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UNIVERSIDAD DE ATACAMA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


DEPARTAMENTO DE CIENCIAS JURÍDICAS
CARRERA DE DERECHO
TEORÍA DEL ESTADO

TEORÍA DEL ESTADO


SEGUNDA PARTE1
ANÁLISIS FORMAL Y SUSTANCIAL DEL ESTADO

1EMILIO ALFONSO GARROTE CAMPILLAY. Licenciado en Ciencias Jurídicas. Universidad de Atacama. Abogado. Profesor
Asociado de Teoría del Estado - Derecho Constitucional – Derecho Administrativo. Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales. Departamento de Ciencias Jurídicas. Copiapó. Miembro del Programa Gobernanza, Política y Gestión Pública
(GPGP). Email: emilio.garrote@uda.cl. Año Académico 2021. Universidad de Atacama.
TEORÍA DEL ESTADO
SEGUNDA PARTE

SUMARIO: I.- ANÁLISIS FORMAL DEL ESTADO: INTRODUCCIÓN FORMAS DE ESTADO. ESTADO UNITARIO: ORÍGENES
CARACTERÍSTICAS ADMINISTRACIÓN. ESTADOS UNITARIOS PUROS O CENTRALIZADOS. ESTADO FEDERAL: ORÍGENES.
CARACTERÍSTICAS. PRINCIPIOS: SUPERPOSICIÓN – AUTONOMÍA – PARTICIPACIÓN. PARALELO ENTRE EL ESTADO UNITARIO Y
FEDERAL: ESTADO, ELEMENTO UNIFICADOR- HISTORIA - CONSTITUCIÓN - SISTEMA NORMATIVO - EL PODER –
ADMINISTRACIÓN. ESTADO REGIONAL. ESTADO AUTONÓMICO. II.- ANÁLISIS SUSTANCIAL DEL ESTADO: ESTADO DE

DERECHO. ESTADO LIBERAL DE DERECHO – ESTADO SOCIAL DE DERECHO – ESTADO CONSTITUCIONAL Y DEMOCRÁTICO DE
DERECHO III.- PROCESOS Y FENÓMENOS QUE AFECTAN AL ESTADO. CREACIÓN DE ESTRUCTURAS ECONÓMICAS

INTERNACIONALES. LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS SUPRAESTATALES. LA GLOBALIZACIÓN

I.- ANÁLISIS FORMAL DEL ESTADO

INTRODUCCIÓN

Organización territorial, modelo de Estado o Forma de Estado es un concepto de


Derecho constitucional que hace referencia a los diversos modelos que los Estados pueden
adoptar en base a la relación dada entre sus tres elementos constitutivos, esto es, poder,
territorio y pueblo. La división vertical del poder y su relación con el territorio es el criterio
a través del cual se definen las Formas del Estado2.
En esta materia no debemos confundir lo que son por una parte las formas de Estado de lo que
son las formas de Gobierno. Ambos se centran en el fenómeno del poder, el primero, esto es,
las formas de Estado dicen relación más bien como se encuentra estructurado el poder, es
decir, si estamos en presencia de un Estado Federal o de uno Unitario, o bien de uno Regional.
En cambio, al hablar de las formas de gobierno, o tipos de gobierno3, la relación con el poder
se centra en su ejercicio, y en este sentido se habla de formas de gobierno parlamentarias,
presidenciales, semipresidenciales, entre otras. Así verbigracia, la relación entre formas de
Estado y de Gobierno, nos sitúa en nuestro país con una forma de Estado Unitario, pero con una

2Históricamente al primer autor a quien se le atribuye la utilización del término "Estado" es a Nicolás Maquiavello, quien en su
obra "El príncipe" al iniciar el capítulo I señala que "Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen
soberanía sobre los hombres, han sido y son República o Principados".
3 Karl Loweistein prefiere hablar de regímenes políticos.
forma de gobierno presidencialista; Estados Unidos nos presenta un país con una forma de
gobierno presidencial, pero con una forma de Estado Federal.

En función de la articulación que se produzca de las tres variables, se distinguen dos grandes
grupos. En primer lugar, el Estado Unitario, donde pueblo, territorio y poder son uniformes
y simples, y la relación entre ellos es unívoca y directa. En segundo lugar, el Estado complejo,
resultante de la carencia de homogeneidad entre los tres elementos mencionados,
produciéndose una diversificación en la estructura de su ordenamiento jurídico, acá tenemos
Estado Federal, confederal, Regional.
Desde el punto de vista del Derecho, las formas de Estado admite clasificarlos en Unitarios,
Federales o Regionales, se trata entonces de una clasificación de naturaleza jurídica ya que
es la norma la que va a determinar si estamos en presencia de uno o de varios centros de
impulsión política o gubernamental, y en este sentido en determinar si estamos en presencia
de un Estado Unitario, Federal o Regional.

También podemos hablar de Estado simple y Estado compuesto dependiendo sí estamos en


presencia de un solo centro de impulsión política y gubernamental, como es el caso del
Estado Unitario, o si al contrario estamos en presencia de varios centros de impulsión política
y gubernamental, como son los casos del Estado Federal y los denominados Estados
Regionales.

El Estado Unitario se caracteriza por la centralización que le es propia. Precisamente el


Estado Moderno nació como Unitario, asimismo, como absoluto y autoritario; la
centralización se caracteriza porque la autoridad monopoliza el poder de mando y ejercicio,
el tiempo le hizo superar la diversidad feudal.

El Estado Federal es una creación muchísimo más moderna, esta idea surge con la
independencia de los E.E.U.U. como una forma de unir a las 13 colonias pero igualmente
mantener sus propias características individuales. Esta es la primera y más genuina forma de
Estado Federal, siendo las otras sólo copias de la matriz norteamericana.

