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IES PLAYAMAR 1
El siglo XVIII comienza en España con una nueva dinastía, los Borbones, quienes
introducen transformaciones en la organización política de España, pero manteniendo el sistema del
Antiguo Régimen. Las reformas implicaron la aparición de un Estado Unitario con una fuerte
centralización administrativa y las bases fundamentales de la Monarquía Absoluta que, ante la
expansión de las ideas ilustradas, se convierte en Despotismo Ilustrado con Carlos III. Fue un siglo
de expansión económica y auge comercial con el desarrollo de la artesanía y la reorganización de
las colonias americanas. En las relaciones exteriores se pasa a una vinculación con Francia debido a
los lazos dinásticos reafirmados con los Pactos de Familia y a un estado de permanente rivalidad
con Inglaterra.
En España, desde los Reyes Católicos se había mantenido una monarquía autoritaria que
paulatinamente había ido adquiriendo más poder. A la muerte de Carlos II en 1700, es proclamado
rey Felipe de Anjou, iniciándose una guerra dinástica entre Borbones y Habsburgos que terminaría
con el reconocimiento internacional como rey de España de Felipe V, quien establece la
monarquía absoluta a imitación de la monarquía francesa.
a) La Guerra de Sucesión.
Carlos II, último rey de la casa de Austria, al no tener descendencia, dejó el trono de España
a Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia. Ante la posibilidad de una unión dinástica
entre España y Francia, se formó una Gran Alianza formada por Inglaterra, Holanda, Portugal,
Saboya y Austria que defendía la candidatura del archiduque Carlos de Austria al trono de
España.
En 1711, el archiduque Carlos, tras morir su hermano, fue nombrado heredero al Imperio
Austriaco por lo que podría restablecerse el imperio universal del Carlos V. Así pues, entre 1713 y
1714 se firmaron los tratados de Utrecht y Rastadt, en los que Felipe de Anjou, desde entonces
Felipe V, fue reconocido como Rey de España, a cambio de que Inglaterra se quedara con Gibraltar
y Menorca y con el permiso de comerciar una vez al año con América, y Austria se quedara con
Flandes y las últimas posesiones españolas en Italia (Milán, Nápoles y Cerdeña). A Saboya se le
adjudicó Sicilia.
A lo largo del siglo XVIII, la política exterior española estuvo marcada por las
consecuencias de la “Guerra de Sucesión”. Por lo tanto, esta política se centró durante los
reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III en la recuperación de los territorios perdidos tras la
guerra y en la búsqueda de alianzas políticas y militares en contra de Inglaterra, cuya armada
amenazaba constantemente las colonias españolas en América.
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• 1734. Felipe V firmaba el “Primer Pacto de Familia” con Francia. España apoyó los
intereses franceses en la “guerra de sucesión polaca” con lo que recuperaba los reinos de
Nápoles y Sicilia.
• 1743. Por el “Segundo Pacto de Familia”, Felipe V se alineó con Francia en contra de
Inglaterra y Austria, aunque no recibió compensación territorial alguna.
• 1761. Carlos III firmaba el “Tercer Pacto de Familia” y participaba en la “Guerra de los
Siete Años” (1756-1763) en contra de Inglaterra por lo que obtenía compensaciones
territoriales en Norteamérica (como por ejemplo la Luisiana, pero a costa de perder
Florida).
• En la siguiente década, España participa en la “Guerra de la independencia de los Estados
Unidos” (1775-1783) en contra de Inglaterra. Por el tratado de Versalles de 1783, España
recuperaba la isla de Menorca, obtenía el dominio de la península de Florida y de algunos
territorios en Centroamérica (Honduras, por ejemplo), pero fracasaba en su intento de
reconquistar Gibraltar.
3. LA ILUSTRACIÓN EN ENPAÑA.
Las dos grandes consignas de este siglo XVIII (aunque más bien fue la segunda mitad aquí en
España), fueron el progreso y la felicidad popular, entendida esta en el sentido de nuestro
bienestar social.
El despotismo ilustrado.
La filosofía que inspiraba el despotismo ilustrado quedaba sumida en la frase: “todo para el
pueblo, pero sin el pueblo”.
Uno de los mejores representantes de este nuevo ideal en Europa fue Carlos III. El rey se
rodeó de consejeros reformistas (conde de Aranda, conde Floridablanca y Campomanes). Inició una
gran reforma de Madrid: se empedraron calles, se instaló alumbrado, se construyeron paseos
monumentales, etc.
Las principales vías de difusión de estas nuevas ideas, fueron las siguientes:
- Las Academias: Felipe V fue el primero en dar una protección oficial a las tertulias y
reuniones de particulares que trataban temas de diferente índole. Las llamó Academias
Reales. Así se fundaron la Real Academia Española de la Lengua, la Real Academia
Española de la Historia y la posterior Real Academia de Bellas Artes, creada ya con
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Fernando VI.
