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Energía nuclear: ¿la necesitamos para salvar el

planeta?
¿Y si las centrales nucleares fueran fundamentales para el proceso de transición que ha de llevarnos a
una sociedad libre de combustibles fósiles? Cada vez más expertos, incluidos algunos ecologistas, lo
creen así.

Miguel Ángel Sabadell

Cada año, la poderosa petrolera y gasista británica BP publica su Informe estadístico mundial de
energía, el análisis más detallado sobre la materia. El último, correspondiente a 2018, salió a la luz el
pasado mes de junio, cargado de datos que arrojan una conclusión: hay una enorme discrepancia
entre la demanda social y política de acciones claras contra el calentamiento global y el ritmo
real de reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

El año pasado, la demanda de energía global creció un 2,9 %, y las emisiones de dióxido de carbono
un 2 %, más rápido que nunca desde 2010; el uso de combustibles fósiles sigue aumentando, y solo un
tercio de la demanda global se cubre con renovables.

Spencer Dale, economista jefe del grupo BP, aseguró durante la presentación del informe que “con la
demanda de energía y las emisiones de dióxido carbono creciendo a su ritmo más rápido en años, el
mundo va por un camino insostenible”. El director ejecutivo de BP, Bob Dudley, apostilló: “Cuanto
más tiempo sigan aumentando las emisiones de dióxido de carbono, más difícil y costoso será el
ajuste necesario para que las emisiones netas resulten nulas. Reducirlas exige trabajar en muchos
frentes”.

Estas frases suenan con especial contundencia por provenir de altos directivos de una multinacional
que tiene en los combustibles fósiles su negocio, pero que como otras, trabaja ya en un difícil viraje
hacia fuentes energéticas limpias. El desafío es tremendo, porque civilización es sinónimo de energía:
Europa consume casi diez veces más que África, y Estados Unidos algo más que toda Asia y Oceanía
juntas.

A pesar de que en los países desarrollados existen distintas políticas de ahorro energético, el consumo
está en claro aumento y no tiene visos de descender. España, por ejemplo, gastó en el verano de 2018
un 4 % más que en el del año anterior. el conjunto de fuentes usadas desde hace medio siglo –carbón,
petróleo, gas y energías hidráulica y nuclear– produce hoy alrededor del 80 % de la energía
mundial –en España la cifra se va al 88 %–, y según los especialistas no van a ser desplazadas por
otras nuevas al menos en un cuarto de siglo. Según el informe de BP, en 2018 el carbón generó el 38
% de la energía mundial, la misma cantidad que cuando 81 países firmaron el protocolo de Kioto
sobre el clima en 1999.

A corto plazo no se prevé el descubrimiento de ninguna nueva fuente, ni que una renovable alcance
un puesto de liderazgo. Desde hace décadas, todas las investigaciones en este campo se centran en
mejorar los procesos de producción y extracción de petróleo y gas, reducir emisiones y residuos, crear
sistemas de almacenamiento de energía, y buscar materiales más ligeros y resistentes a la corrosión y
las altas temperaturas. El abaratamiento de la cadena productiva es prioritario. En esencia, se trabaja
en aumentar la eficiencia de las fuentes de energía que explotamos desde hace tiempo. Este panorama
ha llevado a numerosos políticos –e incluso a grupos ecologistas– a concluir que, para combatir el
calentamiento global, necesitamos más energía nuclear, nos guste o no.
“Incluso los investigadores asociados a las Naciones Unidas, poco favorables a esta fuente en el
pasado, dicen ahora que todos los planes para mantener el aumento de la temperatura del planeta
por debajo de 1,5 ºC dependen de un salto sustancial en el uso de la nuclear”, dice el periodista
científico británico-canadiense Leigh Phillips. La vicepresidenta del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), Thelma Krug, afirmó el pasado mes de abril en Madrid
que “sería interesante” instaurar una tasa mundial para las emisiones de dióxido de carbono, de modo
que la nuclear y las renovables se vuelvan “más competitivas”.

