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PROPÓSITO DE LA ASIGNATURA
CONTENIDO SINTETICO
COMPETENCIA
1.1 Egipto.
La cultura egipcia ha sido poco estudiada en estos tiempos, sin embargo, existen importantes
antecedentes, lo cual amerita hacer historia del derecho notarial desde dichos tiempos, es decir,
constituye la sede para dejar constancia que esta etapa es realmente muy importante en el estudio
del derecho notarial.
En el antiguo Egipto, dos mil años antes de la Ley de las XII Tablas Romanas, ya existían dos
sistemas documentadores: el documento casero y el documento del escriba y testigos.
En la cultura egipcia existió un antecedente de los notarios públicos actuales, los cuales se
dedicaban a redactar contratos, y a dichos personajes se les conocía con el nombre de
“Agoránomos”.
En la época más antigua, entre los negocios de derecho privado vemos un documento
garantizado por un sello oficial de cierre, en época posterior encontramos un documento sin sellar,
pero garantizado frente a añadiduras o falseamientos posteriores por la observancia de un rígido
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formulario y la firma del notario y de dos testigos, y en los últimos siglos existieron los archivos y los
registros constituían otra protección más contra aquellas alteraciones.
El Escriba era, en principio, una especie de delegado de los contratos. El sacerdote, por su
cualidad de funcionario público, era el verdadero notario. El documento autorizado por el escriba
carecía por sí, de autenticidad, acudiéndose al magistrado cuando quería revestírsele de tal carácter.
El magistrado estampaba el sello, con lo cual el instrumento privado se convertía en público.
Puede decirse que en la sociedad típicamente clasista de los faraones, en las civilizaciones del
Nilo, los Escribas fueron los únicos que, provenientes de las clases plebeyas, desheredadas,
consiguieron, merced a su oficio, elevarse un poco sobre la mísera condición de sus semejantes.
Sabido es que en el Egipto las clases inferiores, las no privilegiadas, vivieron en el sometimiento y
la esclavitud, sobrellevando una existencia dura.
El conocimiento que los Escribas tenían de la escritura y de los números, logrado a base de
inteligencia y pacientes estudios, los tornaba útiles, acercándolos necesariamente a las clases
superiores y ganándoles privilegios y consideraciones. La escritura egipcia, era difícil y para dominarla
se necesitaban pacientes estudios y larga práctica, realizándose el aprendizaje en los templos, al lado
de los sacerdotes, casta muy privilegiada que hacía de intermediaria entre los hombres y los dioses.
El Escriba sabía leer, llevar cuentas y escribir. Se lo encontraba en todas partes, al servicio del
rico particular, ya en el establecimiento del comerciante, ya en las granjas, ya en los palacios del
Faraón. Era contramaestre o ingeniero, recaudador de contribuciones, sacerdotes o general, que
según Malet "Le acompañaban negros armados de varas de palmera, que hacían ejecutar sus
ordenes".
Los Escribas en el Egipto no constituían una clase social, como erróneamente afirman algunos
autores, pues los había de todo nivel social, tanto de la nobleza como del pueblo pero
indudablemente ser Escriba era el único medio para elevarse socialmente.
En conclusión en la civilización egipcia el Escriba era una especie de delegado de los colegios
sacerdotales que tenía a su cargo la redacción de los contratos.
1.2 Roma
La mancipatio se aplicaba sólo para la adquisición de las cosas denominadas res mancipi y
nada más podían utilizarla los ciudadanos romanos, quienes eran los únicos titulares de la propiedad
quiritaria.
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La mancipatio se desarrollaba como un acto ritual ante testigos, los cuales hacían notoria la
conexión entre la persona del adquiriente y la cosa adquirida; puede decirse que actuaban “a modo
de registro viviente.”
También, ya desde el antiguo Derecho romano, se usó otra forma para transmitir la propiedad,
que fue la traditio, pero en esa época únicamente se aplicaba para la adquisición de las res nec
mancipi. En opinión de D’ors, en el transcurso de la época clásica, los instrumenta van adquiriendo
mayor importancia. El primer tipo de documento usual en la práctica de Roma es el de las tablillas,
que recogen las declaraciones extrajudiciales de los testigos y se presentan luego ante el juez. Las
tabulae ceratae tenían una capa de goma laca en la que se podía escribir con un punzón (stilus); para
borrar se utilizaba una espátula ligeramente calentada.
Cabe mencionar que el pueblo romano en la antigüedad tuvo un gran desarrollo en lo que a
derecho se refiere, a tal grado, que creó su propio sistema jurídico, en el cual se basa nuestro
derecho actual. Tan es así, que los romanos tuvieron en su conocimiento conceptos como el de
justicia expresado por Ulpiano, que para la materia que estamos estudiando es de vital importancia,
ya que el derecho notarial debe en todo momento dar a cada quien lo que le corresponde por
derecho.
Justicia: "Constans et perpetua voluntas ius sun cuique tribuendi (la constante y perpetua
voluntad de dar a cada quien lo suyo)".
El Maestro Rafael Preciado Hernández en su obra explica el dar a cada quien lo suyo como un
valor intrínseco a la persona "y que nos manda dar, atribuir o reconocer a todo ser humano lo que se
le debe de acuerdo con su naturaleza, porque no es un criterio convencional sino objetivo; pues se
funda en los datos constitutivos de la dignidad personal, que son esenciales al ser humano, y que por
esto mismo excluye toda discriminación en el trato a nuestros semejantes, sin razón objetiva
suficiente".
Se conocen cuatro personas que eran los más característicos de la antigua Roma y ejercían
funciones del tipo notarial, y eran el escriba, el notarri, el tabularius y el tabellio. Sin embargo el
Maestro Giménez-Arnau se refiere a diversos autores quienes hablan de personas conocidas como
tabellio, cursor, amanuensiis, cognitor, acturarius, axeptor, logofraphis, numerarius, entre otros.
"Esta variedad de nomenclatura no prueba, en definitiva, sino que la función notarial está
dispersa y atribuida a multitud de variados oficiales públicos y privados, sin que originariamente se
reúnan todas las atribuciones en una sola persona".
Los Tabularii o Tabularios.- (oficiales de Censo) Roma fue uno de los pocos países de la
antigüedad que se preocupó por la labor estadística; y debido al apogeo y avance en este aspecto se
necesitó de éstos. Algunos historiadores afirman que fueron autorizados también para intervenir en la
redacción de contratos y actos jurídicos entre particulares.
Los Tabelliones.- Aparecen en las grandes ciudades, de mayor población, ayudaba al trabajo
de los Tabularii, pero ordinariamente se estima que el Tabelión no es sólo el precursor sino el
verdadero Notario del Derecho Romano, porque era el que redactaba definitivamente las
convenciones fijadas entre las partes, imprimiéndoles carácter de auntenticidad, suscribiendo con su
firma y estampado el sello o signo en presencia de los testigos y para mayor garantía de la
indestructibilidad del documento, lo transcribia ad-acta, conservándolo en depósito en su registro, del
mismo modo que las sentencias judiciales. La denominación de Tabeliones es usada en la actualidad
en la legislación brasileña para designar a los notarios.
Notarii.- (de lo que deriva la actual denominación del Notario). Eran taquígrafos que
tomaban notas de las sesiones públicas, de las sentencia, mandatos de los tribunales.
La Edad Media, esa prolongada etapa histórica de la humanidad, que se ubica entre el siglo V
y el siglo XV, que inicia con la caída del Imperio Romano de Occidente y culmina con la toma de
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Constantinopla, (que coincide con el descubrimiento de América y el invento de la imprenta), es, como
veremos, una época determinante en el desenvolvimiento de la función notarial. Particularmente, este
desenvolvimiento se va a producir entre los siglos XIII y XIV, pues es, en esta época, cuando se va a
conformar el notario público, con las características y significación actualmente vigentes, como afirma
José Bono, citado por Simó Santonja.
En ésta época es cuando en el notariado se opera una evolución importante. La baja edad
media comprende aproximadamente los siglos XI al XV de nuestra era. En esta etapa el notariado
tiene ya un concepto definido donde la función del notario es más completa y clara como legitimadora,
consejera y autenticante, además de ser entendida como “el arte del buen decir y escribir” por la
influencia de la corriente renacentista.
Italia y España fueron los dos centros de reactivación y evolución del campo notarial,
constituyendo con el tiempo el origen del notariado moderno de tipo latino. Corresponde a esta época
la Escuela de Bolonia y las primeras disposiciones referentes al notariado contenidas en el Fuero
Real, en el Código de las Siete Partidas, en las Leyes del Estilo, etc.
