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El aborto y los derechos de las mujeres.

La idea del aborto ha variado a lo largo de la historia humana desde su aceptación a su


prohibición. Ya en el llamado Papiro de Ebers redactado cerca del año 1500 A.C. se mencionan
recetas para detener el embarazo en el Antiguo Egipto. Una de ellas incluía la fruta inmadura de la
acacia, dátiles y cebollas trituradas con miel. En excavaciones arqueológicas se han hallado
instrumentos para practicar abortos en China, Persia e India.

“A principios del año 201 D.C, cuando empezó a imponerse una moral precristiana, en el mundo
grecorromano el aborto no fue considerado ni crimen ni delito. De hecho, era una cuestión
exclusivamente de mujeres” (Giulia Galeotti- Historia del aborto). Sócrates lo consideraba un
derecho materno: los hombres no tenían voz en estos asuntos. Era moralmente aceptado y no era
considerado delito.

 Durante siglos, la mujer fue utilizada casi exclusivamente como un recurso el cual sirve para
reproducirse, un campo seminal. En la antigua roma rechazaban a las mujeres cuando una pareja
no conseguía reproducirse, y este era el motivo de divorcio más habitual. La función social de la
mujer era exclusivamente ser madre. Aquellos que condenaban el aborto a menudo lo hacían para
proteger los derechos de propiedad del padre, sojuzgando la decisión de la mujer.

  "Si una mujer era violada llevaba la vergüenza de por vida. Una historia cuenta que una joven
romana violada murió después de realizarse un aborto. Mientras su cuerpo era llevado al funeral,
la gente gritaba « ¡obtuvo lo que se merecía!»"(Jerry Toner-El mundo antiguo)

En el siglo II, el médico griego Sorano de Efeso ya tocaba temas como el aborto terapéutico en
caso que la gestación pusiera en peligro la vida de la gestante; en esos casos se priorizaba la vida
de la mujer porque al nonato no se lo consideraba un ser formado.

Las oscilaciones históricas de la percepción sobre el aborto resuenan en el siglo XX. La legislación
que criminaliza la interrupción voluntaria del embarazo se convirtió en el emblema de la
expropiación del cuerpo y de la identidad femenina. Antes de mediados del siglo XIX, en Estados
Unidos, las drogas para inducir abortos se anunciaban en los periódicos y se podían comprar en
farmacias. Por entonces, al feto no se lo consideraba una persona hasta que una mujer
embarazada sentía los primeros movimientos fetales, un fenómeno conocido como quickening o
aceleración. Según Leslie Reagan (historiadora), las leyes contra el aborto se generalizaron en la
segunda mitad del siglo XIX más para evitar envenenamientos que por una cuestión moral, política
o religiosa.

En la actualidad ya que las técnicas se han perfeccionado y que los abortos se realizan con mayor
seguridad que los nacimientos, el argumento médico ha perdido toda la validez que alguna vez
tuvo. Por lo tanto, la razón básica de los argumentos en contra del aborto ha pasado de la
seguridad física de la mujer al valor moral de la vida del feto.
Muchos de los filósofos que estudiamos actualmente afirman la no existencia de cosas tales como
derechos morales. Por ello definir que es un derecho es importante. Los derechos no son
entidades naturales que aparezcan de la nada, de hecho no son entidades en absoluto, decir que
una persona tiene derecho a la vida, quiere decir que está en términos generales no debería morir
deliberadamente, que a esta no se le debería privar a nadie de las necesidades de la vida. Los
derechos no son absolutos, pero no deben ser ignorados. Por ejemplo una persona pude matar a
otra ya sea por defensa personal, pero una persona no pude matar a otra si la muerte de la víctima
significa beneficios a su costa.
En general se admite que los derechos morales básicos de las personas incluyen el derecho a la
vida, a la libertad, a la autodeterminación y a estar libre del daño corporal. La vida de la mujer
corre riesgo al menos de dos maneras. En lugares donde el aborto es ilegal, a menudo las mujeres
intentan abortar de forma ilegal y arriesgada. Por supuesto, también los embarazos voluntarios
entrañan algún riesgo de muerte, pero a falta de coerción no suponen violación alguna del
derecho de la mujer a la vida.

La negación del aborto viola además los derechos de las mujeres a la libertad, la
autodeterminación y la integridad física. Ya que ser forzada a tener un hijo no es tan sólo una
«molestia», como a menudo afirman los adversarios del aborto y, embarazo y el parto no
deseados son sólo el comienzo de las penalidades causadas por la negación del aborto. El
quedarse con el niño puede impedirle continuar su vida laboral o atender a otras obligaciones
familiares.

Incluso si aceptamos el punto de vista de que los fetos tienen derecho a la vida, es difícil justificar
la imposición de tales penalidades a las personas que no quieren asumirlas para preservar la vida
del feto. Thomson en su comentado artículo de 1971 «A defense of abortion» considera que no
hay otro caso en que la ley exija a las personas sacrificar su libertad, autodeterminación e
integridad física para preservar la vida de otros como el aborto. En la retórica popular,
especialmente en los Estados Unidos, la cuestión del aborto se considera a menudo pura y
simplemente la del «derecho de la mujer a controlar su cuerpo». Si la mujer tiene el derecho
moral de interrumpir los embarazos no deseados, la ley no debería prohibir el aborto.

Pero los argumentos a favor de este derecho no resuelven enteramente la cuestión moral del
aborto. Pues una cosa es tener un derecho y otra estar moralmente justificado el ejercicio de ese
derecho en casos particulares. Si el feto tiene un derecho a la vida pleno e igual, quizás el derecho
de la mujer a abortar sólo debería ejercitarse en circunstancias extremas. Por otra parte, si los
fetos no tienen un derecho esencial a la vida, el aborto no es tan difícil de justificar.

