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LA GUERRA FRIA: EL CASO GUATEMALA

ALFREDO MASON
LA “GUERRA FRIA”
En 1945 se producen los acuerdos de Yalta (Unió n Soviética) y Potsdam (Alemania) en los que Estados Unidos
y la Unió n Soviética sellan el reparto mundial. La situació n creada entre ambas potencias no se basaba en la
amistad sino en la desconfianza.
El principal elemento que operó y determinó la política internacional desde entonces fue una latencia
intencional conocida como “guerra fría”, que vista desde la periferia del eje atlá ntico de poder no era otra cosa
que una convivencia –con sus dificultades- del reparto mundial.
La dirigencia política estadounidense como la soviética tuvieron frente a sí las enseñ anzas de los viejos
imperios coloniales y ello les llevó a comprender que a diferencia de la economía, la estructura política no
puede ser expandida indefinidamente, lo cual la limita. El crecimiento político está determinado por la
necesidad de lograr el consenso genuino como legitimidad que conforma la base de los sistemas políticos de los
Estados Unidos y la Unió n Soviética, por lo tanto, ese crecimiento que constituiría la expansió n en los viejos
términos coloniales no puede ser considerado indefinido y só lo se puede conseguir raramente, y con
dificultades, en los pueblos conquistados. Por eso se impone una nueva forma de dominio: se construyen á reas
de influencia, donde el dominador no tienen que hacerse cargo de la organizació n político-administrativa,
jurídica y en algunos casos tampoco militar, aunque en ese «neo-colonialismo» se busque aplicar la
«imposició n» de su influencia mediante las formas má s extremas de coacció n.
América Latina ocupó un lugar secundario en la estrategia de la política exterior estadounidense de comienzos
de la “guerra fría”, no solo debido a consideraciones geopolíticas. Harry Truman, Dean Acheson y George
Kennan poseían un desdén poco velado hacia los pueblos de la regió n, muy extendido entre las élites que tenían
a su cargo la elaboració n de la política exterior, lo cual actuó como factor condicionante en la toma de
decisiones respecto de las relaciones con nuestros países.

GUATEMALA: “DIEZ AÑOS DE PRIMAVERA EN EL PAÍS DE LA ETERNA DICTADURA”


Guatemala poseía en 1945 una població n de 3.487.444 habitantes, de los cuales el 55% eran miembros de
pueblos originarios, de los cuales má s de un milló n y medio solo hablaban la lengua de sus pueblos. En algunos
departamentos, como Totonicapá n, el 96% de la població n hablaba estas lenguas y só lo una minoría el
castellano (Schavelzon, 1988: 336). Esto, lejos de expresar una pluralidad cultural mostraba la estructura de
dominació n que se expresaba en una lengua que no era la propia y que una gran parte de la població n
desconocía.
El escenario que enfrentaba el movimiento popular en Guatemala estaba compuesto por un capitalismo rural,
una clase media débil, un campesinado oprimido, un régimen político con rasgos autoritarios y una recurrente
dependencia de Estados Unidos".
La dimensió n de la UFCO (United Fruit Company) se expresaba en la contratació n del 3,82% de la fuerza
laboral guatemalteca, 967.814 personas, en Argentina ello sería equivalente a que una sola empresa tuviera
802.200 trabajadores.
El 20 de octubre de 1944, se produjo un movimiento en Guatemala conocido como «la revolució n de 1944»,
liderado por jó venes oficiales militares, a quienes se sumaron estudiantes universitarios y civiles armados que
derrocó al régimen dictatorial del general Jorge Ubico Castañ eda, el cual hacía 14 añ os que estaba en el poder.
Posteriormente se convoca a elecciones y Juan José Arévalo se postula a presidente.
Comienza con Arévalo un proceso revolucionario en el cual se organiza la educació n de los pueblos originarios,
desmilitariza la enseñ anza, da autonomía a la universidad, aumenta el sueldo a los maestros, construye 135
escuelas, hace editar millares de libros de cultura popular. Construye la ciudad olímpica y el palacio de
deportes, realiza una vasta campañ a sanitaria y levanta 17 hospitales. En la campañ a electoral él dirá : si llego a
la presidencia haré que nuestros trabajadores sean tratados como si fueran extranjeros. Pero para algunos
sectores de la sociedad guatemalteca la política de Arévalo aparece como peligrosa, pues “los mozos ya no se
quitan el sombrero para saludar al patrono o tan desagradecida la muchacha, llevó al juzgado a la patrona”.
En 1947 se promulga un Có digo del Trabajo que propiciaba la organizació n de los trabajadores, no solo de
aquellos vinculados a la industria sino que también le otorgaba ese derecho a aquellos que lo hacían en
establecimientos rurales con má s de 500 empleados. La ley afectaba muchas de las fincas má s grandes, así
como granjas estatales, pero la UFCO mostraba que la ley estaba dirigida a ella de una manera discriminatoria.
