Yanguas Messía (sobre si también estaba Calvo Sotelo el relato de Vegas Latapié es
contradictorio). Allí conocieron la noticia de que el rey se expatriaba y Vegas Latapié propuso entonces
«fundar una escuela de pensamiento contrarrevolucionario a la moderna, que dotara a nuestros prohombres
políticos... de la fe que les faltaba y de las razones que justificaran lo que de bueno había en ese régimen
secular [la Monarquía]». Bullón de Mendoza admite la posibilidad de que «los mencionados personajes, sin
Calvo Sotelo, se llegasen a reunir en la casa citada».23 ​

Angel Viñas sostiene una versión completamente diferente pues afirma que el encuentro en casa del conde
de Guadalhorce fue la primera reunión conspirativa de los monárquicos, ya que allí se habló de la creación
de un partido cuyo fin sería derrocar a la República que se acababa de proclamar y también se discutió del
«nervio de la guerra»: las finanzas.24 ​ Lo cierto fue que por temor a que se les exigieran responsabilidades
por su participación en la dictadura de Primo de Rivera, la mayoría de los exministros abandonaron esa
misma tarde Madrid con destino a Portugal,23 ​ entre ellos Calvo Sotelo.25 ​. Todos ellos serán furibundos
antirrepublicanos. Para José Yanguas Messía, el 14 de abril fue un «día aciago para España» porque ese día
se «consumó la gran traición a España, decretada por las logias masónicas y por el Kremlin de Moscú»,
con el objetivo de destruirla «en su cuerpo y en su espíritu, entregándola a las fuerzas disgregadoras y
corrosivas del separatismo político y el comunismo marxista».26 ​

Pocos días después Juan Ignacio Luca de Tena, director y


propietario del diario monárquico ABC, viajó a Londres para
consultar con el exrey Alfonso XIII la formación de un comité
electoral monárquico y para informarle de las actividades de los
monárquicos en España.27 ​ Al mismo tiempo realizó una entrevista
periodística al exrey que publicó su diario. En ella, se ofreció la
imagen de un rey patriótico y sacrificado, que ponía el bien de su
país por encima de las formas de gobierno y pedía a los
monárquicos que se organizaran para participar en la vida pública,
incluso apoyando al gobierno «en todo lo que sea defensa del
orden y de la integridad de la Patria». Al final de la entrevista el
diario ABC hacía una expresa declaración de principios
monárquica: «ABC permanece donde estuvo siempre: con la
libertad, con el orden, con la integridad de la Patria, con la Religión
y con el Derecho, que es todavía decir, en España, con la
Monarquía Constitucional y Parlamentaria». Esta declaración fue
seguida de un llamamiento «A los monárquicos españoles»
publicado en el diario el 8 de mayo en el que se pedía que los
El exrey Alfonso XIII durante su
simpatizantes con la monarquía se inscribieran en el Círculo
exilio en Londres (1932). Fue
Monárquico Independiente, cuya finalidad era coordinar todas las
puntualmente informado de las
organizaciones monárquicas de cara a las elecciones constituyentes
conspiraciones monárquicas a las
y que acudieran el día diez a la constitución de su comité
que dio su apoyo (también
ejecutivo.28 ​ económico). El exrey consideraba
que la República estaba «inspirada y
Por esas mismas fechas de principios de mayo tuvo lugar una
patrocinada por el comunismo, la
nueva reunión de los monárquicos, en esta ocasión en el palacio del masonería y el judaísmo».
marqués de Quintanar, a la que por primera vez asistieron militares
(los generales Luis Orgaz y Miguel Ponte y el comandante Heli
Rolando de Tella). También acudieron el periodista Juan Pujol, director del diario filofascista Informaciones
y hombre de confianza del financiero Juan March, y otros notables monárquicos como el conde de
Vallellano, Julio Danvila y Santiago Fuentes Pila.29 30
​ ​

Tras la quema de conventos de los días 10-13 de mayo ―«el primer conflicto de orden público grave que
hubo de enfrentar el régimen republicano»―28 ​ más civiles y militares se sumaron a la conspiración como
el general José Cavalcanti, el coronel José Enrique Varela o el oficial del Cuerpo Jurídico-Militar Eugenio
Vegas Latapié. También se incorporó el marqués de Villores, jefe de la Comunión Tradicionalista, que
falleció al año siguiente siendo sustituido por el conde de Rodezno.31 ​Fue entonces cuando «la subversión
monárquica comenzó en serio» al nacer «la primera trama complotista, conectada directamente con el
pronunciamiento del 10 de agosto de 1932». En poco tiempo consiguieron recaudar más de un millón y
medio de pesetas.32 ​ En estas tramas conspirativas los militares desempeñaban un papel subordinado pues
estaban supeditados al plan político diseñado por los monárquicos, cuyo comité de dirección, encabezado
por el exministro Juan de la Cierva y Peñafiel y por los generales Orgaz y Ponte, estableció su sede en la
localidad vascofrancesa de San Juan de Luz, donde también fijaron su residencia muchos exiliados
monárquicos y miembros de la aristocracia y de la alta burguesía opuestos a la República.33 ​ Sin embargo,
en el primer intento serio de golpe de estado («La Sanjurjada» de agosto de 1932) la iniciativa fue de los
militares.33 ​

Para la justificación ideológica de lo que se proponían hacer los monárquicos fundaron meses más tarde,
por iniciativa de Vegas Latapié, la revista Acción Española, respaldada por una sociedad cultural del mismo
nombre, que tomó como modelo l’Action Française. Su principal ideólogo fue Ramiro de Maeztu. El
intelectual reaccionario José Pemartín reconoció en plena guerra civil española que el propósito de la revista
fue crear «la atmósfera favorable para la acción decisiva».34 35​ 20
​ ​ Un papel semejante lo desempeñó el
periódico subvencionado por los monárquicos La Correspondencia Militar, que aglutinó a todos los
militares descontentos y en cuyas páginas se defendió que el Ejército era «el eje férreo que sostiene el
cuerpo de la nación» o «el último baluarte de una sociedad que se resquebraja», además de adular con
frecuencia al general Sanjurjo, entonces director general de la Guardia Civil.36 ​ La revista respondía a la
cultura ultranacionalista, conservadora, y en ocasiones reaccionaria, que predominaba en el Ejército
español, muy celoso en la defensa de su autonomía frente al poder civil y que se autoproclamaba leal a la
«nación» ―que identificaban con sus propios valores e intereses―, pero no al Gobierno o a la
República.37 ​ La ambiciosa reforma militar de Manuel Azaña no consiguió «republicanizar» al Ejército,
pues «dentro del cuerpo de oficiales permaneció un nutrido grupo de militares no afines al régimen,
abiertamente hostiles o que fueron avanzando progresivamente hacia el rechazo, disgustados por la pérdida
de su autonomía de decisión respecto al poder civil y por la sucesión de acontecimientos que consideraban
un ataque a la nación», el principal el Estatuto de autonomía de Cataluña de 1932.38 ​

Los monárquicos alfonsinos buscaron la colaboración con los carlistas quienes también se estaban
preparando para derribar la República ―la primera reunión conspirativa había tenido lugar el 14 de junio
en Leiza donde se habían congregado los integrantes del Comité de Acción creado en París el año anterior
por el pretendiente don Jaime; pocos días después se decidía la reorganización del Requeté como fuerza
insurreccional y se acrecentaba el activismo violento de la Agrupación Escolar Tradicionalista (AET)―.
Alcanzaron un principio de acuerdo el 12 de septiembre con el “pacto de Territet” (por el nombre de la
localidad suiza donde se firmó), según el cual ambas dinastías borbónicas colaborarían en la destrucción de
la República y dejarían que unas futuras Cortes constituyentes eligieran al nuevo rey. El 2 de octubre
falleció don Jaime siendo nombrado como sucesor su tío Alfonso Carlos de Borbón, quien se entrevistó
con el exrey Alfonso XIII al mes siguiente. En enero de 1932 Alfonso XIII reconocía a su «amado tío» don
Alfonso Carlos como «jefe de la familia» y aceptaba «aquellos principios fundamentales que en nuestro
régimen tradicional se han exigido a todos los Reyes con anteposición de los derechos personales», además
de aprovechar la ocasión para afirmar que la República estaba «inspirada y patrocinada por el comunismo,
la masonería y el judaísmo».39 40
​ ​

Los monárquicos también buscaron apoyos en el exterior, concretamente en la Italia fascista. Aunque hubo
un contacto en septiembre de 1931 ―el cónsul italiano en Sevilla informó a su gobierno de que españoles
«dignos de toda confianza» le habían revelado que se estaba fraguando un movimiento militar
antirrepublicano―, el primero relevante tuvo lugar en febrero de 1932 cuando el general monárquico
Emilio Barrera, que desde finales de 1931 había asumido como teniente general más antiguo la presidencia
de una junta militar golpista, se entrevistó con el embajador italiano en Madrid, el conde Ercole Durini Di
Monza. A este el general Barrera le comunicó que el movimiento militar antirrepublicano estaba muy
avanzado y que su propósito era llevar al poder a hombres que se opusieran al «bolchevismo».41 42 ​ ​ El
segundo contacto tuvo lugar en abril en Roma a donde había viajado el aviador monárquico Juan Antonio
Ansaldo. Este se entrevistó con el líder fascista Italo Balbo a quien pidió apoyo diplomático y financiero
para el «alzamiento militar» que estaba preparando el general Sanjurjo, en cuyo nombre dijo hablar
Ansaldo.43 ​Le pidió también el envío de doscientas ametralladoras, pero estas nunca llegaron.44 ​
Desde su destitución el 1 de febrero de 1932 como director general
de la Guardia Civil (pasando a ocupar la Dirección General de
Carabineros, un cargo de menor rango y sin competencias en orden
público) a causa de su justificación de la brutal actuación de la
Guardia Civil en los sucesos de Arnedo y de sus críticas al
gobierno, el general Sanjurjo se había unido a las tramas
conspirativas monárquicas. En las Cortes había habido duras
intervenciones contra la Guardia Civil y también contra el propio
Sanjurjo, en especial las de la diputada socialista Margarita Nelken,
mientras que la derecha empezó a celebrarlo como un héroe con
gritos de «¡Viva Sanjurjo!» acompañados de «¡Viva Cristo rey!» o
«¡Viva España!». El inicio del debate en las Cortes del proyecto de
Estatuto de Cataluña a principios de mayo dio un mayor impulso a
la conjura de las derechas que se había visto reforzada con la
autoridad moral que aportaba la incorporación del general
Sanjurjo.45 ​

Un revés para la trama fue el cierre del periódico militarista y


antirrepublicano La Correspondencia Militar y la destitución de sus
puestos de tres generales en activo implicados en la conspiración
como consecuencia del «incidente de Carabanchel» (en una comida El general José Sanjurjo hacia 1930.
de confraternización celebrada en el campamento de Carabanchel Tras su destitución como director
el general de división Federico Caballero García había criticado la general de la Guardia Civil en febrero
política militar y autonomista del gobierno en su discurso, el de 1932 se sumó a la conspiración
general Rafael Villegas, más comedido, terminó su intervención monárquica. Encabezó el fracasado
con un «¡Viva España!» y no con el obligado «¡Viva la golpe de Estado del 10 de agosto de
República!» y el general Manuel Goded, jefe del Estado Mayor, 1932 conocido como La Sanjurjada.
cerró la suya llamando a los asistentes a vitorear con un «Un viva Su condena a la pena de muerte fue
único: ¡Viva España»; los militares republicanos presentes conmutada por la de prisión y
informaron al gobierno del desplante al régimen que habían finalmente fue amnistiado por el
presenciado y el presidente del gobierno y ministro de la Guerra gobierno de Alejandro Lerroux. Se
Manuel Azaña los cesó a los tres). Finalmente, aunque no contaban exilió en Portugal y desde allí
con suficientes guarniciones comprometidas, la junta de generales participó en la conspiración que
encabezada por el general Barrera decidió llevar a cabo la dirigió el general Mola y cuyo relativo
sublevación y fijó la fecha del 10 de agosto. Fue un completo fracaso dio inicio a la guerra civil
fracaso46 ​ «por su planteamiento de pronunciamiento y porque no española. Iba encabezar el Directorio
contó con apoyos ni medios suficientes, ni militares ni civiles».47 ​ militar que se establecería tras el
golpe, pero murió en accidente de
«Este fracaso sirvió de enseñanza para muchos de los aviación el 20 de julio, solo tres días
conspiradores que quedaban libres. La conjura que lograse después de haberse iniciado este.
conquistar el poder necesitaba un movimiento militar planificado, el
apoyo de una mayoría de oficiales en activo y fondos suficientes»,
afirma Pilar Mera Costas.48 ​Paul Preston coincide con esta valoración pues según este historiador británico
del fracaso de la «Sanjurjada» la derecha antirrepublicana extrajo tres importantes lecciones que aplicarían
en la sublevación de julio de 1936: «que un golpe militar no podía triunfar sin el apoyo de la Guardia Civil
y la Guardia de Asalto»; que durante el mismo había que «silenciar de inmediato a las autoridades
municipales republicanas y a los líderes sindicales» y que se necesitaba una buena planificación.49 ​

Las consecuencias del fracaso de «La Sanjurjada» del 10 de agosto de


1932
Tras el fracaso de la Sanjurjada del 10 de agosto de 1932 ―la pena de muerte del general Sanjurjo fue
conmutada por la de prisión por el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora a petición del gobierno
republicano-socialista presidido por Manuel Azaña―50 51 ​ ​ se abrió un agitado debate entre la derecha
antirrepublicana sobre la táctica a seguir. En la I Asamblea General de Acción Popular (nueva
denominación de Acción Nacional desde abril de 1932), celebrada los días 22 y 23 de octubre, se impuso
la posición «accidentalista» de acatamiento al régimen republicano y de rechazo a los movimientos
sediciosos que quisieran derribarlo por la fuerza, amenazando con la expulsión a los afiliados que
participaran en ellos. En el acto de clausura José María Gil Robles advirtió: «se engañan aquellos que creen
que nuestra organización es un escudo de legalidad detrás del cual puedan acogerse actitudes violentas».52 ​
Como ha destacado Paul Preston, «Gil Robles, tras el fracasado levantamiento del 10 de agosto, reforzó el
compromiso de Acción Popular con la táctica legal».53 ​

Los monárquicos alfonsinos, que en la asamblea de Acción Popular (AP) habían defendido que las formas
de gobierno no eran un asunto secundario y menos en España donde la República era una «doctrina
revolucionaria», se plantearon abandonarla y uno de sus líderes Antonio Goicoechea, que en el momento
de celebrarse la asamblea estaba en la cárcel por su participación en la «Sanjurjada», dimitió más tarde de la
Junta de gobierno de AP ―la réplica de los «accidentalistas» encabezados por Gil Robles fue lanzar una
propuesta confederal que daría nacimiento a la CEDA en marzo de 1933―. Sin embargo, en la carta que le
escribió Gil Robles a Goicoechea le indicó que la incompatibilidad de sus respetivas posturas «no es por
razón de ideología o posición política respecto al problema de las formas de gobierno, sino por razones de
táctica». De todas formas Goicoechea de momento no se dio de baja de Acción Popular.54 ​

En septiembre, un mes antes de la celebración de la Asamblea de AP, los monárquicos alfonsinos, tanto del
exilio como del interior, se habían reunido en París ―lugar de residencia del exrey Alfonso XIII en aquel
momento, donde contaba con la asistencia del exembajador José Quiñones de León―55 ​ para definir la
estrategia a seguir tras el fracaso de la Sanjurjada. Acordaron, en primer lugar, «difundir mediante el
esfuerzo intelectual, principalmente de la juventud, la doctrina monárquica, exponiéndola sistemáticamente
y modernizándola» a través del grupo de Acción Española, y a continuación,56 ​

…preparar un golpe de fuerza para lo cual debería hacerse una doble gestión: una propaganda
en el Ejército, que el 10 de agosto había demostrado no estar suficientemente convencido de la
gravedad del problema de España y de la necesidad de resolverlo fuera de las vía legales; y
buscar apoyos en el extranjero, principalmente en Italia.

Por último, «constituir un partido oficial y aparentemente legal que ayudase a la propaganda de la doctrina
monárquica y, en general de los ideales de la derecha». Ese partido fue Renovación Española, cuyo
manifiesto programa apareció el 13 de enero de 1933 y su constitución oficial se produjo el 9 de febrero
―su ideología estaba más cercana al maurismo conservador que al carlismo o al fascismo, y el nuevo
partido se inspiraba en el proyecto legitimista de l’Action Française, según Eduardo González Calleja―.
Sus propósitos subversivos los dejó bien claros uno de sus promotores Pedro Sáinz Rodríguez cuando en
un homenaje a José María Pemán en el Hotel Ritz defendió la necesidad de asaltar el Estado porque
«vivimos en guerra. ¡Milagro de Dios! Porque a la guerra deben Italia, Alemania, Portugal, Polonia y otros
pueblos la ventura infinita de haber sacudido el espantapájaros parlamentario». En ese mismo acto se leyó
un mensaje del exiliado José Calvo Sotelo ―quien ya había comenzado su viraje hacia el fascismo al que
consideraba «la buena nueva, vertiginosamente difundida por media Europa ya»―57 58 ​ ​ que terminaba
diciendo: «Lucharemos… hasta que rematemos con una proscripción visceral de la mentira democrática y
el nihilismo marxista».59 57
​ ​ El líder del partido era Antonio Goicoechea. El día 20 de febrero nacía la
oficina electoral TYRE (Tradicionalistas y Renovación Española) encargada de coordinar a alfonsinos y
carlistas.60 61
​ ​
El acuerdo con la Italia fascista de marzo de
1934

Según Eduardo González Calleja, Renovación Española (RE) «se


convirtió desde su fundación en la tapadera para la organización de
un complot militar, a pesar de las protestas de actuación legal Constitución de la oficina electoral
reflejadas en el artículo 2º de sus Estatutos».62 ​ Ángel Viñas, denominada Tradicionalistas y
comparte plenamente esta valoración pues considera que RE Renovación Española (TYRE),
«sirvió de tapadera que encubrió las actuaciones clandestinas de la formada por Renovación Española
conspiración». Viñas aporta como prueba la carta que Goicoechea (RE) y la Comunión Tradicionalista
escribió al conde de los Andes, cabeza de los monárquicos del (CT). Sentado en el centro Antonio
exilio, el 18 de febrero de 1933, poco después de la constitución de Goicoechea (RE), flanqueado por el
RE, en que mostraba su acuerdo con la «investidura de jefe militar conde de Rodezno (CT) y Víctor
de la organización» del general Sanjurjo ―que en aquel momento Pradera (CT). Detrás, entre otros, el
seguía preso en el penal de El Dueso―, rogándoles a continuación conde de Vallellano (RE) y Ramiro de
que «se hagan cargo de la unificación de todas las gestiones que en Maeztu (principal ideólogo del grupo
pro de nuestras intenciones se realicen fuera de España» y que Acción Española). A la izquierda de
colaboren con los generales que «ahí en Francia están ahora»: los la fotografía, Pedro Sainz Rodríguez
generales Barrera, Ponte y González Carrasco, «meritísimos (RE).
compatriotas» «a los que tanto debe ya la Patria, y de los que aún
se espera días de gloria».63 ​

Para la preparación del nuevo «golpe de fuerza» que acabara con la República se constituyó en París un
comité integrado por los monárquicos huidos de la ‘’Sanjurjada’’ que se reunía en las habitaciones que José
Calvo Sotelo tenía en el hotel Mont Thabor. Tres de ellos (Francisco Moreno y Herrera, marqués de
Eliseda, Juan Antonio Ansaldo y Eugenio Vegas Latapié) reanudaron los contactos con los militares
conservadores y «antiazañistas» a través de los hermanos Jorge Vigón y Juan Vigón y del teniente coronel
Valentín Galarza, encargado este último de reclutar altos mandos para la futura insurrección ―Galarza
«con el tiempo sería el principal engranaje entre la trama civil y militar» de la conspiración―.64 65
​ ​

El exrey Alfonso XIII aprobó en octubre de 1932 los planes de los conspiradores, aunque sin abandonar la
opción «accidentalista» que encabezaba Gil Robles. También los autorizó a recaudar fondos «en su augusto
su nombre» ―y él mismo aportó dinero―66 ​ y pronto consiguieron reunir un millón y medio de pesetas
entre los monárquicos y aristócratas exiliados ―la mayoría de los cuales habían fijado su residencia en
Biarritz― que se utilizaría para la compra de armas en el extranjero y para financiar operaciones en el
interior de España ―cada mes se entregaban 5000 pesetas a Galarza para mantener la propaganda en los
cuarteles (operación de la que nacería la Unión Militar Española, UME) y para financiar la red organizada
por Jorge Vigón de informadores infiltrados en la policía encabezada por Santiago Martín Báguenas;
asimismo se proporcionaba dinero a los nacientes grupos fascistas―.67 68 ​ ​ Según Ángel Viñas, el
banquero Juan March, que ya había contribuido con dinero a La Sanjurjada, aportó dos millones de
pesetas.69 ​ A mediados de febrero de 1933 se reconoció al general Sanjurjo, en esos momentos en prisión,
como cabeza militar in absentia de la conspiración, en detrimento del general Emilio Barrera, cada vez más
enfrentado a Calvo Sotelo, mientras que el liderazgo político lo ostentaría Antonio Goicoechea.70 ​

El apoyo de la Italia fascista era uno de los elementos esenciales de la conspiración. Los contactos de los
monárquicos alfonsinos con los fascistas italianos se remontaban a los preparativos de la Sanjurjada,
cuando en abril de 1932 el aviador Juan Antonio Ansaldo visitó Roma por mandato del general Miguel
Ponte y consiguió que se enviaran armas y municiones a los conjurados, aunque no llegaron a tiempo. El
nuevo embajador italiano en Madrid Raffaele Guariglia, nombrado a fines de 1932, recibió la orden de
mantener contactos discretos con todos los grupos antirrepublicanos. En febrero de 1933 Calvo Sotelo viajó
a Roma desde París en compañía de Ansaldo donde se entrevistaron con Italo Balbo y con Mussolini
―aunque existen dudas de que efectivamente se reunieran con el
Duce―,71 ​ pero no obtuvieron ningún compromiso concreto,
aunque volvieron «muy satisfechos de su cometido». A finales de
1933 Calvo Sotelo, provisto de un pasaporte falso, y Ansaldo
volvieron a reunirse en Roma con Balbo y posiblemente también
con Mussolini para «ponerse de acuerdo sobre la posible ayuda
política y militar en caso de alzamiento». Fue el paso previo al
acuerdo del 31 de marzo de 1934.72 73 ​ 74
​ ​ En un informe enviado
a Roma por el embajador italiano en Madrid Raffaele Guariglia este
señalaba a Calvo Sotelo como «un importante representante por sus
tendencias filofascistas». «Quien sabe si él no podría iniciar o
realizar esa obra de reeducación política y social del pueblo español
que... llegue, como en Italia, a crear las verdaderas bases del Estado
moderno», añadió.75 ​

Cuando se convocaron las elecciones generales de España de 1933


los monárquicos alfonsinos tanto del exilio como del interior
(encuadrados estos últimos en Renovación Española) confiaban en El líder fascista italiano Italo Balbo.
que el Parlamento que surgiera de las urnas en noviembre fuera «el Fue el principal contacto de los
último de sufragio universal por luengos años» y que sería conspiradores monárquicos con
quienes se entrevistó en Roma en
sustituido por un Estado «totalitario» que controlaría «los intereses
varias ocasiones, prometiéndoles
inmanentes del pueblo», según el ejemplo de la Alemania nazi y la
apoyo político y económico, además
Italia fascista.76 ​ Por su parte el líder de la CEDA José María Gil
de armas. Fue quien concretó y
Robles durante la campaña electoral proclamó lo siguiente: «A
rubricó el acuerdo del 31 de marzo
nuestra generación le está encomendado hacer una Patria nueva,
de 1934 aprobado por Mussolini.
depurada de masones y judaizantes… Para la realización de nuestro
ideal no nos detendremos en formas arcaicas. El Parlamento,
cuando llegue el momento, se somete o desaparece. La democracia será un medio, pero no un fin».77 ​Tras
el triunfo de las derechas en las elecciones ―en las que los alfonsinos consiguieron 13 diputados, uno de
ellos para Calvo Sotelo que no ocuparía su escaño hasta mayo de 1934 cuando volvió a España
acogiéndose a la amnistía aprobada por el gobierno de Alejandro Lerroux― arreciaron los llamamientos a
una actuación de fuerza, como el que hizo Calvo Sotelo desde París, pero la CEDA, el partido más votado,
no siguió estos planteamientos y buscó el acuerdo con los republicanos «no marxistas», lo que indignó a
Renovación Española. Pedro Sainz Rodríguez llegó a hacer un llamamiento a repetir las «guerras santas»
carlistas.60 78
​ ​

En cuanto al carlismo, el pretendiente Alfonso Carlos de Borbón nombró al coronel José Enrique Varela
―convertido al tradicionalismo durante su estancia en prisión por su participación en la Sanjurjada― jefe
del Requeté con la misión de reorganizarlo, aunque el nombramiento se mantuvo en secreto al tratarse de
un militar en activo. Ya desde la cárcel Varela redactó unas Ordenanzas y Reglamentos del Requeté que
fueron aplicadas inmediatamente y que querían dotarlo de una estructura inspirada en la militar ―desde su
creación a inicios del siglo XX el requeté había estado constituido por grupos descoordinados y
autónomos―. «Varela pensaba que la existencia de un grupo civil organizado de forma paramilitar a escala
nacional y presto para la lucha en campo abierto era un requisito imprescindible para el triunfo de un futuro
golpe militar. En esto coincidía con Sanjurjo…». En mayo de 1933 la Junta General Carlista acordó que los
trabajos parlamentarios y «de acción» debían ir «paralelos, aunque supeditados en cuanto a su finalidad a lo
último». En las elecciones de noviembre de 1933 el carlismo obtuvo 21 diputados elegidos en el seno de la
«unión de derechas».79 ​
El sábado 31 de marzo de 1934
los monárquicos alfonsinos,
representados por Antonio
Goicoechea y por el general
Emilio Barrera ―¿enviados por
Calvo Sotelo que en aquellos
días estaba en Roma?―80 ​, y los
carlistas, representados por
Antonio Lizarza y Rafael
Olazábal, se entrevistaron en
Roma con Mussolini quien les
prometió la entrega de
armamento ―10 000 fusiles, 200
ametralladoras y 10 000 bombas
El pretendiente carlista Alfonso de mano― y de un millón y
Carlos de Borbón. Los carlistas medio de pesetas ―que los
conspiraron contra la República emisarios de las derechas
desde su proclamación. Para monárquicas españolas fueran
ello el pretendiente Alfonso recibidos por el propio Mussolini Benito Mussolini, Il Duce de la Italia
Carlos de Borbón nombró jefe
«es una ilustración del interés fascista. Interesado en
del Requeté al coronel
con el que contemplaba el desestabilizar a la nueva República
tradicionalista José Enrique
asunto», según Ángel española, decidió apoyar la
Varela, que lo reorganizó
Viñas―81 ​. Tras la audiencia conspiración monárquica con cuyos
dotándolo de una estructura
con Mussolini, Italo Balbo firmó representantes (alfonsinos y
inspirada en la militar. Unos
500 requetés fueron
el acuerdo definitivo por el que carlistas) se entrevistó en Roma el

entrenados en Italia en virtud


Italia se comprometía a 31 de marzo de 1934. Los detalles

del acuerdo del 31 de marzo de


reconocer «en cuanto fuera del apoyo económico, político y

1934. internacionalmente posible» al logístico corrieron a cargo de Italo


nuevo régimen que surgiera tras Balbo.
el triunfo de la conspiración
contra la República ―¿una regencia detentada probablemente por
un militar?―82 ​, además de colaborar con él para propiciar «la completa restauración de la Monarquía», sin
especificar quién detentaría la corona, si el exrey Alfonso XIII, si este no abdicaba antes en su hijo Juan de
Borbón y Battenberg, o el pretendiente carlista Alfonso Carlos de Borbón. Al día siguiente Olazábal
recibió el primer pago de 500 000 pesetas ―más tarde recibiría el millón restante―, pero las armas nunca
llegarían porque Mussolini perdió interés en la desestabilización de España cuando su prioridad pasó a ser
el acercamiento a Francia en vistas a la invasión de Etiopía. El documento original del pacto quedó en
manos italianas y Goicoechea redactó un acuerdo adicional entre los representantes españoles que fue
depositado en una caja de seguridad del banco Credito Italiano de Roma. La copia que hizo Goicoechea
del acuerdo adicional fue ratificada por el propio Goicoechea, por el líder alfonsino José Calvo Sotelo
―que el 4 de mayo había vuelto a España acogiéndose a la amnistía decretada por el gobierno de
Alejandro Lerroux― y el líder de la Comunión Tradicionalista, el conde de Rodezno ―que pronto sería
reemplazado por Manuel Fal Conde―, en la sede del Congreso de los Diputados de Madrid (este
documento sería encontrado por los republicanos, según las distintas versiones, en el domicilio de Antonio
Goicoechea o en la sede de Renovación Española, en plena guerra civil y difundido ampliamente tanto en
la zona republicana como en el extranjero causando un gran escándalo: el corresponsal Jay Allen lo publicó
en The Washington Post).83 84 ​ 85
​ 86
​ 87​ ​En el acuerdo se decía:88 ​

En el caso de que por las circunstancias políticas de España hubiese un alzamiento contra la
República, el Gobierno de Italia le auxiliaría, prestándole apoyo incluso militar si ello llegara
a ser necesario.
Pocos días después Antonio Goicoechea y el marqués de Luca de Tena, director y propietario del diario
monárquico ABC, informaron del acuerdo al exrey Alfonso XIII, que rechazó con vehemencia la posible
abdicación a favor de su hijo Juan, una alternativa que pretendía unificar a los monárquicos alfonsinos y a
los carlistas.89 ​ Según Javier Rodrigo, el pacto firmado por los monárquicos con la Italia fascista tenía
como contrapartida el compromiso de que caso de hacerse la conspiración monárquica con el poder España
no firmaría ningún tipo de acuerdo con Francia.90 ​

Se desconoce cuál de las dos partes, la italiana o la española, tomó la iniciativa para el acuerdo, pero Angel
Viñas se inclina por el origen italiano del mismo, basándose en un informe del embajador italiano en
Madrid Guariglia enviado a Roma sobre el resultado de las elecciones de noviembre en el que destacó que
el ganador Gil Robles había expresado sus «reservas, cuando no su oposición» a la introducción de las
«doctrinas fascistas», lo que contrastaba con las «tendencias filofascistas» del otro líder de las derechas,
Calvo Sotelo, quien nada más volver a España el 4 de mayo de 1934 declaró que el régimen «demo-
parlamentario» conducía, «con velocidad astronómica», a la «dictadura roja y regresiva».91 ​

Por otro lado, el acuerdo con la Italia fascista también incluía el


entrenamiento en Italia de fuerzas paramilitares monárquicas. En
aplicación del mismo el 20 de julio de 1934 llegó el primer
contingente de quince requetés carlistas. En los meses siguientes
llegaron nuevas expediciones. En total se calcula que fueron unos
500 «peruanos» ―que así fueron camuflados― los que recibieron
instrucción en Italia (y algunos en la colonia italiana de
Tripolitania), y que cuando volvieron a España se convirtieron en
instructores de requetés en el manejo de armas y de explosivos y en
la realización de determinados supuestos tácticos.92 93 ​ ​ Ángel
Viñas, considera «el acuerdo con Italia de 1934» «un primer punto
culminante en la evolución de las fuerzas antidemocráticas
Logo de las Juventudes de Acción
españolas para asegurar sus fines».94 ​
Popular (JAP). Las JAP fueron
adoptando la retórica fascista y El 23 de abril las Juventudes de Acción Popular (JAP) realizaron
aclamaron al líder de la CEDA José
un gran mitin en el monasterio de El Escorial, donde están
María Gil Robles como su "Jefe".
enterrados los reyes de España, lo que fue considerado por la
Tras las elecciones de febrero de
izquierda como una provocación antirrepublicana. Los 20  000
1936, muchos afiliados a las JAP
asistentes juraron lealtad a Gil Robles, «nuestro jefe supremo», y
pasaron a integrarse en las milicias
gritaron al unísono «¡Jefe! ¡Jefe! ¡Jefe!». Después se recitaron los
del partido fascista Falange
diecinueve puntos del programa de las JAP, con especial hincapié
Española.
en el segundo: «Los jefes no se equivocan». Tomó la palabra
Luciano de la Calzada, diputado de la CEDA por Valladolid, que
dijo:95 ​

España es una afirmación en el pasado y una ruta hacia el futuro. Solo quien viva esa
afirmación y camine por esa ruta puede llamarse español. Todo lo demás (judíos, heresiarcas,
protestantes, comuneros, moriscos, enciclopedistas, afrancesados, masones, krausistas,
liberales, marxistas) fue y es una minoría discrepante al margen de la nacionalidad, y por
fuera y frente a la Patria es la anti-Patria.

El 20 de agosto de 1934 Antonio Goicoechea, líder de Renovación Española, renovó el pacto alcanzado el
año anterior con el líder de Falange Española José Antonio Primo de Rivera por el que este partido había
recibido una cuantiosa ayuda económica a cambio del control virtual de los monárquicos sobre sus milicias
y sindicatos, como la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS) y el Sindicato Español Universitario
(SEU).96 97
​ ​ El pacto de 1933 entre Goicoechea y Primo de Rivera, plasmado en los llamados «Diez
Puntos de El Escorial» que proponían como objetivo común la instauración de un Estado autoritario y
corporativo y que incluían la legitimación de la violencia «al
servicio de la razón y de la justicia», lo habían firmado antes de la
fundación de Falange. Designaron como enlace a Pedro Sainz
Rodríguez.98 ​ La ayuda económica de Renovación Española a
Falange se justificaba por realizar esta «una obra patriótica de
índole nacional que por sus características combativas puede llegar
a suplir, frente al poderío y violencia marxistas, las funciones del
Estado, hoy vergonzosamente abandonadas por el estado
republicano».99 ​ José Antonio Primo de Rivera
durante un mitin de Falange
Sin embargo, tras la Revolución de octubre de 1934 Renovación Española de las JONS (antes de
Española dejó de financiar a Falange al volcar todos sus recursos 1936). Antes incluso de su
en el lanzamiento del Bloque Nacional, fundado el 10 de diciembre constitución formal, Falange fue
―y en el que Falange no quiso integrarse―, lo que dejó al partido financiada por los monárquicos
de Primo de Rivera en una difícil situación económica, que se alfonsinos. Su violencia fue
agravó aún más por la salida de Falange de los monárquicos para legitimada porque estaba «al servicio
de la razón y de la justicia» y porque
sumarse al Bloque ―en desacuerdo con el punto 25 de los Puntos
constituía «una obra patriótica de
Programáticos de Falange que establecía la separación de la Iglesia
índole nacional».
y el Estado: «La Iglesia y el Estado recordarán sus facultades
respectivas, sin que se admita intromisión o actividad alguna que
menoscabe la dignidad del Estado o la integridad nacional»―, ya
que ellos eran sus principales cotizantes, con el marqués de la Eliseda al frente, que había calificado el
punto 25 como «francamente herético». Otra de las consecuencias fue la expulsión del partido de Ramiro
Ledesma en enero de 1935 tras fracasar en su intento de desgajar a las JONS ―y a la CONS― de
Falange.100 ​ La ayuda económica de la Italia fascista fue la que finalmente permitiría la continuidad de
Falange.101 ​Cincuenta mil liras mensuales, que al poco tiempo se redujeron a la mitad hasta que se canceló
la ayuda en abril de 1936, tras el encarcelamiento de José Antonio Primo de Rivera y la ilegalización de
Falange.44 ​

El conato de golpe de Estado de octubre-noviembre de 1934

Aprovechando la presencia de tropas del Ejército de África en Asturias para reprimir la sublevación de los
mineros de octubre de 1934 hubo un amago de golpe de estado como reacción a la conmutación de las
penas de muerte de los militares implicados en la Proclamación del Estado Catalán de 1934: el teniente
coronel de Seguridad Juan Ricart, el capitán Federico Escofet y el comandante Enrique Pérez Farrás. El
gobierno de Alejandro Lerroux lo había decidido, a pesar de la oposición de los tres ministros de la CEDA
―partido que llegó a pedir en las Cortes la «incompatibilidad moral» de la cámara con la izquierda―, de
conformidad con el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora. La iniciativa del golpe la tomó el jefe
de una de las columnas del Ejército de África, el teniente coronel Juan Yagüe, miembro de Falange, que ya
había hablado con el general Mola al que había pedido que mandara «a sus casas a todos los ineptos
arrivistas [sic] que nos mandan y emplear a los verdaderamente militares».101 ​

El 20 de octubre Yagüe contactó con el general Sanjurjo para que, con la ayuda de Valentín Galarza, Jorge
Vigón y el aviador Juan Antonio Ansaldo, viajara a Oviedo desde su exilio en Estoril para encabezar las
fuerzas militares que habían llevado a cabo la represión de la revolución asturiana y dirigirse desde allí
hacia Madrid ―precisamente algunos líderes monárquicos como Ramón Serrano Suñer y Santiago Fuentes
Pila se encontraban en Oviedo esos días―. «El plan era descabellado», según Ángel Viñas,102 ​pero fue la
posición contraria del general Franco, que desde Madrid había dirigido las operaciones en Asturias, y de
otros jefes del Estado Mayor la que hizo fracasar la iniciativa al considerarla inoportuna y prematura. «Lo
cierto era que, según los observadores más avezados de la situación política, a la altura del 20 de octubre
España estaba al borde de una dictadura militar, con Alcalá Zamora negociando desesperadamente con el
Ejército para evitar el fusilamiento de los condenados a muerte»,
afirma Eduardo González Calleja.103 ​ El día 19 de octubre el
general Fanjul y el general Goded se habían entrevistado con un
diputado de la CEDA quien, tras consultar con Gil Robles, les
sugirió que contactaran con otros generales y jefes de las
guarniciones para intentar poner a Alcalá Zamora «en la frontera».
Volvieron al día siguiente para decirle que no contaban con los
suficientes respaldos para un golpe.104 ​

A mediados de noviembre volvieron los rumores de golpe de


estado. El general Fanjul y el general Goded se proponían utilizar
de nuevo a las tropas del Ejército de África que seguían
acantonadas en Asturias como fuerza de choque. Esta iniciativa de
Goded y Fanjul, quienes nuevamente contactaron con el líder de la
CEDA José María Gil Robles al que pidieron un política más dura
y al que incluso plantearon que los tres ministros cedistas
abandonaran el gobierno para impedir la «impunidad de los
revolucionarios», coincidió con la ofensiva de los monárquicos y
El teniente coronel Juan Yagüe con
de la CEDA en el parlamento contra los dos ministros del partido
camisa de falangista, partido al que
de Lerroux a los que se hacía directamente «responsables» de lo
pertenecía desde su fundación. Fue
sucedido, Ricardo Samper de Estado y Diego Hidalgo de Guerra. el principal instigador del conato de
Estos se vieron obligados a dimitir el 16 de noviembre. En ese golpe de Estado de octubre-
contexto José Calvo Sotelo pronunció un discurso en las Cortes noviembre de 1934. En el golpe de
adulando al Ejército al que, tras afirmar que era el «honor de Estado de julio de 1936 fue
España», lo llamó «columna vertebral» «de la Patria», que «si se designado por el general Mola jefe de
quiebra, si se dobla, si cruje, se dobla o cruje con él España». la sublevación en el Protectorado
Finalmente el golpe militar no se produjo porque, según Eduardo español de Marruecos.
González Calleja, «los altos mandos del Ejército, entre los que se
incluía Franco, recomendaron prudencia, ya que aún no existían
condiciones objetivas para apoyar un golpe de Estado de forma unánime».103 105
​ 106​ ​

Así lo reconoció años más tarde Gil Robles: «Era dudoso que existiera entonces en el seno de las fuerzas
armadas la necesaria unidad interna y la fuerza precisa para acometer la delicada tarea de restaurar el orden
social».107 ​ En un memorando entregado a Mussolini por Antonio Goicoechea en la reunión que
mantuvieron ambos en Roma el 11 de octubre de 1935 se hacía responsable del fracaso a Gil Robles: «La
CEDA y su jefe Gil Robles han cometido el enorme error, que pudiera llegar a ser histórico, de no utilizar
la enorme reacción nacional ante el fracaso revolucionario para intentar algo definitivo. Perdieron la
oportunidad en noviembre…».108 ​

El enfrentamiento entre los dos partidos coaligados en el gobierno, el Partido Republicano Radical y la
CEDA, volvió a reproducirse en marzo de 1935 cuando se dictaron las sentencias a la pena capital de los
líderes revolucionarios de Asturias Teodomiro Menéndez y Ramón González Peña. El diario católico El
Debate, órgano oficioso de la CEDA, declaró que el perdón «sería una burla de la ley, un escarnio de las
víctimas de la revolución de octubre». Por su parte Gil Robles amenazó con romper la coalición, pero
Alejandro Lerroux, con el apoyo de Alcalá Zamora, mantuvo su decisión de conmutar las penas de muerte.
La respuesta fue la retirada del gobierno de los tres ministros de la CEDA el 29 de marzo porque, como
dijo uno de ellos, el ministro de Justicia Rafael Aizpún, «ese indulto representa un síntoma revelador de un
proceso de lenidad en la represión del movimiento subversivo de octubre». La crisis se resolvió un mes
después con la entrada de cinco ministros de la CEDA en el gobierno, con Gil Robles al frente del
Ministerio de la Guerra.109 110
​ 111
​ ​
La primera octavilla de la UME se distribuyó entre los militares españoles después de la Revolución de
Octubre de 1934 cuya derrota la atribuía a «un puñado de jefes, oficiales, suboficiales y soldados españoles
que tuvo el heroísmo de unirse y dar la batalla a la otra parte antiespañola del Ejército, complicada
criminalmente en el atentado contra la Patria» y que estaba integrada por «masones comprometidos». Ese
puñado de militares constituía el «auténtico Ejército español», «¡el Ejército español que salvó a España de
la Revolución comunista y masónica de octubre!», mientras el Estado estaba «en manos de cobardes y
traidores». Ese «auténtico Ejército español» encarnaba la «España eterna» frente a la «eterna Anti-España».
La UME denunciaba que España era objeto del «apetito de extranjeros y de sectas insaciables, vengativas»,
un «Enemigo» que «promueve el separatismo, promueve los nacionalismos regionales, y la ruina del
Sentimiento Religioso y la ruina de la Familia española y del Capital y del Trabajo, y el desprecio a la
lengua española, y el desprestigio y la cizaña de nuestras fuerzas armadas y de todo cuanto en España haya
significado y signifique UNIDAD, UNIÓN». Ese «implacable Enemigo» fue derrotado por el Ejército en
Octubre, pero «busca la revancha», «prepara un nuevo ataque», «filtrado en los más altos poderes de la
república, en los más decisivos resorte del mando y de propaganda». «¡Ya veis españoles, como no se fusila
a ningún culpable auténtico de crimen contra la Patria! Ni a Pérez Farrás, ni a Largo, ni a Prieto, ni a
Azaña, ni a Teodomiro, ni a Peña. ¡Solo al pobrecito revolucionario engañado, indefenso y anónimo!». La
octavilla acababa haciendo un llamamiento a «¡Un Ejército sin traidores! ¡Un Ejército de heroicos e
inolvidables españoles!».112 ​

La relativa paralización de la conspiración: Gil Robles, ministro de la


Guerra (mayo-diciembre de 1935)

La entrada en el gobierno de la CEDA, y sobre todo la de su líder José María Gil Robles al frente del
estratégico Ministerio de la Guerra a partir de mayo de 1935, supuso la relativa paralización de la
conspiración de las derechas monárquicas a la espera de que la táctica «accidentalista» diera resultado y
acabara con la «amenaza marxista», aunque algunos como Antonio Goicoechea expresaron sus dudas:
«¿Llegarán a conseguir una desaparición total de las bases de la Constitución de 1931 y la obtención por la
vía legal y pacífica, de un estado de cosas que equivalga a una monarquía sin monarca?».113 114
​ ​Aún más
escéptico se mostró José Calvo Sotelo, aunque eso no le impidió colaborar con la CEDA en ocasiones.115 ​
En el memorando entregado a Mussolini por Goichoechea en la reunión que mantuvieron el 11 de octubre
se descalificaba la política de Gil Robles afirmando que se trataba de «una táctica de tipo populista
transaccional e impunista que ha asegurado a las fuerzas revolucionarias la posibilidad de reconstruir todos
sus elementos de combate».108 ​ En enero de 1936 Goicoechea volvió a entrevistarse en Roma con
Mussolini, pero no ha quedado constancia de lo que hablaron.116 ​

Lo que hizo Gil Roles fue nombrar para los puestos clave a militares «africanistas» como los generales
Fanjul, Franco, Goded y Mola, y al mismo tiempo relegar a los militares de marcado talante republicano
como Miaja, Riquelme, Mangada, Hernández Sarabia o Hidalgo de Cisneros. Esta política de
nombramientos estuvo precedida por una iniciativa parlamentaria de la derecha monárquica y que
formalmente encabezó el diputado derechista independiente Dionisio Cano López para separar del mando a
aquellos generales que fueran masones. Con ello pretendían «neutralizar a los generales republicanos o
simplemente disciplinados que obedecían al Gobierno».117 ​ El 15 de febrero Cano López leyó en las
Cortes una lista de 20 generales que según él eran masones, de los que solo cuatro lo eran realmente. Gil
Robles aprovechó esta lista más tarde para cesar a seis de ellos: López Ochoa, Martínez Cabrera,
Romerales. Riquelme, López Gómez y Urbano Palma (de los que solo López Ochoa era realmente
masón).118 ​

Gil Robles también nombró a miembros de la UME, como el capitán Luis López Varela, para cargos
relevantes ―de hecho la UME hizo público un manifiesto en julio de 1935 en el que aseguró que el
Ejército «levantaría una barrera de acero» para impedir que gobernaran los «subversivos»―. Esta política
de nombramientos le preocupó al presidente de la República Alcalá Zamora pues le parecía parte de «un
designio de entregar el ejército a los enemigos de la República». El propio general Franco reconoció años
después «que en este periodo se otorgaron los mandos que un día habían de ser los peones de la cruzada de
liberación y se redistribuyeron armas en forma que pudiesen responder a una
emergencia».119 120
​ 121
​ 122
​ 123
​ ​ Por su parte la UME valoró muy positivamente las decisiones de Gil
Robles «por facilitar el emplazamiento de personal de la organización en mandos, puestos y destinos de
importancia y hasta capitales para la acción», hasta el punto que «la Administración central puede decirse
que está toda ella intervenida» «para poder actuar si fuera necesario».124 ​ Lo mismo hizo el general Mola
que en una carta al general Sanjurjo, exiliado en Estoril, le dijo:125 ​

Creo firmemente que si Gil Robles sigue una temporada larga y no encuentra grandes
dificultades en el Parlamento lograremos ¡por fin!, tener un ejército modesto, pero con moral
y apto para asegurar la integridad de la Patria y la seguridad del Estado. Temo que el
movimiento revolucionario de octubre pasado no sea el último que provoquen las extremas
izquierdas.

