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TODO TIENE UNA RECOMPENSA

En el año 2021, en el caserío de Cuidad Noé, del distrito de Cura Mori, vivía un niño
de 12 años llamado Rafael, junto a su madre de 60 años que quedó viuda. Rafael
vendía bodoques de tamarindo, maracuyá y fresa y su mamá vendía ceviche de
caballa y chicha de jora, lo hacían afuera de una empresa de uva ubicada a una hora
de su casa. Todos los días se iban en su viejo burrito con carreta, dejado por el papá
de Rafael. Pero ellos se cuidaban para no contagiarse de covid-19 y cumplir con todos
los protocolos de bioseguridad.
En el camino a la empresa de uva, siempre se encontraban con una ancianita que
decía tener detrás de la empresa su chocita y su chacra. ¡Súbete abuelita!, ¡Nosotros
te llevaremos! – le decía Rafael y le ayudaba a subir. La madre de Rafael siempre le
enseñó a ser solidario con las personas. Al llegar a la empresa, Rafael le ayudaba a
bajar y la abuelita les agradecía diciendo: ¡Que diosito se lo pague!, ¡pronto tendrán su
recompensa por ser personas muy solidarias!
Una tarde muy soleada, Rafael estaba vendiendo sus bodoques como de costumbre,
¡bodoques de maracuyá!, ¡tamarindo!- decía Rafael. De pronto, la mamá de Rafael se
desmayó, Rafael, pidió ayuda y la llevaron al centro de Salud más cercano. Ahí le
dijeron que tenía covid-19 y tenía que ser llevada al hospital. Rafael lloraba y lloraba,
pero al mirar a su mamá se hizo el fuerte y decidió hacer algo para el pagar el
tratamiento porque no quería perder a su mamá.
Se fue a seguir vendiendo sus bodoques y como siempre se encontró con la ancianita
en el camino, Rafael le cuenta lo sucedido entre lágrimas. La abuelita lo tranquiliza y le
dice: No te preocupes, ustedes son muy buenas personas y pronto tendrán una
recompensa.
Al bajar la abuelita deja un papel con algo escrito. Rafael al darse cuenta de ese papel
decide leerlo: ¡Hola!, por ser personas solidarias recibirán una recompensa,
detrás de la empresa hay una chocita con un gran algarrobo al costado. Dentro
de mi chocita hay una cama vieja, has un agujero debajo de la cama y
encontrarás una recompensa por su solidaridad.
Rafael decidió ir a la chocita que decía la nota. Al llegar, sí había una chocita, empezó
a llamar a la abuelita, pero nadie respondía. Abrió la puerta y había una cama vieja.
Cavó y cavó, hasta que encontró un cofre con unas monedas de oro. Rafael se llevó
la bolsa con las monedas y mirando al cielo agradeció a Dios por esa recompensa.
Finalmente, pasaron los días y la mamá de Rafael ya estaba en casa, casi recuperada
y junto a su hijo, decidieron instalar una planta de oxígeno en el distrito de Cura Mori
para ayudar a los que necesitan. Y Rafael siguió siendo solidario con su prójimo que al
final todo tiene su recompensa.
FIN

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