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Jordi Larios
To cite this article: Jordi Larios (2010) El ‘yo’ como proyecto: Ortega y la identidad de la amada
en el proemio de La voz a ti debida, de Pedro Salinas, Bulletin of Spanish Studies, 87:6, 799-813,
DOI: 10.1080/14753820.2010.513101
love not merely as an illusion or dream wished for, but as an idyllic reality
whose fragility and ultimate loss was due only to its temporal limitations’.4
Es cierto que en La voz a ti debida, de 1933, Razón de amor, de 1936, y
Largo lamento, cuya primera edición como obra independiente no vio la luz
hasta 1991, Salinas nunca recurre a las imágenes más o menos onı́ricas de
sus colegas españoles ni a la escritura automática de los surrealistas
franceses, pero comparte con ellos los conflictos y las alusiones al amor
como paraı́so bı́blico o fuerza cósmica mencionados por Crispin, o la búsqueda
del paraı́so erótico a la que se refiere Aguirre.
Atribuir al surrealismo, como hace Aguirre, la búsqueda de un paraı́so
terrenal propia de estos poetas es tan plausible como atribuirla al
romanticismo, que, como indica Crispin, habrı́a influenciado a todos por
igual. En el caso concreto de La voz a ti debida, el substrato romántico,
del que aquı́ no me ocuparé, se funde con un elemento hasta ahora
inadvertido pero que resulta fundamental para entender el proemio
y aquellos fragmentos del poema en los que más explı́cita se torna la
búsqueda de la amada, es decir, del paraı́so, por parte del sujeto hablante: el
concepto del ‘yo’ en el pensamiento de Ortega. Este artı́culo pretende repasar
las interpretaciones más significativas del proemio, que a juicio de
Montserrat Escartı́n ‘es básico para entender el conjunto’ de La voz . . .,5
proponer una interpretación nueva de este proemio y comentar brevemente
el fragmento 41 del poema a partir de Ortega.
El proemio dice ası́:
Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrı́as: es tu música. 5
La vida es lo que tú tocas.
4 John Crispin, Pedro Salinas (New York: Twayne Publishers, 1974), 60.
5 Montserrat Escartı́n, ‘Introducción’, en Pedro Salinas, La voz a ti debida. Razón de
amor. Largo lamento, ed. Montserrat Escartı́n (Madrid: Cátedra, 1996), 971 (p. 28). De aquı́
en adelante, todas las referencias a esta edición irán indicadas en el texto con el número de
página en paréntesis.
ORTEGA Y LA IDENTIDAD DE LA AMADA EN LA VOZ A TI DEBIDA 801
Y nunca te equivocaste, 30
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
*la única que te ha gustado*.
Una sombra parecı́a.
Y la quisiste abrazar. 35
Y era yo. (10508)
Mucho ha llovido desde que Leo Spitzer se negara a indagar en ‘el
misterio biográfico de ese Tú femenino tan aéreo y tan emocionadamente
cantado’6 por el sujeto hablante de La voz. . .. Lo que en su momento sı́ hizo
Spitzer fue opinar que la amada del poema carece de realidad, que es una
mera proyección de la conciencia del sujeto hablante. El amor de La voz. . .
sólo serı́a un ‘Amor gratuito que se satisface con la realidad interior y
solitaria del yo amante’, quien carga con ‘todo el peso del amor’ y reduce a la
amada a una pura existencia conceptual: ‘La amada es un concepto puro’.7 Al
proemio en sı́, Spitzer le dedica estas lı́neas: ‘el poeta afirma: Tú vives
siempre en tus actos, apresurándose a ver en la vida sin vacilaciones de la
mujer cosas muy enigmáticas cuyo misterio nunca podrá descubrir: por
ejemplo, su cuerpo rosa. Es como si se regocijase de este has vuelto los
misterios del revés, del desacuerdo entre lo que es misterio para Ella, y lo que
lo es para Él’.8
9 Stephen Gilman, ‘The Proem to La voz a ti debida’, Modern Language Quarterly, 23:4
(1962), 35359 (p. 354).