En cuanto a Falange, José Antonio Primo de Rivera consiguió la


ayuda económica de la Italia fascista (30  000 pesetas mensuales
que pagaría la embajada italiana en París) tras entrevistarse en
Roma con Mussolini el 6 de mayo de 1935, y gracias a la cual el
partido empezó a recuperarse en la segunda mitad de ese año
―periodo en el que «ciertos ámbitos conservadores volvieron sus
ojos de nuevo a Falange como último dique frente a la revolución»
y en el que las acciones violentas del partido se recrudecieron―.
Interior del Parador de Gredos en la La ayuda económica fascista se mantuvo hasta la detención de José
actualidad. Allí se reunió la Junta Antonio Primo de Rivera en marzo de 1936,101 126 ​ ​ aunque según
Política de Falange los días 15 y 16 el historiador José Luis Martín Ramos, la entrega de dinero
de junio de 1935 para organizar un prosiguió por otros medios hasta julio de 1936.87 ​ En este contexto
alzamiento armado contra la de recuperación del partido la Junta Política reunida los días 15 y
República, que finalmente no se 16 de junio de 1935 en el Parador de Gredos acordó llevar a cabo
produjo. un «alzamiento» armado contra la República como avanzadilla de
un movimiento más amplio de «todos los patriotas de corazón»
para el que se esperaba contar con la participación del Ejército
―los falangistas ya habían contactado con la Unión Militar Española (UME) y con algunos militares
destinados en el Protectorado de Marruecos―, y si no «nosotros solos». «Tengo el ofrecimiento de diez mil
fusiles y de un general [probablemente Sanjurjo]. Medios no nos faltarán. Nuestro deber es ir, por
consiguiente y con todas las consecuencias, a la guerra civil», dijo José Antonio Primo de Rivera en la
reunión. El plan consistía en organizar una «Marcha sobre Madrid» desde un punto cercano a la frontera
portuguesa, probablemente Fuentes de Oñoro. «Pero el plan hubo de ser abandonado por su falta de apoyo
en los mandos superiores del Ejército, conscientes de la inoportunidad de un movimiento que debería
enfrentarse a un Gil Robles sólidamente instalado en el Ministerio de la Guerra».127 ​Al parecer el plan fue
retomado a finales de diciembre, teniendo a Toledo como punto de partida para el asalto a Madrid, pero fue
descartado por la falta de colaboración del coronel José Moscardó, gobernador militar accidental de la
plaza, que lo consultó con el general Franco, entonces jefe del Estado Mayor Central.128 ​

El 12 de octubre de 1935 se celebró en Roma la boda entre el infante Juan de Borbón y Batemberg y María
de las Mercedes de Borbón y Orleans a la que fueron invitados los monárquicos alfonsinos, ocasión que no
desaprovecharon para denigrar a la República y para mantener contactos entre ellos con el fin de
intensificar y fortalecer la conspiración antirrepublicana. Entre esos contactos destacó el que mantuvieron
Calvo Sotelo y el general Sanjurjo. En el discurso final del banquete de bodas el exrey Alfonso  XIII
aconsejó a los monárquicos «sin atenuaciones, salvedades ni distingos» apartarse «de los ofuscados, los
timoratos y los acomodaticios», en una velada alusión a los miembros de la CEDA presentes. Al día
siguiente, tras la marcha en luna de miel de los novios, el exrey advirtió a los presentes que no tenía
ninguna intención de abdicar y dirigiéndose directamente a Calvo Sotelo le dijo: «Si tú has fundado el
Bloque Nacional, conviene que sepas que Juan y yo somos también bloque». Se despidió con estas
palabras: «En adelante, al que me hable de abdicación le tendré por traidor».129 130
​ ​

Antonio Goicoechea aprovechó su estancia en Roma para entrevistarse de nuevo con Mussolini, que estaba
inmerso en la invasión de Etiopía que había comenzado pocos días antes. El líder monárquico llevaba
consigo un memorando sobre la situación política española que había acordado con la UME y que los
italianos tradujeron para que pudiera leerlo el Duce. Según Ángel Viñas, el memorando era «una invitación
a que Mussolini se entrometiera en los asuntos españoles cuanto antes». La reunión con Mussolini tuvo
lugar el 11 de octubre, pero no ha quedado constancia de si el Duce aceptó la petición de Goichoechea de
proveer de más fondos a los monárquicos y de hacerles llegar las armas prometidas en el acuerdo de 1934
que aún no habían llegado a España, «garantía de una acción rápida, eficaz y definitiva» como se decía en
el memorando. Según Angel Viñas, «de la entrevista se desprende con claridad que los monárquicos y la
UME estaban dispuestos a reaccionar por las armas si las izquierdas volvían al poder tras las siguientes
elecciones, que en aquel momento no era posible adivinar cuándo se celebrarían».131 ​

El mismo día 12 de octubre en que en Roma se reunían los monárquicos con motivo de la boda del infante
don Juan, las Juventudes de Acción Popular (JAP), según Paul Preston, revelaban «con toda crudeza el
objetivo de la táctica legalista» de Gil Robles:132 ​

Con las armas del sufragio y de la democracia, España debe disponerse a enterrar para siempre
el cadáver putrefacto del liberalismo. La JAP no cree en el sufragio universal ni en el
parlamentarismo, ni en la democracia.

Historia

¿El prólogo?: el conato de golpe de Estado de diciembre de 1935

El 9 de diciembre de 1935 (el día en que se cumplían cuatro años de la Constitución de 1931 por lo que ya
no era necesaria la mayoría de dos tercios para modificarla, sino que bastaba con la mayoría absoluta) Gil
Robles rompió la coalición que la CEDA mantenía con el Partido Republicano Radical forzando la
dimisión del presidente del gobierno Joaquín Chapaprieta y exigió al presidente de la República que lo
nombrara a él jefe del gobierno, a lo que Niceto Alcalá Zamora se negó.133 ​ En la tensa conversación que
mantuvieron los dos en el Palacio Nacional el día 11 Gil Robles le advirtió: «Con el fracaso de mi política,
solo podrán intentarse las soluciones violentas. Triunfen en las urnas las derechas o las izquierdas, no
quedará otra salida, por desgracia, que la guerra civil».134 ​

Cuando volvió al ministerio de la Guerra el general Fanjul, subsecretario del mismo, le hizo el siguiente
ofrecimiento: «yo me echo esta misma noche con las tropas de la guarnición de Madrid. Me consta que
Varela piensa como yo, y otros, seguramente nos secundarán». Pero Gil Robles, en lugar de arrestarlo y
destituirlo por su propuesta golpista,135 ​ le contestó, según escribió muchos años después cuando Gil
Robles «quería presentarse como un demócrata cristiano»,136 ​ que «mis convicciones democráticas y mi
repugnancia invencible a poner las fuerzas armadas al servicio de una fracción política» le impedía intentar
«ningún pronunciamiento a mi favor». «Ahora bien, si el Ejército, agrupado en torno a sus mandos
naturales opina que debe ocupar transitoriamente el poder con objeto de que se salve el espíritu de la
Constitución y evite un fraude gigantesco de signo revolucionario, yo no constituiré el menor obstáculo».
En otra versión que dio el mismo Gil Robles este afirmó que le había respondido al general Fanjul: «yo
facilitaré el proceso [de la eventual intervención del Ejército] decretando el estado de guerra y tramitaré
desde aquí las órdenes. Tienen ustedes el tiempo necesario para
deliberar». De hecho inmediatamente se convocó una reunión de
militares en la que estuvieron presentes los generales Fanjul,
Goded, Varela, Franco, y Rodríguez del Barrio, durante la cual el
teniente coronel Valentín Galarza les transmitió un mensaje del líder
monárquico alfonsino José Calvo Sotelo en el que los incitaba a dar
un golpe de estado que incluiría el secuestro del presidente de la
República, y si no lo hacían «la historia habría de exigirles, un día,
responsabilidades implacables» ―«fue la última vez que los
alfonsinos intentaron asumir el protagonismo de un golpe militar
contra la República. En adelante, la iniciativa sería sobre todo
castrense», afirma Eduardo González Calleja―. Debatieron si se
debía sostener por la fuerza a Gil Robles, pero al final prevaleció la
opinión del general Franco de no llevarlo a cabo dadas sus pocas
opciones de éxito debido a la lealtad al presidente de la República
de muchos mandos, entre los que se encontraban los generales
Nicolás Molero y Gonzalo Queipo de Llano.137 138 ​ 139​ 140
​ 136​ ​
En contra de lo que afirman la mayoría de los historiadores (como
José María Gil Robles en un mitin de
Eduardo González Calleja, Julio Aróstegui, Paul Preston, Ángel
la CEDA en el Frontón Urumea de
Viñas, Pilar Mera Costas, Gabriele Ranzato, José García San Sebastián en 1935. En
Rodríguez, etc.), Stanley G. Payne afirma que «el líder cedista no diciembre de ese año, cuando era
propuso un golpe de Estado, sino una especie de "pronunciamiento ministro de la Guerra, encabezó el
legalitario"».141 ​ conato de golpe de Estado por el que
pretendía acceder a la presidencia
Según contó años después Manuel Portela Valladares, el presidente del gobierno y desde ese puesto
del gobierno que finalmente nombró Alcalá Zamora, a Franco, llevar a cabo un giro autoritario de la
Goded y Fanjul no les faltó «voluntad y deseo» para dar ese golpe República, que incluía la reforma de
―Portela destituyó a Fanjul y a Goded, aunque mantuvo a Franco la Constitución de 1931. Contó con
al frente del Estado Mayor y a Mola como jefe del Ejército en el apoyo de los generales a los que
Marruecos―142 ​. Finalmente, el 12 de diciembre Gil Robles había nombrado para los puestos
abandonó con «amargura infinita» el Ministerio de la Guerra, lo claves de la estructura militar, pero
que Calvo Sotelo calificó de «traición a los generales» ―de hecho finalmente prevaleció la opinión del
Calvo Sotelo aún hizo un último intento a finales de diciembre general Franco que consideró que el
durante una comida con el general Franco en casa de la marquesa golpe de Estado tenía pocas
de Argüelles―143 ​.137 138
​ 139
​ ​ En 1937, cuando ya era el opciones de éxito debido a la lealtad
Generalísimo del bando sublevado, Franco negó en carta a Gil al presidente de la República de
Robles que él le hubiese propuesto un plan para un golpe de muchos mandos, entre los que se
encontraban los generales Nicolás
Estado.144 ​
Molero y Gonzalo Queipo de Llano.
El general Franco, muy emocionado, despidió a Gil Robles con
estas palabras:145 ​

…el ejército no se había sentido jamás tan bien dirigido. El honor, la disciplina, todos los
conceptos básicos del ejército han sido restablecidos y han sido encarnados por vuecencia. Yo
no puedo hacer otra cosa en estos momentos en que la emoción no me deja hablar, que
significar hasta qué punto la rectitud ha sido la única norma del ministro de la Guerra.

A finales de diciembre de 1935 el general Mola todavía mantenía en un documento secreto dirigido a la
UME la necesidad de llevar a cabo un golpe de estado antes de las elecciones pues «sería un error funesto
plantear la batalla a la revolución en el terreno del sufragio y de la actuación legalista». «Hay que evitar las
elecciones… un ataque contrarrevolucionario a fondo es lo que se impone… [cuyo objetivo sería] la
destrucción del régimen político imperante en España. […] En el porvenir, nunca debe volverse a
fundamentar el estado ni sobre las bases del sufragio inorgánico, ni sobre el sistema de partidos… ni sobre
el parlamentario infecundo».146 147
​ ​ El 30 de enero fue convocado por el presidente del gobierno Manuel
Portela Valladares con la esperanza de poder atraerlo al campo de republicanismo «centrista» que él y el
presidente de la República Alcalá-Zamora representaban ofreciéndole el puesto de Alto Comisario en
Marruecos u otro cargo importante en Madrid, pero Mola no quiso comprometerse. «Comprendí que en
España ya no había nada que hacer por las buenas», escribió en su diario al reseñar el encuentro con
Portela.148 ​

El primer intento de golpe de Estado: febrero de 1936

La polarización política en las elecciones de febrero de


1936
Véase también: Elecciones generales de España de 1936

La campaña de las elecciones de febrero de 1936 evidenció la


creciente polarización política de la sociedad española.149 ​ El
derechista Bloque Nacional propuso la creación de un frente
contrarrevolucionario que acabara con la República y durante la José Calvo Sotelo en un mitin en
campaña electoral, según Eduardo González Calleja, «los San Sebastián (1935). Durante la
campaña electoral de enero y febrero
alfonsinos propagaron un mensaje de virtual guerra civil». Antonio
de 1936 hizo continuos llamamientos
Goicoechea ―que en las elecciones perdería su escaño por
a la intervención del Ejército. Tras
Cuenca―150 ​ pidió la destrucción de «los partidos antinacionales
producirse la victoria en las
con la máscara de partidos obreros» y declaró que «el golpe de
elecciones del Frente Popular, fue
Estado puede ser algo grande, si es grande el propósito que lo
uno de los principales instigadores
inspira». Calvo Sotelo fue aún más lejos el 12 de enero de 1936 al del intento de golpe de Estado que
hacer un llamamiento al levantamiento del Ejército como «la nación se proponía impedir que el Frente
en armas» durante la celebración de un homenaje a las minoría Popular llegara la gobierno.
parlamentarias monárquicas ―acto en el que también intervino
Manuel Fal Conde, líder de la Comunión Tradicionalista, que
volvió a invocar al Ejército al que ofreció «marchar tras él» «con el servicio de nuestros brazos y de
nuestros pechos, con heroísmo»―.151 152 ​ ​ Calvo Sotelo en su discurso (que fue reproducido en el diario
ABC del día siguiente) dijo:143 153 154
​ ​ ​

Se predica por algunos la obediencia a la legalidad republicana. La obediencia es la


contrapartida de la legalidad. Y cuando la legalidad falta, en deservicio de la Patria, la
obediencia está de más. Y si aquélla falta en las alturas, no es que sobre la obediencia, es que
se impone la desobediencia conforme a nuestra filosofía católica, desde Santo Tomás hasta el
padre Mariana. No faltará quién sorprenda en estas palabras una invocación directa a la fuerza.
Pues bien, sí, la hay... Una gran parte del pueblo español, desdichadamente una grandísima
parte, piensa en la fuerza para implantar una ola de barbarie y anarquía: aludo al proletariado.
Su fe y su ilusión es su fuerza numérica, primero, y la de la dictadura roja, después. Pues
bien: para que la sociedad realice una defensa eficaz, necesita apelar también a la fuerza. ¿A
cuál? A la orgánica; a la fuerza militar, puesta al servicio del Estado... Hoy el ejército es base
de sustentación de la patria. Ha subido de la categoría de brazo ejecutor, ciego, sordo y mudo,
a la de columna vertebral, sin la cual no se concibe la vida... Me dirán algunos que soy
militarista. No lo soy, pero no me importa que lo digan. Prefiero ser militarista a ser masón, a
ser marxista, a ser separatista e incluso a ser progresista. Dirán que hablo en pretoriano.
Tampoco me importa… Cuando las hordas rojas del comunismo avanzan, sólo se concibe un
freno: la fuerza del Ejército y la transfusión de las virtudes militares ―obediencia, disciplina
y jerarquía― a la sociedad misma, para que ellas descasten los fermentos malsanos. Por eso
invoco al Ejército y pido patriotismo al impulsarlo.
La derecha «accidentalista» de la CEDA también planteó la campaña electoral en términos apocalípticos y
maniqueos de lucha entre el bien y el mal, entre la supervivencia y la destrucción. Su líder José María Gil
Robles «abandonó su aparente moderación y recorrió toda España alertando sobre el riesgo de unas
izquierdas revolucionarias, separatistas y masónicas que eran la "Anti-España" y exigió una respuesta
vigorosa ("Dadme la mayoría absoluta y os daré una España grande"), acaso violenta ("Quien nos busque,
nos encontrará") y sacralizada ("Para defender los derechos de Cristo y su Iglesia»). «¡Ni lucha de clases ni
separatismo! Esas ideas no pueden tener cabida en el concurso de las ideas lícitas... Al que quiera discutirlo
hay que aplastarle», decía la propaganda electoral de la CEDA.155 ​ Uno de sus eslóganes decía: «Las
izquierdas burguesas del brazo de los comunistas… Elector: Todos son una misma cosa:
¡¡Revolucionarios!! ¡¡Contra la revolución y sus cómplices!!».156 ​ Aún más radical se mostró la rama
juvenil JAP con su grito de combate filofascista de «¡Jefe, Jefe, Jefe!» dedicado a Gil Robles. El diario
católico El Debate, órgano oficioso de la CEDA, presentó las elecciones como un conflicto entre la España
y la anti-España, entre la civilización y la barbarie. «Entre la ruina o la salvación de España no cabe
término medio ninguno. España está amenazada en su propio ser por las hordas marxistas, deseosas de
poder cumplir la promesa del octubre rojo de 1934», decía El Debate. Sobre la amnistía, primer punto del
programa electoral del Frente Popular, este mismo diario advertía que su aprobación supondría «poner en la
calle a los asesinos, ladrones e incendiarios afectos al socialismo, sindicalismo y comunismo». La prensa
católica de fuera de Madrid aún fue más beligerante.157 158
​ ​

El lenguaje agresivo e intransigente que buscaba excluir al contrario y sembrar el odio y el miedo hacia él
utilizado por las derechas149 ​ también fue empleado por una parte importante de las izquierdas,
especialmente por el sector del socialismo encabezado por Francisco Largo Caballero que no estaba
dispuesto a reconocer la victoria de las derechas en las elecciones si esta se producía.159 ​ Como ha
destacado Enrique Moradiellos, Largo Caballero «no ocultó su compromiso con el "legado de Octubre" ni
su mínimo apego a la "democracia burguesa"».160 ​En uno de los mítines dijo:161 ​

Las elecciones no son más que una etapa en la conquista del poder y su resultado se acepta a
beneficio de inventario. Si triunfan las izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar
dentro de la legalidad, pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada.
Yo deseo una República sin lucha de clases; pero para ello es necesario que desaparezca una de
ellas.

El intento de golpe de Estado tras conocerse la victoria del Frente Popular

Los generales antirrepublicanos Goded, Villegas, Orgaz, Ponte, Varela y Rodríguez del Barrio se reunieron
en enero de 1936 en casa del general Barrera (que había sido uno de los protagonistas de la frustrada
«Sanjurjada» de agosto de 1932).162 ​En el encuentro también estuvieron presentes la Junta Nacional de la
UME y varios delegados de Divisiones Orgánicas. Todos ellos acordaron encargar al general Goded la
preparación de un golpe preventivo si ganaba el Frente Popular (el general Fanjul, al que el gobierno lo
había destinado a Canarias, se comprometió a estar en Madrid el día de las elecciones para sublevar a la
guarnición de la capital). Por su parte el general Franco, jefe del Estado Mayor, ordenó al general Mola que
dispusiera las tropas del Protectorado de Marruecos para su «salto» a la península si se producían
alteraciones del orden. Y la UME difundió la falsedad de que el Frente Popular se proponía disolver el
Ejército y los cuerpos de seguridad a lo que la UME respondía: «antes que consentir el triunfo del
comunismo, el Ejército español aplastará para siempre la revolución».163 164 ​ 165​ 162
​ ​ En la especie de
manifiesto que hizo público la UME ―dirigido a los militares y escrito en un «tono desabrido, virulento,
amenazador», según Ángel Viñas― calificó al Frente Popular de Frente Unido de la III Internacional y a
sus integrantes «gavilla de asesinos y de atracadores», «escoria del crimen, que ya ha costado a España
millones de sus hijos» y que vuelven «a dar aire a sus banderas marxistas, anarquistas y masónicas, que
gotean aún sangre española». «Ningún militar español puede estrechar las manos teñidas de sangre con la
de nuestros trescientos hermanos muertos en Octubre», se decía también en el manifiesto. Este acababa así
(las mayúsculas son del original):166 ​

Nos retan a la LUCHA FINAL. No la deseamos ni la buscamos. Pero si lo quieren, que sea
pronto. No seremos nosotros los que lloremos su resultado:

¡SERÁ LA LUCHA FINAL!

¡ALERTA, SOLDADOS DE LA PATRIA! ¡VIVA ESPAÑA! ¡POR LA UNION MILITAR


ESPAÑOLA!

Cuando en la noche del domingo 16 de febrero se fue conociendo


la victoria del Frente Popular en las elecciones167 ​ —«unos
comicios que fueron, a pesar de algunas irregularidades registradas
en varias provincias, los más limpios y democráticos de cuantos
habían tenido lugar en España. De casi 10 millones de votantes un
47,2 por ciento se decantó por el Frente Popular y sus aliados,
mientras que un 45,7 lo hizo por la derecha y los suyos», según
Stanley G. Payne—168 ​, lo que suponía el fracaso de la vía
posibilista de la CEDA de Gil Robles,169 ​ se puso en marcha el
plan urdido por los generales el mes anterior. A la 1.00 de la Portada del diario La Voz del lunes
madrugada del 17 de febrero el general Franco, jefe del Estado 17 de febrero que anuncia la victoria
Mayor, trató de convencer al general Pozas, inspector general de la del Frente Popular por mayoría
Guardia Civil, para que se sumara a la declaración del estado de absoluta. Aparecen las fotografías
guerra, pero este se negó. Franco le dijo que el objetivo era «que la de los candidatos que han resultado
masa no se rebase». Media hora después el general Franco lo elegidos en la lista de Madrid (de
intentaba con el ministro de la Guerra, el general Nicolás Molero, izquierda a derecha): Julián Besteiro,
con el mismo resultado, remitiéndole este al presidente del gobierno Manuel Azaña, Julio Álvarez del
Manuel Portela Valladares (según Payne, el general Molero le Vayo, Luis Araquistain, Francisco
Largo Caballero y Luis Jiménez de
prometió a Franco que presentaría la propuesta de declarar el estado
Asúa. El diario destaca también en
de guerra en la reunión del Consejo de Ministros que iba a reunirse
la primera página que el antiguo
por la mañana. «Después, Franco volvió a casa para
presidente del Gobierno Alejandro
acostarse»)170 ​. A las 4 de la madrugada Gil Robles se entrevistaba Lerroux no ha resultado elegido.
con Portela en su suite del Hotel Palace con la misma exigencia
Asimismo anuncia que el gobierno
(según Payne, Gil Robles le telefoneó al hotel al no encontrarlo en de Manuel Portela Valladares ha
la sede del ministerio de la Gobernación)171 ​, reuniéndose a declarado el estado de alarma en
continuación con la plana mayor de la CEDA en el Ministerio. (Al toda España.
parecer Portela Valladares llamó inmediatamente al presidente de la
República y le trasladó la petición de Gil Robles para que firmara el
decreto del estado de guerra, pero este solo autorizó la declaración del estado de alarma)172 ​. Gil Robles
también envió a un ayudante a que se pusiera en contacto con el general Franco (a quien despertó a las siete
de la mañana)173 ​ y este lo envió a su vez a que hablara con el teniente coronel Valentín Galarza para que
alertase a los oficiales clave de la UME (según Payne, Franco se levantó en seguida y se marchó a su
despacho para desde allí solicitar una reunión inmediata con Portela Valladares)173 ​. A primera hora de la
mañana del lunes 17 el general Goded intentó sublevar el Cuartel de la Montaña, pero fracasó y a
continuación se dirigió al Ministerio de la Guerra donde, junto con los generales Fanjul y Rodríguez del
Barrio, convenció al general Franco para que sondeara a las guarniciones sobre si apoyarían un golpe de
fuerza. Los generales con los que contactó el general Franco se mostraron reticentes pues consideraron
impracticable el movimiento al no contar con el apoyo de la Guardia de Asalto y la Guardia Civil. De
hecho el general Pozas había ordenado que destacamentos de la Guardia Civil rodearan los cuarteles
sospechosos. «Se malogró así el momento más adecuado para llevar adelante el golpe», afirma Eduardo
González Calleja.174 175
​ 176
​ 177​ 178
​ 179
​ 180
​ 181
​ 182​ ​
«En la madrugada del 17 de febrero no había otra novedad que el desenlace de las elecciones, ningún
disturbio de importancia. La declaración del estado de guerra no perseguía otra cosa que el golpe contra el
ejercicio de la democracia», pero «la firmeza de Portela y de Pozas, rechazando la presión, impidió que
aquel mismo día triunfara».183 ​ En sus memorias escritas décadas después Gil Robles intentó justificar su
actuación afirmando que lo que pretendió fue que Portela Valladares declarara «inmediatamente» el estado
de guerra porque, según él, «dominaba ya la anarquía en algunas provincias; los Gobernadores Civiles
desertaban de sus puestos; las turbas amotinadas se apoderaban de las Actas» y «de no dictarse medidas
urgentes medidas, con mano férrea, sería inmenso el peligro de que se cubriera de tragedia el porvenir de
España».184 ​ Según Stanley G. Payne, en una obra publicada en 1996, la reacción de la CEDA estaba
siendo muy parecida a la de las izquierdas tras conocerse el triunfo de las derechas en las elecciones de
noviembre de 1933: que no accedieran al poder los ganadores (entonces los republicanos de izquierda y los
socialistas intentaron que el presidente de la República anulara el resultado de las elecciones y convocara
unas nuevas, a las que se proponían presentarse unidos; Alcalá Zamora, fiel al cumplimiento de sus deberes
constitucionales, se negó).185 ​ Veinte años después, en 2016, Payne había asumido la versión de Gil
Robles y afirmó todo lo contrario de lo que había escrito en 1996: que lo que pretendía Gil Robles con su
exigencia de que se declarara el estado de guerra no era anular las elecciones sino que se restableciera el
orden gravemente alterado por las «turbas izquierdistas».186 ​ Gabriele Ranzato, como el resto de
historiadores (a excepción del Payne de 2016),174 175 ​ 176
​ 178
​ 179​ 180
​ ​ afirma que los promotores del
golpe, con Gil Robles al frente, pretendían «negar validez a los resultados electorales o, en cualquier caso,
evitar que se instalara un gobierno de izquierdas».187 ​

En algunas ciudades comenzaron a producirse desórdenes durante


las celebraciones de «júbilo agresivo»188 ​ con motivo del triunfo
del “Frente Popular”, especialmente en torno a las cárceles
rodeadas por la multitud, donde los presos “políticos y sociales” se
amotinaban para exigir su puesta en libertad inmediata, sin esperar
a la aprobación de la amnistía que podría tardar más de un —la
amnistía era el primer punto del programa con el que había ganado
las elecciones la coalición del Frente Popular—. En algunas
cárceles se estaban produciendo incendios provocados por los
Gobierno de Manuel Portela presos, a menudo por los presos comunes que querían el mismo
Valladares (en la cabecera de la trato que los presos políticos (una de la cárceles incendiadas fue el
mesa). A la izquierda vestido de penal de San Miguel de los Reyes en Valencia). En Oviedo la
uniforme el ministro de la Guerra, el multitud iba encabezada por la comunista Dolores Ibárruri
general Nicolás Molero. Tanto Pasionaria y había conseguido la liberación tanto de los presos
Portela Valladares como el general políticos como de los comunes.188 ​ También había habido
Molero resistieron las presiones de manifestaciones e incidentes pidiendo no solo la amnistía, sino la
los jefes militares encabezados por readmisión de todos los trabajadores despedidos con motivo de la
el general Franco y de los líderes de Revolución de octubre de 1934. Incluso en algunas ciudades la
la derecha antirrepublicana José UGT y la CNT habían declarado la huelga general en apoyo de
María Gil Robles y José Calvo esas reivindicaciones, que fue respondida, como en Zaragoza, por
Sotelo para que declararan el estado la declaración del estado de guerra por parte del general Miguel
de guerra tras conocerse el triunfo Cabanellas, jefe de la V División Orgánica, y la manifestación
del Frente Popular en las elecciones. obrera que finalmente tuvo lugar fue disuelta por la guardia de
asalto con el resultado de un muerto y de varios heridos.189 ​
Asimismo en muchas localidades las comisiones gestoras de
derechas nombradas por el gobierno radical-cedista tras la Revolución de Octubre de 1934 estaban siendo
expulsadas de los ayuntamientos para reponer en sus puestos a los concejales y alcaldes de izquierdas
destituidos. También habían comenzado el incendio de iglesias y los asaltos a las sedes de los partidos de
derechas y de los periódicos de este mismo signo político. En Madrid pudo ser contenido el intento de
asalto de la cárcel modelo, pero la multitud había comenzado a rodear la Presidencia del Gobierno en la
Puerta del Sol.190 181
​ 191
​ ​

A las diez de la mañana del lunes 17 de febrero se reunió el Consejo de Ministros tras haber rechazado el
presidente de la República Alcalá Zamora la declaración del estado de guerra, lo que hubiera supuesto
ceder el poder a los militares. El Consejo de Ministros decidió declarar el estado de alarma durante ocho
días manteniendo solo en alerta a las fuerzas de seguridad y no al Ejército, mientras que el presidente de la
República refrendó un decreto de proclamación del estado de guerra que el presidente del gobierno Portela
Valladares solo lo usaría si lo consideraba inevitable y seguro.192 193
​ 194
​ ​ Uno de los problemas a los que
se enfrentaba el gobierno era que la mayoría de los gobernadores civiles, que eran los responsables del
orden público, no solo no estaban interviniendo —«reacios a usar la fuerza para garantizar el orden público
sin una sólida cobertura del poder central»—,195 ​sino que muchos de ellos abandonaban sus cargos, sobre
todo en cuanto en la tarde de ese mismo lunes 17 de febrero conocieron la intención del presidente del
gobierno Portela Valladares de dimitir, creando así un vacío de poder que alentó aún más los actos violentos
(en una intervención en las Cortes Azaña recordó que «cuando nosotros llamamos de Gobernación [a las
provincias], no había casi ninguno, ni gobernadores, ni funcionarios subalternos en los gobiernos, ni nadie
que pudiese responder ante el nuevo gobierno de la autoridad provincial y local»).195 ​El resultado fue que
en tres días, del 17 al 19 de febrero, murieron 21 personas por incidentes políticos o político-sociales.196 ​
«Sin embargo, no hay pruebas de que esta agitación [de los partidarios del Frente Popular] interfiriera de
forma significativa en el recuento y registro de los votos», afirmó en 1996 Stanley G. Payne.197 ​ Veinte
años después Payne afirmó que la movilización violenta de las «turbas izquierdistas» durante la tarde-noche
del domingo 16 de febrero y los tres días siguientes provocaron la alteración de los resultados electorales,
en detrimento de las derechas, en al menos seis provincias.198 ​

A las 14.40 de ese lunes Portela Valladares desautorizó las órdenes dadas por el general Franco para que se
declarase el estado de guerra en determinados lugares como Zaragoza, Valencia, Alicante y Oviedo (según
Payne, el general Franco había declarado esos estados de guerra siguiendo las instrucciones dadas por
teléfono por el propio Portela Valladares nada más acabar la reunión del Consejo de Ministros, que, según
Payne, sí había aprobado el estado de guerra, pero que más tarde había sido desautorizado por el presidente
de la República)173 ​. A las 17.00 horas los generales comprometidos en la intentona (Rodríguez del Barrio,
Goded, Fanjul, Saliquet, González Carrasco, Villegas, Orgaz, Varela y Ponte), además del teniente coronel
Valentín Galarza, se reunieron para discutir si desencadenaban una insurrección, dada la negativa del
gobierno y del presidente de la República a declarar el estado de guerra. Consultaron con el general Franco
quien les dijo que «el Ejército no tiene aún la unidad moral necesaria para acometer la empresa», pero que
haría un último intento con el presidente del gobierno Portela Valladares. Esa misma tarde, sobre las 19.00
horas, se reunió con él, pero no logró convencerle de que no dimitiera,199 ​ a pesar de que le ofreció el
apoyo del Ejército para contener a las «hordas marxistas» ―Franco recurrió al chantaje moral pues le dijo
que «si deja[ba] pasar al comunismo» contraería una grave responsabilidad ante la historia―200 ​
.193 194
​ 201
​ 202
​ 183
​ ​

A las 20.30 horas Portela Valladares, determinado a dimitir ―convencido, según Pilar Mera Costas, de que
«para garantizar un traspaso de poderes democrático, este debía ser inmediato», y de que «sólo un gobierno
de izquierdas podía controlar la situación», según Stanley G. Payne; «hundido, deshecho («produce la
impresión de un fantasma, no de un jefe de gobierno» en palabras de Azaña)», según Antony Beevor y
agotado todo su coraje tras haber resistido la presión de Gil Robles y del general Franco, según José Luis
Martín Ramos―203 200 ​ 197
​ 204
​ ​, comenzó a negociar la transmisión de poderes al Frente Popular con
Diego Martínez Barrio ―«No debo seguir aquí ni un momento más. Ni un momento más. Háganse ustedes
cargo rápidamente del poder, porque yo no puedo responder de nada», le dijo Portela a Martínez
Barrio―205 ​ a pesar de que este le insistió en que se mantuviera, como correspondía, como gobierno en
funciones hasta la reunión de las nuevas Cortes.191 ​ Poco después de iniciada la reunión entre Portela
Valladares y Martínez Barrio, se presentaron los generales Sebastián Pozas, inspector general de la Guardia
Civil, y Miguel Núñez de Prado, director general de Seguridad, para advertirle al presidente del gobierno
de las actividades conspirativas de los generales Franco y Goded. Pozas le aseguró que la Guardia Civil se
«opondría a cualquier militarada». Poco antes de medianoche hubo un nuevo intento por parte de Calvo
Sotelo, acompañado de Joaquín Bau, para convencer a Portela para que dejara el poder «en manos fuertes»
y permitiera gobernar a los militares.193 194​ 201
​ 202
​ ​ Al parecer, José Antonio Primo de Rivera llegó a
pedirle a Portela «fusiles para la Falange».206 ​

A las 8,30 del miércoles 19 ―del martes 18, según Julio


Aróstegui―207 ​ Gil Robles se reunió con Portela Valladares a las
afueras de Madrid y obtuvo la misma negativa que el presidente del
gobierno le había dado a Calvo Sotelo. Dos horas después tenía
lugar la última reunión del Consejo de Ministros208 ​ y a las 14.00
horas se anunciaba la dimisión del gobierno ―Portela no hizo caso
a la petición del presidente de la República de que se replanteara su
decisión, ni tampoco al último intento del general Franco para que
declarara el estado de guerra, asegurándole que contaría con el
respaldo del Ejército (y que se podría llamar a las unidades de élite
del Protectorado español de Marruecos)208 ​―. A las 18,30 el líder
del Frente Popular Manuel Azaña, enojado porque no se había
esperado a la constitución de las nuevas Cortes como establecía la
ley,209 210
​ ​ era nombrado por Alcalá Zamora presidente del
gobierno, efectuándose la transmisión de poderes a las 21.00 horas
―Azaña escribió en su diario: «Siempre he temido que
El general Franco, jefe del Estado
volviésemos al Gobierno en malas condiciones. No pueden ser
Mayor del Ejército desde mayo de
peores»―211 ​. Portela no informó a Azaña de la actuación 1935. Encabezó el grupo de
conspirativa del general Franco por lo que este «no fue castigado generales que intentaron que el
por transgredir su autoridad y estuvo en posición de desempeñar un presidente del gobierno Manuel
papel crucial en la rebelión militar de julio de 1936», afirma Paul Portela Valladares declarara el
Preston. En la madrugada del día siguiente hubo un último y estado de guerra para impedir el
frustrado intento de rebelión militar en el aeródromo de Cuatro acceso al poder del Frente Popular.
Vientos.212 213
​ 214​ 167
​ 179
​ ​ «Se iniciaba de manera prematura la La oposición de los generales
etapa del Frente Popular, lo que contribuyó a alimentar mitos de Sebastián Pozas, inspector general
manipulación electoral y dañar la legitimidad de su origen».202 ​ Al de la Guardia Civil, y Miguel Núñez
día siguiente, 20 de febrero, Manuel Azaña se dirigió por radio al de Prado, director general de
país para calmar los ánimos apelando a la necesidad de mantener el Seguridad, fue decisiva para que el
orden público, la concordia, la justicia y la paz. Su intervención fue intento de golpe de Estado
tan conciliadora que al día siguiente la prensa de derechas fracasara. El nuevo gobierno
reconoció que el discurso había producido «una excelente presidido por Manuel Azaña destinó
impresión». El diario monárquico ABC en su editorial le ofreció su al general Franco a Canarias, donde
«apoyo incondicional» y el de «el de todos los españoles, estuvo informado de la conspiración
dirigida por el general Mola a la que
republicanos o monárquicos, sin distinción de ideologías», aunque
no se sumaría hasta el último
terminaba diciendo: «vamos a ver si es verdad» el buen propósito
momento.
expresado por el nuevo gobierno.215 ​

La «dimisión-huida» de Portela Valladares, como la llamó Alcalá


Zamora, recibió una condena unánime.195 ​ Manuel Azaña escribió en su diario: «Huye. Teme lo que
puedan hacer las masas victoriosas; entre otras cosas, teme que puedan tomar por asalto las casas de los
Ayuntamientos, cuyos concejales están suspendidos. Ya se le dijo hace un mes, cuando empezaba a montar
su artilugio electoral, que tan ruidosamente se ha venido al suelo, que no pensase solo en el día 16, sino en
el siguiente, y en lo que podía ocurrir en los pueblos donde los partidos populares ganasen la elección. No
hizo caso. Al tropezar hoy con esta realidad lo único que se le ocurre es darse a la fuga».191 ​El historiador
italiano Gabriele Ranzato sostiene que Portela Valladares, presa de un «evidente estado de miedo y
postración», tomó «aquella precipitada decisión por su incapacidad de sostener la situación en que se había
visto envuelto, entre disturbios, desórdenes callejeros y la amenaza de una intervención militar», «pero al
margen de su falta de cualidades personales para hacer frente con firmeza de espíritu a la situación en que
se encontraba, es un hecho que ni él ni ningún otro habría podido defender aquella posición durante el
tiempo que debía haber transcurrido antes de que el nuevo gobierno entrase en funciones». Ranzato
considera que Portela tenía razón cuando escribió más tarde que si hubiera decidido tomar medidas
drásticas no habría sido secundado por las autoridades encargadas del orden público porque estas sabían
«que iban a pasar en breve bajo la obediencia de los mismos a quienes tenían que combatir, exponiéndose a
represalias» y que sólo podía hacer frente a la situación, no un gobierno como el suyo «que las elecciones
habían declarado sin arraigo», sino un gobierno «prestigiado al máximo por su éxito electoral y por
disponer de las grandes cooperaciones morales y políticas que le prestaban los partidos que integraban el
Frente Popular».216 ​

El frustrado intento de golpe de estado de febrero de 1936, según Eduardo González Calleja, «fue el último
intento de rectificación autoritaria del marco legal mediante una ocupación de las instituciones por la fuerza,
apoyado entre otros por Gil Robles o Cambó. Tras el fracaso de esta estrategia, la siguiente opción ya no
sería un golpe para desvirtuar el Estado republicano, sino un asalto en toda regla para subvertirlo y, en
último término, para destruirlo».212 ​ Ángel Viñas lo caracteriza como un intento de «golpe de Estado
blando», «es decir, debidamente autorizado por el todavía presidente del gobierno ya saliente, Manuel
Portela Valladares, y el de la República» y además considera que «de haber triunfado, probablemente no
hubiese habido guerra civil».217 ​Stanley G. Payne lo llama intento de «golpe constitucional».19 ​

Sobre el papel del general Franco en la intentona golpista (tratar de obtener «la autorización de Portela
Valladares y de Alcalá Zamora para declarar el estado de guerra y evitar el traspaso de poderes»)218 ​Ángel
Viñas destaca la diferente actitud que mostró en octubre/noviembre de 1934 y en diciembre de 1935
cuando «había aconsejado prudencia porque las condiciones no estaban maduras». «Que se atreviera a
impedir el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 implicaba tendencialmente que se sentía dispuesto
a dar un giro copernicano. Pero lo pararon. A él y a Gil Robles».164 ​ Un punto de vista que comparte
Stanley G. Payne en gran medida: «el general Franco, el circunspecto jefe del Estado Mayor, estaba lo
suficientemente alarmado como para instar a la jefatura del Gobierno a dar un golpe constitucional, aunque
ello supusiera una contradicción de términos, e incluso consideró por primera vez la posibilidad de que las
fuerzas armadas entraran en acción. Sin embargo, Franco entendió enseguida que esto último no era
posible, dado que la cúpula del ejército estaba demasiado dividida políticamente, y no cabe duda de que
tenía razón».19 ​

Una de las primeras decisiones que tomó el nuevo Gobierno del Frente Popular presidido por Manuel
Azaña y con el general Carlos Masquelet como ministro de la Guerra, fue alejar de los centros de poder a
los generales más dudosos de su lealtad al gobierno o a la República: el general Goded fue destinado a la
Comandancia militar de Baleares; el general Franco, a la de Canarias;219 ​ el general Mola al gobierno
militar de Pamplona. Otros generales significados, como Orgaz, Villegas, Fanjul y Saliquet quedaron en
situación de disponibles.220 221
​ ​ El capitán Bartolomé Barba Hernández, uno de los jefes de la UME, fue
destinado a Valencia. 222 ​La misma política se aplicó a los mandos de la Guardia Civil (en los cinco meses
siguientes el Gobierno cambió a 206 capitanes de los 318 con mando directo sobre los agentes, a 99 de los
124 comandantes, a 68 de los 74 tenientes coroneles y a los 26 coroneles).223 ​

Sin embargo, la política de traslados no serviría para frenar la conspiración militar,224 ​ e incluso en algún
caso, como el del general Franco, les hizo aumentar su rechazo al nuevo Gobierno, al considerar su destino
en Canarias como un «destierro».225 226
​ ​Antony Beevor ha destacado que en la «era de la aviación» fue
una decisión «poco afortunada» enviar a Franco a Canarias, cerca del Marruecos español, y a Goded a
Baleares, cerca de Barcelona, y mucho más la de enviar a Mola a Pamplona, «el feudo de los requetés»,
«donde se encontró a sus anchas para dirigir el golpe de estado contando con 8000 requetés armados hasta
los dientes que habrían de constituir las columnas navarras de la guerra civil».227 ​ Stanley G. Payne
también ha señalado el error cometido por el Gobierno al destinar al general Mola a Pamplona, «un lugar
tranquilo y aparentemente inofensivo, pero en el ambiente ultraconservador del carlismo navarro encontró
un apoyo y una cobertura que no habría hallado en ningún otro lugar».228 ​ El historiador militar José
García Rodríguez califica de «inepta» la decisión de destinar a Mola «al centro del carlismo» y a Franco «a
una isla lejana pero muy cercana a Marruecos y al Ejército allí estacionado».229 ​Gabriele Ranzato coincide
con todos estos historiadores y considera que «la elección de sus nuevos destinos no había sido muy
prudente». Desde Canarias el general Franco podía «alcanzar fácilmente la colonia marroquí, donde
estaban concentrados los cuerpos mejor adiestrados del ejército»; y «menos sensata había sido la decisión
de enviar al general Mola a Pamplona, "capital" del carlismo, donde habría encontrado vasta solidaridad y
cobertura para desarrollar una actividad conspiratoria».230 ​

Luis Romero, por el contrario, ha afirmado que «las remociones» «eran justas y razonables» (la
«reorganización de los mandos militares... tendía a corregir, o alterar, la labor de Gil Robles cuando ocupó
la cartera [de Guerra], que correspondía a criterios derechistas»). «Quienes con posterioridad a la guerra
han escrito sobre estos cambios de destino, lo han hecho con las cartas boca arriba: ni Canarias ni Baleares
eran puntos como para dirigir una conspiración; antes al contrario, resultarían los más contraindicados
(Franco partiría para Marruecos y Goded se trasladaría a Barcelona...). Y en cuanto al general Emilio Mola,
considerado como liberal y nada monarquizante, era impensable que en Navarra pudiera conchabarse con
la fuerza más antirrepublicana: los carlistas. Los mismos hechos iban a demostrar lo difícil que resultaría
entenderse con ellos. En cuanto a destituirlos, encarcelarlos y otra inepcias que se han repetido, sólo pueden
escribirse por quienes se olvidan que se vivía en un estado de derecho y no había ninguna prueba contra
ellos».231 ​

La reunión de los generales del 8 de marzo: ¿el inicio de la conspiración?

El triunfo de la izquierda en las elecciones supuso el fracaso de la táctica «accidentalista» defendida por la
CEDA y su líder Gil Robles por lo que a los «contrarrevolucionarios» solo les «quedaba el camino de la
violencia y de la conspiración», afirma Pilar Mera Costas.232 ​ A partir de entonces, como ha subrayado
Paul Preston, «la derecha se preocuparía más de destruir la República que de apoderarse de ella».233 ​ Esa
operación la llevaría a cabo el Ejército, al que apelaron los líderes derechistas antirrepublicanos.234 ​Como
ha señalado Eduardo González Calleja, «sería el Ejército, o al menos parte de él, el que aglutinaría las
diferentes vías conspirativas y proyectos insurreccionales civiles, que hubieron de plegarse a un plan
subversivo y de reorganización del Estado formulado bajo parámetros casi exclusivamente castrenses que
en un primer momento no iban mucho más allá de la proclamación de una dictadura militar en un régimen
temporal de excepción».235 ​ Una parte de los militares se convencieron de que había una amenaza
revolucionaria real que se proponía destruir el orden social, la unidad de la patria y a ellos mismos.236 ​La
conspiración militar para desencadenar un «golpe de fuerza» (como lo llamaban los conjurados) se puso en
marcha nada más tomar posesión el Gobierno de Azaña el 19 de febrero de 1936, apoyándose inicialmente
en las tramas golpistas que se habían rehecho tras el fracaso de la insurrección militar de agosto de 1932
encabezada por el general Sanjurjo.237 ​

El domingo 8 de marzo de 1936 por la tarde, horas antes de que el general Franco se marchara a su destino
en Canarias y de que el general Mola partiera también para su nuevo puesto en Pamplona (el 4 de marzo
había abandonado Marruecos, donde le habían despedido el coronel Juan Beigbeder y los tenientes
coroneles Juan Yagüe y Eduardo Sáenz de Buruaga, quienes serían los cabecillas del golpe en el
Protectorado)222 ​, tuvo lugar en la casa de Madrid del oficial en la reserva y agente de cambio y bolsa,
militante destacado de la CEDA y amigo de Gil Robles, José Delgado y Hernández de Tejada, una reunión
de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas,
Joaquín Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio,
Miguel García de la Herrán, Manuel González Carrasco, Andrés
Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel José Enrique Varela y
el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de la UME que
centralizaría los servicios de información —el general Goded no
asistió porque ya había partido para su nuevo destino en las
Baleares—), en la que se plantearon organizar un «alzamiento
militar» que derribara al Gobierno del Frente Popular recién
constituido, y con él el sistema parlamentario, y «restableciera el
orden en el interior y el prestigio internacional de
España».225 238
​ 239
​ 240
​ 241
​ 242
​ ​

La reunión duró cinco horas y en ella se discutieron los planes de la


posible sublevación de los que se había hablado en enero: uno
«centrípeto» defendido por el general Mola, que consistía en una
rebelión coordinada en provincias que convergería sobre Madrid, y
otro «centrífugo» preconizado por el general Goded y por Varela y
Galarza, que consistía en tomar los centros neurálgicos de la
capital. Al final, a propuesta del general Franco,243 ​ se optó por un
plan de compromiso que iniciaría el general Rodríguez del Barrio
tomando el Ministerio de la Guerra. Sin embargo, se acordó que la
El general Luis Orgaz. Participó en
sublevación solo se llevaría a cabo si el Gobierno decidía alguna
las conspiraciones (estuvo presente
medida de ataque frontal, como disolver la Guardia Civil o el
en la crucial reunión del 8 de marzo)
Ejército, o se producía la «revolución comunista», que muchos
y en los conatos e intentonas
creían que se estaba preparando.244 ​ Según Luis Romero, el golpistas. Fue confinado en Canarias
detonante sería la entrega del gobierno a Francisco Largo Caballero por orden del gobierno. Allí se haría
o a los comunistas.245 ​También se acordó formar una junta estable cargo de la sublevación del
constituida por los generales residentes en Madrid ―de la parte archipiélago cuando el general
civil se encargaría el general Orgaz y de la militar el general Varela; Franco voló al Protectorado español
cuando fueron confinados en Canarias y en Cádiz por orden del de Marruecos para ponerse al frente
gobierno fueron sustituidos por los generales Fanjul y Villegas―. del Ejército de África.
El jefe nominal de la sublevación sería el exiliado general Sanjurjo,
quien por esas fechas había viajado en compañía del coronel Juan
Beigbeder a Berlín donde se había entrevistado con el almirante Canaris y los diplomáticos Von Faupel y
Eberhard Von Stohrer para adquirir armas de guerra en la Alemania nazi, pero no consta que consiguiese su
objetivo.246 247
​ 248​ 249
​ 250
​ 242
​ ​ Al estar Sanjurjo exiliado eligieron al general Rodríguez del Barrio como
delegado de su autoridad. 244 ​

No se llegó a acordar el carácter político del «movimiento militar» —este se haría «exclusivamente por
España, sin ninguna etiqueta determinada» y después de su triunfo sería cuando se tratarían «problemas
como el de la estructura del régimen, símbolos, etcétera», según rezaba el acta que se levantó de la reunión
—,251 ​ pero para su organización recurrirían a la estructura clandestina de la UME,252 253 ​ ​ aunque su
eficacia como «instrumento conspiratorio» el historiador norteamericano Stanley G. Payne la ha puesto en
duda a pesar de que afirmaba contar con 3436 afiliados, la cuarta parte de los oficiales en activo (muy por
encima de su rival la UMRA, cuyos miembros eran unos pocos cientos).254 ​ Sin embargo, otros
historiadores como José García Rodríguez, consideran «decisivo» el papel de la UME en la rebelión pues
permitió que «la conspiración penetrase en el tejido más operativo del Ejército» (de teniente coronel para
abajo).255 ​ Lo mismo afirma Gabriele Ranzato que define la UME como «una asociación semisecreta
constituida en 1933 por oficiales de extrema derecha, sobre todo monárquicos, pero también falangistas,
cuya finalidad era abatir la República democrática».256 ​
En cuanto a la valoración de la importancia de la reunión de los generales del 8 de marzo existen
discrepancias entre los historiadores. Según Julio Aróstegui, «la citada reunión, en casa de un militante de
la CEDA, José Delgado y Hernández de Tejada, tuvo gran importancia por diversos motivos: el número y
calidad de los asistentes, la concreción real de unos elementos directivos de la conspiración y la fijación de
unos primeros criterios comunes sobre las condiciones, características y objetivos de una sublevación
posible».257 ​ En el extremo opuesto se sitúa Stanley G. Payne quien en una obra publicada en 2016 le
restó importancia a la reunión porque, según él, la mayoría de los asistentes eran generales jubilados (a
pesar de que en otra obra publicada veinte años antes había escrito que se habían reunido «militares
derechistas» sin especificar nada más)241 ​. De hecho Payne para referirse a la junta que se formó tras la
reunión no utilizó en 2016 el término «junta de generales», como había hecho en 1996, sino el de «junta de
jubilados».258 ​ Una posición intermedia es la que defiende Gabriele Ranzato, que sostiene que hubo «una
comprobación de la común voluntad de liquidar, mediante un pronunciamiento, el Frente Popular, y con
este el sistema parlamentario, mientras que hubo un total desacuerdo sobre los tiempos de actuación, puesto
que los más prudentes —Franco y Mola entre estos— estimaban necesario un periodo de preparación, y
otros defendían, en cambio, una acción inmediata que debería realizarse a mediados de abril».3 ​ Luis
Romero coincide con Ranzato al señalar la existencia de dos tendencias entre los generales reunidos: los
más declaradamente monárquicos que proyectaban un movimiento para el 20 de abril y los que defendían,
con Franco y Mola a la cabeza, que en aquellos momentos no se daban las condiciones para una
sublevación, salvo que se entregara el Gobierno a Largo Caballero o a los comunistas. Pero Romero llega a
afirmar que «ni Franco, ni Mola ni otros muchos generales, jefes y oficiales, pensaron entonces en
levantarse contra Azaña ni contra Prieto o Besteiro, porque sabían que de formar gobierno estos últimos, lo
harían de acuerdo con las leyes establecidas... y que, pasado un periodo, las derechas y el centro podrían
nuevamente ganar unas elecciones y, por tanto, volver a gobernar». Además de en esto último, Luis
Romero no coincide con Ranzato en el contenido de los acuerdos que se alcanzaron, que aquel califica de
«vagos acuerdos de principio» y que, según él, «consistían en mantener contacto entre ellos, que el coronel
Valentín Galarza coordinara desde Madrid la eventual comunicación entre unos y otros y mantuviera un
servicio de información centralizado sobre lo que pudiera suceder. [...] A Mola se le encomendó que fuera
tanteando las guarniciones, primero de Navarra y luego del resto de la VI División Orgánica, para conocer
la disposición de jefes y oficiales por si, al plantearse una situación revolucionaria, llegaba el momento de
intervenir. También se aceptaba la jefatura suprema de Sanjurjo —eterno conspirador a distancia— si esa
ocasión se presentaba».259 ​ Por otro lado, Francisco Alía Miranda ha destacado que cuando se celebró la
reunión «tan solo habían pasado veinte días desde la celebración de las elecciones, por lo que no puede ser
considerado determinante para los conspiradores el contexto social de la primavera de 1936, tan esgrimido
más tarde por los sublevados o por la dictadura franquista» para justificar el golpe de julio.260 ​

