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Colett Soler
“El histérico, dice [...] es el inconsciente en ejercicio que pone al amo al pie
del muro de producir un nuevo saber"1
1
Lacan J. Psicoanálisis radiofonía y televisión. Pag 61.
2
Lacan J. Joyce, el síntoma II, Uno por uno # 45 Barcelona 1997
finalmente lo que es el deseo histérico inconsciente.
Recuerdo, primero, el texto del sueño, de ese sueño que Freud convoca para
mostrar que el sueño es la expresión de un deseo, incluso cuando el enunciado
del sueño describe el fracaso de un deseo o más bien el fracaso de un anhelo,
de un ansía. He aquí el sueño:
"Quiero dar una comida, pero lo único que tengo como provisión es salmón
ahumado. Me dispongo a ir de compras pero recuerdo que es domingo por la
tarde y todos los negocios están cerrados. Pretendo llamar por teléfono a
algunos proveedores pero el teléfono está descompuesto. Debo renunciar, en-
tonces, al deseo de dar una comida»3
(S S) (-) s
3
Freud S. La interpretación de los sueños Tomo IV Amorrortu 1979.
4
Véanse las fórmulas desarrolladas de la metáfora y la metonimia en el texto "La instancia de la letra en el
inconsciente", en Escritos 1, ob. cit., pág. 495
EL SUEÑ0 ES UNA METÁFORA
Y Lacan lee el sueño de la bella carnicera (La Belle Bouchére, B.B.) utilizando
esta estructura de lenguaje que él ilustra maravillosamente. Para su
demostración toma naturalmente el comentario de Freud que comporta no sólo
el texto del sueño sino también los datos que las asociaciones convocan
alrededor del mismo.
S “deseo de caviar”
S "deseo de un deseo insatisfecho"
Sin embargo el caviar del que habla Freud no aparece en el sueño. Lo que
aparece es el salmón que es sustituido por el caviar por efecto de una
metáfora que hace desaparecer un significante en beneficio de otro: salmón.
Podemos escribir ya la estructura de metáfora del sueño.
Ahora bien, “¿qué quiere decir eso?" equivale en último término a "¿qué quiere
ello?". El problema reside no tanto en saber, en efecto, qué quiere decir el
sujeto sino en qué quiere el sujeto que habla. Éste es el abecé del
desciframiento que conduce a la interpretación del deseo, y cuya estructura
de lenguaje resalta Lacan, aquella sin la cual la interpretación no tendría
reglas. Pero eso no dice todavía qué es ese deseo como deseo inconsciente.
5
Lacan, J., "La dirección de la cura ...", en Escritos 2, ob. cit., pág. 602.
discurso explícito, se deja entrever como significado por la metáfora.
Entonces, hay que “ir más allá para saber lo que un deseo tal quiere decir en el
inconsciente".
LA METONIMIA EN EL SUEÑO
S ; caviar
s deseo insatisfecho
Pero, prosigue Lacan, "[...] desde el momento en que desliza en el caviar como
deseo de caviar, el deseo de caviar es su metonimia: vuelta necesaria por la
falta en ser donde se sostiene. Escribamos esta operación con el matema
significante sobre significado:
Dice: “La metonimia es, como yo les enseño, ese efecto hecho posible por la
circunstancia de que no hay ninguna significación que no remita a otra
significación, y donde se produce su más común denominador, a saber, la
poquedad de sentido (comúnmente confundido con lo insignificante): la po-
quedad de sentido, digo, que se manifiesta en el fundamento del deseo, y le
confiere el acento de perversión que es tentador denunciar en la histeria
presente”6
6
Ibid, pág 602
Dejo de lado por el momento el acento de la perversión.
S caviar . d. de caviar .
S significación d. insatisfecho d. de d. insatisfecho
Sentido sentido de la falta sentido de la falta
Aquel deseo único que insiste y que va del deseo insatisfecho al deseo de
deseo insatisfecho, ¿es solamente un "poco de sentido”?, ¿el sentido de la sola
falta, que no puede decir lo que es, específicamente, el deseo inconsciente del
sueño? Esto resuelve la cuestión del eventual acento de la perversión. A los
que estuvieran tentados de poner en la cuenta de una tendencia masoquista, la
estrategia de privación asumida de nuestras dos amigas, Lacan responde que
no es más que una apariencia y que la verdad de esta apariencia es que el deseo
es la metonimia de la falta en ser7. ¿Qué pasa entonces con el sujeto del
inconsciente, cuando quiere algo determinado?
7
Ibid, pág, 623.
EL SUJETO DEL INCONSCIENTE
No es la persona, con todas sus pantomimas, sino lo que está determinado por
esta metáfora. Equivalente, entonces, al deseo que ella significa. Ese sujeto, se
lo encuentra, cito: "en un flujo significante cuyo misterio consiste en eso [que
él] no sabe ni siquiera dónde fingir que es su propio organizador”8.
