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Rodolfo Moreno Ramírez.

Director general del Centro Especializado en


Investigación y Educación Superior.

Miguel Antonio Briones Cisneros.


Encargado del Departamento de Investigación y
Divulgación Científica
del Centro Especializado en Investigación y Educación
Superior.

Alejandra Gómez Tirado


Héctor Javier Leal Cobos
Luis Bejarano Aguilar
Equipo psicológico.

Proyecto Coordinador por:


Centro Especializado en Investigación y Educación
Superior

Agradecimientos especiales a:
Colectivo Kybernus
Sociedad Nayarita de Psicología A.C.
Instituto Nayarita de la juventud

Referencia del libro: Moreno, R., Briones, M., Leal, H.,


Gómez, A., & Bejarano, L. (2021).
Espera; hablemos del suicidio. Manual de juventudes
guardianas para la prevención del suicidio. Centro
Especializado en Investigación y Educación Superior.
* DERECHOS RESERVADOS.
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ÍNDICE
Carta para el lector. 3
Capítulo 1: Lo que necesitamos saber.................................................... 4
Comprendiendo la conducta suicida................................................. 4
Una realidad mundial y local.
¿Qué se entiende por conducta suicida? ........................................... 9
La probabilidad de morir por suicidio.............................................. 11
Como hablar acerca de la conducta suicida...................................... 13
Mitos acerca del suicidio; cosas que necesitamos dejar de creer...... 15
Factores de riesgo ante el suicidio................................................... 16
Factores de protección ante el suicidio............................................. 18
Señales de alerta............................................................................. 19
Pautas de comunicación y acercamiento......................................... 21
Consideraciones sobre la cultura..................................................... 24

Capítulo 2. Modelo ESPERA; Hablemos del suicidio.............................. 25


ESPERA; Hablemos del suicidio............................................................ 25
Escuchar.......................................................................................... 27
Sentir.............................................................................................. 29
Preguntar........................................................................................ 31
Esperanza........................................................................................ 33
Referir............................................................................................. 35
Acompañar...................................................................................... 39

Referencias bibliográficas..................................................................... 44

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CARTA AL LECTOR
Antes de adentrarnos en el contenido general de este manual,
nos gustaría que leyeras esta pequeña carta que ha sido escrita
especialmente para ti.

Quizá en este momento te estés preguntando para qué tendrías


que leer este manual, ¿Acaso eres psicólogo o psiquiatra, o algún
profesionista de la salud mental? ¿Eres médico, enfermero,
o algún profesionista de la salud? ¿O por qué tendrías que
adentrarte en la prevención del suicidio?

Todas esas preguntas se responden con una sola frase,


simplemente; la prevención del suicidio es tarea de todas las
personas, cualquiera, si, no importa el lugar, puede ser donde
trabajes, estudies, vivas o en aquellos lugares donde compartas
un momento de tu día, ahí está el lugar donde puedes aportar
de una manera altamente significativa y por lo tanto, tener la
oportunidad de salvar una vida, seas quien seas.

¿Conoces a alguien que haya muerto por suicidio, o que haya


tenido un intento, o simplemente que alguna vez expresara
que se quiere morir? Posiblemente seas amigo, conocido o
familiar de alguna persona con riesgo suicida, es por eso que
profundizaremos en todas estas condiciones, las estaremos
analizando y explicando más a detalle en las páginas siguientes
ya que consideramos importante brindarte recomendaciones
acerca de qué acciones puedes tomar para apoyar a los demás.

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Capítulo 1.
Lo que necesitamos saber.

Comprendiendo la conducta suicida.


Una realidad mundial y local.

De manera global se puede hacer mención de diversas condiciones


que exponen la vigencia y relevancia de la muerte por suicidio, esto
teniendo en cuenta su conceptualización como un problema de
relevancia mundial (Carrillo,2018). De acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud (OMS, 2019) al año son por lo menos 800,000
personas las que mueren por esta vía, llegándose a presentar
en una muerte por cada 40 segundos, a la vez, se hace mención
de que el número de intentos es mayor llegando a considerarse
un intento suicida cada 3 a 5 segundos, lo cual se traduce a una
cifra de entre 28,800 a 17,280 intentos suicidas por día, así pues,
el suicidio representa la tercera causa de muerte en las personas
de 15 a 19 años y aproximadamente el 79% de estos eventos

se registran en países de ingresos bajos y


medianos, entre los cuales se encuentra México.
Ahora bien, hablando de cifras esta vez
pertenecientes a la región de las Américas,
la Organización Panamericana de la Salud
(OPS, 2018) refiere que son aproximadamente
65,000 los registros anuales de muerte
por suicidio, resultando así en 7.3 suicidios
por cada 100,000 habitantes, a la vez que
el grupo de edad que presentó mayor
riesgo comprende de los 15 a los 49 años.
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Trasladando la óptica al panorama nacional, se observa un claro
incremento en la incidencia del suicidio en México; partiendo de
1950 la tasa refería a 1.5 suicidios por cada 100,000 habitantes, sin
embargo, para el 2008, se tenía un incremento de 4.8 muertes por
suicidio por cada 100,000 habitantes (Hernández-Bringas & Flores-
Arenales, 2011), posteriormente, para el 2016 se llegaron a registrar
por lo menos 6,291 suicidios en México, lo cual equivale a una tasa
de 5.1 suicidios por cada 100,000 habitantes (Instituto Nacional
de Estadística y Geografía [INEGI], 2019), cifra que incrementaría
también en el año 2017, llegando a un total de 6,559 muertes por
suicidio (Dirección General de Información en Salud [DGIS], 2017) y
así mismo, si se desglosan estos datos, se logra identificar una mayor
tendencia en los hombres que en las mujeres teniendo tasas de 8.7
muertes por cada 100,000 hombres y 1.9 por cada 100,000 mujeres.

A su vez, el grupo de 20 a 24 años presenta la tasa más alta de


suicidio con 9.3 muertes por cada 100,000 jóvenes, señalándose así
este grupo etario como el mayormente representativo en carga de
riesgo, esto con relación a las características biológicas, psicológicas
y sociales que experimentan (INEGI, 2019). Ahora, las últimas
cifras oficiales apuntan hacia un nuevo incremento, dando como
resultado 7 223 muertes por suicidio durante el año 2019 (INEGI,
2021), sin embargo, la misma OMS (2020) prevé que estas cifras
aumentarán durante la pandemia dado el impacto del aislamiento
y las condiciones anexas a la calidad de vida que esto conlleva.