- Las Sociedades Económicas de Amigos del País: El origen está en un joven vasco que
organizó una tertulia en su casa sobre matemáticas, física, historia y otros temas de
actualidad. Al solicitar licencia, la Corona se la concedió, naciendo así, en 1765, la
Sociedad Bascongada de Amigos del País. El objetivo era fomentar en la región, por
diversos medios (clases, talleres, publicación de libros y revistas, premios a las mejores
innovaciones…), la agricultura, la industria, el comercio, las artes y las ciencias.
- La prensa periódica: no era una prensa de actualidad política, sino científica, literaria o
filosófica; por lo que su público pertenecía principalmente a la nobleza o al clero, aunque
también a la alta burguesía de buena posición económica y alto nivel cultural.
Durante el siglo XVIII se sucedieron los reinados de Felipe V (1700-1746), interrumpido por el
breve reinado de su hijo Luis I (1724), seguido de sus otros dos hijos, Fernando VI (1746-1759),
Carlos III (1759-1788) y el hijo de éste, Carlos IV (1788-1808).
En este sentido de centralismo, entre 1707 y 1716, Felipe V, el primer rey de la dinastía de
los Borbones, aprobó los llamados “Decretos de Nueva Planta” con lo que para lograr la
uniformización legal y económica del reino se permitía la supresión de los privilegios políticos que
gozaban el reino de Aragón, incluida Valencia (1707), Mallorca (1715), y el condado de Cataluña
(1716).
La medida, llevada a cabo en represión al apoyo prestado por estos territorios al archiduque
Carlos de Austria durante la “guerra de Sucesión” (recuérdese, que en 1713 Cataluña declaraba la
guerra a Felipe V), imponía la legislación, la lengua y el sistema tributario castellanos. Únicamente
en Navarra y en el País Vasco persistieron las antiguas instituciones “forales” dada su fidelidad a la
causa borbónica. De esta forma, se consiguió la monarquía unitaria a la que había aspirado el conde
duque de Olivares en el siglo anterior.
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estaba en la provincia, dirigida por los Intendentes, verdaderos brazos ejecutivos del gobierno
central, encargados de todos los aspectos económicos y sociales, como recaudación de impuestos,
elaboración del catastro, obras públicas, orden social, sanidad, etc. Había un intendente en cada
provincia; el número de provincias se modificó varias veces.
c) Reforma de la Hacienda:
Una de las preocupaciones fundamentales era la reforma de la Hacienda para acabar con el
déficit público e imponer una reforma fiscal con un impuesto único que afectara por igual a todas
las clases sociales. Hasta ahora el Estado no recaudaba directamente los impuestos, sino que dejaba
el cobro en manos de particulares que anticipaban el pago a la Hacienda Real y luego ellos
aumentaban la presión fiscal al contribuyente para obtener beneficios. La reforma total no se
consiguió, pero todos los monarcas y sus ministros trabajaron en la misma línea: centralización y
simplificación en la recaudación de impuestos.
FELIPE V (1700-1746) impuso la obligación a todos los territorios de contribuir por igual
a mantener el Estado e intentó centralizar la recaudación de impuestos para aumentar los ingresos
del Estado. El impuesto único no se consiguió ante la negativa de los nobles a perder los privilegios.
CARLOS III (1759-1788), ante el problema del endeudamiento inició la Emisión de los
Vales Reales. Eran certificados de Deuda pública a un interés fijo anual (4%), que podían ser
conservados hasta la devolución de su importe o utilizados como medio de pago, como si se tratase
de dinero auténtico. lo que lo asemeja a un papel moneda. Además, creó el Banco Nacional de San
Carlos, con capacidad para emitir billetes, controlar los gastos del ejército y negociar las
exportaciones de Metales preciosos, y también la Lotería Nacional que reportó y reportaría en el
futuro grandes beneficios económicos a la Hacienda
d) Reformas educativas.
Se potenció el estudio de las ciencias y de las técnicas para lograr el progreso del país,
especialmente en el terreno industrial y militar. Se ejerció un mayor control del Estado sobre las
universidades reformando los planes de estudios con el fin de disminuir el poder de la Iglesia en
materia educativa. También, en las últimas cuatro décadas del siglo XVIII, una asombrosa cantidad
de expediciones científicas recorrieron el imperio español. Expediciones botánicas partieron hacia
América reuniendo un completo muestrario de la flora americana. Por último, se crearon centros de
investigación y de perfeccionamiento profesional como, por ejemplo, las Reales Academias
(Lengua, Medicina, Historia, Farmacia, Jurisprudencia, Bellas Artes…), las Academias Militares,
la Biblioteca Nacional, los Museos de Historia Natural, y centros de estudio como los Observatorios
Astronómicos (Madrid y Cádiz) y los Jardines Botánicos (Madrid y Tenerife).