Es curioso que los Estado Unidos nos plantea dos genuinas manifestaciones en esta materia,
la primera, en cuanto ser la precursora de la forma de Estado Federal siendo las restantes sólo
reflejos de ella y, segundo, la forma de Gobierno que ella nos plantea cual es la presidencial,
siendo las restantes formas sólo copias de su original. Las “copias” del régimen político
norteamericano son las formas de Gobiernos presidencialistas o presidencialismos, pero no
presidencial, ya que esta última denominación sólo debe calificarla a la forma de gobierno
norteamericana.

En cuanto al Estado Regional es una creación del siglo XX, propia de la segunda post guerra,
y si se nos permite una forma de Estado que hasta en nuestros días se encuentra
desarrollándose, por lo que nos es clara su caracterización, sólo diremos a priori –sin que ello
la defina- que es una especie de Estado intermedio entre el Estado Unitario y el Estado
Federal.

Finalmente, es importante tener presente que la tipología presentada entre Estado Simple y
Estados Compuestos; será la norma, en última instancia, la que determinará y precisará la
forma de solución de las dificultades a presenciar.

En tanto la clasificación de las formas de gobiernos nos sitúa desde un punto de vista del
poder, no de la norma; por lo tanto, es de naturaleza política, ya que el problema que se nos
plantea es el punto de vista de cómo ha de ejercerse el poder.

II.- FORMAS DE ESTADO

Independiente de la forma de organización política de los Estados, estos pueden ser


clasificados de acuerdo a su estructura interna, en relación al territorio, poder y población en
Estado Unitario, Federal, Regional y Autonómico.
ESTADO UNITARIO
ORÍGENES:
El Estado desde su surgimiento ha tendido necesariamente a descentralizarse, siendo
la forma más paradigmática el caso de las municipalidades, las cuales durante la edad media
nacen como Repúblicas, manteniendo en Europa hasta nuestros días una cierta
independencia.
El Estado unitario es el Estado que se afirma en la parte más occidental del continente
europeo a partir de y frente a la Monarquía Absoluta. Es una forma política que nace a través
de un proceso de concentración y unificación de los poderes intermedios, subordinados y
dependientes característicos del Antiguo Régimen.
El Estado europeo en sus orígenes es un Estado unificador. Su imposición práctica implica
un triple proceso de unificación: Del poder, la población y del territorio.
Unificación del poder: supresión de todos los poderes políticos de naturaleza privada que se
extendían por toda la superficie del reino.

Unificación de la población: supresión de todas las diferencias jurídicas que marcaban a los
individuos desde su nacimiento y equiparación de todos en la categoría de ciudadano.

Unificación del territorio: supresión de todas las divisiones y aduanas internas, que impedían
la afirmación del poder como un poder único y que hacían que los individuos no fueran
titulares de derechos en condiciones de igualdad y de manera uniforme en todo el territorio
del Estado.
De acuerdo a lo precedentemente señalado podemos decir que Estado Unitario es aquel en
que el poder conserva una unidad en cuanto a su estructura, al elemento humano y al territorio
sobre el cual recae.
CARACTERÍSTICAS:
Un Estado Unitario es aquel en donde existe un solo centro de poder político que extiende su
accionar a lo largo de todo el territorio del respectivo Estado, mediante sus agentes y
autoridades locales, delegadas de ese mismo poder central. Además cuenta con un solo poder
legislativo que legisla para todo el país; un poder judicial, que aplica el derecho vigente a
todo el territorio del Estado y que en su seno se establece una Corte Suprema de Justicia, la
cual tiene jurisdicción a nivel nacional, un solo poder ejecutivo que está conformado por
todos los gobernantes (Presidente, Intendentes, Gobernadores); y además cuenta con una sola
Constitución Política que rige en todo el territorio y a la cual se hallan sometidas todas las
autoridades y habitantes del Estado.
En otras palabras en el Estado unitario se da la cuádruple unidad: unidad de ordenamiento
jurídico, unidad de autoridades gubernativas, unidad de gobernados o destinatarios del
ordenamiento jurídico y de las decisiones políticas y unidad de territorio, luego, presenta una
unidad jurídica y política.
ADMINISTRACIÓN La administración en el Estado unitario puede ser: Centralizado
(concentrado – desconcentrado) – Descentralizado.

CENTRALIZADO:
Será centralizado cuando exista un solo núcleo de poder central, que concentre todas las
funciones y atribuciones de administración del país, y de la cual dependan todos los demás
servicios, agencias y oficinas públicas que se encuentran a lo largo del país, los cuales serán
meros ejecutores de las decisiones o dictámenes que tome éste núcleo de poder central que
se encuentra en la capital del Estado.
Tenemos entonces que la centralización se caracteriza porque la autoridad monopoliza el
poder de mando y de ejercicio, presenta una organización piramidal, las colectividades
inferiores no poseen órganos ni poder de decisión; estructura piramidal; por ello han
aparecido mecanismos administrativos que han ido difiriendo la tarea de un Estado Unitario
en muchas manos, como son la desconcentración y la descentralización, lo cual no implica
una división del poder o la presencia de más de un sistema jurídico.
DESCONCENTRADO:
Será desconcentrado cuando las autoridades del poder central, traspasen ciertas atribuciones
o funciones de administración del país a determinados órganos o servicios públicos, para que
estos los pasen a ejercer en forma exclusiva, aun cuando estos órganos o servicios sigan
dependiendo del núcleo de poder central.
El órgano desconcentrado actúa en la vida del derecho con la personalidad y patrimonio del
órgano central, existiendo un vínculo de jerarquía.
DESCENTRALIZADO:
Será descentralizado4 cuando se procede a crear órganos o servicios normalmente por ley y
se les dota de personalidad jurídica y patrimonio propio, de modo que pasan a ser autónomos
de ese poder central (aunque siguen formando parte del Estado) y con responsabilidad propia

