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UN HOGAR PARA SIEMPRE

CLAUDIA PATRICIA ARBELÁEZ HENAO

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Registrado conforme a la ley.
Publicación independiente.
Obra impresa en papel ecológico.
Rionegro – Antioquia
Colombia

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Claudia Patricia Arbeláez Henao.
Marzo 2 de 1972.
Ciudad Santiago de Arma. (Rionegro)
Antioquia – Colombia
Docente en ejercicio y gestora de ARTE
PARA VOLAR, espacio para la promoción
de
la poesía en el municipio de origen.
Integrante y promotora en la Red
departamental de literatura,
por el municipio de Rionegro e Itagüí
Antioquia en los años 1999 – 2000.
Publicaciones: MANUAL PARA VER LLOVER 1999, EXPLORACIÓN
LITERARIA 2012, MARIPOSARIO Y LA LIBÉLULA AZUL.
Otras:
Solsticio, vecindarios, dejaciones, cuentos y otros
ensueños, sueños para un buen dormir, las palabras y yo, a
pulso de mujer, cuando aún brille el sol, el secreto, siete
cueros, de mis poemas azules, a viva voz, aluna y el
colibrí, el aroma de las ciruelas y el molino y Meraki.

Publicada en el proyecto. MUJERES ESCRITORAS EN LA MEMORIA


DE ANTIOQUIA. (Gobernación de Antioquia, Instituto de
Cultura y Patrimonio de Antioquia y Librosbarco). 2018 y
2019.
Antología Internacional POETAS EN EL EQUINOCCIO. 2018.
Dosquebradas – Risarlada.
 Participación en el festival Internacional de poesía
Rionegro. Antioquia. Colombia.
 Festival Internacional de poesía. Encuentro POETAS EN
EL EQUINOCCIO. Dosquebradas – Risaralda. Colombia.
 Programas en línea: conferencista del segmento
“CREANDO Y SOÑANDO” – Programa RINCÓN DE LAS ARTES por

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los micrófonos de www.radiovocesunidas.com Desde la
ciudad de Pataluma - Estado de California Estados
Unidos y Lecturas de Claudia y Freddy, desde la misma
plataforma. Proyectos dedicados a la promoción de la
lectura.
 Participación en la primera feria virtual del libro.
España.

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UN HOGAR PARA SIEMPRE

Clarita era una niña que vivía en un hogar de paso. Sus


papás habían fallecido en un accidente cuando
apenas tenía unos meses.

Era muy alegre, tenía hermosos puntos en sus


mejillas, labios rosa y unas pestañas muy largas.

Clarita compartía habitación con Matilda, Anita,


Sofí, Carolina y Lupita.

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Una mañana la madre directora, le pidió a una de las
tías sustitutas, que reuniera a las niñas para darles una
noticia.

La tía Melba llevó a las niñas a un hermoso salón,


decorado con flores y estrellas. Unos sillones gigantes
y al sentarse, sus piernitas quedaban colgadas.

La madre directora que era una señora seria y


elegante, saludó a las niñas y las abrazó con
mucho amor. La tía Melba les entregó un dulce de
frutos rojos a cada niña para que comieran
mientras escuchaban la maravillosa noticia.

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Mamá Inés, abrió un sobre y las miró lentamente y
con picardía. La noticia era la esperada. Tendrían
un hogar definitivo de ahora en adelante.
Clarita, Matilda, Anita, Sofí, Carolina y Lupita.
– dijo. Y comenzó a leer cada una de las cartas.

Matilda viviría con una maravillosa familia en


lejanas tierras. Tendría un perro gigante y una
casa en la montaña.

Anita tendría una familia con dos hermanitas y tres


gatos. En su nuevo hogar la esperaban dos abuelos
y una tía muy divertida.

A sofí la esperaba un hogar cerca a la playa, una


casa sencilla, bella, ubicada en el Caribe.

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Caro tendría una casa en la ciudad, su
colegio estaría muy cerca y podría jugar en
el parque. Encontraría una habitación
con un gran ventanal y una cómoda
biblioteca.
Lupita aprendería un nuevo idioma en compañía de su
nueva familia, conocería el mar y también la nieve. La
esperaría un pequeño cerdito granjero y algunas aves de
corral.

Clarita iría con su nueva familia a un hogar, con una


cascada muy cerca, tres perros, dos conejos y un
caballo.

Las niñas estaban muy felices al escuchar a mamá Inés y


a la tía Melba y salieron a contarlo a sus amigos.
Manuel estaba feliz por ellas y solo les pidió que
siguieran escribiendo.

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Un momento
… todas estaban felices excepto Clarita. Nicolás le
preguntó a su amiga las razones de su tristeza
mientras caminaban por el jardín.

Todos los niños del hogar deseaban tener una casa


para siempre, hacer parte de buenas familias y ser
muy felices, entonces Nicolás no entendía la tristeza
de Clarita.

Clarita prefirió callar y con una cariñosa despedida,


le pidió a su amigo un poco de tiempo para pensar y
fue a su habitación.

Nadie podía imaginar lo que pasaba por el corazón


de la niña, pero lloró y lloró toda la noche. Al
amanecer tenía los ojos rojos e hinchados.

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La tía Francisca se preocupó al ver a Clarita cuando
hacía la fila para entrar al comedor, a la hora del
desayuno.

Clarita quería mucho a la tía Francisca, porque era


un poco despistada, tanto que rayaba un poco con
la locura, hasta el punto que sus cabellos eran lo
más parecido a un nido de pájaros despelucados,
pero ella lo disfrutaba la verse al espejo.

Sus labios eran siempre muy rojos, cantaba en


compañía de su guitarra todas las tardes.

La tía Francisca se acercó a ella con


delicadeza y le preguntó si estaba
enferma. Clarita no pudo

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contenerse y comenzó a llorar de
nuevo.

Todas las amiguitas hicieron un círculo a su


alrededor para acogerla y tranquilizarla. Por fin
pudo hablar.

Todos los niños quedaron atentos en sus mesas,


esperando una explicación.

Clarita contó a todos, su gran secreto:

No quería un nuevo hogar


Al escuchar esto, todos quedaron sorprendidos y se
miraban unos a otros. Las tías levantaron sus
hombros y seguían escuchando.

Justo en ese instante entraba mamá Inés.

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Clarita la miró y continúo revelando su
secreto.
- No recuerdo el día en el que llegué aquí porque
era muy pequeña, pero sé que he sido muy feliz
y no quiero una nueva familia. Este es mi hogar.

Mamá Inés se llevó sus manos al pecho y dejó


correr algunas lágrimas por su cara, los
amiguitos de Clarita, aunque no entendían
muy bien lo que pasaba, se pusieron de pie y
aplaudieron y sus amigas más cercanas la
abrazaron.

El jardinero que estaba mirando por la ventana


sonrió. Él ya sospechaba esta situación.

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Doña Simona, la señora de la limpieza que era muy
sensible, echó a llorar desconsolada y las tías no
pudieron contener la risa.

Rosabella, la cocinera dejó caer los cubiertos de


la emoción, al escuchar las bellas palabras de su
princesa.

Desde aquel día todos comprendieron


que Clarita ya tenía su hogar, que no
necesitaría una nueva familia y que
su casa
de paso es su hogar definitivo.

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