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Ante las quejas de los campesinos por la falta de tierras, la baja productividad de los suelos
y por la subida de los precios del trigo provocado por las malas cosechas y los robos, el descontento
popular fue aumentando. En ese contexto, el ministro italiano de Carlos III, marqués de Esquilache,
decidió renovar la prohibición del uso de la capa larga y el sombrero de ala ancha, ya que permitían
esconder armas y ocultar los rostros, facilitando la delincuencia. Esta prohibición fue el detonante
del conocido como motín de Esquilache (1766) que acabó extendiéndose por todo el país, pero con
reivindicaciones diferentes en cada lugar, aunque todas tenían como base la subida del precio de los
alimentos.
Se realizaron numerosos proyectos e informes como el “Expediente de la Ley Agraria”
de Olavide en 1771, el “Memorial para una Ley Agraria” de Campomanes en 1784 y el “Informe
sobre la Ley Agraria” de Jovellanos en 1794 con el propósito de aumentar el número de pequeños
propietarios y de suprimir los privilegios de la Mesta. Todos coincidían en que el mayor problema
de la agricultura española era la gran cantidad de tierras amortizadas que existían. Sin embargo,
estos intentos, claramente insuficientes, no fueron más allá debido a la oposición de los grandes
propietarios, por lo que la estructura de la propiedad agrícola apenas se modificó.
Por otro lado, siguiendo el ideal ilustrado de favorecer la existencia de pequeños
propietarios, se nombró a Pablo de Olavide en 1767 intendente de Andalucía para realizar una
política poblacionista con el fin de crear nuevas poblaciones agrarias en territorios despoblados de
Sierra Morena como La Carolina, La Carlota o La Luisiana. Seis mil colonos europeos (alemanes y
flamencos cristianos) se asentaron en estas tierras tanto para repoblar zonas vacías, como para
acabar con el bandolerismo de la zona y hacer más segura la ruta entre la Meseta y Andalucía.
El comercio interior era muy escaso por las malas comunicaciones existentes, pero en el
XVIII mejoró un poco respecto a siglos anteriores gracias a la modernización de los medios de
transporte y la creación de un modelo radial de carreteras de unos 1.200 kilómetros y, desde 1714, a
la supresión de las aduanas interiores entre los antiguos reinos.
El comercio exterior, por otra parte, experimentó igualmente una importante recuperación
con respecto al siglo XVII. Las relaciones comerciales continuaban dirigiéndose hacia América en
virtud del sistema monopolista, principalmente desde Cádiz. La ciudad andaluza sustituyó a Sevilla
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en 1717 como centro comercial con América, por lo que tuvo que hacer frente a numerosos
bloqueos durante los enfrentamientos militares contra Inglaterra. El monopolio español en América
consistía en que las colonias proporcionaban a la metrópoli materias primas baratas y abundantes, y
metales preciosos para financiar la administración, a la vez que servía como mercado donde vender
los productos españoles. Sin embargo, la incapacidad de la economía española de ofertar productos
competitivos y suficientes provocaba el desabastecimiento de la población americana.
g) Reformas religiosas.
Se llevó a cabo una política “regalista” o de afirmación del poder real frente a la Iglesia con
una serie de medidas como la aprobación de la expulsión de los jesuitas del territorio español en
1767 debido a la oposición de esta orden religiosa a las reformas religiosas y a su excesivo poder en
la enseñanza, sobre los campesinos y en la evangelización de los indios. Además, consideraron que
su obediencia al Papado suponía tener un peligroso enemigo dentro del Estado. En relación a esto,
Carlos III dijo: "Dicen que no son mis vasallos, sino de su General y del Papa, pues allá se los
mando"
Por último, se aprobó la reducción del poder del tribunal de la Santa Inquisición. Los
orígenes de este enfrentamiento entre la Corona y la Santa Sede pueden buscarse, entre otros
factores, en el apoyo que el Vaticano prestó al archiduque Carlos de Austria durante la Guerra de
Sucesión en contra de los intereses de los Borbones.
Como hemos visto, desde el siglo XV España ha sido regida por una Monarquía
autoritaria en la que se habían respetado los fueros o privilegios de los distintos reinos que habían
ido configurándose durante la Edad Media. La Monarquía absoluta del siglo XVIII consiste en
que el rey reúne en su persona todo el poder de la nación y el resto de las instituciones están
jerárquicamente por debajo de él.
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a) La situación económica.
Con respecto a las manufacturas, seguía predominando el pequeño taller artesanal de baja
rentabilidad con los gremios controlando la producción, los precios y la calidad de los productos.