Cabe señalar que la escuela de Bolonia constituye el movimiento científico más notable en el
campo del derecho notarial, siendo su máximo representante Rolandino Passaggiero, quién creó y
enseñó la ciencia notarial dejando obras famosas como “Summa Artis Notarial” entre otras. Se le
llamó en doctrina como el príncipe de los notarios.
Siglo IX.- Carlomagno, legisla en las Capitulares sobre la actividad notarial y establece que el
instrumento notarial tiene valor probatorio de una sentencia ejecutoriada y por tanto era inatacable.
Tabellio, regula al protocolo y otorga el carácter de fidedigno con pleno valor probatorio al
documento redactado.
El Emperador de Oriente Leon VI, “El Filosofo”, continua la obra de compilación de su padre
Basilio I, y escribe la Constitución XXV, en la que hace un estudio sistemático de los tabularis (antes
tabelion ahora notario).
1. El que vaya a ser elegido notario, debe serlo por votación a juicio del decano y de los
demás notarios.
2. Debe conocer y entender de leyes.
3. Debe distinguirse por su caligrafía.
4. No debe resultar locuaz, insolente, ni de vida corrompida.
5. Debe ser de porte serio e inteligencia despierta.
6. Debe ser docto, prudente, con facilidad de palabra y buena escritura.
7. En cuanto a sus conocimientos jurídicos, el candidato debe saber de memoria los cuarenta
títulos del Manual de Ley y conocer los sesenta libros de los Basilicos, además de haber
estudiado la Enciclopedia, a fin de no cometer faltas en la redacción o incurrir en error de
lectura.
8. Que se de tiempo para mostrar su capacidad intelectual y física.
9. Prometer por escrito de su mano que no ha de ser negligente y si falta, será expulsado de
su puesto.
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10. No haber sido recomendado para ese puesto por recomendación, parentesco o amistad,
sino por virtud, conocimientos y plena aptitud para todas sus funciones.
11. En relación con el número de notarios y su adscripción, no debe sobrepasar el total de los
notarios el número de veinticuatro.
En Italia, principalmente en Bolonia, existían ya desde finales del siglo X, escuelas de artes
liberales, las más de ellas monacales y episcopales, en las que se impartían el trivium (gramática,
retórica y dialéctica) y el quatrivium (geometría, aritmética, astrología y música.)
En esta primera época, los glosadores no se limitaron tan sólo a la glosa de los textos
romanos, sino además cultivaron otros géneros doctrinales, como, fundamentalmente, el de las
summae y de los consilia; “la summa era una exposición sistemática de algunos títulos o de algún
libro (así desde época muy temprana abundaron las Summae Codicis), que a veces, sobre todo en la
segunda mitad del siglo XIII, ya derivaban hacia la consideración monográfica de una institución
jurídica; en esto cabe destacar, por la significación de estas materias en la fundación de un derecho
culto y por la importancia consiguiente que alcanzara su consideración, los tratados de derecho
notarial - summae artis notariae o artes notariae- y los de derecho procesal – specula iudicialia-.”
1. CIENCIA.- Esta constituido por una serie de elementos comunes e iguales a otra ciencia.
Afirma José Bono en Historia del Derecho Notarial Español, citado por Simó Santonja que el
derecho notarial español propiamente principia en el siglo XIII, cuando surgen la institución notarial y
el documento público, como decíamos anteriormente, “con las características y significación
actualmente vigentes, al transformarse en una sincrónica evolución en todos los reinos de la España
cristiana, el scriptor profesional y la scriptura privada, en el publicus notarius y en el instrumentum
publicum, tal como habían sido conformados en Italia por la doctrina legística y canonística,” aunque,
aclara Simó Santonja, que lo anterior no significa que el notariado español surgiera en ese momento
de la nada, puesto que indudablemente existían raíces españolas cuando llegó la influencia boloñesa.
En la primera mitad del siglo XIII, prevalecía en el reino de Castilla, una justicia casuística, que
no se fundaba en leyes u ordenamientos jurídicos de carácter general, sino en sentencias dadas por
el rey (fazañas). Esto condujo a la necesidad de implantar una política real dirigida a la uniformidad de
los derechos locales.
Alfonso X el sabio, realiza una recopilación y legislación primero el Fuero real, después el
Espéculo y finalmente con las 7 partidas, en esta última, se regula en forma sistemática la actividad
del escribano.
En esta época, tiene lugar la creación de la que puede considerarse como la obra jurídica más
importante de la corona castellana, conocida como Las Siete Partidas, iniciadas por Alfonso X en
1256, para finalizarse entre 1263 y 1265, y cuyo título exacto es Libro de las Leyes y por estar dividida
en siete partes -número simbólico- Las Siete Partidas. Las Siete Partidas “constituyen un completo
tratado de todo el Derecho, fundamentalmente el ius commune, como no hay otro en el mundo
(Alonso Pérez). Su propósito era unificar el Derecho castellano recogiendo en un Código el Derecho
Romano y Canónico de su tiempo, no sólo el contenido en las fuentes legales, sino las aportaciones
de la doctrina en torno a esas fuentes; también recoge lo esencial del Derecho Civil y Canónico
español, leyes y costumbres nacionales. Su mayor mérito fue centrar las bases de un Derecho Civil
castellano, que se impondrá lentamente, primero como Derecho propio, más tarde (ya a partir del
XVIII) como Derecho común nacional.”
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El Título XVIII, después de un proemio introductivo inspirado en el Espéculo, y de una ley
primera sobre las clases de documentos, dedica las leyes 2 a 53 a la función notarial de la Corte del
rey, comprendiendo el formulario de las cartas reales, casi todas ellas procedentes también del
Espéculo (leyes 2 a 25); sus requisitos y su valor, también con fuente en el Espéculo (leyes 26 a 53).
El resto (leyes 54 a 121) está dedicado a los escribanos de concejo: sobre el instrumento público (ley
54, que procede del Espéculo, y 55, que no procede, siendo una ley nueva); amplio formulario para
los escribanos de concejo (leyes 56 a 110), casi todo dedicado a materias de Derecho privado,
aunque no faltan las de público, este formulario no se basa en el Espéculo, que es abstracto, mientras
que las fórmulas de Partidas son más completas y concretas, incluso son, a veces, copia de cartas de
la época; y un amplio tratado sobre la validez, nulidad formal, falsedad y fuerza probatoria de las
cartas (leyes 111 a 121), que toman en cuenta el Espéculo, pero no de manera tan absorbente como
en otros lugares.
El Título XIX constituye, en su proemio y dieciséis leyes que lo componen, un completo tratado
de los escribanos, incluidos los de la Corte y los del concejo, cuyo estatuto personal aparece
perfilado. Procede casi íntegramente del Espéculo, a veces con algunas modificaciones. Las Partidas
añaden el proemio y las leyes 1,6,10, 11 y 16.”
Posteriormente tenemos la Reforma de los Reyes Católicos, que de acuerdo con Otero y
Valentín, se divide en dos épocas.
En Francia, tras la Revolución Francesa que suprime los privilegios y los oficios enajenados,
durante el régimen de Napoleón se crea la famosa Ley del Notariado del 25 ventoso del año 11
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(marzo de 1803) que concibió al notario como un funcionario público. Por su claridad conviene
recordar un fragmento de su exposición de motivos:
“Al lado de los funcionarios que concilian y que juzgan los diferendos, la tranquilidad pública
llama a otros funcionarios, quienes, consejeros desinteresados de las partes, así como redactores
imparciales de sus voluntades, les hacen conocer todas las obligaciones que contraen, redactando
sus compromisos con claridad, dándoles el carácter de acto auténtico y la fuerza de una sentencia
dictada en última instancia, perpetuando su recuerdo y conservando su depósito con fidelidad,
impidiendo que nazcan diferencias entre los hombre de buena fe, y quitando a los hombres, con la
esperanza del éxito, el deseo de llevar a cabo un acto contestatario injusto. Estos consejeros
desinteresados, estos redactores imparciales, esa especie de jueces voluntarios que obligan
irrevocablemente a las partes contratantes son los Notarios: Esta institución es el Notariado.
En el siglo XIX, deben destacarse, sobre todo, dos ordenamientos de la máxima importancia
para el desarrollo del derecho notarial en España: la ley hipotecaria sancionada el 8 de febrero de
1861 y que comenzó a regir a partir del 1º de enero de 1863 y la ley orgánica del notariado de 28 de
mayo de 1862.
La ley hipotecaria vino a establecer una reglamentación jurídica adecuada para la garantía del
comercio con los inmuebles y de los derechos reales impuestos sobre los mismos, en virtud de que
las disposiciones que existían al respecto, se decía: “Están condenadas por la ciencia y por la razón,
porque ni garantizan suficientemente la propiedad; ni ejercen saludable influencia en la prosperidad
pública, ni asientan sobre sólidas bases el crédito territorial, ni dan actividad a la circulación de la
riqueza, ni moderan el interés del dinero, ni facilitan su adquisición a los dueños de la propiedad
inmueble; ni aseguran debidamente a los que sobre esta garantía prestan sus capitales.”
