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CAPÍTULO 4

Traumatología Forense

Resumen: 4.1. Concepto de traumatología forense. 4.2. Lesiones corporales. 4.2.1. Lesiones corporales menores.
4.2.2. Daños corporales graves. 4.2.2.I. Incapacidad para la ocupación habitual durante más de 30 días. 4.2.2.2.
Peligro de vida. 4.2.23. Debilidad permanente de una extremidad, sentido o función. 4.2.2.4. Aceleración del parto.
4.2.3. Daños corporales graves. 4.23.1. Incapacidad permanente para trabajar. 4.23.2. Enfermedad incurable.
4,233. Pérdida o discapacidad de una extremidad, sentido o función. 4.23.4. Deformidad permanente. 4.23.5.
Aborto. 4.3. Lesiones corporales seguidas de muerte. 4.4. Ley Maria da Penha — Ley n. 11.340, del 7 de agosto de
2006. 4.5. Pericia médico-legal en lesiones corporales. 4.6. Experiencia en sangre.

4.1. Concepto de traumatología forense Es el capítulo de la Medicina Legal en el que se


estudian las lesiones corporales resultantes de traumas materiales o morales, lesivos
para el cuerpo o para la salud física o psíquica.
Hay quienes prefieren, por amplio que sea, el término “lesiones personales”, ya que
involucra todos los aspectos de la persona, incluidos los daños al cuerpo y/oa la salud
física o psíquica, resultantes de agresiones materiales o morales. Prima facie, el
razonamiento es cierto, es bien sabido que la persona se integra a través de la reunión
de la parte del cuerpo propia de las partes fisiológica y psíquica. Quedémonos, sin
embargo, con la designación consagrada en nuestro diplomado legal: daños corporales.

4.2. Corporal Lesión corporal es cualquier daño causado a la normalidad del cuerpo
humano, ya sea desde el punto de vista anatómico, fisiológico o mental. El delito de
daño corporal está, por tanto, tipificado en el Código Penal como una ofensa a la
integridad corporal oa la salud de los demás, es decir, por la existencia de daño
somático, funcional o psíquico.
Así, la autolesión no es delito, siempre que no atente contra otro bien jurídico (art.
171, § 2, V, del CP), ya que, además de perturbar la normalidad del cuerpo humano, la
lesión debe ser legalmente relevante.
El delito de lesiones corporales leves y lesiones corporales culposas es una acción
penal sujeta a la representación del ofendido o de quien tenga capacidad para
representarlo a él o a otro publicus organum, en los términos del artículo 88 de la Ley
n.9.099/95. En los demás tipos de delitos de lesiones corporales, la acción penal será
plena o pública; Cabe mencionar que el representante del Ministerio Público puede
intentarlo libremente, sin depender de provocación alguna del ofendido o de su
representante legal.
Según la cuantía de los daños, las lesiones corporales se clasifican en:
a) Leve — Son aquellas que no determinan las consecuencias previstas en los §§ 1,
2 y 3 del art. 129 del Código Penal.
b) Serio — Incapacidad para la ocupación habitual por más de 30 días; peligro para
la vida; debilidad permanente de una extremidad, sentido o función; aceleración del
nacimiento.
c) Grave — Incapacidad permanente para el trabajo; enfermedad incurable;
pérdida o desuso de una extremidad, sentido o función; deformidad permanente;
aborto.
Aunque prácticamente en general la pequeñez de las lesiones sugiere una lesión
corporal leve, el tamaño externo no es un criterio seguro para clasificarlas. Lo mismo
puede decirse en ausencia de una lesión anatómica visible a la inspección, si hay una
alteración de la normalidad funcional, física o mental.

4.2.1. Lesiones corporales leves Son las designadas por el caput del art. 129. Ofenden
la integridad corporal o la salud de los demás (elemento positivo), pero no
determinan las consecuencias previstas en los §§ 1, 2 y 3 (elemento negativo) de la
citada disposición.
Las lesiones corporales leves suelen estar representadas por daño superficial, que
afecta solo la piel, el tejido subcutáneo, los músculos superficiales y los vasos arteriales
y venosos de pequeño calibre. Estos son excoriaciones, equimosis, hematomas, heridas
contusas, algunos esguinces, tortícolis traumática, edema y la mayoría de las
luxaciones.
Constituyen, desde el punto de vista forense, alrededor del 80% de las lesiones
corporales.
Es importante saber que el rubor, un simple y fugaz enrojecimiento de la piel
causado por un mayor flujo de sangre, que no compromete la normalidad anatómica,
funcional o mental del cuerpo humano, no constituye una lesión corporal leve. Es un
ligero rubor que puede ser provocado incluso por una simple emoción (ver n.
6.3.1.2.1).
Por otro lado, también hay eritema simple (signo de Christinson), quemaduras de
primer grado, en cuanto a profundidad, enrojecimiento de la epidermis, aunque la piel
permanece intacta, en los que la reacción local desaparece en pocas horas o días, sin
compromiso de la normalidad anatómica, fisiológica o psíquica, no se considera lesión
corporal leve.
El dolor físico, de carácter enteramente subjetivo, implicando reacciones
vegetativas y de defensa, pudiendo adquirir elementos emocionales, que no son,
hoy en día, en la competencia de los peritos para valorar sin el respectivo daño
anatómico o funcional, no tipifica el delito de lesiones corporales; de hecho, sólo
mediante una presunción falible puede reconocerse el dolor como efecto de la violatio
corporis. En ese sentido: RT, 67:261, 392:327, 413:283, 489:366 y 559:341; JTACrimSP,
67:394.
Lo mismo puede decirse de una simple crisis nerviosa, o puro desmayo, sin
comprometer el equilibrio de la salud física o fisiopsicológica. En ese sentido: RT,
394:262, 414:253 y 483:246.
El desmayo episódico no debe confundirse con el síncope. Al desmayarse, el
individuo muestra una frente intensamente pálida y perlada con sudor, y el cuerpo se
ve afectado por una debilidad inconmensurable. El síncope es sinónimo de desmayo o
desmayo más pérdida de conciencia seguida de movimientos convulsivos clónicos, en
algunos casos, de los miembros superiores y muecas faciales, y rara vez generalizadas,
con pulso filiforme, hipotensión arterial y respiración casi imperceptible simulando la
muerte.
El desmayo histérico tampoco es una lesión corporal leve. Forma parte de una
enfermedad psiquiátrica llamada histeria, cuyos síntomas simbolizan deseos sexuales
muchas veces reprimidos. La histeria es un estado mental particular, que altera las
facultades morales, la voluntad, y puede provocar impulsos instintivos.
Contrariamente a lo que suponía Hipócrates, aunque no se debe a la continencia, es
innegable que la histeria suele coincidir con una excitación morbosa de los órganos
sexuales, y un cierto desajuste de la imaginación y de los sentidos. Pero el signo
característicamente predominante de la crisis histérica es la perversión de las
facultades afectivas de la sensibilidad y la necesidad irresistible de proferir mentiras
conscientes, inconscientes, mentiras que en su origen fueron conscientes y se
volvieron inconscientes, falsas interpretaciones del sufrimiento y de hacer ruido
alrededor. de tu persona La crisis de inconsciencia puede manifestarse en cualquier
momento; es común que ocurra, sin embargo, cuando la mujer, generalmente una
adolescente o adulta joven, enferma mental, se encuentra en compañía de amigos o
realizando alguna actividad social. Durante la crisis histérica, el cuerpo puede
permanecer inactivo; sin embargo, es común que la lucha, el gruñido, los movimientos
de resistencia bien dirigidos den a los miembros actitudes grotescas. No se sabe si la
histérica está totalmente inconsciente durante la crisis, ya que los
electroencefalogramas son normales y no hay pérdida de memoria. ¿Es la crisis
histérica, entonces, una simple puesta en escena?
Choque nervioso, convulsiones u otros cambios patológicos, causados por
a expensas de reiteradas amenazas, constituyen lesiones corporales leves.
“Cortar la barba y el cabello constituye (siempre que no sea la remoción o
depilación de una parte insignificante) una lesión corporal simple, pues constituye un
daño, y en ocasiones muy grave, a la integridad corporal” (JTACrimSP, 94:263) .
Las lesiones corporales leves suelen formar parte del cuerpo del delito indirecto
por la fugacidad de las huellas dejadas por la infracción (delicia factis transeuntis), o
como consecuencia de la demora en la realización de la investigación, lo que puede
constituir una dificultad insalvable para el experto. En este caso, a pesar de la ofensa
real a la integridad física o a la salud de otro, Nubia prueba la desaparición material
del delito, y solo en este caso, el examen del cuerpo de un delito indirecto, realizado a
partir de otros elementos o a través de acreditados. testigos, podrá suplir el examen
forense directo que resulte del requerimiento legal; in casu, el juez debe concluir por
lesiones corporales leves.
“Si se ha probado la agresión física, pero no se han encontrado lesiones aparentes,
debe descalificarse el delito de lesiones corporales por los delitos menos graves” (RT,
572:395).
Pueden darse circunstancias especialmente favorables. In exemplis, bofetada
infligida por un carbonero que marca una huella ennegrecida en el rostro de la víctima,
como en un acto al que asistió Jacinto de Barros.
“A pesar de causar revuelo, es reconocible y punible la tentativa de daño corporal
leve” (RT, 475:309 y 452:461) cuando el agente, con la intención de ofender la
integridad corporal o la salud de otro, no lo hace por circunstancias fuera de su control
su voluntad (art. 14, II, del CP). En la misma línea: JTACrimSP, 38:143, 76:312 y 44:184.
“La figura de la tentativa de daño corporal, objeto de controversia en la doctrina,
se ajusta indudablemente a las definiciones de nuestro derecho positivo” (arts. 129 y
14, II, del CP).
“La dificultad de aportar prueba fehaciente de la ocurrencia de los elementos que
la componen nada tiene que ver con el concepto jurídico de la especie” (José Luiz V. de
A. Franceschini y Manoel Pedro Pimentel, Jurisprudencia Penal del Tribunal de Algada
de São Paulo, São Paulo, Ed. Lex, 1968, p. 541).

