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SUMINISTRO DE ENERGÍA

¿Podrá Europa mantener encendidas las luces


este invierno?
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Las instalaciones de almacenamiento de gas de la Unión Europea estarán a


dos tercios de su capacidad a finales de octubre, por debajo del objetivo del
bloque comunitario de unas cuatro quintas partes

Imagen recurso de luz .


(Xavier Cervera)

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The Economist
05/07/2022 06:00 | Actualizado a 05/07/2022 06:54

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La guerra energética en Europa se está convirtiendo en total. Tras haber


prohibido o prometido prohibir las importaciones de petróleo ruso, los
dirigentes del grupo de países del G-7 anunciaron el 28 de junio que
explorarían formas de limitar su precio, así como el del gas ruso. Ya se está
preparando a las poblaciones para el sufrimiento. Gran Bretaña ha dado a
entender que reformará su mercado eléctrico para contener la influencia del
gas natural en los precios nacionales. Las compañías eléctricas francesas han
pedido a los consumidores que reduzcan "inmediatamente" el consumo de
energía. Uno de los objetivos de esas maniobras es privar a Rusia de unos
ingresos muy necesarios. Otro es intentar evitar la crisis energética que se
cierne sobre Europa.

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Hace apenas un mes parecía que la crisis podría evitarse, o casi evitarse.
Estados Unidos aumentó sus exportaciones de gas natural licuado (GNL) y su
participación en las importaciones totales de gas de Europa pasó del 6% en
septiembre al 15% en mayo; al mismo tiempo, la parte de Rusia cayó del 40%
al 24%. El gas que Europa necesitaba de su problemático vecino no dejó de
fluir. Rusia cerró los grifos a Bulgaria, Finlandia y Polonia después de que se
negaran a pagar en rublos como había exigido; sin embargo, lo cierto era que
esos países compraban poco. Las reservas del continente se acumulaban a un
ritmo récord.

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Entonces ocurrieron dos cosas. El 8 de junio, un incendio cerró las
instalaciones de licuefacción de gas de Freeport, en Texas. La interrupción,
cuya duración prevista es de 90 días, privó a Europa del 2,5% de su suministro
de gas. Una semana más tarde, el gigante energético ruso Gazprom anunció
que reduciría a sólo el 40% de su capacidad el suministro a Europa a través del
gasoducto Nord Stream; supuestamente, debido al retraso en el retorno de
una turbina que se está reparando en Canadá (Gazprom culpa a las sanciones).
Esa medida acabó con otro 7,5% del suministro europeo.

Hay pocas fuentes más. Las terminales de gas natural están funcionando a
pleno rendimiento. Poco más puede fluir por los gasoductos desde Argelia,
Azerbaiyán o Noruega. Volver a poner en marcha el yacimiento neerlandés de
Groninga, que en su momento proporcionaba tanto como el Nord Stream pero
que se cerró tras la aparición de terremotos, resulta políticamente
complicado. La consecuencia, según la consultora Rystad Energy, es que las
instalaciones de almacenamiento de gas de la Unión Europea estarán a dos
tercios de su capacidad a finales de octubre, por debajo del objetivo del bloque
comunitario de unas cuatro quintas partes. Se teme incluso que el Nord
Stream, que debe someterse a una revisión periódica en julio, no se vuelva a
conectar una vez finalizadas las labores de mantenimiento. En ese caso,
Europa entraría en el invierno con unos niveles de almacenamiento de apenas
el 60%.
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Precios en Francia
El megavatio-hora, a una media de 197 euros en mayo
frente a los 15 euros de hace un año

Semejante situación pone en entredicho la capacidad del continente para


mantenerse caliente este invierno. Además, la generación de electricidad a
partir del gas se ha convertido en la fuente marginal de suministro eléctrico
durante el último año en Europa occidental, lo que supone que su coste es el
que fija los precios de la electricidad en toda la región. El año pasado, la causa
fue en parte que la generación de energía renovable se vio obstaculizada por
las sequías (y, por lo tanto, ríos poco caudalosos) y unos vientos insuficientes.
Ahora el problema es que los reactores nucleares de Francia necesitan
mantenimiento y funcionan a menos de la mitad de su capacidad. Todo ello
repercute en el suministro de energía en Europa, como también lo hace la ola
de calor que aumenta en el sur la demanda de refrigeración. En Francia, los
precios de la energía al contado alcanzaron una media de 197 euros por
megavatio-hora en mayo, frente a los 15 euros de hace un año.

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Fuentes: Argus; The Oxford Institute for Energy Studies. 
(The Economist)

Una de las formas en que Europa se enfrenta a los desequilibrios es mediante


el comercio. Francia, antaño el mayor exportador de energía de la región,
compra ahora electricidad a sus vecinos. El gas al por mayor es hoy más caro
en Alemania y Europa del Este a causa de la reducción del suministro a través
de Nord Stream (véase el gráfico). Eso incentivará los flujos desde Gran
Bretaña y España, que poseen terminales de GNL. Sin embargo, no aumentará
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la oferta agregada de combustible y energía. Y hay indicios de que, en caso de
crisis, la unidad podría resquebrajarse. El 29 de junio se supo que una de las
primeras medidas británicas en caso de emergencia sería cortar el gas a la
Europa continental.

Un factor decisivo
La medida en que China se recupere de la covid-19 y
absorba más GNL

Los países de la Unión Europea luchan por encontrar alternativas al gas.


Alemania ha dado marcha atrás en sus planes de retirar más de una quinta
parte de sus centrales eléctricas de carbón este año. Austria, Gran Bretaña,
Francia y los Países Bajos han anunciado que podrían retrasar el cierre de las
centrales de carbón, o reabrirlas. También es posible que algunas de las siete
centrales nucleares europeas cuyo cierre está previsto para finales del
invierno sigan funcionando durante un tiempo más. No obstante, aunque se
tomen todas esas medidas, es probable que el gas siga marcando los precios de
la electricidad. Un contrato de futuros para la energía "básica" (es decir, no
renovable) de Alemania en diciembre se negocia actualmente un 25% por
encima de los costes de generación de energía con gas, lo que indica que el
mercado está descontando una crisis gasística, más una prima.

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Una escasez persistente de suministro significa que la demanda tendrá que
ajustarse. Los precios altos podrían hacer parte de esa tarea. Sin embargo, tal
vez haya que imponer también un racionamiento a compañías con gran
consumo de gas y energía, como los productores de fertilizantes, vidrio y
acero. El grado de severidad de tales restricciones, y si acaban por extenderse
a los hogares, dependerá de dos factores impredecibles: las temperaturas
invernales en el continente y la medida en que China se recupere de los
confinamientos provocados por la covid-19 y absorba más GNL. Hasta ahora,
Europa no ha tenido suerte en su guerra energética con Rusia. Si quiere
mantener las luces encendidas hasta la primavera, la situación tiene que
cambiar.

© 2022 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

Traducción: Juan Gabriel López Guix

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