El miedo a la energía nuclear supone el gran obstáculo para su


uso como principal alternativa a los combustibles fósiles
Pero todo lo que se relaciona con la energía obtenida a partir de la fisión de los átomos suscita críticas
vehementes, y la presión social acaba promoviendo políticas como la de Alemania, que prevé cerrar
todas sus centrales nucleares de aquí a 2022, a pesar del esfuerzo económico que implica. El
Ministerio de Economía de ese país estima el coste de reemplazar la nuclear por renovables en
0,01 euros por kWh, lo que significaría 55.000 millones de euros en la próxima década. A eso hay
que sumar los 13.000 millones al año que el Estado dedica a las renovables. Algunas instituciones –
como la Agencia Alemana de la Energía y el Banco de Crédito para la Reconstrucción (de propiedad
gubernamental)– estiman que ese coste será muy superior: unos 250.000 millones de euros. Y esto en
un país que ocupa el décimo lugar en el mundo y el primero en Europa en lo que se refiere al precio
de la electricidad.

Vistas tales cifras, queda claro que pocos países tienen dinero para cambiar la nuclear por las
renovables, por no hablar de la capacidad tecnológica. Es una más de las razones por las que cada vez
más voces autorizadas matizan o cambian su postura. Desde la Unión de Científicos Preocupados
(UCS, por sus siglas en inglés), una organización fundada en 1969 por profesores y estudiantes del
MIT históricamente escéptica ante la energía nuclear, dicen que “si sigue la situación actual y se
cierran más centrales, las sustituirán las de gas natural, lo que incrementará las emisiones de CO2”.
De hecho, se estima que si se clausuraran todas las plantas nucleares del mundo, se emitiría a la
atmósfera un 6 % más de dióxido de carbono. Del propio MIT salió el año pasado un estudio –El
futuro de la energía nuclear en un mundo con restricciones de carbono– que considera que “la energía
nuclear es clave para descarbonizar la economía y luchar contra el cambio climático; sin esta
tecnología, el coste de reducir lo suficiente el dióxido de carbono subiría significativamente”.
¿Implica esto que hay que dar carta blanca a la construcción de centrales nucleares? En la UCS
consideran que antes de hacerlo hay que asegurarse de que sean mucho más seguras y baratas que
ahora. Siempre han sido muy caras, y esa es una de sus debilidades. “Varias plantas de los Estados
Unidos han cerrado recientemente por no poder competir con el gas de lutita, un gas natural barato”,
dice Phillips.

Por otra parte, pese a que la gestión de los residuos nucleares se gestiona con seguridad y
efectividad, su complicado manejo sigue siendo una de las principales desventajas de esta fuente de
energía. Pero no debemos olvidar que otras fuentes energéticas consideradas renovables, como la
energía solar, requieren del uso de materiales que pueden ser dañinos para el medio ambiente. Por
ejemplo, los paneles fotovoltaicos contienen un material denominado TEDLAR, que es altamente
tóxico.

La primera generación de centrales nucleares, surgida a mediados del siglo pasado, resultó tan cara de
construir que la mitad de ellas se abandonó cuando estaba en obras. Las que entraban en
funcionamiento se enfrentaron a enormes sobrecostes que pagaron sus clientes en la factura de la luz.
No es de extrañar que en 1985, la revista Forbes calificase a la industria nuclear de Estados Unidos
como “el mayor desastre administrativo en la historia de los negocios”. Y ha ido a peor: entre
2002 y 2008, las estimaciones del presupuesto necesario para le vantar una nueva planta pasaron de
entre 2.000 millones y 4.000 millones de dólares a 9.000 millones, según un informe de UCS de 2009.