El 11 de marzo fue detenido el general Eduardo López Ochoa, por los presuntos excesos cometidos cuando
estaba al mando de la represión de la Revolución de Asturias, lo que causó una gran conmoción entre los
militares,261 ​ a pesar de que, según Luis Romero, «gozaba de escasas simpatías entre los militares de
derechas» «por su condición de masón y por considerar que no había actuado con suficiente energía en la
campaña de Asturias —y lo cierto es que empleó mano dura—».262 ​ Unos días después el ministro de la
Guerra, el general Carlos Masquelet, se vio obligado a hacer una declaración pública en la que negaba los
rumores de agitación en los cuarteles, además de expresar su «indignación por las injustas agresiones a
oficiales», instando a estos a no caer en las provocaciones, y de pedir la solidaridad con los militares por ser
«el más firme apoyo del Estado republicano».263 ​ Entonces la UME le lanzó un ultimátum de 24 horas al
ministro exigiéndole el respeto máximo para unos militares que «alejados de toda política, solo desean la
paz pública», el desarme por la Guardia Civil de «todas las organizaciones y sus individuos, ajenas a las
instituciones armadas o policía gubernativa» y la amnistía para los militares detenidos por alteración del
orden público o movimientos subversivos.264 ​ Finalmente el general López Ochoa fue puesto en libertad
por falta pruebas y a partir de ese momento ingresó en la UME donde ejerció una gran influencia.265 ​ En
mayo encabezaría una conspiración para impedir que Manuel Azaña fuera investido como nuevo
presidente de la República. El plan consistía en que el destituido Niceto Alcalá Zamora nombrara al general
Sanjurjo al frente de un gobierno provisional, a pesar de que Alcalá Zamora carecía de autoridad para
hacerlo pues ya no era presidente de la República. El plan se frustró porque Alcalá Zamora se negó a
colaborar, aunque no denunció ni a López Ochoa ni a sus cómplices militares o civiles.266 ​

El debate historiográfico sobre la campaña de agitación de las derechas


para «justificar» el golpe de Estado

Varios historiadores han afirmado que las derechas llevaron a cabo una campaña de agitación en la calle, en
la prensa y en el parlamento que «justificara» el golpe de Estado que estaba preparando una parte del
Ejército con su apoyo. En cambio, otros historiadores señalan que el gran «plan» de las derechas para
desestabilizar la República nunca existió y que nunca se han presentado pruebas de ello.267 ​

La campaña de agitación de las derechas fue clave para desestabilizar la República

El historiador Eduardo González Calleja sostiene que desde que se conoció el triunfo del Frente Popular en
las elecciones de febrero de 1936 las derechas se dedicaron a crear un ambiente «guerracivilista» que
destruyera la convivencia democrática y que sirviera de «justificación» al golpe de Estado de julio de 1936.
Para demostrarlo hace referencia a los artículos aparecidos en la prensa derechista poco después de las
elecciones (en lo que coincide con el punto de vista de Julián Casanova). Por ejemplo, Acción Española
hizo un llamamiento a la rebelión armada («La Verdad puede y debe imponerse por la fuerza»); un
periódico de la Comunión Tradicionalista, El Pensamiento Alavés, afirmaba el 20 de febrero «que no sería
en el Parlamento donde se libraría la última batalla, sino en el terreno de la lucha armada» y que esa lucha
partiría de «una nueva Covadonga que frente a la revolución sirviera de refugio a los que huyeran de
aquella y emprendiera la Reconquista de España»;268 ​en un editorial del 3 de marzo La Época convocaba
a «todos sus ciudadanos» para que España no desapareciera «como nación, sepultada bajo la ola roja de
Moscú». Así, según González Calleja, el discurso de las derechas se hizo cada vez más catastrofista y
beligerante ―se recurrió a las contraposiciones maniqueas como «civilización o barbarie», «por España o
por Rusia», «la bandera española contra la bandera roja», «cruz por un lado, de otro, la hoz y el martillo»,
etc.― mientras los portavoces de la derecha acusaban al gobierno del Frente Popular de ser incapaz de
mantener el orden público y de ser la antesala de la revolución comunista.269 ​ González Calleja cita al
conspirador monárquico y militar Jorge Vigón que después de la guerra civil escribió que en aquellos
momentos aún «había aquí muchas gentes que se resistían a entender que estábamos ya en guerra civil;
algunos lo decíamos, pero apenas nadie aceptaba la idea… Parecían afectados por una ceguera irremediable
que le colmaba a uno las medidas de la irritación».270 ​

Según Ángel Viñas, el papel principal que desempeñó la trama civil antirrepublicana fue precisamente
desarrollar la campaña de agitación: «generar un clima político y sicológico catastrofista; presentarse como
víctimas de unos gobiernos inicuos volcados en un propósito revolucionario; atribuir la responsabilidad por
la “necesidad” de la sublevación al comportamiento de las izquierdas [como quedaría plasmado en el
franquista Dictamen de la Comisión sobre ilegitimidad de poderes actuantes el 18 de julio de 1936]».
Viñas añade que el otro papel relevante de los civiles comprometidos en la conspiración fue «coordinar sus
actividades con los componentes militares de la trama, en especial de la UME, a cuya fundación y
financiación contribuyeron».271 ​El punto de vista de Viñas es compartido totalmente por José Luis Martín
Ramos: «Paralela a la preparación militar, se desarrolló en el campo civil una estrategia de la tensión
propagandística, que tomó como pie la magnificación de los incidentes de violencia y su falaz
interpretación como muestra de la incapacidad gubernamental o del pacto secreto con la izquierda marxista
para adueñarse del poder, si no ambas cosas».272 ​Martín Ramos califica la campaña de las derechas como
de agit-prop y llega a afirmar que la presencia en las Cortes de los líderes de las derechas Gil Robles y
Calvo Sotelo «fue exclusivamente a efectos de propaganda; fue el complemento civil al inicio de la
definitiva conspiración militar». «Quien trabajó activamente en pro de la polarización fue esa derecha».273 ​

Pilar Mera Costas también defiende la existencia de una campaña de agitación que «justificara» el golpe.
Según esta historiadora, las derechas identificaron al Frente Popular con el caos y la iniquidad e intentaron
generar un ambiente de crispación, enfrentamiento y miedo para que solo pareciese viable la alternativa
autoritaria.274 ​ Como prueba aporta el testimonio del embajador de Estados Unidos en Madrid Claude
Bowers quien escribió en sus memorias Misión en España lo siguiente:275 ​

Era claro como la luz que se había organizado una poderosa propaganda para dar la impresión
de que el país se hallaba en un estado de anarquía: la técnica familiar entonces. […] Era como
si en Estados Unidos, por ejemplo, todas las peleas, todas las muertes, todos los robos,
crímenes, huelgas, no importa lo insignificante que fuesen, se anotaran y se publicaran en la
primera página del The New York Times bajo el título permanente “Desórdenes sociales en los
Estados Unidos”.

Mera Costas afirma que «para que la propaganda fuese efectiva no bastaban las palabras. Era
imprescindible contar con elementos agitadores que ejercieran el papel de camorrista. Esa fue la labor
principal de Falange durante la primavera de 1936».276 ​ Una valoración que coincide con la de Eduardo
González Calleja para quien Falange, «nutrida por nuevos militantes y nuevos fondos y en estrecha
relación con los conspiradores militares»,277 ​ fue la principal protagonista de la campaña de agitación
violenta en la calle que «justificara» un «golpe de fuerza». Un punto de vista compartido por los británicos
Antony Beevor278 ​ y Paul Preston. «La violencia callejera que iba debilitando cada vez más al gobierno
iba de la mano de la conspiración militar para la que a su vez ofrecía una justificación», afirma este
último.279 ​ Preston aporta el testimonio de Dionisio Ridruejo a quien el líder de Falange José Antonio
Primo de Rivera le comentó respecto de la derecha antirrepublicana: «Esperemos que se enteren de una
vez. Nosotros estamos dispuestos a poner las narices, ¿no? Pues que ellos pongan, por lo menos, el
dinero».280 ​ Según Mera Costas la campaña de violencia callejera falangista «consistió en utilizar
individuos o pequeños grupos armados para ir al choque en las concentraciones izquierdistas, generando
enfrentamientos y buscando la intervención policial» alimentando así «una espiral de acción y reacción que
se generalizó a lo largo de la primavera» y que causó víctimas mortales o heridos de gravedad. «Los grupos
de izquierda no dejaron sin respuesta los ataques recibidos, lo que derivaba en nuevas reyertas… Cada
muerto exigía una represalia».281 ​

Por su parte González Calleja aporta como prueba un informe enviado a las autoridades fascistas italianas
en junio por el líder de Renovación Española Antonio Goicoechea, en quien José Antonio Primo de Rivera
había delegado su representación,282 ​ en el que se reconocía la actuación de los grupos violentos
derechistas y en especial la de los falangistas:283 ​

El ambiente de violencia y la necesidad ineludible de organizarla ha hecho nacer en el seno de


los partidos nacionales pequeños grupos de acción directa que por atentados personales, asaltos
a edificios, etc., etc., han actuado contra la revolución. Muchos de estos grupos se denominan
fascistas y es notorio un gran aumento en las inscripciones de los jóvenes en las organizaciones
de Falange Española.

Otra de las pruebas que aportan los historiadores que defiende la existencia de una campaña de agitación
son las intervenciones de los líderes de la derecha no republicana en las Cortes, José María Gil Robles y
José Calvo Sotelo, con las que pretendían rentabilizar la situación de violencia en las calles elaborando un
discurso «incendiario» y «catastrofista», que fue difundido y amplificado por la prensa del mismo signo
político.284 285
​ ​ «Periódicos como el ABC no dejaban de machacar a sus lectores con mensajes
catastrofistas…, afirmaban que el país era ingobernable y contabilizaban como crímenes políticos delitos
José Calvo Sotelo en el Frontón Urumea de San Sebastián (1935). Al fondo la cruz de Santiago, símbolo de
Renovación Española. Junto con José María Gil Robles, Calvo Sotelo fue el principal protagonista de la
supuesta campaña de agitación desde el parlamento que «justificara» el golpe de Estado que pusiera fin a la
República. Hizo llamamientos continuos a la intervención del Ejército, de cuya conspiración estaba informado,
y se declaró fascista. Su asesinato el 13 de julio de 1936 hizo que muchos militares indecisos se sumaran
finalmente a la rebelión que había organizado el general Mola y que comenzaría cuatro días después.

comunes para reforzar la impresión de desgobierno», afirma Antony Beevor.286 ​ Eduardo González
Calleja ha llegado a afirmar que «la Guerra Civil se declaró antes en el Parlamento que en la calle». En esa
tarea, según González Calleja, destacó especialmente el líder del Bloque Nacional, José Calvo Sotelo, que
«desde el primer momento mantuvo en las Cortes una actitud francamente provocadora». Su primer
discurso de gran repercusión lo pronunció el 15 de abril en el que enumeró de forma prolija los cientos de
actos violentos que se habían producido en España desde las elecciones (según Calvo Sotelo había habido
74 muertos y 345 heridos) con el fin de justificar la necesidad de instaurar un «Estado autoritario y
corporativo».287 ​

Gabriele Ranzato, contrario a la tesis de que la campaña de agitación derechista fuera la responsable de la
desestabilización de la República, ha puntualizado que tanto Calvo Sotelo como Gil Robles sufrieron una
«aversión despectiva» y una «extrema agresividad» por parte de los diputados del Frente Popular. En esa
misma sesión del día 15 de abril el diputado comunista José Díaz al parecer amenazó a Calvo Sotelo de
muerte (sus palabras fueron retiradas del Diario de Sesiones por orden del presidente de las Cortes Diego
Martínez Barrio) y la diputada comunista Dolores Ibárruri Pasionaria definió a Gil Robles como «un
histrión ridículo salpicado con la sangre de la represión». En la sesión de 6 de mayo la socialista Margarita
Nelken interrumpió a Calvo Sotelo diciéndole: «los verdugos no tienen derecho a hablar». Dos semanas
después, el 19 de mayo, el diputado socialista Bruno Alonso González retó a Calvo Sotelo a salir a la calle
para ajustar cuentas después de haberle llamado «asalariado del capitalismo».288 ​Sin embargo, Ranzato ha
señalado a Calvo Sotelo como uno de los «responsables de la violencia que estaba desgarrando al país»
debido a sus continuos llamamientos a la intervención de ejército, una «solución de fuerza» «deseada,
favorecida, tramada y apoyada por él desde el nacimiento de la República, de la que siempre se había
declarado abierto enemigo».289 ​

En la sesión de las Cortes del 16 de junio el que enumeró los actos violentos fue José María Gil Robles.
Según él desde las elecciones había habido 269 muertos y 1287 heridos y 160 iglesias habían sido
destruidas, además de otras 251 que habían resultado dañadas, incluyendo otros edificios
religiosos.290 291
​ 292
​ ​ Calvo Sotelo también intervino ese día para, entre otras cosas, hacer de nuevo un
llamamiento a la intervención del Ejército.293 ​ Esta actitud «desafiante», a juicio de González Calleja, la
volvió a repetir en su intervención del 1 de julio.294 ​ Para José Luis Martín Ramos, las intervenciones de
Gil Robles y de Calvo Sotelo en la sesión del 16 de junio constituyen el momento más evidente del papel
de «agit-prop» de los dos líderes de las derechas. En él, según este historiador, «Gil Robles y Calvo Sotelo
escenificaron el pregón político del levantamiento». «Fue la prueba de que la derecha instrumentalizó el
orden público, faltando a la verdad, para justificar públicamente el golpe militar en la propia sede del
Parlamento». El discurso de Gil Robles «no fue de paz, sino de guerra» y fue «un discurso telonero de la
intervención de Calvo Sotelo, que puso las conclusiones: «La causa no es de Gobierno, la causa es
superior. Es de Estado. Es que el régimen democrático y parlamentario y la Constitución de 1931 han
producido un desorden económico y un desorden social».295 ​

Paul Preston concluye: «La violencia de los pistoleros de la derecha, los discursos incendiarios de Calvo
Sotelo y Gil Robles, y el barniz que los medios conservadores revistieron los acontecimientos
contribuyeron en gran medida a lanzar a las clases medias a los brazos de los conspiradores del
Ejército».296 ​ Sin embargo, Preston reconoce que, además del orden público (sobre las cifras de la
violencia política aportadas por Calvo Sotelo y Gil Robles afirma que «parte era verdad, parte una
exageración terrorífica»)297 ​ «dos factores contribuían a la credibilidad de la descripción derechista de la
situación: la continuada retórica revolucionaria del ala caballerista del PSOE y el gran número de huelgas,
especialmente donde la CNT tenía influencia, durante la primavera de 1936». «Las huelgas y los
desórdenes, cualquiera que fuese su origen, habían convencido a gran parte de la clase media de que Gil
Robles y Calvo Sotelo tenían razón cuando afirmaban que no podía esperarse nada del régimen
democrático».298 ​

Una última prueba que aportan los historiadores que defienden la existencia de una campaña de agitación
que «justificara» el golpe fue la difusión por parte de la derecha de que se estaba preparando una
«revolución comunista» en España que iba a estallar el 1 de agosto.299 ​ En su intervención del 15 de abril
en las Cortes Calvo Sotelo ya había advertido del «peligro comunista» y había acusado a los 110 diputados
del PSOE y del PCE de querer «instaurar el comunismo en España». Fue a principios de abril300 ​cuando
se difundieron unos «documentos» de la supuesta conjura de la insurrección comunista que con el tiempo
se supo que habían sido elaborados por el periodista derechista Tomás Borrás.301 302
​ 303
​ ​ «Las fuerzas de
la ultraderecha ansiaban terminar de una vez con la agitación prerrevolucionaria, pero eran conscientes de
que la única oportunidad para hacerlo consistía en incrementar las provocaciones y la polarización»,
reconoce Stanley G. Payne, uno de los historiadores que niega la existencia de una campaña de agitación
por parte de la derecha.304 ​ Este mismo historiador afirma que el Partido Comunista contribuyó a dar
credibilidad a los documentos falsificados del supuesto complot comunista programado para agosto,
«presentando una imagen de creciente poder, inevitabilidad y triunfalismo».305 ​

Los «documentos» (un remedo del panfleto falsificado antisemita Los protocolos de los sabios de Sión)
contenían planes detallados para una revolución violenta y una lista de derechistas que debían ser
asesinados en cuanto se estableciera la dictadura comunista.306 307
​ ​ El propio general Franco afirmó
cuando ya era Jefe del Estado que «el triunfo, más aparente que real, del Frente Popular» fue el momento
en el que España empezó «a rodar por la pendiente hacia el comunismo».150 ​ Desde 1934 Franco era
miembro de la organización Entente Internacional Anticomunista de la que desde hacía tiempo recibía los
boletines en francés ―«que relataban continuamente imaginarias conjuras comunistas que Franco creía a
pies juntillas», según Antony Beevor―308 ​ y con la que se declaró dispuesto «a cooperar, en nuestro país,
a vuestro gran esfuerzo». En plena guerra civil volvió a recurrir a los «documentos» para justificar el
«Alzamiento»: «Había tenido conocimiento de los documentos que se referían a la destrucción de las
iglesias y de los conventos, y poseíamos la lista de los mejores españoles, que debían ser asesinados.
Conocíamos el día, la fecha de ellos».309 177
​ ​

Estos supuestos «documentos» habían sido publicados en primera página por el diario socialista Claridad el
30 de mayo de 1936 bajo el irónico titular «Cómo vamos a realizar la revolución antes del 29 de junio». En
el artículo que los acompañaba se señalaba que «lo importante es el estrago que, con estupideces como esta,
sabiamente distribuidas, se causa manteniendo una actitud criminosa y excitando a gentes pusilánimes o
ingenuas a ver en las organizaciones obreras sectas de energúmenos auténticos, que solo sueñan con el
exterminio de media humanidad».310 ​

La principal responsable de la desestabilización de la República fue la «izquierda


revolucionaria» que contó con la «pasividad» (o «complicidad») del gobierno del Frente
Popular

El historiador norteamericano Stanley G. Payne niega que lo que llevó a los sectores conservadores a
sumarse al «golpe de fuerza» que «restableciera el orden» fuera la campaña de agitación orquestada por las
derechas antirrepublicanas. Según Payne el causante fue el «proceso prerrevolucionario» «de transición
hacia la revolución directa»311 ​llevado a cabo por la izquierda radical desde que el Frente Popular llegó al
poder en febrero de 1936. Este «proceso prerrevolucionario» fue posible, según Payne, por la complicidad
y la cobertura legal del Gobierno del Frente Popular, que no solo no reprimió en absoluto los abusos y los
delitos cometidos por la «izquierda revolucionaria», sino que en cambio llevó a cabo un arbitrario y sectario
«acoso a las derechas». La consecuencia de todo ello, según Payne, fue que la derecha, «dadas las
condiciones de impotencia en que se encontraba y la falta absoluta de respuesta por parte del Gobierno»
(«en muchos países no se hubiese soportado ni la mitad de lo que se venía soportando desde hacía meses en
España») no le quedó otra alternativa que apoyar la sublevación militar que se estaba preparando y que
daría «al traste con todas las ambiciones [de las izquierdas] de dominar España». Así Payne responsabiliza
en última término a las izquierdas del golpe de Estado de julio de 1936 porque «quienes no deseen la
contrarrevolución, que no emprendan la revolución. Es así de sencillo». Payne concluye: «antes del 18 de
julio, las izquierdas destruyeron la democracia en España por medio de un proceso revolucionario de
erosión constante que duró cinco meses».312 ​
La tesis de Payne haciendo responsable en última instancia a la «izquierda revolucionaria» del golpe de
julio no es compartida por diversos historiadores, como Julio Aróstegui, quien afirma que «la
desestabilización política real en la primavera de 1936 no explica en modo alguno la sublevación militar [de
julio de 1936] y menos aún la justifica»,313 ​ o Julián Casanova, que comparte el punto de vista de
Aróstegui: «La política y la sociedad españolas mostraban signos inequívocos de crisis, lo cual no significa
necesariamente que la única salida fuera una guerra civil».314 ​Por su parte Enrique Moradiellos afirma que
lo que hizo el gobierno del Frente Popular no fue abrir «las puertas a la revolución social», sino poner en
marcha «con renovada energía» «todas las reformas anuladas o paralizadas en el bienio anterior en un
contexto de amplia movilización obrera y jornalera y de creciente intensidad de la crisis económica», frente
a lo cual «todos los partidos de la derecha fueron fijando sus esperanzas de frenar las reformas por medio
de una intervención militar similar a la de 1923».315 ​Fernando del Rey Reguillo, que no defiende la tesis
del peso decisivo de la campaña de agitación derechista, afirma que «desde el punto democrático» «la
sublevación militar del 18 de julio de 1936» no tuvo justificación «en ningún sentido, desde luego». «Las
compuertas del horror las abrió un golpe militar frustrado que devino en guerra civil. Nada hacía inevitable,
a pesar de todo, ese desenlace, pero una vez que el país se adentró por esa senda ya no hubo marcha
atrás».316 ​

Gabriele Ranzato, como Payne, niega que el apoyo de los sectores conservadores (y no solo de ellos) al
golpe fuera el resultado de una campaña de desestabilización orquestada por la derecha. Específicamente
rechaza la tesis de que hubiera desarrollado una «estrategia de la tensión» cuyo principal instrumento habría
sido la violencia falangista —posición sostenida, por ejemplo, por Eduardo González Calleja—317 ​.318 ​
Según Ranzato, «no hay elementos que puedan confirmar la tesis de que las acciones de Falange —con el
concurso, pero en mucha menor medida, de los grupos carlistas— a la que debe atribuirse la casi totalidad
de la violencia organizada de la derecha en la España urbana, respondieran a un proyecto, a un "plan
terrorista" orientado principalmente a crear, incluso a través de las previsibles respuestas violentas de los
adversarios de la izquierda, un clima de inquietud, inseguridad y miedo que debilitara la confianza en el
gobierno, incapaz de restablecer la calma y la estabilidad, y favoreciera, por tanto, el golpe militar que los
ciudadanos asustados habrían acogido como un regreso al orden y a la tranquilidad». La violencia
falangista, según Ranzato, respondía a sus propios fines y tenía un objetivo limitado: «atacar al enemigo,
dar ejemplaridad al acto y publicidad a la causa falangista, efectuando así una obra de proselitismo que
llevara a engrosar las filas de aquel "partido armado"». Cuando el líder monárquico Antonio Goicoechea
informó a los jerarcas fascistas italianos sobre la «acción directa» protagonizada por los falangistas no se
arriesgó a presentarla como un «elemento de un plan conspirativo convenido con los militares». Por otro
lado la violencia falangista no respondió a un plan de desestabilización basado en el miedo porque los
falangistas no llevaron a cabo atentados indiscriminados sobre la población (sobre una multitud, en
reuniones públicas) ni realizaron «ninguna acción contra militares o agentes de policía, en grupo o
individualmente, con el fin de atribuir su responsabilidad a la extrema izquierda».319 ​

Según Ranzato —en lo que vuelve a coincidir con Payne—, lo que llevó a apoyar el «golpe de fuerza» a
los sectores conservadores y también a una parte de los liberales (destaca que los hijos de José Ortega y
Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala, los tres impulsores de la Agrupación al Servicio de la
República, se alistaran voluntarios en el ejército sublevado) fue el «gran miedo» a la revolución, que ya
empezaba a vislumbrarse antes del 17 de julio. Considera que no tiene base real la frase acuñada por el
comunista Manuel Tagüeña en sus memorias de que «la sublevación militar, paradójicamente, había
desencadenado la revolución que pretendía impedir», y que luego ha tenido un amplio eco entre la
historiografía (Julio Aróstegui reproduce casi literalmente la misma frase: «fue la contrarrevolución la que,
paradójicamente, desencadenó la revolución en la España de 1936»; una afirmación similar es la que hace
Julián Casanova: «un golpe de estado contrarrevolucionario, que intentaba frenar la revolución, acabó
finalmente desencadenándola»).320 321​ ​ Ranzato afirma, por el contrario, que «ha habido más continuidad
que ruptura entre la revolución "desencadenada por la sublevación" y la realidad de la España de
anteguerra». Ranzato advierte que el «gran miedo» a la revolución no se circunscribió «a las clases
dominantes, hostiles a cualquier reforma que redimensionara su poder», sino que «estaba ampliamente
difundido en la sociedad, sobre todo entre las clases medias —a las que pertenecía una buena parte de los
militares no implicados en la conspiración— y entre los católicos de todas las clases, porque se iba
alimentando a través de la experiencia cotidiana de un progresivo hundimiento del orden existente».322 ​En
el deterioro del orden existente desempeñaron un papel determinante las actuaciones de las «milicias
rojas»323 ​ encaminadas a poner en marcha un proceso revolucionario.324 ​ «Y lo peor es que el gobierno y
muchos órganos del Estado a los que estaba encomendado el orden público no sólo toleraron la existencia
de esas milicias sino que a menudo las protegieron, cuando no las emplearon como fuerzas auxiliares y
complementarias de los cuerpos de policía». Por eso lo que más contribuyó a que la opinión moderada
cambiara su actitud de fondo hacia el gobierno de Frente Popular «no fue ni el número de episodios
violentos y de víctimas, ni su incapacidad de poner coto a la violencia en general, sino su falta de
neutralidad en reprimirla, su falta de voluntad de oponerse a ella en igual medida, viniera de donde
viniera».325 ​ «Los ciudadanos que, fuese cual fuese el lugar que ocupaban en la escala social, eran
contrarios a la revolución, no es que se dejaron impresionar especialmente por uno u otro atentado de
derecha o de izquierda, sino que, por el conjunto de lo que veían relativo a política y violencia, pudieron
temer que la revolución se estaba ya actuando o estaba a punto de estallar. Así que, activamente o
pasivamente, dieron libre paso al golpe, a la guerra civil y al hundimiento de la democracia».326 ​ Ranzato
concluye que es discutible «perpetuar la imagen de una España de anteguerra básicamente liberal y
democrática, con un gobierno capaz de garantizar la continuidad de su régimen político-económico sin
ningún peligro concreto de subversión revolucionaria, que habría sido arrastrada a la guerra civil solo por
un golpe militar reaccionario y fascista».327 ​

Joan Maria Thomàs coincide plenamente con la conclusión final de Ranzato, pues como este cuestiona «la
idea de que los gobiernos republicanos defendieron la democracia aplicando escrupulosamente la legalidad
vigente en su lucha contra los enemigos del régimen en la primavera de 1936» y su correlato de que «la
democracia republicana de julio de 1936 fue una democracia asentada, aceptada, legalmente
impecable».328 ​Según Thomàs, esta visión tan idealizada de la democracia republicana bajo los gobiernos
del Frente Popular fue elaborada y difundida por el bando republicano durante la guerra civil y desde el
exilio (en este sentido, afirma Thomàs, los republicanos ganaron «las batallas de la legitimidad moral y de
la propaganda, aunque en desgraciado contraste con la victoria más importante, la militar», mientras que
«los franquistas siempre arrastraron su pecado original inverso, el de haber alterado con éxito la voluntad
popular y de ser, por tanto, ilegítimos»).329 ​Por otro lado, Thomàs sostiene una posición más matizada que
la de Payne y de Ranzato en cuanto a la importancia de la campaña de agitación de las derechas pues
afirma que existió «una política deliberada y continuada de hostigamiento por parte de la ultraderecha a los
gobiernos del Frente Popular» (destaca la violencia falangista; la contribución de los alfonsinos «a crear el
clima de desorden», especialmente con «su actitud en las Cortes [que] fue de continua denuncia de la
situación del país y de creación de un clima de agitación que contribuyó a enrarecer aún más el ambiente de
deterioro del orden público»; y la de los carlistas que tuvieron «un papel aún más importante» que los
alfonsinos «a la hora de la agitación y actuación violenta de la primavera de 1936; para ello contaban con
sus milicias, los requetés»),330 ​ pero afirma también, en lo que coincide con Payne y con Ranzato, que no
fue solo la extrema derecha la que pretendió derribar la República, sino que «otros partidos y sindicatos,
desde posturas diametralmente opuestas, también estaban dispuestos a acabar con la democracia para
trocarla por otro tipo de régimen, y actuaban en consecuencia».331 ​

Thomàs, como Payne y Ranzato, hace a la izquierda responsable principal del deterioro del orden público.
«Ocupaciones ilegales de tierras en provincias del centro y del sur —en parte auspiciadas por
ayuntamientos de izquierdas, sobre todo socialistas— y otras veces fruto de la presión de los propios
sindicatos de trabajadores del campo; cierre arbitrario de iglesias al culto e incendios de templos
contribuyeron todos ellos al clima de deterioro del orden. Por otra parte, existía un malestar creciente entre
patronos y empresarios por los nuevos acuerdos salariales, con incrementos muy grandes y que en todo
caso sobrepasaban en muchos casos la rentabilidad, dándose casos en que los gastos de recolección
superaban el precio de la cosecha. Fue aquella una primavera de huelgas, y muchas de ellas se saldaron con
victorias sindicales, fueran anarcosindicalistas o socialistas».332 ​ Y al igual que Payne y Ranzato, Thomàs
acusa al gobierno del Frente Popular de pasividad ante estos hechos333 ​(Thomàs, como Payne y Ranzato,
considera que tal vez se perdió una posibilidad de estabilización de la situación cuando el socialista
Indalecio Prieto no pudo acceder a la presidencia del gobierno por el veto del sector caballerista de su
partido), y también de dar un trato diferente a la violencia de las izquierdas y a la de las derechas, como lo
demostraría, por ejemplo, el hecho de que el gobierno no liberara a los dirigentes de Falange Española de
las JONS ni levantara la clausura de sus sedes o la autorización de su prensa cuando el Tribunal Supremo
sentenció en junio que era un partido absolutamente legal, o que cuando se producían altercados entre
falangistas e izquierdistas la policía detenía a centenares de falangistas y derechistas, pero a ningún
socialista o comunista.334 ​ También, como Payne y Ranzato, considera la culminación de ese proceso la
falta de reacción del gobierno ante el asesinato del líder Monárquico José Calvo Sotelo («un hecho
especialmente grave al producirse por fuerzas de orden público que llevaban como auxiliares a militantes
socialistas —uno de ellos, escolta de Indalecio Prieto— y como jefe al capitán de la Guardia Civil, Condés,
también ligado al PSOE»), decepcionando a aquellos sectores que habían apoyado al Frente Popular y que
hacía tiempo reclamaban un «golpe de timón». Al igual que Ranzato, Thomàs concluye que, a diferencia
de La Sanjurjada de agosto de 1932, el golpe de Estado de julio de 1936 «encontró el apoyo no solo de la
ultraderecha, sino también de muchos sectores derechistas, de muchos católicos y de muchas personas que
querían que el orden público fuese restaurado a toda costa». La responsabilidad primera de la guerra civil
recae en los que se alzaron contra la República, «pero aquellos que deberían haber defendido la
Constitución no supieron hacerlo ni mantener las condiciones de convivencia política imprescindible,
desactivando las bases y fundamentos de los golpistas». «Los gobiernos republicanos de la primavera y
primeras semanas del verano del 36 habían fracasado a la hora de desarticular el golpe y, más importante, a
la hora de mantener el orden público y la estabilidad política y social del país».335 ​

Fernando del Rey Reguillo hace responsable principal de la crítica situación que se vivió específicamente
en la España meridional al proceso de radicalización del socialismo caballerista y que caracteriza de la
siguiente forma: «la constitución de un contrapoder protorrevolucionario a escala municipal, las continuas
vulneraciones de la ley, las ocupaciones de fincas, las pulsiones anticlericales o el acoso a la ciudadanía
conservadora, cuando no las agresiones frontales y choques manifestados desde múltiples flancos». Y a
continuación explica que esos elementos «no fueron una creación de la propaganda sobredimensionada de
las derechas —por más que sus dirigentes buscaran explotar en beneficio propio el desorden público—, tal
como tantas veces han escrito los historiadores y polemistas obsesionados con rebatir la lectura que a
posteriori hizo la dictadura franquista de aquella primavera "trágica". Una lectura que sin duda persiguió
justificar el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Es verdad que el tremendismo de los dirigentes
derechistas, activado en el Parlamento o en la prensa, se apoyó en estadísticas incompletas y repletas de
inexactitudes. Pero lo que revelan los estudios locales, al menos en el caso que nos ocupa [la provincia de
Ciudad Real] y en el de Andalucía, es que aquellos parlamentarios se quedaron cortos. Obviamente, al
constatar esto no se trata de dar la razón a los amanuenses del franquismo, ni conferir legitimidad a las
tramas conspirativas que se pergeñaban en la primera mitad de 1936, pues de ningún modo se sostiene aquí
que hubiera una revolución comunista en marcha, que el fracaso de la democracia republicana fuera
inevitable o que la guerra civil hubiera empezado de hecho en octubre de 1934».336 ​

José Manuel Macarro Vera, refiriéndose a Andalucía, también señala a los socialistas y a las restantes
organizaciones obreras como los responsables de que «el Gobierno republicano en Andalucía [fuera] un
remedo de poder». En cuanto al conjunto de España, Macarro Vera culpa sobre todo a la radicalización
socialista —y a la división del PSOE que provocó— de la desestabilización de la República pues «mientras
los republicanos y los centristas del PSOE [encabezados por Prieto] se habían buscado para recuperar la
República, la izquierda socialista se desentendió de un régimen al que siempre vio como una estación de
paso. La quiebra del socialismo, áspera y rotunda, terminó bloqueando el proyecto de todos para rescatarlo,
pues en 1936, el grupo caballerista, que predominaba dentro del socialismo, había abjurado de la
revolución republicana en la búsqueda de una bien distinta, de la obrera».337 ​ En cuanto a la pregunta que
él mismo se formula de si se vivió una «situación revolucionaria» durante la primavera e inicio del verano
de 1936 Macarro Vera responde: «En tanto las relaciones entre las clases sociales se estaban invirtiendo y
en cuanto el poder del Estado se estaba desmoronando en beneficio de nuevos poderes locales, que
controlaban los partidos obreros, sin duda. Por el contrario, si observamos que esos poderes emergentes
carecían de un proyecto político común que les encaminase a encarar lo que es esencial en cualquier
sociedad moderna, el núcleo de decisión política, el mismo Estado, a esta situación revolucionaria le faltaba
la cabeza. Sin ella, sin pensar que ese cúmulo de nuevos poderes, para subsistir, necesitaban plantearse el
de aquel con mayúsculas, el Poder, la revolución acéfala podía derivar en cualquier cosa».338 ​ Por otro
lado, Macarro Vera añade (en lo que coincide plenamente con Payne, Ranzato, Thomàs y del Rey
Reguillo): «la política revolucionaria, negando el compromiso de mantener al Gobierno y a la autoridad del
Estado, era la que había impulsado a tantos a poner sus esperanzas en el fascismo o en un militar, por un
efecto sustancial a la condición humana: el miedo a desaparecer».339 340
​ ​

Luis Romero ha afirmado que «de haberse seguido la política propugnada por Azaña y respetando la
Constitución y las leyes, de haberse dominado la subversión y no seguir amenazando de manera constante,
si no se hubiesen organizado y exhibido las milicias, de no anunciarse como inminente la revolución social
y la dictadura del proletariado con todo lo que ello suponía, de no producirse de continuo incendios,
agresiones y violaciones de la ley, no habría estallado el "Glorioso Movimiento Nacional". Ni los militares
monarquizantes y golpistas disponían de fuerza real y prestigio suficiente, ni los monárquicos tenían
influencia, audiencia ni poder que bastara a la empresa, ni los falangistas eran capaces de subvertir el orden
más que en pequeña proporción (y ya quedó patente que unas palabras alentadoras de Azaña resultaron
suficientes para atraer alabanzas y frenar la violencia), ni los carlistas se hubiesen echado al monte. [...] Que
quienes creían en la eficacia de la dictadura del proletariado y en las excelencias del modelo de sociedad
impuesto en la URSS se esforzaran en aplicarlo a España, hay que aceptarlo. El error radicó en la
convicción de que podía hacerse sin apenas resistencia, sin guerra civil y que de llegar a desencadenarse, la
ganarían aplastando al enemigo. En cuanto a la Iglesia, que resultó un factor importante para inclinar a la
beligerancia a varios millones de españoles, nunca se habría decidido a predicar la "Guerra Santa", sin
comprobar en carne propia que estaba en peligro su propia supervivencia».341 ​

El conato de golpe de Estado del 20 de abril

En abril la conspiración se extendió entre los militares derechistas, impulsada especialmente por la Unión
Militar Española, aunque existía una escasa coordinación entre los oficiales comprometidos en las
diferentes guarniciones. Por otro lado, tal como se había acordado en la reunión del 8 de marzo, en Madrid
se reunía cada cierto tiempo una autoproclamada «junta de generales» («junta de jubilados», en la versión
de Stanley G. Payne de 2016)342 ​para intentar coordinar a todos los implicados en la conspiración, aunque
sin demasiado éxito. En cuanto a los elementos civiles, según Payne (1996), «Calvo Sotelo y otros líderes
de la derecha monárquica radical se dedicaban a incitar al ejército, mientras los carlistas habían formado su
propia Junta Suprema Militar Carlista al otro lado de la frontera, en San Juan de Luz, y los falangistas
también se preparaban para entrar en acción. Algunos de los sectores más moderados de las JAP, las
juventudes de la CEDA, como los que dependían de la rama valenciana de la democracia cristiana,
empezaron a conspirar por su cuenta, y de manera ineficaz, a los pocos días de la victoria del Frente
Popular».343 ​ En su obra de 2016 Payne redujo la importancia de la aportación de la trama civil: de los
carlistas dijo que los requetés tenían poca importancia, excepto en Navarra; que Falange, que había sido
ilegalizada en marzo, carecía de una verdadera milicia paramilitar y que solo contaba con «pequeñas
escuadras clandestinas armadas casi siempre con pistolas» que eran las que perpetraban los asesinatos
políticos; y que Calvo Sotelo y los monárquicos, que «predicaban una dictadura corporativa introducida por
los militares», encontraban poco apoyo, excepto en cierto sector de
la UME. Payne concluía que los conatos de conspiración, de los
que tenía cierto conocimiento el Gobierno, «eran muy limitados y
de poca importancia».250 ​

El 17 de abril, al día siguiente de los incidentes durante el entierro


del alférez de la Guardia Civil Anastasio de los Reyes,242 ​ los
generales conjurados se reunieron en casa del general Manuel
González Carrasco.344 ​ Allí ratificaron el plan de sublevación
acordado en la reunión del 8 de marzo y decidieron ponerlo en
marcha tres días después, el 20 de abril. El grupo se había ampliado
con la incorporación del general republicano Gonzalo Queipo de
Llano indignado por la destitución por las Cortes diez días antes de
su consuegro Niceto Alcalá Zamora como presidente de la
República ―el procesamiento el 11 de marzo del general Eduardo
López Ochoa, responsable de la represión de la Revolución de
Asturias, también había causado un hondo malestar en los
militares―345 346
​ ​. El plan consistía en la toma del Ministerio de la El general Manuel Goded hacia
Guerra en Madrid ―guarnición cuya sublevación estaría dirigida 1930. Participó en todas las
por los generales Rodríguez del Barrio, recientemente nombrado conspiraciones y en los conatos e
inspector general del Ejército, 347 ​ y Orgaz― desde donde se intentos de golpe de Estado. En el
declararía el estado de guerra. El movimiento lo iniciarían las conato de golpe de Estado del 20 de
Divisiones Orgánicas IV (González Carrasco en Barcelona) y VI abril tendría que haber encabezado
(Fanjul en Burgos y Mola en Navarra y Rioja, en contacto con la la sublevación de la III División
UME), secundadas por la III (Goded en Valencia) y II (Sevilla). Orgánica con sede en Valencia. En
Quedarían a la espera la VIII (La Coruña) y la VII (Ponte y el golpe de Estado de julio de 1936
Saliquet en Valladolid). El 19 se enviaron instrucciones a la Junta le fue encomendada la sublevación
Central de la UME para que acuartelara las tropas de la guarnición de la IV División Orgánica, pero
de Madrid que quedarían a las órdenes del general Rodríguez del cuando llegó a Barcelona en un
Barrio, aunque este se encontraba gravemente enfermo de cáncer hidroavión procedente de las islas
Baleares, a donde lo había destinado
(meses después moriría a causa de ello)344 ​. También habían sido
el gobierno, la rebelión había
alertadas las milicias de Falange y el Requeté. Pero el plan fracasó
fracasado. Fue detenido, condenado
por la indecisión de Rodríguez del Barrio que pretendió que el
a muerte y ejecutado.
golpe se aplazara unos días hasta que él se recuperara ―el 18 llamó
al general Varela para que fuera a su casa donde estaba en cama
con fiebre y Varela se indignó cuando le contó lo que pretendía―348 ​ y por la negativa a secundar el
movimiento del general Pozas, inspector general de la Guardia Civil. También fue decisivo en el fracaso la
estrecha vigilancia a la que fueron sometidos por la policía los generales implicados. Fueron detenidos los
generales Orgaz y Varela que fueron confinados en Canarias, el primero, y en el Castillo de Santa Catalina
en Cádiz, el segundo, mientras que los generales Villegas, Saliquet, González Carrasco y Fanjul pasaban a
ser disponibles forzosos. Este último general logró escapar junto con el teniente coronel
Galarza.349 350
​ 351
​ 352​ 353
​ 354
​ 242
​ 347​ ​ El general Rodríguez del Barrio fue destituido de su puesto de
inspector general del Ejército. 347 ​ La policía se apoderó de algunos documentos en los que figuraban los
componentes de la Junta que iba a hacerse con el poder y que estaría presidida por el general Sanjurjo, en
esos momentos exiliado en Portugal, y de la que formarían parte los generales Martínez Anido, Franco,
Mola, Goded, Queipo de Llano y Cabanellas.347 ​ Payne (2016) concluye: «la inútil reunión de generales
jubilados en Madrid había fracaso totalmente en su intento de fomentar un golpe de Estado para el 20 de
abril».355 ​
A partir de entonces, «el plan de una sublevación con centro en Madrid fue prácticamente abandonado» y
por otro lado «Sanjurjo quedaba sin los dos hombres que habían sido sus principales portavoces en Madrid,
Varela y Rodríguez del Barrio».356 ​ Por su parte el gobierno, aunque trasladó a varias decenas de oficiales
a nuevos destinos o los retiró del servicio activo, «no calibró el alcance de la Sublevación Militar y
prácticamente se quedó corto en las medidas que debió tomar para neutralizar al Ejército, que volvería a
intentarlo de nuevo».357 ​

La conjura definitiva: el general Mola «Director» de la conspiración

El fracaso de la intentona prevista para el 20 de abril causó una


enorme decepción entre los falangistas y los requetés, pero sobre
todo entre los oficiales de la UME,358 ​ que ya habían advertido de
que el golpe no había sido bien preparado al no asegurarse
previamente un número significativo de mandos dispuestos a
secundarlo y al haber elegido a un general gravemente enfermo
como Rodríguez del Barrio para dirigirlo. Así que varios capitanes
de la UME destinados en unidades militares comprometidas del
norte de España se dirigieron al general Mola359 ​ el mismo día 19
de abril en Pamplona para que fuera él el que dirigiera la
conspiración,360 ​ manteniendo al general Sanjurjo como cabeza
indiscutible del movimiento361 ​ y a quien la UME pasó a
considerarlo como su jefe. El general Mola, como «jefe del Estado
Mayor del general Sanjurjo» ―Mola estaba ligado a Sanjurjo por
una vieja amistad y colaboración―362 ​, obtuvo el reconocimiento
de la «Junta de Generales» y así se convirtió en «El
El general Emilio Mola. Tras el Director».363 364
​ 365​ 366
​ 367
​ ​De esta forma, el fiasco del golpe de
fracaso del conato de golpe de Estado del 20 de abril, acabó sentando «las bases de lo que vendría
Estado del 20 de abril, se hizo cargo a continuación: un movimiento de primacía militar, con el apoyo
de la organización de la subordinado de las fuerzas políticas de derechas, un proyecto
conspiración, por lo que fue conocido centrado en la idea del Frente Popular como enemigo común, un
con el nombre en clave de «El táctica centrípeta, el general Sanjurjo como líder espiritual y Mola
Director». Mola fue el que definió el como responsable máximo del diseño y la puesta en marcha de la
plan político y militar del golpe de sublevación».368 ​
Estado de julio de 1936 cuyo relativo
fracaso provocó la guerra civil La conspiración con el general
española. Insistió en sus Mola al frente ganó en Las circunstancias
Instrucciones reservadas en que «la organización y resolución. gravísimas porque
acción ha de ser en extremo violenta atraviesa la Nación debido
«Militar meticuloso y estudioso
para reducir lo antes posible al a un pacto electoral, que ha
en todo los detalles, dejó pocos tenido como consecuencia
enemigo, que es fuerte y bien cabos sueltos», afirma inmediata que el Gobierno
organizado», intentando evitar así 370 sea hecho prisionero de las
Francisco Alía Miranda ​ (sin
los errores cometidos durante la organizaciones
embargo, esta visión de la
fracasada Sanjurjada de cuatro años revolucionarias, lleva
conspiración de Alía Miranda fatalmente a España a una
antes.
como un «movimiento situación caótica, que no
meticulosamente organizado» existe otro medio de evitar,
es puesta en cuestión por Stanley G. Payne que afirma que se trató de que mediante la acción
violenta. Para ello los
«una conspiración mal conectada y de organización muy incierta»).228 ​ elementos amantes de la
El 25 de abril, solo seis días después de su aceptación de organizar la Patria tienen forzosamente
conspiración —aunque todavía no había adoptado el nombre en clave que organizarse para la
de «El Director»—371 ​ Mola envió la «Instrucción reservada número Rebeldía, con el objeto de
1» ―siguiendo el modelo conspirativo del republicano Manuel Ruiz conquistar el poder e
Zorrilla de sesenta años antes―. 363 ​ En esta primera directiva, que imponer desde él, el orden,
la paz y la justicia
Payne califica de «esquema rudimentario» de la conspiración pero que —Preámbulo de la
Luis Romero considera «un plan insurreccional en toda regla»,372 371 ​ ​ Instrucción Reservada nº 1
Mola afirmaba que debido al pacto del Frente Popular el gobierno «se (25 de abril de 1936)369
ha hecho prisionero de las organizaciones revolucionarias» y que no
existía otro medio de evitar la «situación caótica» que vivía España que
«la acción violenta». «Para ello, los elementos amantes de la patria tienen forzosamente que organizarse
para la rebeldía, con objeto de conquistar el poder e imponer, desde él, el orden, la paz y la justicia»,
continuaba diciendo.373 ​

El protagonismo de la rebelión sería de las Fuerzas Armadas, aunque Mola esperaba contar «con las
aportaciones en hombres y material y elementos de todas clases faciliten los grupos políticos, sociedades e
individuos aislados que no pertenezcan a partidos, sectas y sindicatos que reciben inspiraciones del
extranjero, socialistas, masones, anarquistas, comunistas, etc.».373 ​ Para llevar a cabo la sublevación Mola
propugnaba el establecimiento de dos organizaciones: una civil estructurada por provincias y otra militar
por Divisiones Orgánicas. En cada provincia el comité civil, formado por «un número de miembros
variables, elegidos entre los elementos de orden, milicias afectas a la causa y personas representativas de las
fuerzas o entidades económicas, de composición lo más reducida posible», proporcionaría como apoyo al
Ejército personas con formación militar dispuestas «a la lucha y a morir por nuestra santa causa». Como ha
señalado Eduardo González Calleja, «la implicación civil era esencial para el triunfo del movimiento, pero
siempre en situación subordinada».374 375​ 376
​ 377
​ 372
​ ​ «Es cierto que Mola diseñaba un "frente cívico-
militar" pero no lo es menos que ése nunca llegó a funcionar. Esos comités [civiles] no existieron como
tales. Por lo demás, está perfectamente claro que el objetivo político de la insurrección no era otro que la
"Dictadura militar"», afirma Julio Aróstegui.378 ​

En la Base 5ª de la «Instrucción reservada número 1» se decía que el golpe tendría que ir acompañado de
una violenta represión, lo que, según Paul Preston, «reflejaba las prácticas seguidas por los africanistas con
las tribus indígenas del Rif». El objetivo primordial era «paralizar a la izquierda»:379 380
​ 381
​ 382
​ 383​ 372
​ ​

Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al
enemigo, que es fuerte y bien organizado.

Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades y
sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para
estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas.

En unas instrucciones específicas posteriores dirigidas a la VII División Orgánica con sede en Valladolid,
que cuenta con un fuerte movimiento obrero, el general Mola dispone que en caso de que se declarara la
huelga general:384 ​

Se comunicará a los obreros la orden de reintegrarse al trabajo, advirtiéndoles que, de no


hacerlo, se ejercerán ejemplares castigos en los más destacados miembros de la directiva del
sindicato correspondiente o del partido político. Puede asegurarse que con este enérgico
sistema ninguna huelga durará más de veinticuatro horas...

En el punto 4.º de la «Instrucción reservada nº 3» del 31 de mayo Mola ordenaba que se procurara «por
todos los medios, en el momento de declararse el Estado de Guerra, que el Comité Civil tenga preparada
gente para que aplauda con entusiasmo a las Fuerzas, para que éstas se vean asistidas por el pueblo. Será
conveniente que se den vivas al Ejército, a la Marina y España Republicana».385 386​ ​ Pocos días después,
el 3-4 de junio, un nutrido grupo de policías y de Guardias de Asalto se presentó en Pamplona al mando del
propio director general de Seguridad José Alonso Mallol para detener al general Mola y acabar con la
conspiración pero no pudieron encontrar ninguna prueba porque Mola había sido avisado de la operación
por el comisario Santiago Martín Báguenas, implicado en la conjura y antiguo colaborador suyo cuando
Mola ocupó la Dirección General de Seguridad en 1930.387 388
​ 389
​ 390
​ 391
​ ​

El 20 de junio Mola emitió la «Instrucción reservada número 5» en la que al final decía que «ha de
advertirse a los [militares] tímidos y vacilantes que aquél que no está con nosotros, está contra nosotros, y
que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros, el movimiento triunfante
será inexorable».392 393
​ 394
​ ​ Cuatro días después volvía a insistir en las «Directivas para Marruecos» en
que el levantamiento debía ser «desde luego, de una gran violencia. Las vacilaciones no conducen más que
al fracaso».395 396
​ ​ El 30 de junio el teniente coronel Juan Yagüe, nombrado por Mola jefe de la
sublevación en el Protectorado, recibió unas instrucciones más detalladas y explícitas sobre la forma de
organizar la represión, que incluían, entre otras medidas: «conferir el mando del orden público y seguridad
en las ciudades a elementos de la Falange», «detener a las autoridades españolas que sean sospechosas,
especialmente las encargadas del Orden Público y la Seguridad» y «eliminar los elementos izquierdistas:
comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones, etc.».397 ​ Además: «clausurar todos los locales de
reuniones públicas tales como Centrales sindicales, Logias masónicas, Sedes de Partidos, Casas del Pueblo,
Ateneos, etc.», «prohibir toda clase de manifestaciones, huelgas, reuniones públicas y privadas», «controlar
la prensa, sometiéndola a censura», «requisar todos los aparatos de radio en poder de particulares» y
«someter a todos los funcionarios civiles españoles a una depuración».398 ​ El propósito del general Mola
iba, pues, más allá de un mero pronunciamiento y se disponía a «situarse en un escenario de guerra
civil».242 ​

Según Gabriele Ranzato, las adhesiones de militares a la conspiración que encabezaba el general Mola
fueron creciendo conforme se iba deteriorando el clima político y social que vivía el país. Esto es lo que
explicaría que entre finales de mayo y principios de junio se sumaran a la conspiración militares
republicanos como los generales Gonzalo Queipo de Llano, inspector general del Cuerpo de Carabineros, y
Miguel Cabanellas, jefe de la V División Orgánica con sede en Zaragoza.399 ​

El plan político de la sublevación

El general Mola diseñó un plan político de la sublevación que pudiese ser asumido por todas las fuerzas
políticas de la derecha, pues Mola era muy consciente de la importancia del apoyo civil al movimiento que
estaba preparando.400 ​Pero también pensó en los propios militares pues los había desde muy reaccionarios
y fascistas hasta republicanos, sin olvidar a los que no tenían unas ideas políticas definidas.401 ​ El primer
esbozo del plan político apareció en su primera «Instrucción reservada» del 25 de abril en cuya Base 6ª se
explicaba la naturaleza del régimen político que resultaría de la sublevación:380 ​

Conquistado el Poder, se instaurará una dictadura militar que tendrá por misión inmediata
restablecer el orden público, imponer el imperio de la ley y reforzar convenientemente al
Ejército, para consolidar la situación de hecho, que pasará a ser de derecho.

El documento en el que expuso de forma detallada lo que se pretendía hacer una vez tomado el poder fue
emitido por Mola el 5 de junio con el título «El Directorio y su obra inicial».400 402​ ​ Según el carlista
Manuel Fal Conde, el documento fue elaborado conjuntamente por Mola, Cabanellas y Queipo de Llano y
contenía todo un programa político que incluía la erradicación del analfabetismo, el subsidio de paro, el
fomento de la pequeña propiedad y de la explotación colectiva para resolver el problema de la tierra, el
saneamiento de la Hacienda pública y un plan de obras públicas y riegos, entre otras medidas. Según el hijo
del general Cabanellas, los tres generales se habían inspirado en la propuesta autoritaria de una Dictadura
Nacional Republicana del exministro republicano conservador Miguel Maura, único modo a su entender de
hacer frente a las amenazas revolucionarias y fascistas dado el carácter sectario y demagógico que, según
él, tenía la Constitución de 1931 y la intransigencia que mostraba el
Frente Popular.403 404​ ​ Sin embargo, los seis artículos donde
exponía su propuesta fueron publicados en el diario El Sol entre el
18 de junio y el 27 de junio, entre dos y tres semanas después de
haberse difundido el documento «El Directorio y su obra inicial».
Además, Maura defendía una dictadura republicana multipartidista
(algo bastante alejado del documento de Mola). Por otro lado,
Maura en esos artículos se mostraba muy pesimista sobre el futuro
de la República: «Hoy, la República no es otra cosa —quiero creer
que inconsciente— que la parte exaltada y revolucionaria de la
masa proletaria que... prepara con prolija minuciosidad el asalto al
poder y el exterminio de la organización social, capitalista y
burguesa.[...] Si la República ha de ser eso, la República está
inexorablemente condenada a una muerte próxima, a manos de
esos mismos que hoy se dicen sus únicos defensores, o, lo que es
El político republicano conservador más probable, a manos de la reacción opuesta». «No abrigo la
Miguel Maura en 1936. Al parecer su menor esperanza de que mis razonamientos logren convencer a
propuesta de una "Dictadura quienes tienen sobre sí el peso de la mayor responsabilidad en la
Nacional Republicana" inspiró el plan
hora actual de España».405 ​
político elaborado por el general Mola
con la colaboración, según parece, El documento «El Directorio y
de los generales Cabanellas y su obra inicial» defendía la El Directorio y su obra
Queipo de Llano. implantación de una «dictadura inicial
republicana» dirigida por un [...]
Los primeros Decretos
Directorio compuesto Leyes [promulgados por el
exclusivamente por militares ―a semejanza del Directorio militar de Directorio, "que ejercerá el
Primo de Rivera―406 407 ​ 372​ ​. El Directorio estaría compuesto por poder en toda su amplitud",
cinco militares: un presidente, el general Sanjurjo, y cuatro vocales y que "serán refrendados
en su día por el Parlamento
encargados respectivamente de los ministerios de la Guerra, Marina, Constituyente elegido por
Gobernación y Comunicaciones (los demás departamentos serían sufragio, en la forma que
desempeñados por consejeros técnicos, que se podrían reunir con los oportunamente se
cinco miembros del Directorio en los llamados Consejos plenos).408 ​ El determine"] serán los
siguientes:
Directorio una vez controlado Madrid depondría al presidente de la a) Suspensión de la
República y al Gobierno en pleno, suspendería la Constitución de 1931 Constitución de 1931.
―aunque mantendría la separación Iglesia-Estado, la libertad de culto y b) Cese del Presidente de
algunas políticas sociales―, disolvería las Cortes, el Tribunal Supremo la República y miembros
y el de Garantías Constitucionales, e ilegalizaría a «todas las sectas y del Gobierno.
c) Atribuirse todos los
organizaciones políticas que reciben su inspiración del extranjero». poderes del Estado, salvo
Además se restablecería la pena de muerte para delitos de el Judicial, que actuará con
sangre.395 409
​ 410
​ 411
​ 276
​ ​ Asimismo se detendrían y juzgarían a todos arreglo a las Leyes y
los dirigentes y militantes significados de los partidos y organizaciones Reglamentos
de la izquierda así como a los militares que no hubieran querido preestablecidos que no
sean derogados o
sumarse a la sublevación.406 407
​ ​ El Directorio, que «ejercerá el poder modificados por otras
con toda su amplitud», gobernaría mediante decretos-leyes que «serán disposiciones.
refrendados en su día por el Parlamento constituyente, en la forma que d) Defensa de la dictadura
oportunamente se determine». En el documento también se hablaba de republicana. Las sanciones
de carácter dictatorial serán
un «nuevo sistema orgánico del Estado».409 276 ​ ​ Nada se decía, sin aplicadas por el Directorio
embargo, sobre qué bandera se utilizaría, si la bicolor de la monarquía o sin intervención de los
la tricolor de la República,406 407 ​ ​ aunque en las «Instrucciones Tribunales de Justicia.
reservadas» emitidas el 31 de mayo Mola había dispuesto que el e) Derogación de las leyes,
reglamentos y
levantamiento se hiciera con vivas a la «España Republicana».388 ​ disposiciones que no estén
Según Julio Aróstegui, el de acuerdo con el nuevo
documento, «cuyo grado de sistema orgánico del
Estado.
aceptación por el conjunto de f) Disolución de las actuales
los conspiradores, sin embargo, Cortes.
desconocemos» (aunque g) Exigencia de
Roberto Muñoz Bolaños afirma responsabilidades por los
que los generales conjurados le abusos cometidos desde el
poder por los actuales
dieron su aprobación)412 ​, era gobernantes y los que le
El general Queipo de Llano (en «contradictorio en algunos han precedido.
segundo plano, vestido de militar), aspectos» ―«destruía y h) Disolución del Tribunal
junto al presidente de la República pretendía conservar, al mismo de Garantías.
tiempo, el régimen i) Declarar fuera de la Ley
Niceto Alcalá-Zamora (en primer
todas las Sectas y
plano), el ministro de Obras Públicas republicano»― y también «un Organizaciones políticas
Indalecio Prieto (detrás del completo galimatías propio de que reciben su inspiración
presidente) y otras personalidades la mentalidad típica del Ejército del extranjero.
en San Sebastián en 1932. Queipo en los años veinte y treinta» j) Separación de la Iglesia
de Llano se sumó a la conspiración ―«no era una sublevación del Estado. Libertad de
Cultos y respeto de todas
tras la destitución de su consuegro monárquica, tenía inspiraciones las Religiones.
Alcalá Zamora de la presidencia de fascistas, rechazaba el k) Absorción del paro y
la República. Al parecer colaboró con integrismo católico y presentaba subsidio a los obreros en
el general Mola en la elaboración del ciertos pujos paro forzoso comprobado.
documento "El Directorio y su obra 413 l) Extinción del
“regeneracionistas”―. ​ Por analfabetismo.
inicial" que definía el plan político de su parte, Francisco Alía m) Creación del carnet
la sublevación.
Miranda, afirma que «el fin electoral. En principio no
político del golpe de Estado tendrá derecho a él los
estaba tan indeterminado como analfabetos y quienes
hayan sido condenados por
en ocasiones anteriores. No quería explicitar mucho para evitar que se delitos contra la propiedad
retiraran algunos apoyos políticos conseguidos, como la CEDA, y las personas.
Renovación Española, Falange y Comunión Tradicionalista. Se n) Plan de Obras Públicas y
presentaba como un movimiento apolítico, incluso dentro de la Riegos de carácter
República, porque lo único que dejaron claro es que no era remunerador.
o) Creación de Comisiones
monárquico». En una de las “Normas de ejecución” enviadas por Mola Regionales para la
se prohibía «todo género de manifestaciones de tipo político que resolución de los
pudieran quitar al movimiento el carácter de neutralidad absoluta que lo problemas de la tierra,
motiva».414 ​ Stanley G. Payne considera que «probablemente» lo que sobre la base del fomento
de la pequeña propiedad y
el general Mola quería instaurar era «un sistema corporativo parecido a de la explotación colectiva
la república autoritaria del Estado Novo del vecino Portugal»367 ​ o al donde ella no fuere posible.
régimen de Pilsudski en Polonia, y no un «sistema fascista p) Saneamiento de la
revolucionario o de tipo "italiano"». «No era un programa de extrema Hacienda.
derecha, sino que representaba una especie de común denominador de q) Ordenación de la
Industria de Guerra.
los grupos anti-izquierdistas de las derechas de diferentes matices, y no r) Restablecimiento de la
tenía nada que ver con la conspiración paralela de los pena de muerte en los
monárquicos».415 ​ delitos contra las personas,
siempre que produzcan la
Sin embargo, el documento elaborado por Mola, con la colaboración al muerte o lesiones que
ocasionen la inutilidad para
parecer de Queipo de Llano y de Cabanellas, no coincidía plenamente el ejercicio de la profesión
con el proyecto político del general Sanjurjo, el jefe de la conspiración de la víctima.
destinado a presidir el Directorio militar. En una carta que le envió al
general Mola el 9 de julio con motivo de las desavenencias de este con El Directorio se
los carlistas, Sanjurjo le explicó sus planes tras la toma del poder que comprometerá durante su
gestión, a no cambiar el
coincidían más con la Comunión Tradicionalista que con el documento régimen republicano,
“El Directorio y su obra inicial”.416 ​ Así resume el historiador Julio mantener en todo las
Aróstegui el contenido de la carta que, según este historiador, reivindicaciones obreras
legalmente logradas,
«expresaba la quintaesencia del pensamiento de Sanjurjo», típico de los reforzar el principio de la
militares africanistas: «Se crearía… un gobierno “puramente apolítico”, Autoridad y los Órganos de
de militares, asesorado por un consejo de “hombres prominentes”. Se la Defensa del Estado,
revisaría todo lo legislado en “materia religiosa y social hasta el día” dotar convenientemente al
[“procurando volver a lo que siempre fue España”]. Deberían cesar “las Ejército y a la Marina para
que tanto uno como otro
actividades de los partidos políticos”. Y, en definitiva, habría que “ir a la sea suficientes, creación de
estructuración del país desechando el actual sistema liberal y Milicias Nacionales,
parlamentario” adoptando las normas de algunos países “para ellos organizar la Instrucción
modernas, pero seculares en nuestra patria”, lo que era un clara alusión Premilitar desde la Escuela
a los regímenes fascistas. El Gabinete militar duraría hasta “encauzar al y adoptar cuantas medidas
estimen necesarias para
país por las normas indicadas”».417 ​ Según Angel Viñas, «en puridad, crear un Estado fuerte y
no hay mucho de nuevo en este “testamento” [de Sanjurjo]. Se trataba disciplinado.
de ir hacia otra dictadura militar, solo que, al principio y por un periodo
indeterminado, sin ningún rey por encima. […] Sanjurjo presentaba un
proyecto regresivo, por no decir absolutamente reaccionario. El rechazo del sistema que había sustentado la
Restauración y la República era evidente, pero no apuntaba demasiadas ideas hacia el futuro… En
cualquier caso, Sanjurjo no veía la dictadura militar como un régimen permanente y silenció lo que vendría
después. Esto era algo muy comedido, pues en las fuerzas armadas, aunque predominaban los
monárquicos, también había elementos republicanos y otros meramente profesionales».418 ​

De todas formas el programa político diseñado por Mola consiguió el objetivo que pretendía: el apoyo al
golpe de todas las derechas antirrepublicanas sin excepción.419 ​

El plan militar de la sublevación

El general Mola concibió el plan militar de la sublevación concediendo el protagonismo a los militares en
activo con mando sobre tropas, y no a los militares retirados como había sucedido en intentonas anteriores
en las que habían tenido un papel relevante. Para Mola era esencial conseguir el apoyo de los comandantes
militares de las diferentes provincias, y sobre todo de los de las provincias que eran cabecera de las ocho
Divisiones Orgánicas pues de los generales que las mandaban solo había conseguido el apoyo de uno de
ellos, el general Cabanellas al mando de la V División Orgánica con sede en Zaragoza.420 242
​ ​Mola le dio
la vuelta el plan táctico que se había seguido hasta entonces. En lugar de partir de Madrid para irradiarse
luego al resto del territorio, Mola se propuso sublevar las guarniciones periféricas para que estas
convergieran sobre la capital.242 ​

El primer esbozo completo del plan estratégico de la sublevación lo emitió el general Mola el 25 de mayo
en el documento titulado «El objetivo, los medios y los itinerarios» que estaba prudentemente fechado en
Madrid.421 422
​ ​Comprobada la dificultad de hacerse con el poder en Madrid, opción que hubiera preferido
(pues «todo hecho que se realice en ella se adopta como cosa consumada por la inmensa mayoría de
españoles… el poder hay que conquistarlo en Madrid»),423 424 ​ ​ Mola elaboró un plan de conquista del
poder a partir de la sublevación de las Divisiones Orgánicas V (Zaragoza), VI (Burgos) y VII (Valladolid)
que formarían una columna cada una para converger sobre la capital por el Norte, mientras las otras
Divisiones Orgánicas sublevadas controlarían sus respectivas demarcaciones ―a la III División Orgánica
(Valencia) también se le encomendaba que enviara una columna hacia Madrid y otra hacia Cataluña―425 ​.
No había mucha esperanza en que las Divisiones Orgánicas I (Madrid) y II (Sevilla) se sublevaran.
También se dudaba de que la Aviación Militar se uniera, dada la fuerte presencia que había en su seno de la
Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA). En cada una de las Divisiones Orgánicas sublevadas los
generales al mando debían declarar el estado de guerra para poner en manos de los militares la autoridad de
los gobernadores civiles y de los alcaldes. En las «Instrucciones reservadas números 2, 3 y 4» emitidas el
31 de mayo se precisaban estos planes: Pamplona sería el «reducto
inexpugnable de la rebeldía» en caso de derrota y Burgos sería la
ciudad a la que volaría Sanjurjo desde Portugal para hacerse cargo
del poder.387 388
​ 389
​ 390
​ 426
​ 427
​ 428​ 242
​ ​ Así pues, según Stanley
G. Payne, el plan de Mola «abandonaba el esquema de golpe de
Estado y se formaba sobre la premisa de una guerra civil breve,
formando columnas de las fuerzas en cuarteles en el norte y en el
este para caer sobre Madrid en una lucha que se libraría con los
medios existentes. Mola no emprendió ninguna iniciativa seria para
ganar un apoyo extranjero».429 ​

En este primer plan de la sublevación el general Franco no


desempeñaba ningún papel,430 ​ lo que podría indicar que aún se
dudaba de su participación en la asonada. Con las que sí se contaba
era con las «masas ciudadanas de orden», formadas sobre todo por
Mapas que representan los planes
las milicias falangistas y los requetés carlistas.431 432 ​ ​ Poco
militares diseñados por el general
después se asignó al Comité Civil la misión de tener «preparada
Mola para dar el Golpe de Estado
gente para que aplauda con entusiasmo a las fuerzas, para que estas
que derribase el gobierno de la
se vean asistidas por el pueblo».433 ​ En una instrucción específica
República. En el de arriba aparece el
dirigida a la VII División Orgánica (Valladolid) Mola especificaba
plan inicial que consistía en la
que si en alguna de sus provincias se producía «un levantamiento sublevación de las Divisiones
armado de carácter civil perteneciente a elementos patriotas» (se Orgánicas V (Zaragoza), VI (Burgos)
refiere a las posibles sublevaciones independientes de falangistas y y VII (Valladolid) que formarían una
de requetés) el Ejército no sólo no debía reprimirlo, sino tenía que columna cada una para converger
«ponerse de su parte, pues hay que apoyar con toda decisión a los sobre Madrid por el Norte, mientras
buenos españoles que se sublevan contra un estado de cosas que las otras Divisiones Orgánicas
nos van a sumir en la ruina, la desolación y el descrédito».434 ​ sublevadas controlarían sus
respectivas demarcaciones ―a la III
A principios de junio se produjeron algunas novedades en el plan: División Orgánica (Valencia) también
el general republicano Queipo de Llano pasó de estar al frente de la se le encomendaba que enviara una
sublevación de la VII División Orgánica (Valladolid) ―de la que columna hacia Madrid y otra hacia
ahora se ocuparía el general Saliquet―435 ​ a hacerse cargo de la Cataluña―. En el mapa de abajo
sublevación de la II División Orgánica (Sevilla) y el también aparece el plan definitivo cuya
republicano general Cabanellas, jefe de la V División Orgánica principal novedad estribaba en que la
(Zaragoza), confirmó que se sumaba a la conspiración436 ​ ―Mola sublevación comenzaría en el
se entrevistó con él en Zaragoza el 7 de junio y acordaron las Protectorado Español de Marruecos
medidas para dominar la oposición que «opondría la gran masa para de esta forma establecer una
sindicalista» y la organización de las «columnas que habían de nueva línea de ataque sobre la
oponerse a que los catalanes pudieran invadir el territorio capital que operaría desde el sur,
reforzando así las posibilidades de
aragonés»―437 ​. Por otro lado, por esas mismas fechas el
éxito de la sublevación pues
banquero Juan March puso a disposición de Mola la suma de 600
obligaría al Gobierno a dividir sus
millones de pesetas a través de una cartera de
fuerzas para atender a los dos
valores.395 409
​ 410
​ 411
​ ​ A principios de julio se introduciría un frentes (norte y sur).
cambio de última hora: el general Goded pasaría a encabezar la
sublevación de la IV División Orgánica (Barcelona), mientras que
el general Manuel González Carrasco se encargaría de la III División Orgánica (Valencia). El motivo fue el
empeño del propio Goded, que empezaba a albergar dudas sobre las posibilidades de éxito del golpe.438 ​
Goded le pidió a Mola el cambio porque estaba convencido de que la sublevación tenía más opciones de
triunfar en Cataluña que en Valencia y para ello consiguió el apoyo de los oficiales de la UME que
desconfiaban de la capacidad de liderazgo del general González Carrasco, designado inicialmente para
sublevar la guarnición de Barcelona.439 440
​ ​
Pero a mediados de junio el general Mola dio un giro a su plan. Decidió que la sublevación comenzaría en
el Protectorado Español de Marruecos, «una decisión estratégica de gran importancia» provocada por «el
pesimismo sobre la situación en Madrid», según Francisco Alía Miranda,390 ​ valoración compartida por
Stanley G. Payne que añade: «Mola llegó a la conclusión de que, por sí solos, los acuartelamientos de la
península eran inadecuados para toda la operación y que la insurrección solo podría tener éxito si la mayor
parte de las unidades de élite se trasladaban desde Marruecos».441 ​ De esta forma establecía una nueva
línea de ataque sobre Madrid que operaría desde el sur, reforzando así las posibilidades de éxito de la
sublevación pues obligaría al Gobierno a dividir sus fuerzas para atender a los dos frentes (norte y sur).435 ​
En el protectorado se encontraba el Ejército más preparado que Mola conocía muy bien. Las dos columnas
que se formarían allí, sobre la base de la Legión y de los Regulares, pasarían a la península para avanzar
sobre Madrid por Despeñaperros, la vía más directa.390 442
​ 443
​ 444
​ ​

Mola contactó con el general Franco, comandante militar de


Canarias, para que se pusiera al mando del Ejército de África,445 ​
aunque el general Sanjurjo desconfiaba de él por no haber
participado en su sublevación de 1932446 ​ ―el primer contacto
directo de Mola con Franco se había producido a finales de mayo o
principios de junio mediante una carta enviada por Mola a
Tenerife―447 ​. Pero el general Franco evitó comprometerse
claramente448 ​ ―«a Mola le enfurecía la indecisión del general
Franco»―449 ​ por lo que algunos de los militares conjurados le
comenzaron a llamar "Miss Canarias" y "Mis Canarias de 1936"
por lo mucho que se dejaba cortejar.446 ​ Cuando el general
Sanjurjo tuvo conocimiento de las reticencias del general Franco a
comprometerse insistió en que no era indispensable. Se dice que
exclamó: «¡Con Franquito o sin Franquito, salvaremos
España».450 ​
El general Andrés Saliquet, quien
tras los cambios introducidos a Además el 23 de junio el general Franco le envió una carta al
última hora, se haría cargo de la presidente del gobierno Casares Quiroga en la que le aseguraba que
sublevación de la VII División no se estaba fraguando ninguna conspiración en el Ejército («faltan
Orgánica, con sede en Valladolid, de a la verdad quienes os presentan al ejército como desafecto a la
donde saldría una de las tres República, engañan quienes simulan complots», le decía)451 ​ y en
columnas que habían de converger la que se ofrecía implícitamente para restablecer el orden público y
sobre Madrid por el norte. acabar con cualquier movimiento golpista.390 442​ 443​ ​ En la carta
le decía que el propósito de la misma era informarle del «estado de
inquietud que en el ánimo de la oficialidad parecen producir las
últimas medidas militares», ya que tal vez el presidente del gobierno tenía una «información inadecuada»
sobre ese tema.452 ​ «No le oculto a V.E. el peligro que encierra este estado de conciencia colectivo [de los
militares] en los momentos presentes, en que se unen inquietudes profesionales con aquellas otras de todo
buen español ante los graves problemas de la patria».453 ​

Según Rafael Cruz, el motivo de la carta del general Franco «quizá» fue responder a la petición por parte
de la prensa de izquierdas del procesamiento del teniente coronel Juan Yagüe por su intervención en la
represión de la Revolución de Asturias de 1934.454 ​ En cambio Roberto Muñoz Bolaños afirma que la
carta era «un reflejo de la inquietud de la mayor parte de los militares españoles en ese momento» y que al
no obtener respuesta de Casares Quiroga esto fue lo que hizo que Franco se inclinara por sumarse a la
rebelión (a finales de junio o a principios de julio) y a partir de entonces mantuviera una línea de
comunicación con el general Mola.455 ​ Luis Romero hace una valoración similar (en la carta Franco «se
hacía eco del grave estado de inquietud de la oficialidad, tanto por cuestiones profesionales como por el
estado de la nación»), aunque reconoce que «difícil resulta aún hoy dar a esta carta una interpretación
indiscutible. Cabe conjeturar que es un postrer intento de conseguir una corrección de la política
gubernamental y un medio de presionar para evitar el choque armado. ¿Por qué Casares no respondió a
aquella carta? Nunca se sabrá; un fallo más a cargar en su cuenta».456 ​ Stanley G. Payne cree «un tanto
exagerado» considerar la carta como un ejemplo del «doble juego» de Franco, porque «en realidad, estaba
señalando —y correctamente— que la inmensa mayoría de los oficiales no estaban implicados en ninguna
conspiración, pero que existía una gran preocupación por la política que el Gobierno estaba llevando a
cabo, minando las estructuras del ejército y la seguridad de España en general».457 ​ Según Gabriele
Ranzato la carta —en la que el general Franco le mintió a Casares Quiroga al decirle que «le engañan
quienes simulan complots a la medida de sus turbias pasiones; prestan un desdichado servicio a la patria
quienes disfracen la inquietud, dignidad y patriotismo de la oficialidad haciéndoles aparecer como símbolos
de conspiración y desafectos»— es una prueba de la indecisión de Franco en aquellos momentos. En
cuanto a sus pretensiones Ranzato cree que Franco trataba de explorar un camino alternativo al golpe «para
conciliar de manera menos cruenta sus ambiciones personales con su inmovilismo social y político».
Ranzato concede importancia al hecho de que la carta (cuyo destinatario real tal vez fuera, según Ranzato,
el presidente de la República Manuel Azaña) fue enviada en un momento en que se hablaba de «dictadura
republicana» y de gobierno de salvación nacional, por lo que «podía representar una oferta de apoyo militar
a aquella operación».458 ​

Aunque aún se debate el grado de compromiso con la conspiración que tenía el general Franco a principios
de julio (hay autores que, como Luis Romero, sostienen que Franco decidió «lanzarse a la acción» solo
después del asesinato de José Calvo Sotelo el 13 de julio)459 ​, quedaba por resolver el problema del
traslado de Franco al Protectorado de Marruecos desde Canarias.460 ​ De eso se encargaron los
monárquicos con el alquiler del avión Dragón Rapide en Inglaterra.461 ​En efecto, el 6 de julio el
corresponsal del diario ABC Luis Bolín fletó en Londres un De Havilland D.H.89 Dragon Rapide con el
dinero aportado por el banquero Juan March.406 437 ​ 460
​ ​Según Luis Romero, el alquiler del avión se hizo
antes de que estuviese segura la participación del general Franco, por lo que según este autor el avión le fue
enviado «para forzarle a tomar una decisión».462 ​El hecho cierto es que el 12 de julio, cuando el avión ya
volaba hacia Canarias, Franco envió un mensaje a Mola en el que le decía «geografía poco extensa», lo que
significaba que se retiraba de la conspiración. Pero al día siguiente era asesinado Calvo Sotelo lo que le
llevó a comprometerse definitivamente con el golpe, como les ocurrió a otros militares que aún
dudaban.463 ​

El 20 de junio Mola emitió unas «Instrucciones para las fuerzas de la Armada» en la que les asignaba como
misión principal asegurar el estrecho de Gibraltar y transportar las tropas del Ejército de África a la
península.393 ​ En las Instrucciones Mola expresaba su confianza absoluta en que «la Armada española se
pondrá al lado de sus hermanos [del Ejército], para luchar con objeto de lograr salga la Nación del estado
deplorable en que se encuentra en la actualidad y cooperar con ello a restablecer el orden público y crear un
Estado fuerte y respetado donde reine la Paz y la Justicia».464 ​ Cuatro días después, el 24 de junio, Mola
dirigía al teniente coronel Juan Yagüe unas «Directivas para Marruecos» en las que se le nombrara «jefe de
todas las fuerzas» del Protectorado hasta la «incorporación de un prestigioso general» (Yagüe entendió que
se trataba del general Franco) y en las que le advertía que el levantamiento debía ser simultáneo en todas las
guarniciones y ser «desde luego, de una gran violencia».395 389 ​ 465
​ ​ En las instrucciones le decía que las
tropas del Ejército de África serían transportadas, gracias a la colaboración y la protección de la Armada, a
los puertos de Algeciras y Málaga y desde allí se dirigirían hacia Madrid.435 ​

Según Francisco Alía Miranda, Mola no elaboró un único modelo de conspiración para todas las provincias
españolas, sino que diseñó cuatro en función de la presencia o no de fuerzas militares en ellas y en función
también del grado de compromiso con la rebelión de los generales, jefes y oficiales contactados. Así el
primer modelo lo englobaban aquellas provincias que contaban con unidades militares y en las que los jefes
y oficiales que las mandaban apoyaban la conspiración (era el caso de Valladolid, Zamora, Burgos,
Segovia, Salamanca, Granada, Córdoba, Málaga, Guadalajara, las cuatro provincias gallegas, La Rioja,
Vizcaya y Valencia, además del Protectorado de Marruecos). El segundo modelo incluía aquellas
provincias que tenían unidades militares pero en las cuales no se contaba con un apoyo amplio de sus
mandos. Era el caso de Madrid, Barcelona y Sevilla, a las que se podrían añadir Asturias, Santander y
Almería. El tercer y cuarto modelo se referían a aquellas provincias que no contaban con guarniciones
militares, por lo que la cuestión decisiva sería la actitud que tomaran los mandos de la Guardia Civil. En
unas estaba asegurado su compromiso, constituyendo así el tercer modelo (sería el caso de las provincias de
Albacete, Toledo, Cuenca, Soria y Ávila), mientras que en otras no, como Jaén, Ciudad Real y Huelva, las
que constituirían el cuarto modelo.466 467
​ ​

La incorporación de la CEDA

Tras las elecciones de febrero entre 10 000 y 15 000 miembros de


las Juventudes de Acción Popular (JAP) abandonaron la
organización para integrarse en Falange, en el Bloque Nacional e
incluso en la Comunión Tradicionalista. José María Gil Robles dijo
que respetaba a los que abandonaban el partido «por caminos de
violencia, creyendo honradamente que de esta manera se resuelven
problemas nacionales» y reconoció que «los partidos que actuamos
dentro de la legalidad comenzamos a perder el control de nuestras
masas; empezamos a aparecer ante ellas como fracasados;
comienza a germinar en nuestra gente la idea de la violencia para
luchar contra la persecución». Asimismo justificó en las Cortes la
violencia derechista como respuesta a las provocaciones de la
izquierda ―a los socialistas los acusaba de estar a «las órdenes de
Moscú»― y a la inoperancia e «incuria» del gobierno, al que hizo
directamente responsable de la guerra civil si esta se
producía:468 469
​ 470
​ 471
​ ​
José María Gil Robles en un mitin de
En los momentos actuales, en todos los pueblos y aldeas de
la CEDA. Esta formación política
España se está desarrollando una persecución implacable
contra las gentes de derecha… Comienza a germinar en con su líder al frente comenzó a
nuestra gente la idea de la violencia para luchar contra la cooperar con la conspiración a
persecución… Llegará un instante en que ―como deber finales de mayo. A principios de julio
ciudadano y de conciencia― tendremos que volvernos a Gil Robles entregó al general Mola
nuestras masas y decirles que dentro de la legalidad no medio millón de pesetas de los
tenéis protección… Una masa considerable de la opinión, fondos electorales del partido y al
que es por lo menos la mitad de la nación, no se resigna mismo tiempo dio instrucciones a las
implacablemente a morir, os lo aseguro. Si no puede organizaciones provinciales para que
defenderse por un camino, se defenderá por otro… La
se pusieran al lado de los militares
guerra civil la impulsan, por una parte, la violencia de
en cuanto estallase la rebelión
aquellos que quieren ir a la conquista del poder por el
camino de la revolución; por otra parte, la está minando, alistándose en sus filas.
sosteniendo y cuidando la apatía de un gobierno que no se
atreve a volverse contra unos auxiliares que tan cara le están
pasando la factura de la ayuda que le prestan… Cuando la
guerra civil estalle en España, que se sepa que las armas las
ha cargado la incuria de un gobierno que no ha sabido
cumplir con su deber frente a los grupos que se han
mantenido dentro de la más estricta legalidad.[…]

Si no se rectifica rápidamente el camino, en España no


quedará más solución que la violencia; o la dictadura roja,
que aquellos señores propugnan, o una defensa enérgica de
los ciudadanos que no se dejen atropellar.[…] Es preferible
saber morir en la calle a ser atropellado por cobardía.

Muchos años después el líder moderado de la CEDA Manuel Giménez Fernández aludió a la «presión a
favor de la guerra civil de la derecha, donde las Juventudes de Acción Popular, irritadas por los atropellos
de la extrema izquierda y la lenidad de los poderes públicos, pasaban en oleadas al fascismo y a los
requetés, y los financieros que volcaban sus arcas a favor de quienes preparaban la rebelión».472 ​

Desde ese momento, que se puede situar a finales de mayo de 1936, la CEDA con Gil Robles al frente
comenzó a cooperar con los conjurados,473 474
​ ​ algo que ya estaban haciendo las JAP y las juventudes de
la Derecha Regional Valenciana (DRV), partido integrado en la CEDA ―el secretario general de la DRV,
que estaba organizando su propia milicia clandestina, ofreció a Mola 1250 hombres para los primeros
momentos del movimiento―475 ​. Sin embargo, Gil Robles «nunca fue involucrado directamente por los
militares en sus planes».476 ​

A principios de julio Gil Robles entregó al general Mola medio millón de pesetas de los fondos electorales
del partido y al mismo tiempo dio instrucciones a las organizaciones provinciales para que se pusieran al
lado de los militares en cuanto estallase la rebelión alistándose en sus filas, ofreciendo una colaboración
desinteresada y evitando las luchas por el poder con otras formaciones derechistas.477 ​ Según expuso Gil
Robles en la carta que envió después de la guerra al fiscal instructor de la Causa General las pretensiones
de la CEDA al sumarse a la sublevación fueron las siguientes:478 ​

Para la CEDA, y sin que esto quiera decir que articuló programa alguno para el día del
triunfo, el resultado ideal que apetecíamos era que el Alzamiento nos llevara a un Estado
autoritario pero no tatalitarista; tradicional, pero adaptado a las necesidades de los tiempos;
dotado de estabilidad y continuidad en sus órganos supremos soberanos; democrático sobre
una base corporativa y orgánica.

Otro servicio a la conjura lo protagonizó Gil Robles en persona cuando también a principios de julio, por
sugerencia de Mola, intentó convencer a un reticente Manuel Fal Conde, líder de la Comunión
Tradicionalista, para que aceptara la incorporación de los carlistas a la sublevación cuyo inicio era
inminente.479 480
​ 481
​ 482​ 483
​ ​ Cuando esta se produjo, «los militantes del partido se incorporaron al
Ejército o colaboraron a título individual con los militares sublevados… y pasaron muchos de ellos a
enrolarse en grupos milicianos propios uniformados con camisas pardas, en las raquíticas milicias de
Renovación Española, en el Requeté o en las cada vez más nutridas filas de la Falange», afirma Julio
Aróstegui.484 ​ Sin embargo, esta afirmación se contradice con las instrucciones que dio Gil Robles a los
cedistas para sumarse al golpe: «los elementos jóvenes se presentarán en el acto en los cuarteles para vestir
el uniforme del ejército y colocarse bajo el mando de los jefes militares, huyendo todo lo posible de formar
milicias o batallones propios».485 ​

Pero Gil Robles nunca quiso comprometerse públicamente con la sublevación y por eso se negó a acudir a
la reunión en Burgos el 17 de julio de diputados derechistas convocados por el general Mola para que
declararan faccioso al gobierno de Casares Quiroga y a las Cortes y pidieran la intervención militar.
«Después de cinco años propugnando el legalismo, creía que esto sería “indecoroso”».486 ​ Dos días antes
había hecho al gobierno responsable moral del asesinato de José Calvo Sotelo y había vuelto a acusar a la
izquierda de ser la causante del incremento de la violencia en España.487 ​ Gil Robles «no jugó papel
alguno en los acontecimientos posteriores y, además, abandonó el país».488 ​Se fue a Biarritz y desde allí se
marchó a Lisboa para asegurar la ayuda a la sublevación del dictador portugués Oliveira Salazar.489 ​En las
diversas ocasiones que visitó la zona sublevada fue recibido con gran hostilidad al ser acusado de ser el
responsable del estallido de la guerra civil por haber traicionado a la derecha con su postura
«accidentalista» ―en Salamanca un grupo de falangistas intentaron agredirle y detenerle―. Sin embargo,
siguió colaborando con la sublevación y defendiéndola públicamente, incluso cuando la CEDA fue disuelta
tras la promulgación por el Generalísimo Franco del Decreto de Unificación de abril de 1937.490 ​ En una
declaración firmada enviada desde Lisboa en 1942 para la Causa General, Gil Robles reconoció que había
colaborado con la sublevación «con el consejo, con el estímulo moral, con órdenes secretas de colaboración
e incluso con auxilio económico, tomado en no despreciable cantidad de los fondos electorales del
partido».491 492
​ ​

La participación de los monárquicos alfonsinos: el vuelo del Dragon Rapide y la compra


de aviones a la Italia fascista

Los monárquicos alfonsinos ―que constituían «la corriente política que más tempranamente estuvo
implicada en conspiraciones antirrepublicanas, desde 1931»―488 493 ​ ​ participaron desde el primer
momento en la conspiración hasta el punto que el líder de Renovación Española (RE) Antonio Goicoechea,
en un comunicado secreto enviado en junio de 1936 a las autoridades fascistas italianas pidiendo ayuda
económica, llegó a afirmar que la «vasta organización de carácter patriótico y nacionalista» que existía en el
Ejército «ha sido formada, orientada políticamente en sentido antidemocrático y costeada por nosotros
durante estos últimos años».494 495​ ​Eduardo González Calleja afirma que «evidentemente, RE no llevó la
iniciativa en la conspiración y la insurrección de 1936, pero su apoyo al Ejército, al contrario que otras
fuerzas políticas, fue incondicional desde el primer instante, confiados como estaban en que las Fuerzas
Armadas propiciarían el proceso restauracionista».496 ​Joan Maria Thomàs también destaca la influencia de
los alfonsinos «entre una parte de los generales, jefes y oficiales del Ejército y la Armada a la hora de la
preparación del golpe militar», además de su contribución «a crear el clima de desorden de la primavera y
el verano de 1936», especialmente con «su actitud en las Cortes [que] fue de continua denuncia de la
situación del país y de creación de un clima de agitación que contribuyó a enrarecer aún más el ambiente de
deterioro del orden público».497 ​ El llamamiento más o menos velado a la intervención del Ejército fue
prácticamente una constante de los discursos pronunciados en las Cortes por el líder monárquico José
Calvo Sotelo. Por ejemplo, el 19 de mayo dijo: «El deber militar... consiste en servir legalmente cuando se
manda con legalidad y en servicio de la patria, y en reaccionar furiosamente cuando se manda sin legalidad
y en detrimento de la patria... ». Un diputado republicano le increpó: «¡El señor Calvo Sotelo está invitando
a la indisciplina!».498 ​

Los monárquicos alfonsinos estuvieron en permanente contacto con el general Mola y, sobre todo, con el
general Sanjurjo, al que consideraban más dispuesto a restablecer a medio plazo la monarquía. El marqués
de Quintanar, amigo suyo, lo visitó en varias ocasiones en Estoril y a mediados de junio, un grupo de
monárquicos de Madrid reunieron 300  000 pesetas que le entregaron a Sanjurjo para darle
«seguridades».499 ​ Por su parte, José Calvo Sotelo ―que debido al encarcelamiento de José Antonio
Primo de Rivera y a la pérdida de su escaño parlamentario de Antonio Goicoechea se había convertido en
el líder de la derecha antirrepublicana―500 ​ se encargó de la coordinación con el resto de los elementos
civiles de la conspiración manteniendo contactos con los carlistas e informando a Gil Robles de lo que se
estaba preparando —en sus intervenciones públicas reiteraba que el «estado de anarquía» en que vivía el
país solo podía ser eliminado por una intervención militar—9 ​. A principios de junio el general Mola
contactó con Calvo Sotelo por medio del periodista derechista Raimundo García García, "Garcilaso",
director del Diario de Navarra ―que también hacía de enlace entre Mola y Sanjurjo, al que acababa de
visitar en Estoril―501 ​, para informarle de sus planes y para advertirle que el movimiento que se estaba
preparando no tendría un signo político determinado. Pocos días después Calvo Sotelo afirmaba que «la
guerra civil que se avecina no será una lucha fácil ni un golpe de mano cuartelero» y que el triunfo
dependerá de «si conseguimos que 30 000 jóvenes, 30 000 muchachos ardorosamente nacionales, se unan
al Ejército». Entonces «nos habremos salvado. Si no sucede así, podremos considerarnos inevitablemente
perdidos». Calvo Sotelo se puso «a las órdenes del Ejército» y continuó participando en Madrid en la
preparación de la sublevación hasta su asesinato el 13 de julio.502 ​Pero públicamente Calvo Sotelo no solo
negó cualquier implicación en la conjura militar, sino que negó que
esta ni siquiera existiera (aunque volvió a reconocer la obligación
moral del Ejército «a sublevarse a favor de España y en contra de la
anarquía, si esta se produjera»). El 15 de junio en un discurso en las
Cortes «Calvo Sotelo pura y simplemente mintió», según Ángel
Viñas, cuando dijo: «no creo ―y no me negaréis una cierta
autoridad moral para formular este aserto― que exista actualmente
en el Ejército español… un solo militar dispuesto a sublevarse a
favor de la monarquía y en contra de la República».503 ​

Una de las funciones fundamentales de los monárquicos alfonsinos


fue la relación con la Italia fascista, cuyo interlocutor principal era
Antonio Goicoechea, en quien Falange también había delegado su
representación ante Mussolini. El 14 de junio Goicoechea, en
nombre suyo, de Calvo Sotelo y de Primo de Rivera, envió a Roma
una comunicación ―por medio del enlace que utilizaba
habitualmente: Ernesto Carpi, empleado de banca italiano afiliado
Pedro Sainz Rodríguez, uno de los
al Partido Nacional Fascista radicado en Barcelona, que mantenía
dirigentes de Renovación Española.
un estrecho contacto con el líder fascista Italo Balbo, y a través de
Fue el que realizó la compra de los
este con el conde Ciano y con Mussolini―504 88 ​ ​ en la que
43 aviones de combate en la Italia
solicitaba «una rápida ayuda de un millón de pesetas como fascista.
mínimum» «para la realización urgente de un golpe de Estado con
las máximas garantías de éxito». Para justificar la petición calificaba
la situación española de «guerra civil inorgánica y esporádica presidida por un gobierno cuyos últimos
restos de energía se emplean en facilitar la obra de la revolución debilitando los organismos defensivos del
Estado y persiguiendo a las mismas clases sociales que la Revolución pretende destruir». Y a continuación
señalaba que al no existir en España agrupaciones de excombatientes, tenía que ser «el Ejército quien, lo
mismo que en el siglo pasado con sus pronunciamientos, realice este movimiento de recuperación nacional
por la violencia a la que le impulsa de un modo exasperado toda la sociedad española situada en contra o al
margen del Frente Popular».505 506 ​ 507​ ​ En la carta también se decía que en el Ejército «existe una vasta
organización de carácter patriótico y nacionalista… que ha sido formada, orientada políticamente en sentido
antidemocrático y costeada por nosotros estos últimos años» y que tal organización «es la encargada de
realizar el Golpe de Estado de acuerdo con los elementos civiles, elevándose a la presidencia del Estado al
general Sanjurjo».508 ​No existe constancia de si la petición del millón de pesetas «como mínimo» (27.400
libras) fue atendida por Mussolini.509 ​Sin embargo, Javier Rodrigo afirma que no se concedió.126 ​

El vuelo del Dragon Rapide

Los monárquicos alfonsinos también fueron los protagonistas en la operación que permitió el traslado del
general Franco desde Canarias hasta el Protectorado español de Marruecos donde debía encabezar el
Ejército de África una vez que triunfara allí el golpe de Estado. Fue el coronel Alfredo Kindelán,
especializado en el Arma aérea, el que, siguiendo las órdenes de Franco de que buscara un medio de
transporte, se puso en contacto con el marqués de Luca de Tena, propietario y director del diario
monárquico ABC, a través de Fernando Herrera, hombre de confianza del líder de la CEDA, José María
Gil Robles. El Marqués de Luca de Tena por su parte encargó el 5 de julio desde Biarritz al corresponsal
del diario ABC en Londres Luis Bolín que alquilara un avión (o un hidroavión) y lo llevara a Casablanca,
donde recibiría nuevas instrucciones de un enlace con la contraseña «Galicia saluda a Francia», y de allí a
Canarias. El dinero, dos mil libras esterlinas, se lo proporcionaría un tal Mayorga que trabajaba en la City
de Londres. Contando con la ayuda de Juan de la Cierva y Codorniu, inventor del autogiro, que vivía en la
capital británica, Bolín alquiló finalmente un avión Dragón Rapide, matrícula G-ACYR, de radio de acción
mediano y siete plazas, estacionado en el aeródromo de Croydon y contrató Cecil W.H. Bebb para que lo
pilotara y al que acompañarían un mecánico y un telegrafista ―a quienes se les ocultó el motivo real del
viaje―. Para camuflar la operación llevarían como pasajeros,
además de Bolín, a Hugo Pollard, conocido de Douglas Jerrold,
amigo de los conspiradores, y a dos mujeres (una de ellas la hija de
Pollard), que tampoco sabían nada. El viernes 10 de julio De la
Cierva y Bolín se entrevistaron con el duque de Alba quien, junto
con De la Cierva, se comprometió a hacerse cargo de los daños que
pudiera sufrir el avión que no cubriera el seguro.510 511
​ ​

El avión despegó de Croydon el sábado 11 de julio e hizo una


primera escala en Burdeos, donde se encontraba Luca de Tena y el
marqués del Mérito, quien se sumó a la expedición con el encargo
de alquilar un pequeño avión en Tánger para que el viaje del
general Franco pueda llegar hasta donde convenga, sin tener que Ruta del Dragón Rapide, el avión que
depender de los aeródromos de Larache, Tetuán o Melilla, los llevó al general Franco desde
únicos del Protectorado donde podría aterrizar el Dragon Canarias a Tetuán donde tomó el
mando de las tropas sublevadas del
Rapide.512 ​ Las siguientes escalas fueron Biarritz, para repostar; el
Protectorado español de Marruecos.
pequeño aeródromo militar de Espinho, cerca de Oporto; y Lisboa,
El avión había sido alquilado por los
donde Bolín informó al general Sanjurjo. Desde allí volaron a
monárquicos en Inglaterra.
Casablanca a donde llegaron al atardecer del día 12 de julio. En
esta ciudad del Marruecos francés tuvieron que permanecer dos
días, alojados en el Hotel Carlton, mientras se reparaba el avión. Allí se enteraron por la prensa francesa del
asesinato el día 13 de julio de Calvo Sotelo y entonces Bolín decidió permanecer en Casablanca esperando
la vuelta del marqués del Mérito que había partido para Tánger nada más llegar. El día 14 el Dragón Rapide
voló hasta Cabo Juby, en el Sáhara español, donde volvió a repostar, y de allí al Aeródromo de Gando
(Gran Canaria) a donde llegó a las 14.40, hora local. Pollard y las dos mujeres viajaron en barco a Tenerife
donde aquel le dio la contraseña convenida al doctor Gabarda “Galicia saluda a Francia” que significaba
que el avión había llegado sin novedad, y el doctor Gabarda le hizo llegar la noticia al general Franco por
medio del teniente coronel Francisco Franco Salgado-Araújo. Pollard y las dos mujeres se quedaron en las
islas unos días más y regresaron a Inglaterra en barco.510 511
​ ​