4.2.2. Daño corporal grave Están representados por los cuatro tipos explicados en el
§ 1 del art. 129 de nuestro diplomado legal.
Las lesiones graves se caracterizan por un elemento positivo, representado por
cualquiera de las consecuencias previstas en el § 1 (incapacidad para realizar las
ocupaciones habituales durante más de 30 días; peligro para la vida; debilidad
permanente de
miembro, sentido o función; aceleración del parto), y un elemento negativo,
indicado por la inexistencia de las lesiones configuradas en el § 2 del art. 129 del
Código Penal.

4.2.2.I. Invalidez para las ocupaciones habituales por más de 30 días Invalidez es la
falta de capacidad, de aptitud; es inhabilitante.
La ley no exige la falta de capacidad absoluta, basta que la lesión caracterice no
imposibilidad, sino peligro o imprudencia en el ejercicio de los oficios habituales, por
más de 30 días.
Las ocupaciones habituales a que se refiere el art. 129, § 1, I, del Código Penal, no
tienen el significado de trabajo diario, ni son de naturaleza lucrativa. Estas son todas y
cada una de las actividades corporales comunes.
La ley le da sentido funcional, en atención a la actividad habitual del individuo en
concreto, independientemente de que sea económicamente improductiva, porque de
lo contrario no se castigarían las lesiones corporales graves a los desempleados, niños,
seniles y jubilados.
Las ocupaciones habituales de la disposición legal incluyen cualquier manifestación
de diligencia lícita, física o mental.
Así, las ocupaciones habituales de la abogacía son verdaderamente genéricas.
Para apreciar la duración de la incapacidad, los peritos volverán a interrogar a la
víctima, si no está en rebeldía, “tan pronto como haya transcurrido el plazo de 30
(treinta) días, contados a partir de la fecha del delito”, conforme lo establecido en el
art. . 168, § 2, del Código de Procedimiento Penal. Es el examen complementario al que
se somete la víctima por segunda vez, un mes después, desde la fecha del hecho
delictivo y no del correspondiente informe de cuerpo del delito, con objeto de
comprobar si la incapacidad excede del trintídio.
“Para acreditar la lesión corporal de carácter grave consistente en incapacidad para
las ocupaciones habituales por más de 30 días, es necesario que el examen
complementario de salud se realice a partir del día 31 del hecho delictivo” (RT,
613:318 ) .
Por cierto, para refrescar la memoria, también es una modalidad de examen
complementario a la investigación pericial realizada en cualquier momento, para
corregir o completar un informe anterior (pericia contradictoria), o poco después de
la vigencia de un año desde la fecha de la ocurrencia del daño, con el fin de investigar
la permanencia de la incapacidad total para el trabajo.
Utilizando el texto legal del término "tan pronto como haya transcurrido el plazo
de 30 (treinta) días, contados a partir de la fecha del delito", se presumirá que el
examen de salud complementario practicado antes del trigésimo día, así como como la
realizada mucho después, es inútil.
tiempo después de su vencimiento, a menos que, en este caso, los peritos
comprobaran que la víctima seguía incapacitada para desempeñar sus ocupaciones
habituales. En este sentido: RT, 426:394. Si no se cumple con esta excepción, el examen
complementario debe ser considerado como una pericia no practicada, imponiéndose,
por tanto, la inhabilitación por lesiones corporales leves. En este sentido: RT, 415:280.
Sin embargo, el rigor legal se obtiene por la aceptación, en teoría, de la prueba
testimonial (art. 168, § 3, del CPP) como idónea para el reconocimiento de incapacidad
para ocupaciones habituales por más de 30 días: “Afirmando el informe, no obstante
formulada con posterioridad a los hechos, la incapacidad tridecendiaria, la falta de
examen complementario no es obstáculo para el reconocimiento de la misma, siempre
que dicha circunstancia se acredite con prueba testimonial idónea” (RT, 576:414).
Todavía en este sentido: RT, 383:214, 496:327 y 652:318.
La prueba complementaria de cordura es también inadecuada, para reconocer una
lesión corporal grave allí enunciada, si los competentes se limitan a responder -lo que,
por desgracia, no es raro- lacónicamente "sí", porque, por grande que sea el prestigio
de profesionales, necesitan fundamentar las bases en que se basan sus declaraciones,
describiendo circunstancialmente los daños, así como las repercusiones en la vida
normal de la víctima, a fin de que las lesiones corporales practicadas por el imputado
no sean descalificadas como leves.
En esta línea de pensamiento, “no se acepta, ni por la doctrina ni por la
jurisprudencia, como calificativo del mismo, la simple declaración pericial, sin otro
elemento que la prueba del transcurso de 30 días desde la fecha del daño” (RT ,
420:270). ). En el sentido del texto: RT, 600:338.
Asimismo, el simple pronóstico de los expertos en el momento del primer examen
es insuficiente para la caracterización de una lesión grave. En este sentido: RT,
523:461.
En el examen complementario, los tekhníkos tendrán presente el informe inicial o
informe, con el fin de suplir la deficiencia o ratificarlo (ver párrafos 1.3.3 y 1.3.7).
Los autores difieren en cuanto a la determinación del tiempo de desaparición de la
discapacidad. La ley habla de más de 30 días. La minoría entiende que ha cesado la
incapacidad para la cicatrización, es decir, para la completa consolidación anatómica
y funcional de la lesión, cualquiera que sea el momento en que se produzca. De este
modo, si el lesionado después de la trinidad no se cura, no tiene relevancia la
existencia del calificativo de haber sido parcial por falta de capacidad, o de haberse
reincorporado al trabajo antes de ser restituido. Nos sumamos a los que piensan que
la incapacidad cesa cuando la víctima, sin imprudencia o mayor daño o peligro de
cura definitiva, puede volver al statu quo ante, es decir, a todas sus ocupaciones
habituales, y no sólo a algunas, en condiciones razonables, independientemente de la
consolidación no completa de la lesión.

