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Efraín en La Vega - Resumen

Autores: Mario Carvajal – Víctor Hugo Riveros

Capítulo 1: Primer día de vacaciones

Efraín Garcés estaba acostumbrado a ir todos los veranos al Tabo, pero este verano sería muy
diferente, ya que pasaría las vacaciones en La Vega, ayudando a su tío Abelardo, ya que sus padres
debían trabajar y no lo podían cuidar.

El negocio del tío Abelardo se llamaba “El Paraíso”. El tío Abelardo era un hombre delgado, no muy
alto, de grandes bigotes y pelo negro. Siempre andaba despeinado y con una sonrisa de oreja a
oreja. En “El Paraíso” vendía frutas y verduras.

Cuando Efraín llegó a “El Paraíso” un gato gordo lo miró y le cerró un ojo.

El antiguo dueño del local, dejó un montón de cosas en el subterráneo del Paraíso y nunca las fue a
buscar. Entonces, el tío Abelardo le dio el trabajo a Efraín de ordenar y limpiar ese lugar (el
subterráneo). Ese trabajo le pareció muy interesante.

Capítulo 2: El subterráneo.

Al día siguiente, Efraín llegó solo a La Vega y se puso a trabajar de inmediato en el subterráneo. Lo
primero que encontró fue una gran pieza llena de objetos amontonados en gran desorden. No
había ninguna ventana y hacía frío. Sobre una vieja mesa, encontró una caja cubierta de polvo. En
la tapa de la caja decía el nombre “Jacinta”. Quiso abrirla, pero estaba cerrada con un pequeño
candado. Efraín trabajó toda la mañana moviendo cajas y luego se tendió a descansar en un viejo
sofá de terciopelo. Se quedó profundamente dormido y comenzó a soñar con un campo y una
hermosa niña mayor que él. La joven del sueño susurraba “la llave está junto al reloj”.

Capítulo 3: El canto misterioso

Efraín llegó temprano a la vega y se puso a ordenar el subterráneo. Se puso a ordenar un armario
que tenía varios cajones, donde encontró un reloj con una cadena que tenía una pequeña llave
plateada. Recordó el sueño del día anterior y corrió a buscar la caja. Cuando la abrió, encontró
numerosas fotos y dibujos. En ese momento, Efraín comenzó a oír una dulce voz de una niña
cantando. Se asustó y salió corriendo del subterráneo. Su madre lo notó asustado, pero Efraín no
quiso contarle lo que había ocurrido.
Capítulo 4: El Sopita.

Pasaron semanas y Efraín no volvió a ordenar el subterráneo, si no que se quedó ayudando a su tío
a vender las frutas y verduras. Su tío le preguntó que ocurría y que, si necesitaba, podía pedirles
ayuda a algunos niños de La Vega.

Un par de días después, Efraín se encontró con su tío y un hombre viejo “apodaban El Sopita”, a
quien le preguntó si conocía a niños de su edad y le ofreció dar un paseo para que conociera mejor
La Vega y a los niños que andaban por ahí.

El Sopita no tenía dientes, y todos decían que sin dientes solo podía tomar sopa, por eso lo
llamaban así. En el paseo por la Vega, le contó a Efraín que La Vega es el principal mercado de
Santiago, que tiene más de 100 años de antigüedad y que su nombre original era “El gran mercado
de abastos de la ciudad”. Al principio era un lugar chico, pero actualmente es muy grande. Siempre
ha estado cerca del río Mapocho y es parte de los barrios de Independencia y Recoleta.

El Sopita siguió contándole historias a Efraín, entre ellas, que en La Vega había fantasmas que en la
noche asustaban a la gente. Incluso que hay perros y gatos fantasmas, que andan dentro de los
muros, pero en el día persiguen a los animales vivos.

El Sopita le presentó a varias personas, a Juancho: lustrabotas; don Lucho: de los pescados y
mariscos y a la sra. Petronila, que vende quesos.

