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de Enrique Iáñez
CITOPLASMA. INCLUSIONES
CITOPLÁSMICAS
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CONTENIDOS
Al igual que en los demás seres vivos, el citoplasma es un sistema coloidal cuya fase dispersante es
agua junto con diversas sustancias en solución (citosol), y cuya fase dispersa está constituida por
macromoléculas y conjuntos supramoleculares (partículas submicroscópicas). La viscosidad es
mayor que la del citoplasma eucariótico, estando desprovisto de corrientes citoplásmicas.
Observación:
A microscopía óptica, obviamente es poco lo que se puede distinguir en él. En las células jóvenes se
suele teñir de modo uniforme, teniendo un carácter basófilo (debido a la abundancia de ARN). En las
células viejas se tiñe irregularmente, debido a la aparición de inclusiones y a la acumulación de
sustancias de desecho.
A microscopía electrónica destaca el carácter granulado, producido por los numerosos ribosomas
(que a los aumentos habituales aparecen como partículas esféricas), aunque se observa una zona
irregular hacia el centro, más transparente a los electrones, que se debe a los cuerpos nucleares
(nucleoide). En los intersticios entre las partículas granuladas existe una sustancia amorfa en la que
no se pueden distinguir más detalles, y que corresponde a la fase dispersante acuosa de la que
hablábamos más arriba.
En este capítulo y en los próximos nos dedicaremos al estudio de las principales estructuras y
macromoléculas que alberga el citoplasma. Comenzaremos con las inclusiones y orgánulos especiales
que presentan algunas bacterias (este cap. 8), para abordar después la organización a gran escala del
material genético bacteriano (cap. 9), y un rápido repaso al proceso de expresión de la información
genética contenida en éste (cap. 10, con estudio de los ribosomas bacterianos).
Estudiaremos:
1. Inclusiones orgánicas:
a. inclusiones polisacarídicas
b. gránulos de poli-ß-hidroxibutírico (o, en general de poli-ß-hidroxialcanoatos)
c. inclusiones de hidrocarburos
d. gránulos de cianoficina
2. Inclusiones inorgánicas:
gránulos de polifosfato
a. glóbulos de azufre
Son acumulaciones de a (1-->4) glucanos, con ramificaciones en a (1--> 6), principalmente almidón
o glucógeno (según especies), que se depositan de modo más o menos uniforme por todo el
citoplasma cuando determinadas bacterias crecen en medios con limitación de fuente de N, pero
donde aún sean abundantes las fuentes de C y energía. En esta situación, se detiene prácticamente la
síntesis de proteínas y de ácidos nucleicos, y la mayor parte del C asimilado se convierte rápidamente
en estos materiales de reserva. Cuando a estas células las pasamos a un medio rico en N, pero carente
de fuente de C, estas inclusiones se usan como fuente interna de C para la síntesis de ácidos nucleicos
y proteínas.
ADP-glucosa-pirofosforilasa
glucógeno sintetasa
Sobre este polímero lineal actúa la enzima ramificadora (que introduce enlaces a (1-->6) con
glucosa), de modo que se forma el glucógeno maduro.
Degradación:
glucógeno fosforilasa
Para la total degradación del glucógeno se requieren también enzimas desramificadoras, capaces de
romper los enlaces a (1-->6).
Observación:
Los gránulos de poli-b-hidroxibutírico son acúmulos del poliéster del ácido ß-hidroxibutírico (= 3-
hidroxibutírico), rodeados de una envuelta proteínica, y que al igual que en el caso anterior, se
producen en ciertas bacterias como reserva osmóticamente inerte de C en condiciones de hambre
de N. Además de la protección osmótica, estos gránulos suponen la ventaja de neutralizar un
metabolito ácido (el grupo carboxilo de cada unidad de ß-hidroxibutírico desaparece como tal, al
intervenir en el enlace éster con la siguiente unidad). En las especies de Bacillus constituye la fuente
de carbono y energía al inicio de la esporulación. Una función semejante parece implicada a la hora
del enquistamiento de Azotobacter.