4.2.2.2. Peligro para la vida En concreto, no tiene el mismo significado que riesgo
para la vida.
La probabilidad concreta y objetiva de un éxito casi letal se denomina peligro para
la vida.
El peligro para la vida es una situación actual, o que se presenta en el curso de un
proceso patológico, consecuencia del delito, en el cual, por el estado de la víctima,
existe peligro de muerte, si no es asistida adecuadamente en tiempo y forma.
El peligro para la vida puede presentarse en el momento de la lesión o después de
horas o días, en cualquier etapa del curso clínico, antes de los 30 días.
Por tanto, no puede ser supuesta, virtual o potencial, remota o supuesta, sino real,
seria, eficaz, clínicamente comprobada, sea actual o pasada. Siempre que el proceso
patológico resultante de la infracción haya presentado, en un momento fugaz, o en su
curso evolutivo, antes de 30 días, una probabilidad concreta y objetiva de muerte, la
especie está configurada.
A la autoridad le interesa saber si hay o hubo peligro para la vida, lo cual es
diagnóstico, expresado a través de datos objetivos, como por ejemplo temperatura
corporal, pulso, presión arterial, volumen hemorrágico, anemia aguda implantada,
toxemia pronunciada. , estado de coma y otros factores significativos de este estado
peligroso, y no lo habrá, lo cual es predictivo, ya que está sujeto a errores.
"El peligro para la vida, para ser definido, requiere un diagnóstico completo y
donde quede por demostrar que, en relación con las funciones más importantes de la
vida orgánica, se han producido perturbaciones graves, síntomas alarmantes, que, en
realidad y términos concretos, poner en riesgo la vida de la víctima" (RT, 511:403).
“Es imposible extraer el peligro de vida sólo por la localización de las lesiones o
por el mero pronóstico, siendo imprescindible para ello realizar un diagnóstico eficaz
y completo” (RT, 490:308).
“Un informe demasiado sucinto, que no explica la gravedad del peligro para la vida,
no sirve de base para reconocer la gravedad de las lesiones” (JTACrimSP, 33:377).
“La autoridad de los expertos no es suficiente para legitimar sus conclusiones; es
urgente que los sustancien, proporcionando el control del error o corrección de su
razonamiento” (RF, 156:436).
Esta figura jurídica es un hecho irreversible que no requiere nueva verificación y
muchas veces prescinde de un examen adicional. En efecto, el riesgo de vida, cuando
consta en un informe pericial debidamente elaborado señalando los síntomas
verificados por los peritos médicos en el examinado y por la respectiva secuela
natural, no depende de confirmación posterior, precisamente porque existió como un
relámpago. huelga, contemporánea a la producción de la lesión. , y luego ya no se
materializa debido a la atención inmediata y adecuada oa las reacciones orgánicas
naturales de la víctima.
“No necesita probarse mediante peritaje complementario” (RT, 391:343, 415:266
y 415:436).
Si el legislador, por no haber estallado todavía en la víctima síntomas alarmantes,
no diagnosticó, sin embargo, ab initio, peligro de vida, sino que viene a ofrecerse ante
el trintídio, es preceptivo un nuevo informe de examen complementario, posterior,
circunstancialmente detallado. (artículo 168, § 2, del CPP).
Un diagnóstico de peligro para la vida, en vista de los signos y síntomas
presentados, en el momento del evento, por la persona molestada, es irrelevante para
el reconocimiento del segundo calificativo del § 1 del art. 129 del Código Penal, fue
restituido al momento del examen complementario, en este ejemplo, innecesario.
La hemorragia copiosa en un vaso grande, restringida rápidamente para salvar a
la víctima, es legalmente potencialmente mortal.
Lo mismo puede decirse del traumatismo craneoencefálico, con o sin pérdida de
sustancia, heridas penetrantes del abdomen, que requieren intervención quirúrgica
para sutura o ablación de un órgano importante, o del tórax, con perforación de
vísceras nobles, que provocan un sangrado intenso. o incluso resección, lesión
pulmonar, lesión del lóbulo hepático, lesión de la médula espinal con daño de la
médula espinal, daño cerebral, estado comatoso, quemaduras en grandes áreas del
cuerpo, shock, neumotórax, colapso total de un pulmón, etc.
Por lo tanto, cualquier aplastamiento no debe aceptarse como un peligro para la
vida.
La simple referencia a la laparotomía exploratoria, incluso bajo anestesia
inhalatoria, sin descripción de síntomas y criterios objetivos para probar el peligro
real a que estuvo sometida la víctima, no basta para reconocer las especies jurídicas
previstas en el § 1, II, del art. 129 del Código Penal.
La simple localización de una herida en el abdomen, aunque sea penetrante, no
puede ser reconocida como una amenaza para la vida si el informe médico-legal no va
acompañado de una descripción de los elementos que sustentan la realidad del hecho
y capaces de producir la probabilidad de la muerte. A lo sumo, tal lesión puede
justificar un juicio
de pronóstico reservado, pero no el peligro para la vida mencionado en el
calificativo.
No son solo las lesiones graves las que pueden poner en peligro la vida. Pequeñas
heridas infectadas por el virus de la rabia, el bacilo del tétanos o el estafilococo siguen
siendo hoy en día amenazantes para la vida, a pesar del moderno arsenal terapéutico
de que dispone la Medicina, llegando incluso a provocar la muerte. No se trata, por
tanto, de la mera posibilidad de que se produzca una infección como consecuencia de
lesiones producidas por un instrumento no estéril. En este entendimiento, JTACrimSP,
22:192.
Nuestro sistema penal no tiene en cuenta las causas preexistentes (diabetes,
hemofilia, etc.) para eliminar la figura de peligro para la vida, porque de lo contrario,
en este caso, toda lesión de este tipo importaría en la agravante de que se trate, ya que
siempre traen consigo, como simple posibilidad, la zona de una infección o
complicada, representativa, desde este punto de vista, por tanto, de potencial peligro
para la vida. En este sentido: RT, 423:423.
Tampoco impone el peligro anhelado para la vida, hipótesis que transformaría la
lesión grave en tentativa de homicidio, ya que nadie es dado a querer el riesgo sin el
respectivo daño.
Además, la ley no especifica. Deja la aclaración sobre si hay o si hubo peligro para
la vida a los peritos médicos, quienes deben, por tanto y como regla general, en toda
pericia, fundamentar juiciosamente sus aseveraciones, con indicación y descripción
de hechos concretos que conlleven, como conclusión lógica y necesaria, que el juez
corrija su diagnóstico.

4.2.2.3. Debilidad permanente de una extremidad, sentido o función La debilidad a la


que se refiere la ley es debilidad, disminución de la fuerza, debilitamiento, torpeza,
debilitamiento.
La debilidad puede ser consecuencia de un daño anatómico (dedo amputado), o
funcional (parálisis de sección nerviosa).
En la caracterización de la figura jurídica prevista en el § 1, III, del art. 129 del
Código Penal, se considera debilidad permanente el debilitamiento de un miembro,
sentido o función a raíz de un daño traumático, limitando de forma duradera, pero no
sub specie aeternitatis, el uso de la energía, el vigor físico o la plenitud de la potencia
de acción. , sin comprometer el bienestar del organismo.
No es necesario que la debilidad sea perpetua e imposible para el tratamiento
ortopédico o reeducativo de la extremidad u órgano debilitado. Solo haz que sea
duradero. Se entenderá por permanente la constatación definitiva de la incapacidad
parcial, previa
tratamiento de rutina, y no se logra la restitutio in integrum, resultando, por tanto,
en una verdadera enfermedad.
No es necesario tener en cuenta la debilidad transitoria, como la leve hipotonía del
brazo, manifestada en el curso evolutivo de un proceso mórbido, ni la hipótesis de
corrección por medios quirúrgicos o procedimientos especializados, cuyo resultado
es aleatorio y al cual, obedeciendo al principio general aplicable a todas las lesiones y
sus consecuencias jurídicas, la parte ofendida no está obligada a someterse.
Hay toda una gama de grados de debilidad, lo que hace imposible determinar
escalas preestablecidas de gradaciones. Los peritos médicos son los responsables del
juicio clínico de cada caso, exponiendo juiciosamente sus aseveraciones.
Para ser considerada grave, debe resultar de la lesión indudable y de la debilidad
duradera del miembro, sentido o función, perjudicando efectivamente a la víctima,
pero sin llegar, sin embargo, a la verdadera invalidez que configura una lesión muy
grave.
Extremidad : estos son los cuatro apéndices anatómicos del cuerpo.
Diversas lesiones -óseas, musculares, nerviosas, vasculares- pueden causar
debilidad permanente en cualquier segmento o articulación de los miembros
superiores o inferiores.
El debilitamiento o la pérdida de un solo dedo caracteriza la lesión prevista en el §
1, III, del art. 129 del Código Penal, porque el debilitamiento del miembro puede tener
su asiento anatómico o funcional en cualquier segmento del mismo. Lo mismo ocurre
si la lesión resulta en una reducción de los movimientos normales de un dedo.
“Aunque extensas y aparentes, se clasifican como debilidad permanente, y no
deformidad de la misma naturaleza, las lesiones que, definitivamente, quitan la
integridad de un miembro, sentido o función” ( JTACrimSP, 12:171).
Sentido — Todo sentido es una función. Entonces hay redundancia en la ley cuando
se habla de sentido o función. Pero usemos la palabra aquí en el sentido
psicofisiológico.
Por significado, el legislador entiende las funciones perceptivas que sirven a la vida
de relación, permitiendo al individuo contactar con los objetos del mundo exterior.
Hay cinco sentidos: tacto, vista, oído, olfato y gusto.
Cualquiera de estos sentidos puede verse afectado permanentemente después de
una lesión.
Así, un traumatismo directo en el globo ocular o en la cabeza, en las inmediaciones
de la cavidad orbitaria, especialmente cuando hay fracturas, puede provocar una
debilidad permanente en el sentido de la visión.
La verificación de la debilidad de los sentidos de la vista y el oído constituye el
grueso de la pericia médico-legal en lo que se refiere a la determinación de la debilidad
permanente en términos de significado.
Expertos especializados juzgarán la agudeza sensorial restante, ya sea debilidad
(lesión grave) o verdadera pérdida o desuso, caracterizando una lesión muy grave.
La medida de la sensibilidad táctil viene dada por el hafiestesiómetro.
Función — Llamada así la actividad funcional definida de un órgano, aparato o
sistema del cuerpo. Ejemplos: funciones táctiles, locomotoras, digestivas,
reproductivas, cardíacas.
Como bien recuerda el autoritario profesor Antenor Costa, la función debe
“considerarse en el sentido de una importante actividad fisiológica, y no en el sentido
de una actividad más o menos inapreciable en el conjunto dinámico del organismo”.
Cualquiera de estos hongos es susceptible, en la práctica médico-legal, de sufrir
una debilidad permanente como consecuencia de una lesión corporal.
Así, la ablación o destrucción de uno de los órganos dobles (testículos, ovarios,
ojos, oídos, pulmones, riñones), manteniendo intacto el otro y no aboliendo la función,
constituye una lesión grave: debilidad permanente. Si la función del órgano restante
se debilita, será una lesión muy grave: pérdida o desuso. Como ejemplo, la pérdida de
un riñón siendo el portador subsistente de una enfermedad grave.
La eliminación total de un órgano impar -como el bazo o la vesícula biliar- que tiene
sus funciones compensadas por otros órganos será lesión grave, debilidad
permanente y no pérdida o desuso de la función.
Un traumatismo en el pene, que disminuya su función genética, constituirá una
debilidad permanente; pero si de ella resulta impotencia coeundi, será una lesión muy
grave: pérdida de función.
Todos los dientes son mangos de masticación. Aun así, la pérdida de dientes no es
suficiente, por sí sola, para reconocer un debilitamiento permanente de la función
masticatoria. Corresponde a los peritos determinar y demostrar, de manera
indiscutible, la debilidad de la función masticatoria, por la pérdida de dientes, para
caracterizar la gravedad de la lesión.
“Para determinar la gravedad de la lesión resultante de la pérdida de un diente, los
peritos deben justificar quantum satis en la conclusión de que provocó una debilidad
permanente de la función masticatoria” (RT, 612:317).
“En la feliz ponderación de Nélson Hungria, saber si la extracción de una muela
debilita el órgano masticatorio es una quaestio facti, a resolver caso por caso.
en caso. Para una persona con una pequeña cantidad de dientes, la pérdida de un
diente más puede ser muy perjudicial, independientemente de la gravedad de la
lesión. En cambio, si se trata de dientes que ya están irremediablemente dañados o
acosados por la piorrea, no se puede reconocer el agravante especial, aunque se
extraigan varios dientes” (Comentarios al Código Penal, p. 294-5, 1942) (RJTJSP , 1942)
103:450).
“La pérdida de cuatro dientes y de los huesos maxilares conlleva necesariamente
una debilidad permanente de la función masticatoria” (RT, 418:279).
La claudicación intermitente, de forma indefinida, sólo perceptible por
acortamiento traumático del miembro inferior, configura una lesión grave: debilidad
permanente de la función de la marcha.
reliquat mediante intervenciones quirúrgicas -aunque el paciente las quiera o las
proporcione- o el uso de prótesis, wickets o disfraces, aunque sea para favorecer la
suerte del infractor, es irrelevante a los efectos de la tipificación penal de la infracción
.
Los trastornos menores del habla no se consideran lesiones graves. En este
sentido: “Ligera limitación de los movimientos mandibulares y linguales, causando
poca dificultad en la pronunciación de las palabras, no puede ser considerada un daño
legalmente considerable, ya que no produce una disminución considerable de la
capacidad funcional del órgano, con reflejos en el actividad fisiopsíquica del paciente”
(RT, 406:243). Además, cuando el daño es considerablemente mayor, la dificultad en
la pronunciación de las palabras, dependiendo de la intensidad, puede constituir una
debilidad o pérdida o desuso permanente de la función.