Luis Romero da una versión un poco diferente del tramo final del viaje del Dragon Rapide. Según
Romero, lo que estaba previsto era que el avión permaneciera en Casablanca hasta que llegara un emisario
o enlace con la consigna pactada y que llevaría unas instrucciones concretas (emisario que nunca llegó y
que nunca se ha sabido quién podía haber sido). La noticia de la muerte de Calvo Sotelo altera los planes y
Botín decide darle instrucciones a Pollard para que viaje a Canarias y entre en contacto con el doctor
Gabarda en Tenerife dándole la contraseña convenida "Galicia saluda a Francia". «Pollard, que gusta de la
intriga y la aventura, acepta la misteriosa misión [Botín no le ha revelado el verdadero objeto vuelo] y
continúa viaje con las dos mujeres». Mientras, Botín se queda en Casablanca esperando al enlace, aunque
duda de que pueda llegar «dada la nueva situación que va a plantearse» tras el asesinato de Calvo
Sotelo.513 ​

La compra de aviones a la Italia fascista

Pero la «aportación operativa más importante que llevaron a cabo los monárquicos de cara a los
preparativos finales del golpe de Estado», en palabras de Ángel Viñas, fue la compra de 43 aviones de
combate con su correspondiente armamento y munición (y combustible y piezas de recambio), por un valor
de 39,3 millones de liras (616 000 libras), realizada por Pedro Sainz Rodríguez en Italia el 1 de julio con el
conocimiento de Antonio Goicoechea y José Calvo Sotelo (Sainz Rodríguez habría contado con el
asesoramiento del aviador Juan Antonio Ansaldo, según Ángel Viñas, o del general Alfredo Kindelán,
según Roberto Muñoz Bolaños, historiador que afirma además que detrás de Kindelán estaría el general
Mola muy interesado en contar con aviones para proteger y facilitar el avance de la
infantería).514 515
​ 516
​ 517
​ ​ Esta compra significaba, según Viñas, que los monárquicos no se preparaban
para un golpe de estado, sino «para dirimir una corta guerra».518 ​ Una valoración compartida por Pilar
Mera Costas: «[su] volumen parece indicar que al menos los conspiradores civiles no descartaban el hecho
de que el golpe acabase derivando en una guerra, para cuyo caso resultaría conveniente estar bien
pertrechados».519 ​

Sainz Rodríguez firmó cuatro contratos con la empresa aeronáutica


italiana SIAI que no fueron descubiertos hasta 2012. El hallazgo
fue obra del historiador español Ángel Viñas, que los encontró en
los archivos de Sainz Rodríguez y los publicó al año siguiente.520 ​
El primer contrato, por valor de 16,2 millones de liras, era la
compra de 12 aviones Savoia-Marchetti S.M.81, acompañados de
10 000 bombas de 2 kg, 500 de 50 kg, 1500 de 100 kg y 100 de
250  kg, además de carburantes y lubricantes. Todo ello debía
entregarse durante el mes de julio. El segundo contrato, por valor
Avión Savoia-Marchetti S.M.81 de
de 15,1 millones de liras, era la compra de 21 cazas CR 32. El servicio en España. Los
tercer contrato, por valor de 2,2 millones de liras, incluía tres cazas monárquicos compraron a la
CR 32 más y tres Macchi 41, junto con motores, ametralladoras y empresa italiana SIAI quince de
otros productos. El cuarto y último contrato, por valor de 5,6 estos aparatos, nueve de los cuales
millones de libras, incluía tres S.M. 81 más y un hidroavión Savoia- serían utilizados inmediatamente por
Marchetti S.55, además de bombas, ametralladoras, proyectiles el general Franco para trasladar las
perforantes y otros materiales. En los contratos se estipulaba que tropas del Ejército de África a la
había que pagar al contado contra la entrega del material, cuyo península salvando el bloqueo del
plazo máximo era finales de agosto (finales de julio para los 12 estrecho de Gibraltar establecido por
S.M. 81 del primer contrato). Los aviones y el resto del material la Armada republicana.
llegarían a España por vía marítima. El dinero, según Ángel Viñas,
fue adelantado a los monárquicos por el financiero Juan
March.521 522
​ 519
​ ​

Según Ángel Viñas los contratos demostrarían la implicación de la Italia fascista en la conspiración y su
decisión de intervenir en España,523 ​Sin embargo, Roberto Muñoz Bolaños considera que «estos contratos
no fueron más que un acuerdo mercantil entre dos personas privadas… Es probable que el Gobierno
italiano conociera estas negociaciones, pero no hay ningún documento que demuestre que las avaló
oficialmente».524 ​ Por su parte Javier Rodrigo apoya la interpretación de Viñas y afirma que los contratos
supusieron la «cristalización» del apoyo del fascismo italiano a la sublevación. También suscribe la
afirmación de Viñas de que los pagos de todo ese material bélico habrían corrido a cargo «básicamente» del
banquero Juan March. Según Rodrigo, March puso a disposición de los sublevados las 800 000 libras del
crédito que había obtenido de un banco de Londres.525 ​El 11 de julio, diez días después de la firma de los
contratos, Antonio Goicoechea le anunció a Mussolini por carta que la sublevación tendría lugar en pocos
días.526 ​

Según Angel Viñas el descubrimiento por él mismo en 2012 de los contratos firmados el 1 de julio de 1936
abrió una nueva perspectiva sobre la ayuda inicial prestada por Mussolini a los sublevados. Hasta ese
momento se pensaba que el envío de los 12 Savoia-Marchetti S.M.81 a Marruecos que permitió al general
Franco, junto con los aviones aportados por la Alemania nazi, poder trasladar las tropas del Ejército de
África a la península, superando el bloqueo en que se encontraba, se había debido a las gestiones realizadas
por el general Franco a través de los representantes italianos en Tánger (el cónsul De Rossi y su agregado
militar, el comandante Luccardi, agente de Servicio de Información Militar [SIM]) y por su enviado a Roma
Luis Bolín, y se había concedido escasa importancia a la gestión en paralelo realizada por los monárquicos
Antonio Goicoechea, Luis María de Zunzunegui y Moreno y Pedro Sainz Rodríguez que también habían
viajado a Roma, enviados estos por el general Mola.527 528​ ​
Así pues, según Viñas, lo que hicieron los italianos fue cumplir con
los contratos del 1 de julio, una vez valoradas positivamente las
posibilidades del triunfo de la sublevación gracias a los telegramas
enviados por De Rossi y Luccardi a favor del «movimiento de
Franco» ―quien, según Viñas, habría sido informado de la
existencia de los contratos, al igual que el general Mola, aunque no
hay pruebas de ello―.529 530​ 531​ ​ Para que llegaran rápidamente a
Marruecos los doce Savoia-Marchetti S.M.81 no fueron enviados
por barco, sino que volaron con escala en Cerdeña debidamente Dos cazas CR 32 del grupo que
camuflados (y armados) con tripulaciones militares de la Regia operó desde las Islas Baleares. Los
Aeronautica, que se harían pasar por miembros de la Legión, al monárquicos compraron 21 aviones
mando del teniente coronel Ruggero Bonomi. Aterrizaron en el de este tipo. 12 llegaron a Melilla en
aeródromo de Melilla el día 30 de julio, pero sólo llegaron nueve la noche del 12 al 13 de agosto y los
aparatos pues uno se perdió en el mar y dos tuvieron que realizar 9 restantes llegaron a Vigo el 27 de
aterrizajes forzosos en el Marruecos francés, uno de los cuales agosto (estos últimos para apoyar a
acabó estrellándose (gracias a lo cual el gobierno de París tuvo las fuerzas del general Mola).
conocimiento de la operación y la prensa francesa e internacional
dieron la noticia, lo que provocó un enorme escándalo). Los nueve
Savoia-Marchetti S.M.81 comenzaron a transportar tropas a la península el 5 de agosto.532 533 ​ ​El resto de
los aviones del contrato del 1 de julio llegaron por vía marítima (así como el resto de material bélico): 12
cazas CR 32 llegaron a Melilla en la noche del 12 al 13 de agosto y los 9 restantes llegaron a Vigo el 27 de
agosto (estos últimos para apoyar a las fuerzas del general Mola); los Macchi llegaron a Palma de Mallorca
también el 27 de agosto.532 ​

La adhesión de Falange a la rebelión

El partido fascista534 535


​ ​ Falange Española de las JONS (FE) fue
«la mayor fuerza antiizquierdista que optó por la acción
directa».536 475
​ ​ Paradójicamente, «FE no estaba inicialmente
demasiado preparada para la violencia extrema..., aunque poco a
poco lo fue estando, y mostraría una gran virulencia» (sus primeras
acciones violentas fueron en realidad en respuesta a las agresiones
de los grupos de izquierda).537 ​ Además, Falange no se lanzó
inmediatamente a una campaña de agitación contra el gobierno del
Bandera de Falange Española de las
Frente Popular, sino que José Antonio Primo de Rivera le dio una
JONS. Falange Española de las
oportunidad a Manuel Azaña para que se «emancipara» de los «dos
JONS desarrolló una campaña de
agitación violenta en la calle. Por
terribles riesgos» que le cercaban («el separatismo y el marxismo»)
esta razón fue ilegalizado y su líder
para «convertirse del caudillo de una facción, injusta como todas
José Antonio Primo de Rivera las facciones, en el jefe del Gobierno de España».538 539​ ​ Pero la
detenido y encarcelado. respuesta de Azaña fue la represión contra Falange que inició a
finales de febrero, solo diez días después de haberse constituido el
gobierno.497 ​ El 27 de febrero fue clausurada su sede central en
Madrid bajo la acusación de tenencia ilícita de armas y una semana después era suspendido Arriba, el
periódico del partido.540 541​ ​

El primer acto violento falangista de gran repercusión mediática y política fue el intento de asesinato del
destacado catedrático y diputado socialista Luis Jiménez de Asúa el 11 de marzo perpetrado por afiliados
del SEU como represalia por la muerte el día anterior de un compañero en un tiroteo —el 6 de marzo
habían sido asesinados cuatro miembros de la CONS por no secundar una huelga y el 7 un miembro del
SEU había muerto víctima de un disparo durante un mitin en Palencia—542 ​. Jiménez de Asúa resultó ileso
pero murió el policía que lo escoltaba, el inspector Jesús Gisbert. Los autores fueron detenidos, uno por la
policía española en Madrid y los otros tres por la policía francesa en Biarritz, a donde habían huido en un
avión pilotado por el monárquico Juan Antonio Ansaldo ―quien también acabaría siendo arrestado―. Tras
el entierro del agente Gisbert, que se celebró el 13 de marzo, los asistentes al mismo realizaron una serie
actos vandálicos como el asalto al periódico derechista La Nación, cuyas oficinas y talleres quedaron
completamente destruidos (por lo que nunca volvería a publicarse),543 ​ y la quema de dos iglesias (una de
las cuales quedó reducida a escombros).544 545​ 546
​ 547​ 548
​ 549
​ 543
​ ​Al día siguiente también se produjeron
incidentes graves en Logroño, donde hubo ocho muertos y seis heridos graves.550 ​Los asesinos del agente
Gisbert fueron condenados el 8 de abril a veinticinco años de prisión, el cabecilla, y a seis años cada uno,
sus dos cómplices. El 13 de abril era asesinado el juez Manuel Pedregal, «para que sirviera de advertencia a
los jueces en futuras causas contra los falangistas», según Paul Preston.546 ​Pedregal había condenado a los
cómplices del atentado contra Asúa.551 ​. También había condenado a treinta años de cárcel a un falangista
por el asesinato de un vendedor callejero de periódicos de izquierda.552 ​

El mismo día de los incidentes en Logroño, 14 de marzo, la policía detenía en su propio domicilio al líder
de Falange José Antonio Primo de Rivera que había perdido su inmunidad parlamentaria al no resultar
elegido diputado en las elecciones de febrero. Fue acusado de tenencia ilícita de armas. También fueron
detenidos el resto de los miembros de la Junta Política de Falange y gran parte de los jefes de centuria y los
escuadristas de Primera Línea de toda España.553 ​ En total fueron arrestados unos dos mil falangistas. El
día 16 de marzo era tiroteada la casa del líder socialista Francisco Largo Caballero —los autores solo
fueron condenados a dos meses y medio de cárcel por posesión ilegal de armas de fuego;554 ​por otro lado,
un grupo falangista llegó a planear su asesinato cuando visitara a su esposa en el hospital donde estaba
ingresada por una enfermedad terminal pero Primo de Rivera no lo autorizó―555 ​. Al día siguiente, 17 de
marzo, un tribunal declaró a Falange organización ilegal, por tenencia ilícita de armas y actividades
violentas.544 545
​ 546
​ 282​ 556
​ ​ El Gobierno decretó el cierre de sus sedes y la detención de todos sus jefes
provinciales —el 27 de febrero la policía ya había cerrado la sede de Madrid por posesión ilícita de armas
—557 ​.282 ​Stanley G. Payne ha puntualizado que «en cambio, no se tomaron medidas contra ninguna de
las organizaciones violentas de la izquierda» a pesar de que, según Payne, «la mayoría de los que murieron
en los conflictos de estas semanas eran de derechas o contrarios a la izquierda, y fueron asesinados por
izquierdistas». «La policía era mucho más rigurosa con la derecha y a menudo hacía la vista gorda cuando
los grupos de izquierda provocaban altercados», afirma Payne. La razón era que «el Gobierno no podía
enfrentarse a los revolucionarios de la misma manera que a los fascistas, ya que dependía de los votos de
aquellos».558 ​ Sin embargo, Payne reconoce que «los grandes disturbios producidos en las ciudades»
también fueron obra de falangistas, junto con «las organizaciones juveniles socialistas y comunistas».557 ​

El partido se adaptó con rapidez a la clandestinidad,559 560


​ ​ bajo la jefatura virtual de Fernando Primo de
Rivera, hermano de José Antonio, y siguiendo las directrices e instrucciones que este les daba desde la
cárcel. Y al mismo tiempo se radicalizó aún más. Como ha señalado Joan Maria Thomàs, el gobierno se
equivocó al lanzar la ola de represión contra Falange creyendo que ello «le permitiría acabar con las
provocaciones fascistas. En primer lugar, porque Falange continuó sus actuaciones y, en segundo, porque
éstas entraron en una nueva oleada de enfrentamientos con jóvenes y no tan jóvenes socialistas, comunistas
y anarcosindicalistas, en una escalada de brutalidad desconocida hasta entonces por su virulencia y
magnitud».497 ​

El intento de José Antonio de que su hermano Fernando se entrevistara con Mussolini para explicarle los
planes desestabilizadores de Falange y pedirle ayuda fue frustrado por el embajador italiano en Madrid que
estaba convencido de las pocas posibilidades de éxito de una insurrección falangista. Por su parte el
agregado aéreo italiano informó a su gobierno de que Falange «ha sido provista de abundantes medios
financieros por los partidos de derecha». Sin embargo, el 30 de abril un tribunal declaró legales los estatutos
y los 27 Puntos de Falange, sentencia que fue ratificada por el Tribunal Supremo el 8 de junio.544 545
​ 546
​ ​
El día de su detención, el 14 de marzo, Primo de Rivera escribió en los calabozos de la DGS un manifiesto
en el que afirmaba que Rusia era la que había ganado las elecciones de febrero pues «el comunismo manda
en la calle; en estos días los grupos comunistas de acción han incendiado en España centenares de casas,
fábricas e iglesias, han asesinado a mansalva, han destituido y nombrado autoridades». Por ello Falange
convocaba a todos «estudiantes, intelectuales, obreros, militares españoles, para una nueva empresa
peligrosa y gozosa de reconquista».561 562
​ ​

En cuanto el general Mola tomó el mando de la conspiración militar a mediados de abril, Falange estuvo
completamente al tanto a través de la UME, con la que mantenía contactos especialmente en el
Protectorado español de Marruecos, y también por medio del teniente coronel Juan Yagüe, que era
miembro del partido.563 ​El 4 de mayo José Antonio Primo de Rivera hizo pública desde la cárcel su Carta
a los militares de España en la que los incitaba a la rebelión:564 565
​ ​

Si solo se disputara el predominio de este o del otro partido, el Ejército cumpliría con su
deber quedándose en sus cuarteles. Pero hoy estamos en vísperas de la fecha, ¡pensadlo
militares españoles!, en que España puede dejar de existir. Sencillamente si por una adhesión a
lo formulario del deber permanecéis neutrales en pugilato de estas horas, podréis encontraros,
de la noche a la mañana, con que lo sustantivo, lo permanente de España que servíais ha
desaparecido. [...] Cuando lo permanente mismo peligra, ya no tenéis derecho a ser neutrales.
Entonces ha sonado la hora en que vuestras armas tienen que entrar en juego para poner a
salvo los valores fundamentales, sin los que es vano simulacro la disciplina. [...] [Se nos
persigue a los falangistas] porque se sabe que estamos dispuestos a cerrar el paso a la horda
roja destinada a destruir España... Se nos persigue porque somos —como vosotros— los
aguafiestas del regocijo con que, por orden de Moscú, se pretende disgregar a España en
repúblicas soviéticas independientes. Pero esta misma suerte que nos une en la adversidad
tiene que unirnos en la gran empresa. Sin vuestra fuerza -Soldados- nos será titánicamente
difícil triunfar en la lucha. Con vuestra fuerza claudicante, es seguro que triunfe el enemigo.
Medid vuestra terrible responsabilidad. El que España siga siendo, depende de vosotros. Ved si
esto no os obliga a pasar sobre los jefes vendidos o cobardes, a sobreponeros a vacilaciones y
peligros... Jurad por vuestro honor que no dejaréis sin respuesta el toque de guerra que se
avecina.

En otro de sus escritos Primo de Rivera volvía a repetir el mismo llamamiento a los militares para que se
sublevaran:566 ​

Si un día, fatigados todos de derechas e izquierdas, de Parlamento gárrulo y vida miserable,


de atraso, de desaliento y de injusticia, una juventud enérgica se decide a intentar adueñarse
del poder… ¿qué haréis los oficiales? ¿Cumplir a ciegas con la exterioridad de vuestro deber y
malograr acaso la única esperanza fecunda? ¿O decidiros a cumplir con el otro deber, mucho
más lleno de gloriosa responsabilidad, de presentar las armas con ademán amigo a las banderas
de la mejor España?

Sin embargo, en aquel momento el líder de Falange se seguía mostrando reticente a participar en el golpe,
posición que solo cambió tras recibir la vista en la cárcel el 29 de mayo de un capitán enviado por el
general Mola. Dos días después un emisario de José Antonio Primo de Rivera, Rafael Garcerán Sánchez, le
comunicó a Mola que el partido disponía de «unos 4000-5000 hombres como vanguardia de choque». Esta
visita fue acompañada de una carta de Primo de Rivera al general Mola con fecha del 1 de junio que le hizo
llegar por mediación de Agustín Aznar en la que se adhería a la sublevación, aunque a cambio de que se
concediera un papel destacado a Falange en el Nuevo Estado. La respuesta vaga que recibió de Mola hizo
que el líder de Falange se mostrara más reticente a colaborar.567 568
​ 569
​ 570
​ 282
​ ​

De hecho el mismo día, 6 de junio, en que el Tribunal Supremo confirmaba la sentencia de un tribunal que
levantaba la ilegalización de Falange, Primo de Rivera escribió en el periódico falangista clandestino No
importa:571 ​
Seguid luchando, camaradas, solos o acompañados. Apretad
vuestras filas, aguzad vuestros métodos. Mañana, cuando
amanezcan más claros días, tocarán a la Falange los laureles
frescos de la primacía en esta santa cruzada de violencia.

El 16 de junio Primo de Rivera designó al líder monárquico


alfonsino Antonio Goicoechea como su representante ante el
gobierno italiano y el conjunto de la extrema derecha, según
Eduardo González Calleja, «para contrapesar la figura de un Calvo
Sotelo que estaba cobrando creciente protagonismo en la
conspiración» ―ese mismo día Calvo Sotelo se había
autoproclamado fascista ante el pleno de las Cortes―. El 20 de
junio Primo de Rivera advertía en el periódico falangista
clandestino No importa en alusión a Calvo Sotelo que «no
seremos, ni vanguardia, ni fuerza de choque, ni inestimable auxiliar
de ningún movimiento confusamente reaccionario… Somos ―se Retrato de José Antonio Primo de
ha dicho muchas veces―, no vanguardia, sino ejército entero, al Rivera con la característica camisa
único servicio de nuestra propia bandera».567 568
​ 569
​ 570
​ 282
​ 572
​ ​ azul falangista. Desde el 16 de
En una circular emitida desde la cárcel de Alicante el 24 de junio marzo estaba en la cárcel (primero
Primo de Rivera continuaba mostrando sus dudas sobre la en Madrid y luego en Alicante). Su
participación de Falange en los «más o menos confusos partido no se comprometió
movimientos subversivos».413 ​ Llegó a amenazar con la expulsión definitivamente con la sublevación
del partido a los militantes que llegaran a pactos locales con los hasta el 29 de junio, después de que
conjurados sin su autorización expresa.282 ​ el general Mola le garantizara que
después del golpe el poder no sería
Sin embargo, cinco días después, el 29 de junio, Primo de Rivera entregado de inmediato a los
dio la orden de la intervención sin condiciones del partido en la dirigentes de la derecha.
conspiración al enviar instrucciones «reservadísimas» a los jefes
territoriales y provinciales para que acordaran con los militares de
su demarcación las acciones conjuntas, en las que las milicias falangistas actuarían bajo sus propios
mandos, aunque la única garantía que había dado el general Mola, en la entrevista que había mantenido con
Fernando Primo de Rivera unos días antes, había sido que el poder no sería entregado de inmediato a los
dirigentes de la derecha. «José Antonio había pensado que un partido perseguido y virtualmente
desarticulado no tenía otra alternativa que ponerse a disposición del Ejército», afirma Eduardo González
Calleja.573 536
​ 574
​ ​ Según Joan Maria Thomàs, Primo de Rivera temía «que un golpe militar con
connivencia de las opciones ultraderechistas mayoritarias —alfonsina y/o carlista— marginasen a FE de las
JONS». Así, «los recelos de Primo fueron cayendo uno tras otro cual castillo de naipes al aproximarse la
fecha del golpe militar».575 ​

Hacia las nueve de la noche del sábado 11 de julio un grupo de falangistas armados toma la emisora Unión
Radio de Valencia y lanzan desde sus micrófonos la siguiente proclama (abandonando las instalaciones a
continuación antes de la llegada de los Guardias de Asalto; la reacción de las izquierdas fue muy
violenta):576 ​

Aquí Falange Española de Valencia que habla desde los estudios de Unión Radio, tomada
militarmente por ella, así como las manzanas próximas. Españoles, dentro de breves días se
llevará a cabo la revolución nacional sindicalista que nos redimirá a todos. ¡Arriba España!

El mismo día 17 de julio en que se inició el golpe de Estado de julio de 1936 en el Protectorado español de
Marruecos el líder de Falange hizo el siguiente llamamiento desde la cárcel de Alicante donde se
encontraba preso:577 ​
Un grupo de españoles, soldados unos y otros hombres civiles, no quiere asistir a la total
disolución de la Patria. Se alza hoy contra el Gobierno traidor, inepto, cruel e injusto que la
conduce a la ruina. [...] Ante nuestra vieja España misionera y militar, labradora y marinera,
se abren caminos esplendorosos. De nosotros, los españoles, depende que lo recorramos... Un
patria grande, unida, libre, respetada y próspera. Para luchar por ella rompemos hoy
abiertamente contra las fuerzas enemigas que la tienen secuestrada. Nuestra rebeldía es un acto
de servicio a la causa española. [...] ¡Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados,
marinos, guardianes de nuestra Patria: sacudid la resignación ante el cuadro de su hundimiento
y venid con nosotros por España una, grande y libre! ¡Que Dios nos ayude! ¡Arriba España!

El acuerdo de última hora con los carlistas

Tras el fracaso de las derechas en las elecciones de febrero el


carlismo decidió seguir la vía insurreccional con sus propias
fuerzas, es decir, iniciar una nueva «guerra carlista».578 ​ Para ello
se preparó al Requeté, que estaba recibiendo una oleada de nuevos
miembros ―en marzo de 1936 ya contaba con unos 25  000
efectivos―, y se compraron armas en el extranjero con el dinero
recibido de la Italia fascista y de carlistas prominentes. También se
recibieron por fin los equipos de radio solicitados a los italianos en
1934.579 ​ Para dirigir la insurrección se constituyó en San Juan de
Luz una Junta Suprema Militar Carlista o Junta de Conspiración
―o “Junta Carlista de Guerra”― presidida por don Javier, que
actuaba como regente (no heredero directo)580 ​en nombre de su tío
el pretendiente Alfonso Carlos de Borbón.581 582 ​ ​

Los líderes carlistas don Javier


y Manuel Fal Conde, jefe Carta del general Sanjurjo
Requetés en un procesión fúnebre ya al general Mola. 9 de julio
comenzada la guerra civil (San
delegado nacional de la
de 1936
Sebastián, septiembre de 1936). La
Comunión Tradicionalista desde [...] Mi parecer sobre la
milicia carlista constituía la fuerza
principios de mayo, bandera debía, por lo tanto,
paramilitar mejor preparada de las mantuvieron contactos con los solucionarse, dejando a los
que participaron en la sublevación, generales conjurados, tradicionalistas usen la
especialmente con el jefe antigua, o sea la española,
de ahí el interés del general Mola en y que aquellos cuerpos a
contar con ella. nominal de todos ellos, el los que hayan de
general Sanjurjo, al que incorporarse fuerzas de
visitaron en varias ocasiones en esta comunión no lleven
su exilio portugués, buscando la colaboración o al menos la no ninguna. Esto de la
intervención del Ejército cuando los carlistas marcharan sobre bandera, como usted
comprende, es cosa
Madrid.583 ​ Le llegaron a proponer que encabezara una sublevación sentimental y simbólica,
con los Requetés sobre lo que Sanjurjo se mostró cauto añadiendo que debido a que con ella
«desde luego» de llevarla a cabo sería «poniéndose de acuerdo con las dimos muchos nuestra
guarniciones del norte». Fal Conde también mantuvo contactos con sangre... En cambio, la
José Antonio Primo de Rivera para la colaboración de Falange en la tricolor preside el desastre
que está atravesando
insurrección. Pero a principios de junio la policía desarticuló gran parte España. Por eso me parece
de la trama conspirativa carlista, lo que coincidió con la negativa de bien lo que me dicen de
Sanjurjo a participar si no se contaba con el apoyo del resto de que usted ha prometido
generales implicados en el golpe que estaba preparando Mola. Esto que el primer acto de
Gobierno será la sustitución
obligó a Fal Conde a entrevistarse con él.584 585
​ 586​ 587
​ 588
​ 589
​ ​ de la misma. [...]
El Gobierno tiene que
constituirse en sentido
La primera reunión entre Fal Conde y Mola tuvo lugar el día 13 de puramente apolítico por
junio y la definitiva el 15 de junio en el monasterio de Irache. En ellas militares y ha de procurarse
que el que lo presida esté
Fal Conde le expuso a Mola las condiciones de la Comunión asesorado por un consejo
Tradicionalista para la intervención en el movimiento que incluía la de hombres eminentes, no
presencia de dos consejeros civiles «designados previamente por la pudiendo formar parte de él
Comunión Tradicionalista» (probablemente el propio Fal Conde y aquellos que no hubiesen
Primo de Rivera) en el Directorio presidido por Sanjurjo, el uso de la cooperado de una manera
decisiva en la acción del
bandera bicolor (de la monarquía), la derogación inmediata de la movimiento.
Constitución de 1931 y de toda la legislación laica republicana, la Desde luego e
disolución de los partidos políticos «incluso los que hayan cooperado» inmediatamente habrá que
y el establecimiento de un Estado corporativo ―en definitiva, «que se proceder a la revisión de
garantice que la futura política responda a los dictados de la Religión y todo cuanto se ha
legislado, especialmente en
acometa la reconstrucción política del Estado sobre bases sociales u materia de religión y social
orgánicas para acabar con el parlamentarismo y el sufragio liberal», hasta el día, procurando
como se decía en un documento entregado a Mola―. Fal Conde volver a lo que siempre fue
defendía además que la dictadura fuera de «duración temporal… hasta España.
llegar a unas elecciones». El general Mola no aceptó estas condiciones Como ya indico antes, es
necesario que cesen las
al considerarlas «inadmisibles» pues «nos harían prisioneros de cierto
actividades de los partidos
sector político en el momento de la victoria», como Mola explicaría más políticos para que el país
tarde, y Fal Conde, por su parte, rechazó con contundencia el se encalme, tomando para
documento «El Directorio y su obra inicial» que le presentó Mola, desempeñar los cargos a
alegando que contenía propuestas como la separación Iglesia-Estado aquellos señores que sean
idóneos y patriotas.
inaceptables para los carlistas ―para Fal Conde lo que los militares Ir a la estructuración del
tramaban no eran más que «disparates republicanos»―. Tras discutir país, desechando el actual
especialmente sobre el color de la bandera que deberían ondear los sistema liberal y
insurrectos, la entrevista acabó con un rotundo parlamentario, que es en
fracaso. 584 585 586 587
​ ​ ​ ​ ​ ​ ​588 590 591 definitiva el que ha llevado
a la patria, como a otros
países, a los trastornos que
El 2 de julio Fal Conde desde San Juan de Luz le hizo llegar al general hoy lamentamos y tratamos
Mola una nota en la que le insistía en el tema de la bandera bicolor y en de remediar, adoptando las
la incorporación de dos consejeros civiles al Directorio y en la que normas que muchos de
amenazaba con retirarse de la conjura si esas exigencias no eran aquéllos están siguiendo,
atendidas. Entonces Mola le pidió al líder de la CEDA José María Gil para ellos modernas, pero
seculares en nuestra patria.
Robles, que fue acompañado de Francisco Herrera Oria, y al La duración del Gabinete
monárquico alfonsino Juan Ignacio Luca de Tena, director y propietario Militar ha de ser la
del diario ABC, que se reunieran con Fal Conde en San Juan de Luz. necesaria hasta encauzar
La reunión tuvo lugar el 5 de julio pero acabó muy mal debido, según el país por las normas
Fal Conde, al desprecio que mostraron los «mediadores» a la posible indicadas. Le reitero mi
felicitación por lo bien que
contribución del carlismo al movimiento, por lo que solo sirvió para lleva su cometido, lo que no
envenenar aún más las relaciones de Fal Conde y Mola.592 416​ 593​ ​ me extraña conociendo su
patriotismo y su
Las cartas que intercambiaron Fal Conde y Mola en los días siguientes inteligencia.
no consiguieron mejorarlas. En una de ellas Mola reconocía que Ya sabe usted que iré en
cuanto me llame. Un
«recurrimos a ustedes porque contábamos únicamente en los cuarteles poquito de paciencia, pues
con hombres uniformados que no pueden llamarse soldados; de tenga la seguridad de que
haberlos tenido nos hubiéramos desenvuelto solos»594 ​ —y le el triunfo será nuestro.
recriminaba a Fal Conde que «el precio que ustedes ponen para su Comprendo que no
colaboración no puede ser aceptado por nosotros. [...] El desarrollo toda una política
a seguir, pero sí creo que
Tradicionalismo va a contribuir con su intransigencia de modo tan son puntales muy
eficaz como el Frente Popular al desastre español. Allá Vds. con su fundamentales para la
responsabilidad histórica»—595 596​ ​. La situación se desbloqueó dirección de ella el día de
gracias a la intervención personal del general Sanjurjo que en una carta mañana.
con fecha del 9 de julio, portada Parecido a esto escribo al
por el líder carlista Antonio amigo Fal, esperando que
lleguen a un acuerdo tan
Lizarza que se había necesario y que no debe
entrevistado con él en Estoril, demorarse.
aceptó que los carlistas portaran Un fuerte abrazo.
la bandera bicolor ―pues el JOSÉ SANJURJO
tema de la bandera, según (rubricado)
Sanjurjo, no era más que «cosa
sentimental y simbólica»― mientras el resto de las unidades
Manuel Fal Conde, líder de la
insurrectas no llevarían ninguna, aunque en la carta Sanjurjo no se
Comunión Tradicionalista. Trató de
comprometía con el tipo de régimen que se constituiría tras el
condicionar la participación de los periodo de gobierno del «Gabinete Militar» ―por otro lado, la
carlistas en la sublevación a la «carta expresaba la quintaesencia del pensamiento de Sanjurjo»,
aceptación del programa según Julio Aróstegui―.417 418 ​ 597
​ 598
​ ​ Según Luis Romero, «la
tradicionalista, a lo que el general carta recomienda a Mola que se pliegue a las exigencias carlistas,
Mola se negó. Después de la utilizando algunos argumentos que ponen de manifiesto hasta qué
intervención del general Sanjurjo, punto... su pensamiento era elementalmente conservador,
que aceptó que utilizaran la bandera reaccionario».599 ​
bicolor monárquica, y tras la
conmoción que provocó el asesinato La carta de Sanjurjo del 9 de julio satisfacía solo en parte las
de José Calvo Sotelo, la cúpula aspiraciones de don Javier y de Fal Conde —que recibieron el
carlista decidió sumarse a última respaldo del pretendiente carlista Alfonso Carlos de Borbón desde
hora a la rebelión. Viena— pero ante el peligro de división del carlismo, pues la Junta
de Navarra estaba ya dispuesta a sumarse a la sublevación cuyo
comienzo era inminente,600 ​ y sobre todo a causa de la conmoción
que causó entre los carlistas y los requetés la noticia del asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio, los líderes
tradicionalistas renunciaron definitivamente a realizar una insurrección en solitario. Además, al día
siguiente, 14 de julio, el general Mola, que hasta entonces había dudado de la autenticidad de la carta de
Sanjurjo pues no contenía la contraseña convenida entre ellos,416 601 ​ ​ les hizo saber que estaba «de
acuerdo con las orientaciones que en su carta del 9 de julio indica el general Sanjurjo y con las que el día de
mañana determine él mismo, como jefe de Gobierno». Así, en la noche del día 15 la Junta de San Juan de
Luz autorizó oficialmente la participación del carlismo en el movimiento militar con la condición de que su
programa fuera el contenido de la carta de Sanjurjo ―lo que le habían hecho saber a Mola en una nota
firmada por don Javier y por Fal Conde en la que se decía que «la Comunión Tradicionalista se suma, con
todas sus fuerzas, en toda España al Movimiento Militar para la Salvación de la Patria, supuesto que el
excelentísimo señor general 'director' acepta como programa de gobierno el que en líneas generales se
contiene en la carta dirigida al mismo por el excelentísimo señor general Sanjurjo, de fecha 9 último»―.
Don Javier dio la orden de movilización del Requeté bajo la autoridad del Ejército y con «nuestra bandera,
nuestros símbolos, vivas, organización y jerarquía» si se actuaba en unidades propias.598 602​ 603
​ 604​ 595
​ ​

A pesar de que ya han dado su conformidad a Mola, los carlistas hacen un último intento de capitalizar el
levantamiento. Se ofrecen para ser ellos quienes traigan en avión desde Lisboa al general Sanjurjo. La idea
es llevarle a San Juan de Luz y desde allí, una vez iniciado el levantamiento, trasladarle a Pamplona,
acompañado de Fal Conde, «para ponerse así al frente de los requetés y dar carácter especialmente carlista
al alzamiento».605 ​ Pero la misión será encomendada por Mola al piloto falangista Juan Antonio Ansaldo
con el trágico resultado de la muerte de Sanjurjo en el accidente que sufre el avión durante la maniobra del
despegue.606 ​

El gobierno ante la conspiración


El gobierno de Casares Quiroga comenzó a tener evidencias de las
actividades conspirativas del general Mola nada más constituirse en
el mes de mayo gracias a un informe del general Juan García
Gómez-Caminero, Inspector general del Ejército.607 ​ Además la
UMRA había montado una red espías en los cuarteles,608 ​ aunque
en muchas ocasiones las informaciones que transmitían no eran del
todo creíbles pues estaban llenas de «alarmismos, fantasía y
exageraciones interesadas».609 ​

Por su parte el aparato policial tenía cierto conocimiento de la


trama. El director general de Seguridad, José Alonso Mallol, había
organizado la instalación de numerosas escuchas telefónicas de los
sospechosos de estar involucrados en la conspiración.610 608​ ​ Para
el mes de mayo ya tenía confeccionada una lista de más 500
implicados que entregó al presidente de la República, Manuel
Azaña y al presidente del Gobierno, Casares Quiroga, «con la
recomendación de que se procediera a su detención». Pero Azaña y
Casares Quiroga no hicieron nada al respecto, temerosos, según Santiago Casares Quiroga,
Paul Preston, de las posibles reacciones, y los preparativos golpistas presidente del gobierno del Frente
continuaron.611 ​ Lo que sí hicieron fue enviar circulares cifradas a Popular desde mayo de 1936. Fue
los gobernadores civiles para que estrecharan la vigilancia a los acusado por dirigentes de la
grupos sospechosos, aunque evitando «rozamientos» innecesarios y izquierda y por militares republicanos
manteniendo la «convivencia» (había llegado quejas de insultos a de no haber hecho caso de las
militares por parte de miembros de las izquierdas obreras). Una del advertencias que le hicieron llegar
2 de junio estipulaba lo siguiente:612 613
​ ​ sobre la sublevación que se estaba
preparando. Finalizada la guerra civil
Este Ministerio [de la Gobernación] conoce desplazamiento el líder socialista Francisco Largo
de emisarios a diversas guarniciones con propósito de Caballero llegó a acusarle de ser el
articular movimiento de tipo militar; precisa extremar de responsable, junto con el presidente
modo discretísimo vigilancia jefes significados y de la República Manuel Azaña, de la
movimientos militares sospechosos, adoptando medidas y guerra civil por no haber abortado la
comunicando a este Ministerio información adquirida. sedición. Su actuación, como la de
Azaña, sigue siendo objeto de un
El 3 de junio Alonso Mallol visitó Pamplona acompañado de un intenso debate historiográfico.
numeroso grupo de policías y guardias de asalto con el objetivo de
realizar varios registros y encontrar pruebas de la implicación del
general Mola en la conspiración.388 ​ Sin embargo, gracias a un aviso del comisario de policía y confidente
de Mola, Santiago Martín Báguenas (adscrito a la Dirección General de Seguridad), los conspiradores
estaban prevenidos y el registro policial no aportó ninguna evidencia.614 ​ El resultado negativo de la
inspección hizo creer al gobierno que Mola no era el cerebro de la conspiración ―el gobierno desconocía
quién se escondía bajo el sobrenombre de «El Director»―608 615 ​ ​. Por eso cuando el alcalde de Estella
Fortunato Aguirre alertó poco después a Casares Quiroga sobre las reuniones que estaba manteniendo el
general Mola con militares en el monasterio de Irache fue ignorado.607 ​ Casares Quiroga le dijo al alcalde:
«el general Mola es un republicano leal, que merece el respeto de las autoridades».616 ​Al teniente coronel
de la Guardia Civil en Pamplona José Rodríguez Medel, que sospechaba de Mola (este lo mandó fusilar
cuando intentó parar el golpe), tampoco le hicieron caso. Según Payne esto también pudo deberse a la alta
consideración que tenía Casares Quiroga del general Mola quien, cuando era director general de Seguridad
durante la Dictablanda de Berenguer, había hecho que trasladaran a Casares Quiroga, detenido tras el
intento de insurrección republicana de diciembre de 1930, a una celda mucho más cómoda debido a su
delicado estado de salud.617 ​
Por otro lado, el fracaso del registro de Pamplona demostró que los conjurados contaban con complicidades
dentro del aparato del Estado. Por ejemplo, el comisario de Orden Público de la Generalidad de Cataluña
Vicente Guarner Vivancos denunció que pocos días antes del inicio de la sublevación un emisario suyo
enviado a Madrid con un informe sobre la conspiración fue detenido en Zaragoza y obligado a volver a
Barcelona con la mayor impunidad. Lo cierto es que, según Julio Aróstegui, el gobierno nunca investigó ni
depuró las complicidades de dentro del aparato del Estado con los conjurados.618 ​

También a principios de junio el gobierno fue informado de que el teniente coronel Juan Yagüe, jefe de la
Legión en Ceuta, estaba implicado en la conspiración, y Casares Quiroga lo hizo venir a Madrid. Pero tras
la entrevista que mantuvo con Yagüe el presidente del gobierno le dejó retornar a su puesto (desde donde
encabezaría la sublevación del Protectorado español de Marruecos el 17 de julio) pues quedó convencido
de que «jamás haría traición a la República». «Me ha dado su palabra de honor», le comentó Casares
Quiroga a su adjunto Ignacio Hidalgo de Cisneros ―quien le había advertido de que Yagüe estaba
implicado en la conjura y le había insistido en que el Gobierno debía tomar medidas contra los militares que
conspiraban, así como responder a los asesinatos de Falange―619 ​.620 ​ «Fue un error político
monumental», afirma Paul Preston.621 ​La carta que el general Franco le envió el 23 de junio al presidente
del gobierno Casares Quiroga en la que le aseguraba que no se estaba fraguando ninguna conspiración en
el Ejército («faltan a la verdad quienes os presentan al ejército como desafecto a la República, engañan
quienes simulan complots», le decía)451 ​ también tranquilizó a Casares Quiroga (y a Azaña), por lo que
contribuyó «a reforzar la confianza del Gobierno respecto al fracaso de una eventual sublevación en el caso
de que llegara a producirse».622 ​

El gobierno también fue advertido en repetidas ocasiones por miembros destacados de los partidos y
organizaciones de izquierda. Uno de los más persistentes fue el socialista Indalecio Prieto a quien Casares
Quiroga, cansado de tanta insistencia, finalmente le respondió con un exabrupto: «No estoy dispuesto a
soportar las exaltaciones de su menopausia» ―Prieto disgustado se marchó a Bilbao y no volvería a
Madrid hasta que le comunicaron la noticia del asesinato de José Calvo Sotelo―619 ​. Un desplante
parecido les dio Casares Quiroga a las personas que le hablaron de la actividad conspirativa del general
Queipo de Llano: «¿Pero ustedes le temen a Queipo de Llano?... ¿No saben que Queipo no es más que un
imbécil? Además, ¿qué va a hacer? ¡Como no subleve a los Carabineros en la frontera! ¡Lo único que tiene
es despecho porque hemos destituido a su consuegro!». A Largo Caballero le dijo que hacía demasiado
caso a las historias de militares aburridos y amargados.623 624
​ 625
​ ​El diario El Socialista no dejó de alertar
al gobierno con numerosos artículos publicados en sus páginas y redactados gracias a las redes de
información socialista. En su edición del domingo 12 de julio, el mismo día en que por la tarde sería
asesinado el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo y el asesinato ya en la madrugada del lunes 13
del líder monárquico José Calvo Sotelo, volvía a insistir en que los rumores sobre la conspiración militar no
eran tales, sino «datos exactos» y volvía a ofrecerse al gobierno como «una fuerza movilizable en caso de
necesidad».626 ​ Sin embargo, Azaña juzgó estos artículos como contraproducentes pues alarmaban a la
opinión pública y la echaban en contra de los militares, para los que Azaña pedía confianza en su sentido
del deber, su disciplina y la lealtad a su juramento.627 ​

Los comunistas, al igual que los socialistas, contaban con sus propias redes de información dentro de los
cuarteles que les informaban «sobre las actividades de los jefes fascistas del ejército».628 ​ La diputada
comunista Dolores Ibárruri Pasionaria trató de alertar a Casares Quiroga de los preparativos del general
Mola en Pamplona, pero el presidente del gobierno le contestó que «Mola es leal a la República» y que los
oficiales del ejército español «se mantenían en los límites de la más estricta disciplina» dispuestos a
obedecer «las órdenes del Gobierno legalmente constituido».629 ​ Santiago Carrillo, líder de las JSU,
también visitó a Casares Quiroga junto con el secretario general del PCE José Díaz e Indalecio Prieto, pero
encontró la misma respuesta. «Aquel hombre flaco, enfermo, con ojos de fiebre, trató de convencernos de
que el Gobierno dominaba la situación y que la amenaza no era tan grave. Llegó a decir que estaba
deseando que se sublevaran para poderlos aplastar», escribió Carrillo en sus Memorias.625 ​ Algo parecido
escribió en el exilio el socialista Juan Simeón Vidarte quien recordó que en una de las reuniones que
mantuvieron con Casares Quiroga este les dijo:630 ​

Todo eso que ustedes me cuentan y mucho más lo sabe el gobierno y lo que yo quiero es que
se echen a la calle de una vez para yugular la rebelión.

