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La arriesgada apuesta de Europa por el gas natural licuado

Europa intenta sustituir el gas ruso por gas natural licuado e invierte miles de millones en la
infraestructura necesaria. Pero eso podría no ser rentable.

El 5 de marzo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tuiteó: "La UE debe
liberarse de su dependencia de los combustibles fósiles”, y alabó que "España sea un
precursor,con su gran cuota de energías renovables y capacidades para el gas natural licuado". El
problema radica en que también el gas licuado es un combustible fósil, y eso Von der Leyen lo
sabe. No obstante, no tiene reparo en mezclar ambas cosas una y otra vez.

Estos trampantojos podrían resultarles caros a Europa, ambiental y financieramente. Porque la


infraestructura en la que invierte miles de millones podría resultar inútil o mucho más cara, si en
última instancia la UE no quiere agravar aún más la crisis climática.

El bum del gas licuado

El mayor consumidor de gas en Europa es Alemania, seguida de Italia, los países Bajos, Eslovaquia
y Francia, según Eurostat.

"En Europa se invierte mucho actualmente en gas licuado", dice Paula Di Mattia Peraire, analista
del Independent Commodity Intelligence Service (ICIS). "Si todos esos proyectos se materializan
realmente, la capacidad de regasificación aumentará en 70.000 millones de metros cúbicos al
año”, apunta

Mucho dinero se invierte actualmente en terminales costeros, en los que el gas licuado se
desembarca y calienta para llevarlo nuevamente a su forma gaseosa e introducirlo en la red de
tuberías.

Pero este no es el único cuello de botella para la importación de gas. El combustible debe ser
traído a Europa en buques cisterna especiales, que pueden transportar hasta 175.000 metros
cúbicos de gas licuado. Para sustituir las importaciones anuales de gas ruso, se necesitarían 1.800
barcos cargados, es decir, unos cinco al día. Y, para eso, se requerirían 160 buques nuevos, cada
uno de los cuales cuesta unos 220 millones de dólares.

Aparte de eso, el gas tendría que ser bombeado en el futuro desde España, Francia y los Países
Bajos hacia Europa central y del este, es decir, en la dirección contraria a la habitual. Y eso no es
tan sencillo.

El aspecto ambiental

Además, todo esto se contrapone a las metas climáticas de la UE. "Tenemos una emergencia
climática”, dice Ganna Gladkykh, de la Alianza de Investigación Energética Europea (EERA). Y hace
notar que, desde ya, no se debería invertir más en combustibles fósiles.

Se piensa que el problema se podría superar con gases más amigables con el medio ambiente. En
lugar de gas natural, habrían de utilizarse en el futuro amoníaco y, sobre todo, hidrógeno licuado.
Se espera al menos que así se puedan seguir utilizando los buques tanque, los terminales y
gasoductos de tránsito que, de otra manera, no tendrían uso.
Pero eso no está nada claro, según Rainer Quitzow, del Instituto de Investigación de
Transformaciones Sostenibles de Potsdam (IASS). Actualmente, el hidrógeno no se transporta por
barco. Para ello se necesitan otras aleaciones y materiales, porque el hidrógeno es más explosivo
y, por lo tanto, más peligroso, explica Quitzow. "Se requerirán notables inversiones adicionales",
agrega.

Importaciones nocivas para el medio ambiente

Básicamente, se considera que con la extracción convencional de gas, como en el caso ruso, se
liberan menos emisiones nocivas que con métodos como la fracturación hidráulica. Por otra parte,
el gas de Qatar o de Estados Unidos debe ser primeramente licuado para poder transportarlo. Con
ese fin, se comprime el gas a presión, y luego esta se atenúa, y el gas se va enfriando en cada fase.

Finalmente, el combustible debe ser transportado por mar y, cuanto más largo sea el trayecto,
más negativo será el balance desde el punto de vista climático.

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