4.2.2.4. Aceleración de la fecha de entrega maxima venia, no estamos de acuerdo con


quienes afirman que el plazo es impropio.
Te explicamos nuestro punto de vista: en las competiciones ecuestres no es raro
que uno u otro jinete sea arrojado al suelo por los deshechos del animal frente a un
obstáculo.
Esta propiedad de la materia se llama inercia.
La inercia se rige por el siguiente principio: “Todo cuerpo en reposo o en
movimiento permanecerá en reposo, o en movimiento uniforme y rectilíneo, siempre
que no actúen sobre él fuerzas externas que le obliguen a cambiar de estado”.
El principio de inercia establece relaciones entre movimientos y fuerzas. Así, si la
fuerza es nula, el movimiento es rectilíneo y uniforme, o el cuerpo está en reposo
porque no está sometido a ninguna fuerza exterior; Si el
la fuerza no es cero, hay un intercambio de velocidades, es decir, una aceleración.
Como resultado, una fuerza aplicada a un cuerpo no tiene por objeto impartirle
velocidad, sino impartirle una cierta aceleración.
La ecuación fundamental de la dinámica define, en general, la masa de un cuerpo
como el cociente de la división de la fuerza que actúa sobre él por la aceleración del
movimiento resultante.

fue el agente F
pero si
acelerando el
m F = movimiento

Así, la masa de un cuerpo es el cociente de la resistencia de la materia al


movimiento o variación de movimientos que se le quiere comunicar.
La masa , que no se puede confundir con el peso, ya que, a diferencia del peso, no
varía en los distintos lugares de la Tierra, caracteriza la inercia de la materia. Cuanto
mayor es la masa, mayor es la inercia.
El concepto de masa está íntimamente ligado al concepto de inercia y también al
de fuerza y aceleración.
Ciertas energías, como las de naturaleza mecánica, pueden modificar parcial o
totalmente el estado de reposo o movimiento de un cuerpo, si son de suficiente
intensidad para superar el cociente de resistencia de la materia en relación con la
fuerza que se le aplica. la aceleración que adquiere.
Es bueno ver, por tanto, que una fuerza o energía aplicada a un cuerpo puede
vencer su inercia, comunicándole, en este caso, una cierta aceleración. Esta
aceleración será directamente proporcional a la fuerza aplicada e inversamente
proporcional a la masa del cuerpo.
Por eso discrepamos respetuosamente de quienes afirman que “sólo se acelera lo
que ya está en movimiento”, y felicitamos al atento legislador que con tanta acierto dio
el nomen iuris aceleración del parto al calificativo cuarto del § 1. del art. 129 del Código
Penal, referente a la anticipación del parto en cuanto a la fecha prevista de nacimiento.
Existe evidencia de que la aplicación de energía mecánica directa o incluso
indirectamente sobre el alvéolo materno gestante puede modificar su estado de
quiescencia o su inercia, desencadenando contracciones uterinas y,
consecuencia, la expulsión del producto de la concepción —in casu, vivo y capaz de
sobrevivir por aptitud para la vida extrauterina— antes de la fecha prevista por un
tocólogo experimentado para el parto a término.
El precepto legal no se refiere a la rapidez del trabajo de parto, es decir, al
acortamiento del tiempo de dilatación cervical o la brevedad de la fase expulsiva
(como en las hipodinamias uterinas, detención de la progresión, etc., que el obstetra
busca corregir mediante el uso de maniobras) y/o oxitócicos, por vía intravenosa, en
un parto que ya estaba teniendo lugar), sino en anticipación a la ocasión del parto,
pero, necesariamente, después del tiempo mínimo para la posibilidad de vida
extrauterina.
Todo tipo de traumatismo, físico (relaciones sexuales violentas, aplicación de un
instrumento contundente en el abdomen) o psíquico, que afecte a la gestante, puede
ser causa de la expulsión prematura oa término del feto. Nacer vivo y seguir viviendo,
dado su grado de maduración, constituye el supuesto de lesión grave. También será
lesión grave la expulsión anticipada de un niño nacido muerto si se demuestra que ya
no vivía, antes de la ofensa recibida por la mujer embarazada. Si estuviera vivo,
mortinato o sin viabilidad, será una lesión muy grave, ya que será un aborto.
Si como consecuencia de las lesiones sufridas por la madre ofendida y el neonato,
éste muere después del parto, el agresor será responsable de homicidio en
competencia material con la lesión grave. También será homicidio la muerte posterior
a la expulsión del concebido como consecuencia de factores independientes de
maniobras acelerantes del parto (o abortivas), por ejemplo , la acción u omisión
voluntaria del agente.
La expulsión de teratoma o mola hidatiforme caracteriza un delito imposible
(artículo 17 del CP).
Para que se produzca el calificativo, el mejor entendimiento es que el sujeto ha
tenido o debió haber tenido conocimiento del estado de embarazo de la víctima y que,
al menos, tiene la culpa de la aceleración del parto. Si el agente ignora el embarazo de
la víctima, no responderá del hecho calificado, sino del daño leve previsto en el caput
del art. 129 del Código Penal.
En contra: “La aceleración del parto, prevista como agravante de la lesión corporal,
ex vi del § 1, IV, del art. 129 del CP, no requiere, para su configuración, que el imputado
haya o debiera haber conocido del embarazo de la víctima, ni que éste resulte
efectivamente de daño corporal” (RT, 570:331).

4.2.3. Lesiones corporales graves Son delitos contra la integridad corporal o


salud de los demás explícita en el § 2 del art. 129 del Código Penal (incapacidad
permanente para el trabajo; enfermedad incurable; pérdida o desuso de un
miembro, sentido o función; deformidad permanente; aborto).

4.2.3.I. Incapacidad permanente para el trabajo Aquí, la actividad corporal común


del § 1 del art. 129 del Código Penal (lesiones graves), sino de incapacidad o
incapacidad permanente y total para el trabajo, cualquiera que sea.
El trabajo es cualquier ejercicio profesional. Es toda actividad lícita la que
proporciona al sustento del individuo.
Se entiende por incapacidad permanente la pérdida incalculable, pero no perpetua,
de toda vigencia para el trabajo genérico e inespecífico o habitual. Ejemplos:
amputación o pérdida funcional de ambos brazos, dos piernas, una pierna y un brazo.
La ley trata de los daños de carácter económico y social; por lo tanto, puede
suponerse que la calificación ampara también la futura actividad laboral del menor
que, como tal, aún no trabaja, pero que habiendo alcanzado la edad permitida por el
Estatuto de la Niñez y la Adolescencia (art. 60), ciertamente lo habría hecho si no se
hubiera reducido su capacidad.
En el ámbito civil, por tanto, es indemnizable el trauma de origen delictivo que
cause la pérdida de un miembro, sentido o función en un hijo menor de edad, aunque
no desempeñe un trabajo remunerado. Incluso en el caso de un niño ya grande, en el
que los padres tuvieron que invertir muchas veces grandes sacrificios, para
prepararlo para el trabajo, brindándole educación y cuidado material, esperando que
un día colabore en el esfuerzo de subsistencia de el grupo familiar. En el sentido del
texto, Lex, 120:181.
¿Qué pasa si la traumatización resulta en la muerte del menor? Se supone que el
menor, hasta los catorce años, no contribuye a la renta familiar. A partir de los
veinticinco años probablemente se desvincula económicamente de su familia de
origen. Así, es sólo durante este período, o por este período, que se debe la
indemnización derivada de su muerte por un hecho ilícito.
En la determinación de la incapacidad permanente para el trabajo no importa la
intensidad del daño, sino el resultado, la consecuencia de la lesión.
Las infracciones aparentemente leves pueden acarrear a un flautista, a un pianista,
a un violinista, a un músico, en fin, lesiones en los dedos que produzcan una
incapacidad permanente para su trabajo. Sin embargo, nada impide que se readapte a
otro trabajo, excluyendo el habilitante. por lo tanto, de
De acuerdo con la legislación vigente, la pérdida del ojo de un conductor
profesional no tendrá la calificación de lesión muy grave: incapacidad laboral
permanente.