Hay que distinguir, pues, por una parte, el inconsciente como una estructura de
lenguaje que se descifra, las formaciones significantes de la metáfora y la
metonimia, y, por otra, el sentido inconsciente que se transfiere en esta
combinatoria de la cadena, y que no puede ser más que interpretado. Es el
inconsciente como deseo, como sujeto inconsciente.
TRES IDENTIFICACIONES
Eso se conoce desde siempre y antes del psicoanálisis, el sujeto histérico tiene
tendencia a identificarse, pero la identificación histérica es una cosa compleja
y estratificada.
8
Ibid.
Salmon
Amiga d Flaca
Objeto -
Falta
El índice de esta identificación con la amiga, está dada por el deseo de caviar
de la paciente que se calca sobre el deseo de salmón de su amiga, como ya he
dicho Caviar y salmón son, en tanto objetos inaccesibles o negados, los
significantes de su deseo insatisfecho.
El sueño de la propia paciente se presenta como un anhelo que pasa por una
demanda, e incluso por una llamada, que responde a la demanda de la amiga y
encuentra su símbolo en ese instrumento que es el teléfono. La significación es
clara: se trataría de darle el gusto a su amiga, pero resulta que la supuesta
intención del sueño fracasa y revela otra: "No cuentes con que te ayude a
cautivar la falta de mi marido”.
Aquí la amiga interviene como apoyo del deseo -deseo que hay que aprehender
simplemente como falta- mientras que la carnicera es objeto de satisfacción.
Tenemos, en este caso, una ilustración mínima, muy precisa, de una división que
es paradigmática de la histérica, a saber, la escisión entre el objeto de la
satisfacción y el objeto del deseo, entre objeto-goce y objeto-falta. La noción
de objeto-causa, que Lacan utiliza en ciertas épocas de su enseñanza, condensa
por otra parte esos dos aspectos del objeto: en efecto, es a la vez el objeto
que falta y que en eso sostiene el deseo y el objeto plus-de-goce. Su función
es, entonces, doble: causar la falta y obturarla La histeria disocia estos dos
aspectos:
Objeto falta
objeto causa
Objeto goce
9
Ibid, pág 606
de vista del Otro? Ella interroga el agalma, el encanto de la amiga, el misterio
de su seducción de flaca desde el punto de vista del hombre. El sujeto,
significado de la metáfora del sueño, es entonces cuestión del Otro, aquí el
hombre. Al que cómo sujeto ella se identifica. Cito:
Histérica A barrado
(caviar) (rebanada)
Pero ¿de dónde viene esta rebanada de salmón ahumado. Es la primera vez que
Lacan introduce este significante, cuando la traducción del texto mencionaba
"un poco de salmón"- De hecho, se trata de una condensación: el salmón viene
de la amiga y la rebanada viene del marido; en efecto, es él quien, en su
postura de bon vivant, ha dicho "de una rebanada del trasero de una bella
muchacha". Así, "la rebanada" que, como "un poco" no es el todo, deviene el
significante del deseo del Otro. Cuando Lacan dice "la mujer se identifica con,
el hombre" no es que saque un conejo de su galera, ni tampoco que estudie el
comportamiento y las posturas imaginarias; es el resultado del desciframiento
significante. Nada que ver con alguna intuición psicológica.
10
seríamos llevados a, pensar el sujeto histérico como una eterna pregunta: el
sujeto sería aquel cuyo ser tendría como única fórmula la cuestión del Otro.
Pero esta cuestión del Otro no es inefable. Tiene su significante: el falo,
definido aquí como significante de la falta y en relación con la cual se indica
una tercera identificación. "Ser el falo, aunque fuese un falo un poco flaco:
¿No es ésta la identificación última con el significante del deseo?"11
$ = ?
Ahora bien, Lacan emplea la misma expresión para designar la posición de las
mujeres en la relación sexuada. ¿Se debe concluir que histeria y feminidad
forman un todo, como aparentemente lo postula la etimología que deriva del
término útero? La respuesta de Lacan es diferente y la frontera entre,
histeria y feminidad debe ser precisada.
11
. Ibid., pág. 607
en el hecho de que, en la relación sexual, es necesario que el hombre desee,
mientras que es suficiente que la mujer se deje desear, que consienta. De ahí,
la cuestión de saber ¿qué es, más allá del consentimiento, el deseo femenino?12
El caso Dora no es menos ejemplar. Para ella, por cierto, el Otro se divide. Hay
dos hombres, M.K, el hombre con órgano, el hombre que quiere gozar, y luego
el padre del cual se dice claramente que sufre impotencia. Ciertamente, él se
interesa en la señora K, y sin duda tiene sus razones, pero no se interesa en
ella por el goce propiamente fálico del órgano. Para la bella carnicera, estos
dos, el hombre del goce sexual y el hombre del deseo sexual están reunidos
en uno solo: el carnicero del goce y el carnicero del deseo. Pero lo que las
fascina a las dos es el objeto agalmático que hace desear. Todo lo que interesa
a Dora va de la señora K. a la contemplación de la madona.