10 Gilman, ‘The Proem to La voz a ti debida’, 354.
11 Gilman, ‘The Proem to La voz a ti debida’, 356.
12 Gilman, ‘The Proem to La voz a ti debida’, 356.
13 Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas, ed. José Luis Cano (Madrid: Cátedra, 1995), 55.
14 Gilman, ‘The Proem to La voz a ti debida’, 356.
15 Bécquer, Rimas, 58.
16 Bécquer, Rimas, 55.
ORTEGA Y LA IDENTIDAD DE LA AMADA EN LA VOZ A TI DEBIDA 803
17 Carlos Feal Deibe, Poesı́a y narrativa de Pedro Salinas (Madrid: Gredos, 2000), 39 y
103.
18 Feal Deibe, Poesı́a y narrativa de Pedro Salinas, 105.
19 Feal Deibe, Poesı́a y narrativa de Pedro Salinas, 105.
20 Feal Deibe, Poesı́a y narrativa de Pedro Salinas, 168. Feal no es el único crı́tico que
ha destacado la presunta autosuficiencia de la amada del proemio. John Crispin, por ejemplo,
escribe: ‘What is immediately apparent in this young woman’s nature is her boundless vitality,
her self-sufficiency in creating her own circumstances, and her capacity not only for looking
beyond ordinary reality, but for transforming it, ‘‘playing’’ on the world as if it were a musical
instrument of unexpected melodious quality: La vida es lo que tú tocas’ (Pedro Salinas, 65).
Vicente Cabrera, por su parte, cree que los vv. 710 del proemio establecen ‘el hecho de que la
amada es la luz misma. Esa luz sale por sus ojos para guiar sus pasos. La autosuficiencia
absoluta, esencial, de la amada se define en el ‘‘Andas / por lo que ves. Nada más’’’ (Tres poetas
a la luz de la metáfora: Salinas, Aleixandre y Guillén [Madrid: Gredos, 1975], 1819).
21 Felipe Baeza Betancort, La amada más distante. Ensayo sobre ‘La voz a ti debida’
(Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones El Museo Canario, 1967), 12.
22 Baeza Betancort, La amada más distante, 16.
23 Baeza Betancort, La amada más distante, 20
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su ‘‘mejor tú’’’.24 La dualidad de la amada serı́a ‘el punto más oscuro de todo
el poema’: Baeza se confiesa incapaz de concretar ‘en qué consiste esa
bifurcación, qué es lo que busca el poeta en ese ‘‘mejor tú’’ de la amada’,
aunque constata ‘la necesidad que el amante experimenta de poseer a la
amada de un modo absoluto, en su total integridad de persona, en su más
ı́ntimo pensamiento’.25 Para ello, deberá revelarle la existencia de su ‘mejor
tú’, que ella desconoce y que coincide con su condición de amante: ‘lo que el
poeta ha buscado tan anhelosamente es [. . .] que la amada se convierta, a su
vez, en amante’, en partı́cipe de un amor que salva a ambos, amada y sujeto
hablante.26
J. M. Aguirre interpreta La voz . . . basándose en el Essai sur les données
immédiates de la conscience (1889), de Henri Bergson. La distinción entre
tiempo homogéneo o espacio, por un lado, y, por otro, tiempo interior o
psicológico es un postulado esencial del Essai. Bergson argumenta que hay
una parte del individuo, del ‘yo’, que vive en su superficie o muy cerca de ella,
en contacto directo con el mundo exterior, mientras que otras partes están
sumergidas en las aguas de la conciencia. Tal como aparece en los primeros
versos del proemio, el ‘yo’ de la amada serı́a el ‘yo superficial’ de Bergson. De
hecho, la distinción bergsoniana entre ‘yo superficial’ y ‘yo fundamental’ se
manifestarı́a, de forma intermitente, a lo largo de los 70 fragmentos del
poema, cuyo sujeto hablante quiere acceder al ‘yo fundamental’ de la amada,
es decir, al ‘tú fundamental’. Ası́, La voz . . . serı́a ‘un diálogo-monólogo
interior, mediante el cual se busca fundamentar la relación amorosa ‘‘yo-tú’’
en su más ı́ntima profundidad’.27 Inicialmente, el sujeto hablante no se
conforma con la posesión del ‘tú superficial’ de la amada, puesto que éste no
es más que una pálida representación, un mero sı́mbolo, una máscara social
de su ‘tú fundamental’, profundo, o, en palabras de Bergson, ‘l’ombre du moi
projetée dans l’espace homogène’.28
