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por Dragín
Confesión Uno:
saciado de lo mundano
cerro sus ojos y su aliento
desde el poniente al oriente el poeta arranca
de aquella esfinge de pechos puntiagudos
rodeando la tierra grita en cada una de sus esquinas:
mi entrenamiento es débil
y mi arma pequeña
así fueron las cosas
el sol... el sol
la luna... la luna
tú... tú
nosotros... nosotros
las cárceles, las huidas, la disciplina...
el lápiz sobre el papel...
el papel sustituyendo al lápiz...
el anillo... los colores... los aromas....
las sorpresas al despertar...
los espejismos de verte entre la multitud...
los soldados que vuelven de la guerra...
el fruto en flor...
Santiago...
Parinacota...
Tijuana...
New York...
Monte Patria...
la muerte de Cristo...
las bombas de justicia...
la contaminación...
tú... yo... nosotros...
él.
estoy sentado sobre tapices grises
me lanzo, me desvisto
(o me saco el preservativo, que es lo mismo)
y penetro sintiendo la amarga humedad de la calentura.
no sigas
el teniente coronel David Santos
ya lo dijo en su comunicado de prensa
no sigas
estos días de lluvia intransigente
llaman y llaman a secar la bendita alma
pero ya lo sabes
ya lo dijo Mister Santos
no sigas
pensarás
pero tu pensamiento a ninguna parte te llevará
hazle caso
no sigas
hazle caso
las dudas son guías ciegas
nada entienden
al igual que tú
están recién conociendo
no pienses más
esto está por estallar
allí verás a los muertos caminar erguidos
y a los vivos esconderse tras los televisores
no sigas
no pienses
y detente a repetir el mantra que te salvará:
desde la trinchera
la guerra es más fácil
preludio.
me masturbé.
afilé los cuchillos de la carnicería.
recogí la basura
y limpié mis anteojos.
estoy listo.
pueden venir ya los ladrones, y también
las llamadas arrepentidas de medianoche.
estoy listo.
una coraza de vanidad me ha cegado;
el olor a cigarro es mi aura,
y la jaqueca constante
el calor en el estomago
y toda la caña de estos días
un idealista, un guerrillero de selva, un fanático talibán que con gusto asaltaría un avión
para estrellarlo contra el Vaticano.