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En lo que respecta al panorama local, de acuerdo con los Servicios
de Salud de Nayarit (2020) las cifras de muerte por suicidio han ido
en incremento paulatino, pero no altamente notorio, es decir, para
el año 2017 se habían registrado un total de 66 casos, mientras para
el 2018 la cifra incrementaría a 78 casos, en el 2019 a un total de
82 y 84 casos durante el 2020, siendo a su vez las localidades con la
mayor acumulación Tepic, Bahía de Banderas y Santiago Ixcuintla.

Recientemente en una investigación realizada en la ciudad


de Tepic por Moreno et al. (2020) con la intención de
estudiar la presencia de ansiedad y riesgo suicida durante
la contingencia por Covid-19 que se vive en el país, se
identificó lo siguiente entre un total de 349 participantes:

• 160 participantes mostraron un claro riesgo


suicida a través de la aplicación de un test psicológico.
• 172 participantes habían presentado ideación
suicida durante el confinamiento o contingencia;
es decir, habían contemplado el suicidio.
• 68 participantes habían intentado terminar
con su vida por lo menos una vez en su vida.
• 105 participantes se auto identificaron
como personas deprimidas durante la pandemia.
• 108 participantes conocían a un familiar
o un amigo que hubiese muerto por suicidio o
hubiese tenido algún intento durante su vida.
• Por lo menos 201 participantes estaban
experimentando ansiedad en un nivel alto.

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Lo anteriormente mencionado nos sirve para profundizar en
la conducta suicida como una condición latente en nuestra
comunidad y sobre todo para posicionarnos en la necesidad de
atender a dicho problema de manera oportuna a través de los
servicios de atención a la conducta suicida en Nayarit que se
desprenden de programas gubernamentales o en el sector privado.

Ante ello, abordando dicho tema, en una evaluación generada por


Moreno et al. (2019) para identificar la manera en que se aborda
dicha condición en el estado se obtuvieron los siguientes resultados:

• Los medios de comunicación como noticias y


periódicos desconocen los protocolos adecuados
para comunicar una muerte por suicidio o
simplemente hacen caso omiso de los mimos.
• Las intervenciones que se generan desde el
ámbito profesional carecen de una regulación, por
lo cual, a pesar de existir un tratamiento respaldado
por su eficacia, este pudiese no darse a las personas.
• El presupuesto derivado para labores
de prevención resulta insuficiente.
• El estado carece de leyes que promuevan la
práctica efectiva para la atención a la conducta suicida
y protejan el derecho de los ciudadanos a recibir dicha
atención.o hubiese tenido algún intento durante su vida.

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Entonces pareciera que el panorama es completamente
desalentador, sin embargo, podemos decir que no es así,
esta realidad más allá de manifestar un conflicto, representa
una amplia área de oportunidad que tiene nuestro Estado para
realizar labores que fomenten el bienestar y la integridad de las
personas que formamos parte de esta comunidad, por ende,
una opción completamente viable y económica consistiría
en formar una población guardiana, es decir, la formación
de porteros, también llamados guardianes o Gatekeepers se
utiliza dentro de estas labores de prevención para caracterizar
aquellas personas que incidentalmente tienen la posibilidad
de establecer contacto cara a cara con las personas con riesgo
suicida y tienen la capacidad de poder identificar las señales
de alerta que permitan derivar o acompañar ante instituciones
donde puedan recibir ayuda profesional (Burnette et al., 2015).

La evidencia ha demostrado que, aunque muchas personas que


piensan en suicidio no acuden a instituciones formales de ayuda, si
buscan el apoyo por medio de fuentes informales dentro de sus redes
sociales como familiares y amigos (Michelmore & Hindley, 2012).

Con base al argumento anterior, es la formación de guardianes una


de las propuestas que atienen tal hecho puesto que se orientan
hacia la capacitación de la población y comunidades específicas
para el desarrollo de conocimientos, habilidades y estrategias que
ayuden a identificar, acompañar y referir, asi pues se ha demostrado
que este tipo de actividades incrementan el conocimiento
declarativo y percibido sobre suicidio, depresión y recursos
disponibles para personas en riesgo (Aseltine & DeMartino, 2004).

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¿Qué se entiende por conducta suicida?

Tal vez el punto más importante de este manual recae en la


correcta definición de la conducta suicida.

Tengamos en cuenta que para lograr intervenir o apoyar


en su prevención es altamente pertinente tener una idea
centrada y adecuada acerca del fenómeno con el que estamos
trabajando, libre de prejuicio, mitos o creencias que carezcan
de sustento; así como dejar de lado el uso de ciertos conceptos
que pueden llegar a ser contraproducentes y estigmatizantes.

Necesitamos comprender el suicidio inicialmente como una
conducta, es decir, como algo que los seres humanos hacemos
o podemos hacer, en otras palabras, desde una perspectiva
teórica, la conducta suicida es una respuesta dada ante un
malestar o dolor emocional sumamente elevado sin que sea
necesario presentar a la vez algún trastorno de la salud mental
para que este surja, así mismo, de acuerdo con Chiles et al. (2019
cómo se citó en Reyes & Strosahl, 2020) existen 3 elementos
que son fundamentales e incluso considerados componentes
básicos que predisponen el surgimiento de dicha condición:

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• La experimentación de estados emocionales que
representan malestar profundo, el cual las personas evalúan
como inaceptables y que se generan debido a situaciones que
se presentan en nuestro día a día a través de lo que vemos
o vivimos (eventos externos) o posiblemente debido a cosas
que pensamos, imaginamos o sentimos (eventos internos).
• La tendencia a evitar el dolor o malestar emocional
como una estrategia de resolución para los problemas, las
cuales se emplearán más y más seguido hacia la mayoría
de las condiciones problemáticas que se presenten.
• El incremento constante del riesgo suicida a mediano y largo
plazo debido al uso de estrategias para la resolución de problemas
que enfatizan en la evitación del malestar emocional, lo cual
predispone al uso de estrategias cada vez más intensas y extremas.

Con lo anteriormente planteado podremos comenzar a


comprender que la condición que aquí se trata va más allá del evento
que supone poner fin a la propia vida, refiriendo así a un explícito
cese de las funciones (dejar de sentir, pensar y comportarse), lo
cual encaja mayormente con la definición de suicidio como acción.

