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NUESTRO NIVEL DE CONTROL

¡Como nos pesa darnos cuenta del nivel de control que pretendemos tener sobre los demás! y qué
trabajo nos cuesta irlo soltando. Sin embargo, este tipo de control no es sino la punta del iceberg
del verdadero control que nos impide fluir y tomar lo mejor de la vida, ¡y es precisamente la fantasía
de que podemos controlar nuestra vida!

A penas logramos conocer una muy pequeña parte de nuestros procesos mentales y proceder a
realizar ajustes en aquellos que nos están limitando o contaminando, a penas vamos aprendiendo
a manejar un poco nuestras emociones…. Ya vimos que no controlamos realmente ni nuestro
cuerpo, ni a las personas, ni a la naturaleza, y que la mayoría de las circunstancias que vivimos están
fuera de nuestro control.

Y en esa lucha por lograr objetivos, alcanzar metas, planear la vida, querer controlar y controlar lo
incontrolable, se nos olvida que estamos de paso por aquí, que tal vez no venimos a cambiar el
mundo, si no nuestro mundo interno, que tal vez nuestra condición humana no nos permite ver el
plan mayor, y que al querer controlar la vida, vamos en contra de nuestra verdadera misión aquí y
ahora, y que sólo necesitamos fluir y soltarnos a algo superior de lo que formamos parte, y que las
circunstancias y retos de cada momento, no son si no eso, no son la vida.

Sin la confianza en ese plan superior, con el apego a seguir el guion preestablecido que se supone
debemos seguir en la vida, nos condenamos a la frustración e insatisfacción permanente, porque
nunca se cumplen tal cual esas expectativas.

Sólo observándonos, aceptándonos, aceptando la vida cómo es, dando lo mejor de nosotros mismos
de acuerdo a nuestras posibilidades de cada momento, saliendo del victimismo y haciéndonos
responsables de nuestras reacciones, de nuestras actitudes, de observar nuestros pensamientos y
saliendo del “control” externo y autoimpuesto, podemos pretender lograr algo de paz y satisfacción.
Sólo dejando las “expectativas” que provienen del guion que no escribimos ni aprobamos,
podremos probar algo de lo que cada quien entendamos por la tan anhelada “felicidad” que ya
vimos, no está en nada externo a nosotros mismo.

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