Las represalias oficiales no se hacen esperar y al añ o siguiente se niega la posibilidad de compra de armas de
parte de Guatemala, comienza así a aparecer una política contraria a ésta durante el gobierno de Harry Truman
y en el añ o 1951, en la Cuarta Reunió n de Cancilleres realizada en Washington se inicia la ofensiva diplomá tica
estadounidense contra la revolució n guatemalteca.
Arévalo definirá su concepció n política como «socialismo espiritual», el cual se encauzaba en esa corriente
nacionalista y antiimperialista que comenzaba a asomar en el continente. Buscando la ampliació n de la
ciudadanía, se le otorga el derecho al voto a las mujeres, como la protecció n social a la població n mediante el
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. También se crearon el Banco de Guatemala, el Instituto de Fomento
de la Producció n, se sancionaron las leyes de Arrendamiento Forzoso de Tierras Ociosas y la de Fomento
Industrial.
La «audacia» de Arévalo llegó al extremo de negarse a aceptar empréstitos, ofrecidos por Estados Unidos con la
condició n de que fueran invertidos en la adquisició n de armamentos en los Estados Unidos. El presidente
guatemalteco expresó en una frase todo el meollo de la tragedia de su Patria: En Guatemala no hemos recibido
empréstitos, porque sabemos muy bien que cuando se reciben dó lares con la mano derecha, con la izquierda se
entrega soberanía.
Jacobo Arbenz Guzmá n ganó las elecciones que se llevaron acabo del 10 al 12 de noviembre del añ o 1950 por el
63,98% de los votos, otorgá ndole una indiscutida legalidad y legitimidad. Siendo militar fue parte de una
generació n identificada con el denominado «militarismo popular».
Su campañ a política había estado enfocada en tres puntos: la terminació n de una carretera del Atlá ntico al
Pacifico, el proyecto de una hidroeléctrica en el Río Michatoya y la Reforma Agraria. Cada uno de estos puntos
era un ataque hacia las empresas estadounidenses. La carretera le quitaba el monopolio a la UFCO, la
hidroeléctrica le quitaba el monopolio a la Empresa Eléctrica, y la Reforma Agraria expropiaba las tierras
ociosas de la UFCO.
Cuando el 17 de junio de 1952 se promulgó la Ley de Reforma Agraria, la United Fruit Company no reaccionó ,
creyó que era una medida demagó gica. Jurídicamente se sostenía que “son objetivos esenciales que la Reforma
Agraria debe realizar: a) Desarrollar la economía capitalista campesina y la economía capitalista de la
agricultura en general; b) Dotar de tierra a los campesinos, mozos colonos y trabajadores agrícolas que no la
poseen, o que poseen muy poca; c) Facilitar la inversió n de nuevos capitales en la agricultura mediante el
arrendamiento capitalista de la tierra nacionalizada; d) Introducir nuevas formas de cultivo, dotando, en
especial a los campesinos menos pudientes, con ganado de laboreo, fertilizantes, semillas y asistencia técnica
necesaria; y e) Incrementar el crédito agrícola para todos los campesinos y agricultores capitalistas en general”.
Arbenz no era comunista ni buscó transformar a Guatemala en un estado comunista. Al igual que otros partidos
comunistas en América Latina, el Partido Guatemalteco del Trabajo no poseía má s de 4.000 miembros y tenía
débiles relaciones con la Unió n Soviética. La cuestió n era que la experiencia guatemalteca podría generalizarse
en la regió n, y ello alteraba estabilidad de los regímenes autoritarios aliados a Estados Unidos de Repú blica
Dominicana, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Venezuela y Cuba. Su reforma agraria es una poderosa arma de
propaganda; su amplio programa social consistente en ayudar a los campesinos contra la opresió n de los
terratenientes locales y de las grandes empresas extranjeras ejerce un importante influjo sobre los pueblos
vecinos de América Central, donde se dan las mismas circunstancias.
Aquí se entrecruzan los intereses econó micos de un grupo de poder y la política exterior estadounidense.
En la «cuestió n Guatemala», los funcionarios de la CIA insistieron, en particular el jefe de la misió n en
Guatemala, George Tanger, en una estrategia diseñ ada para generar miedo a través de la propaganda. El punto
era intensificar el sentimiento anti–comunista, anti– gubernamental y generar la predisposició n para la acció n
en contra de Arbenz.
Esta acció n de guerra psicoló gica busca desarrollarse bajo un efecto de «viralizació n» en la població n,
especialmente entre los sectores que forman parte o está n influenciados por lo que llamamos la «cuñ a
neocolonial».
Quien dio estado pú blico a esa guerra no declarada con el gobierno de Guatemala, fue Spruille Braden, por
entonces jefe de Relaciones Pú blicas de la UFCO. Lo hizo en un discurso pronunciado en el Dartmouth Collage,
de Hannover, el 12 de marzo de 1953. En él explicita la tesis que sostiene que no debe ser considerada
intervenció n la acció n de las Fuerzas Armadas en un país extranjero que constituya un peligro «comunista»,
refiriéndose al caso de Guatemala. Finalmente dirá que “Estados Unidos continuamente, tanto ex profeso como
involuntariamente interviene en los asuntos de otros estados […] Repetidamente he dicho que si el comunismo
llegara a alcanzar mayor ascendencia, por no decir apoderarse de gobiernos de algunos repú blicas americanas,
entonces la intervenció n colectiva y hasta unilateral sería un imperativo tanto prá ctico como moral”.