Así pues, la conducta suicida refiere a un conjunto de


eventos que llevan desde el pensar en la propia muerte
aunado a la experimentación de emociones desagradables
de manera intensa, el expresar intenciones de poner
fin a la vida y también el intentarlo (Silverman, 2006).

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La probabilidad de morir por suicidio.
Otro punto sumamente importante es el activar una percepción
de riesgo acerca de lo inmerso que estamos en la conducta suicida
a veces sin lograr identificarlo, así pues, cada persona se encuentra
en contacto y constante interacción con diversas situaciones
que al presentarse van de manera acumulativa incrementando
la probabilidad de que se experimenten estados emocionales
desagradables o que supongan un malestar profundo, pensamientos
acerca de su propia muerte o que se intente terminar con la propia
vida. Dicha probabilidad es conocida como riesgo suicida (OMS,
2014; Suicide Prevention Resource Center [SPRC] & Rodgers, 2011).

Así pues, identificar que probabilidad exacta tiene una persona


de terminar con su vida es sumamente complicado, sin
embargo, existen ciertos puntos de referencia que pueden ser
usados para identificar de manera general la gravedad de este
y los cuales manifiestan la necesidad de activar el apoyo social,
por ejemplo, la OMS (2000) propone la siguiente relación:

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• Riesgo bajo: la persona experimenta pensamientos de
muerte como “no tiene sentido seguir adelante” o incluso una
ideación suicida directa como “sería mejor terminar con mi vida”.
• Riesgo medio: la persona presenta ideación suicida, pero
también una planificación, sin embargo, esta no tiene una fecha
establecida o bien refiere a un lapso relativamente largo, pudiese
identificarse con expresiones como “un día me quitaré la vida”.
• Riesgo alto: las personas presentan ideación
suicida además de una planificación con un momento
de realización estipulado próximo e incluso inmediato.

*Nota: Si bien estas consideraciones de riesgo podrían ser


de utilidad para tener una aproximación hacia valorar el
riesgo, una evaluación por un profesional de la salud mental
será la que determine de manera exacta cuál es el nivel
de riesgo y las acciones para tomar según corresponda.

Así pues, uno de los puntos de mayor relevancia acerca de


esto es que cuando hablamos de que las personas tienen cierta
probabilidad de morir por suicidio, estas se encuentran aún con
vida y al detectarlo es posible brindar apoyo para solucionar
las condiciones que puedan motivar dichas expresiones,
generalmente este apoyo se encuentra centrado en incrementar
y facilitar la presencia de factores protectores, los cuales
representan un camino sumamente recomendable para alejar a
las personas cada vez más de la probabilidad de morir por suicidio.

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Como hablar acerca de la conducta suicida.
En el estudio científico tanto como en la prevención del
suicidio existe la necesidad de una regular la manera
en que se habla de la conducta suicida, ya que esto
podría conllevar diversos beneficios, por ejemplo, podría
incrementar directamente el conocimiento y la eficacia de las
intervenciones en la conducta suicida (Patrick et al., 1996).

El Center of Disease Control and Prevention (CDC, 2011)


menciona cierta terminología que se debería omitir por las
implicaciones que conlleva el emplear dichos términos, además
propone aquellos que serían apropiados en su uso, por ejemplo:

No debería mencionarse el suicidio consumado, por el hecho


de que hace alusión a que se ha logrado un resultado que
se deseaba; en su lugar el término recomendado es suicidio.

Otro de los términos que se debería omitir es el intento


fallido, ya que podría interpretarse como el fracaso al
intentar terminar con su vida; en su lugar se debería
utilizar intento suicida o violencia auto dirigida suicida.

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También agregan que se debe omitir el uso del término
para suicidio, ya que anteriormente se utilizaba para
referirse a la violencia auto dirigida; sin embargo,
ya se reemplazó por la violencia auto dirigida con o sin
intención de quitarse la vida; es decir, acciones que resultan
en un daño a la integridad o salud de quien las lleva a
cabo, esto con o sin la intención de poner fin a su vida.

Otro término es la suicidalidad, que se dejó de utilizar


ya que hacía referencia al mismo tiempo tanto a
pensamientos como a comportamientos suicidas; sin
embargo, al ser estos dos distintos se optó por separarlos
cada uno como pensamiento y comportamiento suicida.

También se menciona que se debe omitir mencionar


que cometió suicidio, ya que eso hace referencia a que
se cometió un crimen o que existe una patología; en su
lugar el término apropiado es que murió por suicidio.

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Mitos acerca del suicidio; cosas que necesitamos
dejar de creer.
De acuerdo con la OMS (2014) se plantea que existen una serie
de mitos en torno al suicidio y además de dejar en claro que no
son ciertos, se mencionan los hechos comprobables, por ejemplo:
Un mito dice que quienes hablan del suicidio no lo
realizaran realmente; la realidad es que estas personas
pudieran estar pidiendo ayuda hablando de ello.
Otro de los mitos menciona que la gran mayoría de los
suicidios suceden sin avisos previos, solo repentinamente; la
realidad es que la mayoría de las personas que terminan con
su vida muestran señales de alerta antes de que suceda esto.
Uno más de los mitos es que solo las personas que tienen
enfermedades mentales se suicidan; la realidad de esto es que,
si bien un trastorno mental puede ponerte en un mayor riesgo
suicida, no es una condición que lo determine en su totalidad.

El Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (2010)


también menciona algunos mitos o ideas erróneas en
torno al suicidio y las verdades de estos, por ejemplo:
Si se habla de suicidio solo se aumenta la probabilidad de
que las personas lleguen a suicidarse; la verdad es que
hablar de suicidio podría ser la única manera de prevenirlo.
Otro de los mitos es que las personas que intentan terminar con
su vida son valientes; la realidad es que nada tiene que ver la
valentía o cobardía con las personas que intentan terminar con
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su vida, son personas que están experimentando sufrimiento.
Cárdenas (2017) agrega algunos otros mitos acerca del suicidio,
por ejemplo:
Otro mito es que si una persona no tiene preparación
psicológica o médica para intervenir en la situación solo la
hará más grave; la realidad es que la prevención del suicidio es
tarea de todos y todas, incluso es muy bueno que se integren
amigos, familiares a brindar apoyo emocional a la persona.

Factores de riesgo ante el suicidio.


