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EGIPTO: En este pueblo encontramos un personaje a quien por valoración fonética se lo tiene como antepasado del
notario: es el “escriba”. Era fundamentalmente un funcionario burocrático, indispensable en una organización
estatal en que la administración se apoyaba en textos escritos. Conocían la escritura y los números, se
desempeñaban como consejeros de los faraones. Todo funcionario de categoría tenía la colaboración de un
escriba. Era una figura de gran jerarquía.
HEBREOS: También tuvieron “escribas”. Había de distintos tipos, cada uno con funciones especificas: Escribas del
rey (era autenticador de los actos del monarca); Escribas de la ley (eran interpretes de la ley); Escribas del pueblo
(eran redactores de pactos y convenios tales como la compraventa); Escribas del Estado (era un secretario de
Consejo del Estado y colaborador de los tribunales).
GRECIA: Es difícil estudiar el derecho griego por la escasez de fuentes sistemáticas de que se dispone. Los escribas
eran logógrafos, hacían alegatos de los acusados y elaboraban los discursos. Evidentemente no es clara la actividad
de tinte notarial en Grecia, se mencionan distintos personajes pero no logran adentrarse en el conocimiento como
para afirmar en lugar de presumir.
ROMA: Es en Roma donde encontramos un antecesor efectivo del notario. Había distintos personajes que de un
modo u otro pudieron haber tenido una actividad relacionada con la propia del notario. Podemos señalar cuatro:
“Scriba”: era el custodio de los documentos, el pretor utilizaba sus servicios para la redacción de decretos y
de las resoluciones que tomaba en el desempeño de su mandato.
“Notarii” lo que en nuestra época llamamos taquígrafo: un técnico en la captación oral de un tercero, para
volcarla por escrito con celeridad, valiéndose de signos, abreviaturas, cifras. Era un colaborador del abogado y
del magistrado.
“Tabularii”: eran los que redactaban documentos en tablas cubiertas de una sustancia cerosa, en la cual se
grababa el texto, estas tablas eran llamadas tabulas y de ahí el nombre de este funcionario. Era el funcionario
público encargado de hacer las listas de impuestos, redactar algunas convenciones de carácter particular y
custodiar y guardar los archivos de la comuna. Esa condición de custodio de documentos oficiales, inspiraba
confianza como para que también algunos lo hicieran depositario de testamentos y contratos.
“Tabelion”: su nombre viene de tabella que eran unas tablas más pequeñas que las tabulas que se utilizaban para
las comunicaciones, notas, cartas que los romanos se remitían entre si. El tabelion era un técnico en aspectos de
derecho que redactaba documentos relacionados con la actividad privada, además de procurar su eficaz
conservación. En algunos casos ofrecía su asesoramiento jurídico. Es importante destacar que en esa época la
mayor parte del pueblo romano era analfabeto, por lo que en algunos casos era imprescindible recurrir a ellos. No
tenía actividad ni función vinculada oficialmente con el Estado; a diferencia del scriba, del notarii y del
tabularii que eran funcionarios públicos.
El rol del tabelión en la sociedad romana fue evolucionando, en un principio redactaba documentos a pedido
de las partes, las cuales debían presentarse al magistrado para ratificar su contenido y obtener su homologación.
Luego las partes ya no debían comparecer ante el magistrado, sino que directamente este homologaba el acuerdo.
En una tercera etapa, el tabelión había alcanzado prestigio, el documento gozaba de fe pública por el solo hecho de
estar redactado por el.
La especial función de actuar en los negocios privados, se completaba con su instrumentación y
asesoramiento. Esto hace que el tabelion tuviera legítimos derechos a ser considerado como autentico antecesor del
notario de tipo latino.
EPOCA MEDIEVAL: Es recién en la Edad Media donde a partir de diferentes sucesos políticos y jurídicos se
configura la función notarial.
