EXPLORANDO LA EXPERIENCIA SUBJETIVA DEL INFANTE: UN ROL CENTRAL PARA EL
SENTIDO DEL SÍ MISMO (STERN)
¿Cómo se experimentan los infantes a sí mismos y como experimentan a otros? ¿Existe un sí mismo o un otro? ¿Cómo experimentan los hechos sociales de estar con otros? ¿Qué es lo que piensan y sienten? Una meta es extraer algunas inferencias sobre la vida subjetiva del infante a partir de datos observacionales. Estudios del desarrollo: se abocan a la investigación observacional y experimental. Optan por no dar saltos inferenciales sobre la naturaleza de la experiencia subjetiva. Su énfasis en los fenómenos objetivos está en línea con la tendencia fenomenológica que prevalece en la psiquiatría, pero pone severos límites a lo que puede abarcarse como realidad clínica: solo sucesos objetivos. Psicoanalistas: al construir sus teorías del desarrollo extraen inferencias sobre la naturaleza subjetiva de las experiencias del infante. Esto ha representado un riesgo. ¿Dónde podemos empezar a inventar la experiencia subjetiva que tiene el infante de su propia vida social? comenzar ubicando el sentido del sí mismo en el centro de la indagación. Instintivamente procesamos nuestras experiencias de un modo tal que parecen pertenecer a algún tipo de organización subjetiva única, que comúnmente denominamos sentido del sí mismo. El modo en el que nos experimentamos en relación a los otros, proporciona una perspectiva organizadora, básica para todos los acontecimientos interpersonales. Son muchas las razones para asignar al sentido del sí mismo una posición central: En formas pre-verbales pueden existir varios sentidos del sí mismo: Se puede observar un sentido del sí mismo, después de que se hacen presentes el lenguaje y la percatación auto reflexiva. Un interrogante es el de si existe algún sentido pre-verbal del sí mismo antes de ese momento. Hay tres posibilidades: 1. El lenguaje y la autorreflexión podrían actuar revelando sentidos del sí mismo que ya existían en el infante pre- verbal: poniéndolos de manifiesto en cuanto el niño puede proporcionar un relato introspectivo de sus experiencias interiores. Como alternativas, el lenguaje y la autorreflexión podrían transformar o incluso crear sentidos del sí mismo que solo verían la luz en el momento mismo en que se convierten en tema de la autorreflexión. Nuestra postura es que algunos sentidos del sí mismo existen desde antes (ser agente, cohesión física, continuidad, tener intenciones). La autorreflexión y el lenguaje operan sobre esos sentidos pre-verbales existenciales, del sí mismo y así, revelan su existencia en curso y los transforman en experiencias nuevas. Por sentido se entiende una simple percatación (no autorreflexiva). Estamos hablando en el nivel de la experiencia directa por sí mismo, se entiende un patrón constante de la percatación que aparece solo con las acciones o procesos mentales del infante. 2. Comprender el desarrollo interpersonal normal: interesan los sentidos del sí mismo esenciales para las interacciones cotidianas. Lo central son los sentidos que si son severamente dañados, quiebran el funcionamiento social normal: Estos sentidos del sí mismo establecen los cimientos de la experiencia subjetiva del desarrollo social normal y anormal. El sentido de agencia: sin él, puede haber parálisis, sensación de enajenamiento de la propia acción, experiencia de pérdida de control de los agentes externos. Sentido de cohesión física: sin el cual puede haber fragmentación de la experiencia corporal, despersonalización, desrealizacion. Sentido de continuidad: cuya ausencia origina disociación temporal, estados de fuga, amnesias, no seguir siendo. Sentido de afectividad: su falta da lugar a anhedonia, estados disociados. Sentido de un sí mismo subjetivo que puede lograr intersubjetividad con otro: si no existe hay soledad cósmica o transparencia psíquica. Sentido de crear organización: puede haber caos psíquico. Sentido de transmitir significado: necesario para que no haya exclusión de la cultura. 3. Armoniza con una intensa impresión clínica acerca de los procesos del desarrollo: El desarrollo se produce a saltos. En los periodos que van desde los 2- 3 o de los 9- 12 meses, hay saltos cuánticos. En cada uno de esos cambios los infantes dan una fuerte impresión de que también se han producido cambios en su experiencia subjetiva del sí mismo y del otro. Cualquier cambio del infante puede producirse parcialmente en virtud de la interpretación diferente del adulto y de su conducta consecuente. Diferentes sentidos del sí mismo que parecen emerger cuando la maduración de las aptitudes hace posible las nuevas perspectivas subjetivas organizadores del sí mismo y del otro. Los infantes empiezan a experimentar desde el nacimiento. Están pre- constituidos para darse cuenta de los procesos de autoorganizacion. Las experiencias subjetivas de unión con otro solo pueden producirse cuando existe un sentido del sí mismo nuclear y de otro nuclear. Por lo tanto, estas experiencias se consideran el resultado exitoso de la organización activa de la experiencia de estar uno mismo con otro. El periodo que se extiende de los 9 a 18 meses, está consagrado a la búsqueda y creación de la unión intersubjetiva con el otro. Este proceso envuelve el aprendizaje de que la propia vida subjetiva puede compartirse con otro. De modo que si bien, en ciertos dominios de la experiencia del sí mismo, puede avanzar la separación, al mismo tiempo, en otros dominios de esa experiencia pueden surgir nuevas formas de estar con otro. El sentido del sí mismo, sirve como perspectiva subjetiva primaria que organiza la experiencia social y en consecuencia pasa al centro del escenario como el fenómeno que domina el desarrollo social temprano. Se considera que en los infantes es muy activa la vida de la memoria y la fantasía, pero que les interesan los hechos que suceden realmente. De modo que el infante es visto como un excelente verificador de la realidad, en este estadio, la realidad nunca es distorsionada por razones defensivas. Además, muchos de los fenómenos que según la teoría psicoanalítica desempeñan un papel crucial en el desarrollo temprano, tales como las delusiones de coalescencia o fusión, no son aplicables al periodo de la infancia, sino que solo son concebibles cuando está emergiendo la capacidad de simbolización. Las teorías heurísticas académicas que abordan el periodo de la infancia no asignan una importancia adecuada a la experiencia social subjetiva. Finalmente una de las principales implicaciones clínicas de la hipótesis de trabajo es que las reconstrucciones clínicas del pasado de un paciente pueden sacar el mayor partido de la teoría del desarrollo si la utilizan para ayudar a ubicar el origen de la patología en uno de los dominios de la experiencia del sí mismo.