También los militares republicanos advirtieron a Casares, especialmente los miembros de la


UMRA.631 615​ ​ Hacia el día 10 de julio sus dirigentes le informaron de que el golpe militar se iniciaría el
16 de julio y que en él estaban implicados Goded, Mola, Fanjul, Varela, Franco, Aranda, Alonso Vega,
Yagüe y García Valiño, pero Casares Quiroga les respondió que no había riesgo de sublevación.308 ​
632 ​
Poco antes el capitán Escofet, Comisario General de Orden Público de la Generalidad, había informado a
Casares Quiroga, al presidente Companys y al general Francisco Llano de la Encomienda, jefe de la IV
División Orgánica, de los planes para sublevar Barcelona que había descubierto, pero Llano de la
Encomienda, que esperaba controlar a los conspiradores, se limitó a detener a tres oficiales, sin que ni
Casares Quiroga ni Companys le pidieran que decretara nuevas detenciones.633 ​ Por su parte el
comandante Hidalgo de Cisneros informó directamente a Azaña de que los oficiales de la base aérea de
Alcalá de Henares estaban haciendo acopio de armas, a lo que el presidente de la República le respondió
que «era muy peligroso afirmar radicalmente cosas de tanta gravedad».634 ​

Tampoco hicieron demasiado caso Azaña y Casares Quiroga a las advertencias que les hacían llegar los
gobernadores civiles, como el del de Granada que a finales de junio envió un detallado informe sobre las
maniobras sospechosas que se estaban realizando en la guarnición de su demarcación. La respuesta fue que
se vio obligado a dimitir por las tensiones que había creado con el jefe militar de la plaza. La frase que se le
atribuyó a Casares Quiroga de que en respuesta a los periodistas unos pocos días antes de estallar la
sublevación había dicho «¡Que se levanten! Yo, en cambio, me voy a acostar», no aparece en ningún
periódico de la época.635 ​

Terminada la guerra civil algunos líderes del bando republicano culparon a Azaña y a Casares Quiroga de
la derrota por no haber hecho caso a las advertencias. Uno de los más contundentes fue el socialista
Francisco Largo Caballero: «¿Pudo evitarse la guerra civil? Sí, pudo evitarse. Con menos desdén por parte
de los señores Azaña y Casares Quiroga para las denuncias que les hice, la sedición hubiera sido abortada y
nos hubiéramos salvado de la catástrofe… Por su culpa, cayó España en el abismo».636 ​

El debate historiográfico sobre la actuación del gobierno

La actuación del gobierno de Casares Quiroga y la del presidente de la República Manuel Azaña, han sido
objeto de un intenso debate entre los historiadores. Buena parte de ellos los han acusado como mínimo de
pasividad ante la conspiración. Es el caso de Julio Aróstegui que considera que no actuaron con más
contundencia porque «Azaña y muchos elementos de su partido, y el propio Casares Quiroga, jefe del
Gobierno, no creyeron que después de haber neutralizado con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el
Ejército hubiera capacidad para preparar una acción seria, estimando además que tenían controlados a los
posibles cabecillas y que en el caso de que esa rebelión se produjese sería fácil abortarla».637 ​«El gobierno
de Casares Quiroga ocupa en toda esta historia un lugar calificable de todo menos brillante y acertado»,
añade Aróstegui. «El gobierno tenía información y suficientes elementos de juicio sobre lo que se tramaba»
pero «Casares Quiroga y sus ministros se negaron a indagar a fondo la verdadera entidad de la conjura»,
concluye este historiador.638 ​ Y ello a pesar de que «entre los meses de marzo y julio de 1936, tanto los
rumores como las noticias, advertencias, evidencias y denuncias sobre lo que se preparaba en la
clandestinidad circularon con profusión en la prensa, los corrillos y
mentideros y, naturalmente, en los organismos políticos y el
Parlamento». Estas noticias, rumores y advertencias se acrecentaron
durante el mes de julio.639 ​

La valoración de Aróstegui es compartida por otros historiadores


como Paul Preston («Santiago Casares Quiroga, enfermo de
tuberculosis, no estaba a la altura de los problemas que tendría que
resolver… Casares se negaba sistemáticamente a creer los informes
fidedignos de la conspiración militar»)640 ​ o José Luis Rodríguez
Jiménez («el desconocimiento de la trama golpista denota una
notable incompetencia gubernamental en el control de los militares
que ya se habían significado por sus intenciones y sentimientos
antidemocráticos»).13 ​Una posición similar sostiene Francisco Alía
Miranda: «El gobierno tomó ciertas medidas, sin duda, pero no las
drásticas que hubiera hecho falta». Alía Miranda reconoce que el
gobierno actuó sobre la cúpula militar ―finalmente solo uno de los
ocho generales que comandaban las Divisiones Orgánicas se Manuel Azaña, presidente de la
sublevaría; y de los dieciocho generales de división, sólo se República desde mayo de 1936. Su
sublevaron cuatro (Franco, Goded, Queipo de Llano y Cabanellas) actuación, junto con la del presidente
y de los treinta y dos generales de brigada, lo hicieron dieciocho; en del gobierno Santiago Casares
cambio entre los oficiales del Estado Mayor el 80 % se adhirió a la Quiroga, ha sido objeto de un intenso
debate historiográfico. Buena parte
rebelión―641 ​ «pero se olvidó o quiso olvidarse de lo que sucedía
de los historiadores los han acusado
en cada provincia. Se limitó a ordenar a los gobernadores civiles la
como mínimo de pasividad ante la
vigilancia de los sospechosos civiles y militares, y en muy pocos
conspiración. Otros en cambio, los
casos su detención y la recogida de armas».642 ​ han defendido alegando que no
actuaron con más contundencia
Stanley G. Payne coincide con Alía Miranda en que el Gobierno
porque no contaron con pruebas
«había adoptado algunas medidas relevantes para mantener el
suficientes para poder llevar a juicio
control sobre el ejército» («casi todos los altos mandos habían sido
a los militares implicados.
relevados... fueron detenidos muchos activistas civiles, sobre todo
falangistas, y algunos cabecillas de la conspiración estaban bajo
vigilancia al menos parcialmente»), pero que no fue más lejos porque Casares Quiroga y Azaña
necesitaban al ejército si finalmente se producía una intentona revolucionaria por parte de la izquierda. En
este sentido, Azaña y Casares Quiroga «se sentían situados entre dos fuegos». «Azaña quería ser aliado de
la izquierda revolucionaria, no su prisionero. Tras convertirse en Presidente de la República, la angustia y el
temor se apoderaron de él y se encerró en sí mismo». Casares Quiroga, por su parte, no quería jugar el
papel de Kerensky en la Revolución rusa de 1917 y de hecho tenía en su despacho un fotografía del
presidente del gobierno ruso derrocado por los bolcheviques. El ministro de la Gobernación Juan Moles
participaba de la idea de que no había que provocar en el ejército una reacción de solidaridad. También
contaban con la división que existía entre los militares y con que la intentona anterior («La Sanjurjada»)
había sido aplastada con facilidad.643 644
​ 645
​ ​

Más categórico es Ángel Viñas en su juicio sobre Azaña y Casares Quiroga, ya que los acusa de no actuar
con la debida contundencia ante las informaciones que les llegaban sobre la conspiración, lo que, según
Viñas, constituyó «el gran error de la República».646 ​ Viñas considera que «el Gobierno pecó de
inoperante» y además le recrimina haber focalizado su atención en una posible insurrección anarquista,
sobre todo después de conocer las resoluciones del IV Congreso de la CNT celebrado en Zaragoza del 1 al
10 de mayo.647 ​ Antony Beevor, por otro lado, ha llegado a comparar la actitud de Azaña y de Casares
Quiroga con la de Neville Chamberlain ante Hitler pues «tanto Azaña como Casares Quiroga desoyeron
todas las advertencias». «El presidente de la República, sobre todo, parecía haber perdido su sentido
político. Sufría momentos de depresión combinados con brotes de euforia que paralizaban su voluntad y le
sumían en amargas reflexiones sobre la escasa altura de miras de los políticos españoles».629 ​

Igual de contundente se muestra Gabriele Ranzato cuando afirma que «a la luz de los acontecimientos
posteriores, la imprevisión de la pareja Azaña-Casares respecto a la sedición parece rozar la
irresponsabilidad. Porque noticias, señales y advertencias sobre proselitismo y contactos de los
conspiradores les llegaron en gran número». Ranzato reconoce que «Casares estaba al tanto de la
conspiración —aunque ignoraba su alcance— y no había dejado de tomar algunas medidas para impedir su
extensión», pero fueron «incoherentes» debido a «una visión de los problemas, en primer lugar, "mando-
céntrica", es decir, orientada a confiar su solución al control de los altos cargos militares, olvidando las
segundas líneas, que en realidad estaban en perfectas condiciones de sustituirlos en el mando y, por edad,
estaban más dispuestas a la acción. Y, por otro lado, esa visión parece condicionada también por una
perspectiva "Madrid-céntrica", tanto en el sentido de una errónea extensión a todas las fuerzas armadas del
panorama mayoritariamente militar-burocrático, no proclive a aventuras, ofrecido por el ambiente castrense
de la capital, como en el sentido de una excesiva seguridad respecto a que una concentración en esta ciudad
de los mandos y de las unidades más fiables, sobre todo de las fuerzas de orden público, la haría
prácticamente inexpugnable, destinando al fracaso el ataque subversivo». Por otro lado, Ranzato también
les reprocha a Casares Quiroga y a Azaña haber nombrado para la cúpula militar «en su mayor parte» a
«personajes grises, elegidos más por afinidad política —verdadera o presunta— con los gobernantes
republicanos que por sus capacidades y hazañas guerreras» (como fueron los casos del Jefe del Estado
Mayor, general José Sánchez Ocaña y de su segundo Manuel Lon Laga, e incluso el del propio ministro de
la Guerra con Azaña, su amigo el general Carlos Masquelet; durante la guerra, el primero fue
inmediatamente destituido, el segundo destituido y fusilado, y el tercero desempeñó un papel marginal).
Más imprudentes aún fueron los nombramientos militares en el Protectorado Español de Marruecos pues
todos ellos, elegidos con criterios políticos, se vieron sorprendidos por los oficiales golpistas al mando de
tropa.648 ​

El historiador militar José García Rodríguez, general de brigada (retirado) del Ejército del Aire, señala que
Casares Quiroga y Azaña «estaban convencidos de que las posibilidades de un amplio movimiento militar
eran mínimas. Mientras que en 1931, Azaña temía un golpe, en 1936 estaba persuadido de que los tres años
de "supremacía del poder civil" habrían neutralizado un problema histórico... El Gobierno, pues, prefería
creer en las excusas de lealtad de Yagüe, Franco y Mola, convencidos de que se produciría otra
"sanjurjada", fácilmente aislable y reducible». Procuraron controlar la posible intentona militar con el
nombramiento de militares leales en los puestos clave pero «apenas pudieron cubrir los Mandos de
División, parte de los de Brigada y de pocos regimientos» y «ningún conspirador importante fue
destituido», mientras «los rebeldes trabajaban con la UME en actuar sobre los mandos de "Compañía" y de
"Batallón", capitanes y comandantes; así como en los Estados Mayores de las divisiones».649 ​

Luis Romero, por su parte, matiza que Santiago Casares Quiroga fue «un chivo expiatorio» sobre el que
cargar la culpa, aunque reconoce que no estuvo «exento de graves responsabilidades». «Que Casares
pecara de imprevisor por mal informado, que le faltara energía o valor para emplear procedimientos más
enérgicos, que se dejara vencer por la fatiga y el pesimismo y, más que nada, que no fuera el hombre
idóneo para afrontar aquella situación límite, parece demostrado. El mal procedía de lejos; su actuación al
frente del Gobierno fue desacertada desde el primer día. Pero tampoco las circunstancias le fueron
favorables».650 ​

José Luis Martín Ramos también afirma que el severísimo juicio contra Casares Quiroga, quien nunca
quiso escribir su propia versión,651 ​ ha de ser matizado, ya que la responsabilidad de que el golpe se
produjera «no fue suya en absoluto y la posibilidad de evitarlo excedió a las capacidades gubernamentales,
a la capacidad de cualquier gobierno español de la época».21 ​ Sin embargo, Martín Ramos considera que
«a la vista de lo que ocurrió, es claro que Casares Quiroga no tuvo un comportamiento feliz». Según este
historiador, Casares Quiroga «erró en la orientación que dio a su respuesta» a la conspiración pues «le
aplicó un método policial de vigilancia, confiando en la lealtad de los mandos del ejército y las fuerzas de
orden público, sobre todo en la capital; con lo que se situó a remolque de los acontecimientos… Recelaba
de dar cualquier paso en falso, que favoreciera a los conspiradores. Añadió errores de apreciación o de
prejuicio político compartidos con Azaña. El de mantener en sus puestos a los mandos militares que no
habían levantado sospecha activa, o se creía que finalmente apoyarían al gobierno, como Queipo de Llano
o Miguel Cabanellas. O el de preferir en los nombramientos a supuestos militares “profesionales”, léase
apolíticos, frente a aquellos que pudieran tener un perfil comprometido con alguna organización y sobre
todo con la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA)...; ejemplo de ello fue la designación de
Sánchez Ocaña como jefe del Estado Mayor Central, donde actuó con toda permisividad frente a los
conspiradores... En el extremo de ese error de apreciación se dejó engañar por las mentiras de Franco y
Yagüe, que le hicieron protestas de lealtad y de no estar por ninguna conspiración». Pero el principal error
de Casares Quiroga y de Azaña, según Martín Ramos, fue no haber movilizado de forma «preventiva» a
las «masas», error en el que también cayeron las organizaciones del Frente Popular que «se subordinaron a
la acción del gobierno» y no «se plantearon ninguna respuesta de movilización preventiva, ni que fuera en
tono muy menor al de octubre de 1934». «Quizá por eso la crítica posterior a Casares Quiroga fue
mayúscula; cargó con todas las culpas, porque le cargaron con todas las responsabilidades».652 ​

Sin embargo, hay historiadores que niegan la tesis de la pasividad o la dejación de autoridad del gobierno.
Es el caso de Rafael Cruz: «las medidas tomadas por el Gobierno republicano antes y durante la rebelión
pudieron ser insuficientes, los planteamientos gubernamentales equivocados y los servicios de información
de la policía y del Ejército ineficaces, cuando no a favor de la rebelión [como lo demostraría el «soplo»
policial a Mola el 4 de junio cuando el director general de Seguridad se dirigía a Pamplona para detenerlo].
Pero en ningún caso reflejan una parálisis o la inacción por parte del Gobierno». El gobierno mediante
cientos de vigilancias, traslados forzosos, ceses y detenciones de los militares más alejados del régimen
republicano, así como el descubrimiento de planes y recursos de los conjurados ―que les obligaron en
muchas ocasiones a improvisar―, intentó asegurarse la lealtad de las guarniciones y de las comandancias
situando al frente de ellas a militares comprometidos con la República ―especialmente en las cabeceras de
las Divisiones Orgánicas―. En este sentido Cruz subraya la labor del general Pozas, inspector general de la
Guardia Civil, cuya política de nombramientos, ascensos y traslados consiguió que este cuerpo de
seguridad no se sumara al golpe en lugares tan decisivos como Madrid y Barcelona, lo que fue clave para
su fracaso.653 ​ Asimismo destaca la decisión de concentrar en Madrid a toda la Guardia de Asalto de las
dos Castillas al considerar que la resistencia de la capital era clave en el resultado de una posible rebelión,
de tal manera que hubiera más policías que militares en Madrid.654 ​ El gobierno, según Rafael Cruz, no
dejó de intentar conseguir el control civil del Ejército, pero se encontró con dos obstáculos difíciles de
superar: «el primero de ellos residía en la complicidad de algunos mandos policiales, tanto civiles como
militares, con los organizadores de la rebelión»; «el segundo obstáculo consistía en el equívoco de las
relaciones de significativos jefes militares con el Gobierno», como los generales Franco, Queipo de Llano o
Cabanellas, e incluso el general Mola, que combinaban la promesa de lealtad a la República con la de
sumarse o permanecer expectantes ante la rebelión ―«el Gobierno, en cambio, no podía tener confianza en
ellos, pero estaba obligado a mantener en secreto las desafecciones de altos jefes militares, al no controlar
sus consecuencias políticas»―.655 ​

Pilar Mera Costas también niega la tesis de la pasividad de Casares Quiroga y de Azaña. Tras enumerar las
medidas que tomaron para intentar acabar con la conspiración, justifica su actuación recordando que la
República era un estado de derecho lo que les impedía actuar sin pruebas, solo basándose en rumores. «El
Gobierno era el primero que debía mantener la legalidad en una democracia». Además tanto Azaña como
Casares Quiroga insistieron en que había que mantener la calma y «transmitir a la opinión pública mensajes
de confianza en el Estado, el Ejército y las fuerzas de orden público». Para confirmar su tesis Mera Costas
aporta el testimonio de Santos Martínez Saura, secretario civil de Azaña, quien en sus memorias escritas en
el exilio afirmó que la actuación tanto de Azaña como de Casares Quiroga no estuvo guiada por la
indiferencia, sino por la prudencia. «Ninguno de ellos quería dar pasos en falso y moverse sin pruebas
suficientes por respeto a la ley y por temor a precipitar la sublevación, creando mártires y molestando con
un movimiento precipitado a aquellos militares que todavía no habían optado por la conspiración». Según
Martínez Saura, «Casares confiaba en la fortaleza del régimen y de sus defensores y esperaba que los
traslados, detenciones y cambios de mando fueran suficientes para debilitar la sublevación y que, cuando
esta se produjese, sus cabecillas quedasen al descubierto y las fuerzas republicanas bastasen para vencer,
como había sucedido el 10 de agosto de 1932. Un pensamiento que, según el secretario, compartía la
mayor parte de líderes de izquierda…». Otra prueba que aporta Mera Costas es el hecho de que el gobierno
logró abortar la intentona golpista del 20 de abril.656 ​

Por último esta historiadora se refiere a la reunión del Consejo de Ministros del 10 de julio en la que los
miembros del gabinete fueron informados por el presidente Casares Quiroga de lo que se sabía hasta ese
momento de la conspiración —se seguía sin saber quien era «El Director»—615 ​. Allí se debatió si había
que proceder a la detención de los sospechosos, tal como proponían el subsecretario de Presidencia Carlos
Esplá y el director general de Seguridad José Alonso Mallol, aunque no se poseían pruebas determinantes,
lo que impediría su procesamiento, o esperar un poco más y yugular el movimiento una vez se hubiera
iniciado como en 1932, un movimiento del que se tenían indicios de que comenzaría en cuarenta y ocho
horas. Se impuso la segunda opción, que era la que defendían Casares Quiroga y Azaña.656 ​ Stanley G.
Payne coincide con el análisis de Mera Costas: «Era posible abortar el movimiento mediante una serie de
detenciones inmediatas, pero no había pruebas concluyentes para procesar a los cabecillas. La alternativa
era esperar a que el movimiento madurara (siempre dando por hecho de que sería una repetición de la
"sanjurjada") y aniquilarlo completamente cuando se pusiera en marcha, que era lo que ya había decidido el
propio Azaña».657 658
​ ​ Según recordó años más tarde el ministro de Instrucción Pública Francisco Barnés
Salinas Casares Quiroga dijo:659 ​

Desde primeros de junio venimos siguiendo la pista de la conspiración y ella nos ha llevado
largas horas de meditación al presidente de la República y a mí. [...] Dada la efervescencia
política y las sesiones borrascosas que habíamos tenido en el Congreso, detener a los jefes
militares, sin pruebas contra ellos, nos pareció extraordinariamente peligroso; por eso el
presidente de la República y yo optamos por el segundo procedimiento: esperar que la
sublevación se produzca para yugularla, para restablecer definitivamente la paz en España
aunque hubiera que fusilar a unos centenares de personas.

Como colofón Mera Costas defiende la figura de Casares Quiroga, objeto de críticas crueles, coincidiendo
en esto «con la caricatura monstruosa de la propaganda oficial del franquismo» (Joaquín Arrarás escribió en
plena guerra civil sobre él: «cruel e inhumano, se solaza en su oficio de verdugo; aplica sus dotes de
inventiva a idear nuevas formas de tormento […] atacado de un sadismo morboso, organiza secuestros y
asesinatos…»). Destaca que uno de los pocos políticos republicanos que denunció el linchamiento de
Casares Quiroga fue el socialista Julián Zugazagoitia: «Hay un tipo de injusticia histórica, difícilmente
reparable, que es el que hace que Casares Quiroga resuma en sí mismo, personificando culpas colectivas, a
cuantos, por acción o por abandono, contribuyeron a facilitar a los generales el ambiente y el pretexto de la
insurrección».660 ​

Un ejemplo de la actitud gubernamental, según Mera Costas, sería la actuación del gobernador civil de
Sevilla José María Varela Rendueles que dio crédito «a las promesas de fidelidad absoluta de militares
conspiradores en vísperas del golpe».661 ​ En sus memorias (Rebelión en Sevilla. Memorias de su
gobernador rebelde, páginas 92-94) publicadas en 1984 reconoció que cometió el error de confiar «en la
verdad ajena y en la ajena lealtad». «Si se nos decía: —Yo acato la República. —Yo estoy dispuesto a
servir a la República. —Tiene usted mi palabra de que seré leal a la República. Esa tenía que ser la verdad
y no cabía dudar de ella... Aun sabiendo como se sabía que se conspiraba en los cuarteles, se mantenía la
confianza en el Ejército... ¿Con qué derecho poner en duda la fidelidad de la palabra empeñada por unos
hombres que hacen culto al honor y sagrado el empeño de cumplirla? ¿No sería ofensiva insensatez,
culpable provocación, todo asomo de desconfianza?».662 ​
Joan Maria Thomàs ha señalado que los gobiernos republicanos fracasaron a la hora de desarticular el
golpe (creyeron que lo podrían detener «como si de una intentona como la de Sanjurjo se tratara»), pero
que su mayor fracaso fue no conseguir «mantener el orden público y la estabilidad política y social del
país». Thomàs afirma que la responsabilidad primera de la guerra civil recae en los que se alzaron contra la
República, «pero aquellos que deberían haber defendido la Constitución no supieron hacerlo ni mantener
las condiciones de convivencia política imprescindible, desactivando las bases y fundamentos de los
golpistas». Eso es lo que explicaría, según Thomàs, que el golpe de Estado de julio de 1936, a diferencia de
La Sanjurjada de agosto de 1932, «encontró el apoyo no solo de la ultraderecha, sino también de muchos
sectores derechistas, de muchos católicos y de muchas personas que querían que el orden público fuese
restaurado a toda costa».663 ​

El fracaso parcial del golpe

Las dudas del general Mola

A principios de julio Mola había conseguido comprometer en el


golpe a numerosas guarniciones, gracias sobre todo a la trama
clandestina de la UME dirigida por el coronel Valentín Galarza
(cuyo nombre clave era «El Técnico») ―como han destacado
varios historiadores, el papel de la UME fue determinante en la
organización de la conspiración pues fueron sus integrantes los que
contactaron con los jefes y oficiales que tomarían el mando de la
sublevación en aquellos lugares donde los generales se mantuvieran
fieles a la República―.664 665
​ 649
​ ​ Pero Mola no contaba con
todas las guarniciones ―y de los jefes de las ocho Divisiones
Orgánicas solo con uno―, y especialmente tenía serias dudas sobre
el triunfo del golpe en el lugar fundamental, Madrid, y también
sobre Cataluña, Andalucía y Valencia.252 666
​ ​Según Luis Romero,
la red de la conspiración había «tomado una extensión
prometedora, pero insuficiente para asegurar el éxito
inmediato».667 ​ General Miguel Cabanellas, el único
general al mando de una División
El 1 de julio Mola emitió su última directriz bajo el título "Informe Orgánica (la V) que se había
reservado" en la que reconocía que «el entusiasmo por la causa no comprometido con la sublevación.
ha llegado todavía al grado de exaltación necesario» y «que la
propaganda no ha alcanzado un resultado completamente
halagüeño» ―lo que traslucía un pesimismo también personal―668 669 ​ ​, refiriéndose a continuación a las
dificultades que estaba teniendo para incorporar a la sublevación a los carlistas ―«una fuerza nacional
indispensable para la acción en ciertas provincias», decía Mola― a los que acusaba de que «la
colaboración es ofrecida a cambio de concesiones inadmisibles» que hipotecarían «el provenir del nuevo
Estado». Lo que contrastaba con la actitud de Falange con la que ya había alcanzado un acuerdo,670 ​
aunque se quejaba de que no había aumentado el pistolerismo falangista para «provocar una situación de
violencia» «para, apoyados en ella, proceder», «pero es el caso que hasta este momento —no obstante la
asistencia prestada por algunos elementos políticos— no ha podido producirse, porque aún hay insensatos
que creen posible la convivencia con los representantes de las masas que mediatizan el Frente
Popular».671 ​ El "Informe reservado" acababa diciendo: «Se ha de tener presente que todo está ya en
marcha y que no ha de cundir el desaliento».672 ​
El relativo pesimismo de Mola por la falta de garantías de éxito de la rebelión ―que era compartido por el
general Queipo de Llano quien tras recorrer Andalucía había encontrado «escasa disposición militar y
mucha resistencia civil»― es lo que explicaría los continuos aplazamientos de la fecha en que debería
iniciarse.673 674
​ ​ Según Stanley G. Payne, la resistencia de bastantes militares a participar se debía a que
«los oficiales constituían un grupo burocrático poco interesado, en su mayoría, en involucrarse en una
acción desesperada que posiblemente les llevaría a la ruina. Les preocupaban sus familias y sus pensiones».
Por otro lado, «la debilidad de la conspiración se acentuaba además por el hecho de basarse en
consideraciones preventivas. Aparentemente, el éxito de una contrarrevolución sólo podía garantizarse si
existía una clara amenaza revolucionaria, pero la izquierda revolucionaria aún no había tomado las armas»,
añade Payne.675 676
​ ​

En la segunda semana de julio, en plenas fiestas de San Fermín, Mola recibió la visita de su hermano el
capitán Ramón Mola Vidal, que era su enlace con los conjurados en Cataluña. Este le traía malas noticias
porque los servicios de seguridad de la Generalidad de Cataluña habían descubierto sus planes. Como no
confiaba en el éxito de la sublevación le rogó a su hermano que desistiera. Pero el general Mola le contestó
que era demasiado tarde y le ordenó que regresara a Barcelona. Cuando fracasó el golpe en Cataluña el
capitán Mola se suicidó.677 678
​ ​

El general Mola fijó finalmente el 12 de julio (el 10, según Payne)536 671
​ ​ como la fecha del inicio del
golpe pero las dificultades para alcanzar un acuerdo con los carlistas y la detención por la policía de dos
enlaces falangistas que portaban documentos comprometedores le obligaron a aplazarla hasta el 14 de julio
―y a cambiar la contraseña acordada con Fernando Primo de Rivera de «Covadonga», inicio de la
Reconquista, a «Granada», final de la misma―.679 680 ​ ​ En ese momento, según Payne, el general Mola
tenía muchas dudas de que la sublevación triunfara. El 9 de julio Mola le había escrito al líder carlista
Manuel Fal Conde, que seguía resistiéndose a participar en el golpe si no se aceptaban sus condiciones:
«De cuantos han actuado en esta aventura, la única víctima voy a ser yo».681 ​

El asesinato de Calvo Sotelo y el inicio de la sublevación

El domingo 12 de julio hacia las diez de la noche fue asesinado en una céntrica calle de Madrid el teniente
de la Guardia de Asalto José del Castillo, muy conocido por su compromiso con los socialistas a cuyas
milicias había entrenado (dos meses antes los falangistas habían asesinado al capitán Carlos Faraudo, un
oficial del Ejército en activo que también entrenaba a las milicias socialistas y que como del Castillo era
miembro de la UMRA). Como represalia algunos compañeros suyos del cuartel de Pontones, acompañados
por miembros de las milicias socialistas, sacaron de su casa en la madrugada del lunes 13 al diputado
monárquico José Calvo Sotelo y le descerrajaban dos tiros en la nuca. El cadáver fue arrojado a la puerta
del depósito de cadáveres del cementerio de La Almudena y fue encontrado a mediodía.682 ​

La noticia del asesinato de Calvo Sotelo causó una enorme conmoción no solo por el hecho en sí —era el
líder más destacado de la oposición—, sino también porque los autores del magnicidio eran miembros de
las fuerzas de seguridad «que llevaban como auxiliares a militantes socialistas —uno de ellos, escolta de
Indalecio Prieto— y como jefe al capitán de la Guardia Civil, Condés, también ligado al PSOE»683 684 ​ ​
Pero probablemente lo que causó un impacto aún mayor fue que el Gobierno en lugar de condenar
rotundamente el crimen685 686
​ ​ y de iniciar una investigación para llevar a los culpables ante la justicia —
los dos principales responsables directos de la muerte, Fernando Condés y Luis Cuenca, no fueron
detenidos y el primer juez que instruyó el sumario fue apartado del caso—687 683 ​ ​ se dedicó a detener a
cerca de doscientos falangistas y derechistas y a cerrar las sedes madrileñas de Renovación Española (y las
de la CNT).688 689
​ ​ El presidente del gobierno no hizo ninguna declaración,690 ​ lo que podía reforzar la
idea difundida en los ambientes derechistas de que él personalmente estaba detrás del magnicidio basándose
en la supuesta amenaza de muerte que le había lanzado Casares Quiroga a Calvo Sotelo el 16 de junio en
las Cortes («Me es lícito decir después de lo que ha hecho S.S. hoy ante el Parlamento, de cualquier caso
que pudiera ocurrir, que no ocurrirá, haré responsable ante el país a
S.S.»), aunque al día siguiente ningún periódico interpretó en ese
sentido las palabras de Casares Quiroga.691 ​ También guardó
silencio el presidente de la República Manuel Azaña.692 ​

El gobierno parecía estar más preocupado por la reacción de las


derechas que por esclarecer los hechos.693 694​ ​ El mismo día 13
envió una circular a todos los gobernadores civiles en la que les
conminaba a estar alerta «con motivo de la muerte [no el asesinato]
de Calvo Sotelo».693 ​ Como ha destacado, Gabriele Ranzato,
«aquel homicidio parecía destinado a quedar impune, puesto que
tanto el gobierno como la magistratura, y cualquier otra autoridad
encargada de las indagaciones, estaban mostrando lentitud y
pasividad en la persecución de los culpables, realizando solo
algunos arrestos de participantes secundarios en la "expedición
punitiva", mientras que los culpables principales, cuya identidad no
era difícil conocer, habían quedado en libertad».695 ​
El líder monárquico José Calvo
Casares Quiroga llegó a presentarle su dimisión al presidente de la Sotelo. Su asesinato en la
República Azaña, pero este no la aceptó alegando que hacerlo sería madrugada del 13 de julio de 1936
como reconocer que había tenido alguna responsabilidad en el causó una enorme conmoción,
crimen.696 ​ Azaña no hizo caso al consejo que le dio en privado especialmente entre los sectores
Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes, sobre la necesidad conservadores y entre los militares.
de formar un nuevo gobierno dispuesto a imponer «sanciones duras Muchos de estos últimos que
que evidencien el recobro de todos los resortes del poder», pero permanecían indecisos o indiferentes
se sumaron a la sublevación tras
esta postura Martínez Barrio no la mantuvo en público.697 698 ​ ​
conocer las circunstancias de su
Felipe Sánchez Román, amigo de Azaña, fue el único político
muerte. Los asesinos eran miembros
republicano de izquierdas ―aunque no formaba parte del Frente
de las fuerzas de seguridad y de las
Popular― que condenó públicamente el crimen diciendo que «la
milicias socialistas y el gobierno del
República se había deshonrado para siempre». También fue el
Frente Popular presidido por
único que le dio el pésame a la familia.697 ​ En la inmediata Santiago Casares Quiroga no actuó
posguerra el socialista Julián Zugazagoitia, entonces director del con la debida contundencia.
diario El Socialista, reconoció que el asesinato de Calvo Sotelo
había sido un hecho «realmente monstruoso».699 ​

Por su parte la prensa republicana progubernamental y de izquierdas destacó más el asesinato del teniente
Castillo que el de Calvo Sotelo.698 ​ El diario caballerista El Obrero de la Tierra llegó a justificar el
asesinato de Calvo Sotelo al afirmar que su muerte había sido la «consecuencia lógica de estos últimos
atentados criminales fascistas» llevados a cabo por «las cuadrillas mercenarias a sueldo de la reacción», y a
continuación hizo un llamamiento para la organización de las «Milicias Populares».700 ​ Aún más radical
fue la respuesta del Partido Comunista de España (PCE) que presentó una proposición de ley el mismo día
13 por la tarde donde se pedía nada menos que la supresión de la oposición de derechas, el encarcelamiento
de sus dirigentes y la confiscación de su prensa.701 702
​ ​

En el entierro de Calvo Sotelo, que se celebró el día 14 por la tarde y al que asistieron miles de derechistas
―muchos de los cuales hicieron el saludo fascista—,703 ​ Antonio Goicoechea, líder de Renovación
Española, juró «imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España».704 705 ​ ​ Después del entierro,
«cientos de jóvenes derechistas decidieron marchar de nuevo hacia el centro de la ciudad en manifestación»
y, a pesar de que los manifestantes habían sido cacheados para comprobar que iban desarmados, «varios
guardias de asalto y otros policías abrieron fuego contra ellos para impedirles avanzar. Según diversos
periódicos, hubo entre dos y siete muertos y numerosos heridos».706 683
​ ​
Martínez Barrio no convocó un pleno de las Cortes para debatir lo ocurrido, sino que introdujo esa cuestión
en el orden día de la reunión de la Diputación Permanente que en la mañana del día 15 debía renovar el
estado de alarma, con la esperanza de que no hubiera incidentes al ser menor el número de diputados
presentes.707 ​ En la Diputación Permanente intervino en primer lugar el conde de Vallellano en nombre de
los monárquicos para leer una declaración en la que anunciaba que se retiraban de las Cortes tras acusar a
los diputados del Frente Popular de haber incitado «a la violencia y al atentado personal contra los
diputados de derechas» y de ser «los amparadores y cómplices morales» de «este crimen, sin precedentes
en nuestra historia política».708 709
​ ​ Por su parte el líder de la CEDA José María Gil Robles, cuya
intervención, según Gabriele Ranzato, «fue, por su eficacia y elocuencia, su último gran servicio a la causa
de la sublevación», anunció también la retirada de la CEDA de las Cortes. Dirigiéndose a los ministros
presentes y a los diputados del Frente Popular dijo:710 711
​ 712
​ ​

Vosotros tenéis la enorme responsabilidad moral de patrocinar una política de violencia que
arma la mano del asesino; de haber, desde el banco azul, excitado la violencia; de no haber
desautorizado a quienes desde los bancos de la mayoría han pronunciado palabras de amenaza
y de violencia contra la persona del Señor Calvo Sotelo… La sangre del señor Calvo Sotelo
está sobre vosotros, y no os la quitaréis nunca.[...] Tened la seguridad —esto ha sido ley
constante en todas las colectividades humanas— de que vosotros, que estáis fraguando la
violencia, seréis las primeras víctimas de ella.

Según Ranzato, frente al formidable desafío que las derechas acababan de realizar «la respuesta del
gobierno y de los partidos que lo sostenían resulta inadecuada, dilatoria e inconsistente».713 ​ El presidente
del gobierno Casares Quiroga no había acudido a la reunión de la Diputación Permanente por lo que le
respondió a Gil Robles el ministro de Estado Augusto Barcia, «minimizando, eludiendo y oponiéndole a
veces una torpe defensa», según Ranzato. También intervino, brevemente, el ministro de la Gobernación,
Juan Moles, para negar la participación de las fuerzas policiales en el asesinato. Según Ranzato, el gobierno
perdió su última ocasión de «librarse del lastre de la extrema izquierda que les arrastraba hacia el fondo»
«por medio de una clara separación de responsabilidades».714 ​

Tampoco aprovechó la oportunidad de desmarcarse de la extrema izquierda el socialista moderado


Indalecio Prieto,715 ​ tal vez apesadumbrado por el hecho de que quienes habían cometido el asesinato de
Calvo Sotelo no eran exaltados caballeristas, sino hombres de su escolta, uno de los cuales, el capitán de la
Guardia Civil Condés, le había confesado el crimen y Prieto en lugar de denunciarlo o animarlo a que se
entregaran a la justicia, le había aconsejado que se escondiera (Condés, como Luis Cuenca, moriría pocos
días después en el frente de Guadarrama). Prieto, dirigiéndose a Gil Robles, volvió a recurrir al tópico de la
izquierda de que la violencia de aquel momento era la consecuencia de «las enormes ferocidades cometidas
con ocasión de la represión de los sucesos de octubre de 1934».716 ​ Lo cierto es que Prieto, que en los
últimos meses había sido uno de los pocos líderes de la izquierda que había denunciado la violencia de sus
correligionarios, desde principios de julio había cambiado su discurso (tal vez porque «veía venir la guerra
inexorablemente», según Ranzato).717 ​ El 14 de julio, un día después del magnicidio, Prieto hizo un
llamamiento en un artículo publicado en su periódico El Liberal a la unión de las izquierdas y no mostró el
menor gesto de reconciliación con las derechas, cuyo líder más destacado, junto con Gil Robles, acababa
de ser asesinado, y vaticinó que se abría una «una batalla a muerte, porque cada uno de los bandos sabe
que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel».718 ​

La iniciativa que tomó Prieto fue convocar una reunión de las fuerzas obreras del Frente Popular. El 16 de
julio, un día antes de que se iniciara la sublevación militar, estas aprobaron un documento en el que se
instaba a preparar en toda España comités obreros para organizar «milicias populares» y se solicitaba al
gobierno armas para ellas y la depuración de los militares. Incluso se ofrecía al Gobierno poderse integrar
en esos comités —una especie de «sóviets armados», según Stanley G. Payne—.719 720 ​ 721
​ 722
​ ​ Los
socialistas de todas las tendencias, y la izquierda obrera en general, tenían la confianza de que el
«proletariado» sería capaz de vencer en una previsible guerra civil que estimaban corta.723 724
​ ​En un mitin
celebrado en Madrid antes de viajar a Londres para asistir al Congreso de la Federación Internacional
Sindical en representación de la UGT el líder del sector radical del PSOE Francisco Largo Caballero había
dicho: «Si se quieren proporcionar el gusto de dar un golpe de Estado por sorpresa, que lo den... A la clase
obrera no se le vence».725 ​El principal ideólogo del caballerismo Luis Araquistain escribió en una carta a
su hija (o a su mujer)726 ​nada más conocer el asesinato de Calvo Sotelo: «Creo que Caballero tendría que
ser el presidente o no aceptaríamos otra cosa. [...] Me parece que entramos en la fase más dramática de la
República. O viene nuestra dictadura o la otra».727 ​

La conmoción —e indignación—728 ​ causada por el asesinato de Calvo Sotelo se extendió por toda
España, especialmente entre los sectores conservadores. La familia recibió innumerables telegramas de
pésame de todas partes, se celebraron funerales en muchas localidades y miles de personas acudieron a las
sedes de Renovación Española para firmar en las hojas que se habían dispuesto para protestar por el
magnicidio. La prensa conservadora, a diferencia de la republicana y la de izquierdas, le dedicó amplio
espacio a la noticia, aunque con las limitaciones que había impuesto la censura ordenada por el gobierno. El
Pueblo Manchego, diario católico de Ciudad Real, publicó un editorial el día 15 de julio en el que se
preguntaba «¿Qué va pasar aquí?» y afirmaba: «en guerra estamos. El que lo dude no se sabe ver ni calar
las realidades de España». A continuación planteaba la necesidad de formar un «Frente Nacional».729 ​Los
sectores liberales que habían apoyado a la República también quedaron conmocionados, especialmente por
la falta de respuesta del gobierno. Gregorio Marañón, uno de los antiguos integrantes de la Agrupación al
Servicio de la República, le escribió a Marcelino Domingo el día 16: «El Gobierno da la sensación de una
lenidad increíble, nos sonroja y nos indigna a los que luchamos contra la Monarquía. [...] España está
avergonzada e indignada, como no lo ha estado jamás» (cursiva en el original).681 ​

Desde la cárcel de Alicante donde se encontraba preso, el líder de Falange Española de las JONS José
Antonio Primo de Rivera utilizó el asesinato de Calvo Sotelo como justificación del golpe de Estado el
mismo día, 17 de julio, en que había comenzado:730 ​

Unos agentes del Gobierno han asesinado en Madrid a un ilustre español, confiado al honor y
a la función pública de quienes lo conducían. La canallesca ferocidad de esta última hazaña no
halla par en la Europa Moderna y admite el cotejo con las más negras páginas de la Checa
rusa. [...] Este es el espectáculo de nuestra Patria en la hora justa en que las circunstancias del
mundo la llaman a cumplir otra vez un gran destino.

El historiador italiano Gabriele Ranzato ha destacado que lo que puso en evidencia el asesinato de Calvo
Sotelo fue que «el Estado del Frente Popular, en vez de limitarse a perseguir y golpear con la ley a
instigadores, promotores y ejecutores de la violencia subversiva, empleando todos sus recursos represivos
legales, había, en cambio, permitido una justicia sumaria —o mejor una venganza sumaria—, y además
contra una de las figuras más eminentes de la oposición, por parte de miembros de sus fuerzas del orden,
sin que, por otro lado, se tomaran contra ellos inmediatas y severas medidas. De ello había derivado una
ofuscación del Estado de derecho, capaz de engendrar una gran inseguridad en muchos ciudadanos
desconcertados...».731 ​ Joan Maria Thomàs coincide con Ranzato cuando afirma que «lo más importante
fue la falta de reacción del gobierno ante el asesinato del ultraderechista y diputado, que no actuó
enérgicamente dando un golpe de autoridad para restablecer el orden y decepcionó a aquellos sectores que
clamaban por un golpe de timón».683 ​

El asesinato de Calvo Sotelo provocó que los últimos militares indecisos o indiferentes se sumaran a la
rebelión dándole el impulso definitivo.732 454 ​ 733
​ 734
​ ​ De hecho el magnicidio y sus circunstancias
excitaron tanto los ánimos entre los militares comprometidos con la conspiración que el general Mola tuvo
que desplazarse el día 14 a Logroño para impedir que la UME se sublevara, junto con Falange, el día
16.679 680
​ ​ Como ha señalado Eduardo González Calleja, «el magnicidio no provocó el levantamiento
militar, pero aumentó la determinación de los conjurados y animó a dar el paso a los que aún dudaban en
participar en la asonada que se preparaba».735 ​Joan Maria Thomàs afirma que el asesinato de Calvo Sotelo
resultó «decisivo a la hora de concitar un mayor apoyo de los generales y oficiales al golpe y, sobre todo, a
la de concitar apoyos a éste entre sectores de la población».736 ​ También indujo a la pasividad a militares
de orientación democrática a la hora de defender la República.737 ​El militar republicano Jesús Pérez Salas
escribió en sus memorias lo siguiente sobre el impacto que tuvo en el Ejército el asesinato de Calvo
Sotelo:738 739
​ ​

Cuando fueron revelados sus detalles y se supo que habían intervenido en el mismo las fuerzas
de Orden Público, la reacción fue tremenda. [...] Claro está que sólo fueron unos cuantos
guardias y dos oficiales los que intervinieron en tal reprobable acto; pero que éstos se hubieran
atrevido a dar semejante paso, es un síntoma de la descomposición de esas fuerzas o de parte
de ellas, a las que se sabía contagiadas por el virus de la política.[...] Quizás hubiera podido
evitarse la acción posterior del Ejército, mediante una rápida y enérgica intervención del
Gobierno republicano, castigando a los ejecutores [del delito] y, sobre todo, expulsando del
Cuerpo de Seguridad al núcleo contaminado, para dar así la sensación al país de que el
Gobierno se hallaba dispuesto a terminar con el terrorismo de cualquier parte que procediese.

El historiador norteamericano Stanley G. Payne le concede aún más importancia al asesinato de Calvo
Sotelo pues considera que este magnicidio, que según él supuso «el fin del sistema constitucional»
republicano, fue el que decantó a los militares a sublevarse.740 741
​ ​ Como en el caso del general Franco
que solo un día antes del asesinato había vuelto a manifestar sus dudas sobre la participación en la
sublevación.742 743
​ 744
​ ​ El 12 de julio Franco había enviado un mensaje a Mola en el que le decía
«geografía poco extensa» lo que significaba que para él aún no había llegado el momento de la
insurrección. Este mensaje causó una gran consternación en el general Mola que tuvo que cambiar algunas
instrucciones y que llegó a plantearse enviar al general Sanjurjo a Marruecos, para que fuera él el que
encabezara la rebelión en el Protectorado.745 746
​ ​ El 14 de julio, al día siguiente del asesinato de Calvo
Sotelo, el general Franco comunicó a Mola su participación en la sublevación.747 ​

Finalmente todos obedecieron la orden de Mola de que la rebelión comenzara el viernes 17 de julio en el
Protectorado español de Marruecos (una vez conocida la noticia de que las fuerzas de África estarían
preparadas a partir del 16 de julio)748 749
​ ​ y de forma escalonada entre el sábado 18 de julio y el lunes 20
en la península ―a diferencia de los pronunciamientos en que todas las guarniciones se alzaban a un día y
hora concretos, Mola dio libertad para que cada plaza se sublevara cuando lo considerara oportuno con la
intención de provocar un efecto dominó; la única fecha y hora que fijó fue la del alzamiento en el
protectorado: el 17 a las 17―750 ​. Así se lo comunicó el día 15 el general Mola a su enlace en Madrid, el
teniente coronel Valentín Galarza, «El Técnico». Un día antes había aterrizado en el aeródromo de Gando
(Gran Canaria) el avión Dragón Rapide que debía trasladar al general Franco desde Canarias al
Protectorado de Marruecos (no había aterrizado en Tenerife, donde se encontraba Franco, porque no
disponía de un aeropuerto adecuado; Franco tuvo que buscar un pretexto para viajar allí y lo encontró en la
necesidad de asistir al funeral del general Amado Balmes que acababa de fallecer a causa de un accidente
cuando manejaba un arma).679 680 ​ 751​ 752
​ ​ A las siete y cuarto de la mañana del viernes 17 de julio un
enlace del general Mola envió desde Bayona tres radiotelegramas en clave para el general Franco en
Tenerife, para el general Sanjurjo en Lisboa y para el teniente coronel en la reserva Juan Seguí Almuzara
en Melilla en los que se les recordaba la orden de comenzar el alzamiento el 17 a las 17.753 754 ​ ​ Sin
embargo, según Luis Romero la fecha que aparecía los radiogramas era la del sábado 18 de julio y la
sublevación se adelantó en el Protectorado de Marruecos al viernes 17 por la tarde porque los conjurados
en Melilla se vieron obligados a ello para evitar ser detenidos cuando estaban reunidos en las oficinas de la
Comisión de Límites situada en la Alcazaba.755 ​
Algunos líderes conservadores que no habían participado en la conspiración fueron avisados de la fecha del
golpe y se les recomendó que se marcharan de Madrid (o de Barcelona, como en el caso de Francesc
Cambó que se fue de vacaciones y desde el extranjero apoyó el golpe, aunque eso no le sirvió para poder
volver y moriría en el exilio). Alejandro Lerroux se fue a Portugal y desde allí dio su apoyo al golpe,
aunque no se le permitió regresar a España hasta 1947, dos años antes de su muerte. El que decidió
quedarse fue Melquiades Álvarez que moriría asesinado en la saca de la Cárcel Modelo de Madrid del 22
de agosto de 1936. Miguel Maura, que se había negado a sumarse a la rebelión a pesar de habérselo pedido
personas tan destacadas como José Antonio Primo de Rivera, abandonó España en noviembre de 1936
pues «sobre escombros y en guerra civil no se edifica nada sólido». Maura no regresó hasta 1953.756 ​Los
líderes derechistas que estaban comprometidos con la sublevación habían comenzado a abandonar la capital
tras asistir al entierro de Calvo Sotelo en la tarde del martes 14 de julio o después de la reunión de la
Diputación Permanente que se celebró en la mañana del día siguiente. José María Gil Robles se marchó en
coche a Biarritz ese mismo día 15 por la tarde; Antonio Goicoechea se fue el viernes 17 a una finca de la
provincia de Salamanca cercana a la frontera con Portugal.757 ​ También abandonaron Madrid ese mismo
viernes 17 la esposa y los hijos de Calvo Sotelo. A primera hora de la noche tomaron el expreso de
Lisboa.758 ​

La respuesta del Gobierno

El presidente del gobierno Santiago Casares Quiroga ―que estaba pendiente de que Azaña aceptara la
dimisión que le había presentado tras producirse el asesinato de Calvo Sotelo―759 ​ tuvo noticia del
levantamiento de Melilla al anochecer del viernes 17. El rumor de que algo había pasado en el Protectorado
se extendió por la capital.760 ​ A las ocho y media de la mañana del día siguiente, sábado 18 de julio, la
radio emitió un comunicado del Gobierno transmitiendo calma y optimismo.761 ​Hora y media después dos
representantes de la ejecutiva del PSOE visitaron a Casares Quiroga en el Palacio de Buenavista ―donde
el presidente del gobierno y ministro de la Guerra había pasado toda la noche― para pedirle que entregara
armas a las organizaciones obreras pero Casares Quiroga se negó.762 ​ A esas horas de la mañana la
sublevación ya había empezado en la península.763 ​

Por la tarde se conoció que el presidente de la República Azaña había decidido aceptar la dimisión de
Casares Quiroga y nombrar como su sustituto a Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes y líder del
«ala derecha» del Frente Popular,764 ​ para que formara un gobierno de «concentración nacional» de todos
los partidos republicanos de la izquierda y del centro764 ​ cuya finalidad sería «dominar la rebelión,
restablecer el orden y normalizar la vida nacional dentro de la Constitución». Pero cuando Martínez Barrio
empezó a confeccionar la lista de los ministros se encontró con la negativa de los socialistas a participar, lo
que causó una enorme decepción a Azaña y al propio Martínez Barrio.765 ​ Este contactó por teléfono esa
misma noche y durante la madrugada con los jefes militares de las diferentes demarcaciones con la
esperanza de convencerlos de que no se sublevaran y cumplieran con su deber. Habló con el general Mola
y este le contestó que ya era demasiado tarde (según algunas versiones Martínez Barrio llegó a ofrecerle el
Ministerio de la Guerra, pero Mola lo rechazó; según otras, le propuso un pacto político con el ejército en el
que éste podría decidir quién ocuparía los ministerios clave de Guerra, Marina y Gobernación).766 ​Según
Gabriele Ranzato, la intención de Azaña al nombrar al republicano moderado Martínez Barrio era que
buscara un entendimiento con el general Mola, lo que hubiera supuesto el fin del Frente Popular, pero no lo
logró. Según Stanley G. Payne, «si Azaña hubiera tenido la agudeza y valentía de autorizar algún
compromiso menor [con los militares] dos semanas antes, quizá se habría podido evitar la guerra civil».767 ​

Martínez Barrio dio a conocer hacia las cinco de la madrugada del domingo 19 la lista de ministros de su
gobierno, integrado exclusivamente por republicanos (cinco ministros de Unión Republicana; tres de
Izquierda Republicana; tres del Partido Nacional Republicano de Felipe Sánchez Román; uno de Esquerra
Republicana de Catalunya; y el general José Miaja al frente del Ministerio de la Guerra).767 ​ Pero en
cuanto se conoció la
composición del nuevo
gobierno una gran
manifestación recorrió
sobre las siete de la mañana
Madrid con gritos de
«¡Fuera el Gobierno!»,
«¡Sánchez Román, no!»,
«¡Abajo Martínez Barrio!»
y «¡Azaña (o Gobierno)
traidor» y exigiendo
«¡Armas! ¡Armas!» —
además los miembros más
radicales del partido de
Azaña también lo
rechazaron— 767 ​. Entonces
Martínez Barrio acudió al
Diego Martínez Barrio, presidente de
José Giral, nombrado por Azaña Palacio Nacional y le
las Cortes y líder de Unión
presidente del gobierno en la mañana presentó su dimisión a
Republicana. Durante unas horas del
del domingo 19 de julio tras la Azaña, convencido de que
sábado 18 de julio y de la madrugada
renuncia de Diego Martínez Barrio. su gobierno carecía de los
del domingo 19 fue presidente del
Obligado por las circunstancias tomó apoyos necesarios y de que
gobierno de facto en sustitución de
la trascendental decisión de repartir no sería obedecido. Eran
Santiago Casares Quiroga. Durante
armas a las organizaciones obreras, entre las siete y las ocho de
ese tiempo se puso en contacto por
punto de partida de la revolución la mañana del domingo teléfono con el general Mola para
social que se desató en la zona que
19.768 767
​ ​ intentar convencerlo de que no se
permaneció bajo el control de la
sublevara pero Mola le contestó que
República. Fracasado el intento de era demasiado tarde. Horas después
formar un gobierno de dimitió cuando por las calles de
«concentración nacional» Madrid discurrió un gran
Azaña recurrió a José Giral, uno de sus fieles compañeros de manifestación en contra del nuevo
partido y amigo, para que ocupara el puesto de presidente del gobierno y pidiendo «¡Armas!
gobierno. Giral tomó una decisión trascendental: repartir armas a ¡Armas!». Eran las siete de la
las organizaciones obreras («armar al pueblo»).720 ​ Esa misma mañana del domingo 19 de julio.
mañana del domingo 19 la Gaceta de Madrid publicaba un decreto,
también de gran trascendencia futura, firmado por el anterior
ministro de la Guerra Casares Quiroga: se disolvían las unidades militares y se licenciaban las tropas cuyos
mandos se sublevasen.769 ​ Este decreto suponía la práctica disolución del ejército, lo que se volvió en
contra de la República, que tardaría en reconstruirlo.770 ​ «Fue un error inútil, porque los rebeldes hicieron
caso omiso de los decretos y no dejaron marchar a ninguno de sus hombres. En cambio, la tropa de muchas
fuerzas dudosas o gubernamentales abandonó las filas cuando más falta hacía».771 ​