La prueba de que no es un negocio rentable es que sufre una escasez de inversiones privadas, y
que ha tenido que recurrir a los Gobiernos en busca de ayudas, garantías de préstamos y otras formas
de apoyo. Estas subvenciones no han sido pocas: según otro informe de UCS, han costado a los
contribuyentes estadounidenses más que el valor de mercado de la energía que generaron. Esta es una
de las razones esgrimidas por los críticos de la energía nuclear. Argumentan que una industria con
más de medio siglo de existencia –y que ha recibido dos rescates públicos en Estados Unidos– debería
ser ya lo suficientemente madura como para mantenerse sola. Las predicciones de los defensores de la
nuclear, recurrentemente exageradas, tampoco han contribuido a su buena imagen.

Lewis Strauss, uno de los primeros presidentes de la Comisión de Energía Atómica estadounidense,
dijo en un discurso de 1954 que llegaría un día en que la energía nuclear haría que la electricidad
fuera “demasiado barata”. Mucho después, en la década de 1980, apareció el santo grial de los
defensores de esta fuente energética: la fusión controlada, de la que se decía que en veinte años sería
una realidad comercial. Pero seguimos sin saber siquiera si puede construirse un reactor así
comercialmente viable.

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Una cosa está clara: las fuentes de energía capaces de ayudar en la lucha contra el cambio climático –
en esencia, las renovables y la nuclear– son caras y necesitan fuertes subvenciones públicas.
¿Podremos abaratar su coste? Y si las centrales nucleares se convierten en una respuesta a corto
plazo y urgente al calentamiento global, ¿podremos desplegar en las décadas venideras nuevas plantas
más seguras y sostenibles al ritmo necesario?

Los llamados reactores de IV Generación podrían ser la solución. Según el instituto estadounidense de
investigación Third Way –que analiza cuestiones de política y energía y es financiado por el partido
demócrata y otras organizaciones de centro-izquierda–, a principios de 2018 solo en Estados Unidos
había 75 proyectos de construcción de estos reactores, en teoría más seguros, sostenibles y
eficientes. Su principal característica distintiva será la de poseer un ciclo de combustible cerrado
sostenible para el reactor: es decir, que el combustible gastado podrá reciclarse para usarse de nuevo.

Además, mejorará tanto el rendimiento energético del material nuclear que la radiactividad de los
residuos se acortará de milenios de duración a siglos. Se trabaja en distintos tipos de estos nuevos
reactores, con diferencias en cuanto a la temperatura a la que operan, el tipo de refrigerante... La
mayoría está en fase de diseño, y entre los más avanzados figura el prototipo construido por
la Corporación Nacional Nuclear de China, un reactor de muy alta temperatura (VHTR, por sus siglas
en inglés), que alcanza los 1.000 ºC y se refrigera con helio. Al parecer, alcanza una potencia de 210
megavatios (MW), la quinta parte de la potencia nominal de una central nuclear estándar. Según
fuentes chinas, se conectará a la red eléctrica del país a finales de este año. Otro modelo teórico en
fase avanzada es el reactor rápido refrigerado por sodio –lo común es el agua–, con prototipos en
desarrollo en Estados Unidos, Europa y Rusia. Se trata de la adaptación de un concepto antiguo,
surgido en los años 50 de la investigación de los reactores de los aviones. La empresa estadounidense
Terrapower –que cuenta con Bill Gates como uno de sus principales inversores– ha creado uno de
estos dispositivos, alimentado con uranio empobrecido.

En 2015, la compañía firmó un acuerdo con China para construir allí un prototipo de 600 MW que
estaría activo en 2022, pero las restricciones comerciales impuestas por el presidente Trump al país
asiático comprometen el proyecto. En cualquier caso, es otra muestra más del interés chino por la
energía nuclear como alternativa a los combustibles fósiles.
Otra variante de la prometedora IV Generación es el reactor de sal fundida. Es el más seguro, ya que
puede enfriarse incluso si el sistema pierde casi toda su energía. La empresa canadiense Terrestrial
Energy quiere construir un prototipo de 190 MW y los primeros reactores antes de 2030, con un coste
que –dicen– competirá con el del gas natural.