Esta ley es de especial significación para nosotros, pues sirvió de modelo para algunos países
hispanoamericanos, entre ellos sin duda México, según puede verse con su semejanza con la ley del
29 de noviembre de 1867 y la ley del Estado de México de 1875.
Expone sobre la evolución del Derecho Notarial y la dación de fe por parte del notario,
particularmente en México.
En Tenochtitlán dice Pérez Fernández del Castillo, "antes del descubrimiento de América, no
existieron en realidad notarios o escribanos en el sentido que se puede entender en la época
contemporánea, [...]. Sin embargo, había un funcionario, el tlacuilo, a la manera del escriba egipcio,
representado en la estatua que existe en el Museo del Cairo, de los escribas en Israel o los
mnemones en Grecia, todos ellos personajes hábiles para escribir. La práctica en la redacción de
contratos, relación de hechos y sus conocimientos legales los habilitaba para confeccionar
documentos y asesorar a los contratantes cuando se necesitaba concertar una operación, sin tener el
carácter de funcionarios, ni de fedatarios. Así, el tlacuilo por la actividad que desempeñaba, es el
antepasado del escribano, coincidía por su ocupación con los escribas, tabularii, chartularii, cancelarii
y tabeliones de otras épocas. El tlacuilo, era el artesano azteca que dejaba constancia de los
acontecimientos, por medio de signos ideográficos y pinturas con lo que se guardaba memoria de
ellos de una manera creíble."
Pasando a la Nueva España, los antecedentes notariales son los siguientes: en el siglo XV, la
Península Ibérica se encontraba conformada por los reinos de Portugal, Castilla, Aragón y Navarra,
además de los territorios ocupados por los árabes. Los portugueses iniciaron la búsqueda de una ruta
marítima hacia las Indias Orientales (la Península de la India), para lo cual exploraron “la costa
africana, ocuparon las islas Madeira y las Azores; cruzaron el Cabo Bojador (donde la tradición
aseguraba que el mar hervía y el Sol ennegrecía a las personas); pasaron el Cabo Verde, la Costa de
Oro y el temible Cabo de las Tormentas, hoy de la Buena Esperanza, en el extremo sur de África. Con
estos avances establecieron un significativo tráfico de vinos, pescado, sal, oro y esclavos, todo lo cual
convirtió a Portugal en una verdadera potencia en Europa.”
Lo anterior condujo a Portugal a la guerra con el reino de Castilla, en la que el Rey Portugués
Alfonso V fue derrotado, y el matrimonio de los reyes Fernando de Aragón e Isabel de Castilla
permitió unir ambas coronas, iniciando de este modo, ambos reinos, la “Empresa de las Indias,”
“los barcos españoles llegaron a las Islas Canarias; Castilla se apoderó del Estrecho de
Gibraltar; Aragón tomó las Islas Baleares, Cerdeña y Cicilia, y celebró convenios de paz y comercio
con Nápoles y Génova. A la vez, las fuerzas Castellano-Aragonesas cercaron el reino o califato de
A pesar de la idea dominante en esa época de que la tierra era plana, Cristóbal Colón logró
convencer a la Reina Isabel de Castilla, de que navegando hacia el occidente, y dada la redondez de
la tierra, se podría llegar a la India, de ahí el nombre de Indias Occidentales con que se conoció a
América.
La firma del Tratado de Alcacovas en 1478, a raíz de la derrota de Portugal ante Castilla,
permitió a los portugueses continuar explorando las costas de áfrica, pero con el descubrimiento de
las Indias Occidentales, el Rey Juan II de Portugal reclama los derechos exclusivos que tenía, por las
Bulas Papales Romanus Pontifex de 1455, expedida por Nicolás V e Inter Caetera de 1456, expedida
por Calixto III, sobre la ruta a Indias.
Para resolver el conflicto, España solicitó el arbitraje del Papa Alejandro VI, el cual lo resolvió
mediante la expedición de cuatro bulas, todas del año de 1493, conocidas como bulas o letras
Alejandrinas:
1. Inter Caetera, del 3 de mayo. Otorga a la Corona de Castilla la propiedad de las tierras
descubiertas y por descubrir;
2. Eximia Devotiones, manifiesta excomunión mayor a quien llegue a las tierras descubiertas
sin permiso expreso de la Corona Castellana;
3. Inter Caetera, del 4 de mayo, se denomina De partición, pues divide entre Portugal y
Castilla los territorios marítimos a partir de una línea imaginaria (Alejandrina), trazada de
norte a sur a 100 leguas al occidente de las Islas Azores y Cabo Verde. En este documento
se hace una referencia directa a los notarios;
4. Dudum Siquidem, del 25 de septiembre, se denomina De ampliación porque concede a
Castilla las tierras que se alcanzarán al este, sur y oeste de las Indias, sino estaban ya en
posesión de un gobierno cristiano.
Ante el reclamo de Portugal contra estas bulas, que favorecían claramente a Castilla, el 7 de
junio de 1494 se firmó el Tratado de Tordesillas, que modificó la línea Alejandrina para fijarla a 370
leguas de las Islas Azores y Cabo Verde. “Así Portugal ganó una extensión de 270 leguas, lo que
luego le permitió tomar posesión de Brasil como colonia portuguesa.”
Por derecho indiano debemos entender “el conjunto de normas, instituciones y principios
filosófico-jurídicos que España aplicó en sus territorios de ultramar, a los que llamó las Indias
Occidentales, de ahí el nombre de indiano con que se designa este Derecho histórico.”
No debe confundirse, como dice Pérez de los Reyes, con Derecho Indígena o Prehispánico,
puesto que el Derecho Indiano “es el que estuvo vigente durante los siglos XV al XIX en esos
territorios y no se aplicaba solamente a los naturales, sino también a los españoles, criollos, mestizos
y demás castas del Nuevo Mundo. Así, el Derecho Indiano no es el derecho de los indios, sino de las
Indias (las Indias Occidentales).”
Con motivo de la conquista, es de destacarse el papel que en cuestiones del notariado tuvo
Hernán Cortés. En España, primero en Extremadura y después en Sevilla, Cortés se desempeñó
como ayudante de escribano y ya en América, en Santo Domingo solicitó al Rey que se le nombrara
Escribano del Rey, sin haberlo conseguido. Sin embargo, al fundar Diego Velásquez, Santiago de
Baracoa, “Cortés tomó vecindad y obtuvo la escribanía de ese lugar.”
En 1492 la América descubierta por Cristóbal Colon estaba compuesta por diversos pueblos
cuyos conocimientos astronómicos, agrícolas, comerciales, arquitectónicos, entre otras habilidades
les permitió desarrollarse culturalmente unos más que a otros.
La escritura que utilizaban era ideográfica debido a que no contaban con un alfabeto fonético,
de este modo hicieron constar varios acontecimientos, tales como simples noticias, el pago de
tributos y las operaciones contractuales.
Entre los pueblos que conformaban la región de la República Mexicana estaban los aztecas,
toltecas, mixtecos-zapotecas, otomies y mayas.
En esa época no existía la figura del notario o del escriba. Existía un funcionario que se le
compara con el escriba egipcio, se llamaba Tlacuilo.
El maestro Bernardo Pérez Fernández del Castillo nos explica la función del Tlacuilo, que era
la de redactar y relacionar hechos así como asesorar a las partes contratantes cuando se necesitaba
realizar una operación, pero no tenían el carácter de funcionarios públicos ni de fedatarios.
"El Tlacuilo, era el artesano azteca que dejaba constancia de los acontecimientos por medio
de signos ideográficos y pinturas, con lo que se guardaba memoria de ellos de una manera creíble".
Como podemos darnos cuenta, el Tlacuilo se basaba en signos y dibujos para plasmar de esta
manera los acontecimientos que se le presentaban y de este modo subsistían en el tiempo. El Tlacuilo
es por lo tanto el antecedente en México de lo que actualmente conocemos como la figura del
notario.
Hernán Cortés tenía una especial inclinación por las cuestiones del Notariado. Practicó con un
escribano en Valladolid y más tarde en Sevilla. Ya en tierras de América, en Santo Domingo, solicitó
una escribanía del Rey, aunque infructuosamente; posteriormente le fue otorgada la escribanía del
Ayuntamiento de Asua, practicando la profesión durante cinco años. En 1592, Diego Velásquez fundó
Santiago de Baracoa y nombró a Cortés escribano del lugar, cargo que desempeñó 7 años.