A partir del estudio de los censos de población realizados a lo largo del siglo XVIII, se
constata, aunque con las matizaciones propias de las imperfecciones de estos censos, un lento, pero
constante, aumento de la población a lo largo del siglo XVIII, a diferencia del estancamiento de
la población durante los siglos anteriores.
Este escaso incremento demográfico fue debido, entre otros factores, al descenso de la
mortalidad (situada a principios de siglo en torno al 38 ‰) gracias a un mayor control higiénico y
sanitario, a la disminución de las epidemias (especialmente, de fiebre amarilla, peste, tifus y
paludismo) y de las guerras, así como a la reducción de la emigración a América (pese a que la cifra
de emigrantes continuaba siendo alta, oscilando en torno a los 14.000 anuales). En 1710 la
población española apenas superaba los 8 millones de habitantes, mientras que en 1790 alcanzaba
casi los 11 millones.
A tenor de estos datos, España, pese a la mejoría experimentada con respecto al siglo XVII,
continuaba formado parte del grupo de países con un “régimen demográfico antiguo” (alta
natalidad y alta mortalidad, aunque ligeramente inferior a la natalidad, y débil crecimiento) y
experimentaba un notable retraso respecto de aquellos países que a finales del siglo XVIII iniciaban
la “revolución demográfica”. Además, la distribución de la población española ofrecía un
contraste entre el centro peninsular con predominio del hábitat disperso y mayoritariamente
despoblado, a excepción de Madrid, Valladolid y Toledo donde las instituciones estatales atraían un
alto porcentaje de población, y una periferia densamente poblada, especialmente en las ciudades de
Andalucía, Cataluña y el País Vasco gracias al predominio de las actividades artesanales y al
desarrollo del comercio con Europa y América.
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c) La estructura social.
Durante estos años se mantuvo la sociedad estamental, que apenas ofrecía cambios desde
el siglo XVI, aunque comienzan a apreciarse algunos signos de crisis en la estructura social que se
hicieron más patentes a finales de siglo. La sociedad quedaba, por tanto, dividida en dos grupos
cerrados y bien delimitados: los privilegiados y los no privilegiados.
ACTIVIDADES:
1. a) ¿Qué nombre recibe la guerra entre Borbones y Austrias en su disputa por el trono de España?
a) ¿Qué nueva dinastía comenzó a reinar en España a comienzos del siglo XVIII? ¿Con qué rey?
b) Describa brevemente por qué se produjo dicha guerra, qué países estuvieron implicados en ella
y cuál fue su resultado /b) Explique brevemente las causas de la Guerra de Sucesión española.
2. a) ¿Qué rey firmó los Decretos de Nueva Planta? ¿A qué dinastía pertenecía?
b) Explique brevemente en qué consistieron dichos Decretos y su importancia histórica.
3. a) ¿Qué dinastía impulsó la creación de las Reales Fábricas en el siglo XVIII para el desarrollo
industrial?
b) Explique brevemente las reformas económicas emprendidas por los monarcas ilustrados.
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3. ¿Por qué los fueros vascos y navarros no fueron eliminados por Felipe V?
6. Texto. Saca las ideas principales, analízalas y relaciónalas con el contexto en el que
aparecen:
“Considerando haber perdido los reinos de Aragón y Valencia, y todos sus habitantes, por la
rebelión que cometieron, faltando enteramente al juramento de fidelidad que me hicieron como a
su legítimo Rey y Señor, todos los fueros, privilegios, exenciones y libertades que gozaban y que
con tan liberal mano se les habían concedido, así por mí como por los reyes mis predecesores, (...)
añadiéndose ahora la circunstancia del derecho de conquista que de ellos han hecho últimamente
mis armas con el motivo de su rebelión, y considerando también que uno de los principales
atributos de la soberanía es la imposición y derogación de las leyes (...) He juzgado conveniente,
así por esto como por mi deseo de reducir todos mis reinos de España a la uniformidad de unas
mismas leyes, usos, costumbres y tribunales, gobernándose igualmente todos por las leyes de
Castilla, tan loables y plausibles en todo el Universo, abolir y derogar enteramente todos los
referidos fueros y privilegios (...) hasta aquí observados en los referidos reinos de Aragón y
Valencia, siendo mi voluntad que éstos se reduzcan a las leyes de Castilla y al uso, práctica y
forma de gobierno que se tienen y se han tenido en ellas y en sus tribunales sin diferencia alguna
en nada, pudiendo obtener por esta razón igualmente mis fidelísimos vasallos los castellanos,
oficios y empleos en Aragón y Valencia de la misma manera que los aragoneses y valencianos han
de poder en adelante gozarlos en Castilla sin ninguna distinción”.