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Etimológicamente “descentralizar” consiste en “separar del centro”. Se separa del centro la actividad del Estado, por lo
que la descentralización no es más que la distribución de la actividad del Estado, la cual puede ser referente al poder como
a las funciones del Estado. En el primer caso hablamos de una descentralización política, propia por antonomasia de un
Estado Federal, como asimismo también de un Estado Regional; en el segundo caso, esto es, referente a las funciones del
Estado, nos plantea en una descentralización administrativa propia por antonomasia de un Estado Unitario
de sus actos. Se trata de una descentralización administrativa, más no política, existe un
vínculo de supervigilancia.
Además, tanto la desconcentración como la descentralización pueden ser funcionales o
territoriales. Será funcional cuando determinada función pública se le encomiende a un
órgano para que lo ejerza a nivel nacional o local. Y será territorial, cuando se le encomiende
una determinada función a un órgano con asentamiento territorial dado.
Son Estados unitarios entre otros, Afganistán, Albania, Bolivia, Chile, Colombia, Corea del
Sur, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Egipto, El Salvador, Francia, Guatemala, Haití, Honduras,
Hungría, Irán, Irlanda, Israel, Italia, Japón, Luxemburgo, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal,
República Dominicana, Ruanda, Rumania, Singapur, Sudáfrica, Suecia, Tailandia, Ucrania,
Uruguay, Vaticano.
ESTADOS UNITARIOS PUROS O CENTRALIZADOS
Los Estados unitarios a su vez pueden ser puros o centralizados. Estado unitario puro son
aquellos que conforman una sola entidad con un gobierno estatal único, sin ninguna división
administrativa. El único estado unitario puro es Montenegro.
Los Estados unitarios centralizados o regionalizado es un Estado dividido en diversas zonas
o regiones político-administrativas que no son autónomas en sus regímenes internos. Los
gobernantes de las regiones son designados directamente por el gobierno central.
ESTADO FEDERAL
Orígenes:

Luego del surgimiento del Estado Unitario, no había surgido ninguna otra idea distinta que
caracterizara jurídicamente a un Estado, la única forma que se planteaba era la agrupación de
Estados Unitarios a través de una confederación de Estados, que bajo ningún respecto
constituía una nueva forma de Estado.

El primer Estado políticamente descentralizado que se constituyó en el mundo frente a la


tradición europea del Estado unitario fueron los Estados Unidos de América y en dicho país
la descentralización política tomo la forma de un Estado Federal5.

5Para una mayor profundización y comprensión del tema véase ANDERSON, GEORGE, Una Introducción al Federalismo,
págs. 25 y ss. Marcial Pons, Barcelona, 2008.
El Estado Federal6 es un Estado políticamente descentralizado, pero no todo Estado
políticamente descentralizado en un Estado Federal, el cual ha sido una invención americana.

La descentralización política federal americana sirvió de modelo a los primeros países


europeos que se constituyeron también como Estados políticamente descentralizados en la
forma de Estados Federales fueron Suiza y Alemania.

Cabe hacer mención al caso de Suiza. Su Constitución la denomina “Confederación Helvética”,


ahora bien, en consideración a lo ya señalado anteriormente no podemos sino de calificarla
como un Estado Federal a pesar de ser ella misma calificada de Confederación, por cuanto
precisamente es la Constitución, la que la denomina así, siendo precisamente dicho instrumento
jurídico el encargado de vincular a todos y cada uno de los cantones con el Estado Federal, ya
que si fuese una Confederación el instrumento jurídico sería un tratado, situación que en la
especie no ocurre.
El Estado Federal se ha convertido desde entonces en el punto de referencia de la
descentralización política y no a la inversa. Tanto histórica como dogmáticamente ha sido el
federalismo el criterio mensurador de la descentralización política y no al revés.

Se impone en la práctica y una vez que se ha impuesto se inicia la racionalización teórica del
mismo y se le da el nombre de Estado Federal. Concepto muchos menos preciso que el
concepto de Estado Unitario.

El Estado Federal es un Estado que nace como resultado de la influencia de un Estado


unitario sobre formas políticas pres estatales, a las que obliga a reorganizarse profundamente
y a convertirse en Estados para poder competir con él. El Estado Federal comparte con el
Estado Unitario la mayor parte de sus elementos esenciales.

Las Confederaciones de Estados que desembocaron en Estados Federales fueron


inequívocamente experiencias de transición. Nacidas como consecuencia del enfrentamiento
con un Estado Unitario de formas políticas emparentadas entre si y asentadas sobre territorios
limítrofes con conexiones históricas.

6Por regla general, todo Estado Federal supone con anterioridad una suma o pluralidad de Estados Unitarios los cuales se
encontrarían unidos a través de un tratado, luego el Estado Federal se constituyó previamente como una confederación
obligándose jurídicamente a través de un tratado internacional.
En el concepto de Estado Unitario se reflejan procesos históricos en lo que tienen de
homogéneos política, social y económicamente en prácticamente todo el mundo, en el
concepto de Estado Federal lo que se reflejan son las circunstancias históricas particulares de
cada uno de los Estados constituidos de esta manera.

CARACTERÍSTICAS:

Lo que caracteriza a un Estado Federal es la pluralidad de ordenamientos jurídicos,


un ordenamiento Federal se superpone a un ordenamiento Federado.

El Estado Federal es un Estado articulado en unidades territoriales. Estas unidades poseen


una Autonomía considerable. Dichas unidades participan en la formación de voluntad de la
Federación a través de una Segunda Cámara del Parlamento Federal. Estos elementos están
garantizados en una Constitución rígida. Existe un mecanismo organizado de solución de
conflictos, en particular mediante decisión judicial de los conflictos federales.

Todo Estado Federal distingue por una parte un poder Nacional o poder Central de otro poder
Local. Estos términos más bien son de naturaleza geográfica, y siendo el Estado Federal -al igual
que el Estado Unitario- de naturaleza jurídica, es más preciso en este sentido hablar de un Poder
Federal, en manos del Estado Federal y de un Poder Federado propio del Estado Federado.

La Constitución Federal contiene una enumeración taxativa de poderes del Estado Federal, por
lo que éste no tiene otras competencias sino sólo las enumeradas en la Constitución Federal.