No podemos concluir este repaso a los reactores nucleares en desarrollo sin hablar del reactor
modular o SMR, una versión reducida de los actuales. Su tamaño compacto permite instalarlo como
si fuera una casa prefabricada en regiones remotas o de difícil acceso, o utilizarlo para abastecer de
energía a pequeñas comunidades o polígonos industriales. La empresa estadounidense NuScale Power
está a punto de finalizar la construcción de un prototipo de 60 MW, y tiene firmado un acuerdo para
instalar doce de sus pequeños reactores en el oeste del país, para servir a un grupo de medio centenar
de empresas de servicios públicos. La ventaja de este enfoque es que reduce los elevadísimos costes
iniciales, ya que se crean reactores que pueden construirse en serie en lugar de hacerlos a medida.

Reactor termonuclear experimental internacional (ITER), en construcción en Cadarache (Francia).


¿Cuál es la situación actual?

La gran mayoría de las centrales en activo son de II Generación –construidas hasta la década de los
90–, y muy pocas de III Generación, más seguras. Hay unos 450 reactores que operan en treinta
países y proporcionan más del 10 % de la electricidad mundial, y se planea construir otros cien, la
mayoría en Asia y en países con una demanda eléctrica en rápido aumento, como los Emiratos Árabes
Unidos.

Se espera que los reactores de IV Generación entren en servicio en la próxima década, pero la
tradicional falta de acierto en los pronósticos de los expertos en energía nuclear invita al
escepticismo. A un plazo mucho más largo, nos topamos con la gran esperanza: la fusión nuclear, en
la que dos núcleos de átomos ligeros, por lo general el hidrógeno y sus isótopos (deuterio y tritio), se
unen para formar otro núcleo más pesado, lo que libera energía. Es lo mismo que pasa en el interior
del Sol, donde la fusión de núcleos de hidrógeno forma helio, lo que genera energía en forma de
radiación electromagnética, que nos alcanza y percibimos como luz y calor. La fusión nuclear
presenta muchas ventajas: el hidrógeno pesado es barato, un elemento casi inagotable y no radiactivo;
a diferencia de los reactores de fisión, la reacción nuclear no es en cadena, y no se puede descontrolar;
y los residuos producidos tienen una radiactividad baja y poco duradera. Pero aún no sabemos
construir reactores que mantengan la enorme presión y temperatura que requiere una fusión
nuclear durante el tiempo necesario para hacerla viable como fuente de energía, a pesar de que hay
muchos proyectos en marcha.

La mayor inversión hasta la fecha en fusión nuclear es el reactor termonuclear experimental


internacional (ITER), en construcción en Cadarache (Francia) desde 2010. Participan 35 países, pero
los retrasos y sobrecostes son constantes. Los primeros experimentos se debían haber hecho en 2018,
y ahora se habla de 2025; ya ha costado 22.000 millones de euros –se preveían unos 10.000 millones–
y acapara muchos de los recursos públicos dedicados a la investigación de fuentes de energía. De
hecho, ya hay quienes piden su cancelación. No es el único proyecto destinado a embotellar una
estrella. Algunas empresas privadas también participan en la carrera.

¿Triunfará alguna de estas ideas? El miedo social a la energía nuclear hace que los Gobiernos no
permitan la construcción de prototipos en sus suelos: solo China y Rusia apuestan por ello. Por
otro lado, existe el razonable temor de que los costes previstos se multipliquen, porque siempre ha
pasado.

En cualquier caso, nuestro futuro energético está por resolver, y los problemas son múltiples. Las
renovables necesitan un sistema de almacenaje de energía eficiente; las nucleares, producir pocos
residuos de alta actividad. Pero si queremos reducir las emisiones de CO2 en un plazo
relativamente corto, tendremos que echar mano de todas aquellas fuentes de energía que no lo
produzcan, siempre que contemos con suficiente seguridad.

https://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/20-preguntas-sobre-energia-nuclear-551555262577

20 preguntas sobre energía nuclear


¿Qué diferencia hay entre fusión y fisión? ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene esta fuente de
energía? Respondemos a 20 preguntas frecuentes sobre energía nuclear.