4.2.3.2. Enfermedad incurable Egidio Souza Aranha ( Ligoes de patología) entiende


por enfermedad “la falta de una o más funciones, ya sea por ausencia congénita,
alteración o abolición permanente de las mismas, y compatible con un estado de
salud relativamente bueno”.
La enfermedad (de infirmitas) es la ausencia o el ejercicio imperfecto o irregular
de ciertas funciones en un individuo que goza de aparente buena salud, como ocurre
cuando hay mutismo, ceguera, sordera, mutilaciones, parálisis por infarto, etc.
La enfermedad puede ser congénita o adquirida. Un ejemplo clásico es la ceguera,
congénita o adquirida. La idiotez es una enfermedad congénita; demencia senil,
adquirida.
El hecho de que la persona ofendida se sometiera voluntariamente a
intervenciones quirúrgicas o tratamientos riesgosos con el fin de curar la enfermedad
no invalida el calificativo.
La enfermedad implica una desviación definitiva de la normalidad, alteraciones
permanentes de la salud, reliquia de un estado patológico consolidado. Tiene, por
tanto, un carácter de estabilidad reforzado por el legislador por el requisito de la
incurabilidad, con los medios habituales de la medicina, cierta o probable, siendo la
palabra el legumperito.

4.2.3.3. Pérdida o discapacidad de una extremidad, sentido o función Mayor que la


debilidad es el grado máximo de daño a una extremidad, sentido o función.
Pérdida es la amputación posterior a la agresión, resultante de la intervención
quirúrgica, encaminada a salvar la vida o evitar consecuencias muy graves para la
salud de la víctima, o la mutilación, cuando se produce en el momento del delito. La
invalidez es la falta de cualificación del cuerpo para su función específica; es la pérdida
funcional en una extremidad anatómicamente subsistente.
La pérdida puede ser total o parcial, siempre que equivalga a destrucción. Se
entiende así que, al igual que en las mutilaciones parciales, se supone legalmente
inutilizado un miembro que haya reducido sustancialmente (80% o más) la
posibilidad de ejercer sus funciones normales. No importa si el miembro u órgano
subsiste anatómicamente; será inútil a los ojos de la ley si la función es abolida, o casi.
Como resultado de la lesión corporal, la amputación del brazo constituye la pérdida
de una extremidad; ceguera, pérdida de sentido; ablación de dientes, pérdida de
función. La parálisis resultante de la sección de los nervios motores será incapacitante.
La mano que “actúa como órgano de prensión, cuando forma prensión, como
órgano de sostén, cuando se convierte en anillo o cilindro hueco, y, finalmente, cuando
funciona como órgano de prensión de carácter unciforme ” (Zur Verth) , no es miembro:
pero es tan importante como órgano fundamental de trabajo que su pérdida equivale,
a efectos penales, a la pérdida de todo el miembro superior. Lo mismo para el pie.
La pérdida de uno de los órganos dobles con afectación del otro, o de ambos
órganos o de las funciones, será lesión muy grave. Será también una lesión muy grave
la pérdida de uno de los restantes órganos dobles que respondían, vicariamente, al
normal funcionamiento de ambos.
La membrana himeneal no es un miembro, órgano, sentido o función. Así, el
traumatismo violento por instrumento contundente aplicado en la vulva, produciendo
la desinserción total en el collar del himen y su eliminación por la vagina, determina
lesión corporal de carácter leve y no las consecuencias enumeradas en los §§ 1 y 2 del
art. 129 del Código Penal.

4.2.3.4. Deformidad permanente El cuarto calificativo de carácter muy grave es la


deformidad permanente.
deformidad es un vestigio de la deformación.
Es el daño estético irreparable en sí mismo, resultante de la deformación,
constituyendo vergüenza permanente para el ofendido, comprobada a simple vista.
“Y no sólo la desarmonía fisionómica, sino cualquier alteración en la forma natural
del cuerpo” (Antenor Costa).
La deformidad permanente y el daño estético son reliquias de la deformación,
sinónimos de un daño que puede ser corregido mediante los prodigios de la cirugía
plástica, nunca por sí misma ni por los medios comunes, cuya operación es
indiscutiblemente impuesta, desde un punto de vista civilista, como se incluye en la
reparación de daños y su liquidación.
La ley no define la deformidad; deja la discreción a los encargados de hacer cumplir
la ley. Exige, sin embargo, requisitos esenciales en la calificación de lesión muy grave:
apariencia, permanencia e irreparabilidad por medios comunes o por sí mismo y que
el daño estético apreciable sea capaz de provocar un sentimiento de repulsión en el
observador, sin llegar, sin embargo, a la aspecto de una cosa, horripilante, paralizante,
pero causante de un complejo o que interfiere negativamente con el desarrollo social
o social.
economía de la víctima. Así, no se habla en la modalidad si la lesión constituye
motivo de orgullo o no causa vergüenza alguna a la víctima ni le perjudica en el
ejercicio de su profesión. En este sentido: JTACrimSP, 41:223.
A la Ley sólo le interesan las deformidades adquiridas resultantes de traumas de
origen delictivo.
La persona desfigurada es una deformidad que causa repugnancia y malestar,
excluyendo la posibilidad de una restitutio in integrum, con base en cualquier región
del cuerpo que no sea el rostro. En este sentido: RT, 554:329.
Las lesiones menores, que no afecten la estética personal, no constituirán
deformidad. Excepción: en los melanodermos, la línea de la cicatriz puede causar
molestias y molestias, ya que se hace más visible frente a los queloides que sobresalen
debido a la hipertrofia del tejido.
Las deformidades no serán alteraciones transitorias de la estética personal
debidas a traumatismos leves, tales como contusiones, equimosis, edemas,
dislocaciones, desencadenando inicialmente daños estéticos aparentemente
importantes de los que no quedan huellas al cabo de poco tiempo.
En esta línea de pensamiento, el simple gilvaz, aunque se localice en el rostro y
aunque la víctima sea mujer, no implica necesariamente el calificativo de lesión
corporal, ex vi del § 2, IV, del art. 129 del Código Penal.
En efecto, no es ninguna tergiversación o defecto lo que fija el calificativo, de ahí la
obligación legal de que los peritos fundamenten e instruyan el informe con fotografías
de la víctima. Las fotografías del daño estético de la víctima adjuntas al informe
pericial dicen más que mil palabras. Si esta formalidad no es cumplida por los peritos,
el juicio debe convertirse en diligencia para producir tal prueba. En este sentido:
JTACrimSP, 32:38.
Dependiendo de la sed, las lesiones deformantes en la mujer no lo serán en el
hombre. “Es inaceptable considerar la estética de un hombre y una mujer en pie de
igualdad, sobre todo en el caso de una supuesta deformidad permanente provocada
por una cicatriz. La solución es imperativa, porque es indiscutible, por ejemplo, que el
daño de un gilvaz en el rostro, el cuello o el brazo de una bella mujer es mayor que la
misma lesión en el rostro de un Quasimodo, en peligro de una septuagenaria o en el
brazo cuero cabelludo de un jinete” ( JTACrimSP, 28:393).
En regiones generalmente ocultas por la ropa, la propia víctima se queja de que la
herida la avergüenza y la humilla, porque le resulta repugnante y aversiva, en la
intimidad del tálamo.
“La deformidad no se restringe al rostro, puede estar en otra parte del cuerpo” (RT,
554:329).
Ciertas profesiones influyen en el diagnóstico de la deformidad: maniquí,
presentador de televisión, etc.
Las arrugas de la edad pueden atenuar la apariencia del daño estético, disimulando
el mismo, no configurando así la deformidad. En este sentido: JTACrimSP, 21:268.
Los peritos deben ser cuidadosos en la valoración de la apariencia relativa de la
deformidad, teniendo en cuenta las circunstancias que la aumentan o la disminuyen,
como se ha comentado anteriormente, como el sexo, la edad, el color, la profesión y
las condiciones personales de la víctima, complementando, insistimos,
obligatoriamente, la diligencia médico-legal con constancia fotográfica. En el sentido
de la parte final del texto, RT, 538:381.
Son deformidades permanentes: parálisis facial, blefaroptosis traumática,
mutilación parcial o total de la nariz, pabellones auriculares, mamas, vitriolo, ablación
ocular, zona tatuada verdadera, impresa en la piel por gránulos de pólvora no
quemada en el disparo de arma de fuego, extensa y cicatrices visibles, y cualquier
lesión que provoque un sentimiento de repulsión o lástima.
No elide la configuración del delito prevista en el art. 129, § 2, IV, del Código Penal,
la circunstancia de que el daño estético puede ser corregido por el uso de medios
únicamente disimuladores, tales como pelucas, ojos de vidrio, prótesis dentales, etc.
En este sentido: RT, 480:346. Suponiendo, sin embargo, que el paciente se someta
voluntariamente a una cirugía plástica para corregir los efectos del daño estético, la
figura jurídica de la deformidad desaparecida pierde importancia y, en determinados
casos, la acción del demandado puede ser inhabilitada por lesiones corporales menos
graves si la sentencia aún no se ha dictado. En este entendimiento: JTACrimSP, 11:74.