En México la población de jóvenes
y adolescentes tienen una mayor
probabilidad de morir por suicidio
o experimentar autolesiones
(Luna & Dávila, 2018) lo cual
podría deberse a la constante
experimentación y cercanía
con ciertas condiciones que
incrementan la vulnerabilidad de
una persona hacia la conducta
suicida, dichas condiciones
suelen denominarse factores
de riesgo (Corona et al., 2016).

Según la OMS (2014) pueden


identificarse factores de
riesgo en diversos niveles
del funcionamiento de las
sociedades y a su vez se les puede
agrupar de la siguiente manera.

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Factores de riesgo sociodemográficos:
• Ser hombre.
• Tener de 15 a 25 años.
• Dificultades para acceder a servicios de salud y recibir asistencia.
• Acceso a medios utilizables para el suicidio.
• Estilos inapropiados de comunicación sobre el suicidio en medios de comunicación como noticias,
periódicos, etc.
• Estigmatización de quienes buscan ayuda por comportamiento suicida.
• Experimentación de sucesos estresantes como ambientes de guerra o conflicto social y desastres
naturales.
• Aculturación (desplazamiento de indígenas u otras personas).
• Experimentación de discriminación.
• Aislamiento social (real o percibido).
• Experimentación de abusos, violencia o relaciones interpersonales conflictivas.
• Desventajas socioeconómicas.

Factores de riesgo a nivel psicológico:


• Intentos de suicidio previo.
• Padecimiento de algún trastorno psicológico.
• Consumo nocivo de alcohol u otras sustancias.
• Dolor crónico.
• Antecedentes familiares de suicidio.

Factores biológicos:
• Historial de enfermedades o padecimientos en la familia.
• Alteraciones en el funcionamiento del cerebro.

Factores de riesgo Individuales:


• Problemas financieros.
• Experimentar la muerte de un ser querido.
• Etapas críticas del desarrollo (adolescencia, vejez).
• Dolor físico crónico.
• Maltrato físico o emocional.
• El suicidio de conocidos o amigos.
• Intentos previos de suicidio.

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Factores de protección ante el suicidio.
Por su parte, los factores protectores también se encuentran en
múltiples niveles como sería el individual, familiar y de comunidad,
a su vez, estos suelen identificarse como diversas características que
disminuyen el riesgo de que una persona emita comportamientos
suicidas, desde la ideación hasta el acto y muchas veces se encuentran
como una contraparte de los factores de riesgo (SPRC, 2011).

Factores sociodemográficos:
• Acceso a servicios de salud integral, salud mental y atención efectiva.
• Integración social, es decir que el individuo participe e interactúe de manera activa en su comunidad.
• Relaciones saludables.
• Contar con sistemas de apoyo.

Factores psicológicos:
• Llevar a cabo un proceso psicoterapéutico.
• Habilidades para la solución de problemas y estrategias de afrontamiento.
• Capacidad de auto motivarse, autoestima positiva y sentido de autoeficacia percibida.
• Capacidad de buscar ayuda cuando surgen dificultades.
• Estrategias de regulación emocional.
• Comunicación asertiva.

Factores individuales:
• Establecer metas y proyectos de vida.
• Tener responsabilidades por otros.
• Percibir el control de nuestra vida.
• Actividades recreativas.

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Señales de alerta.
En ocasiones, antes de un suicidio o intento de este, aparecen señales
o conductas que hacen posible la detección del riesgo. Es importante
que conozcamos cuales son las señales, para entonces, ofrecer apoyo
y, por ende, minimizar el riesgo del intento o el suicidio. Por una
parte, Gary y Vázquez (2010) nos indican que estas señales de alerta
se presentan a través de manifestaciones verbales y no verbales, las
cuales también pueden ser directas e indirectas por parte del sujeto.

El Ministerio de Salud, Subsecretaría de Salud Púbica y la


División de Prevención y Control de Enfermedades (2019), nos
dicen que las señales directas son más evidentes e inmediatas
e indican que la persona puede estar pensando o planeando
un suicidio, o teniendo pensamientos recurrentes sobre
la muerte, algunos ejemplos pudieran ser los siguientes:

• Intenta acceder a armas de fuego, pastillas u otro medio letal.

• Planifica o prepara el suicidio, buscando un lugar o medio para


llevarlo a cabo.

• Realiza actos de despedida, como enviando cartas a familiares


o seres queridos o a través de mensajes por redes sociales

• Deja regalos o habla como si ya no fuera a estar más presente.

• Presenta conductas auto lesivas: cortes, quemaduras o rasguños


en partes del cuerpo como muñecas, muslos u otras (También
la persona puede experimentar accidentes de manera frecuente
e injustificada).

• Habla o escribe sobre su deseo de morir, herirse, matarse o


amenaza con herirse o matarse.

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Por su parte las señales indirectas son indicadores que representan
cambios menos evidentes en la conducta, estos pueden asociarse
a pensamientos o planes suicidas. Podrían ser ejemplo de esto:

• Alejamiento de la familia, amigos y red de apoyo social o la


experimentación constante y profunda de sentimientos de
soledad.
• La persona se aísla y deja de participar en actividades que
anteriormente eran recurrentes.

• Se presenta una disminución del rendimiento académico y de


sus habilidades para interactuar con los demás, lo cual
también puede reflejarse en su ambiente laboral.

• Se presenta un incremento en el consumo de alcohol o drogas.

• Se identifican cambios de carácter, ánimo o conducta, pudiendo


mostrarse inestable emocionalmente, muy inquieto o nervioso.

• Se experimenta un deterioro de la autoimagen, importante baja


en la autoestima, o descuido de sí mismo.
• Se presentan cambios en los hábitos de sueño o alimentación
sin encontrarse bajo ningún régimen.

Tenga en cuenta que la existencia de un número mayor de señales


de riesgo y/o de factores de riesgo es directamente proporcional
al aumento del riesgo suicida (Martínez, 2017) por lo cual, su
identificación representa una clara señal para activar el apoyo social.

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Pautas de comunicación y acercamiento.
El primer contacto con una persona con posible riesgo suicida es
muy importante. Si se maneja de la manera adecuada, puede
establecer una relación de ayuda efectiva y aumentar la receptividad
de la persona para tener la apertura de recibir ayuda (National Child
Traumatic Stress Network, 2006). Por eso diversos autores como
Percibale(2019) mencionan que es primordial una comunicación
y acercamiento que se base en el respeto, la comprensión y la
tolerancia.