Para agosto de 1953 se consolidó el PBSUCCESS, el plan de la CIA contra Guatemala. Entre las actividades a
realizar como parte de la guerra psicoló gica se enunciaban: penetració n del partido comunista, de los
sindicatos y otras organizaciones sociales; penetració n de las Fuerzas Armadas, tanto en el círculo de la alta
jerarquía como entre los jó venes oficiales; estudios de incidencia entre los estudiantes, los trabajadores, los
funcionarios, los terratenientes, comerciantes y profesionales; publicació n de fotos que mostraran el status de
vida de los líderes comunistas del país en comparació n con los peones y campesinos.
La situació n de Guatemala difería de estas «visiones». El ingreso per capita en 1943 era de 55 dó lares, el de
1953 ascendía a 163 dó lares. El incremento de la actividad econó mica en ese período reflejado en el mercado
interno daba un aumento del consumo del 280,7%; la inversió n privada interna había crecido el 883,6% y las
mejoras en la calidad de vida de los guatemaltecos se expresaba en un incremento de la població n de 30,5% en
un decenio.
Los hermanos Dulles consiguieron a través del Cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York convencer
al Arzobispo Mariano Rossell y Arellano de oponerse al gobierno, al igual de lo que hará posteriormente en
Argentina. La Carta Pastoral sobre los Avances del Comunismo en Guatemala fue leída el día 9 de Abril de 1954
en todas las iglesias del país, era una obra maestra de la propaganda que hablaba de la presencia en el país de
un diablo llamado comunismo, exigiendo que los buenos cristianos aparezcan “como un solo hombre contra
este enemigo de Dios y el país”, encarnando Jacobo Arbenz a ese enemigo. Por su parte, la Organizació n
Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), presidia por Serafino Romualdi se sumó a los programas
intervencionistas de EE.UU. en los países de la regió n, oponiéndose al gobierno de Guatemala.
Los aná lisis estadounidenses reconocieron que la “amenaza” consistía en el nacionalismo del Tercer Mundo:
gobiernos receptivos a las demandas populares para mejorar los bajos niveles de calidad de vida de sus pueblos
y destinar la producció n a satisfacer las necesidades domésticas. El principal objetivo es evitar que estos
elementos lleguen al poder, o si han llegado a él, desplazarlos e instalar en su lugar gobiernos que favorezcan
las inversiones privadas de capital estadounidense, la producció n destinada a la exportació n y el derecho a
sacar los beneficios del país.
Ante una situació n crítica creciente, Arbenz decide realizar comprar armas, y sabiendo que el gobierno
estadounidense hacía varios añ os que se oponía a ello, buscó realizar la misma en Checoeslovaquia.
Se produce aquí una nueva operació n que tiene como campo de acció n la prensa estadounidense, y por medio
de las agencias de noticias, cubrirá al resto de América Latina. La CIA busca garantizar que la cobertura en la
prensa nacional tenga un sesgo favorable, para lo cual Peurifoy –embajador en Guatemala- se reunió con los
corresponsales estadounidenses para discutir “el tipo de historias que se escriban”.
Estados Unidos busca protagonizar una intervenció n conjunta con el resto de América Latina contra Guatemala,
para ello se celebra en Caracas la Xª Conferencia Interamericana en marzo de 1954 y en ella el Canciller de
Guatemala, Guillermo Toriello Garrido, insistiera ante la asamblea que su país no era comunista, sino que
ejercía su soberanía y autodeterminació n en pos de la elevació n del nivel de vida mediante la transformació n
de una economía semifeudal y semicolonial en capitalista.
Para el Departamento de Estado, lo central de la Conferencia era lograr el apoyo para desestabilizar el régimen
nacionalista guatemalteco, y al oír las objeciones presentadas por Argentina, México y Uruguay fueron
calificadas groseramente por Dulles como enmiendas vagas, inconcebibles e inaceptables.
La declaració n propuesta por Estados Unidos fue aprobada por 17 votos a favor, uno en contra (Guatemala) y
dos abstenciones (Argentina y México). La Conferencia implicó un punto de inflexió n en la historia
latinoamericana, pues de Departamento de Estado legitimó la intervenció n en los asuntos internos de otros
países. La Conferencia de Caracas fue un episodio clave para entender el inicio de la “guerra fría” en América
Latina e introducir la clave anticomunista como argumento. Ella abre un proceso que concluye su primera
etapa con la reunió n Presidentes de Panamá de 1956.
La invasió n lanzada e 17 de junio de 1954 fue un fracaso total, ya que el 20 tuvo que regresar a Honduras. Pero
la crisis dio pie al Ejército guatemalteco para presionar la renuncia de Arbenz, que se produjo el 27. La acció n
diplomá tica del departamento de Estado fue crucial logrando la traició n por parte de los jefes militares. El
nuevo gobierno militar de castillo Armas recibió el beneplácito de Washington.

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