Por ello voy a exponer los conocimientos actuales, y en particular en biología molecular, genética y
epigenética que confirman que un embrión no es lo mismo que un ser humano. Trataré de explicar
que el término «vida humana» no es un concepto biológico, sino una abstracción que resulta de
convenciones sociales, jurídicas y/o religiosas. Explicaré qué se entiende por ’vida’ en biología y
cómo la existencia de células vivas preexiste al nacimiento y sigue existiendo después de la muerte
de un ser humano, también fundamentaré por qué el nacimiento con vida no sólo es un hito legal,
aún en los países donde está penalizado el aborto, sino que marca una profunda línea de corte, un
antes y después en los mamíferos placentarios como el hombre.

La unión de un espermatozoide con el óvulo para formar el cigoto es condición necesaria pero no
suficiente para generar un ser humano. Durante los nueve meses de embarazo, la mujer no sólo
aporta, a través del intercambio placentario, el oxígeno y los nutrientes necesarios para que el
embrión progrese, sino también anticuerpos fabricados por ella que protegen al embrión o feto de
posibles infecciones. Además, las sustancias de deshechos y el anhídrido carbónico generado por
el feto pasan de su sangre a la de la mujer a través de su placenta. De modo que sin este
intercambio placentario ni el embrión implantando ni el feto podría progresar porque se
intoxicarían.

Sino que hasta el nacimiento son casi como un órgano de la madre. Y tengo que aclarar esto. Si por
tener un genoma único el embrión y el feto fueran considerados una vida humana o ser humano
independiente serían rechazados por el sistema inmunológico de la madre. ¿Por qué? Porque
tienen la mitad de sus genes proveniente de ella, pero la otra mitad proveniente del padre. Y todo
cuerpo extraño seria rechazado. Por lo tanto, el embrión no es rechazado porque hay un completo
sistema de tolerancia inmunológica que lo hace reconocer como si fuera un órgano propio.

El conflicto surge con lo que algunos califican “vida humana”. Un concepto que no tiene una
definición taxativa y responde más a creencias que a hechos, quienes se oponen a la legalización
del aborto argumentan que desde la concepción, es decir desde la unión del óvulo con el
espermatozoide, el cigoto es vida humana, tanto si se trata de cigotos o embriones producidos in
vitro, en protocolos de fecundación asistida, o de manera intrauterina. Una célula viva lo está
porque puede dividirse y metabolizarse. La definición de vida celular no es resultado de ninguna
convención social ni jurídica. Las células de un embrión están vivas, así como las del feto, las del
bebé y las de un adulto. Pero también están vivas las de los espermatozoides eyaculados fuera de
la vagina, los óvulos que son eliminados en cada menstruación y las células de la placenta que se
desecha en cada parto.

Todo lo anterior nos lleva a considerar el status del embrión. Para la biología un embrión es un
embrión y no un ser humano. En todo caso es un proyecto de ser humano que necesita una serie
de pasos que ocurren dentro del útero para llegar a ser un ser humano. El concepto de ’vida
humana’ es una convención arbitraria que escapa al rigor del conocimiento científico; algunos
argumentos de los opositores a la legalización del aborto es que el embrión tiene un genoma único
y distinto al de la madre. El cordón umbilical y la placenta están constituidos por células con ese
«genoma único». Más aún en la sangre de la mujer embarazada circulan células vivas del embrión
o feto con ese «genoma único». Y son justamente esas células del embrión que circulan en la
sangre de la mujer embarazada las que permiten hoy en día realizar diagnósticos pre natales del
feto con una pequeña muestra de sangre de la mujer. Pero esa propiedad hoy sabemos que ya no
es exclusiva del huevo fecundado. Ya que John B. Gurdon y Shinya Yamanaka obtuvieron el premio
nobel en 2012 por el descubrimiento de que células adultas pueden re programarse para
convertirse en pluripotencia. Es decir que se podría generar un embrión a partir de células adultas
sin necesidad de fecundación entre un ovulo y un espermatozoide.

Esta divergencia de criterios lleva a la dificultad en ponerse de acuerdo en el estatus del embrión.

El hecho de que la pena por practicar un aborto es muy inferior a la de un homicidio, sobre todo si
se tiene en cuenta que la víctima se encuentra totalmente indefenso. La ley entonces diferencia al
feto del ser humano nacido como persona jurídica y como objeto de delito.

Si el embrión o feto fueran seres humanos en un país donde no es legal la pena de muerte, qué
categoría inferior tendría ese ser humano proveniente de una violación respecto de los que no son
resultado de ella como para que sea permitido “matarlo”.
Todo lo dicho no implica que no se debe proteger a la mujer embarazada ni a su embrión, pero la
mujer embarazada tiene que tener la opción y el derecho a interrumpir el embarazo
prematuramente.

Por eso los legisladores deben pensar en la cantidad de mujeres que por hacerse abortos en
lugares inadecuados tienen infecciones. En la cantidad de genetistas que en un diagnóstico
prenatal detectan que el embrión va a nacer con una enfermedad no curable y se lavan las manos
al no garantizar la opción de interrupción del embarazo.

“Pido aquellos que tienen convicciones religiosas o filosóficas respecto de lo que llaman comienzo
de la vida humana que respeten la racionalidad de otros argumentos y que diferencien evidencia
de dogma y hechos de creencias”. (Alberto Kornblihtt: “Un embrión no es lo mismo que un ser
humano”)

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