Según la OMS (2012) escuchar es pieza clave para la adecuada


comunicación y definitivamente puede suponer una gran ayuda.
Sin embargo, es primordial no presionar, para que las personas nos
expresen por lo que están pasado. Algunas personas posiblemente
no quieran hablar sobre aquellos temas que les supongan un malestar
o dolor, pero aun así existe la posibilidad de que quienes reciben
dichas atenciones valoren la intención y el acto de permanecer a su
lado. Así pues, es importante darle lugar para reflexionar, en este
sentido, el mantenerse callado durante un momento puede dar a la
persona el espacio y el valor necesarios para expresarse.

Para comunicarse efectivamente, preste atención no sólo a sus


palabras sino también a su lenguaje corporal (expresiones faciales, el
contacto visual, los gestos y cómo se coloca usted junto a la persona,
ya sea sentado o de pie).

La persona que ejecute el primer contacto requiere desarrollar


actitudes que faciliten crear lazos psicológicos con la persona en
posible riesgo suicida, que pueda sentir confianza con él y mostrarse
con la disposición de ayudarle. Dentro de las actitudes que pueden
favorecer a esto según la OMS (2012) se mencionan las siguientes:

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• Actitud tranquila, con respeto, amable y cordial, pero firme.

• Evite ser crítico, juicioso y convertir lo que es un proceso de


ayuda en una llamada de atención hacia la persona.

• Actitud de escucha responsable, que permita que la persona en


posible riesgo se exprese hablando o llorando; sin intentar
evitarlo.
• Actitud de comprensión; para así lograr la aceptación de la
persona a través de la validación de sus emociones.

• No intente tranquilizar a la persona buscando convencer de


que está equivocada en su percepción, esto puede dar
entender lo contrario al punto anterior, mejor invierta su tiempo
en escuchar y validar.

• No intente modificar las conductas defensivas, es una condición


comprensible, con generalidad estas se presentan cuando las
personas se encuentran perturbadas.

• Autocontrol: el que ayuda debe controlar su propio


comportamiento, en términos generales, gozar de una capacidad
adecuada para regular sus emociones y conductas impulsivas o
para mantener la calma.

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Así como hay actitudes que favorecen a la comunicación,
hay otras que se aconseja evitar a toda costa, tales como:

• No aconsejar.

• No ponerse de ejemplo.

• No acentuar exageradamente los aspectos positivos. Frases


como “Podría haber sido peor” pueden ser erróneas.

• No minimizar lo que se nos comparte, la frase “No pasa nada”


nos sirve de ejemplo.

• No hacer bromas respecto a la situación, para algunas personas


esto puede ofensivo o contraproducente.
• No dramatizar; si la persona llora, hay que mantener la calma.

• No favorecer la actitud de culparse.

Además de lo ya mencionado, el contacto físico proporciona


un efecto inmediato de seguridad, se recomienda colocar la
mano en el hombro de la persona a quien escuchamos mientras
se expresa. No obstante, se debe proceder con reserva en
la cercanía, ya que hay personas o culturas a las que puede
resultarles incómodo o inadecuado un contacto excesivo.

Para terminar, es relevante actuar con calma ya que esta tiene un


efecto tranquilizador sobre las personas, incluso diversos autores
mencionan que la calma es casi tan contagiosa como el nerviosismo,
por lo cual es preciso hablar tranquilamente y en tono normal
(Rodríguez et al., 2006).

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Consideraciones sobre la cultura
El contacto físico que se considera adecuado puede variar de
persona a persona, y de cultura o grupo social, por ejemplo,
podemos experimentar inquietud por saber que tanto podemos
acercarnos a alguien, cuánto contacto visual establecer, o si tocar
o no a la persona, principalmente a alguien del sexo opuesto.

Así pues, a menos que se esté habituado con la cultura de la


persona, no se debe acercar mucho, hacer contacto visual
extenso o tocar. Se deberá estar pendiente de indicadores que
le comuniquen sobre la necesidad de establecer un espacio
personal o aquellas que manifiesten que puede acercarse.

Si usted acude a un sitio fuera de su propia comunidad para brindar


apoyo, será importante el familiarizarse con las pautas culturales
a través de los líderes comunitarios que mejor entiendan las
costumbres locales (National Child Traumatic Stress Network, 2000).

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Capítulo 2.
Modelo ESPERA; Hablemos del suicidio.
Es sumamente importante que antes de ahondar en
los pasos estratégicos que a este manual conciernen
visualices la profundidad y complejidad que anteriormente
hemos planteado referente al comportamiento suicida.

Es preciso que tengas en cuenta el interés por la vida de las personas


en riesgo ya que viven situaciones sumamente dolorosas las cuales no
han logrado solucionar y sobre todo, es necesario que clarifiques tu
realidad, ya que no eres un profesional de la salud y por ello las personas
en riesgo a quienes te acerques no serán tus pacientes y mucho menos
será tu obligación brindarles un tratamiento o curarles, sin embargo,
tu apoyo como compañero, amigo o simplemente como alguien a
quien le interesa la vida de las demás personas es de vital importancia
y a veces la única o última oportunidad de hacer algo al respecto.

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Atiende a tus emociones; si observas un posible riesgo suicida en
alguien, antes de establecer contacto identifica la manera en que
te sientes, es importante que te encuentres relajado en la mayor
medida posible, también analiza si anteriormente has estado
experimentando situaciones complejas que pudiesen tenerte
en un estado mayormente sensible que de costumbre, también
puedes apoyarte en las siguientes preguntas y si en su mayoría
las respuestas son afirmativas, adelante, continua con los pasos.

• ¿Me siento lo suficientemente tranquilo o relajado?


• ¿Me importa el bienestar de la persona con quien voy a hablar?
• ¿Me siento seguro de lo que voy a hacer?
• ¿Ya he contactado con algún
profesional que pueda asesorarme?

Comunícate con alguien más si has identificado a alguien con


posible riesgo suicida, pero respondiste con un NO a la mayoría
de preguntas anteriormente mencionadas o a pesar de responder
algunas afirmativamente no te percibes lo suficientemente seguro,
tomate un tiempo, recuerda que no estás obligado a realizar los
pasos y comunica esto con alguien que posea un cargo mayormente
significativo, es decir, familiares, amigos mayormente cercanos, algún
profesional, servicio de emergencia o maestro también podría apoyar.