La distinción entre un ‘yo superficial’ proyectado en el espacio homogéneo
y un ‘yo profundo’, cambiante, entre la sombra del ‘yo’ y el ‘yo’ auténtico,
arrojarı́a una luz considerable sobre el primer verso del proemio: ‘A la vista
de los versos que siguen, sólo hay una forma posible de ‘‘entender’’ tal aserto:
‘‘Tú vives siempre en lo convencional’’; en la realidad homogénea y espacial a
la que se refiere Bergson’.29 También aclararı́a por qué el sujeto hablante se
presenta como una ‘sombra’, ası́ como el error de la amada al encapricharse
de ella. La conciencia, atormentada por el deseo de distinguir, sustituye la
realidad (el ‘yo fundamental’) por el sı́mbolo (el ‘yo superficial’), o sólo accede
a la realidad a través del sı́mbolo.
Metido como está en ‘la obsesiva busca del ‘‘yo’’, de la realidad esencial de
la amada’, el sujeto hablante ‘se siente obligado a ‘‘disculparse’’’,30 cosa que
sucede en el fragmento 41. Esta búsqueda estarı́a condenada al fracaso y los
diversos fragmentos del poema plantearı́an el ‘conflicto entre dos
concepciones antagónicas de la realidad erótica’, una ‘bergsoniana’ e
‘idealista’ (la que se decanta a favor del ‘yo fundamental’) y otra
materialista o ‘vitalista’,31 que Aguirre relaciona con el surrealismo. Como
se aprecia en el fragmento 70, el ‘conflicto’ entre estas dos concepciones del
amor se resuelve a favor de la opción materialista.
Su decisión de estudiar los aspectos metafı́sicos de La voz . . . no impide a
Robert G. Havard mostrarse muy crı́tico con Spitzer por haber concluido que
la amada del poema es un ‘concepto’. Havard califica esta conclusión de
‘unforgiveable error’ y mantiene que una de las razones que han contribuido
a devaluar La voz . . . como mera ‘cerebral poetry’ es el hecho de que ‘its
contemporaneity of thought and its particular debt to Ortega’ no han sido
debidamente valoradas.32 La voz . . . vendrı́a a ser ‘the diary of an affair’, el
dietario de una breve aventura sentimental que se rige por las pautas del
amor cortés: ‘The point of connection is found in the essential ingredient of
courtly poetry, its illicitness’.33 La poesı́a trovadoresca deriva de la condición
de casada de la mujer a quien canta el poeta, y La voz . . . derivarı́a de ser el
mismo poeta un hombre casado. Partiendo de unas palabras de Salinas en
Jorge Manrique o tradición y originalidad (1962), Havard recuerda que, en el
contexto del amor cortés, ‘Marriage [. . .] implies duty, bondage, while the
extra-marital situation is based on choice, freedom, the thematic touchstone
of La voz’.34 El primer verso del proemio asociarı́a amada y libertad: ‘freedom
is the root of the amada’s personality as she reveals herself in her
Sucede que ‘This beloved who confronts doubt with both sexuality, ‘‘con los
besos’’, and force, ‘‘con los dientes’’, is much too potent and threatening for
the poet’ que no acepta que éste sea el verdadero ser de ella.42 La primera
parte de La voz . . . relata el intento por parte del sujeto hablante de
transformar a la amada en lo que él se imagina como su verdadero ser, y
del fragmento 41 se desprende que ‘The transformation of the beloved is
painful for both’,43 aunque el dolor quedarı́a justificado porque ası́ se
persigue el bien de la amada. El éxito de la relación entre sujeto hablante
y amada depende de la voluntad de ésta de transformarse en un ser pasivo,
de renunciar a su vitalidad, porque aquél se decanta por una relación carente
de vida: ‘It is a union that wishes to deny the flesh, to transcend physical
reality and to abolish individuality’.44 Se trata, por tanto, de una relación
condenada al fracaso: el rechazo de la amada real en favor de una amada
ideal acaba por sumir al sujeto hablante en la soledad y le obliga a modificar
drásticamente su actitud. Se da cuenta de que la unión con la amada sólo es
posible a través del deseo erótico, de manera que ‘Her rebelliousness is [. . .]