12
. Véase más arriba
131313
. Para dar solo algunos puntos de referencia en este camino: “Intervención sobre la trasferencia”, en
1951, le atribuía a Dora una dificultad para identificarse con su sexo; en 1958, el caso de la bella carnicera da
el paradigma de la elección de la falta del deseo más que del goce; Lacan lo confirma en 1973, en su
“Introducción a la versión alemana de sis Escritos, Uno por Uno, · 42, Barcelona Paidós, págs., 9-15, cuando
dice: la histérica se identifica con la falta tomada como objeto, no con la causa de la falta. Finalmente en
1979 en una conferencia sobre Joyce (Joyce, el síntoma II, ob. Cit., pág13) distingue explícitamente una
mujer como síntoma y una histérica-síntoma.
No se debe concluir que el sujeto histérico es un sujeto que se niega a todo
goce. Es un sujeto que consume la falta y eso es también un goce, pero no es el
goce viviente. Para decirlo de otro modo, gozar de la falta y gozar de la carne
son dos cosas muy diferentes. Esta voluntad de no satisfacer el goce es lo que,
de manera precisa, define la posición histérica: Lo que contribuye, sin duda, a
desorientar a los clínicos, sobre todo actualmente, es que las histéricas no se
niegan a ir a la cama y, a veces, incluso a coleccionar amantes. De ahí, a
concluir que se consagran al goce. Pero la clínica psicoanalítica no es una
clínica de la observación de las conductas, aunque a menudo permite dar cuenta
de sus anomalías y misterios.
S(A/) $ S1
A S2
La/ mujer
HACER DESEAR...
$ S1
a S2
Hombre Mujer
La/ mujer
Han sido necesarias las histéricas y el a priori del prejuicio sexual que reporta
su propia medida sobre el partenaire para que se crea que ellas hablan... de
mujeres, mientras que, como en el sueño de la bella carnicera, hablan la lengua
del partenaire hombre.
Es cierto que Lacan ha variado las formulaciones sobre estas cuestiones. Allí
donde distinguía los sexos con "tener o ser el falo", llegó a decir luego "tener o
ser un síntoma”, Las dos fórmulas no son equivalentes. El falo, siendo una
función negativa de la falta, y el síntoma una función positiva del goce, implica
que estas fórmulas son, más bien opuestas. Hasta el punto que querer "ser el
falo", con que Lacan, durante un tiempo, estigmatizaba a las histéricas,
significa exactamente no querer ser el síntoma. Es lo que explícita en la
segunda conferencia sobre Joyce, en 1979, en la que acentúa la diferencia
entre la posición histérica y la de la mujer. Una mujer, dice, se especifica por
ser un síntoma. No es el caso de la histérica que se caracteriza por
"interesarse por el síntoma del otro", y que entonces, no es síntoma último sino
"penúltimo".
EL AMOR, FEMENINO
14
Lacan, J., "Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina", en Escritos, ob. cit., pág. 712.
castración. Correlativamente, la pérdida de amor tiene un efecto depresivo en
el sujeto que cree perder una parte de sí mismo, y como dicen algunas, no ser
ya nada- Esta vertiente de la experiencia común, bastante evidente, está
acentuada en la histeria, pero no le es particular. Está presente, más o menos,
en la mayor parte de los sujetos, a pesar de algunas diferencias entre hombres
y mujeres.
Se ve la diferencia con el hombre para el cual el goce fálico, que tiene la misma
estructura discontinua que los fenómenos del sujeto, posee un valor que
identifica. Así, los hombres se vanaglorian de sus hazañas, siempre fálicas, y
se reconocen tanto más hombres cuanto más goce fálico acumulan. Eso
comienza en la escuela primaria cuando los muchachos se muestran su órgano,
lo comparan, lo someten a la prueba de ver quién mea más lejos. El órgano
todavía no está en función en el plano estrictamente sexual, pero ya el dis-
curso ha advertido al muchacho que es con eso, por medio de eso, que él va a
medirse. Más tarde vienen las conquistas sexuales que se contabilizan cuando
se es hombre. Incluso pasa algunas veces, y es un fenómeno divertido, que
algunos personajes famosos, aconsejados por sus colaboradores, se exhiben
con una amante que no usan, porque evidentemente eso los posiciona como
hombres. Además, en nuestros países, todas las celebridades de la política, del
show biz, de los deportes, se adornan con una mujer. Es un hecho. Sin duda,
eso basta para impresionar el imaginario propio de una comunidad. Como si se
supiera que al mostrar su mujer, un hombre se muestra. Se verifica, además,
que las familias descompuestas15 de nuestro tiempo no han pasado aún a ser
norma. En todos los niveles, de la política, de la profesión, del dinero, el
hombre se asegura de ser hombre por la apropiación fálica.
15
Empleo este término en referencia a la "familia recompuesta".
conflictos subjetivos que han sido percibidos desde hace tiempo en el
psicoanálisis, y cuyas formas varían según las épocas, entre la apropiación
fálica y la inquietud en cuanto a la vida de la mujer, como se dice a veces.