4.2.3.5. Aborto La interrupción del embarazo normal y no patológico, en cualquier


etapa del período gestacional, sea o no expulsado el feto muerto o, si está vivo,
muera al poco tiempo por incapacidad para la vida extrauterina, como resultado de
daño corporal o violencia psicológica. , constituye un perjuicio muy grave.
La especie se diferencia del parto acelerado porque, como resultado de la agresión
física, el niño nace antes del tiempo esperado para el parto, en diversos grados de
prematuridad, pero vivo y capaz de sobrevivir, caracterizando el evento de lesión
grave.
Según la ley, es indispensable que el sujeto tenga conocimiento del embarazo de la
víctima o que su desconocimiento de ella haya sido inexcusable. En eso
sentido: RT, 556:317.
Es indispensable para el reconocimiento del calificador la comprobación pericial
de los indicios de certeza del embarazo (el presunto o putativo embarazo excluye el
delito con fundamento en el artículo 17 del Código Penal, pues, en tal caso, las
maniobras, medios y abortos procesos constituyen una tentativa imposible), y que se
establece un nexo de causalidad entre las lesiones sufridas por la víctima y el aborto,
sin lo cual se impone la rebaja del tipo penal a lesiones leves.
“Estás descalificado si no hay prueba entre la agresión y el aborto” (RT, 550:331).
Además, saber si el agente conocía o no el embarazo de la víctima es una cuestión
importante para la decisión, en la hipótesis, por ejemplo, de que una víctima de
violación embarazada abortara como consecuencia de la violencia sufrida. Así: 1) si
no desconoció el embarazo y violó a la mujer embarazada con el único fin de tener
relaciones carnales, la concurrencia de delitos es formal, porque con una sola acción
el agente alcanzó más de un resultado; 2) si no desconoció el embarazo y violó a la
víctima, queriendo además provocar el aborto, la concurrencia de delitos es material,
porque con una sola acción obtuvo más de un resultado, pero con fines autónomos; 3)
si desconoció el embarazo de manera inexcusable y sólo quiso violar a la mujer, no se
habla de concurrencia de delitos, sino de delito preterminal, según el art. 223 del
Código Penal.

4.3. Lesiones corporales seguidas de muerte Art. 129, después de describir en el


caput el delito de lesiones corporales, añade en el § 3 una agravante previsible: la
muerte de la víctima. Aquí la lesión corporal es el primum delictum; el resultado
clasificatorio, la muerte.
También denominado delito preintencional (o preintencional) -ya que el resultado
excede a la dolo-, la lesión corporal seguida de muerte, en su configuración, además
del nexo de causalidad objetiva entre la conducta y el resultado agravante, exige una
relación causal subjetiva. relación-normativa, es decir, un vínculo directo entre el
primum delictum y la imputatio juris. El resultado de calificación solo se puede atribuir
al agente si es previsible.
Según el § 3 del art. 129, la dolo sólo se extiende a las lesiones corporales, y la
muerte es punible como culpa, entendiendo que el agresor no quiere matar a la
víctima, y no asume el riesgo de producir la previsible muerte, ya que, de producirse
el caso , el agente sólo será responsable de los daños corporales. El agente quiere un
minus delictum y llega a un majus delictum inesperado , de modo que se conjugan la
intención en el primum delictum (lesión corporal) y la culpa en el resultado .
(muerte). Ejemplo: una persona golpeada por otra cae, se fractura la base del
cráneo y muere. “O la de un individuo que empuja a la víctima por una escalera,
provocándole la muerte” (RT, 121:118).
“Aunque no pretenda el resultado, asume el riesgo de producirlo, y el agente que
le propina un puñetazo en la cara a la víctima, haciéndola caer al suelo y
consecuentemente muerta, debe responder de lesiones corporales seguidas de
muerte” (RT , 543 ) :391). En la misma línea: RT, 512:374.
Corresponde al juez, siendo su apreciación esencialmente legal, y no competencia
del perito, reconocer una lesión corporal dolosa y un resultado calificativo de
"muerte", perfectamente previsible, incluso por los profanos. Medicina Legal sólo será
responsable de la descripción pericial del lugar, número, dirección, profundidad de las
lesiones, nexo de causalidad entre el daño sufrido por la víctima y la causa de la
muerte, etc.
Sin embargo, si el informe de la autopsia no describe el nexo de causalidad entre
la lesión sufrida por la víctima y la causa determinante de la muerte, siendo, por tanto,
omitido, incompleto e inconsistente en tan relevante consideración, la absolución del
imputado por los daños corporales seguida de la muerte. En este sentido: RT, 559:232.
El Código Penal del país no señala expresamente los casos de delito doloso; sin
embargo, éstas se manifiestan en los siguientes artículos: 133, § 2.°, 134, § 2.°, 135,
párrafo único, 136, § 2.°, 137, párrafo único, 159, § 3.°, 258, multa (forma calificada de
los artículos 250 usque 257).

4.4. Maria da Penha — Ley n. 11.340, del 7 de agosto de 2006


Como una forma de agravar el trato penal en casos de la llamada violencia
doméstica, esta Ley añadió el § 9 al art. 129 del Código Penal. Verbis: “§ 9° Si la lesión
se comete contra un ascendiente, descendiente, hermano, cónyuge o conviviente, o
con quien vive o ha vivido, o, aún, el agente de las relaciones domésticas, de
convivencia o de hospitalidad prevalecientes: Pena - detención , de 3 (tres) meses a 3
(tres) años”.

4.5. Investigaciones médico-legales de lesiones corporales En la exposición de


motivos, el perito se autocalificará e identificará la autoridad que determinó la
investigación, precisando el tiempo, lugar y objeto de la investigación y calificando a
la víctima a fin de evitar un posible cambio de persona.
Es una regla general en la pericia médico-legal que el informe se prepare -
continuamente mientras se lleva a cabo el examen.
En el conmemorativo, la historia será narrada libremente por el paciente; el perito
sólo registrará lo esencial, sin embargo, prestando atención a los detalles importantes,
como la hora y el lugar de los hechos, el número de agresores y golpes, la contención
de la víctima, el ataque por sorpresa, la agresión a traición, los instrumentos con los
que se cometió el delito.
La autoridad suele interesarse en conocer el instrumento o medio que causa el
daño, para juzgar la animus del agente, completando con el estudio de la causa,
extensión y localización del daño. Como ejemplo, citamos el vitriolo, la incisión hecha
por una navaja colocada en la cara, indicativa de la intención del autor de marcar
indeleblemente a la víctima, deformándola (ver n. 4.2.3.4).
El color de los hematomas permite establecer la fecha aproximada de la agresión.
La forma de las abrasiones sugiere el instrumento traumatizante.
El color rosado de las cicatrices sugiere un traumatismo reciente.
Las heridas e incisiones contusas y las heridas profundas se examinarán
cuidadosamente en cuanto a asiento, profundidad, forma y dimensiones, y se
registrarán según el nombre anatómico (ver pág. 163 usque 172).
El perito investigará la posible presencia de ictericia emocional, confusión mental,
amnesia postraumática, resultantes del shock emocional, muchas veces más intenso
que las lesiones materiales sufridas por la víctima.
Si el examen forense es indirecto, y no se detectan daños anatómicos, fisiológicos
o psíquicos, a la normalidad del actor, el perito se excusará de pronunciarse sobre el
delito, confesando su duda a la autoridad.
El término dolor, un presunto fenómeno subjetivo, una forma de sensibilidad
destinada a asegurar la integridad de los órganos y tejidos cuando cualquier agente
actúa sobre ellos, superando su umbral de seguridad, “incluso antes de que la
conciencia se pronuncie al respecto” (W. . Rodrigues ), por imposibilidad diagnóstica,
a pesar de la existencia de varios signos (signo de Levi, signo de Mankof, signo de
Muller, signo de Imbert, etc.), en ausencia de lesiones traumáticas, y variable -cuando
éstas están presentes, en función del umbral de sensibilidad, sexo, edad, raza,
intelectualidad y estado emocional del individuo— fue sabiamente excluida de las
disposiciones del Código Penal.
Si es cierto que la exploración de las lesiones leves es relativamente fácil, no ocurre
lo mismo con las lesiones corporales graves y muy graves, que suelen requerir dos o
más exploraciones.
El examen complementario o supletorio , realizado después de 30 días del evento
criminal, obviamente se impone.
Las lesiones corporales graves son, en el examen forense de rutina,
mayoritariamente representadas por fracturas, diagnosticadas clínica y
radiológicamente, con excepción de los huesos de la nariz, sin secuelas graves, y que
permiten al individuo reincorporarse a sus ocupaciones habituales antes de los 30
días.
El perito registrará las consecuencias motoras, tróficas y funcionales derivadas del
daño.
En la aceleración del parto, luego de un minucioso examen obstétrico, verificará si
realmente hubo parto, si el niño nació vivo, tratando de establecer el nexo de causa y
efecto observando la lesión (excoriaciones, hematomas, equimosis) en el abdomen.
La enfermedad incurable se confirmará después de pruebas clínicas y de
laboratorio precisas.
La deformidad permanente requiere documentación fotográfica. El perito
adjuntará al informe fotografías en varias posiciones del examinado, antes y después
de la lesión. Si el daño es visible solo en movimiento, se documentará mediante una
grabación de video.
En el aborto, después de un cuidadoso examen, el perito determinará: si la víctima
estaba realmente embarazada, si se produjo el aborto, si el feto nació muerto o murió
poco tiempo después del nexo de causalidad.
Reafirmamos, en lo pertinente, que la expulsión de un ser no vital (monstruo,
litopedión, mola hidatiforme) excluye la hipótesis del delito.
En la discusión, el experto destacará y establecerá correlaciones entre los
principales elementos del examen médico-legal.
En la conclusión, guiado por estos elementos, expondrá la causa exacta y la
consecuencia del delito.
Finalmente, el perito debe evitar molestar a los pacientes hospitalizados en la UCI,
en estado grave, postergando el examen médico-legal, cuando sea necesario.
Figura 16. Esquema de las lesiones
localizadas en la cara
inferior de la cabeza.