En el año 1228 fue fundada la ESCUELA DE BOLONIA tal vez la primera escuela notarial. Por ese entonces el
notario aparece investido de poder fedante, lo que debemos tener presente cuando hablamos de la Escuela de
Bolonia. Nos estamos refiriendo a formas notariales aplicadas por un técnico en derecho que reúne en si los
elementos tipificantes del notario, incluso con el ejercicio de la facultad fideifaciente.
En España, en las Leyes Visigóticas y hasta el Fuero Juzgo, no encontramos normas de importancia sobre el
notariado.
A mediados del siglo XIII apareció en España el Fuero Real, de matiz nacionalista de modo que fue una
legislación fácilmente aceptada. Sin embargo el cuerpo legal, correlativo del Fuero Real; de mayor trascendencia,
mejor método, de mas profundidad jurídica fueron LAS SIETE PARTIDAS de Alfonso X “el Sabio”. Constituyen un
arranque ordenado y disciplinado del proceso evolutivo ulterior del notariado de tipo latino. Define al
escribano como “testigo en los pleitos y en las posturas que los hombres hacen entre si”; por lo cual se lo
considera como un testigo calificado que resolvía la cuestión. Legisla sobre escrituras, entre sus disposiciones
mas importantes se encuentran: el carácter de público de los instrumentos otorgados ante escribano; sienta
normas sobre la fe de conocimiento y la necesidad de que el escribano intervenga y haga personalmente las
“cartas”; establece la obligatoriedad del secreto profesional; refuerza la distinción entre los escribanos del rey
de los del pueblo. Si bien recogió y metodizó todo lo bueno que se había alcanzado en la evolución de lo notarial, es
pobre respecto a las condiciones técnicas que debiera tener el notario.
Las Leyes de Partidas no tuvieron fácil aplicación en España en razón de que la población tenía hecha su mentalidad
a formas jurídicas que, en cambio, había recogido el Fuero Juzgo.
Para finalizar con esta etapa falta referirnos al Ordenamiento de Alcalá que fue beneficioso al hacer aplicable las
Siete Partidas, las cuales si bien regían como texto legal, no eran aplicables en los hechos. Todo lo bueno que los
tratadistas tienen dicho sobre la organicidad notarial de las Partidas cobró realidad merced al Ordenamiento de
Alcalá.-
B) Evolución histórica. La patrimonialización del oficio. Las concesiones de oficios notariales se consideraban
como una fuente normal de ingresos del fisco real: así Alfonso XI en Cortes de Alcalá de Henares de 1345 justifica la
venta de notarías “por atender gastos de la flota”, y en esos mismos motivos basó la “reivindicación de todas las
notarías que estrictamente no fueren propias de las ciudades y villas con justos títulos documentales” (Provisión de
1335 a Sepúlveda).
Para evitar el exceso de escribanos, las ciudades procuraron que por decisión real quedará limitado el número de
oficios notariales. Así fijado el número, éste podía ser ampliado a petición comunal cuando fuere aconsejable
(crecimiento demográfico). Por privilegio real se fijaba el “número cierto” (numerus clausus) de las notarías en las
principales ciudades y villas. De ahí la expresión “escribano del número”
Ligada a su excesiva proliferación por su venta, la patrimonialización del oficio notarial es una de las principales
causas de su descrédito: todo ello llevaba a su venalidad y a otras corruptelas (tráfico de escribanías, absentismo, etc.).
"El aumento desmesurado del número de escribanos en modo alguno era compatible con una subsistencia digna,
yendo en detrimento de la calidad y el buen servicio notarial"
os Reyes Católicos intentan atajar esta situación y en Las Cortes de Toledo de 1480 se suprime la perpetuidad de los
“oficios enajenados” y su hereditariedad legal, desapareciendo por ello las concesiones “por juro de heredad, para ellos
e sus sucesores” así como la facultad de “renunciar o dexar o traspasar los dichos officios … a sus fijos o nietos o
yernos o herederos o parientes, o otras quales quier personas...nombradas... por su postrimera voluntad o por
testamento o manda... o entre vivos...”.
La Corona, cuando no dispuso de oficios vacantes para venderlos, recurrió al “acrecentamiento”, o creación de nuevos
produciendo una auténtica saturación: en 1710, Córdoba tenía 43 escribanías, mientras que Sevilla, solo 24 en esa
fecha, señala Tomás y Valiente.