1. Antes de comenzar, ¿qué es la energía?


La energía es una propiedad de la materia que se rige por unos principios de conservación; es decir,
que se mantiene invariable. En el universo, observamos que la energía se mantiene constante en la
homogeneidad del espacio tiempo, y existen cuatro fuerzas fundamentales por las que se rigen las
interacciones entre partículas: la gravedad, el electromagnetismo, la energía nuclear débil y la
energía nuclear fuerte. En este artículo, vamos a centrarnos en esta última.

2. ¿Qué es la energía nuclear? 


La energía nuclear es la responsable de mantener unidas las partículas subatómicas, y de darles
estabilidad. El átomo, que es la unidad básica de la que está formada toda materia, está a su vez
compuesta por partículas más pequeñas. Los protones y neutrones, en su núcleo; y los electrones,
que lo rodean.

Cuando medimos la masa del núcleo de un átomo de cualquier elemento, por ejemplo, el oro,
podemos calcular su masa sumando estos protones y neutrones. Pero, cuando obtenemos su masa
experimentalmente, observamos que es ligeramente menor a la que habíamos calculado. ¿Por qué?
Hay algo que no estábamos teniendo en cuenta en nuestra suma. Parte de la masa de este núcleo existe
en forma de la energía, que sirve para mantener unidas a las partículas subatómicas y conservar
su estabilidad.

La fuerza que mantiene unidos a los protones y neutrones en el núcleo de un átomo es lo que
conocemos como energía nuclear, y es la misma que se libera durante un proceso de fusión o de
fisión.

Esta noción, la de que la masa está relacionada con la energía, nos la proporcionó la ecuación más
famosa del siglo XX, desarrollada por Albert Einstein: E=mc2; es decir, energía es igual a la masa por
la velocidad de la luz al cuadrado.

3. ¿Cuál es la diferencia entre fisión y fusión?


Seguro que has oído hablar de ambos términos, y es frecuente que se confundan o que sus diferencias
no queden claras. Ambos son procesos físicos que liberan esta energía nuclear, pero difieren en el
proceso por el que se logra. Explicamos cada uno de estos procesos a continuación.

4. ¿Cómo se obtiene la energía nuclear?


La fisión (separación, desintegración, división) de un núcleo atómico se produce por el bombardeo
con otros neutrones. Esto da como resultado la ‘rotura’ del núcleo en dos o más núcleos más
pequeños. En esta división también se liberan neutrones, que pueden bombardear a su vez a más
núcleos atómicos cercanos y repetir el proceso. Esta última es la que se conoce como reacción en
cadena.

Por su parte, la fusión (unión, anexión) es el proceso más o menos contrario: a temperaturas
elevadísimas, se realiza la unión de dos o más núcleos ligeros para dar lugar a átomos más
pesados. Esta reacción es la que ocurre en nuestro Sol, que fusiona átomos de hidrógeno de manera
ininterrumpida para producir helio; la energía desencadenada en el proceso es lo que en la Tierra nos
llega en forma de luz y calor.

5. ¿Por qué no utilizamos la fusión nuclear?


La fusión nuclear, como mencionábamos, es solo posible si calentamos los núcleos atómicos a unas
temperaturas casi imposibles de lograr sobre la Tierra, equivalentes a las del interior del Sol, donde se
produce la fusión: cientos de millones de grados centígrados.

6. ¿Qué son las centrales nucleares?


Las centrales nucleares son grandes complejos donde se sitúan los reactores nucleares, en cuyo
interior se produce esta reacción física que da lugar a la energía nuclear.