Letrado como era Cortés y familiarizado con las Leyes que aplicaban los escribanos, siempre
se hizo acompañar de uno en todas sus empresas guerreras.
Todas las Leyes de Castilla, tuvieron una rápida incorporación en la Nueva España y con la
influencia del conquistador, no tardaron en aplicarse las de la práctica notarial, de tal suerte, que el 9
de Agosto de 1525, se abre el volumen primero del Protocolo de Juan Fernández del Castillo , con la
formalización del instrumento número uno, consistente en el otorgamiento de un mandato conferido
por Mendo Suárez a Martín del Río, para que cobrara $62.00 pesos, mas 4 timones de oro de minas,
a su deudor Pedro de Maya.
Según Luis Carral, constituye la primera organización nacional del notariado. Conforme a esta
Ley, los escribanos estaban integrados dentro del poder judicial y continuaron existiendo los oficios
públicos vendibles y renunciables. En el segundo Imperio, fue promulgada por Maximiliano, el 21 de
diciembre de 1865, la denominada Ley Orgánica del Notariado y del Oficio de Escribano, la cual hacía
la diferencia entre escribano para efectos procesales (actuario o secretario de juzgado) y escribano de
las actas de los particulares.
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Durante el gobierno del Presidente Don Benito Juárez se promulgó el 29 de noviembre de 1867
la Ley Orgánica de Notarios y Actuarios del Distrito Federal. Esta Ley terminó con la venta de notarías
(como se recordara fue la ley francesa del 25 ventoso del año 11, seguida posteriormente por la ley
española de 1862, la primera en suprimir la venta de oficios públicos), separó la actuación del notario
y la del secretario de juzgado y sustituyó el signo por el sello notarial. Con fundamento en esta ley, el
14 de noviembre de 1870 se expidió el Reglamento del Colegio Nacional de Escribanos.
DISPOSICIONES GUBERNAMENTALES
Entre las colecciones o recopilaciones que contienen disposiciones legales relacionadas con el
ejercicio de la función notarial, son de mencionarse:
1.- EL CEDULARIO DE PUGA.- Contiene dos Reales Cédulas; la primera determina que el
real escribano de minas debe desempeñar personalmente la función; y la segunda dispone que no
debe cobrar honorarios excesivos.
Siguen las Disposiciones de Indias y en los autos acordes (reales decretos, pragmáticos y
cédulas recopiladas hasta 1775); la recopilación sumaria de todos los autos acordes de la real
audiencia y sala del crimen; las pandectas Hispano Mexicanas de Juan N. Rodríguez de San Miguel,
que son una síntesis de disposiciones Mexicanas sobre el Notariado.
ORGANIZACIÓN NOTARIAL
MÉXICO INDEPENDIENTE
Durante la época comprendida entre 1821 y 1867, no cesaron las luchas y disputas entre
centralistas y federalistas.
LEY CENTRAL DE 1853.- Expedida por don Antonio López de Santa Anna, se denominó “Ley
para Arreglo de la Administración de Justicia en los Tribunales y Juzgados del Fuero Común”. Un
aspecto interesante de esta Ley, es que declara en vigor todas las disposiciones legales anteriores,
sean castellanas o nacionales.
En su Título Octavo, incluye una reglamentación para los escribanos, que constituye la
primera organización nacional del notariado. Exige al “escribano público de la Nación”, ser Mayor de
25 años; tener escritura de forma clara; conocimientos de gramática y aritmética; haber cursado dos
años de alguna de las materias de Derecho civil, relacionadas con la escribanía y otra de práctica
forense y otorgamiento de documentos públicos; práctica de 2 años; honradez y fidelidad; aprobar un
examen ante el Supremo Tribunal y obtener el título del Supremo Gobierno; obliga la inscripción del
título en el colegio de escribanos, así como el uso de firma y “signo” determinados, también inscritos
en el colegio.
El Notariado era considerado como un empleo que solo podía conferir el emperador, siendo
necesario ser mexicano, católico, tener 25 años cumplidos, buena moralidad, educación, pericia en la
profesión, no haber sido condenado por delito, presentar y aprobar el examen correspondiente.
Al iniciar su vigencia, la Ley determinó el número de Notarías Públicas que habían de existir
en la Capital del Imperio. De igual forma, estableció que en las capitales de los Departamentos,
serian las determinadas por los Tribunales Superiores, los que fijaban el número de notarías que
debía haber en su Jurisdicción.
El Protocolo era Abierto; los instrumentos debían escribirse en pliegos sueltos, numerados por
orden progresivo y llevarían con letra y número su respectiva foja. A cada pliego, debían agregarse
cosidos los documentos relacionados con los instrumentos.
Al margen del instrumento, además del número del mismo, se ponía un extracto del contrato, el
cual debía ir firmado; si las partes no firmaban dentro de los 5 días siguientes al que el Notario les
avisara, se debía poner la razón de “no pasó” por no haberla firmado los interesados, la fecha y ser
autorizada con la firma del Notario.
Además del Protocolo, el Notario debía llevar un índice de todos los instrumentos, conforme al
orden de otorgamiento.
Se podía expedir solo una copia del documento autorizado para los interesados; para ulteriores
copias, se requería mandamiento judicial; de los actos contenidos en el Protocolo, solo se podía dar
razón a los otorgantes, herederos, representantes, a los que se hayan sustituido en los derechos y
obligaciones de los otorgantes, a los patronos de los interesados y a la autoridad.
Señaló como atribución exclusiva de los Notarios, autorizar en sus Protocolos toda clase de
instrumentos públicos. El sistema de Protocolo era Abierto y era el único instrumento en donde se
podía dar fe.
Además de los requisitos que para ser Notario se han señalado anteriormente, el interesado
debía ser abogado o haber acreditado los cursos exigidos por la Ley de Ciudadano, no tener
impedimento físico, no haber sido condenado a penas corporal y aprobar dos exámenes.
En su actuación, el Notario debía estar asistido por dos testigos sin tacha, vecinos de la
población en que se hace el otorgamiento.
DECRETO DE 31 DE MAYO 1884.- Obliga a los Notarios, cerciorarse de que los inmuebles
materia de las operaciones en que intervienen se encuentren al corriente en el pago de las
contribuciones, antes de expedir testimonio de los contratos. Por otra parte, los faculta a expedir
ulteriores copias de los instrumentos.
2.5 Época contemporánea (Leyes del Notariado en el Distrito Federal 1901, 1932, 1945, 1980 y
2000).
Es en este apartado donde podemos hacer un análisis entre los notarios de diversos países.
Podemos encontrar grandes similitudes entre los notarios de los países latinoamericanos, la
diferencia la encontramos con entre México y Estados Unidos.
En México, de acuerdo a la legislación el notario debe ser un profesional del derecho, mientras
que en Estados Unidos no es necesario, además que de manera general en Estados Unidos no tiene
la misma importancia el notario que en México, aquí los notarios están dotados de fe pública lo que da
certeza y seguridad jurídica a los actos y hechos jurídicos, es así como los notarios tiene gran
relevancia en México y no tanta en Estados Unidos.
Por la influencia que la legislación del Distrito Federal ha tenido en las legislaciones locales en
toda la república, hare una breve reseña de los antecedentes legislativos en materia notarial en el
Distrito Federal para posteriormente ver los propios del Estado de México.
Ley del Notariado para el Distrito Federal de 1980. Esta ley se publicó en el Diario Oficial de la
Federación el 8 de enero de 1980 e inició su vigencia 60 días después de su publicación. Fue
reformada el 6 de enero de 1994 cuando “se modificaron varios artículos de la ley del notariado,
destacando entre ellos el 42 donde se establece que el protocolo ordinario será abierto, esto es, se
formará por folios numerados y sellados que se encuadernarán en libros integrados por 200 folios.
También se creó el “Libro de Registros de Cotejos” para simplificar este tipo de actas.”
La ley vigente es la Ley del Notariado para el Distrito Federal de 30 de diciembre de 1999,
publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 28 de marzo del año 2000 y entró en vigor 60
días naturales a partir de su publicación. Esta ley se reformó por decreto de fecha 14 de septiembre
del año 2000 y por decreto publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 29 de enero de 2004
se reformó el artículo 18.
Esta ley es la primera que contempla tanto al hombre como a la mujer como capaces de
desempeñar la actividad notarial. Continúa contemplando el carácter público de la función notarial y la
obligatoriedad de que el notario sea un profesional del Derecho y de guardar secreto profesional. Al
igual que la ley anterior precisa que el notario estará investido de fe pública para hacer constar los
hechos o actos jurídicos que los interesados pretendan autenticar conforme a las leyes.