vindicated and serves to give meaning and cohesiveness to the entire
poem’.45
De La voz . . . Candelas Gala explora ‘the tension [ . . .] between the
external clothing of the word and its latent force, and between the
discourse of the male poet and the silent female ‘‘you’’ to whom it is
addressed’.46 Esta tensión originarı́a una serie de paradojas, como la que
concierne a la forma que tiene el poema de enlazar con la tradición.47 En
principio, La voz . . . constituye ‘a gift the male speaker dedicates to his
beloved who occupies the focal point of [his] discourse’, pero la amada no
responde al perfil de la mujer ideal trazado por la tradición: ‘Introduced in
the first poem, she is not the immobile, passive, vague and ungraspable
female figure in love poetry; rather, she lives in her actions, ignites life all
around her with her touch, rejects doubt and has upturned all enigmas with
her unexpected behavior. Her mystery is also of a different kind for it does
not reside in the undecipherable but in clarity’.48 Como ya habı́a hecho
Gilman al poner de relieve el nexo entre el proemio de La voz . . . y las Rimas
de Bécquer, Gala advierte que en el poema de Salinas la mujer no es ‘the
ungraspable, phantom-like being’49 de la poesı́a amorosa tradicional, y que la
53 Emilia de Zuleta, ‘La poesı́a de Pedro Salinas’, en Cinco poetas españoles (Salinas,
Guillén, Lorca, Alberti, Cernuda) (Madrid: Gredos, 1981), 45111 (p. 96).
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personaje espectral, sin vida auténtica, que sólo nacerá a la vida auténtica
gracias a su estar con la amada, que serı́a su destino. Una de las cartas de
Salinas a Katherine Whitmore corroborarı́a esta lectura del vocablo ‘sombra’:
‘Me decı́as ayer: ‘‘You are my greatest reality’’. ¡Cómo he vivido en esa frase!
Como se vive en la mar, flotando en ella, nadando a través de ella, dejándome
empapar por ella. ¿Sabes por qué esas palabras me han conmovido ası́?
Porque para mı́ son como un certificado de existencia. ¡Soy una realidad! No
soy un nombre, un empleo, un ciudadano, una sombra, un reflejo, no. Soy
realidad. Tú me lo dices. Y ya con eso soy más, me aumentas, porque soy
realidad en ti [ . . .]. Creemos en nosotros, Katherine, a través de alguien que
cree en nosotros. Mi realidad ahora, hoy, la siento, la creo, la quiero, porque
tú crees en ella. No, yo no soy sombra, no soy eso de mı́’.54
En otro texto de 1932, ‘Goethe, el libertador’, Ortega resalta la dificultad
implı́cita en la empresa de buscar el ‘yo’, el ‘mı́ mismo’. A la pregunta ¿dónde
buscarlo?, responde:
54 Pedro Salinas, Cartas a Katherine Whitmore (1932 1947), ed. y prólogo de Enric Bou
(Barcelona: Tusquets, 2002), 5253. Véanse también las pp. 70, 104, 13132, 159, 161, 165,
166, 180, 193, 22627, 236, 251, 257, 32930, 35960 y 365. En el prólogo a su edición de esta
correspondencia, Enric Bou afirma que ‘la célebre ‘‘trilogı́a amorosa’’ [de Salinas] debe leerse a
partir de [la publicación de las Cartas] bajo una luz muy distinta, ya que ‘‘Las cartas
complementan la lectura de los poemas’’ ’ (‘Razones de amor. Las cartas de Pedro Salinas a
Katherine Whitmore’, en Salinas, Cartas a Katherine Whitmore, 936 [pp. 19 y 29]). En el caso
del proemio de La voz . . . , la afirmación de Bou parece aplicable sobre todo a los vv. 710, que
podrı́an leerse bajo la luz de este fragmento de una carta de Salinas a Katherine Whitmore,
fechada en 1932: ‘Tú sabes, mejor que yo, lo que es caminar de noche, con las propias luces. Sin
ayuda, sin colaboración de la luz de fuera, siendo nosotros mismos los que nos alumbramos.