Aunque hay varias maneras de desencadenar una reacción nuclear, la que se produce en el interior de
la mayor parte de los reactores nucleares consiste en calentar agua. Para que la energía nuclear
experimentara su mayor momento de expansión como fuente de energía, en los años 70, se
produjo una intensa investigación para dar con la manera más eficiente de obtener reacciones
nucleares controladas. La más popular fue la del reactor de agua ligera. 

7. ¿Cómo funciona un reactor nuclear?


En un reactor de agua ligera, se calienta agua usando una reacción nuclear en cadena (y lo más
importante, controlada), mediante fisión. Esta reacción calienta el agua, que se encuentra en una
cámara separada y sin contacto con la cámara secundaria. Aquí encontramos generadores de vapor,
turbinas… y otros elementos que transportan la energía. Al final, esta se dirige a un alternador y,
posteriormente, a un transformador, que consigue la tensión necesaria para generar energía
eléctrica.
8. ¿Cuántos tipos de reactores existen?
Los reactores nucleares se clasifican de acuerdo a la velocidad de los neutrones que producen las
reacciones de fisión. Lo más comunes son los reactores de agua ligera, de agua a presión, de agua en
ebullición, y de grafito-gas; este último utiliza grafito como moderador y CO2 como refrigerante.

9. ¿Cuántas centrales nucleares hay en el mundo? 


Según Foro Nuclear, actualmente hay operativos 448 reactores en el mundo, que producen
alrededor del 11,5% de la electricidad mundial.

Concretamente en España hay 7 reactores nucleares operativos: Almaraz I y II (Cáceres), Ascó I y


II (Tarragona), Cofrentes (Valencia), Trillo (Guadalajara) y Vandellós II (Tarragona), una fábrica de
combustible nuclear de Juzbado (Salamanca) y un centro de almacenamiento de residuos
radiactivos en El Cabril (Córdoba).

Además, según los datos más recientes del Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones
Unidas: China, India, Rusia, Corea del Sur, Finlandia y Francia están en construcción de otras 58
plantas nucleares.

En Europa, Francia es el país que más apuesta por la energía nuclear, dado que ya el 73% de la
electricidad que produce es de origen nuclear.

10. ¿Qué son los combustibles nucleares?


La energía nuclear produce varios millones de veces más de energía que cualquier otra reacción física.
Pero, para producir esta vasta cantidad de energía, necesitamos elementos muy pesados, como el
uranio 235. Cuando más pesado e inestable es un elemento, mayor es la energía liberada.

Los combustibles nucleares más utilizados son el uranio y el plutonio. Por otra parte, los isótopos
(núcleos simples) utilizados para bombardear a los núcleos de uranio y plutonio durante el proceso
de fisión son el tirito (muy tóxico y muy caro) y el deuterio (presente en el agua).

11. ¿Es la energía nuclear una energía limpia?


A mediados del siglo XX, la idea de utilizar la energía nuclear como fuente de energía renovable,
barata y eficiente entusiasmó tanto a la comunidad científica como a los países y grandes centrales de
energía. No obstante, no todo son ventajas. El gran problema de la energía nuclear son los residuos y
la forma de almacenarlos.

12. ¿Qué son los residuos nucleares y por qué son peligrosos?
Cuando se produce fisión nuclear los núcleos más pequeños en que se ha desintegrado nuestro átomo
de uranio o de plutonio quedan inutilizados. Hay formas de reutilizar estos núcleos para volver a
producir reacciones nucleares en ellos, en un proceso conocido como reprocesamiento; pero para ello
se necesitaría un tipo distinto de reactor nuclear, y por el momento no disponemos de esta
tecnología. Estos núcleos restantes son lo que conocemos como residuos nucleares.

Los residuos nucleares son peligrosos porque son altamente radiactivos. Si bien en dosis bajas la
radiactividad no ha de ser peligrosa, una exposición a altos niveles, y además prolongada, está
asociada a mutaciones genéticas (alteraciones en el ADN, la información que contienen nuestras
células).
Toda la materia que nos rodea emite radiación, incluso los nosotros mismos; de hecho, la radiación
de origen natural es la responsable del 87% de la dosis total que recibe el ser humano. No obstante,
todavía no estamos seguros de cómo afectan altas dosis de radiactividad en los seres vivientes.