Esto se explica porque los Estados Federales nacen con competencias en materias que
históricamente eran propias de los Estados Federados que la integran. Un Estado Federal tiene
una sola política de defensa, una misma moneda, una sola soberanía internacional. EE.UU. tiene
en el ámbito nacional un correo, este es el U.S. Mail. Todo lo anterior explica la mayor amplitud
de competencias que tiene el Estado Federado, ya que los derechos no consignados en la
Constitución Federal son propiamente los derechos de los Estados Federados, esto último
explica lo disímil que puede resultar la legislación entre cada uno de éstos diferentes Estados
Federados o Estaduales.

No se puede entender al Estado Federal y especialmente el norteamericano sin necesariamente


relacionarlo con su forma de gobierno presidencial. El Presidente de la República en EE.UU. es
el que gobierna y administra, y en este sentido la normativa a la cual debiera someterse es el
respeto de la Constitución Federal, como asimismo, respetando a todos y cada uno de las
Constituciones Federadas. Pero hay una situación en donde se faculta la intromisión del Estado
Federal, y por ende la intervención a los Estados Federados sin que para ello exista una ley
expresa que lo faculte, esta concepción se conoce como teoría de los poderes implícitos.

TEORÍA DE LOS PODERES IMPLÍCITOS

Precisamente el Estado Federal se fundamenta en que implícitamente la Constitución Federal lo


obliga a actuar en situaciones que tengan por objeto ventajas de orden nacional, por lo que el
interés público le exigiría dicha intervención.

Esta concepción de la teoría de los poderes implícitos sólo se fundamenta en la medida que
estrechamente puedan convivir, por una parte, las facultades de un gobierno presidencial y por
otro, el texto constitucional de una Constitución Federal, por lo que prácticamente constituye
una explicación de una concepción que ocurre solo en un determinado país.
PRINCIPIOS DEL ESTADO FEDERAL
El autor francés Gastón Scelle a través de la explicación de tres principios da cuenta de las
características de lo que implica un Estado Federal, a saber, superposición; autonomía y
participación.
Principio de superposición:
La superposición tiene su origen en la competencia que el Estado Federado le transfiere al
Estado Federal. Este principio se fundamenta en la Constitución Federal en cuanto los Estados
Federados tienen la plenitud de las competencias, menos aquellos indicados en la Constitución
Federal. El Estado Federal está “de alguna manera” por encima de los Estados Federados.
Principio de autonomía:
La regla general nos indica que la competencia le pertenece a los Estados Federados sin más
límites que los que se establecen para el Estado Federal.

La Representación internacional cualquiera fuese el número de Estados Federados que integre


al Estado Federal sólo una será la representación internacional que esta tenga. Por mucho que
el Estado de California de los EE.UU. por si sola constituya la 7ª economía del mundo, ella sólo
se relaciona internacionalmente por intermedio del Estado Federal, siendo E.E.U.U. el que
internacionalmente actúa y no el Estado Federado de California.

Resulta particularmente ilustrativo la divisa del escudo de los EE.UU. la cual reza: “E pluribes
unum”, esto es, de lo mucho uno.

En cuanto a las F.F.A.A. no existe un ejército distinto en cada uno de los Estados Federados
sino que sólo un ejército nacional, lo que si tiene cada uno de ellos es una especie de milicia la
que actúa más bien en caso de calamidades o catástrofes, esto es, sólo en caso de emergencias,
más no de defensa nacional.

En cuanto a la policía es preciso hacer una distinción; existe una policía propia en cada uno de
los Estados Federados, lo que no se opone a la existencia de una policía Federal la que podrá
actuar en toda la unión como es el F.B.I. en los E.E.U.U.

Respecto del sistema monetario existe un solo sistema en toda la unión, es así que en E.E.U.U.
el dólar es la única moneda aceptada.

En cuanto al sistema de comunicaciones en E.E.U.U. existe un correo nacional, este es el U.S.


Mail, como asimismo un sistema de carreteras nacionales.

Es bueno tener presente con relación a la autonomía de los Estados Federados el caso
paradigmático de Puerto Rico. Puerto Rico no es un Estado Federado de los EE.UU. sino que
un Estado asociado, por lo que tiene una mayor autonomía que los Estados Federados de la
unión, lo que sí se reserva la Corte Suprema Federal de los EE.UU. es revisar las sentencias de
la Corte Suprema de Puerto Rico. En cuanto a sus gobernantes es plenamente autárquico, por lo
que en teoría EE.UU. no interviene, como asimismo, es plenamente soberano para darse en
forma autónoma sus propias normas con sus propios poderes legislativos.
Principio de participación:
Este principio se traduce en la formación de la voluntad nacional. Esta voluntad nacional se
constituye tanto desde un punto de vista político como jurídico. Político a través del llamamiento
que se hace al electorado para elegir a sus representantes y principalmente a los integrantes del
Senado, y jurídico a través de la formación de la ley nacional.
La formulación de una ley nacional exigirá la intervención de una institución en donde se vea
representado de igual manera a todos y cada uno de los Estados Federados y ella es la institución
del Senado del Congreso Nacional.

Es así, el Congreso Nacional de los EE.UU. está integrado por dos ramas: el Senado y la Cámara
de representantes.

Es el Senado aquella institución en donde se ve con mayor claridad la intervención de igual


forma por todos los Estados miembros, ya que este se integra en total por 100 miembros,
recibiendo dos por cada uno de los Estados Federados, ello garantiza la igual participación de
todos y cada uno de los Estados Federados, sin importar la superficie del Estado ni mucho menos
la cantidad de habitantes.

La Cámara de representantes, en cambio, no se integra de igual manera sino que depende de la


cantidad de habitantes que tengan cada uno de ellos, es así que el Estado de California participa
con más de 40 representantes, correspondiéndole a Estados más pequeños muchos menos
representantes. Ahora bien, es el principio de autonomía y no el de participación, el que permite
que cada uno de los Estados Federados tenga su propia ley de elecciones y por ende determine
la manera de cómo elegir a sus representantes7.