Esta ley hace una clara distinción entre escrituras y actas; las primeras contienen actos
jurídicos y las segundas hechos jurídicos. Se autorizó al ejecutivo a crear más notarías en casos de
que las necesidades de una entidad así lo requirieran.
Esta ley definía al notario comprendiendo a la persona, ya fuera hombre o mujer, investida de
fe pública para hacer constar los actos y hechos jurídicos a los que los interesados deban o quieran
dar autenticidad conforme a las leyes, autorizada para intervenir en la formación de tales actos o
hechos jurídicos revistiéndolos de solemnidad y forma legales.
Establecía la incompatibilidad de funciones del notario con todo empleo o comisión públicos.
Sin embargo el notario podía aceptar cargos de instrucción pública, de beneficencia privada, de
beneficencia pública, o concejiles.
La actual Ley del Notariado para el Distrito Federal fue publicada el día 28 de marzo de 2000 y
tiene incorporados diversos temas, que han servido para ejecutar la actividad notarial del siglo XXI de
una forma más moderna y eficiente.
Esta Ley ha servido de modelo para las legislaciones notariales de otros Estados de la
República y es reconocida a nivel mundial por el orden con que se agrupan sus disposiciones y las
innovaciones que éstas contienen.
El Poder Legislativo del Distrito Federal ha tenido especial interés en mejorar y mantener
permanentemente actualizada esta Ley. Para así hacerlo, se le han efectuado diversas
modificaciones a lo largo de estos años, con las que se ha enriquecido su texto original, logrando una
más eficaz regulación del notariado. Todo ello en beneficio de la sociedad en general que es, en
última instancia, la beneficiaria del servicio notarial.
COMPETENCIA
Distingue los diversos significados del notariado y los sistemas que actualmente rigen
en el mundo.
En términos teológicos, el fin del notariado es brindar seguridad jurídica, la cual se basa en la
fe pública, es decir, el notariado se justifica porque la sociedad requiere seguridad jurídica, la cual se
obtiene gracias a la dación de fe.
La vocación del notario es fundamental, su actividad encierra una fuerte responsabilidad, que
es dar fe pública, y esto hace que los actos que realice se presuman verdaderos, ciertos y reales. El
notariado requiere una entrega total y, muchas veces, el sacrificio del notario.
El notario debe ser una persona con preparación jurídica, social y humana, ya que su función
pública está destinada principalmente a brindar seguridad jurídica.
Dentro de las características y valores fundamentales del notariado latino podemos destacar la
excelencia en los conocimientos jurídicos y éticos, su profesionalismo académico, y probada
solvencia moral, la autonomía, la independencia del poder público, la imparcialidad, su calidad de
asesor e intérprete de las partes, su facultad de autorizar actos imprimiéndoles el reconocimiento del
estado, y la duración vitalicia de su cargo.
El notariado anglosajón es propio del sistema common law, ya que el Notary Public, es
solamente un testigo calificado, limitando su actuación únicamente a dar fe de que una persona puso
su firma y que la identificó, es decir, no redacta ni revisa el fondo de los asuntos, ni tampoco la
legalidad del mismo. Su cargo es temporal y no tiene formación profesional.
El sistema notarial totalitario, como su nombre lo indica, es aplicable para aquellos países
que viven bajo régimen socialista, no obstante que la constante decaída de estos sistemas ha hecho
necesario adecuar el sistema notarial a los regímenes económicos modernos. Muchos de estos
sistemas han ido adoptando el notariado latino, como es el caso de Cuba, ya que en este país los
Notarios son funcionarios públicos, juristas, se encuentran vinculados a los órganos locales del poder
popular, tienen facultad amplia de redacción, legalización, y custodia de las contrataciones.
Sin desatender su función notarial y con la cual contribuye a la paz social al actuar
diligentemente para evitar conflictos entre las partes, en muchos casos adicionalmente desarrolla una
personalidad multidisciplinaria y despliega diversas funciones y facetas en sus actividades como
Funcionario Público, Promotor Social, Académico, etc. lo que le permite contribuir a transformar los
aspectos negativos de esa realidad en la que se desenvuelve.
Sobre la fe en su concepto jurídico podemos decir que el notario en sus orígenes no fue
depositario de la misma, es decir, no era fedatario. En nuestro país con la separación que la ley
Juárez hizo de la actividad judicial y la función notarial es cuando se le otorga al notario la facultad de
dar autenticidad y fuerza probatoria a la declaración de voluntad de las partes en la escritura así como
los hechos establecidos con la exactitud que el notario percibe por sus sentidos, “ex propi sensibus”
les gusta a casi todos los autores de temas notariales expresar esta frase en lengua latina.
La fe pública notarial es una facultad otorgada por la ley al notario; es pública porque proviene
del Estado y significa la facultad de que aquello que certifica y autoriza sea-salvo prueba en contrario
en las instancias jurisdiccionales-la certeza jurídica.
La fe pública presenta entre otras las siguientes modalidades: la notarial, representada por la
actividad del notario dirigida a la autorización de los contratos y demás actos jurídicos extrajudiciales;
la registral, que se refiere a lo hecho constar por el registrador de la propiedad y del comercio en los
libros del Registro a su cargo; la judicial, atribuida al secretario judicial, en su calidad de autenticador
de las actividades del proceso, y la mercantil, confiada a los corredores de comercio, en relación con
sus funciones características.
Para Couture, autor del decálogo de ética notarial, “el concepto de fe pública se asocia a la
función notarial de una manera más directa y se le debe rendir culto a la verdad.”
Para Froylán Bañuelos Sánchez, fe pública no es otra cosa que el carácter de verdad y certeza
que se otorga a lo manifestado por aquello a quienes el poder público reviste de autoridad
asignándoles una función, conceptuando a la fe pública notarial como “el asentamiento que con
carácter de verdad y certeza prestamos a lo manifestado por el notario dentro de la órbita de sus
propias funciones”.
Bernardo Pérez Fernández del Castillo considera que la fe notarial es la garantía que da el
notario al Estado y al particular que determinado acto se otorgó conforme a derecho; tesis que en
nuestra Ley del Notariado vigente es norma jurídica en su artículo segundo.
3.3 La fe pública
Se la define como “la potestad que el Estado confiere al Notario de Fe Pública para que a
requerimiento de parte y con sujeción a determinadas formalidades, asegure la verdad de hechos y
actos jurídicos que le constan, con el beneficio legal para sus afirmaciones al ser tenidas por
autenticas mientras no se impugnen mediante querella de falsedad”.
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 26
Como expresa Gonzáles Palomino “la más antigua y clásica doctrina sobre la función pública
notarial es la que centra la función notarial en el concepto de fe pública. La fe pública notarial es la
convicción de obrar o poseer con legítimo derecho y sin detrimento de lo ajeno, la constitución de
derechos en el ámbito extrajudicial y privado. La función del notario es la de dar fe de ciertos actos, y
el valor del instrumento es el de hacer fe de su existencia y de todo o parte de su contenido."
Como se puede apreciar, la fe pública notarial es diferente a las demás fe públicas en cuanto
en las fe publicas no notariales no es necesaria la percepción real y personal del fedatario, porque
puede dar fe de las declaraciones emitidas en su presencia, pero no de la autenticidad de las mismas;
si los hechos relatados no son percibidos por sus propios sentidos no es relevante, y en cuanto a
conclusiones racionales sobre hechos que le permiten establecer silogismos, sirven como declaración
de la lógica inferencia inductiva o deductiva o de ciencia, pero no como fe pública notarial porque ésta
última constituye derecho y es imprescindible la percepción de la voluntad de los intervinientes con
sus sentidos. Al respecto Larraud ha señalado que “la fe pública exige que el autor dé la declaración,
la evidencia del hecho histórico narrado y la circunstancia de que el hecho se manifieste así a su
perfección, es lo que permite al agente adquirir la clara certeza de su acontecer. El relato del Notario
puede contener y frecuentemente contiene, calificaciones o juicios del agente; los actos suyos que
toma de su propio mundo interior, razonando acerca de derecho o hechos que no son evidentes y de
cuya certeza no le es posible persuadirse mediante la vista o el oído. En tales casos, no está en juego
la noción de fe pública, son juicios suyos acerca de cuya exactitud podrá juzgarse mayor o menor
confianza. Cuando hablamos de fe pública entendida como calidad, nos referimos a hechos que el
agente toma del mundo exterior, percibiéndolo de modo inmediato por la vista y el oído”
La Concepción Jurídica por otra parte al hablar de fe, nos referimos normalmente al concepto
de autoridad, en donde ésta establece cuales son los instrumentos, que le auxiliarán en la tarea de
dar Fe de los acto entre particulares.