Enseguida comenzó la entrega de fusiles procedentes de los arsenales militares a la UGT y a la CNT. El
problema era que la mayor parte de esos fusiles no tenían cerrojo y estos se guardaban en el Cuartel de la
Montaña.772 ​ A última hora de la noche el cuartel fue sitiado por las fuerzas militares y de orden público
leales al Gobierno. Al día siguiente realizaron el asalto consiguiendo la rendición de los sitiados. Entonces
grupos de civiles armados irrumpieran de forma descontrolada en el cuartel causando una carnicería ―poco
antes se había producido una matanza causada por los sitiados cuando tras izar la bandera blanca habían
disparado contra la multitud que se había aproximado al cuartel creyendo que se habían rendido―. Las
milicias obreras se apropiaron de todas las armas que encontraron en el cuartel, incluidos los cerrojos. Una
vez controlada la rebelión en Madrid, fuerzas leales y milicias (que salvo las MAOC comunistas carecían
de formación militar)773 ​ se dirigieron a la sierra de Guadarrama para impedir el paso de las tropas del
general Mola que intentaban el asalto de la capital desde el norte.774 ​

La muerte del general Sanjurjo y la formación de la Junta de Defensa Nacional

A lo largo del lunes 20 de julio el golpe concluyó con el triunfo en


medio país y el fracaso en el otro medio.776 ​ A primera hora de la
tarde de ese lunes 20 moría en accidente el jefe de la conspiración,
el general Sanjurjo, cuando la avioneta triplaza De Havilland
DH.80 Puss Moth que debía trasladarlo a Burgos se estrellaba
durante la maniobra de despegue en un terreno utilizado como
hipódromo denominado La Marinha, cerca de Cascaes, a donde,
por orden del general Mola, había ido a recogerlo el aviador Juan
El general Miguel Cabanellas junto a Antonio Ansaldo, que sobrevivió al accidente ―en contra de lo
Manuel Fal Conde inaugurando en que aseguró Ansaldo en sus memorias (que el accidente se debió al
Burgos un busto del general Sanjurjo exceso de peso del equipaje del general Sanjurjo) Ángel Viñas,
tras su muerte en un accidente de basándose en el propio relato de Ansaldo y contando con el
aviación cuando se dirigía a España asesoramiento de un piloto de aviación profesional, ha afirmado
desde el exilio en Portugal para que el accidente fue debido al «capricho de Ansaldo y su
encabezar la sublevación (1936). La impericia»―777 ​. La muerte del general Sanjurjo en Portugal «dejó
desaparición del general Sanjurjo, a la sublevación sin jefatura única e indiscutible y, aún más, todavía
según Julio Aróstegui, «dejó a la más lejos de una dirección política definida y con menos
sublevación sin jefatura única e posibilidad de encontrarla», afirma Julio Aróstegui.775 ​ Según
indiscutible y, aún más, todavía más
Ángel Viñas, con la muerte de Sanjurjo el proyecto de los
lejos de una dirección política
monárquicos quedó descabezado.778 ​
definida y con menos posibilidad de
encontrarla».775 ​
Cuatro días después, el 24
de julio, se formaba en
Burgos la Junta de Defensa
Nacional que asumía «todos los poderes del Estado» en la zona
sublevada.780 ​ Al formarse la Junta, con dos representantes suyos,
la UME se autodisolvió.781 ​ Sin embargo, según Roberto Muñoz
Bolaños, fue la muerte del general Mola el 3 de junio de 1937, Monumento en honor del general
también en accidente de aviación, lo que «significó el fin definitivo Mola y sus cuatro acompañantes en
del proyecto político sobre el que se había sustentado la el avión que se estrelló el 3 de junio
de 1937 en Alcocero, provincia de
rebelión».779 ​ «Con este fallecimiento, el general Franco se quedó
Burgos. Con la muerte de Mola ya no
sin rivales por la primera posición que había alcanzado en los
quedó ningún general que pudiera
primeros compases de la guerra y no quedó ningún general que
haber cuestionado la jefatura del
pudiera hacer sombra a su liderazgo», afirma Pilar Mera
Generalísimo Franco. Según Roberto
Costas.782 ​ Muñoz Bolaños, la muerte del
general Mola «significó el fin
Las razones del fracaso relativo del golpe definitivo del proyecto político sobre
el que se había sustentado la
rebelión». 779

Los golpistas de julio de 1936 no triunfaron completamente a
diferencia de lo que había ocurrido trece años antes con el golpe de
Estado de Primo de Rivera. Santos Juliá destacó hace tiempo las
diferencias en las condiciones de los dos golpes que explicarían en gran medida el relativo fracaso del de
1936 y el éxito del de 1923. La primera diferencia fue que los golpistas no contaban con la totalidad del
Ejército (ni de la Guardia Civil ni de las otras fuerzas de seguridad). «Las divisiones que se habían
manifestado en el seno del propio ejército desde la Dictadura... durante la República habían alcanzado un
singular grado de virulencia con la creación de uniones militares enfrentadas por la cuestión del régimen
político [la UME, Unión Militar Española, monárquica; y la republicana Unión Militar Republicana
Antifascista, UMRA, con una influencia mucho más reducida]. Estas divisiones arruinaban la posibilidad
de organizar un golpe apoyado en la totalidad de la corporación militar». Lo contrario de lo que sucedió en
1923.783 ​Esta primera diferencia ha sido subrayada por otros historiadores.784 785
​ 786
​ ​

La segunda diferencia fue que los golpistas tampoco pudieron contar como en 1923 con la connivencia del
jefe del Estado (el rey Alfonso XIII entonces, y el presidente de la República Manuel Azaña ahora). La
tercera diferencia era que la actitud de las organizaciones obreras y campesinas no sería de pasividad ante el
golpe militar, como en 1923, sino que como habían anunciado desencadenarían una revolución. Por estas
razones se fue retrasando una y otra vez la fecha del golpe militar, y por eso, además, el general Mola, «El
Director», buscó el apoyo de la «derecha subversiva, monárquicos de Renovación, Tradicionalistas y
fascistas de Falange».787 ​

En la línea de Santos Juliá, Julián Casanova ha señalado que el «golpe militar encontró resistencia porque
la sociedad española de 1936 no era la de 1923. Por ella había pasado la República que abrió la posibilidad
histórica de solucionar problemas irresueltos, que encontró importantes factores de inestabilidad y que no
puso, o no pudo poner, en marcha los recursos políticos adecuados para solucionarlos. Frente a un nivel de
movilización política y social tan amplio como el propiciado por ese escenario, el golpe no podía acabar,
como tantas veces en la historia contemporánea de España, en un mero pronunciamiento. Se necesitaba una
nueva versión, violenta y definitiva, puesta en marcha ya por el fascismo en otros lugares de Europa, que
cerrara la crisis y restaurara, tapándolas de verdad, todas las fracturas abiertas —o agrandadas— por la
experiencia republicana».788 ​

Por otro lado, el fracaso del golpe selló el fracaso de la derecha política durante la Segunda República. «A
la altura de julio de 1936, la CEDA había fracasado en su asalto electoral al poder, como lo había hecho FE
de las JONS en su pretensión de convertirse en un partido fascista de masas. Tampoco los tradicionalistas
habían conseguido desencadenar por sí mismos la cuarta guerra carlista. Sólo los monárquicos alfonsinos,
en tanto que partido del golpe de Estado, pudieron considerar que el 18 de julio constituía el triunfo de su
estrategia. Pero el golpe de Estado fracasó también, por eso hubo guerra civil».789 ​

Referencias
apoyo gregario a una estrategias particulares…
1. Payne, 2020, p.  286.  "La intentona subversiva de fueron sacrificadas a la
insurrección militar que corte militar… postre en favor del apoyo
emergió finalmente fue al Ejército…”
complicada, incierta y 6. González Calleja, 2011,
lenta, pero supuso el p. 388; 396. ”A pesar de su 7. Aróstegui, 2006, p.  253-
detonante de una gran amplia movilización las 254.  ”Lo cierto es que tal
guerra civil" derechas extremas no vez no se ha insistido
lograron articular un hasta hoy suficientemente
2. Mera Costas, 2021, p.  79- proyecto en el carácter
80. contrarrevolucionario esencialmente "militar" de
3. Ranzato, 2014, p. 147. propio y coherente, salvo esa sublevación del 18 de
4. Aróstegui, 2006, p. 176. en su definición julio, dado que la efectiva
5. González Calleja, 2011, antirrepublicana, ni un participación en la trama
p.  346.  ”El ‘frente cívico- instrumento de del elemento civil oculta el
militar’ defendido por movilización y hecho innegable de que la
autores profranquistas confrontación que dirección jamás salió de
como Ricardo de la Cierva, posibilitara la toma del manos militares, ni en este
no significaba sino el poder por sus propias momento ni en ninguno
fuerzas. […] Las posterior”
8. Alía Miranda, 2018, p. 104- antecedentes, además, República, por la vía
105.  ”En la conspiración venían de antiguo…” militar; promovida por la
participaron civiles, 15. Aróstegui, 2006, p.  258- elite social todavía
especialmente 260.  ”El pensamiento de dominante a cuya cabeza
procedentes de Falange Mola, que acierta se situaban sectores
Española y de la toscamente a poner por financieros, una parte de la
Comunión Tradicionalista, escrito, era, pues, como el patronal industrial y los
desempeñando un papel de los militares sublevados grandes propietarios
secundario” en general, un auténtico agrarios, con el apoyo de
9. Ranzato, 2014, p. 148. galimatías que no reflejaba una parte importante de las
sino el indigente repertorio clases medias -sobre todo
10. Aróstegui, 2006, p.  146- en la España agraria,
147.  ”Es evidente que los reaccionario de los
militares españoles. [...] Un aunque no solo-
contactos fueron
hombre dominado por el movilizadas por la derecha
multidireccionales a partir
odio a Azaña, inspirado antirrepublicana, de vieo y
de febrero de 1936:
por un elemental nuevo cuño, sobre la base
representantes políticos
corporativismo, de dos conflictos, el
entre sí, jefes y oficiales
autoritarismo y creencia en religioso y el agrario, con
―pertenecientes o no a la un discurso de rechazo de
UME― con políticos y con la preeminencia del
Ejército en la imposición la democracia y de toda
generales, todos ellos a reforma social"
través de una compleja red del orden. Un ególatra
de enlaces de toda relleno de las ideas que 18. Mera Costas, 2021,
condición” impregnaban por entonces p.  84.  ”Ambas ramas,
todo el pensamiento militar y civil, repartieron
11. Aróstegui, 2006, p. 177. antiliberal europeo” sus esfuerzos en tareas
12. González Calleja, 2011, 16. Aróstegui, 2006, p.  254- complementarias de
p.  346-347.  ”En cuanto al 257; 265.  ”El ejército se organización, contacto,
ámbito civil, las sublevó el 17 de julio financiación y agitación
suspicacias eran también porque estaba convencido para preparar el terreno”
intensas, y rara vez se de su misión de 19. Payne, 1996, p. 95.
establecieron comités o salvaguarda del orden 20. Payne, 1996, p. 30.
juntas estables, sino que social tradicional, es decir 21. Martín
se optó por reuniones Ramos, 2015,
la misión que le había sido p. 195.
conspirativas esporádicas encomendada por el
en las que el enlace militar sistema de la 22. Bullón de Mendoza, 2004,
exponía un plan que debía Restauración. Y como eso p. 282-283.
ser aceptado por la lo creía igualmente toda la 23. Bullón de Mendoza, 2004,
jerarquía local, provincial y masa ligada a las p. 283.
nacional de los partidos oligarquías tradicionales 24. Viñas, 2019, p. 23.
implicados, en especial en el país, el movimiento 25. Ranzato, 2014, p.  27.  "La
Falange y la Comunión
salvador contó con la fuga había sido una sabia
Tradicionalista…”
adhesión de capas decisión, pues así había
13. Rodríguez Jiménez, 1997, sociales, zonas
p. 191. evitado compartir la cárcel
geográficas y con los únicos dos
14. Aróstegui, 2006, p.  246- adscripciones ideológicas ministros de Primo que se
247; 208.  ”En los años ligadas a este viejo orden habían quedado en el país.
republicanos el país y temerosas de su ruptura” [...] Condenado en
atravesó un profundo 17. Martín Ramos, 2015, diciembre [de 1932] por el
conflicto de convivencia y p. 213. "La sublevación no Tribunal Parlamentario a
un profundo choque de fue un simple doce años de destierro por
aspiraciones y de pronunciamiento 'complicidad en alta
expectativas, de intereses, pretoriano, una militarada traición', por haber sido
de tradiciones culturales, más. Fue la ejecución final ministro de la dictadura,
de ideologías, cuyos de una larga operación de continuó participando en
derribo de la Segunda
diversas tramas político- sublevación de Jaca de 67. González Calleja, 2011,
militares dirigidas a 1930” p. 110-111.
restaurar la monarquía" 51. Beevor, 2005, 68. Viñas, 2019, p. 46-50.
26. Viñas, 2019, p. 22. p.  38.  ”Cuando Lerroux 69. Viñas, 2019, p. 49-50.
27. González Calleja, 2011, llegara a la presidencia del
Consejo de ministros lo 70. González Calleja, 2011,
p. 28-29; 34. p. 110-115.
28. Mera Costas, 2021, p. 43. indultaría. Sanjurjo se
exiliaría entonces en 71. Viñas, 2019, p. 60-61.
29. Viñas, 2019, p. 24-25. Lisboa…” 72. González Calleja, 2011,
30. González Calleja, 2011, 52. González Calleja, 2011, p. 118-120.
p. 32. p. 107. 73. Viñas, 2019, p. 57; 60-65.
31. Viñas, 2019, p. 25. 53. Preston, 2001, p. 249. 74. Ranzato, 2014, p.  28.  "Es
32. González Calleja, 2011, 54. Preston, 2001, p.  94- dudoso que Calvo Sotelo
p. 32-33. 96.  ”Los miembros de fuera recibido por
33. Mera Costas, 2021, p. 41. ambos grupos [de Gil Mussolini, porque en el
34. Viñas, 2019, p. 29-30. Robles y de Goicoechea] libro de memorias de
continuaron tratándose, Ansaldo, que fue su
35. González Calleja, 2011,
acudiendo unos a los acompañante en Italia, no
p. 51-53.
mítines de los otros, se hace ninguna mención
36. González Calleja, 2011, a un encuentro con el
leyendo unos la prensa de
p. 33. Duce"
los otros e incluso
37. Mera Costas, 2021, p. 33. perteneciendo a más de 75. Ranzato, 2014, p. 29.
38. Mera Costas, 2021, p.  35- una organización” 76. González Calleja, 2011,
37.  ”En los cálculos de 55. Viñas, 2019, p. 36. p. 109.
Manuel Azaña el Estatuto
56. González Calleja, 2011, 77. Viñas, 2019, p. 74.
catalán permitiría construir
p. 107-108. 78. Viñas, 2019, p. 74-75.
una España que
permaneciese unida por 57. Viñas, 2019, p. 69. 79. González Calleja, 2011,
mutuos intereses y no por 58. Ranzato, 2014, p. 28. p. 122-126.
fuerza o tradición” 59. González Calleja, 2011, 80. Viñas, 2019, p. 79.
39. González Calleja, 2011, p. 108-110; 117. 81. Viñas, 2019, p.  88;
p. 68-79. 60. González Calleja, 2011, 90.  ”Mussolini y Balbo se
40. Mera Costas, 2021, p. 42. p. 109-110. comprometían a apoyar
41. Viñas, 2019, p. 28; 30-32. 61. Viñas, 2019, p. 52-55. una revuelta en un país
62. González Calleja, 2011, con el que se mantenían
42. González Calleja, 2011,
p. 116. relaciones diplomáticas
p. 83.
normales. En pocas
43. Viñas, 2019, p. 39-41. 63. Viñas, 2019, p. 53-54. palabras, se comportaron
44. Rodrigo, 2016, p. 61. 64. Viñas, 2019, p. 50. como auténticos gánsteres
45. Mera Costas, 2021, p.  52- 65. González Calleja, 2011, internacionales”
54. p. 110. 82. Viñas, 2019, p. 88.
46. Payne, 1996, p. 30-31. 66. Viñas, 2019, 83. González Calleja, 2011,
47. Mera Costas, 2021, p.  54- p.  46.  ”Alfonso XIII, que al p. 185-186; 193; 196.
58. abandonar España había 84. Viñas, 2019, p. 80-83; 90.
renunciado de manera
48. Mera Costas, 2021, p.  57- voluntaria al ejercicio de 85. Aróstegui, 2006, p. 181.
58. sus “regias prerrogativas” 86. Preston, 2011, p. 107-108.
49. Preston, 2011, p. 59-60. supuestamente para evitar 87. Martín Ramos, 2015,
50. Viñas, 2019, p. 43. ”No se una guerra civil, no dudaba p. 198.
quiso repetir el ejemplo ya año y medio después 88. Mera Costas, 2021, p. 100.
que la monarquía había en apoyar una eventual 89. Viñas, 2019, p. 93.
sentado con el vuelta a la tortilla”
fusilamiento de algunos de 90. Rodrigo, 2016, p. 61-62.
los responsables por la
91. Viñas, 2019, p.  85-87; 114. Muñoz Bolaños, 2019, del orden. Un ególatra
97. ”En definitiva, desde la p. 459. relleno de las ideas que
óptica de unos aventureros 115. Viñas, 2019, p. 121-122. impregnaban por entonces
políticos como quienes se todo el pensamiento
116. Viñas, 2019, p. 122. antiliberal europeo"
habían apoderado del
Estado italiano, con 117. Cardona, 2010, 126. Rodrigo, 2016, p. 62.
permiso del rey, apoyar a p. 149. "Para desprestigiar
un grupo de conspiradores a los generales 127. González Calleja, 2011,
gubernamentales no p. 276-278.
absolutamente opuestos a
la república tenía sentido. podían tacharlos de 128. González Calleja, 2011,
Sobre todo, si entre los liberales o republicanos, p. 278-279.
últimos había gente que pues de ese tenor era la 129. González Calleja, 2011,
promovía no solo un legalidad vigente, ni p. 254-255.
estrechamiento de tampoco acusarlos de 130. Viñas, 2019, p. 124-125.
relaciones con Italia, sino comunistas, socialistas o
que también estaba anarquistas, ideas muy 131. Viñas, 2019, p.  125-131;
lejanas a sus 423.  ”La conclusión
decidida a copiar esencial que planteamos
instituciones fascistas [en convicciones. El gran
recurso fue tacharlos de es la siguiente: ¿qué
cursiva en el original]“ hubieran dicho las
masones, histórico diablo
92. Viñas, 2019, p. 89-90; 220- del reaccionarismo derechas, los franquistas o
221. español, cuyos enemigos los vencedores de la
93. Beevor, 2005, p. 66. eran favorecidos por la guerra civil de haberles
94. Viñas, 2019, p. 117. naturaleza secretista de la sido posible conectar a las
secta que se prestaba a izquierdas con la URSS y
95. Preston, 2011, p. 108. el equivalente de la red de
96. González Calleja, 2011, todos los sambenitos y
acuerdos, apoyos
p. 188; 226. figuraciones"
financieros y de
97. Viñas, 2019, p. 100-101. 118. Cardona, 2010, p.  150- armamentos que vamos
154. demostrando ligó a los
98. Mera Costas, 2021, p.  99-
100. 119. González Calleja, 2011, monárquicos y a la
p. 294-295. ‘patriótica’ UME con la
99. González Calleja, 2011, Italia fascista?”
p. 226-227. 120. Viñas, 2019, p. 121.
132. Preston, 2006, p. 273-274.
100. González Calleja, 2011, 121. Preston, 2006, p. 274.
p. 226-227; 265-267. 122. Preston, 2011, p. 157. 133. Mera Costas, 2021, p. 73.
101. González Calleja, 2011, 123. Beevor, 2005, p. 48. 134. González Calleja, 2011,
p. 274-275. 124. Viñas, 2019, p. 423-425. p. 297-298.
102. Viñas, 2019, p. 104. 125. Aróstegui, 2006, p.  258- 135. García Rodríguez, 2013,
260.  "El pensamiento de p. 132.
103. González Calleja, 2011,
p. 274-275; 251. Mola, que acierta 136. Ranzato, 2014, p. 67.
104. Preston, 2001. toscamente a poner por 137. González Calleja, 2011,
escrito, era, pues, como el p.  297-299.  ”Todo parece
105. Viñas, 2019, p. 104-105. de los militares sublevados indicar que el proyecto de
106. Preston, 2001, p. 252-254. en general, un auténtico golpe se vino abajo por la
107. Preston, 2001, p. 252-253. galimatías que no reflejaba división existente en el
108. Viñas, 2019, p. 422. sino el indigente repertorio grupo dominante en el
reaccionario de los Ejército entre una
109. Preston, 2001, p. 258-260.
militares españoles. [...] Un tendencia golpista
110. Mera Costas, 2021, p.  72- hombre dominado por el criptomonárquica en
73. odio a Azaña, inspirado crecimiento acelerado y el
111. Beevor, 2005, p. 47-48. por un elemental aún influyente sector
112. Viñas, 2019, p. 417-420. corporativismo, republicano conservador”
autoritarismo y creencia en 138. Viñas, 2019, p.  131.  ”En
113. González Calleja, 2011,
la preeminencia del realidad, por muy fuertes
p. 247-248.
Ejército en la imposición
que fueran las 143. González Calleja, 2011, 173. Payne, 2020, p. 71.
ensoñaciones de los p. 257. 174. González Calleja, 2011,
monárquicos y de la UME, 144. Aróstegui, 2006, p. 112. p. 302-303.
seguían sin darse las
145. Preston, 2001, p. 277. 175. Aróstegui, 2006, p.  130-
imprescindibles
146. González Calleja, 2011, 131.
condiciones objetivas”
p. 300. 176. Preston, 2006, p. 330-333.
139. Preston, 2001, p. 273-277.
147. Mera Costas, 2021, p. 87. 177. Preston, 2011, p. 156.
140. Mera Costas, 2021, p.  84-
86; 88.  ”El proyecto de 148. Mera Costas, 2021, p.  87- 178. Gil Pecharromán, 1997,
golpe todavía tenía un 88. p. 118.
excesivo peso 149. Moradiellos, 2016, p. 73. 179. Casanova, 2007, p. 156.
monárquico, por lo que no 150. Viñas, 2019, p. 134. 180. Mera Costas, 2021, p.  89-
contaban con la capacidad 90.
151. González Calleja, 2011,
operativa ni la justificación
p. 256-258. 181. Payne, 1996, p. 39-40.
necesaria para plantear en
ese momento un 152. Viñas, 2019, p. 132-133. 182. Ranzato, 2014, p. 102-103.
levantamiento con 153. Viñas, 2019, p. 194. 183. Martín Ramos, 2015,
opciones de éxito” 154. Romero, 1982, p. 24. p. 151.
141. Payne, 2020, p.  57.  "Una 155. Moradiellos, 2016, p.  73- 184. García Rodríguez, 2013,
iniciativa llevada a cabo 74. p. 342.
por los jefes militares para 156. Alía Miranda, 2018, p. 101. 185. Payne, 1996, p. 39; 32.
convencer, o forzar, al 186. Payne, 2020, p. 269-270.
presidente para que 157. Preston, 2006, p. 282-285.
nombrara un Gobierno 158. Beevor, 2005, p. 52. 187. Ranzato, 2014, p. 102.
parlamentario normal, 159. Beevor, 2005, p. 51. 188. Ranzato, 2014, p. 100.
presumiblemente dirigido 160. Moradiellos, 2016, p. 74. 189. Casanova, 2007, p. 155.
por el propio Gil Robles. 161. Moradiellos, 2016, p.  74- 190. Ranzato, 2014, p. 100-101.
[...] Franco habría deseado 75. 191. Martín Ramos, 2015,
personalmente ese p. 152.
desenlace, y lo estuvo 162. Mera Costas, 2021, p. 88.
sopesando durante una 163. González Calleja, 2011, 192. Aróstegui, 2006, p. 131.
noche, pero a la mañana p. 300-301; 341. 193. González Calleja, 2011,
siguiente contestó 164. Viñas, 2019, p. 135. p. 303-305.
firmemente que no, 165. Muñoz Bolaños, 2019, 194. Aróstegui, 2006, p.  132-
alegando que los militares p. 460. 133.
estaban muy desunidos y 195. Ranzato, 2014, p. 101.
que no podían asumir 166. Viñas, 2019, p.  131-132;
ninguna responsabilidad 426-430. 196. Martín Ramos, 2015,
en la resolución de un 167. Moradiellos, 2017. p.  152-153.  "La
controversia entre 168. Payne, 1996, p. 36. responsabilidad política, y
facciones políticas, ya que 169. Mera Costas, 2021, p.  88- efectiva, de esos
en ese momento el país no incidentes cabe atribuirlos
89. a la espantada de Portela
se enfrentaba a una 170. Payne, 2020, p. 70-71.
verdadera crisis nacional. y sus gobernadores civiles
Definió el dilema actual 171. Payne, 2020, p. 70. que dejaron que el país se
como otra crisis política" 172. Payne, 2020, p.  70.  "Fue alarmara, pero no tomaron
una decisión crucial [la de medidas concretas ni para
142. Mera Costas, 2021, prevenirlo, ni para
p.  87.  ”Portela y Alcalá- Alacalá-Zamora], pues
realmente supuso el impedirlo, ni para
Zamora decidieron contrarrestarlo"
mantener en sus puestos a principio de la erosión
Franco y a Mola… con la fundamental de la ley y el 197. Payne, 1996, p. 40.
esperanza de atraerlos orden, y del estado de 198. Payne, 2020, p. 69-70.
hacia el republicanismo derecho constitucional 199. Payne, 1996, p. 39.
conservador” bajo la República"
200. Beevor, 2005, p. 58-59.
201. Preston, 2006, p. 332-333. 216. Ranzato, 2014, p. 100-102. de las elecciones y que ya
202. Mera Costas, 2021, p. 90. 217. Viñas, 2019, p.  134- nunca cesó"
203. Mera Costas, 2021, 135.  ”Aunque las 225. Casanova, 2007, p. 173.
p.  90.  ”Un proceso ágil izquierdas estuvieran por 226. Payne, 2020, p.  275-
permitiría sortear el riesgo completo movilizadas no 277.  "Tras llegar a lo más
de un golpe militar de hubieran podido resistir a alto de la jerarquía militar,
hecho y ayudaría a las fuerzas combinadas Franco se sentía deprimido
controlar las del Ejército y de Orden por su destino en
manifestaciones de Público” Canarias... Puede que
izquierdas, evitando 218. Moradiellos, 2016, p. 75. incluso llegara a pensar en
alteraciones del orden y 219. Romero, 1982, p.  34.  "No viajar al extranjero durante
enfrentamientos” es que fuera considerado una temporada para
204. Martín Ramos, 2015, desafecto a la República librarse de las amenazas
p. 151-152. como régimen, pero su de los izquierdistas que
nombre se asociaba a las pedían su
205. Alía Miranda, 2018, p. 96. encarcelamiento"
206. Aróstegui, 2006, p. 132. operaciones de Asturias
en 1934; su demostrada 227. Beevor, 2005, p. 76.
207. Aróstegui, 2006, p. 133. prudencia, que llegaba al 228. Payne, 2020, p. 287.
208. Payne, 2020, p. 73. hermetismo, inspiraba 229. García Rodríguez, 2013,
209. Alía Miranda, 2018, desconfianza, y además, p. 135.
p.  96.  "La mañana del 18 las gestiones que llevó a
230. Ranzato, 2014, p. 146.
de febrero, se reunieron cabo en los días en que
los líderes de Izquierda Portela Valladares creaba 231. Romero, 1982, p.  34-
Republicana y Unión un vacío de poder, 35.  "Tanto menos podía
Republicana, Manuel engendraban plausibles haberla contra Mola o
Azaña y Diego Martínez sospechas" contra Franco, por cuanto
Barrio, respectivamente. El 220. Gil Pecharromán, 1997, no se habían mezclado en
primero no era partidario pp. 122-123. ninguna de aquellas
de que los republicanos se 221. Payne, 2020, p. 274-275. conspiraciones de tertulia,
encargaran y ninguno de los dos había
222. Mera Costas, 2021, p.  90- estado ligado a la
inmediatamente del poder.
91. intentona del general
Quería esperar a la
reunión de Cortes, prevista 223. Payne, 2020, Emilio Barrera de agosto
para el 16 de marzo… p.  275.  "Todos los de 1932, la que suele
revolucionarios que con llamarse 'sublevación de
210. Payne, 1996, p. 40. "Azaña Sanjurjo' por que este jefe
anterioridad habían sido
estaba disgustado por la fue el único, entre los
forma apresurada en que expulsados de las
unidades del ejército y la comprometidos, que llegó
había dimitido su
Policía (y también muchas a sublevarse"
predecesor, pues ello
obligaba al nuevo veces encarcelados) por 232. Mera Costas, 2021, p. 76.
Gobierno a entrar en su implicación en los 233. Preston, 2006, p.  288;
función antes de que acontecimientos de 1934 327.  ”Los acontecimientos
concluyeran las fueron reincorporados en de octubre de 1934 y los
responsabilidades del virtud de los decretos de resultados de las
gabinete anterior" 22 de febrero y 2 de elecciones de 1936
marzo" destruyeron los sueños de
211. Alía Miranda, 2018, p.  96-
97. 224. Payne, 2020, p. 279. "Con la CEDA de imponer un
todo, los cambios de Estado corporativo
212. González Calleja, 2011, destino por sí solos eran autoritario sin tener que
p. 305. insuficientes para prevenir luchar en una guerra civil”
213. Aróstegui, 2006, p.  133- la conspiración que se 234. Mera Costas, 2021,
134. había iniciado entre p. 79. ”Los sectores civiles
214. Preston, 2006, p. 333-334. algunos militares después contrarrevolucionarios
215. Rey Reguillo, 2008, p. 487. concluyeron que el Ejército
era el último dique frente a expulsaron y apresaron en 273. Martín Ramos, 2015,
la transformación que sus despachos a p. 183-184.
querían frenar” coroneles y generales, a 274. Mera Costas, 2021, p. 96.
235. González Calleja, 2011, punta de pistola"
275. Mera Costas, 2021, p. 97.
p. 340. 256. Ranzato, 2014, p. 147-148.
276. Mera Costas, 2021, p.  94-
236. Mera Costas, 2021, p.  78- 257. Aróstegui, 2006, 95.
79. p.  135.  ”Resulta
237. Gil Pecharromán, 1997, interesante, por otra parte, 277. González Calleja, 2011,
que la principal fuente para p. 310.
p. 131-136.
238. Aróstegui, 2006, p.  135- el conocimiento de lo 278. Beevor, 2005, p. 62-63.
136. tratado en esa reunión sea, 279. Preston, 2011, p. 167-168.
precisamente, Gil Robles, 280. Preston, 2011, p. 167.
239. Preston, 2006, p. 338. jefe político del anfitrión de 281. Mera Costas, 2021, p. 78.
240. Alía Miranda, 2018, p. 98. ella”
282. Mera Costas, 2021, p. 98.
241. Payne, 1996, p.  94- 258. Payne, 2020, p.  280-282;
95.  "Aunque el Gobierno 284. 283. González Calleja, 2011,
Azaña se apresuró a 259. Romero, 1982, p.  35-36; p. 354.
colocar a los generales de 38. 284. Preston, 2011, p. 183-184.
confianza en casi todos los 285. Mera Costas, 2021, p.  96-
puestos importantes del 260. Alía Miranda, 2018, p.  98- 97.
mando, el 10 de marzo 99.
286. Beevor, 2005, p. 61-62.
[sic] otros militares 261. García Rodríguez, 2013,
derechistas se pusieron de p. 343. 287. González Calleja, 2011,
acuerdo —aunque con 262. Romero, 1982, p. 38. p. 331-333.
reticencias— para actuar 263. Payne, 2020, p. 278. 288. Ranzato, 2014, p.  21.  "El
contra el régimen" líder de la CEDA era
264. González Calleja, 2011, odiado por la extrema
242. Martín Ramos, 2015, p. 343.
p. 196. izquierda aún más que el
265. García Rodríguez, 2013, líder monárquico. Gil
243. Payne, 2020, p. 280; 282. p. 344. Robles era, para ella, el
244. Mera Costas, 2021, p. 91. 266. García Rodríguez, 2013, potencial dictador fascista-
245. Romero, 1982, p. 35-36. p. 346. clerical que en 1934 había
246. González Calleja, 2011, 267. Payne, 2020, p. 285. "Más empujado a la sublevación
p. 341-343. tarde los propagandistas de Asturias e inspirado la
247. Aróstegui, 2006, p.  135- de izquierda difundirían la despiadada represión"
136; 182. idea de que toda la 289. Ranzato, 2014, p. 26. "Era
248. Alía Miranda, 2011, p.  75- derecha participó en un y continuó siendo hasta el
77. gran 'plan' sincronizado final enemigo declarado de
para desestabilizar la la democracia traída por la
249. Muñoz Bolaños, 2019, República, pero nunca han República. En esta
p. 118-120. podido presentar la menor militancia antidemocrática
250. Payne, 2020, p. 285. prueba de ello, porque el Calvo era, sin duda, la
251. Payne, 2020, p. 281. concepto es extravagante figura más destacada y
252. Gil Pecharromán, 1997, en extremo" había seguido un cursus
p. 136. 268. Casanova, 2007, p. 170. honorum capaz de atraerle
269. González Calleja, 2011, grandes hostilidades
253. Aróstegui, 2006, p. 136.
p. 329-331. políticas y un intenso odio
254. Payne, 2020, p. 279. popular"
255. García Rodríguez, 2013, 270. González Calleja, 2011, 290. Beevor, 2005, p.  74.  ”Sin
p. 280. "[En la rebelión] se p. 330-331.
que [Gil Robles] diera las
produjo una ruptura de la 271. Viñas, 2019, p. 17; 20. fuentes de sus datos, que,
disciplina en el escalón 272. Martín Ramos, 2015, en realidad, procedían de
medio (tenientes p. 197-198. los periodistas de El
coroneles, comandantes, Debate”
capitanes y tenientes) que
291. Preston, 2011, p.  183.  ”El española, enfrascada en la media, como las hoces y
debate sobre la exactitud tarea de difundir consignas los martillos gigantescos,
de las cifras de Gil Robles y rumores de amenaza los multitudinarios saludos
siga vivo desde revolucionaria que puño en alto y la visión de
entonces… Rafael Cruz propiciaran el clima moral cientos de jóvenes
sostiene que el 43 por para una insurrección y, mujeres comunistas
ciento del total de las una vez desencadenada desfilando y gritando
muertes fue causado por ésta, justificaron la '¡Hijos sí, maridos no!'.
las fuerzas del orden…” actuación del bando Pero fue más importante
292. Aróstegui, 2006, p.  238- rebelde durante la Guerra que tantos socialistas
240.  ”Las denuncias y Civil” abrazaran la
recuentos de desmanes 300. Payne, 1996, p. 51. 'bolchevización', porque
que expusieron en las 301. González Calleja, 2011, estos sí constituían un gran
Cortes Calvo Sotelo y Gil p. 337-339. movimiento que ya había
Robles sabemos que 302. Aróstegui, 2006, p.  138- encabezado una
procedían de una red de revolución
139. insurreccionaria"
informadores que habían
establecido en sus propios 303. Aróstegui, 1997, 306. Preston, 2011, p. 178.
partidos con ánimo de p.  32.  ”Los sublevados
disponer de una nueva llevaron a cabo su acción 307. Cruz, 2006, p.  ”Después
pretendiendo que se del triunfo electoral del
arma política. Lo mismo Frente Popular en Francia
hizo en su propio partido el alzaban contra una
revolución absolutamente ocurrió algo similar al
carlista Fal Conde. La publicarse tramas,
violencia podría o no tener inexistente en la época en
nombres y fechas de la
origen en la extrema que actúan, inventan
supuesta conspiración
derecha, pero, en documentos falsos que
comunista. Era la misma
cualquier caso, servía a compuso Tomás Borrás y
estrategia que en el resto
sus fines y ésta procuró que hablaban de un
gobierno soviético que se de Europa se siguió con la
integrarla en sus planes” publicación de los
preparaba, y de hecho lo
293. Reig Tapia, Alberto (1981). que representaban era la llamados ‘Protocolos de
«Un prólogo defensa de las posiciones los sabios de Sión’, en la
parlamentario: el debate de las viejas clases primera década del siglo
del 16/VI/1936 (Calvo dominantes, la lucha XX”.
Sotelo y Casares contra las reformas 308. Beevor, 2005, p. 78.
Quiroga)» (https://gredos.u sociales, más o menos 309. Fontana, 1986, pp. 11-12.
sal.es/bitstream/handle/10 profundas, que el Frente 310. Viñas, 2019, p.  210-
366/24743/THVII~N80-81~ Popular pone de nuevo en
P54-67.pdf?sequence=3&i 211.  ”El tema no deja de
marcha” tener su pimienta porque
sAllowed=y). Tiempo de
Historia (80-81): 54-67. 304. Payne, 1996, p. 51-52. ‘Claridad’ era el portavoz
de la facción caballerista
294. González Calleja, 2011, 305. Payne, 2020,
del PSOE y, por
p. 331-334. p.  196.  "Como sus
predecesores consiguiente, la que la
295. Martín Ramos, 2015, bolcheviques en 1917, se derecha presentaba como
p. 203. concentraron en la capital guía y mentora de la
296. Preston, 2006, p. 182-184. para causar la mayor supuesta revolución
297. Preston, 2006, p. 374. impresión e hicieron sovietizante”
298. Preston, 2006, p. 365; 373- cuanto estuvo en su mano 311. Payne, 2020, p.  353-
374. para magnificar su 354. "Los cinco meses del
presencia en Madrid. Frente Popular entre
299. González Calleja, 2011,
Ciertos aspectos del estilo febrero y julio de 1936
p.  337.  ”Esta falsedad era
revolucionario llamaron constituyeron una etapa
el fruto tardío de una
realmente la atención, en verdaderamente
extensa maniobra de
especial a los prerrevolucionaria de
intoxicación de la derecha
espectadores de clase transición hacia la
revolución directa. Fue un 319. Ranzato, 2014, p.  155- 327. Ranzato, 2014, p. 368.
periodo breve pero 158.  "En realidad, la mera 328. Thomàs, 2010, p.  139-
decisivo de una erosión actividad terrorista de los 140.  "Si examinamos la
lenta pero constante y falangistas no podía en época de la guerra y la de
progresiva de la absoluto favorecer los la breve y torturada
democracia y el orden intentos de la derecha Segunda República, no
constitucional a favor de la subversiva si esta hubiera encontramos
revolución" tenido como objetivo mayoritariamente ni en las
312. Payne, 2020, p. 394-403. principal crear el pánico a derechas ni en las
313. Aróstegui, 1997, p. 22. fin de que la ciudadanía izquierdas una convicción
asustada se arrojara en excesivamente firme de
314. Casanova, 2007, p. 164. brazos de los generales. respeto por los resultados
315. Moradiellos, 2016, p.  76- Porque los ciudadanos de las urnas. Encontramos
77. demócratas, aunque más bien algo diferente, a
316. Rey Reguillo, 2008, p. 493; consideraran al gobierno saber: que tanto las
559-560. inepto para truncar aquella derechas como las
317. González Calleja, 2015, actividad terrorista, habrían izquierdas y, en general,
p.  300-301.  "La violencia reclamado acciones más las diferentes opciones
falangista... no cesó en duras contra ella y, a lo políticas consideraban la
ningún momento, pero la sumo, la sustitución del fuerza como una
violencia supuestamente ejecutivo existente por uno alternativa aceptable al
'defensiva' fue dejando más decidido y capaz de sufragio -por supuesto, por
lugar a un terrorismo eliminar el peligro" razones ideológicas
sistemático y 320. Arósteguir, 2006, p. 328. diferentes y en casos y
desestabilizador, que 321. Casanova, 2007, pp.  204- grados diferentes-. Por lo
polarizaría en un sentido o 205. demás, no parece que en
en otro a la opinión pública 322. Ranzato, 2014, p. 367-368. este asunto nuestra
y serviría como denuncia historia sea distinta de la
de la impotencia del 323. Ranzato, 2008, de otros países europeos
régimen republicano y p. 181. "Era esta violencia de la época, es decir del
justificación de su y no la de los terroristas período de entreguerras,
'necesario' relevo por un falangistas la que más como Alemania, Austria,
Gobierno autoritario tras desestabilizaba la Polonia, Finlandia, los
una 'contrarrevolución República, sobre todo Estados Bálticos, Portugal,
preventiva' so capa de porque los sectores Grecia u otros..."
levantamiento militar" moderados del electorado
de izquierda se sintieron 329. Thomàs, 2010, p. 139.
318. Ranzato, 2008, p. 163. "No desamparados tanto como 330. Thomàs, 2010, p. 144-145.
está probado que hubiese los de la derecha" 331. Thomàs, 2010, p. 141.
un acuerdo explícito, y por
así decirlo una división del 324. Ranzato, 2008, p.  171.  "Y 332. Thomàs, 2010, p. 145.
trabajo entre derecha de estos presagios, de 333. Thomàs, 2010, p.  145-
política y militares. [...] estas preocupaciones 146.  "La falta de una
[Tampoco está probado] derivaron, si no la decisión enérgica actuación del
que la violencia falangista de apoyar el golpe, sin gobierno en defensa del
—es decir prácticamente duda una pasividad, una orden público provocó las
toda la violencia de la imposibilidad de defender escandalizadas y
derecha política— fuese la República con la misma exageradas protestas de
una pieza maestra de la decisión que si hubiesen las derechas, pero también
conspiración militar, ni que tenido la seguridad de que las de partidos como los
por otra parte fuera la que iban a defender era propios republicanos, que
orquestada siguiendo las y quedaría realmente una exigían más orden a sus
batutas de Calvo Sotelo o república democrática" propios correligionarios en
de Gil Robles" 325. Ranzato, 2008, p. 166-167. el poder. Tal vez en esos
326. Ranzato, 2008, p. 181-182. meses cruciales de marzo,
abril y mayo se perdió la
posibilidad de estabilizar 342. Payne, 2020, p.  284.  "En general de Seguridad,
la situación por falta de Madrid, Rodríguez del nombrado por el general
una política enérgica de Barrio hacía esfuerzos Berenguer] le dejó una
restauración del orden y la infructuosos para coordinar profunda huella sobre los
paz social por el gobierno, algún plan con su junta de peligros de la subversión
tareas que, sin duda le jubilados" revolucionaria. La
sobrepasaban" 343. Payne, 1996, p.  95- República le encarceló
334. Thomàs, 2010, p. 146-147. 96.  "Los miembros del durante un tiempo y le
335. Thomàs, 2010, p. 147-148. Gobierno tenían expulsó de ejército, al que
información suficiente de pudo regresar después de
336. Rey Reguillo, 2008, la amnistía de 1934,
p. 527-528. estos movimientos, pero
no es de extrañar que se desempeñando un papel
337. Macarro Vera, 2000, mostraran escépticos fundamental en la
p. 468-469. acerca de la posibilidad de reorganización impulsada
338. Macarro Vera, 2000, que este mosaico de por Gil Robles y Franco, al
p. 449-451. rebeldes potenciales año siguiente. Primero le
339. Macarro Vera, 2000, pudiera unirse con éxito" encomendaron, en junio
p. 468. de 1935, la preparación de
344. Romero, 1982, p. 90. un plan especial de
340. Macarro Vera, 2000, 345. Busquets y Losada, 2003, movilización del ejército en
p.  450-451.  "El error de la p. 59. caso de emergencia, y
izquierda residió en no 346. Payne, 2020, puede ser que este fondo
distinguir dentro de las p.  274.  "Paradójicamente, de experiencia personal
derechas a quienes eran en Asturias los militares de fuera determinante en su
diferentes. Al tratarlas línea dura, como el decisión de emprender la
como un bloque sin fisuras teniente coronel Juan organización de un
que debían desaparecer, la Yagüe, le habían criticado movimiento militar
unificaron en lo que de por ser demasiado posteriormente... Con todo,
manera más fácil, por
indulgente con los Mola no era un
inmediata, podían
rebeldes" ultraderechista, y, como
compartir: el sentimiento
Franco, había aceptado la
de persecución y la 347. García Rodríguez, 2013,
p. 345. legitimidad de la
amenaza de una
República. Al igual que
revolución que decía 348. Viñas, 2019, p. 371. otros oficiales, estaba
amenazarlas con borrarlas 349. González Calleja, 2011, obsesionado con el peligro
de la historia. [...] Si los p. 342-344. del 'comunismo', palabra
dirigentes de la CEDA ya 350. Aróstegui, 2006, p. 139. que usaba de modo
no podían ser los líderes indiscriminado para
de la rectificación 351. Viñas, 2019, p. 198.
referirse a las izquierdas
parlamentaria de la 352. Alía Miranda, 2011, p. 80. revolucionarias"
República, y si la política 353. Muñoz Bolaños, 2019,
obrera continuaba por el p. 127-129. 360. Romero, 1982, p.  90-
camino que hemos visto, 354. Mera Costas, 2021, p.  91- 91. "Lo que no queda claro
las masas que los habían es si lo hicieron cuando
92. todavía creían que el
apoyado, que no estaban 355. Payne, 2020, p. 288.
dispuestas a continuar pronunciamiento iba a
pasando esos días muy 356. Aróstegui, 2006, p.  139- producirse o cuando, por
duros que les anunciaban, 140. haberles llegado la
y correr el riesgo de 357. García Rodríguez, 2013, contraorden, habían
desparecer de la historia p. 345-346. comprendido
así como así, podían ir a 358. Mera Costas, 2021, p. 92. decepcionados, que tenían
buscar un 'curandero' 359. Payne, 2020, p.  287- que encontrar un nuevo y
como Calvo Sotelo o a un verdadero jefe. Por
288.  "El hecho de haber mediación de sus
'generalito'" vivido el colapso de la ayudantes, Mola les hizo
341. Romero, 1982, p. 62-63. monarquía [como director decir que mantuvieran el
máximo sigilo sobre sus secreto posible y el 399. Ranzato, 2014, p. 335.
proyectos y les daba establecimiento de varios 400. Mera Costas, 2021, p. 94.
alguna esperanza al modelos de conspiración y
401. Romero, 2006, p. 73-74.
mandarles que confiaran sublevación que
en él" garantizase su triunfo” 402. García Rodríguez, 2013,
p.  461.  "Entendemos que
361. Payne, 2020, p.  288- 371. Romero, 1982, p. 92.
para orientación de los
289.  "Sanjurjo era un 372. Payne, 2020, p. 289.
jefes de las
general querido y 373. Romero, 1982, p. 93.
'Organizaciones Civiles'
respetado, tanto en el
plano personal como en el 374. González Calleja, 2011, afectas, que durante el
militar, pero los jefes del p. 345-346. mes de junio negociaban
ejército en activo eran 375. Aróstegui, 2006, p.  144- con el General Mola o le
igualmente conscientes de 145. enviaban cada vez con
que carecía de capacidad 376. Alía Miranda, 2018, p. 105. mayor frecuencia a sus
política y de astucia para 377. Muñoz Bolaños, 2019, enlaces, este redacta el 5
asuntos no militares. de junio unos
p. 177-179. presupuestos políticos,
Además, su estado de
salud escasamente le 378. Aróstegui, 2006, p. 145n. bajo el título 'El directorio y
permitía tomar el mando de 379. Casanova, 2007, pp.  173- su obra inicial'"
una campaña activa, así 174. 403. Muñoz Bolaños, 2019,
que su función era en gran 380. González Calleja, 2011, p. 219-223.
medida simbólica, una p. 347. 404. Mera Costas, 2021, p.  95-
especie de primus inter 381. Aróstegui, 2006, p. 144. 96. ”Maura no era el único
pares" 382. Preston, 2011, p. 194-195. republicano conservador
362. Aróstegui, 2006, p. 140. que había ido resbalando
383. Alía Miranda, 2018, p. 108- hacia la convicción de que
363. González Calleja, 2011, 109.
p. 344-345. la crisis política sólo se
384. Romero, 1982, p. 127. resolvería con una revisión
364. Aróstegui, 2006, p.  143- 385. García Rodríguez, 2013, autoritaria. En mayor o
144. p. 457. menor medida, esa
365. Alía Miranda, 2011, p.  81- 386. Romero, 1982, p. 126-127. tentación fue compartida
87. por otros republicanos
387. González Calleja, 2011, conservadores como
366. Muñoz Bolaños, 2019, p. 348-349.
p. 175-176; 182-183. Melquiades Álvarez, José
388. Aróstegui, 2006, p. 161. Martínez de Velasco o
367. Payne, 1996, p. 96.
389. Preston, 2011, p. 195. Alejandro Lerroux, incluso
368. Mera Costas, 2021, p.  92- Felipe Sánchez Román,
93. 390. Alía Miranda, 2018, p. 108.
asustados por el
369. García Rodríguez, 2013, 391. Cruz, 2006, p. 210. agravamiento de los
p. 451. 392. Preston, 2011, p. 195. "Así, problemas de orden
370. Alía Miranda, 2018, las primeras víctimas público durante la
p.  103.  ”Su comunicación ejecutadas por los primavera de 1936 y los
con los implicados fue militares rebeldes fueron debates de retórica
constante, a través de sus propios compañeros violenta cruzada en el
instrucciones y normas, 393. Aróstegui, 2006, p. 168. Congreso. Partidarios de
para dejar todo claro y 394. García Rodríguez, 2013, la soluciones legalistas, el
para que sintieran en cada p. 465-466. miedo terminó haciéndoles
momento donde estaba 395. González Calleja, 2011, ver el autoritarismo como
cada uno. El plan de Mola p. 349-351. una receta tranquilizadora”
se basaba en tres
396. García Rodríguez, 2013, 405. Payne, 1996, p. 79-81.
premisas básicas: el peso 406. Gil Pecharromán, 1997,
p. 467.
de la organización lo p. 138.
llevaba la UME, la 397. Preston, 2011, p. 195-196.
conspiración debía 398. García Rodríguez, 2013, 407. Alía Miranda, 2011, p. 100-
mantener el máximo p. 469. 105.
408. Mera Costas, 2021, p. 19. 436. Muñoz Bolaños, 2019, 457. Payne, 2020, p. 296.
409. Aróstegui, 2006, p. 162. p. 179-181. 458. Ranzato, 2014, p.  341-
410. Alía Miranda, 2018, p. 110. 437. Casanova, 2007, p. 174. 342. "No hay duda de que
411. Alía Miranda, 2011, p. 105- 438. Payne, 2020, p. 297-298. siguiendo el camino de la
108. 439. Mera Costas, 2021, p. 110- sublevación tendría que
111. correr muchos riesgos, que
412. Muñoz Bolaños, 2019, tal vez se le presentaban
p. 219-221. 440. Payne, 2020, demasiado elevados en
413. Aróstegui, 2006, p.  163- p.  298.  "Cuando la comparación con los
164. sublevación finalmente objetivos personales que
414. Alía Miranda, 2018, p. 109- tuvo lugar... [Goded en podrá alcanzar. El camino
110. Barcelona] pronto tuvo que del poder le estaba
rendirse, lo que condujo a cerrado, porque en caso
415. Payne, 2020, p. 289-290. su ejecución tras ser de que el golpe tuviera
416. Mera Costas, 2021, p. 103. sentenciado por un tribunal éxito le estaría reservado a
417. Aróstegui, 2006, p.  171- militar republicano" Sanjurjo..."
172. 441. Payne, 2020, p. 299. 459. Romero, 2006, p.  71-
418. Viñas, 2019, p. 262-263. 442. Alía Miranda, 2011, p. 79. 72.  ”Contrariamente a lo
419. Mera Costas, 2021, p. 105- 443. Muñoz Bolaños, 2019, que se diría más adelante,
106. p. 193. Franco, que se mantuvo
420. Mera Costas, 2021, p. 107- 444. Martín Ramos, 2015, más o menos informado de
108. p. 196-197. la marcha de las
gestiones, apenas
421. García Rodríguez, 2013, 445. Payne, 2020, participó en ellas, salvo
p. 454-456. p.  293.  "Franco mantenía quizá para aconsejar
422. Romero, 1982, p. 125. "En cierto contacto con Mola y demoras”
Pamplona, Mola seguía fue viendo el progreso de
solitario en su laboratorio y la conspiración a distancia 460. Payne, 2020, p. 300.
hacía proyectos sin y, en gran parte, a través 461. Muñoz Bolaños, 2019,
demasiada fe, aunque con de los breves mensajes p. 425-426.
firme esperanza de que la cifrados llevados 462. Romero, 2006, p. 72-73.
situación política y el personalmente por varios 463. Ranzato, 2014, p. 344.
descontento entre las enlaces"
464. García Rodríguez, 2013,
guarniciones harían que la 446. Payne, 2020, p. 294. p. 463-464.
red, todavía rala, fuera 447. Aróstegui, 2006, p. 146.
tupiéndose" 465. Muñoz Bolaños, 2019,
448. Payne, 2020, p.  293- p. 301.
423. Alía Miranda, 2018, p. 107. 294.  "Existe bastante 466. Alía Miranda, 2018, p. 106-
424. Cruz, 2006, p. 206. evidencia de que durante 107.
425. Mera Costas, 2021, p. 108. más de tres meses se
426. Alía Miranda, 2011, p. 102. negó a comprometerse en 467. Alía Miranda, 2011, p.  87-
100.
serio, asegurando que no
427. Muñoz Bolaños, 2019,
había llegado la hora para 468. González Calleja, 2011,
p. 289-291; 300-301. p. 358-360.
llevar a cabo una acción
428. Mera Costas, 2021, p. 108; drástica e irrevocable..." 469. Preston, 2006, p. 347; 351;
109. 365.
449. Cruz, 2006, p. 224-225.
429. Payne, 2020, p. 290; 299.
450. Payne, 2020, p. 294-295. 470. Preston, 2011, p. 172; 175-
430. Romero, 1982, p. 128. 451. Payne, 2020, p. 295. 176.
431. Mera Costas, 2021, p. 108- 452. Payne, 2020, p. 295-296. 471. Viñas, 2019, p. 201-202.
109. 472. González Calleja, 2011,
453. Ranzato, 2014, p. 342.
432. Romero, 1982, p. 126. p. 360.
454. Cruz, 2006, p. 211.
433. Mera Costas, 2021, p. 109. 473. Aróstegui, 2006,
455. Muñoz Bolaños, 2019, p.  151.  Hay pruebas
434. Romero, 1982, p. 127-128. p. 193; 425.
435. Mera Costas, 2021, p. 110. 456. Romero, 2006, p. 72. suficientes… de que Gil
Robles estaba al tanto de
los manejos, de que los 490. Preston, 2006, p. 380-381. deslegitimación de la
aprobaba y ayudaba y de 491. Preston, 2006, p. 362-363. República fue
que, en definitiva, tenía paradójicamente el
formado su propio criterio 492. Preston, 2011, p. 184. asesinato de Calvo Sotelo”
sobre los objetivos a cubrir 493. Viñas, 2019, p.  389.  ”El 503. Viñas, 2019, p. 207.
por la sublevación” grupo político que de forma
474. Preston, 2006, p.  ”Gil más consistente y tenaz y 504. Viñas, 2019, p. 223-224.
Robles conocía con mayor éxito conspiró 505. González Calleja, 2011,
contra la República desde p. 353-354.
perfectamente los planes
el 14 de abril de 1931 506. Muñoz Bolaños, 2019,
que se estaban realizando
para un levantamiento hasta el 18 de julio de p. 252.
1936 fueron los 507. Rodrigo, 2016, p. 62-63.
militar y participaba en
ellos”. monárquicos alfonsinos”
508. Viñas, 2019, p. 227.
475. Payne, 2020, p. 292. 494. González Calleja, 2011,
p. 354-355. 509. Viñas, 2019, p. 230-232.
476. Ranzato, 2014, p.  149;
495. Muñoz Bolaños, 2019, 510. Aróstegui, 2006, p. 40-42.
342. 511. Mera Costas, 2021, p. 112-
p. 247.
477. Ranzato, 2014, p. 342-343. 117.
496. González Calleja, 2011,
478. Ranzato, 2014, p. 357. 512. Romero, 1982, p. 229.
p.  343.  "Esto era como 513. Romero, 1982, p. 229-230.
497. Thomàs, 2010, p. 144.
decir un régimen
perfectamente ajustado a 498. Romero, 1982, p. 121. 514. Viñas, 2019, p. 167-188.
la personalidad y a las 499. González Calleja, 2011, 515. Muñoz Bolaños, 2019,
aspiraciones del mismo Gil p. 352-353; 356-357. p. 253-254.
Robles" 500. Mera Costas, 2021, p.  ”Su 516. Mera Costas, 2021, p. 100-
479. González Calleja, 2011, actuación se estructuró en 101.
p. 360-361. tres niveles: el escenario 517. Martín Ramos, 2015,
480. Preston, 2006, p. 363. público, donde su papel p. 198-199. "El episodio de
481. Preston, 2011, p. 172-173; era contribuir a crear un mayor trascendencia
185. ambiente favorable al política [de la participación
autoritarismo a través de de los monárquicos en la
482. Muñoz Bolaños, 2019, sus discursos y escritos; conspiración] fue el de la
p. 238-247. los movimientos gestión del monárquico
483. Mera Costas, 2021, p. 101- clandestinos, a través de Pedro Sainz Rodríguez..."
102. gestiones personales o de 518. Viñas, 2019, p. 167.
484. Aróstegui, 2006, p.  150- su entorno para garantizar 519. Mera Costas, 2021, p. 101.
153. el apoyo fascista al golpe,
485. Ranzato, 2014, p. 343. y la defensa de sus 520. Viñas, 2019, p. 431-439.
objetivos políticos 521. Viñas, 2019, p.  167-188;
486. Preston, 2006, p. 364. personales, reforzando la 382.
487. Preston, 2006, p. 375. primacía de su liderazgo 522. Rodrigo, 2016, p. 77.
488. Aróstegui, 2006, p. 154. en las derechas y la de su 523. Viñas, 2019, p.  314;
489. Preston, 2006, p.  379- partido en la conspiración, 381.  ”Mussolini había
380.  ”Gil Robles con el fin de asegurar un echado su cuarto a
desempeñó un papel vital papel protagonista para espadas el 1 de julio. […]
organizando la adquisición ambos en un futuro Los contratos del 1 de julio
de armas y otros inminente”. ponen de relieve que el
suministros, propaganda y 501. Aróstegui, 2006, p. 157. golpe se preparó y se dio
ayuda económica a la 502. González Calleja, 2011, con apoyo extranjero”
causa rebelde. […] Llegó a p.  355-356.  ”Los 524. Muñoz Bolaños, 2019,
establecer una relación tan monárquicos habían p. 255.
estrecha con Oliveira apelado al Ejército de 525. Rodrigo, 2016, p. 76-77.
Salazar que se convirtió en forma directa, y el broche
su intermediario habitual final de su campaña de 526. Martín Ramos, 2015,
con Franco” p. 199.
527. Preston, 2001b, p.  63- cabo la 'revolución impacto que tendría en la
92. ”En el lado español, el nacional'" opinión pública el
contacto decisivo no había 540. Rey Reguillo, 2008, p. 523. asesinato de un hombre de
sido Bolín, ni Viana ni 541. Payne, 2020, p.  96.  "Sin sesenta y seis años de
Goicoechea, sino Franco, embargo, no se hizo visita a su esposa
quien al persuadir a esfuerzo alguno por moribunda”
Luccardi y a De Rossi de registrar las sedes 556. Payne, 1996, p. 43-44.
que estaba al mando del izquierdistas con el mismo 557. Payne, 1996, p. 42.
levantamiento y de que motivo [la tenencia ilícita 558. Payne, 1996, p.  42-44.  "A
conseguiría la victoria, se de armas]"
aseguró el apoyo de mediados de marzo los
Mussolini desde el 542. Payne, 1996, p. 42-43. gobernadores de cinco
principio” 543. Payne, 2020, p. 97. provincias dimitieron por
su incapacidad para
528. Rodrigo, 2016, p. 69-70. 544. González Calleja, 2011, abordar estos problemas y,
529. Viñas, 2019, p.  287-319; p. 313-317; 362.
en algunos casos, porque
337. 545. Preston, 2006, p. 337-338. les parecía que el
530. Preston, 2001b, p. 89-90. 546. Preston, 2011, p. 168. Gobierno no estaba
531. Rodrigo, 2016, p. 69-72. 547. Mera Costas, 2021, p.  97- haciendo un esfuerzo serio
98. por mantener el orden. [...]
532. Viñas, 2019, p. 325-339. Muchos republicanos de
533. Rodrigo, 2016, p. 78-80. 548. Beevor, 2005, p. 64-65. izquierda que apoyaban el
534. Ranzato, 2014, 549. Payne, 1996, p.  43.  "El Gobierno de Azaña
p.  150.  "Distinto de la atentado contra Asúa contemplaban con un
tradicional derecha representaba una asombro creciente la
conservadora y escalada en la violencia ineptitud o la falta de
reaccionaria" política, ya que durante los interés de los líderes de
turbulentos años de la los partidos obreros para
535. Thomàs, 2010, república los líderes de los
p.  141.  "Fue el auténtico controlar a sus activistas"
partidos mayoritarios,
partido fascista español de aunque todos llevaban 559. Payne, 1996, p.  44.  "La
los años republicanos" escolta armada desde ilegalización del partido
536. Payne, 1996, p. 97. 1934, casi nunca habían supuso un declive
537. Thomàs, 2010, p.  141- sido el objetivo de intentos momentáneo de la
142.  "El recibimiento que de asesinato. Estaba claro violencia a finales de
se le dispensó fue el de la que el ataque contra Asúa marzo, pero para
hostilidad lógica por una procedía de Falange, el mediados de abril había
izquierda único grupo vuelto a los niveles
anarcosindicalista, manifiestamente fascista anteriores y continuó
socialista y comunista que del país" después con fuerza"
tenía muy presentes los 550. González Calleja, 2015, 560. Payne, 2020, p.  99.  "Sus
años 1933 y 1934 en p. 402-403. nuevos afiliados
Alemania y Austria y la 551. Payne, 1996, p. 56. superaban con mucho a
represión subsiguiente los arrestados; procedían
sufrida por la izquierda en 552. Beevor, 2005, p. 69. sobre todo de las JAP,
esos países" 553. Payne, 2020, p. 98. desilusionadas con las
tácticas moderadas y
538. Thomàs, 2010, p. 142-143. 554. González Calleja, 2015,
p. 300. legalistas de la CEDA"
539. Payne, 2020, p.  95-
96.  "Hasta cierto punto 555. Preston, 2011, 561. González Calleja, 2011,
José Antonio también se p.  169.  ”José Antonio le p. 316.
sentía cautivado por el explicó a un amigo que su 562. Beevor, 2005, p. 63.
'mito de Azaña', a quien cautela obedeció al 563. González Calleja, 2011,
creía un gran líder convencimiento de que el p. 361-362.
potencial capaz de llevar a contragolpe de la izquierda 564. García Rodríguez, 2013,
acabaría con Falange. p. 505-509.
También le preocupaba el
565. Rodríguez Jiménez, 1997, 576. Romero, 1982, p.  172; 584. González Calleja, 2011,
p. 179. 181.  "Se desconoce la p. 374-381.
566. Beevor, 2005, p. 75. identidad de los que 585. Aróstegui, 2006, p.  148-
567. González Calleja, 2011, participaron en el asalto, 149; 166-167.
p. 361-365. pero se sabe que fueron 586. Viñas, 2019, p. 217.
detenidos: José María
568. Aróstegui, 2006, p.  149- Pérez Laborda, de quien 587. Muñoz Bolaños, 2019,
150; 168. se dijo que llevaba una p. 261-262.
569. Preston, 2011, p. 179. pistola ametralladora; 588. Mera Costas, 2021, p. 102-
570. Muñoz Bolaños, 2019, Eusebio Díaz y Juan 103.
p. 234-238. Bautista Carles Contells. 589. Ranzato, 2014, p. 149.
571. Ranzato, 2014, p. 321. "En [...] La reacción de las 590. Romero, 1982, p. 150-151.
el plano estrictamente izquierdas ha sido
jurídico la sentencia quizás violenta: saqueo e 591. Rodríguez Jiménez, 1997,
p. 186.
era incuestionable, porque incendio del local de la
se había querido Derecha Regional 592. Muñoz Bolaños, 2019,
Valenciana y de la p. 263.
demostrar la ilegalidad del
partido de José Antonio patronal, asaltos a 593. Romero, 1982, p. 151.
sobre la base de su periódicos y al café Vodka 594. Ranzato, 2014, p. 341.
programa, al que no se y desmanes en toda la 595. García Rodríguez, 2013,
podían atribuir intenciones ciudad hasta que p. 520.
criminales explícitas. Pero intervinieron fuerzas de
caballería" 596. Romero, 1982, p. 170-171.
ese juicio constituía un
claro sabotaje de la lucha 577. García Rodríguez, 2013, 597. Muñoz Bolaños, 2019,
contra una organización p. 509-510. p. 266-268.
cuya actividad terrorista 578. Rodríguez Jiménez, 1997, 598. González Calleja, 2011,
era conocida..." p. 184. p. 381-384.
572. Rodríguez Jiménez, 1997, 579. González Calleja, 2011, 599. Romero, 1982, p.  171;
p. 183-184. p. 370-373. 225.  "En Portugal solo se
573. González Calleja, 2011, 580. Rodríguez Jiménez, 1997, había relacionado con
p. 367-369. elementos monárquicos y
p. 185. estaba influido por ellos;
574. Rodríguez Jiménez, 1997, 581. González Calleja, 2011, veía por sus ojos"
p.  184.  "Este cambio de p. 375-376.
actitud pudo venir 582. Aróstegui, 2006, p. 148. 600. Rodríguez Jiménez, 1997,
p.  186.  "El sector navarro
determinado por el hecho
de que el conde de 583. García Rodríguez, 2013, aglutinado en torno al
p.  347.  "Dos Grupos de la conde de Rodezno y la
Rodezno, quien visitó a
Primo de Rivera en la Milicia carlista iniciaría las junta regional navarra...
cárcel de Alicante, hostilidades en el oeste y eran más realistas y
convenciese a éste de la en el sudeste de España, pragmáticos [que Fal
necesidad de la cerca de la frontera Conde], considerando que
participación de Falange portuguesa. Según el plan, lo primero era derribar la
en la sublevación; o tal vez cuando las tropas del República. [...] Nadie ponía
por la llegada de noticias Gobierno fueran enviadas en duda que el sector
sobre las conversaciones a aplastar el navarro estaba decidido a
mantenidas por su levantamiento, las Fuerzas unirse a Mola, y que la
hermano, Fernando Primo Principales de los mayoría de los requetés
de Rivera, quien Requetés en el noroeste ansiaban que se produjera
desempeñaba entonces en de España, atacarían la sublevación"
la práctica la jefatura del Madrid, donde otras 601. Romero, 1982, p. 225. "[La
partido, con el general unidades carlistas debían carta de Sanjurjo] contiene
Mola" haberse apoderado de un esbozo de programa
antemano de los puntos que, de aceptarlo, le
575. Thomàs, 2010, p. 146. vitales de la capital" enemistará [a Mola] con
otros comprometidos que 621. Preston, 2011, p. 194. izquierda no tenía la menor
tienen poder de 622. Payne, 2020, p. 296-297. intención de hacer.
movilización y mando de Tampoco quería llevar a
tropas. [...] Para ganar 623. Aróstegui, 2006, p.  185- cabo una purga drástica...
tiempo... [Mola] ha 187. Si se producía otra
pretextado que él duda de 624. Preston, 2006, p. 362. insurrección violenta por
que el texto lo hubiese 625. Payne, 2020, p. 334. parte de los anarquistas o
redactado el marqués del 626. Martín Ramos, 2015, marxistas, tendrían que
Rif. Apoya esta sospecha, p. 204. emplear al ejército para
y nadie mejor que él para 627. Mera Costas, 2021, p. 129. reprimirlo"
reconocer su fragilidad, en 645. Payne, 2020, p. 304-305.
que la misiva no venía 628. Ranzato, 2014, p. 337. 646. Viñas, 2021.
acompañada de la 629. Beevor, 2005, p. 80.
contraseña convenida; la 630. Martín Ramos, 2015, 647. Viñas, 2019, p. 386-387.
mitad del recordatorio de p. 201. 648. Ranzato, 2014, p. 336-340.
unos funerales. Esta 631. Mera Costas, 2021, p. 130- 649. García Rodríguez, 2013,
respuesta extravagante, 131. p. 138-139.
que ha hecho llegar a 650. Romero, 2006, p.  71-72;
Lizarza por medio de 632. Busquets y Losada, 2003, 75.
p. 63-65.
Fernández Cordón, ha
ofendido a aquél, pues 633. Cardona, 2010. 651. Martín Ramos, 2015,
p. 193.
equivale a dudar de la 634. Ranzato, 2014, p. 338.
honorabilidad de los 635. Ranzato, 652. Martín Ramos, 2015,
2014,
carlistas y acusarlos poco p. 338. "Solo El Sol del 11 p. 199-203.
menos que de de julio reproducía una 653. Cruz, 2006, p.  230-232;
falsificación" nota del jefe del Gobierno 206; 211; 219-
602. Aróstegui, 2006, p.  170- en que se afirmaba que las 220.  ”[Pozas] había
174. instituciones y las Fuerzas realizado ya decenas de
603. Viñas, 2019, p. 262-266. Armadas respondían ‘combinaciones’ y
perfectamente y con ascensos que suponían el
604. Muñoz Bolaños, 2019, desmantelamiento de las
p. 268-270. absoluta disciplina a los
mandos legítimos" comandancias anteriores y
605. Romero, 1982, p. 274. la neutralización de los
636. Mera Costas, 2021, p. 133.
606. Rodríguez Jiménez, 1997, generales más proclives a
p. 187. 637. Aróstegui, 1997, p. 25. la rebelión”
607. Aróstegui, 2006, p.  160- 638. Aróstegui, 2006, p.  184- 654. Cruz, 2006, p.  220.  ”El
161. 185. Gobierno confiaba en
639. Aróstegui, 2006, p. 186. hacerse fuerte contra los
608. Mera Costas, 2021, p. 132.
640. Preston, 2006, p. 328. militares rebeldes en
609. Romero, 2006, p. 74-75. Madrid por medio
641. Mera Costas, 2021, p. 137-
610. Preston, 2011, p. 176. 655. Cruz, 2006, p.  219-
138.
611. Preston, 2011, p. 176-177. 222.  ”Con estrategias
642. Alía Miranda, 2011, p. 128-
612. Payne, 2020, p. 305-306. 129. incompetentes, falsas,
613. Ranzato, 2014, p. 339. engañosas o
643. Payne, 1996, p. 99-100.
614. Preston, 2013, p. 193. reservadamente desleales
644. Payne, 2020, p.  285- en la administración
615. Payne, 1996, p. 100. 286.  "Los movimientos policial y militar, con
616. García Rodríguez, 2013, revolucionarios inclusión de algunos
p. 146. reclamaban con gobernadores civiles, un
617. Payne, 2020, p. 303-304. vehemencia una purga Gobierno de cualquier
drástica de las fuerzas cariz no podía asegurar la
618. Aróstegui, 2006, p. 187. armadas, e incluso, la eficacia de las decisiones
619. Mera Costas, 2021, p. 130. disolución del ejército, a la hora de suprimir a los
620. García Rodríguez, 2013, pero esto era algo que el organizadores de la
p. 139. Gobierno republicano de rebelión”
656. Mera Costas, 2021, p. 126; diplomática; está planes de Mola que el
130-133. sacrificando sus horas, tiempo y las energías que
657. Payne, 1996, p. 100-101. arrostrando peligros, tuvo que dedicar hasta el
poniendo en grave riesgo último momento para
658. Payne, 2020, p. 306-307. el porvenir suyo y de su asegurarse el apoyo de los
659. Payne, 2020, p. 307. familia para estructurar y carlistas con sus
660. Mera Costas, 2021, p. 133- coordenar [sic] la requetés..."
134. organización que dirige... 675. Payne, 1996, p.  96-
661. Mera Costas, 2021, Un largo camino se ha 98.  "Había un gran
p.  137.  ”Todos compartían recorrido en tres meses y desorden económico, la
la opinión de que la no ha sido fácil; él es el violencia era considerable
desconfianza hacia los principal comprometido y, en algunas zonas y el
generales molestos no de fracasar, muchos se Gobierno había dejado
justificaba acusar al echarán atrás... No ha claro que tomaba partido
conjunto de los militares y logrado su primera y por la izquierda y que no
no se les pasaba por la principal aspiración: la iba a actuar
cabeza poner en duda la unidad entre todos los imparcialmente con
palabra empeñada por los enemigos del régimen respecto al centro y la
que hacían de cumplirla político que se ha derecha, pero la izquierda
una cuestión de honor. propuesto derrocar. [...] El estaba profundamente
Erraron en lo que se refería pueblo español se siente dividida y no había
a aquellos sublevados. republicano y un emprendido ninguna
Para ellos, la palabra se levantamiento cívico-militar acción revolucionaria en
había convertido en arma no puede hacerse en contra del Estado
de guerra, aunque quienes contra del sentir de la republicano"
serían sus víctimas aún no mayoría que, aunque en 676. Payne, 2020, p.  291;
lo sabían. No se distinta proporción, tiene 300.  "Así, muchos
equivocaron, sin embargo, su reflejo en el estamento [militares] rebeldes
en cuanto a la lealtad de militar" potenciales únicamente se
buena parte del Ejército, 668. Romero, 2006, p. 74. comprometerían del todo
que se dividió en dos 669. Romero, 1982, p. 223. con un alzamiento una vez
durante el golpe” 670. Aróstegui, 2006, p.  169- llegaran a la conclusión de
662. Mera Costas, 2021, p.  16- 170. que sería más peligroso no
18. 671. Payne, 2020, p. 293. hacerlo, situación que solo
663. Thomàs, 2010, p.  147- 672. García Rodríguez, 2013, maduró a mediados de
148.  "Y si el golpe triunfó julio"
p. 470.
parcialmente fue porque, 677. Preston, 2011, p.  194-
como siempre ocurre en la 673. Cruz, 2006, p. 224. 195.  ”El incidente
Historia, sus instigadores 674. Ranzato, 2014, p. 340. "La contribuyó a exacerbar la
habían sido capaces de conspiración era un brutalidad de Mola. No se
ganarse unas bases de engranaje todavía muy dejó conmover, sin
apoyo también entre la imperfecto, Mola era un embargo, por el hecho de
población" 'Director' sin pleno dominio que el presidente de la
664. Alía Miranda, 2018, p. 103- de la orquesta, porque los Generalidad, Lluís
104. más impacientes querían Companys, le salvara la
anticipársele, otros vida a su padre, Emilio
665. Busquets y Losada, 2003, dudaban, y él mismo se
p. 56-60. Mola López, un anciano de
veía obligado a aplazar la ochenta y tres años y
666. Aróstegui, 2006, p.  159- hora X... por la inseguridad general retirado de la
160. sobre las fuerzas Guardia Civil”
667. Romero, 1982, p.  223.  "El disponibles y la gran 678. Romero, 1982, p. 223-224.
general Emilio Mola dificultad de coordinar
679. Aróstegui, 2006, p.  42;
Vidal... ha trabajado sin todos sus movimientos...
escatimar esfuerzos, No hay mejor muestra de 173-175.
incluso de índole la precariedad de los
680. González Calleja, 2011, y, que, como no era difícil sentimientos de
p. 351-352; 368. de entender, estaba impotencia"
681. Payne, 2020, p. 335. llevando el país hacia el 693. Rey Reguillo, 2008, p. 557.
precipicio" 694. Payne, 2020, p.  318-
682. Payne, 2020, p. 311-317.
691. Ranzato, 2014, p.  347; 319.  "Ese día, 13 de julio,
683. Thomàs, 2010, p. 147. 349-350.  "No es lícito los periódicos derechistas
684. Ranzato, 2014, interpretar las palabras Ya y La Época publicaron
p. 346. "Muchos sabían en pronunciadas por el la escasa información
Madrid que gran parte de presidente del Gobierno disponible, por lo que
las fuerzas del orden como una amenaza de fueron inmediatamente
estaban muy identificadas muerte... Del conjunto de suspendidos por las
con las milicias social- su discurso resulta autoridades. El último, que
comunistas. [...] Nada evidente que su amenaza había sido uno de los
podía garantizar que si la consistía en que si se periódicos españoles más
izquierda revolucionaria hubiera verificado ese destacados durante casi
tenía semejante influencia 'cualquier caso que un siglo, nunca
y presencia entre las pudiera ocurrir, que no reaparecería"
fuerzas de la seguridad ocurrirá', ese 'algo [que] 695. Ranzato, 2014, p. 346.
pública, lo que le había pueda ocurrir -es decir, la
tocado a un monárquico sublevación militar a la 696. Payne, 2020,
fascista no le habría que Calvo incitaba, habría p. 321. "Azaña debió haber
podido ocurrir a cualquiera sido llamado a responder tomado una decisión
que quisiera oponerse a a 'ante el país' por la inmediata para cambiar la
la revolución" responsabilidad que había política del Gobierno,
685. Payne, 2020, p. 320. asumido. Pero no había ni instaurar un verdadero
una palabra en el discurso sistema de seguridad,
686. Ranzato, 2014, p. 347. aplicar la ley y la
687. Payne, 2020, p.  320; de Casares que pruebe
que se refería a una Constitución, y dar
337.  "El Gobierno... había garantías a las derechas.
empezado una justicia sumaria, y no, en
cambio, a las graves Esta era su última
investigación del crimen, oportunidad, pero no hizo
pero se encontró sanciones judiciales -que
posiblemente llevaban absolutamente nada..."
bloqueado por el veto de
Prieto, su aliado número inclusa la pena capital- 697. Payne, 2020, p. 317.
uno..." que el líder monárquico 698. Ranzato, 2014, p. 352.
habría debido afrontar 699. Ranzato, 2014,
688. Payne, 2020, p.  301; 320- como instigador de un
321. p.  23.  "Incluso como
delito de rebelión militar. respuesta a los golpes
689. Beevor, 2005, p. 79. Ningún periódico, de sufridos supuso una
690. Ranzato, 2014, ninguna orientación acción incongruente y
p.  351.  "Casares tenía el política, al día siguiente desmesurada"
imperativo de emitir había sostenido ni
declaraciones de condena insinuado que aquella 700. Rey Reguillo, 2008,
frase fuese un visto bueno p.  559.  "En modo alguno
del crimen y, sobre todo, se hablaba ya -si es que
de tomar iniciativas para para el asesinato de Calvo
Sotelo. En realidad fue él alguna vez se habló en
perseguir a los culpables esos términos- de una
aún más enérgicas de las mismo quien, replicando a
Casares ante las Cortes, República democrática
que normalmente habría para todos los ciudadanos,
adoptado en el caso de había tergiversado el
sentido de sus palabras..." mucho menos si había que
cualquier otro magnicidio. incluir a la reacción"
No tanto o no solo para 692. Ranzato, 2014, p. 351. "Es
alejar de sí la sospecha, probable que [Azaña] se 701. Ranzato, 2014, p. 362-363.
sino para tratar de encontrara en una 702. Payne, 2020, p. 319-320.
contener la ola de condición de absoluto 703. Payne, 2020, p. 322-323.
indignación que esa desconcierto y 704. Preston, 2011, p. 189-190.
muerte estaba provocando
705. Viñas, 2019, p. 284-285. y quizá la consecuencia de los socialistas no acudían
706. Payne, 2020, p. 323. un irremediable fracaso a socorrerlo integrándose
personal; consecuencia no en él, sino que lo
707. Ranzato, 2014, p. 353. solo y no tanto de aquel defenderían desde
708. Payne, 2020, p. 323-324. clima político en que ya órganos propios de poder,
709. Ranzato, 2014, p. 353-354. soplaban vientos de guerra hasta el punto de que los
710. Payne, 1996, p.  88.  "Los civil, sino sobre todo de las representantes de los
diputados de la derecha no mismas circunstancias en partidos del Gobierno
acusaban al Gobierno de que se había producido la podían participar en ellos,
haber ordenado o muerte de Calvo Sotelo. sin considerar que eran
planeado la ejecución [de Porque la paradoja que, de esos gubernamentales lo
Calvo Sotelo], pero le todos modos, le quitaba que tenían que exigirles
consideraban responsable toda posibilidad futura de defender al Estado dentro
de las circunstancias que asumir el papel de líder de de sus instituciones y no
la habían hecho posible" un cartel centrista mediante poderes
711. Payne, 2020, p. 325. moderado estaba en el paralelos”
hecho de los principales 723. Ranzato, 2014, p. 363.
712. Ranzato, 2014, p. 354-356. responsables de aquel 724. Payne, 2020, p.  327.  "Los
713. Ranzato, 2014, homicidio no debían
p.  356.  ”Habría sido caballeristas... se aferraron
buscarse entre los a la creencia de que una
necesaria la intervención caballeristas más
de un jefe de gobierno rebelión militar nunca
exaltados, sino... entre los podría ser tan fuerte como
capaz de rebatir punto por hombres de su escolta"
punto, de manifestar 717. Ranzato, 2014, p. 359. para no ser aplastada por
indignación por el los miles de obreros
asesinato de unos de los 718. Payne, 2020, p. 326. revolucionarios y su
máximos representantes 719. Macarro Vera, 2000, dominio de la economía"
de la oposición y de p. 467. 725. Ranzato, 2014, p. 363-364.
prometer solemnemente el 720. Ranzato, 2014, p. 366. 726. Payne, 2020, p. 329.
rápido castigo de sus 721. Payne, 2020, p.  326-327; 727. Ranzato, 2014, p. 367.
autores, pero, al mismo 329-330.  "Para los 728. Ranzato, 2014, p. 351.
tiempo, de denunciar el caballeristas la propuesta 729. Rey
intento de la derecha de Reguillo, 2008,
era a la vez demasiado p. 556-557.
aprovechar ese delito para complicada y limitada.
incitar, a su vez, a la Ellos solo querían que se 730. García Rodríguez, 2013.
violencia y a la rebelión” entregasen las armas 731. Ranzato, 2014, p.  25-
714. Ranzato, 2014, p.  356- directamente a los 26.  "Llevándoles a buscar
357.  "Reticentes y sindicatos obreros, sin [a los ciudadanos críticos u
subalternos continuaron, ninguna superestructura hostiles a las actuaciones
en cambio, dando del Frente Popular..." del gobierno] en otra parte
cobertura a Largo 722. Macarro Vera, 2000, una más segura tutela, no
Caballero y a los suyos, p.  467-468.  ”El lenguaje solo de sus intereses, sino
hasta la Guerra Civil, y político de todos había de su misma integridad
hasta salir de escena más cambiado. Como el PSOE personal"
tarde, entregándoles el sabía que no podía 732. Alía Miranda, 2011, p. 110.
poder sin más, tal como proponer a los 733. Beevor, 2005, p. 79-80.
aquellos lo habían caballeristas entrar en el 734. Ranzato, 2014, p. 244.345.
imaginado" Gobierno, por eso
715. Payne, 2020, p. 325-326. acordaron, con la anuencia 735. González Calleja, 2015,
comunista, defender la p. 304.
716. Ranzato, 2014, p.  357-
358.  "[El discurso de República desde órganos 736. Thomàs, 2010, p.  144;
Prieto] dejaba de poder exclusivamente 147.  "[La inacción del
transparentar una escasa obreros y armados. Desde gobierno] dio alas a unos
convicción, una tal propuesta el Estado militares golpistas en
resignación a lo inevitable, quedaba inerme, porque apuros a la hora de
recabar el apoyo de La situación límite de la 757. Romero, 1982, p. 286.
muchos compañeros para que siempre había 758. Romero, 1982, p. 290.
su movimiento" hablado como el único
737. Ranzato, 2014, p. 345. factor que podía justificar 759. Mera Costas, 2021, p. 134.
738. Ranzato, 2014, p. 345-346. una rebelión armada 760. Mera Costas, 2021, p. 121-
finalmente se había 125.
739. Payne, 2020, p. 335-336. producido... Había llegado 761. Mera Costas, 2021, p. 125-
740. Payne, 1996, p. 98. el momento en que el 126.
741. Payne, 2020, p.  335- cauteloso general había 762. Mera Costas, 2021, p. 143-
336.  "El asesinato de decidido que era aún más 144.  ”El presidente creía
Calvo Sotelo fue el peligroso no rebelarse que que la entrega de armas
catalizador necesario para rebelarse" podría ser recibida como
transformar una 745. Payne, 2020, p.  300-301; una provocación, la
conspiración floja en una 337-338. semilla de una revolución
rebelión violenta que podía 746. Romero, 1982, p. 226-228. social incipiente, por la
disparar una lucha masiva" mayoría del Ejército que
747. Payne, 2020, p. 339.
742. Cruz, 2006, todavía no se había
p.  225.  ”Francisco Franco 748. García Rodríguez, 2013, sublevado”
p. 475-476.
temía lo peor ―es decir, su 763. Mera Costas, 2021, p. 144-
fusilamiento y, en el mejor 749. Romero, 1982, p.  284- 145; 159.
de los casos, el fin de su 285.  "Las maniobras que
carrera militar― si se entre el 5 y el 12 se han 764. Payne, 1996, p. 102.
sumaba a una rebelión celebrado en el Llano 765. Mera Costas, 2021, p. 145-
fracasada. Insistía en la Amarillo... han 149.
necesidad de asegurar la proporcionado ocasión de 766. Payne, 1996, p. 102-103.
participación de la Guardia cambiar impresiones entre 767. Payne, 1996, p. 103.
Civil al lado de los los jefes y oficiales
rebeldes, no advertía comprometidos y para 768. Mera Costas, 2021, p. 150-
atraer voluntades de otros 153.
suficiente unidad en el
Ejército y, en su lugar, a quienes se suponía 769. Mera Costas, 2021, p. 154.
encontraba disidencia y predispuestos. [...] El día 770. Martín Ramos, 2015,
actitudes hostiles. Franco, 13... Yagüe participó a p. 207.
además, había ocupado Mola que a partir del 16 771. Cardona, 2010, p. 158.
altos cargos en el todas las tropas estarían 772. Mera Costas, 2021, p. 167-
Ministerio de la Guerra en dispuestas para actuar 169.
el año anterior, y no le desde sus bases"
773. Payne, 1996, p.  101-
hubiera importado servir al 750. Alía Miranda, 2018, p. 109. 102.  "Ninguno de los dos
Estado español con un 751. Mera Costas, 2021, p. 117. movimientos obreros
Gobierno republicano 752. Payne, 2020, p.  339- contaba con una
como el de 1935” 340.  "Uno de los grandes verdadera milicia
743. Payne, 1996, p. 97-98. bulos sobre estos días es paramilitar. Aunque Largo
744. Payne, 2020, p.  301; que el propio Franco Caballero había hablado el
337.  "Su decisión cambió arregló el asesinato de 16 de junio de la
muy rápidamente después Balmes para facilitar el necesidad de crear un
de conocer los detalles de alzamiento en Canarias. 'ejército rojo', los
la muerte de Calvo Sotelo Las evidencias indican socialistas sólo disponían
el día 13. Años después, que fue un accidente..." de su reducida
Franco afirmaría en un 753. Alía Miranda, 2011, p. 114. 'Motorizada' en Madrid.
discurso de 1960 que el 754. Martín Ramos, 2015, Grupos de la CNT-FAI
alzamiento jamás habría habían empezado a reunir
p. 205.
conseguido el apoyo armas, pero no habían
necesario entre los 755. Romero, 1982, p. 285-286; formado milicias bien
militares si no se hubiera 290-291. equipadas y dirigidas. Los
producido aquel asesinato. 756. Mera Costas, 2021, p. 104- únicos que estaban un
105.
poco mejor preparados posición de la Guardia 785. Romero, 2006, p.  73.  ”El
eran los comunistas, que Civil y de Asalto, en los golpe de Estado de Primo
habían organizado a casi casos en los que su de Rivera en 1923 se
dos millares de hombres número de ales equilibró el inició en una capitanía
en sus MAOC (Milicias de militares sublevados, lo general, pero se extendió
Antifascistas Obreras y que decantó la suerte de la con carácter orgánico,
Campesinas), sobre todo rebelión. […] A pesar de la pues se sumaron todas las
en la zona de Madrid, con imagen romántica que se demás unidades con sus
líderes como Enrique ha dado en ocasiones de jefes naturales al frente,
Líster, que había recibido la resistencia a la sin que se produjeran
instrucción en la Academia insurrección del 18 de julio fisuras en sus mandos”
Militar Frunze de Moscú..." de 1936, la victoria o la 786. Cardona, 2010, p. 159. "En
774. Mera Costas, 2021, p. 169- derrota de esta no se total, se alzaron cuatro de
175. puede medir en términos los dieciocho generales
775. Aróstegui, 2006, p.  272- de entrega y valentía que formaban la cúpula del
273; 190. popular. La acción de las Ejército, dieciocho de los
milicias fue un treinta y dos generales con
776. Mera Costas, 2021, p. 185- componente importante en
188.  ”La República logró mando de brigada, casi
la contención de la todos los jefes de Estado
aplastar la rebelión gracias rebelión, pero la respuesta
a la acción robusta de una Mayor, entre el ochenta y
civil no fue suficiente para el ochenta y cinco por
parte del Ejército y las asegurar su fracaso”
fuerzas de seguridad, que ciento de los oficiales,
permanecieron leales al 777. Viñas, 2019, p. 266-282. cuarenta y tres de las
poder legítimo. Estas 778. Viñas, 2019, p. 282. cincuenta y tres
huestes contaron con el 779. Muñoz Bolaños, 2019, guarniciones más
apoyo de milicias de las p. 462. importantes y la mitad de
organizaciones obreras, 780. Aróstegui, 2006, p.  272- las fuerzas de orden
armadas con urgencia. […] público"
273.
Ninguna ciudad de 781. Busquets y Losada, 2003, 787. Juliá, 1999, pp. 115-116.
España se mantuvo en p. 6061. 788. Casanova, 1997, p.  151-
poder de la República sin 152.
la ayuda de, al menos, una 782. Mera Costas, 2021, p. 200. 789. Saz, 2004, p.  125.  "De
parte de las fuerzas de 783. Juliá, 1999, p. 115. todos los fracasos,
orden público. Fue, por 784. González Calleja, 2011, supuestos o reales de la II
tanto, la decisión del p. 352. ”No constituían una República, el más claro y
grueso de las guarniciones corporación como en 1923, estrepitoso fue el de la
militares de participar o no sino una fracción política derecha política"
en la rebelión, o la más”