PARALELO ENTRE EL ESTADO UNITARIO Y FEDERAL.


1.- Estado, elemento unificador:
El hecho unificador radica en que ambos constituyen formas de Estados cuyo origen es de
naturaleza jurídica. El Estado Unitario, a su vez, se caracteriza por cuanto solo tiene un solo
centro de impulsión política y gubernamental. Este concepto se nos legó hasta nuestros días
desde la Revolución Francesa. En cambio, el Estado Federal es aquel en que estamos en
presencia de varios centros de impulsión política. El primero en constituirse como tal fue
EE.UU.

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Un ejemplo del principio de participación corresponde a la intervención de los Estados Federados en las enmiendas de la
Constitución. No sólo se exige un determinado quórum para aprobar una enmienda en el Congreso ( 2/3 ) sino que además se
requiere que en cada uno de los Estados Federado logre aprobar el texto enmendado. Así en el año 1789 se presentó un proyecto
de ley que fijaba un cierto límite a la dieta de los congresales: “ningún congreso puede subirse la dieta a sí mismo”, ella sólo fue
despachada recién hace unos años.
2.- Historia:
El Estado Moderno nació como Estado Unitario, el Estado Federal es posterior, surgiendo como
tal sólo a partir de la primera Constitución de los tiempos modernos, esto es, la norteamericana
de 1787. Ahora bien, el desarrollo histórico nos ha indicado que el antecedente inmediato de un
Estado Federal es la Confederación de Estados, hecho que sucedió en la historia de los EE.UU.
3.- Constitución:
Es el Derecho Constitucional el que al final determinará la calidad de un Estado Unitario o
Federal. En un Estado Unitario la Constitución implica que no existe ninguna otra Constitución
dentro de él, ni de menor jerarquía, en cambio, la Constitución Federal no prohíbe que haya
otras constituciones, las cuales valdrán para cada uno de los Estados Federados.
4.- Sistema normativo:
Lo característico de un Estado Unitario, consiste en que en él sólo hay un sistema jurídico, en
cambio, en el Estado Federal, coexisten dos sistemas normativos paralelos, el Federal y el
Federado, lo que se traduce en la existencia de una Constitución Federal Nacional y de una
Constitución Federal por cada uno de los Estados Federados. Ello, a su vez, significa que existe
un Derecho Constitucional Federal y un Derecho Constitucional Estadual en cada uno de los
Estados Federados. Todo lo cual se traduce en concluir que EE.UU. tiene 51 constituciones, una
Federal y 50 Federadas por cada una de los Estados miembros de la unión.
5.- El poder:
En un Estado Unitario, el poder se mantiene en un solo centro de impulsión política, un poder
ejecutivo, uno legislativo y un solo poder judicial para todo el Estado, en cambio, el poder en
un Estado Federal se encuentra “federalizado”, esto es, hay un poder federal y otro federalizado.
Ello implica un Poder Judicial Federal y otros en cada uno de los Estados Federados, un
Congreso Nacional Bicameral y otros Congresos Estaduales en cada uno de los Estados
Federados8.

8En EE.UU. el único Estado Federado con un congreso unicameral es el de Nevraska. El Poder Ejecutivo en el Estado Federal,
está a cargo del Presidente de la República, en cambio la autoridad ejecutiva estadual corresponde al gobernador. Finalmente,
existe un Poder Judicial Federal integrado por una Corte Suprema Federal y otros tantos tribunales por cada una de los Estados
Federados que la integran. En EE.UU. en esta materia tanto el Tribunal Federal como los federados a partir del fallo del Juez
Marshall de 1803, podrán refrendar y declarar toda ley o decreto como inconstitucional, con la sola limitante que la el tribunal
Federal lo hará con relación a la Constitución Federal y los Tribunales Estaduales con relación a su respectiva constitución.
6.- Administración:
Sin establecer una regla absoluta, por lo señalado en los Estados Regionales, la forma en que un
Estado Unitario se organiza es a través de una descentralización administrativa. En cambio, el
Estado Federal sin desconocer la descentralización administrativa, su principal forma es a través
de una descentralización política.

ESTADO REGIONAL
Los estados regionales o descentralizados son estados con un pasado centralista, pero que
progresivamente han otorgado mayor autonomía a las diversas regiones que los conforman.
El grado de autonomía varía dependiendo del Estado, y si el grado de autonomía es bastante
elevado los estados regionales suelen ser considerados "federaciones de facto". En este caso
la única diferencia entre el Estado Federal y el Estado Regional es el origen de las
atribuciones: en los Estados Regionales el gobierno central ha cedido o devuelto algunos
derechos y competencias a la región, mientras que en los Estados Federados son las regiones
las que han cedido algunas de sus atribuciones al poder central.
Debido a que el grado de autonomía puede variar sustancialmente con el tiempo, esta
clasificación no es excluyente y a menudo es muy ambigua, es decir, algunos Estados que
han permitido el desarrollo de asambleas regionales locales con poderes muy limitados aún
son considerados estados centralizados como Francia, otros han permitido un elevado grado
de autonomía como Italia, España y el Reino Unido, y otros ya se han convertido en
federaciones propiamente tales como Bélgica. Si las regiones reciben la autonomía que
gozaban en el pasado como derecho histórico, el proceso de descentralización a menudo es
llamado "proceso de devolución".
El problema del Estado Regional surge principalmente a partir de la mitad del siglo XX,
como una manera de dar solución o explicar el problema que surgía en algunos Estados en
donde existía un gran centro de impulsión política y gubernamental, por lo que formalmente
constituirían un Estado Unitario, pero que características particulares hacían procedente que
se administrara en forma de una descentralización política, forma típica por antonomasia por
más de 200 años de administración propia de un Estado Federal.

El desarrollo del Estado Regional es la forma de dar solución a un Estado con un solo centro
de impulsión política pero con una descentralización política. Se podría decir que es un
desmembramiento jurídico de un Estado Unitario, pero que del punto de vista de un Estado
Federal, es un agrandamiento de las regiones en desmedro de un debilitamiento del propio
Estado Federal.