En este punto podemos apuntar que el Notario es depositario de la Fe Pública estatal, es decir,
la Fe Pública Originaria corresponde al ente estatal, la cual se encuentra dividida en tantas partes
como entidades federativas componen la República Mexicana, ya que son las propias autoridades de
las entidades federativas que dotan de Fe Pública a Los notarios, por lo que aún y cuando pueden
actuar en operaciones que involucren bienes cuya ubicación no corresponda al ámbito de su
competencia territorial, su actuación personal está limitada a ese territorio, lo que reduce sus
funciones a las propias que rigen preponderantemente por las Leyes sustantivas locales.
“ART.108.- Para los efectos de las responsabilidades a que alude este Título, se reputarán
como servidores públicos, a los representantes de elección popular, a los miembros del Poder Judicial
del Distrito Federal, los funcionarios y empleados, y, en general, a toda persona que desempeñe un
empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en la Administración Pública Federal o en el
Distrito Federal, así como a los servidores del Instituto Federal Electoral, quienes serán responsables
por los actos u omisiones en que incurran en el desempeño de sus respectivas funciones…
Las Constituciones de los Estados de la República precisarán, en los mismos términos del
primer párrafo de este artículo y para los efectos de sus responsabilidades, el carácter de servidores
públicos de quienes desempeñen empleo, cargo o comisión en los Estados y en los Municipios”
Requisitos de fe pública:
a) evidencia
b) objetivación
c) simultaneidad
Tipos de fe pública:
a) Originaria, y
b) Derivada
Clases de fe pública:
a) Notarial,
b) Judicial,
c) Mercantil,
d) Registral,
e) Consular,
f) Administrativa,
g) Marítima,
h) Registro civil,
i) Agraria,
j) Legislativa,
k) De los archivos notariales,
l) Eclesiástica,
m) De particulares,
n) En desarrollo urbano,
o) En condominios,
p) En materia de derechos humanos y
q) En materia electoral.
REQUISITOS DE FE PÚBLICA:
a) Evidencia: es la relación que existe entre el autor del acto jurídico y el del instrumento notarial,
es decir, es la relación entre el quién y el ante quién, el notario narra el hecho propio
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 30
(certificación) y constata el hecho ajeno. En la certificación, el notario concreta su actividad de
fedatario, es decir, manifiesta el contenido de su fe pública originaria, que versa sobre: fe de la
existencia de documentos relacionados con la escritura, de conocimiento de las partes, de
lectura y explicación y de otorgamiento de la voluntad.
El propósito de esta certificación es brindar seguridad jurídica al usuario del instrumento. Art.
102 de la LNDF.
Estas son las situaciones que tienden a determinar la identidad entre el hecho o acto y lo
narrado.
a) Exactitud: es la relación de igualdad que debe existir entre el hecho o acto y lo narrado en
el instrumento público.
b) Integridad: es el acto de materializar o estatizar el acto o hecho para el futuro, lo cual debe
hacerse en un documento. Esta materialización se hace mediante la impresión original del
instrumento en el protocolo (art.78 LNDF) y su reproducción con la expedición de
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 31
testimonios y copias. Este principio va ligado con el de matricidad, cuya repercusión es la
reproducción del instrumento, la cual se puede dar de tres maneras:
1.-expedición de testimonio,
2.- copia certificada,
3.- certificación.
Dación De Fe: Es la narración del notario emitida a requerimiento de parte, rogación referida a
hechos propios y comportamientos ajenos -en esto se materializa la evidencia-o bien, refiriéndose a
acontecimientos de la naturaleza o hechos materiales es instrumentada por el notario al momento de
percibirlos y está destinada a dotarlos de fe pública.
A. Tipos:
1. ORIGINARIA, esta se presenta cuando el hecho o acto del que se debe dar fe percibido por
los sentidos del notario. Ésta se presenta, por ejemplo, cuando el notario asienta una
certificación de hechos en su protocolo, o da fe del otorgamiento de un testamento.
2. DERIVADA: consiste en dar fe de hechos o escritos de terceros, aquí el notario no ha
estado presente en el hecho o el otorgamiento del acto que plasmará en su protocolo. Por
ejemplo cuando el notario protocoliza el acuerdo del consejo de administración de una
sociedad anónima otorga poderes a un tercero, o las diligencias de apeo y deslinde o de
información ad perpetuam que se soliciten.
B. Clases:
2. FE PÚBLICA JUDICIAL: la tienen los secretarios del juzgado (y no el juez) para dar
seguridad jurídica. Esta fe pública se tiene tanto al interior, es decir, como en el caso de
expedición de copias certificadas o al dar fe de que el juez decretó en tal o cual sentido,
como al exterior, al realizar diligencias diversas fuera del juzgado. (arts. 58 y 61 de la Ley
Orgánica del Tribunal Superior de Justicia del D.F.)
7. FE PÚBLICA MARÍTIMA: esta se deposita en el capitán del buque para casos especiales,
que se den a bordo de una embarcación, y sólo puede ejercerse en alta mar, como
nacimiento, matrimonio, testamentos, entre otros. Al respecto citamos el art. 25 fracción IV
de la ley de navegación, que establece una facultad genérica para que el capitán del buque
actué como oficial del registro civil, así como los arts. 146 y 1583 a 1592 del código civil
federal.
8. FE PÚBLICA DEL REGISTRO CIVIL: se deposita en cada uno de los Oficiales del Registro
civil, para los actos en que por ley tienen que intervenir, que son los referentes al estado
civil de las personas, por ejemplo: nacimiento, matrimonio, adopción, entre otros. (Art. 35
del código civil del D.F.).
Es necesario describir las fases en las cuales se integra la fe pública notarial en la función
notarial y en la ficción y autorización del instrumento público notarial.
1. La Fase de evidencia. En esta fase, el fedatario, notario o persona pública autorizada, como
autor del instrumento, solo tiene conocimiento directo de evidencia de lo que allí se celebra. El
notario no recibe la Fe, DA LA FE.
Siendo el Notario el portador de la fe pública del Estado, y tiene las atribuciones para constituir
derechos es necesario que su función este en el marco de los principios y valores éticos que
garanticen la seguridad jurídica.
COMPETENCIA
Es el Notario, al igual que el corredor público, el delegatario “per se” de la fe pública del
Estado, y comparte, también con el corredor público, la peculiaridad de ser profesionistas
independientes. Esto es necesariamente así porque, de perder esa peculiaridad, no se hablaría de
delegatario, y, entonces, sería el Estado mismo, a través de uno de sus funcionarios, quien ejerciera
la función fedante.
En otro orden de ideas, las actuaciones del Notario, desprovisto de la fe pública que le es
delegada, confirma la naturaleza dual del personaje:
1. Es fedatario público,
2. Profesional independiente.
Primeramente debemos analizar lo que se considera como Administración publica, para lo cual,
nos referiremos a Acosta Romero, quien considera que la Administración Pública, es: “La acción del
Estado encaminada a concretar sus fines”. Derivado de que “Administrar” es servir, proveer por
medio de servicios públicos o de servicios administrativos a los intereses de una sociedad. Al ejecutar
las leyes que expide el Congreso de la Unión, el Poder Ejecutivo realiza la importante función de
Administrar.
Una vez definida la Administración Pública como acción, debemos esclarecer que significa
Administración Pública, como Sujeto; por lo tanto La Administración Pública, es el conjunto de
organismos gubernamentales que realizan los asuntos públicos.
Su fin constituye el funcionamiento conjunto de servicios públicos, cuya buena marcha permite
la realización de objetivos definidos por el poder político.
Los Notarios al realizar actividades Públicas, en nombre del Estado y para la sociedad, están
obligados a estudiar, conocer y aclarar el fenómeno administrativo, y por ende colaborar en la
optimización del uso de los recursos para la solución de los problemas sociales, que es de lo que se
ocupa precisamente, la Administración Pública.
En este entorno, el papel del Notario como estudioso del Derecho engarzado en la
Administración Pública, habrá de llevarlo a estudiar, a investigar y a establecer doctrinas en relación
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 36
con el trabajo que desempeña, es decir, también tendrá que ocuparse en serio de temas de
Administración Pública.
La función Notarial, en fin, puede considerarse como una función jurisdiccional, de jurisdicción
voluntaria (por el principio de rogación).