¡Qué ilusión, creerse que el mundo no es más que lo que nosotros cogemos en nuestra luz, que a
derecha e izquierda no hay mundo, que vivimos de lo que alumbramos! Pero, ¿cómo ilusión?
No, no, verdad. Vivimos de lo que alumbramos, no de otra cosa. Vivimos de la luz que nosotros
mismos echamos por delante, para que nos invite a avanzar. ¿No es ası́, Katherine? Sı́,
Katherine, sı́. Vive, vive de tu luz, no de la exterior. Vive de lo que tú misma iluminas con tu
espléndida alma. ¡Qué gozo si yo puedo ayudarte a eso, a iluminarte con tu alma! ¡No con la
mı́a, con la tuya!’ (Salinas, Cartas a Katherine Whitmore, 4647).
ORTEGA Y LA IDENTIDAD DE LA AMADA EN LA VOZ A TI DEBIDA 811
Son falsos yos que me han colonizado, que han venido de fuera: ideas
recibidas, preferencias que el contorno me ha impuesto, sentimientos de
contagio, personalidades mı́as que en todo momento puedo revocar,
substituir, modificar. Y yo [ . . .] busco mi yo mismo, no un yo
cualquiera: mi yo necesario, irrevocable.55
Lo que busca el sujeto hablante de La voz . . . es, utilizando de nuevo el
lenguaje de Ortega, el ‘yo necesario, irrevocable’ de la amada. Si aceptamos
esta premisa, el fragmento 41 del poema se vuelve diáfano:
Perdóname por ir ası́ buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar 5
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosı́simo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene 10
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrı́as, a lo alto.
Para llegar a él 15
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma. 20
55 José Ortega y Gasset, ‘Goethe, el libertador’, Obras completas, IV, 42127 (p. 425) (las
demás referencias en el texto).
56 Sobre el fragmento 41, véanse Elsa Dehennin, Passion d’absolu et tension expressive
dans l’œuvre poétique de Pedro Salinas (Gante: Romanica Gandensia, 1957), 5556, y Gala,
‘Poetry’s Malentendu’, 130.
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57 El último verso del fragmento 41 de La voz . . . (‘la nueva criatura que tú eras’) se
presta a ser leı́do teniendo en cuenta la idea orteguiana de que vivir es esta lucha ineludible y
fallida, ‘la lucha frenética con las cosas y aun con nuestro carácter por conseguir ser de hecho
el que somos en proyecto’.
58 Salinas, Cartas a Katherine Whitmore, 130.
59 José Ortega y Gasset, ‘Amor en Stendhal’, en Estudios sobre el amor (Madrid: Revista
de Occidente, 1959), 65122 (p. 67). Sobre Stendhal y Ortega, véase Dehennin, Passion
d’absolu, 49, n. 3.
ORTEGA Y LA IDENTIDAD DE LA AMADA EN LA VOZ A TI DEBIDA 813
60 Ortega y Gasset, ‘Amor en Stendhal’, 68, 70 y 71 (la cursiva es mı́a). Sobre el amor
como equivocación, véanse el fragmento 20 de La voz . . . , ‘No me sueltes’, ‘Error sensible fue’ y
‘Error de cálculo’, de Largo lamento, ası́ como los pertinentes comentarios a pie de página que
acompañan estos poemas en la edición de Montserrat Escartı́n.