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Más y más turbación - Claudio Bertoni

sin religión
Llego y ............. sin sexo casi.
me masturbo Es
¿Que más una guerra
puedo hacer? contra ti.
Me alivia Me
eyacular tengo
fuera de ti. que defender
No dártelo de alguna manera
todo a ti Y
todo el tiempo. me
Y no es masturbo
una masturbación mirando
cualquiera a una
-como modelo
la de la vaca italiana
lechera- .......... -la sensualitá
Es .......... under 20-
una masturbación parecida
ausente a ti.
.......... sin sentido de culpa
.................................... sin curas

Cuando te vea por primera vez - Tamara Kamenszain

II
Cuando te vea por primera vez
voy a saber que sos el que sos
ni bien levante de tu foto la cara que veo
desafectados de nuestra edad
vamos a chocar con la luz en seco de nuestros rasgos
te guste o no me guste me guste o no te guste
vamos a salir a desconocernos
atentos a una misma pasión inútil
cuando lo común del idioma por lo menos
o algo de lo que me vengan a decir tus ojos
me acompañe

III
Cuando te vea por primera vez
me voy a hacer la que no te conozco
como una nena acalorada
cuando me digas tu nombre y yo descerraje en mío
en un amago de presentación que nos acerque
me voy a correr hasta que aparezca un título
para nuestras vidas vividas por otros
vos contás yo cuento y juntos
a cuatro manos convocamos fantasmas
nuestros ex se presentan solos
y nos dejan fabular tranquilos
en lo que dura la charla.

IV
Cuando te vea por primera vez
pienso estar atenta
al santo y seña de tus manos
pero sobre todo al timbre de tu voz
un ruido sordo que me deje saber
si lo que decís lo dice tu organismo
o es otro y otro y otro y otro también
el eco que tengo que transitar
cuando lo que quiero es ir derecho viejo
por el camino más corto
hasta lo que vos digas.

V
Cuando te vea por primera vez
si te pongo guión de diálogo
va a ser porque leí novelas
y algo de ese tiempo perdido
me socorre ahora que estamos curtiendo
el largo de un silencio embarazoso
una línea lejos te pierde la mirada
pero yo me hago ver al filo de esta servilleta
se me ocurre en el papel lo que quiero que digas
por sobre la bandeja erecta del mozo
me escucho preguntándote por mí. Digo:
¿te conozco?

DELTA DE VENUS - Anaís Nin

" .. El placer que experimentaba Mathilde


acariciando a los hombres era inmenso,
y las manos de éstos se deslizaban sobre
su cuerpo y lo arrullaban de tal
manera, tan regularmente, que raras veces la acometía un
orgasmo.
Sólo adquiría conciencia de ello una vez se habían marchado
los hombres. Despertaba de sus sueños causados por el opio,
con el cuerpo aún no descansado.

Permanecía acostada limándose las uñas y aplicándose


laca en ellas, haciendo su refinada toilette para futuras
ocasiones y cepillándose el rubio cabello. Sentada al sol,
y utilizando algodón empapado en peróxido, se teñía el
vello púbico del mismo color que el cabello.
Abandonada a sí misma, la obsesionaban los recuerdos de las
manos sobre su cuerpo. Ahora, bajo su brazo, sentía una que se
deslizaba hacia su cintura. Se acordó de Martínez, de
su manera de abrirle el sexo como si fuera un capullo,
de cómo los aleteos de su rápida lengua cubrían la
distancia que mediaba entre el vello púbico y las
nalgas, terminando en el hoyuelo al final de la
espalda. ¡Cuánto amaba él ese hoyuelo que le
impulsaba a seguir con sus dedos y su lengua
la curva que se iniciaba más abajo y se
desvanecía entre las dos turgentes montañas de carne!

Pensando en Martínez, Mathilde se sintió invadida por la pasión. Y


no podía aguantar su regreso. Se miró las piernas. Por haber
permanecido demasiado tiempo sin salir, se habían
blanqueado de manera muy sugestiva, adquiriendo
el tono blanco yeso del cutis de las mujeres chinas,
esa mórbida palidez de invernadero que gustaba a
los hombres de piel obscura, y en particular a
los peruanos. Se miró el vientre, impecable,
sin una sola línea fuera de lugar. El vello púbico
relucía ahora al sol con reflejos rojos y dorados.

"¿Cómo me ve él?", se preguntó. Se levantó y colocó


un largo espejo junto a la ventana. Lo puso de pie,
apoyándolo en una silla.

Luego, mirándolo, se sentó frente a él, sobre la alfombra,


y abrió lentamente las piernas. La vista resultaba
encantadora. El cutis era perfecto, y la vulva rosada
y plana. Mathilde pensó que era como la hoja del
árbol de la goma, con la secreta leche que la presión
del dedo podía hacer brotar y la fragante humedad
que evocaba la de las conchas marinas. Así nació
Venus del mar, con aquella pizca de miel salada
en ella, que sólo las caricias pueden hacer manar
de los escondidos recovecos de su cuerpo..."

Extracto de "Lolita" - Vladimir Nabokov.


Apenas se detuvo el automóvil, Lolita se precipitó literalmente en mis brazos. Sin atreverme a
abandonarme, sin atreverme a admitir que ese (dulce humedad y fuego trémulo) era el principio de la
vida inefable a la cual hábilmente auxiliado por el destino, por fin había dado realidad, toqué sus labios
calientes, entreabiertos con tenues sorbos salaces. Pero ella, con un estremecimiento impaciente. apretó
su boca contra la mía con tal fuerza que sentí sus grandes dientes delanteros y participé del gusto a
menta de su saliva. Sabía, desde luego, que no era sino un juego inocente de su parte, un retozo que
imitaba el simulacro de un amor inventado, y puesto que, como dirían los psicópatas y también los
violadores, los límites y reglas de estos juegos infantiles son imprecisos (...)

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