La característica más sobresaliente que se pueden destacar es que en todas ellas existen
algunas regiones con más autonomías que otras, obtenidas por el disímil desarrollo que cada
una de ellas han tenido a través del tiempo. Caracterizando a la región su autonomía
financiera y patrimonio propio, en donde la normativa fundamental es un “estatuto jurídico”
y no una Constitución, pudiendo darse leyes con la sola limitante de las propias leyes
nacionales y que el ámbito de aplicación solo se reduce a su propia región, pudiendo incluso
por intermedio de su autonomía financiera tener su propio presupuesto, distinto al del
Gobierno central del Estado, por lo que se encuentran facultados para imponer sus propios
tributo dentro ciertamente de su propio territorio.

Finalmente sólo diremos que el estudio de esta forma de Estado está recién comenzando, por
lo que establecer un modelo de estudio es muy anticipado aún, dejando a la historia por
mientras que nos vaya enseñando y caracterizando esta nueva forma de Estado.

Antecedentes.

En la doctrina de derecho político se sostiene que, así como el Estado unitario y el Estado
federal se sustentarían en el concepto de nación, el Estado regional se articularía sobre un
hecho mucho más cercano a la realidad humana, conocido con el nombre de región.

El concepto regional habría estado siempre presente en la conciencia de las estructuras


estatales en Europa, puesto que parte de una realidad social, histórica, cultural y geográfica
que determinan el reconocimiento de una comunidad como tal y que genera la demanda de
autonomía, en la consecución de un gobierno propio, capaz de representar sus intereses.

En el siglo XX, se institucionalizo el Estado Regional en Italia en 1947, como reconocimiento


a una larga historia de autonomías en ciudades y regiones en la península Itálica.

Características.
Las regiones no poseen el carácter de soberanas, como los estados federados, pero disponen
de una importante autonomía política. En otras palabras, se mantiene en cierto modo el
carácter unitario del Estado, concediendo a la vez crecientes grados de autonomía a las
entidades territoriales, más allá de las meramentes administrativas, produciéndose una
descentralización de carácter político.

Tienen un gobierno propio, con capacidad de dirigir y administrar la entidad territorial, de


acuerdo a sus propias políticas. La autonomía política también implica la posibilidad de
disponer de organismos administrativos y legislativos regionales.

Así, para algunos juristas y politólogos el Estado regional se encuentra en medio de los
extremos del Estado unitario y del Estado federal, puesto que la región goza de libertad y
autonomía frente a sus problemas, pero no de soberanía para seccionar al Estado y a la nación.

En la misma medida, la regionalización política o el Estado regional se caracterizan por la


creación de colectividades territoriales dotadas de competencias exclusivas. En otras
palabras, el modelo del Estado regional se sitúa en una posición intermedia en la cual la
estructura del Estado unitario es mantenida, pero las colectividades regionales que lo
componen disponen de una real autonomía normativa, garantizada por la misma
Constitución.

¿Y qué es el Estado regional?

Es en Italia, y por razones obvias, donde la doctrina constitucional ha dedicado una especial
atención a definir la naturaleza jurídica del Estado regional, considerándolo como una
realidad jurídico-política independiente, nueva y superadora de la dicotomía clásica entre
Estado unitario y Estado federal. Entre los muchos autores defensores de esta postura destaca
la figura del constitucionalista siciliano Gaspar Ambrosini, cuya doctrina en torno a la
singularidad del Estado regional ha servido de pauta orientadora fundamental hasta la fecha,
siendo además inspirador del proyecto regionalizador italiano plasmado en la Constitución
de 1947 (Ferrando Badía, 1978).

El Estado regional se define como tipo intermedio entre el unitario y el federal, caracterizado
por la autonomía de las entidades territoriales (llámense regiones, Comunidades Autónomas
u otra cosa); y como una fórmula política intermedia y distinta a las otras dos, frente a las
que presenta claras diferencias.

Respecto del Estado unitario, la diferencia radica principalmente en la naturaleza jurídica de


los poderes atribuidos a los entes territoriales. En el Estado unitario las provincias, o
cualquier otra entidad territorial equivalente, constituyen una circunscripción meramente
administrativa, con potestad administrativa y reglamentaria como máximo. En el Estado
regional, en cambio, la región, no constituye solamente una entidad administrativa, sino
también una entidad política, dotada de potestad legislativa, de naturaleza igual a la del
Estado, además de la potestad ejecutiva, administrativa y reglamentaria.

En los Estados unitarios centralizados existe un solo ordenamiento constitucional, un solo


centro, núcleo y nivel de decisión e impulso político, un solo aparato o complejo estatal y
una sola fuente legislativa. El calificativo de unitario, centralista y monista resulta, pues,
plenamente justificado. La diferencia que existe entre el sistema de las regiones autónomas
y el de las circunscripciones territoriales también descentralizadas del Estado unitario, es tan
amplia y profunda que no permite que a los dos sistemas se les considere, en modo alguno,
como dos subespecies de un mismo tipo de Estado, el unitario-centralista.
Respecto del Estado federal existen claras diferencias, fácilmente identificables desde el
punto de vista formal. Así, una diferencia esencial radica en que los Estados miembros de
aquél gozan, además de autonomía legislativa, de una autonomía constitucional,
consecuencia de un poder constituyente, dando lugar a una pluralidad de ordenamientos
constitucionales originarios (pluralidad de Constituciones), que son, por un lado, el poder
constituyente del Estado federal y, por otro, los poderes constituyentes de los Estados
federados. Los entes territoriales regionales no gozan de tal potestad, por lo que las regiones
no pueden ser consideradas unidades político-territoriales constituyentes; y es por eso por lo
que los Estatutos de autonomía necesitan del concurso de dos voluntades (la estatal y la
autonómica) para poder ser aprobados.