Así pues, a través de los siguientes pasos que te mostraremos y


apoyaremos a cumplir los objetivos principales de la prevención de
la conducta suicida, los cuales son el identificar a las personas en
riesgo suicida, acompañarlos siendo una red de apoyo indispensable
y por último, el referirles, logrando así conducir a estas personas al
establecimiento especializado en brindarles atención profesional.

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El trasfondo que hemos querido plasmar en la creación de este
modelo recae justamente en la palabra ESPERA ya que estamos
convencidos de que si en lugar de juzgar, ignorar o dar cosas por
hecho, nos damos un poco de tiempo para hablar de lo que sentimos
y del suicidio, podemos encontrar motivos para seguir con vida.

Escucha.
La escucha es una acción natural y activa que supone la capacidad
de recibir, entender, interpretar y responder a los mensajes
(verbales y no verbales). Es un trabajo arduo y una compleja
operación psicológica, en la que muchas veces se puede llegar a
perder la concentración, debido a varios factores (Cova, 2012).

El mismo autor nos dice que es importante diferenciar que,


cuando se oye se perciben sonidos y cuando se escucha se les da
significado a dichos sonidos. Si no hay interpretación es imposible
la escucha. Es decir, que son dos procesos distintos, para escuchar
se necesita oír, pero para oír no es indispensable escuchar.

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Entonces, al pedirte que escuches, procuramos ir un poco más allá de
los oídos, pedimos que esto se haga empleando la mayor cantidad de
nuestros sentidos.

Prestando atención a casi toda situación, creando vínculos entre los


sonidos, los gestos, las posturas, las expresiones faciales e incluso
los silencios, esto para lograr la comprensión y poder llegar a la
interpretación, por ejemplo: podemos ver a alguien que anteriormente
se mostraba como una persona alegre presentando acciones que nos
hacen pensar que algo no está yendo bien en su día a día, además
de poder haberle oído decir que se encuentra cansado de la vida.

En ambos casos podemos interpretar una situación de conflicto


potencial (Austin, 2004 como se citó en Cova, 2012). La mayor
importancia referente a la escucha de acuerdo con Martínez (2017)
es que con esta escucha se busca que las personas reconozcan las
señales de alerta de suicidio y los factores de riesgo, así como los
de protección (Hangartner et al., 2019) sin olvidar clarificar que
realmente sean señales o factores de riesgo contextualizando las
situaciones como se menciona en el apartado de las señales de alerta.

Por último, es importante mencionar que este procedimiento de


escucha se hará procurando promover un ambiente de apoyo y
seguridad para todas las personas involucradas, estableciendo un
sitio adecuado para entablar una conversación de este tipo, la cual
puede encontrarse cargada de emociones diversas y con tiempos
no definidos, tenga en cuenta eliminar la mayor cantidad posible
de elementos que supongan un peligro o posible letalidad, por dar
un ejemplo: no entable conversaciones en balcones, cocinas o sitios
donde se encuentren objetos punzocortantes, ni en sitios concurridos
por automóviles como avenidas, etc. (Spiegelman & Werth, 2004).

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Siente.
Llegados a este punto, es posible que ya tengamos un vínculo de
amistad o compañerismo, es decir, algún grado de complicidad dada
por el interés en la integridad y bienestar con esta persona a la que se
ha identificado como posiblemente en riesgo, lo cual podrá facilitar el
procedimiento, sin embargo, antes de ello es posible que esta fuese
la primera vez que hablaríamos con esta persona, en ese caso, es
importante preguntarles su nombre y presentarnos, nuestra actitud
debe precisa ser empática, de respeto e interés, con calidez y afecto,
aproximándonos lentamente, permitiéndole llorar o enfadarse, si así
lo desea, es decir, incitando a la expresión.

Así pues, durante las conversaciones que se entablen es sumamente


relevante el emplear frases cortas (procure no hablar más que la
persona): es preciso invitar a la persona a expresarse desde su
emoción, así mismo es indispensable el validar sus emociones, para
ello podemos repetir parte de sus palabras: ¿eso es lo que crees?
¿qué pasó?, “te entiendo”.

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En la mayoría de los casos el dar discursos es irrelevante, uno de
los factores que conllevan mayor importancia recae en el poder
expresarle al otro la compañía que estamos brindando, aunque
esto sea permaneciendo en silencio en algunos momentos (Guerra
et al., 2010).

Así pues, al pedirte que


sientas hacemos referencia
al responder a su riesgo con
empatía (Kashay et al., 2020).
Entonces, el ser empático
significa experimentar un
sentimiento de identificación
con algo o alguien; dicho de otra
forma, es hacer uso de nuestra
capacidad para compartir los
sentimientos de los demás, si
alguien expresa un malestar,
poder imaginarnos en su
situación, llegando a validar
su sentir (Real Academia
Española, 2021). Con lo ya
mencionado, la empatía toma
clara relevancia al momento
de brindar apoyo emocional,
tanto en circunstancias
cotidianas como en contextos
de crisis, escuchando
atentamente, evitando hacer
juicios de valor, aceptando y
haciendo sentir al otro que
no está solo en su problema
(Pérez & García, 2008).

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Pregunta.
Tal vez una de las mayores dudas que surjan en ti sea ¿Qué vamos
a preguntar? y esto lleve consigo ciertas inquietudes, por ejemplo:
seguramente si le preguntamos acerca del suicidio le vamos a
incitar a que lo haga. Pero descuida, como anteriormente ya se
mencionó, esto es un mito, y a veces, la única manera de encontrar
una solución es hablar de lo que está pasando (OMS, 2014).

Pregunta sobre sus ideas (es sumamente importante saber si existe


una ideación suicida) por ejemplo: ¿Qué pasa?, ¿Qué sientes?, ¿Qué
piensas?, ¿Has pensado en hacerte daño?, ¿Anteriormente has
intentado suicidarte? (Servicios de Salud del Principado de Asturias,
2018).

Si contesta que sí a estas últimas preguntas, es recomendable


que sigas preguntando el cómo, cuándo, de qué manera, qué
piensa utilizar, en donde seria, ya que todo eso funciona para
medir la gravedad y entonces, derivarlo a un profesional de la
salud mental (Junta de Andalucía, 2013) todo esto de acuerdo a la
manera general de medir el riesgo que se presentó en el capítulo 1.
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Es importante también evaluar de forma general la situación y
asi buscar otras alternativas para solucionar el problema, por
ejemplo: hablar con la persona con la cual posiblemente haya un
conflicto, modificar estilos de relaciones intrapersonales, buscar
apoyo terapéutico, etcétera (Ministerio de sanidad, política social
e igualdad, 2012) todo esto es importante realizarlo posterior al
haber indagado que acciones ya ha llevado a cabo la persona para
buscar una solución, ya que de ahí partirá el acompañamiento, es
necesario evitar el promover actividades que anteriormente no han
representado una mejora.