Una célula puede contener de 8 a 12 de estos gránulos, que miden unos 0.2-0.7 mm de diámetro, y
que van provistos de una envuelta proteica de unos 3-4 nm de grosor. Pueden llegar a representar el
80% en peso de la célula.
Síntesis:
Se produce por una rama lateral de la ruta de síntesis de los ácidos grasos, a través de ß-
hidroxibutiril-CoA. En los gránulos, el polímero queda asociado a un sistema complejo que será
utilizado en la degradación, pero este sistema habrá de activarse antes.
Degradación:
Observación:
A diferencia de los acúmulos de polisacáridos, los gránulos de PHB son visibles a microscopio óptico
en fresco, debido a su elevado índice de refringencia. Se tiñen bien mediante Negro-Sudán.
En los últimos años está quedando patente que los gránulos descritos de PHB son un ejemplo de una
clase más amplia de gránulos de poli-ß-hidroxi-alcanoatos.
Por ejemplo: cuando determinadas especies de Pseudomonas crecen en n-octano como fuente de
carbono, se acumula un polímero de ésteres del ácido ß-hidroxi-octanoico, con una función
metabólica semejante a la del PHB.
Son acúmulos de polifosfato, polímeros lineales del ortofosfato, de longitud variable (por término
medio, unas 500 unidades), que representan un modo osmóticamente inerte de almacenar fosfato.
Parece ser que la parte central de estos gránulos constituye un núcleo formado por lípidos y proteínas.
En algunos casos pueden constituir una fuente de energía, en sustitución del ATP (¿se trata en este
caso de una especie de "fósil bioquímico?").
Se acumulan cuando algún otro nutriente distinto del fosfato se hace escaso (sobre todo cuando va
desapareciendo el sulfato). En estas condiciones se detiene la síntesis de los ácidos nucleicos, y la
volutina se acumula a la espera de su utilización para esta síntesis de nucleicos, cuando aparezca el
nutriente originalmente limitante.
Su síntesis se produce por adición secuencial de restos de P a PP, actuando el ATP como donador:
Las inclusiones de S aparecen en dos grupos de bacterias que usan sulfuro de hidrógeno (SH2):
las bacterias purpúreas del azufre (que usan el SH2 como donador de electrones para la
fotosíntesis);
bacterias filamentosas no fotosintéticas como Beggiatoa o Thiothrix, que lo usan como
donador de electrones para sus oxidaciones.
En ambos casos, el sulfuro de hidrógeno es oxidado a azufre elemental (S0), que en el citoplasma se
acumula como glóbulos muy refringentes y rodeados de envuelta proteínica. Estos glóbulos son
transitorios, ya que el S0 se reutiliza por oxidación hasta sulfato, cuando en el medio se agota el
sulfuro.
Acúmulos grandes, densos y refringentes de sales insolubles de calcio (sobre todo carbonatos) que
aparecen en algunas bacterias (como Achromatium), cuyo papel parece consistir en mantenerlas en el
fondo de los lagos y ríos.
3.2 FICOBILISOMAS
Son estructuras supramacromoleculares, en forma de cilindros o bastones, adosadas a la superficie de
la membrana tilacoidal de las Oxifotobacterias, confiriendo a ésta un típico aspecto "granuloso" en
las micrografías electrónicas.
Como se puede ver en el esquema, están constituidas por pilas de discos a partir de ficobiliproteínas,
cromoproteínas que sirven como "antenas" para la captación de luz en la fotosíntesis de estos
procariotas. Los grupos cromóforos son: ficocianinas, aloficocianinas y ficoeritrina. Como veremos
oportunamente, la disposición ordenada de los distintos pigmentos tiene un papel central en la
"canalización" de la energía de la luz hacia los centros de reacción (ubicados ya en plena membrana
tilacoidal) donde se localizan los complejos fotosintéticos proteínas-clorofilas.