Capítulo 5: Joselote y el Cocoliso

Una mañana, Efraín se encontró con el Sopita y le recordó que le presentaría a niños de su edad
(11 años), así que se fueron de paseo por la Vega, donde conoció a Joselote y Cocoliso. Los niños le
contaron a Efraín que cuando eran guagüitas los dejaron botados en la calle, por lo que duermen
debajo de un puente en el río Mapocho. En las noches pasan frío, y se tapan con frazadas o diarios.
Esto sorprendió a Efraín, ya que no sabía que hubiese niños que vivieran en esas condiciones.

Capítulo 6: Compañeros de aventura

Efraín pensó que Joselote y Cocoliso podían acompañarlo para volver a bajar al subterráneo. El tío
Abelardo los animó a que los invitara y que les pagaría cuando hayan finalizado el trabajo. Efraín
les contó que en el subterráneo había fantasmas y que no se atrevía a volver solo a ese lugar.
Joselote le comenta que tiene otros amigos, Ramoncito y Rayén que también pueden ayudar a
limpiar el subterráneo. El padre de Ramoncito, es español por eso él habla con la zeta. La madre de
Rayén es machi mapuche.
Capítulo 7: La niña fantasma

Efraín se reunió muy temprano con sus nuevos amigos, quienes bajaron al subterráneo y revisaron
todo lo que allí había. Caminaron por un pasillo y llegaron a un espejo, donde comenzó a aparecer
la imagen de un esqueleto horrible. A todos se les pararon los pelos (se asustaron). Cuando
quisieron salir, escucharon la voz del esqueleto pidiendo ayuda. Cuando la gente mira un rato al
esqueleto, se empieza a poner bonita.

El fantasma les contó como murió. De niña vivía en el campo, pero a los 15 años viajó a Santiago
para encontrarse con su hermano, pero eso nunca ocurrió. Un día salió a la calle a buscarlo, pero
fue atropellada por un auto y murió. Como nunca pudo encontrarse con su hermano, quedó
atrapado en los muros del subterráneo. El nombre de su hermano era “Segundo”. Encontraron una
foto de él y con eso decidieron buscarlo

Capítulo 8: Buscando a Segundo

Los 5 niños decidieron recorrer La Vega y preguntar por alguien llamado Segundo. Encontraron a
Segundo Rodríguez, pero no era quien salía en la foto, así que decidieron buscar al Sopita, quien
conoce a muchas personas de La Vega. Los niños le muestran la foto, el Sopita les dice que es él
quien sale ahí junto a su hermana Jacinta.

El Sopita emocionado, les cuenta que de joven trabajaba en una panadería en Santiago y que su
hermana Jacinta decidió visitarlo, pero nunca llegó. No supo nunca más de ella, hasta que una
viejita le contó que había una niña llamada Jacinta trabajando en una casa cerca del rio Mapocho,
por eso él decidió quedarse ahí.

Capítulo 9: La liberación

Al otro día, los niños se juntaron en el negocio “El Paraíso” y esperaron la llegada del Sopita, quien
vestía muy elegante.

Cuando fueron al subterráneo, Rayén prendió un pequeño fuego dentro de un cántaro, con unas
hierbitas que su madre le había dado.

En el espejo, apareció el fantasma de Jacinta, quien, junto a Segundo el “Sopita”, recordaron su


infancia y la vida que tuvieron. Al rato después, se despidió de Segundo, diciendo que ya se podría
ir y comenzó a desvanecerse lentamente en el espejo. El Sopita les agradeció a los niños y se
abrazaron emocionados.

Capítulo 10: De vuelta al colegio.

Los niños terminaron de limpiar y ordenar el subterráneo, por lo que el tío Abelardo les pagó por el
trabajo realizado. Cada niño se llevó un recuerdo que encontró en el subterráneo.

Efraín volvió al colegio, y cuando se encontró con sus compañeros de curso, se sentía diferente.
Pensaba que había pasado un verano fantástico.
Meses después, Efraín fue a La Vega a saludar a su tío Abelardo y a sus amigos. Al único que no vio
fue al Sopita, quien según su tío Abelardo, fue a encontrarse con su hermana, muy lejos de
Santiago.

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