Por otra parte, los Estados miembros reproducen, en su inmensa mayoría, el esquema
organizativo e institucional del Estado federal, desplegando en su totalidad e integridad todas
aquellas funciones propias de un sistema estatal completo (poder ejecutivo, poder legislativo
y poder judicial). En contraste con los poderes legislativo y ejecutivo, el Estado de las
autonomías regionales no ha tenido prácticamente incidencia alguna en la estructura y
funcionamiento del poder judicial, ya que éste sigue básicamente los parámetros propios de
un Estado unitario centralizado. Puede afirmarse, en este sentido, que cuando las
colectividades integrantes logran conservar en el seno de la colectividad global de la que
forman parte la cualidad de Estado, entonces nos hallamos en presencia de la categoría de
Estado miembro, en caso contrario serán entes autónomos o regionales.
Por último, otra diferencia importante entre el Estado federal y el regional la encontramos
en el Senado. Mientras en el Estado federal el Senado es la Cámara de representación
territorial a través de la cual las entidades federadas están representadas, participan y son
asociadas así al gobierno de la Federación, en el Estado regional la Cámara alta no tiene esa
vocación ni esa vinculación genuina y exclusiva con los entes “federados”.

ESTADO AUTONÓMICO9
En España los cuarenta años de franquismo llevaron al extremo la centralización del Estado,
de forma que la recuperación de la democracia necesariamente debía incorporar un cambio
drástico en la estructura territorial del poder. Durante la transición, la autonomía apareció
como exigencia esencial de la democracia.

La decisión de las nuevas Cortes de redactar una Constitución implicaba sin duda la
configuración de alguna forma de descentralización política, pero el nuevo gobierno de
Suárez, surgido de las elecciones, necesitaba encontrar a las mayorías de Cataluña y del País
Vasco, para frenar el movimiento descentralizador que se extendía por toda España. En esas
circunstancias, el presidente Suárez adoptó una iniciativa muy ambiciosa, pactar con el
presidente de la Generalidad en el exilio.

Introducir este elemento republicano y autonomista en la nueva monarquía constituía todo


un desafió, pero con ello se desactivaba la reivindicación autonómica, remitiendo su
configuración definitiva a lo que dispusiera la futura Constitución.

En aquellos momentos, todas las fuerzas políticas coincidían en considerar a las pre-
autonomías una etapa de mera transición, que perdería todo su sentido al aprobarse la

9 Aja, Eliseo, El Estado Autonómico. Federalismo y Hechos Diferenciales. Págs. 13 y ss. Editorial Alianza. Madrid 1999.
Constitución. Una valoración actual de sus efectos nos revela que la formación de las pre-
autonomías tuvo importantes consecuencias sobre la configuración definitiva del Estado
autonómico, aunque formalmente apenas existió conexión entre las pre-autonomías y la
elaboración de la Constitución.

En España, y tal como sucede en todos los Estados federales, la difícil y compleja
distribución de competencias parte de la propia Constitución, aunque inicialmente, y a
diferencia de aquéllos, el texto constitucional no determinaba convenientemente cuales
corresponderían exactamente a las CCAA sino que se limitaba a fijar un mínimo y un
máximo, y remitía a los Estatutos, y al propio proceso autonómico, para definir las
competencias que finalmente corresponderían a las Comunidades.

A ello se añadía la existencia de dos niveles distintos de Comunidades debido principalmente


al volumen de competencias que poseían, uno muy alto y otro inferior. Superado este
desconcierto inicial, a lo que contribuyó decisivamente la jurisprudencia sentada por el
Tribunal Constitucional a través de una intensa y perseverante actuación, hoy día se ha
consolidado un sistema de competencias bastante razonable y “federal”, es decir, muy
similar a los existentes en los federalismos comparados, lo cual no quiere decir que el sistema
esté cerrado y que no sea necesario proceder periódicamente a un reajuste y redistribución
de tareas y funciones.

Partiendo del artículo 149 de la Constitución se pueden distinguir cuatro grandes categorías
de competencias: exclusivas del Estado, exclusivas de las Comunidades Autónomas,
concurrentes y compartidas. Estas dos últimas, y como consecuencia de la implantación del
federalismo cooperativo en detrimento del dual, son las que predominan hoy día en los
sistemas federales, y suponen la intervención del Estado y de los entes territoriales en la
misma materia.

La competencia es concurrente cuando el Estado aprueba una ley básica y las


CCAA aprueban leyes de desarrollo, teniendo además la potestad reglamentaria y de
ejecución; este tipo de competencias abarca ámbitos tan importantes como la educación,
economía, sanidad o medio ambiente. La competencia es compartida cuando la legislación
corresponde al Estado y la ejecución a las Comunidades.
Por lo que respecta a la financiación, la Constitución contiene unos principios y normas
muy generales, postulando un equilibrio entre los principios de unidad, autonomía financiera
y solidaridad, instaurando también la coexistencia de dos sistemas de financiación: el general
o común, que corresponde a la mayoría de las CCAA, y el foral que se aplica a Navarra y al
País Vasco.

Financiación.
Mediante este sistema de financiación, inspirado en cierta manera en los planteamientos y
principios hacendísticos de Richard Musgrave (asignación, estabilidad y redistribución), los
flujos financieros necesarios tanto para hacer efectivas las transferencias recibidas, como
para asegurar la solidaridad interterritorial, proceden casi en su totalidad del nivel central del
Estado. De esta manera, y siguiendo un procedimiento típico de descentralización
económica, no había lugar ni para la autonomía financiera ni para la corresponsabilidad
fiscal de las Comunidades Autónomas, correspondiendo, así, a la Administración central
todo el protagonismo en el ámbito de la financiación.
Este procedimiento general de financiación está vigente en sus líneas principales hasta 1992,
fecha a partir de la cual las relaciones financieras entre el Estado y las CCAA inauguran una
nueva etapa, caracterizada por la coexistencia de mecanismos de descentralización
económica procedentes del modelo anterior con nuevas técnicas que permiten ya un cierto
grado de autonomía financiera a favor de las Comunidades.