Además, los residuos nucleares pueden ocasionar un daño ambiental, por ejemplo, la contaminación
de aguas subterráneas.  

13. ¿Cómo se almacenan los residuos nucleares?


Los residuos nucleares van perdiendo su nocividad con el paso de los años… demasiados. Un
residuo nuclear puede mantener su toxicidad durante varios miles de años. 

Por ello, los residuos se blindan y almacenan en lugares seguros: grandes piscinas, en las que el agua
enfría los residuos; o en bidones, que se colocan en almacenes blindados, con hormigón, y enterrados
bajo capas de tierra. Pero los almacenajes no se olvidan, sino que tienen un tiempo de vigilancia que
puede durar desde los 60 hasta los 300 años. Además, el almacenamiento en estas estructuras suele
ser muy costoso.

14. ¿Por qué no enviamos los residuos nucleares al espacio?


Ante el problema del almacenamiento de residuos, muchas personas han ofrecido ideas originales y
alternativas, y una de ellas es una solución que, a priori, parece lógica: ¿Por qué no enviamos en
vehículos espaciales los residuos nucleares fuera de la Tierra?

La respuesta es sencilla: por responsabilidad y seguridad. La manipulación tan compleja de estos


inestables residuos, combinada con la utilización de cohetes, aumentaría el riesgo de que se produjese
un accidente nuclear con consecuencias nefastas para el planeta.

15. ¿Por qué se producen los accidentes nucleares?


Los accidentes nucleares más graves de la historia se produjeron en 1957, en una planta de
almacenamiento rusa, cerca de Kyshtym; y en 1986, en la planta de Chernóbil.

Cuando se han producido accidentes de este tipo, han sido provocados por una pérdida de control del
proceso de fisión, pudiendo provocarse explosiones de hidrógeno y escapes de radiactividad. Por
ello, es imprescindible realizar un buen mantenimiento de la central, y seguir estrictas normas de
seguridad.

Un escape de radiactividad puede dejar todo un área de cientos de kilómetros a la redonda


inhabilitado para la vida.

Otro accidente nuclear, catalogado como tal por la Agencia Internacional de Energía Atómica, se
produjo en 2011 en Fukushima. Esta vez, estuvo originado por causas naturales, debido a un
maremoto que afectó a la central nuclear. Pese a que las causas no fueron humanas, el incidente
produjo una liberación significativa de material radiactivo al medio ambiente.

16. ¿Es eficiente la energía nuclear?


Aproximadamente un 10% de la energía que utiliza el ser humano para llevar a cabo sus
actividades proviene de la fisión nuclear.
Aunque hemos hablado de  contaminación, sus ventajas respecto a otros tipos de fuentes de energía es
que lo que se produce con energía nuclear es energía que se deja de producir mediante combustibles
mucho más nocivos para el planeta, y la salud del ser humano.

Pese a que los residuos nucleares son altamente tóxicos, estos son almacenados en lugares lo más
seguros posible. En cambio, la polución derivada de la quema de combustibles fósiles es liberada
directamente en la atmósfera, contribuyendo a una aceleración progresiva del cambio climático,
además de ser causante de un gran problema de salud pública.

En 2018, un estudio de la revista European Heart Journal reveló que solo en Europa 800.000
personas mueren prematuramente debido a la contaminación del aire.

Por otra parte, otro estudio de 2013 elaborado por el Instituto de Estudios Espaciales NASA Goddard
y el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia reveló que la energía nuclear global ha
prevenido una media de 1,84 millones de muertes relacionadas con la contaminación del aire;
además de evitar 64 gigatoneladas de emisiones de gases de efecto invernadero que hubieran
resultado de la quema de combustibles fósiles.