En ese sentido, es evidente entonces que el Notario es salvaguarda del Derecho, asesor
jurídico y consejero de las partes, y custodio de la memoria social. Es el jurista que aplica la profilaxis
jurídica, y el único que da vida y ejercita el Derecho Preventivo. Así pues se considera que la función
Notarias es arbitral, pues aviene a las partes; que es de justicia, porque cuida al redactor del acto, o
contrato, que cada quien obtenga lo que le corresponde; de asistencia, porque ilustra y auxilia a la
partes a “notariar un papel”, indicando, recomendando o autorizando el acto jurídico adecuado a la
circunstancia, actividad de evidente cooperación con las partes (y con la sociedad misma). Todo ese
cumulo de servicios públicos, realizados con el poder que le confiere el Estado, de certificar, expedir,
legalizar manifestaciones y hechos, como la legitimación de huellas y firmas, la identidad de
fotografías, la de literalidad de documentos, de actos de presencia, fe de hechos, practica de
notificaciones, recepción de testimonios, declaraciones verbales, admisión y custodia de depósitos,
protocolización de documentos, etc.; lo convierten en eficaz auxiliar de la justicia.
El Notario al ser perito en derecho, aconseja a las partes antes de la celebración de los
contratos, evitándoles juicios y gastos innecesarios, lo que nos lleva a recordar la tan citada
frase “Notaria Abierta Juzgado Cerrado”.
El abogado postulante tiene algunas características diferentes de las del notario. Este último
debe ser abogado, pero la cualidad principal del notario a diferencia del abogado en general, es su
imparcialidad. Las personas deben estar conscientes de que acudiendo ante notario, ninguna de las
dos partes tendrá preeminencia sobre la otra, ya que desde el momento en que se acude al notario se
está teniendo la garantía de la imparcialidad, cosa distinta con el abogado general, el cual por esencia
debe ser parcial a los intereses de su cliente, defenderlo hasta sus últimas consecuencias; en tanto
que el notario no: éste debe dar fe únicamente de lo que las partes están contratando pero siempre
en un plano de igualdad. Y por supuesto, ante ese estado de cosas, ayudar a los fines y
conveniencias del interesado sugiriéndole qué es lo legalmente ágil y económico, y si se trata de un
tipo de planeación fiscal, que sea dentro del marco legal para permitir una mayor eficacia a sus
pretensiones.
El notario debe redactar documentos en los que plasme la voluntad jurídica de las partes o del
(os) interesado(s), lo que beneficia a la colectividad, a las autoridades y a quienes lo consultan, al
convertirse en CONTROLADOR DE LA LEGALIDAD pues conociendo las leyes, puede moldear con
el respeto debido a las voluntades primigenias a él expresadas, los actos que las personas desean
llevar a cabo. Formular documentos correctos, apegados a derecho, reduce significativamente la
contingencia de someterlos a interpretaciones y litigios, facilitando con ello el tráfico jurídico
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 38
principalmente inmobiliario y mercantil. Su intervención hace posible el cumplimiento del derecho en
la vida ordinaria y el acceso de la justicia concebida por el legislador y plasmada en la ley, a las
diarias relaciones jurídicas de los particulares. También consigue la autoridad por su conducto, la
observancia de obligaciones de interés social, como en el caso del uso del suelo, o la protección de
derechos de grupos minoritarios y desprotegidos. El notario tiene la prerrogativa de aplicar la ley, la
costumbre y la jurisprudencia a las escrituras que redacte.
Otra función en la que el notario ha podido servir a la colectividad ha sido como calculador,
recolector y enterador de impuestos, función trascendente para la hacienda pública federal, local o
municipal, que de otra manera vería disminuido el monto de su recaudación.
Por lo general el notario es el primer jurista que trata las nuevas normas jurídicas, en el área
del derecho privado en el ámbito no contencioso, respondiendo a las exigencias de su reglamentación
contractual concreta.
En general, se da por sentado el papel de creador del Derecho propio de la función del notario
cuando se le solicita que regule las relaciones jurídicas de Derecho Privado mediante la redacción de
documentos notariales auténticos, obligatorios para las partes y oponibles a terceros, algunos de ellos
dotados de poder ejecutivo. Se trata de una redacción de la que el notario asume la exclusiva
paternidad y que tiene lugar tras adecuar la voluntad de las partes al ordenamiento vigente,
respetando los límites impuestos por éste a la libertad negociadora con respecto a la tipicidad,
inderogabilidad e indisponibilidad de algunos derechos y deberes. Esto se lleva a cabo a petición de
las partes (tanto si se trata de personas físicas como jurídicas), que se enfrentan a la continua
evolución de las situaciones y necesidades en el terreno económico, familiar y personal, así como en
el de la organización de patrimonios hereditarios. Por regla general, el notario es el primer jurista que
afronta nuevas figuras jurídicas en el sector del Derecho Privado en ámbito no contencioso, y
responde a la necesidad de reglamentación contractual concreta de las mismas. El notario, en su
intento de comprender el verdadero alcance aplicativo de la ley y sus innovaciones y de coordinarlas
con el sistema vigente, llega a menudo a identificar nuevos supuestos. Así, éstos son fruto de una
interpretación creativa sin la cual las normas, a veces, acabarían por no encontrar un espacio
adecuado para ser aplicadas. De cualquier forma, cabe decir que la actividad del notario en la
aplicación de la ley siempre es, en cierta medida, creativa, porque, aun cuando no dé lugar a la
aparición de nuevas figuras negóciales, siempre está orientada a encontrar el valor real del dictado
legislativo, de cuya aplicación es también el primer intérprete, puesto que es el primer responsable.
En cuanto a la amplitud de este papel, se observa una evolución a lo largo del tiempo como
consecuencia de varios factores: el legislador está cada vez más atento, no sólo a los intereses de los
individuos, sino también a las necesidades e intereses de la colectividad. Además, en materia
económica, se está pasando de la especialización a la estandarización de los contratos individuales a
los contratos tipo, a contratos por adhesión o a modelos de contrato estandarizados. En pocas
palabras, la atención pasa de unos supuestos que - aun refiriéndose a aspectos generales - protegen
sobre todo los intereses del individuo en sí, a unos supuestos que afectan a los grupos
(consumidores, ahorristas, usuarios de servicios, usuarios de estructuras, etc.) o que son fruto de la
globalización de la economía, entre otras cosas como consecuencia de la evolución técnica de los
nuevos instrumentos informáticos y de comunicación y transmisión de datos en tiempo real. Resulta
emblemática la situación de la Unión Europea, donde las normas comunitarias atentas a dichos
fenómenos parecen tener que limitar fuertemente el papel del notario como creador del Derecho.
Cabe suponer una ampliación de dicho sistema de normas comunes incluso fuera de Europa, como
consecuencia de la globalización que se está produciendo. A dichos fenómenos cabría añadir también
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 40
la facilitación y difusión del acceso por parte del público a fuentes de información especializadas u
obligatorias y una normativa que tiende a ser cada vez más minuciosa en algunos sectores de
actividad. Ello conlleva una reducción, pero no una limitación total, de los márgenes dentro de los que
se recurre a la creatividad del notario y a su experiencia y capacidad profesionales como jurista para
adaptar el negocio, caso por caso, a la voluntad contractual de las partes, en la justa composición de
los intereses respectivos.