Bibliografía
Alía Miranda, Francisco (2011). Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda
República. Barcelona: Crítica. ISBN 978-84-9892-208-0.
— (2018). Historia del Ejército español y de su intervención política. Madrid: Los Libros de
la Catarata. ISBN 978-84-9097-459-9.
Aróstegui, Julio (1997). La Guerra Civil. La ruptura democrática. Madrid: Historia 16-Tema
de Hoy. ISBN 84-7679-320-0.
— (2006). Por qué el 18 de julio… Y después. Barcelona: Flor del Viento Ediciones. ISBN 84-
96495-13-2.
Beevor, Antony (2005). La Guerra Civil Española. Barcelona: Crítica. ISBN 84-8432-665-3.
Busquets, Julio; Losada, Juan Carlos (2003). Ruido de sables. Las conspiraciones militares
de la España del siglo XX. Prólogo de Gabriel Cardona. Barcelona: Crítica. ISBN 84-8432-424-
9.
Cardona, Gabriel (2010). «El golpe de los generales». En Manuel Ballarín y José Luis
Ledesma, ed. La República del Frente Popular. Reformas, conflictos y conspiraciones.
Ponencias del IV Encuentro “Historia y Compromiso” (Zaragoza, diciembre de 2008).
Zaragoza: Fundación Rey del Corral de Investigaciones Marxistas. pp. 149-163. ISBN 978-84-
613-6121-2.
Casanova, Julián (1997). De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1936).
Barcelona: Crítica. ISBN 84-7423-836-6.
— (2007). República y Guerra Civil. Vol. 8 de la Historia de España, dirigida por Josep
Fontana y Ramón Villares. Barcelona: Crítica/Marcial Pons. ISBN 978-84-8432-878-0.
Cruz, Rafael (2006). En el nombre del pueblo. República, rebelión y guerra en la España de
1936. Madrid: Siglo XXI. ISBN 84-323-1230-4.
Fontana, Josep (1986). «Reflexiones sobre la naturaleza y las consecuencias del
franquismo». En Josep Fontana, ed. España bajo el franquismo. Barcelona: Crítica. pp. 11-
12. ISBN 84-7423-284-8.
García Rodríguez, José (2013). Conspiración para la Rebelión militar del 18 de julio de 1936
(del 16 de febrero al 17 de julio). Madrid: Sílex. ISBN 978-84-7737-748-1.
Gil Pecharromán, Julio (1997). La Segunda República. Esperanzas y frustraciones. Madrid:
Temas de Hoy-Historia 16. ISBN 84-7679-319-7.
González Calleja, Eduardo (2011). Contrarrevolucionarios. Radicalización violenta de las
derechas durante la Segunda República. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-6455-2.
— (2015). Cifras cruentas. Las víctimas mortales de la violencia sociopolítica en la Segunda
República española (1931-1936). Granada: Comares. ISBN 978-84-9045-328-5.
Hurtado, Víctor (2011). Atlas de la Guerra Civil Española. La sublevación. Barcelona: DAU.
ISBN 978-84-936625-6-1.
Juliá, Santos (1999). Un siglo de España. Política y sociedad (https://archive.org/details/unsi
glodeespanap0000juli). Madrid: Marcial Pons. ISBN 84-9537903-1.
Macarro Vera, José Manuel (2000). Socialismo, República y revolución en Andalucía
(1931-1936). Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla. ISBN  84-
472-0599-1.
Martín Ramos, José Luis (2015). El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en
España. Barcelona: Pasado & Presente. ISBN 978-84-944272-5-1.
Mera Costas, Pilar (2021). 18 de julio de 1936. El día que empezó la Guerra Civil. Col. ‘La
España del siglo XX en 7 días’, dirigida por Jordi Canal. Barcelona: Taurus. ISBN 978-84-306-
2269-6.
Moradiellos, Enrique (2016). Historia mínima de la Guerra Civil española. Madrid/México:
Turner/El Colegio de México. ISBN 978-84-16714-02-5.
— (2017). «Las elecciones generales de febrero de 1936: una reconsideración
historiográfica» (https://www.revistadelibros.com/discusion/las-elecciones-generales-de-febr
ero-de-1936una-reconsideracion-historiografica). Revista de Libros.
Muñoz Bolaños, Roberto (2019). Las conspiraciones del 36. Militares y civiles contra el
Frente Popular. Madrid: Espasa. ISBN 978-84-670-5582-5.
Payne, Stanley (1996). «Antecedentes y crisis de la democracia». En Stanley Payne y Javier
Tusell, ed. La Guerra Civil. Una nueva visión del conflicto que dividió España. Madrid:
Temas de hoy. pp. 17-122. ISBN 84-7880-652-0.
— (2020) [2016]. El camino al 18 de julio. La erosión de la democracia en España
(diciembre de 1935-julio de 1936). Edición de bolsillo: Colección Booket. Barcelona:
Espasa. ISBN 978-84-670-5359-3.
Preston, Paul (2001b) [1996]. «La aventura española de Mussolini: Del riesgo limitado a la
guerra abierta». En Paul Preston, ed. La República asediada. Hostilidad internacional y
conflictos internos durante la Guerra Civil [The Republic Besieged: Civil War in Spain,
1936-1939]. Edición de bolsillo. Barcelona: Ediciones Península. pp. 59-104. ISBN  84-8307-
400-1.
— (2001). La destrucción de la democracia en España. Reforma, reacción y revolución en
la Segunda República [The coming of the Spanish Civil War. Reform, Reaction and
Revolution]. Nueva edición revisada y ampliada. Barcelona: Grijalbo Mondadori. ISBN 84-253-
3599-X.
— (2011). El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después [The
Spanish Holocaust] (https://archive.org/details/elholocaustoespa0000pres). Barcelona:
Debate. ISBN 978-84-8306-852-6.
Ranzato, Gabriele (2008). «El peso de la violencia en los orígenes de la guerra civil de
1936-1939» (https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/219202). Espacio, Tiempo y Forma, Serie V,
Historia Contempránea (20): 159-182.
— (2014). El gran miedo de 1936. Cómo España se precipitó en la Guerra Civil [La grande
paura del 1936: Come la Spagna precipitò nella Guerra Civile]. Madrid: La Esfera de los
Libros. ISBN 978-84-9060-022-1.
Rey Reguillo, Fernando (2008). Paisanos en lucha. Exclusión política y violencia en la
Segunda República Española. Presentación de Mercedes Cabrera. Madrid: Biblioteca
Nueva. ISBN 978-84-9742-904-7.
Rodrigo, Javier (2016). La guerra fascista. Italia en la Guerra Civil española, 1936-1939.
Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-9104-288-4.
Rodríguez Jiménez, José Luis (1997). La extrema derecha española en el siglo XX. Madrid:
Alianza Editorial. ISBN 84-206-2887-5.
Romero, Luis (1982). Por qué y cómo mataron a Calvo Sotelo. Premio Espejo de España
1982. Barcelona: Planeta. ISBN 84-320-5678-2.
— (2006) [1986]. «Fracasos y triunfos del levantamiento». En Edward Malefakis, ed. La
Guerra Civil española (2ª edición). Madrid: Taurus. pp. 71-96. ISBN 84-306-0614-9.
Saz, Ismael (2004). Fascismo y franquismo. Valencia: Publicacions de la Universitat de
València. ISBN 84-370-5910-0.
Thomàs, Joan Maria (2010). «Las derechas extremas y la confrontación prebélica». En
Manuel Ballarín y José Luis Ledesma, ed. La República del Frente Popular. Reformas,
conflictos y conspiraciones. Ponencias del IV Encuentro “Historia y Compromiso”
(Zaragoza, diciembre de 2008). Zaragoza: Fundación Rey del Corral de Investigaciones
Marxistas. pp. 139-148. ISBN 978-84-613-6121-2.
Viñas, Ángel (2019). ¿Quién quiso la guerra civil? Historia de una conspiración. Barcelona:
Crítica. ISBN 978-84-9199-090-1.
— (2021). El gran error de la República. Entre el ruido de sables y la ineficacia del
gobierno. Barcelona: Crítica. ISBN 978-84-9199-276-9.
Zugazagoitia, Julián (2007) [1940]. Guerra y vicisitudes de los españoles. Prólogo de Santos
Juliá. Notas de J.M. Villarías Zugazagoitia (2ª edición). Barcelona: Tusquets Editores.
ISBN 978-84-8310-760-7.

Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Conspiración_golpista_de_1936&oldid=145981090»

Esta página se editó por última vez el 15 sep 2022 a las 14:25.

El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0;
pueden aplicarse
cláusulas adicionales. Al usar este sitio, usted acepta nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una organización sin ánimo de lucro.

También podría gustarte