rechazos
'\ 1. Frente
---- ^'Vi 2. Parietal
, /_-^\/s -%i\ 3. Occipital
4. Torment
\ 'i1 a
\k ¡ ' (( > i. 5i Nasal
k\ [T yo yo- \ ■ :> 6. Ahora]
7. Mentoniano (de menth)
8. Orbital
9. lafraofbita!
I 10 10. Oral (mejilla)
11. cigomático
12. parotideomaseterico
13. región anterior del cuello
yo \ \ 14. esternocleidomastoideo
15. Fosa supraclavicular menor
t te' u ^ s m
\\ ' 13
yo un \ /
F 16. Región lateral del cuello
17. Gran suprac] fosa avicular
1
y" 1
1 \ i / ' ■,
(triángulo omoclavicular)
/ 1
/
' \ * ''V' 17 \ 1 \ f'V. 18. Región posterior del cuello

H1*V. — rj_ _

Gobernado: %
1. Frente \
No

2. Parietal 'o
3. Occipital
4. Temporal Yo
5. Nasal
vv i;
'V
■Á
6. Oral
7. Mentoniano (de menth) LA
8. Orbital Wf --—- í> - "75
9. infraorbitario
10. Bticai (de la mejilla)
1 Y. cigomático
12. parotideomaseterico
13. Región arterial del cuello
14. estentocleidomastoideo
15. fosa supraclavicular menor
16. región lateral del cuello
17. Fossasuprad avicular mayor
(triángulo omoclavicular)
18. región posterior del cuello

FigUlIl I 7. Esquema de las


lesiones localizadas en
la cara y el cuello.
Figura 18. Solicitud de lecturas locales en la
cara posterior del cuerpo humano.
Reglas:
hParietal
2 Occipital
Mi . Temporal
3
pag
Posterior de la (cuello)
. vértebra peseteus
4. I.
5. Escapulario

21
s 3. infraescapular
7. Espalda baja
u Lado del Sacra
n abdomen!
^ U r • ¡i . glúteo
& yo»
rf i UW Tergum prosimal
posterio
r
Tergum medio > de la
, t 25 _ 9 ■ 0.: 15. Tergum distal cosa
posterior del jceJho 16. Tengo prosimal 1 Región
(fosa poplítea) 17. Tergo radio ^ posterior
18. Tergo distal J de la pierna
19. Hasta el talón
20. empeine
21. deltaid
22. Teng o prosimal 1 Región
k
y 23. Tergum medio \ posterior
24. Tergo dislal J del brago
25. Posterior del codo
,26. Terg la prosimal "I Región
Sierra|27. Teng la media posterior f de
la
SK X' # 1 J 2 B . Teng el antebrazo J distal J
29. El dorso de la mano y los dedos
21 r-"*' --- van—4
Esquema de -
7 lesiones
vaya: 5 ! localizadas en la
todos "¡ superficie
anterior del

Regiftea:
13. Tergum prosimal 1 Región
1. infriadavicular 14 Tengus medio l anterior
2. seno 15. Tengus distal J de la pierna
3. hipocondríaco 16 Dorsal del pie
4. epigástrico 17. deltaid
5. lado del abdomen 18. ¡Tengo ventajas! mal en la
6. Umbilical. región
7. Inguinal 19. Tengo medio ► anterior
8. público 2Q Tengo di slal J do brago
9. Tejg o prosi mal 1 RcgiSo
LO. Tej^omedio ^anterior
:L 21. Anterior del muñón de vellón
22. ¡Tengo ventajas! malo 1
11. Tei;odLilaL R^giSo
diec is é
I escena is 23. Tergum medio > anterior de
12. Anterior de joeitíb
jft/ 24 Tergum distal J antebrazo 25.
Regiones:
1. Frente
2. Parietal
3. Occipital
4. Temporal
5. Nasal
6. Oral
7. M desgarrado (del
meato)
8. Orbital
9. infraorbitario
10. Oral (de la mejilla)
11. cigomático
12. anterior
13. Paro ti deom assetéric a
del cuello
14. esternocalcidomastoideo
15. laterales, cuello
16. posterior del pie
17. Escapulario
1.8. Dcltoide
1.9. Ter^o primitivo ~| gobernado
20. Media posterior L Tci^ de la
21. Brazo en J de tejido distal
22. Proíimal Tci^o ~\ Gobernó
23. tci^t medio anterior de la
24. ¡El tuyo está lejos! brazo J
2 5. Región posterior del codo 26.
Región anterior del codo
27. Te extraño gobernado
28. te entiendo parte
medio posterior
29. alambre distal del
30. Te extraño antebrazo
31. no eres región
promedio anterior del
32. yo YA distal
33. detrás de la
mano
34. Injraelavicular
35. chupar
36. Hipocondríaco
(izquierda)
37. epigástrico
38. lado de abriom
39. Umbilical regla
40. Inguinal posterior de
41. púbico la cosa
42. glúteo anterior
43. Tcp^o regla de la
siguiente!
44. te entiendo
medio
45. tenjo distal
46. Te extraño ? posterior de
47. tecnología
pierna
promedio
54. Cláusula procimal "i Gobernó
55. medio v anterior de la
56. flujo distal pierna j
57. Hasta el talón
58. empeine
Figura 20. Esquema de las lesiones localizadas en el lado izquierdo del cuerpo humano.
Registros:
i 1. Frente
2/1 2. Parietal
3. Occipital
4. Temporal
5. Navidad
6. Oral
7. Meatoniano I del meato)
8. Orbital
9. infraorbitario
I. 0. Oral (de la
mejilla)
II. cigomático
12. parotideomasetehea
13. anterior del pie
14. Esta m«: leidomastoi dea
15. Lateral del pie 1.6.
posterior del pie
17. Escapulario
18. ejeltoides
19.¡Ten el próximo! ~| gobernado
20. Medio red posterior
21. Ter^distaj J del brazo
22. Región Tcr 1 proximal
23. Tener el
promedio antes del
24. Ter^-o lejos! yo presumo
25. regla posterior del codo
26. ¡Próximo
27. Región anterior delposterior
muñón
tercio! del
28. tercio medio antebrazo
29. Distancia tr Región
30. Diez; el anterior de
proximal un lebrato
3 i.. Tere el medio
32. Tcr distal
33. detrás de la
mano
34. Infrie lavicu lar
35. seno
36. hipocondríaco i di rci
la)
37. epigástrico

1
38. lado del abdomen
39. Umbilical musloReg
40. Inguinal ión
41. púbico. anterior
42. glúteo del
43. Tener muslo
siguiente!
44. Tcr^ el
promedio

}
45. tener
51. Distancia tr el región
próximo mal posterior
52. tercio medio de.

}
53. tengo distancia pierna.
región
54. ¡Tengo el anterior
siguiente! de.pema
55. tengo medio
56. tercio distal
57. Calca'n bar
58. parte trasera del pf
59. región axilar
60. región infraescapular
Figura 21. Esquema del Icsás ubicado en el lazo lateral derecho del cuerpo humano.
Regiones: 38. Lado del abdomen
13. Frente de pez J4. 39. Umbilical
Estomocleidomastoideo 15. 40. inguinales
Lateral del pie 41. púbico
34. infraclavicular 4to ¡El siguiente!
35. seno 62. Pene*
36. Hipocondríaco 63. Escroto 4 (bolsa, intestino)
(izquierda) 4 No regionales. pero órganos.
37. epigástrico

Figura 22. Esquema de las lesiones localizadas en la v entre c en los genitales.


Figura 24. Esquema de los
estes en la región palmar izquierda.

Regiones:
1. tenar
2. mar medio
3. hipoteca
4. Superficie palmar de la falange
proximal
5. falange de
Rnodia
6. Face palo mar da falange
dista!

Regido desde:
1. Dorso da mito
2. Face dorsal de falange
proximal
3. Face dorsal de falange
media
4. Face dorsal de falange
distal

Figura 25. Esquema de las estas do


dorso de mí o grieta.
Reggiocs:
1. H Ü*É
2. Antélix
3. Concha auricular
4. Antetragus
5. Lóbulo
ó. Meato acústico
externo
7. Trag.us
S. Fbssa triangular