Pero, junto a los fenómenos que acabamos de enunciar, y que podríamos definir como de
limitación de la libertad contractual, también evolucionan con el tiempo las relaciones económicas y
sociales, y surge la necesidad de regular nuevas situaciones jurídicas fruto, a su vez, de la evolución
de las necesidades, intereses y relaciones entre las personas, nuevas formas del derecho de
propiedad, nuevos tipos de acuerdos y relaciones entre grupos económicos, consorcios de empresas,
nuevas formas de uso y disfrute de bienes muebles e inmuebles, relaciones de carácter fiduciario,
administración del patrimonio familiar, asociacionismo, disposiciones para el caso en que se produzca
incapacidad, tutela de la familia natural, disposiciones para órganos propios, regulación de la
adopción hetero y homosexual, etc. No obstante, parece que todas las ponencias presentadas
concuerdan en que las inevitables situaciones no legisladas o no comprendidas en el régimen general
del derecho común y los retrasos del legislador al adaptar la normativa a las nuevas necesidades y a
una realidad en continuo movimiento, por lo que se ha dicho más arriba, siguen ofreciendo un amplio
margen para una actividad creativa encomendada a un jurista con las características propias del
notario de tipo latino, próximo a las necesidades del gran público e inmerso en la realidad económica
y social de un territorio. Es decir, un jurista que no sea un rígido guardián de la norma codificada, sino
que sepa convertirse en intérprete de las aspiraciones más auténticas que afloran en el contexto en
que se mueve, favoreciendo de esta forma la puesta en práctica de ese derecho natural que se
identifica en el deseo de justicia y equitatividad que surge de forma espontánea, y a veces
inconsciente, del cuerpo social. Un deseo que el notario podrá colmar en la formación del negocio
jurídico, teniendo siempre como puntos de referencia los méritos de los intereses en juego y el
respeto constante del bien común y de la sensibilidad moral de la sociedad de la que forma parte. La
fuente de derecho que nace de la actuación del notario tiene la peculiar característica de ser la
expresión directa de las aspiraciones de los destinatarios de la misma, aspiraciones que se realizan y
legitiman gracias a la actuación del notario. En una palabra, un derecho, pues, "sentido" y no
"impuesto". Pero parece ser que hay nuevos espacios a disposición de esta función notarial, no sólo y
no tanto para la creatividad de cada profesional, sino más bien del notariado como categoría
profesional estructurada y organizada. La búsqueda del delicado punto de equilibrio entre las
iniciativas del notariado como grupo profesional y las de cada notario en lo que respecta a la
innovación en el Derecho supondrá uno de los retos más difíciles para el notariado en los próximos
años, y requerirá la colaboración y el espíritu de autoresponsabilidad de cada uno de los miembros de
la comunidad notarial. Las organizaciones representativas de nuestra profesión ya están en
condiciones en muchos países - y es de esperar que lo estén muy pronto en todos los países en los
INIDE Universidad Derecho Notarial y Registral I 8 Cuatrimestre Página 41
que el notariado es de tipo latino - de erigirse en intérpretes, a través de los notarios, de las
necesidades del público, con la aportación de todos los notarios presentes en el territorio y
elaborando las experiencias de cada uno de ellos, contribuyendo así a encontrar soluciones
uniformes, las más adecuadas y coherentes con el ordenamiento. Y no sólo esto, sino que, en base a
la autoridad adquirida como órgano representativo de la categoría profesional, en caso necesario
pueden solicitarle todo tipo de aclaraciones al legislador, e incluso a veces pedir la intervención del
mismo a nivel normativo para regular nuevos supuestos y responder a la demanda de nuevo derecho
para regular situaciones personales o contractuales inéditas u originadas por costumbres importadas
de otros ordenamientos como consecuencia de la internacionalización de las relaciones económicas y
sociales. En otras palabras, asistimos - y es probable que se trate de un fenómeno irreversible - al
paso de la función creadora de cada notario al notariado como organización fuerte, tanto a nivel
nacional como supranacional. Deberá tratarse de una organización dotada de su propia
especialización, de la capacidad de proporcionar soluciones uniformes a problemas comunes a los
usuarios del servicio notarial, y capaz de importar el ejemplo de elementos jurídicos instituidos y
experimentados con éxito en el extranjero, fomentando así una praxis más sólida, al estar más
difundida, y capaz de llamar la atención del juez o el legislador sobre los nuevos fenómenos en el
Derecho Privado. Una función, pues, que también puede justificar para el notariado una actividad de
propuesta ante el poder legislativo, así como una legítima expectativa de ser consultado en la
elaboración de normas en materias en las que el notariado va a tener que intervenir como autor de la
relación jurídica particular entre las partes. Pero, para poder reivindicar plenamente este papel, es
preciso que las organizaciones representativas del notariado, tanto nacionales como supranacionales,
carezcan de connotaciones exclusivamente ligadas a la tutela política del grupo. Antes al contrario, los
vértices deben poseer unas competencias jurídicas y profesionales de alto nivel, por una parte, para
poder dialogar al mismo nivel con los poderes y autoridades que promulgan las leyes y reglamentos, y
por otra para transmitirle a cada notario la información necesaria para lograr un comportamiento
uniforme que, al convertirse en praxis, está destinado a obligar al legislador a tomar decisiones
normativas.
“ La responsabilidad notarial"
La responsabilidad fiscal del notario, debiendo señalar que no obstante que los notarios
públicos no reciben ningún beneficio económico o emolumento, sin embargo la legislación fiscal le
impone la obligación de calcular y enterar el pago de diversos impuestos en aquellas operaciones en
las que intervienen, haciéndolo solidariamente responsable con el contribuyente del cumplimiento de
sus obligaciones fiscales, lo que denota la alta responsabilidad - no retribuida en modo alguno por el
fisco - cargo de estos fedatarios.
"Asimismo, los fedatarios públicos deberán asentar en las escrituras públicas en que hagan
constar actas constitutivas y demás actas de asamblea de personas morales cuyos socios o
accionistas deban solicitar su inscripción en el registro federal de contribuyentes, la clave
correspondiente a cada socio o accionista o, en su caso, verificar que dicha clave aparezca en los
documentos señalados. Para ello, se cerciorarán de que dicha clave concuerde con la cédula
respectiva."
"Cuando de conformidad con las disposiciones fiscales los notarios, corredores, jueces y
demás fedatarios deban presentar la información relativa a las operaciones consignadas en escrituras
públicas celebradas ante ellos, respecto de las operaciones realizadas en el mes inmediato anterior,
dicha información deberá ser presentada a más tardar el día 17 del mes siguiente ante el Servicio de
Administración Tributaria de conformidad con las reglas de carácter general que al efecto emita dicho
órgano.
"La declaración informativa a que se refiere el párrafo anterior deberá contener, al menos, la
información necesaria para identificar a los contratantes, a las sociedades que se constituyan, el
número de escritura pública que le corresponda a cada operación y la fecha de firma de la citada
escritura, el valor de avalúo de cada bien enajenado, el monto de la contraprestación pactada y de los
impuestos que en los términos de las disposiciones fiscales correspondieron a las operaciones
manifestadas."
“Art. 127.-…
ARTICULO 17.- Quedarán obligados solidariamente al pago de los créditos fiscales, junto con los
deudores principales y sustitutos:
I.- Los funcionarios públicos y notarios que autoricen algún acto jurídico o den trámite a algún
documento, si no comprueban que se han cubierto los impuestos o derechos respectivos, o no
den cumplimiento a las disposiciones que regulen el pago del gravamen….
Art. 75 Bis.- ….
X.- Los Notarios, Jueces y demás funcionarios autorizados por la Ley para dar Fe Pública, no
autorizarán ningún contrato o acto que tenga por objeto la enajenación o gravamen de un
inmueble o derechos reales sobre el mismo, mientras no se les compruebe con el certificado
respectivo que están al corriente en el pago del Impuesto Predial. Si por causas no imputables
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al enajenante, las autoridades fiscales del Estado, no han empadronado o catastrado el predio,
la Tesorería Municipal, podrá permitir a los notarios que otorguen la mencionada autorización
definitiva, sin que les sea exhibido el certificado a que se refiere este Artículo.
XI.- Los Notarios o las autoridades ante quienes se celebren contratos o actos por virtud de los
cuales se transmita la propiedad o la posesión de un predio, están obligados a dar aviso a la
oficina de Catastro y a la Recaudación de Rentas del lugar de su ubicación, dentro del término
de treinta días siguientes a la fecha de la celebración del acto o contrato respectivo.
IX.- Los Notarios, Jueces, Funcionarios del Registro Público de la Propiedad y de Comercio,
las autoridades fiscales municipales y toda persona que se encuentre investida de fe publica,
no autorizaran actos o contratos de adquisición de propiedad de inmuebles o de derechos
reales o posesorios, ni harán inscripciones o anotación alguna de escrituras, actos o contratos
sin que el solicitante compruebe lo siguiente:
Las comprobaciones a que se refiere esta fracción, serán, respecto del inciso a), mediante la
presentación de las declaraciones o recibos oficiales, debidamente legitimados por la Recaudación de
Rentas Municipal que corresponda, debiendo cumplir con los requisitos autorizados por dicha
autoridad; en cuanto al inciso b), por medio del certificado de libertad de gravámenes fiscales, en el
que se establezca el periodo de validez que tendrá el certificado para su utilización, el cual deberá
estar debidamente firmado por el titular y contar con el sello de la dependencia correspondiente; en lo
que se refiere al inciso c), con el acta o plano expedido por la dirección de catastro y control urbano o
por la dependencia u organismo descentralizado que legalmente lo sustituya.
X.- Los Notarios, Jueces y demás funcionarios públicos que violen lo dispuesto en la Fracción
anterior, serán responsables solidarios del importe total de las prestaciones fiscales, que
dejaren de pagar los contribuyentes de este impuesto sin perjuicio de las sanciones
administrativas y de la responsabilidad penal en que incurran.
ARTICULO 88.- En cada infracción de las señaladas en esta Ley, se aplicarán las sanciones
correspondientes, conforme a las reglas siguientes:
…IX.- Cuando se omita una prestación fiscal que corresponda a los actos o contratos que se
hagan constar en escrituras públicas o minutas extendidas ante corredor titulado, la sanción se
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impondrá exclusivamente a los notarios o corredores, y los otorgantes sólo quedarán obligados
a pagar los gravámenes fiscales omitidos. Si la infracción se cometiere por inexactitud o
falsedad de los datos proporcionados por los interesados al notario o corredor, la sanción se
aplicará entonces a los demás interesados.