Y, sobre todo, hazle saber a la persona que lo que siente es real,


recuerda que cada quien experimenta situaciones y emociones
de diferentes maneras, con diferentes sentimientos (Ministerio de
Salud, 2019).

En resumen:
• Atiende cualquier expresión que indique riesgo, es
decir, no des por hecho que las personas bromean o no
hablan en serio cuando mencionan el suicidio o algo similar.
• No tengas miedo al hablar del suicidio, es decir, pregunta
para que puedas clarificar: ¿Has pensado en el suicidio?,
¿Tienes algún día establecido para hacerlo o sabes cómo o
con qué?, entre más detallado esté el plan, más riesgo suicida
existirá, pero también el conocerlo con el mayor detalle posible
permitirá brindar toda esta información al momento de referir.
• Valida el
sufrimiento, es decir, comprende que
lo que es doloroso para otros puede no serlo
para nosotros y que aun así sigue siendo importante.

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Esperanza.
La esperanza va relacionada con una creencia, motivación o
confianza de que alguna situación pueda cambiar al realizar
algunas acciones, sin embargo, es común encontrar que las
personas en riesgo de suicidio consideran que a pesar de esforzarse
no lograran que las cosas sean diferentes (Morales, 2018).

Por lo tanto, es indispensable apoyar a quienes se encuentran en riesgo


a recobrar la esperanza y más allá, coadyuvar a que identifiquen que
lo que hacen o dejan de hacer repercute en su vida diaria y en las cosas
que suceden, esto generalmente se lleva a cabo proporcionándoles
elementos que la persona pueda controlar, es decir, situaciones
en que tome decisiones propias, pero que en primera instancia le
lleven casi de manera rotunda a alcanzar objetivos aunque sean
pequeños y con esto disminuir la percepción de controlabilidad
como si solo fuésemos una hoja que es arrastrada por el viento.

Por ejemplo: a una persona en riesgo se le invita a decidir si expresa


sus emociones o no, así mismo en cuanto al recibimiento de atención
profesional ¿Te gustaría ir a con un especialista de la salud Mental?
¿Conoces a alguno? ¿Te gustaría ir a algún lugar; parque o cine?

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¿Qué quieres hacer; comer o caminar? etc. (Carmona et al., 2015).

Así mismo, es necesario dedicar más tiempo para escuchar que para
hablar, la escucha activa, autentica y reflexiva es muy importante,
ya que con ella podremos reconocer comentarios positivos y, por
ende, apoyarlo desde esas situaciones. Por ejemplo, quizá la persona
menciona “Mi mascota se quedaría sola si algo me pasa”, entonces, es
importante apoyar desde ese comentario, remarcando la importancia
que tiene su presencia en la experiencia de otras personas, situaciones
o seres vivos. Toda verbalización positiva es importante en el momento
(Jiménez, 2016.

Y como hemos mencionado, hay que respetar emociones y


sentimientos de la otra persona, comprender por lo que está pasando .

En resumen:
• Facilita elementos de control.
• Dedica más tiempo para escuchar que para hablar.
• Reconoce todo esfuerzo y características positivas.
• No minimices sus emociones.

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Refiere.
Como hemos hablado en este manual, tú puedes apoyar en la prevención
del suicidio acercándote a personas con riesgo; sin embargo, no por
eso te conviertes en un profesional de la salud. Es importante apoyar a
tu conocido o a la persona en riesgo a llegar a establecimientos donde
pueda recibir atención por parte de un psicólogo o psiquiatra para
manejar de manera profesional y mayormente eficaz su situación, lo
cual conlleva mayores probabilidades de llegar a una solución.

Lo óptimo sería derivar a un centro de urgencia, hospital psiquiátrico


o consultorio psicoterapéutico para que se realice el diagnóstico
pertinente y se comience con el tratamiento necesario (Álamo et al.,
2015).

Igualmente, antes de referir, es necesario haber comprendido


los puntos anteriores del modelo ESPERA para tomar en
cuenta ciertos aspectos que harán el proceso más eficiente,
como: mantenerse calmado, atento, empático y solidario;
así como evitar dar sermones que condenen el suicidio.
Los autores Araya y Vargas (2019) nos dicen que podemos
guiar la tarea de los Guardianes con las personas en riesgo
al momento de referir, siguiendo la siguiente serie de pasos:

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• Identificar que además de la ayuda que nosotros (guardianes
sumamos, también es requerida la ayuda de familiares,
profesionales de la salud, etc.
• Mencionar que la información brindada a estas redes de apoyo
solo será relacionada y abordada desde el riego suicida y la
necesidad de atención psicológica, censurando información
aledaña que pueda ser sensible, por ejemplo: un joven que se
percibe rechazado por su familia debido a sus preferencias
sexuales y ante esto contempla la posibilidad de morir por
suicidio como una alternativa. En dicho caso lo que se aborda
con la familia es la existencia del riesgo y la necesidad de
atención, más no la condición personal del joven.

• Informar acerca de la posibilidad de reducir el malestar, esto


también dado como un beneficio de asistir a un proceso
terapéutico; se puede indagar en testimonios o incluso algo de
información derivada de investigaciones científicas que los
mismos profesionales de la salud pueden brindar.

La tarea de referir no concluye


una vez se alienta, sugiere y
notifica a la persona en riesgo,
ni siquiera cuando ya se cuenta
con opciones de instituciones o
sitios donde recibir atención, el
punto importante a partir de ese
momento recae en cerciorarse
de que existe personal
capacitado para dar atención
psicológica o soporte social
ante el comportamiento suicida
en dichos establecimientos.

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En una segunda parte, el trabajo del guardián continua, pero
ahora de manera indirecta justo después del primer abordaje:

• Se debe notificar lo antes posible a los familiares en el caso


de que exista un caso de alto riesgo suicida. Y en el caso de
estar en una institución: informar al departamento
correspondiente o autoridades administrativas competentes.
Esto con el objetivo de llevar el seguimiento a otros contextos y
aumentar el resguardo de la persona en riesgo.