LEY DEL XXV VENTOSO: Dictada en marzo de 1803, producto de la Revolución Francesa, marca el paso del
notariado medieval al moderno; donde el notario redacta de acuerdo a las formas requeridas por la ley.
La Ley del 25 Ventoso, que transforma los conceptos de poder y de derecho, estableció como invalorable
aporte la prohibición de la venta de los oficios; introdujo conceptos que permitieron la separación de la fe
publica judicial de la notarial.
Estas normas influyeron poderosamente en España y por ende, ya en las postrimerías de la Época Colonial,
en toda Sudamérica.-
LA LEGISLACIÓN HISPANA EN AMERICA
En el año 1492 Colón llego a América. Entre los personajes que lo acompañaban se hallaba Don Rodrigo de
Escobedo, escribano que participó en la empresa por disposición del Consulado del mar (regía el derecho mercantil
marítimo en España). Llevaba el diario de abordo, registraba las mercaderías y fletamentos, autorizaba la entrada y
salida del buque de toda persona y de cualquier mercadería, adquiría las provisiones y cuanto fuere menester para la
navegación. Rodrigo de Escobedo personifica el transplante del instituto jurídico del notariado de España a América.
Se desarrollaría en América un notariado similar al español, con caracteres agravantes, porque la distancia y el
ambiente hacían más propicia la actividad no precisamente ética de los funcionarios.
La legislación Española fue volcada en su integridad a América, y con ella también la organización del
notariado. La actuación notarial fue más allá de la mera atestiguación del acontecer histórico: se labraron actas de
fundaciones, de desembarcos, constitución de pruebas sobre la toma de posesión. Entre las primeras actas
notariales podemos mencionar la de 1565 de la ciudad de San Miguel de Tucumán labrada por el notario Cristóbal
Valdez, cuando fuera fundada por Don Diego de Villarroel.
Se dictaron leyes exclusivamente para las Indias y se compilaron en la llamada “Recopilación de leyes de
Indias”, en el tomo V trata de los escribanos de gobernación, de cabildo, de número, públicos, reales y de
eclesiásticos (España llegó a limites impresionantes en cuanto a la variedad desordenada, prolífera, y meticulosa de
las funciones notariales que podían desempeñarse en el reino). Se fijaron las exigencias para ejercer la profesión de
escribano: mayor de 25 años, titulo académico; ser sometido a un examen ante la Real Audiencia . Es decir que el
titulo era solo un derecho potencial para actuar, se completaba con la elección de la Real Audiencia, y el Monarca
era en definitiva quien investía al notario. Si bien la ley establecía que la elección era facultad de la Corona, en los
hechos se extendió a los virreyes y gobernadores. Con el tiempo se afianzo la atribución del Ejecutivo de investir al
notario, para lo que cual se vendían los oficios al mejor postor (lo que no era sino una conducta corrupta).
Se impedía el acceso a la función a los mestizos y mulatos.
En cuanto al documento notarial era obligación del notario guardar bajo su responsabilidad registro de los
instrumentos que se otorgaren ante ellos.
También se legisló la conexión entre el Fisco y el notario, el papel en que se redactaban las matrices eran
pliegos de un valor impositivo determinado que expedía el Estado y que duraban 2 años; lo que constituye un
importante antecedente de la actual regulación fiscal del papel notarial y de la función del notario como agente
tributario.
VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA
La creación del Virreinato del Río de la Plata, en 1776 significó un paulatino mejoramiento respecto al
desprestigio que tuvo la función notarial en épocas de la Corona.
Se creó la Audiencia de Buenos Aires, que dictó ordenanzas en las que se hace referencia a la actividad
notarial, que repiten los textos de la Recopilación de Leyes de Indias, pero en este caso se les dio una
aplicación más estricta.