17. ¿Qué usos tiene la energía nuclear?


El descubrimiento de las poderosas reacciones físicas de la energía nuclear tuvo unos inicios muy
poco favorecedores. Esta tecnología se usó para fabricar la bomba atómica, el arma más poderosa y
destructiva que se conoce. 

Después del lanzamiento de las dos colosales bombas en el verano de 1945 sobre las poblaciones de
Hiroshima y Nagasaki, se acordó un tratado internacional que limitaba el uso militar de la energía
nuclear, y se consideró su increíble poder para tener un potencial pacífico; es decir, para generar
energía de manera eficiente y barata.

La ciencia de la energía nuclear, además, se desarrolló con usos mucho más provechosos, por
ejemplo, en Medicina, como método de radiodiagnóstico, investigación, e incluso terapia.

18. ¿Qué ventajas tiene la fusión respecto a la fisión?


La fusión es un proceso nuclear que genera muchos menos residuos radiactivos que la fisión.
Además, en el supuesto de una reacción fuera de control o una fuga, el plasma se expandiría y se
enfriaría con el tiempo, con lo que no provocaría una peligrosa explosión.

19. ¿Cuándo vamos a poder disponer de energía por fusión?


La fusión nuclear ocurre de manera natural e ininterrumpida en el interior de nuestro Sol.
¿Podríamos construir una estrella artificial y de pequeño tamaño en la Tierra, para poder emular
esta fuente de energía, eficiente y con residuos mínimos? Para ello, necesitaríamos reactores capaces
de alcanzar  temperaturas tan altas como la de nuestro Sol.

Ya existen reactores capaces de generar enormes temperaturas, como el REIT (Reactor Experimental
Internacional Termonuclear), en Francia. Otro tipo de reactor capaz de conseguir esto es el de
confinamiento inercias, que utiliza pulsos de láseres super-potentes. No obstante, este tipo de
reactores todavía son experimentales y la tecnología es aún demasiado cara. 

20. ¿Qué es la transformación energética?


Los combustibles fósiles (carbón y petróleo) son el resultado de materia orgánica prensada y
modificada químicamente durante millones de años, conservada bajo la tierra, y que hoy utilizamos
para generar energía mediante más procesos químicos que produce su quema.

Sin embargo, además de la vasta contaminación que produce la atmósfera y sus letales consecuencias,
los combustibles fósiles son limitados. Es decir, no son una energía renovable, dado que la cantidad
de reservas del planeta es finita.

La alternativa más clara son las fuentes de energía como la eólica, o la solar; no obstante éstas
todavía presentan limitaciones, especialmente debido a que no son lo bastante eficientes como para
cubrir una tasa de abastecimiento considerable.

 Debido a los evidentes problemas de los combustibles fósiles, la transformación energética es una
paulatina sustitución de estas fuentes de energía por otras más limpias, renovables y eficientes.

La energía nuclear es una fuente de energía altamente eficiente, pero aún presenta
inconvenientes, principalmente derivados del almacenamiento de sus recursos, que deben ser
abordados. No obstante, como hemos visto, la energía nuclear de fusión parece la alternativa ideal a
estas problemáticas, pese a que su consecución todavía es muy cara, y aún seguiría produciendo
residuos radiactivos, aunque a menor escala.

Para muchos, fomentar que los países amplíen el abastecimiento a través de fuentes nucleares
por fisión resuelva momentáneamente el problema de los combustibles fósiles, y también el de la
eficiencia; pero seguimos teniendo el grave inconveniente de los residuos nucleares. 

Existen varias alternativas: detener el avance de la energía nuclear hasta investigar nuevas formas de
almacenamiento de residuos mucho más eficientes; o asumir el riesgo en favor de una reducción de
los gases de efecto invernadero, al menos, por un periodo limitado, hasta desarrollar eficazmente la
energía por fusión, en el que el almacenamiento de sus residuos sea asumible para el planeta.

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