• En el contacto con los familiares, se explicará la situación de


riesgo que se detectó y la necesidad de que sea atendido por un
profesional de la salud, por ejemplo: el otro día mientras
platicaba con Alejandro menciono que tenía tiempo pensando
que no valía la pena seguir vivo y que ojala pronto pudiese
ponerle fin a su sufrimiento, por esto considero que esimportante
poder acercarle a recibir atención por parte de un profesionista,
ya que estas pueden ser señalas de que posiblemente pronto
intente un suicidio.

• De ser solicitado, brindar apoyo individual o institucional para


contactar un personal profesional y capacitado.

• Por último, es necesario que los Guardianes registren su


participación en el proceso de referir a las personas con riesgo.

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La labor de los guardines en el proceso de referir es
muy importante y podría ser el aspecto medular para
que haya una intervención adecuada del riesgo suicida.
Algunas de las recomendaciones que puedes tener son:

1. Alejar a las personas en riesgo suicida de medios letales,


así como protegerlos y resguardarlos.
2. En el caso de que haya renuencia para reacoplarse, se
recomienda resguardar a la persona mientras se coordina
con su red de apoyo cercana o de confianza una
extracción del lugar, además de buscar lo antes posible
atención profesional.
3. Cuando el riego suicida parece inaplazable, es apremiante
ingresar a la persona en cuestión a los servicios de
urgencias más cernos y paralelamente informar a los
familiares.

Para eficientizar el proceso de Referir, podemos conseguir


información sobre los sitios y servicios locales en los
que se pueda atender de manera adecuada la situación.

No está de más tener a disposición una lista de profesionales


de salud, números telefónicos, direcciones, horarios de
atención y costo de los servicios. Con el objetivo de brindar
practicidad al momento de ayudar a personas en riesgo de
suicidio. Es recomendable contar con diferentes opciones,
anticipando la indisponibilidad de algún servicio (Jiménez, 2016).

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Acompaña.
Además de la destacada ayuda y auxilio que proporcionan los
guardianes, la labor de acompañar a las personas con riesgo
suicida es una tarea humanitaria que proporciona un contacto
afectivo cálido, consuelo y comprensión (De la Torre, 2013)
lo que asegura la transición entre los contactos de apoyo, el
acceso a servicios de atención y el seguimiento en continuidad.

Cuando acompañamos a una persona con riesgo suicida es


fundamental conocer y aplicar los pasos anteriores que han sido
revisados en este manual, la desmitificación sobre el suicidio, la
identificación de los factores de riesgo y factores protectores, el
escuchar de manera empática, evitando emitir juicios, sentir lo que
la otra persona experimenta y solidarizarnos con ella, preguntar
de manera cuidadosa y cautelosa; preferentemente siguiendo un
protocolo, recordando que esto no desencadenará un intento suicida,
al contrario conversar sobre lo que las personas con riesgo piensan
y sienten comúnmente produce una sensación de alivio y reducción
de la ansiedad, lo que es un punto de partida en el acompañamiento
(Korinferld, 2016).
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De igual forma seguir dando esperanza a la persona en riesgo,
permitiéndole sutiles maneras en que pueda tener el control de su
situación que motiven una actitud hacia el cambio y referir hacia
una atención profesional y capacitada que pueda ayudar de manera
efectiva a reducir el riesgo suicida. Durante y después de estos
pasos, es requerida la labor de acompañar, ser un apoyo firme y de
impacto en la prevención del suicidio por parte de los Guardianes.

¿Cuándo iniciar un acompañamiento?:


Desde el momento en que se aparecen o se intuyen
pensamientos suicidas, o se detecta una señal de alerta, es un
buen momento para comenzar nuestra labor como guardianes.

Es necesario hacer notar a esas personas que no están solas


y es por ello la razón de acompañarlas. Se debe impedir
que tengan en secreto sus pensamientos e ideas suicidas.

Pag. 40
Recomendaciones al acompañar
a una persona en riesgo suicida:
• Evaluar la situación como imperante.
• Hablar de forma clara y permisiva sobre el suicidio.

Expresar preocupación genuina sobre la situación de manera
tranquila.
• Disponer más tiempo a escuchar que hablar.
• Validar sus emociones sin emitir juicios.
• Involucrar a personas allegadas y significativas.
• Explicar las alternativas que pueden poner en práctica ante la
situación, como asistir a atención psicológica.
• De ser posible, permanecer constante e intermitentemente con
la persona.
• Mantener una línea de contacto directa con la persona enriesgo,
en la que pueda contactarnos ante una crisis o intento suicida.
• Planificar actividades culturales, sociales, físicas o de ocio en
conjunto y en solitario que la persona disfrute.

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¿Qué debemos evitar
al momento de acompañar?
• Cuestionar la pertinencia y ética del suicidio.
• Dar sermones que impongan el valor de la vida.
• Desafiar a la persona a que lo haga.
• Denotar preocupación excesiva o espanto.
• Prometer confidencialidad.
• Dar consejos fáciles (“Échale ganas”).
• Dejar sola a la persona en crisis.
• Hostigar a la persona con excesiva presencia y control (Rueda,
2010; Ministerio de Sanidad, Política social e Igualdad, 2020).

En resumen:
• Se una red de apoyo.
• Da seguimiento al tratamiento.
• Acompaña a lugares de esparcimiento.
• Evita ser persecutorio.

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Para este punto, si dentro de tu escenario cotidiano pudiste identificar
a una persona con riesgo suicida, generaste un acercamiento para
preguntar y acompañar de manera genuina y sin juzgar, y a su
vez referir a un servicio profesional, habrás logrado concretar los
objetivos generales del modelo ESPERA, recuerda que la importancia
de los guardianes radica que en el escenario natural ya sea tu casa,
vecindario, escuela, trabajo o comunidad, proveer esta ayuda significa
coadyuvar en la prevención del suicidio, es dar la oportunidad de
ser escuchada una voz que quizá pedía auxilio pero no lograba ser
identificada, tu labor es un eslabón indispensable en el quehacer que
como ciudadanos en general podemos aportar hacia este problema
de salud pública mundial.

No queda más que agradecerte que nos acompañes en esta lucha,


tejiendo esta red de apoyo social cada vez más grande, no dudamos
que ahora este conocimiento no solo quede contigo, sino que lo
repliquemos con nuestras redes cercanas y poco a poco poder ir
impactando a un escenario mayor.

A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar,
pero el mar seria menos si le faltara esa gota.

- Madre Teresa de Calcuta

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