En 1788 los escribanos de Buenos Aires en tiempos que la profesión se caracterizaba por la corrupción en la
designación, deciden integrarse en un arca creándose la Hermandad de San Gines, destinada a asegurar un fondo
para afrontar agravios y prevenir las contingencias de estas corruptelas. Constituye el antecedente de la colegiación.
ASAMBLEA DE 1813: una resolución de la Asamblea establecía que serían removidos de sus puestos todos
aquellos civiles, eclesiásticos y militares residentes en Buenos Aires que en el término de 15 días no hubieran
obtenido la ciudadanía. El decreto comprendía por ser función civil, a los notarios. Luego se especificó que la norma
se refería a los notarios españoles.
En 1830 se regula la forma de llevar el protocolo, la superintendencia, y la toma de razón de las escrituras de
hipoteca, que pasaron luego al Código Civil.
CODIGO CIVIL: En 1869 se sanciono el Código Civil de la República Argentina, el cual entró en vigencia en 1871; se
demarca el campo de actuación notarial que se ampliará y perfeccionará con las leyes de fondo dictadas
posteriormente y con las leyes locales.
Durante la vigencia de estas normas se creó el Colegio de Escribanos de Tucumán, como una Asociación
Civil que obtuvo personería Jurídica en 1915. Su desenvolvimiento inorgánico no le impidió ser uno de los
Colegios que formaron la primera Confederación Notarial Argentina que se constituyo definitivamente en el año
1917.
PRIMERA LEY NOTARIAL DE TUCUMAN
La inquietud de los notarios de esta jurisdicción los lleva a obtener la Ley numero 2132 que fuera promulgada
el 10 de diciembre de 1947 que constituyó un avance en la legislación de la época al introducir una sistemática
orgánica y especifica para regular el quehacer notarial .
La ley se componía de cinco títulos divididos en capítulos .
El primer título se refería al agente, definiéndolo como un funcionario público. Determinó los requisitos
para el ingreso a la función. Estableció incompatibilidades e inhabilidades para el ejercicio profesional. Se
instituyó la adscripción, pudiendo tener uno o dos escribanos adscriptos en su oficina, debiendo ser
nombrados a su propuesta. La matrícula profesional quedó desde la vigencia de la Ley 2132 a cargo del
Colegio de Escribanos.
El titulo segundo versaba sobre el registro, el protocolo y las escrituras. En los tres capítulos se prescribía
lo siguiente: “La propiedad exclusiva del estado provincial respecto de ellos”. Sostiene el sistema
numérico, la designación del titular o adscripto por el Poder Ejecutivo con acuerdo de la Corte Suprema.
En cuanto a los documentos notariales estableció la naturaleza jurídica de los protocolos, entendiendo
que son instrumentos públicos del Estado, que están a cargo del escribano titular de Registro, bajo su
responsabilidad y custodia. Implanto la doble numeración de los folios (letra y número). Respecto a las
formalidades de las escrituras estableció que deben redactarse de corrido, en un solo cuerpo, sin
abreviaturas, blancos y en estilo claro y preciso. Al pie debe hacerse constar de puño y letra del escribano
los números de sellos usados en la misma. Cada escritura debe comenzar con un membrete en el que se
expresa el objeto del acto y el nombre y apellido de las partes.
En otro título aparte legisla sobre el Colegio de Escribanos: determina sus órganos, funciones y su
carácter de órgano de disciplina de la profesión.
Hasta 1910 los aspirantes a la titularidad de los Registros Notariales rendían prueba de oposición ante los
Tribunales Supremos de sus respectivas jurisdicciones. Ese año se dicta la Ley 7048, que da carácter de
universitario a los estudios notariales. Fue dictada por el Congreso de la Nación para tener aplicación en la
Capital Federal, pero influyo como si se la hubiere dictado para toda la Republica. Establecía que para ejercer el
notariado era necesario obtener titulo otorgado por las Universidades Nacionales.
LEY 5732 y su modificatoria Ley N° 6380
En el año 1985 se dicta la Ley N° 5732, que modifica la Ley anterior N° 2132, que es la que actualmente se
encuentra en vigencia con las modificaciones introducidas por la Ley 6380.