Figura 26. Esquema de las lesiones localizadas en


la aurícula derecha.
Figura 28. Esquema del Icsftes I ubicado en el cráneo de un cadáver.
4.6. sangre A menudo es interesante para la ley si se trata de sangre en una mancha
particular que se encuentra en la ropa, en el cadáver o en la escena del crimen.
Para aclarar el Tribunal, el perito utilizará pruebas genéricas de orientación y
certeza, pruebas específicas de seroprecipitación y pruebas
individuos por isoaglutinación.
Las pruebas de orientación genéricas se basan en el fenómeno en el que la sangre
actúa como fermento oxidante indirecto sobre el reactivo (de Meyer, de Adler, de
Amado Ferreira), formando con él un compuesto coloreado.
El reactivo de Meyer está formulado por: Fenolftaleína 2g
Solución de potasa al 20% 100ml
Polvo de zinc 20g
A las gotas de la mancha previamente maceradas en agua destilada, contenidas en
un tubo de ensayo, se añaden unas gotas de reactivo de Meyer y 12 volúmenes de
peróxido de hidrógeno, resultando un compuesto rojo fucsina (en la reacción de
Kastle-Meyer).
Con reactivo de Adler, bencidina 4g
Ácido acético glacial 100ml,
aparece un color azul índigo
intenso.
Utilizando el reactivo de Amado Ferreira, bencidina 4g
ácido láctico 100ml, el color
obtenido es violeta-tierra.
Positivo, estas reacciones indican que la mancha examinada puede ser sangre. Esto
se debe a que estas reacciones son propensas a error, ya que dan resultados falsos
positivos con sales de hierro y cobre y con el jugo de ciertas frutas, verduras, cereales.
Sin embargo, si antes de proceder a las reacciones se sumerge el macerado en agua
hirviendo, se destruirán las diástasis oxidantes responsables de las causas del error.
Entre las pruebas genéricas de certeza, por su sencillez técnica, se destaca la
investigación sobre los Cristales de Teichmann; Además, cuando es positivo, indica que
el material examinado contiene sangre.
El ácido acético es el reactivo de Teichmann.
Se colocan gotas de ácido acético sobre una gota de sangre in natura concentrada
en una pala, a fuego lento, en la llama de un mechero Bunsen, sucesiva y lentamente,
llevándolas a la evaporación. Si el material examinado es sangre, se debe macerar la
mancha en solución salina, procediendo a continuación como se ha descrito
anteriormente. Al microscopio se aprecian cristales romboédricos aislados en la
preparación, en forma de cruz, en roseta, con un color comparable al de un habano.
La mejor reacción biológica para el diagnóstico específico de la sangre es la prueba
de Uhlenhuth.
La prueba de Uhlenhuth sólo se realizará después de que la prueba
microcristalográfica de Teichmann haya dado positivo.
Tomamos prestada de Arnaldo Amado Ferreira (Sobre la técnica médico-legal en la
investigación forense, São Paulo, Revista dos Tribunais, 1962, p. 391 y 392) el modo de
proceder de la reacción de Uhlenhuth: “En el tubo n. 1 soportes
0, 9cm 3 del colorante macerado diluido al 1/00, cuya especificidad se desee
determinar y añadir 0,1 cm 3 de suero precipitante antihumano.
En el tubo No. 2, 0,9 cm 3 de solución de cloruro sódico 8,5/00, con la que se maceró
la mancha de sangre, y 0,1 cm 3 de suero de precipitación antihumano.
En el tubo No. 3, 0,9 cm 3 de una solución de sangre humana 1/00 y 0,1 cm 3 de
suero precipitante antihumano.
En el tubo No. 4, 0,9 cm 3 de una solución de sangre humana al 1/00 y 0,1 cm 3 de
suero normal de un conejo que no fue inyectado.
En el tubo No. 5,0,9 cm 3 de una solución 1/00 de sangre de conejo sin inocular y
0,1 cm 3 de suero precipitante antihumano.
En el tubo No. 6.0.9cm 3 de una solución de macerado de un trozo de tela de la
colorante, pero tomado de una mancha no manchada de sangre, y 0,1 cm 3 de suero
precipitante antihumano.
Los tubos se llevan inmediatamente al horno a 37°C durante veinte minutos a
media hora. En tubos no. 1 y 3, si el material es de origen humano, se notará un
precipitado de color blanco, en forma de anillo, en el límite que separa los líquidos
presentes. Los tubos 2, 4, 5 y 6 son para probar la reacción. El suero precipitante está
siempre en el fondo del tubo, porque es más denso que las soluciones bajo examen”.
A pesar de que la reacción de Uhlenhuth es sencilla en la técnica, segura y específica
en los resultados, recordando las numerosas posibilidades de error, este maestro de
culto recomienda al experto prudencia en sus conclusiones: “Después de mencionar
que diagnosticó sangre, es necesario no para afirmar perentoriamente Cuide su
especificidad, incluso si obtiene una reacción positiva con el suero precipitante y la
sangre humana, por ejemplo, si está seguro de que está en presencia de sangre
humana, lo que sería cometer una falta. Dirá simplemente que la sangre estudiada dio,
con el suero precipitante, las mismas reacciones que con la sangre humana”.
El diagnóstico individual de la sangre se basa en el fenómeno biológico de
isoaglutinación de glóbulos rojos de un individuo puesto en contacto con el suero
o plasma de un individuo de la misma especie.
La isoaglutinación se puede observar directamente por el comportamiento de los
glóbulos rojos del donante y el suero del receptor, o viceversa, en contacto; si no
ocurre hemólisis ni aglutinación, la conclusión es que los examinados tienen el mismo
grupo sanguíneo.
O indirectamente, determinando el grupo sanguíneo al que pertenece el individuo,
comparándolo con la mancha o costra de sangre, investigando los aglutinógenos A y B
y las aglutininas ay b.
“Se investigan los aglutinógenos, midiendo el poder que tiene la tinción para
absorber, en concreto, las aglutininas a y b de un suero tipo O. La presencia, por tanto,
de los aglutinógenos A y B en el material examinado se demuestra, entonces,
reduciendo la título de aglutininas homólogas absorbidas” (Arnaldo Amado Ferreira,
Da Técnica, cit.). Así, si hay: a) isoaglutinación con glóbulos rojos A, el tipo de sangre
es B; b) isoaglutinación con glóbulos rojos B, el tipo de sangre es A; c) isoaglutinación
con glóbulos rojos A y B, el tipo de sangre es O; d) isoaglutinación negativa con
glóbulos rojos A y B, el tipo de sangre es AB.
Las diversas causas de error se describen en el n. 17.2.1.5.
La determinación del tipo de sangre fue posible en manchas de sangre de 6 a 18
meses (Lattes), hasta varios años (Holzer).
La reacción de isoaglutinación de la sangre es de interés para la Corte, ya que
permite la presunción de inocencia o incluso la exclusión de culpabilidad de quienes
son acusados de cometer el delito, nunca para incriminarlo, aunque los tipos de sangre
del sospechoso y la mancha examinada son los mismos, ya que constituyen verdadera
población son personas pertenecientes al mismo grupo sanguíneo. Es claro que si la
víctima y el acusado tienen sangre tipo A, y la mancha examinada tipo B, el acusado
debe ser exonerado. Lo mismo ocurrirá si es tipo B y la mancha de sangre tipo A.
Una vez encontradas las manchas, se analizarán, necesariamente, siempre
mediante métodos basados en diferentes principios, con el fin de determinar si: 1 —
¿Se trata realmente de sangre?
La caracterización de la naturaleza misma de la mancha pasa por varias etapas de
reconocimiento: primero, de orientación, a través de la reacción de Kastle-Meyer, que
es extremadamente sensible pero poco específica; luego la probabilidad, a través de
las reacciones de Teichmann, que son menos sensibles pero más específicas, y
finalmente, la certeza, a través de las reacciones de Uhlenhuth, que son a la vez
sensibles y específicas.
2 ¿Es sangre humana o animal?
El reconocimiento del origen de la sangre no resulta de reacciones químicas, sino
de reacciones serológicas, que son mucho más complejas. Se basan en la especificidad
biológica. En general, consisten en poner en contacto una maceración de tinción con
suero de conejo, preparado mediante inyecciones repetidas en el animal de mezclas
de sangre humana de diferentes grupos, que reacciona con las proteínas humanas,
precipitándolas.
3 — en el caso de la sangre humana, ¿a qué grupo pertenece?
Toda la sangre humana pertenece a uno de los cuatro grupos principales A, B, AB,
O, absolutamente inmutables incluso en los muertos. Se determinan por aglutinación
de suero y glóbulos de prueba (ver pág. 145).
4 — ¿Cuál es la fuente orgánica de esta sangre?
Es posible que el técnico de laboratorio indique si la sangre analizada proviene de
sangrado menstrual, sangrado nasal, etc. gracias a las células que se encuentran en él,
a menudo identificables por su tipo, forma, grosor y también por sus grupos y
asociaciones, estos caracteres se evidencian mejor a través de colorantes citológicos
o reacciones citoquímicas.
CAPÍTULO 5
Desgracia accidental

Resumen: 5.1. Accidente laboral. 5.2. Arte. 20 de la Ley n. 8.213, del 24 de julio de 1991. 5.2.1. Tipos de culpa. 5.2.2.
Riesgo profesional. 5.2.3. Derecho e indemnizaciones accidentales. 5.2.4. Reglamento de Prestaciones de la
Seguridad Social (Dec. n. 3048, del 5-6-1999). 5.2.5. Comunicación del Resultado del Examen Médico. 5.2.6. Período
de prescripción.

El infortunio (de desgracia, desdicha, infortunio) es el capítulo de la Medicina Legal


que se ocupa de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.
Actualmente, la materia está regulada por la Ley n. 8.213, del 24 de julio de 1991
(DOU, 25-7-1991, consolidada en el DOU, de 14-8-1998), que establece los Planes de
Beneficios de la Seguridad Social, y el Reglamento de las Prestaciones de la Seguridad
Social (Decreto N° 3048, 5-6-1999, DOU, 5-7-1999).

5.1. Accidente laboral


Accidente de trabajo es aquel que se produce como consecuencia del ejercicio del
trabajo al servicio de la empresa, o incluso por el ejercicio del trabajo del asegurado
especial, causando lesiones corporales o perturbación funcional que produzca la
muerte, pérdida o reducción, permanente o temporal, de la capacidad de trabajo, de
conformidad con el art. 19 de la Ley n. 8.213/91.

5.2. Arte. 20 de la Ley n. 8.213, del 24 de julio de 1991


0 Arte. 20 de la Ley n. 8.213, del 24 de julio de 1991, considera como accidentes
de trabajo las siguientes entidades morbosas :
1 — enfermedad profesional, entendida como la producida o desencadenada por
el ejercicio de un trabajo propio de una determinada actividad (riesgo profesional
específico) e incluida en la respectiva lista elaborada por el Ministerio del Trabajo y
Seguridad Social;
II — enfermedad profesional, entendida así como adquirida o desencadenada por
las condiciones especiales en que se realiza el trabajo y directamente relacionada con
él (riesgo profesional específico agravado), contenida en el

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