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Los derechos de los pueblos indígenas se han perfilado en los últimos treinta años
como destacado componente del derecho y las políticas internacionales gracias a un
movimiento impulsado a escala nacional, regional e internacional por pueblos
indígenas, la sociedad civil, mecanismos internacionales y Estados. El sistema de
derechos humanos de las Naciones Unidas (sus mecanismos, leyes y políticas) ha
ocupado un lugar central en este proceso mediante órganos como el Grupo de Trabajo
sobre Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, que cumplió innovadoras funciones
de las que hoy se ocupan el Consejo de Derechos Humanos y sus mecanismos en
colaboración con otras instancias destacadas, como el Foro Permanente de las
Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas.
La estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de ser reconocida
y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual, su
integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades indígenas la relación
con la tierra no es meramente una cuestión de posesión y producción sino un elemento
material y espiritual del que deben gozar plenamente, inclusive para preservar su
legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras.
Los derechos de los pueblos indígenas tienen, por definición, carácter colectivo. Dicho
de otro modo, se confieren a individuos indígenas que se organizan en pueblos.
Aunque también se reconocen derechos individuales, es innovador el grado en que se
reconocen en la Declaración los derechos colectivos. Por lo general, se daba por
sentado que los derechos de los individuos bastarían para garantizar una protección y
promoción adecuadas de los derechos de proyección colectiva, como el derecho a la
cultura. Sin embargo, con la aprobación de la Declaración la comunidad internacional
ha afirmado claramente que deben reconocerse los derechos colectivos de los pueblos
indígenas para que estos puedan disfrutar de sus derechos humanos.
El FIDA considera que asegurar el acceso de los pueblos indígenas a las tierras, los
territorios y los recursos naturales es fundamental para generar estabilidad e impulsar
el desarrollo sostenible e inclusivo a largo plazo. Investigaciones realizadas en los
últimos decenios demuestran que las tierras que se rigen por sistemas de tenencia
comunitaria, es decir el derecho a poseer o gestionar recursos naturales terrestres a
nivel de la comunidad, a menudo tienen instituciones y prácticas locales bien
establecidas que históricamente han ayudado a mantener ecosistemas frágiles, como
los bosques tropicales, los pastizales y los sistemas de rotación agrícola a gran escala
(Iniciativa para los Derechos y Recursos, RRI, 2015).
La Política de Actuación del FIDA en relación con los Pueblos Indígenas llevó al
establecimiento de dos nuevos instrumentos para implantar sus principios de actuación:
• Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas (IPAF). Se trata de un fondo especial para
los pueblos indígenas creado con el objetivo de fortalecer las comunidades de pueblos
indígenas y sus organizaciones mediante la financiación de pequeños proyectos
encaminados a fomentar su desarrollo autónomo.
Como bien se expone en sus políticas, y como lo han demostrado sobre el terreno los
proyectos financiados por el FIDA a lo largo de los años, garantizar el acceso colectivo
a las tierras, los territorios y los recursos naturales es esencial para la sostenibilidad a
largo plazo de las operaciones del FIDA. Aparte de ser un derecho humano básico de
las personas que viven en esos territorios y que dependen de los recursos locales para
su subsistencia, la seguridad de los derechos colectivos sobre la tierra ha demostrado
ser un instrumento clave para el desarrollo económico y un medio para reducir el riesgo
financiero de las inversiones.