Como ya dijimos, en procariotas no existen por regla general orgánulos citoplásmicos rodeados por
unidad de membrana. Las únicas excepciones están constituidas por los tilacoides de las
Oxifotobacterias, ya estudiados en el capítulo anterior. En algunos grupos bacterianos se pueden
encontrar orgánulos citoplásmicos no rodeados por unidad de membrana (o sea, sin bicapa
lipídica). Muchos de ellos presentan envueltas basadas en subunidades de proteínas:
carboxisomas
vacuolas de gas
clorosomas
magnetosomas.
Son orgánulos muy refringentes al microscopio óptico, que al electrónico muestran una estructura a
base de agrupaciones regulares de vesículas de gas. Cada vesícula tiene una forma de cilindro
bicónico (200-1000 nm de longitud y unos 70 nm de diámetro), rodeado de una monocapa de
unidades globulares de proteína ensambladas helicoidalmente que dan un aspecto a bandas
("costillas"). Esta envuelta es impermeable al agua, pero permeable a los gases, por lo que la
composición y concentración del gas dentro de la vesícula depende de las que existan en el medio.
Conforme se sintetizan y ensamblan las vesículas, el agua va siendo eliminada del interior (véase
esquema).
La función de estas vacuolas es mantener un grado de flotabilidad óptimo en los hábitats acuáticos
a las bacterias que las poseen, permitiéndoles alcanzar la profundidad adecuada para su modo de vida
(según los casos, para obtener una intensidad adecuada de luz, concentración óptima de oxígeno o de
otros nutrientes).
Las vacuolas de gas son muy frecuentes en Oxifotobacterias y Anoxifotobacterias; también se dan en
algunas arqueobacterias (Halobacterium, algunas metanógenas) y en bacterias prostecadas
(Ancalomicrobium, Prosthecomicrobium).
4.3 CLOROSOMAS
Son vesículas oblongas situadas por debajo de la membrana citoplásmica, que contienen los
pigmentos antena de las bacterias fotosintéticas verdes (antigua familia Chlorobiaceae, dentro de la
clase Anoxyphotobacteria). Son invisibles a microscopía óptica; miden 100-150 nm de longitud y
unos 50 nm de anchura, estando rodeadas de una monocapa de proteínas. Se disponen por debajo de
la membrana citoplásmica, sin estar en continuidad con ella, aunque en muchos casos aparecen
conectadas a través de un pedúnculo de naturaleza no lipídica.
4.4 MAGNETOSOMAS
Son orgánulos sensores del campo magnético terrestre, que aparecen en ciertas bacterias acuáticas
flageladas microaerófilas o anaerobias (p. ej., en Aquaspirillum magnetotacticum). Consisten en
cristales homogéneos de magnetita (Fe3O4), de formas cubo-octaédricas o de prisma hexagonal,
delimitados por una envuelta proteínica. Los diversos cristales suelen disponerse en filas paralelas al
eje longitudinal de la bacteria, o en otras agrupaciones regulares de varios unidades, hasta varias
decenas.
Fueron descubiertas en 1975, y se sabe que permiten la orientación magnética a las bacterias que las
poseen (bacterias magnetotácticas), determinando la orientación de su natación. En el hemisferio
Norte, el campo magnético está orientado hacia abajo, y en el sur hacia arriba. Las bacterias
magnetotácticas del hemisferio septentrional se orientan al N, y las del meridional, al S. Por
consiguiente, cuando las bacterias son removidas de los fondos donde viven, por magnetotaxia
pueden volver al fondo, que es donde encuentran las concentraciones de oxígeno adecuadas para su
modo de vida
BIBLIOGRAFÍA | a Contenidos
ARTÍCULOS DE DIVULGACIÓN
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ARTÍCULOS DE REVISIÓN
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Ó 1998 ENRIQUE IAÑEZ PAREJA. Prohibida su reproducción, salvo con fines educativos.