Esta incipiente autonomía financiera de las Comunidades va a concretarse, principalmente,


en la cesión de un porcentaje de la cuota líquida del IRPF generada en sus respectivos
territorios, lo que supone introducir un mecanismo de financiación específico ligado a la
particular capacidad de generación de riqueza por parte de cada Comunidad. Esta tendencia
se acentúa en los años posteriores, principalmente a partir de la llegada al poder del Partido
Popular, siendo, además, una de las consecuencias de la firma de los Pactos de
Gobernabilidad.

El 27 de julio de 2001 el Consejo de Política Fiscal y Financiera aprueba un nuevo sistema


de financiación de las CCAA del régimen común, que ha contado con el apoyo unánime de
todas ellas, convirtiéndose así en el instrumento capaz de articular con carácter estable el
desarrollo económico financiero de las Comunidades. El nuevo sistema tiene como objetivos
principales garantizar los principios de suficiencia y estabilidad financiera, así como el de
solidaridad entre las distintas Comunidades; para ello aumenta los recursos disponibles por
las mismas y los recursos propios, mediante la cesión de nuevos tributos, la atribución de
mayores facultades normativas sobre los propios tributos cedidos y la significativa
ampliación de las figuras tributarias compartidas.

Además de todo ello, el nuevo sistema pretende avanzar y consolidar el principio de


corresponsabilidad fiscal, al hacer responsable a las CCAA no sólo de sus gastos, sino
también de la gestión eficaz de sus propios ingresos, lo que por otra parte va a permitir que
los ciudadanos puedan ejercer un control más directo de la actuación de su Administración
autonómica. En el momento actual, y como consecuencia del proceso de reforma estatutaria
emprendido por algunas CCAA, este modelo de financiación vuelve a ser cuestionado,
abriendo de nuevo la cuestión y originando, así, un nuevo debate a nivel estatal.

Por último, y conforme al modelo federal, la Constitución española encomienda al


Tribunal Constitucional la solución de los conflictos y disputas, relacionadas principalmente
con la atribución y el ejercicio de competencias, que indefectiblemente puedan surgir entre
el Estado y las Comunidades, o entre las propias Comunidades Autónomas. El Tribunal
Constitucional decidirá conforme a criterios jurídicos quién tiene la razón y quién no, de
acuerdo con el ordenamiento jurídico-constitucional vigente.

España es, pues, un Estado que a partir de la Constitución de 1978 ha seguido una senda que
le ha ido aproximando gradualmente al modelo federal, tanto desde el punto de vista
institucional como competencial y de funcionamiento. Y hoy, después de años de
experiencia autonómica, puede afirmarse que la forma de organización y funcionamiento
territorial del Estado español es, de hecho, muy similar a la de cualquier otro Estado federal,
y así se reconoce también fuera de las fronteras.
Lo cual no significa que, formalmente, puedan ni deban confundirse. Indudablemente, si se
examinan sin prejuicios los elementos esenciales del Estado autonómico, tal como se han
venido configurando durante estos años de vigencia de la Constitución, se observa una gran
coincidencia con los elementos que la teoría político-constitucional considera propios del
federalismo. Insisto, no se puede afirmar que España constituya exactamente un caso de
Estado federal, ya que pertenece a la categoría de Estado regional autonómico; ahora bien,
sí se puede afirmar categóricamente que el Estado autonómico participa de la idea federal
y contiene rasgos y elementos esenciales de los federalismos actuales.

Esta consideración nos lleva a admitir una evidencia y un dato que no conviene perder de
vista, y que puede ayudarnos a comprender mejor la cuestión que nos ocupa: la existencia
de un continuum, tanto en el orden teórico doctrinal como en el práctico, entre el modelo
federal y el regional o autonómico. Pero todo esto se comprenderá mejor si hacemos una
breve incursión por la idea y la teoría federal.

Consecuencias:

- La clarificación del mapa de las futuras Comunidades autónomas.

- El sistema autonómico se extendió a todo el territorio y no quedo reducido a algunas


regiones.

- Su contribución a un proceso pacífico de descentralización política; porque constituía


garantía evidente de una solución constitucional y ayudaba a difundir una idea que les
resultaba menos apremiante. Además contribuyó a resolver algunos problemas concretos
que dificultaban la formación de las CCAA.

- Las autonomías provisionales marcaron igualmente el sistema institucional que se acabaría


imponiendo. Prefiguraron el sistema de traspasos del Estado a las CCAA mediante
Comisiones Mixtas integradas por representantes de la administración central y de la pre-
autonómica, que se generalizo tras la aprobación de los correspondientes Estatutos.

Toda la Constitución se elaboró por consenso, buscando soluciones que pudieran aceptar
todos los partidos representados en las Cortes constituyentes y evitando que se impusiera la
opción de un partido, o incluso de una coalición, por la fuerza de las mayorías parlamentarias.
El consenso resultó decisivo para encauzar los problemas políticos principales de nuestra
historia, como la alternativa monarquía-república, las relaciones entre la Iglesia y el Estado
o el sistema electoral y las libertades.

El punto más difícil de acuerdo fue la organización territorial del Estado, la autonomía. Dicha
dificultad tenía una doble causa: la gran diferencia en la voluntad de autogobierno existente
en las distintas partes de España y por otra, las divergencias radicales entre los partidos
políticos sobre el modelo de autonomía que convenía implantar. La existencia de partidos
nacionalistas, las diferencias entre los partidos de izquierda, centro y derecha, y las propias
distinciones de estos mismos partidos según las partes del territorio. Los partidos habían
llegado a las elecciones de 1977 con ideas muy genéricas, y a veces muy radicales, sobre el
futuro tipo de Estado. Mientras que los partidos de izquierda y los nacionalistas sostenían
formulas muy rígidas y dogmáticas. Las fuerzas políticas del centro y la derecha,
provenientes del franquismo, pensaban en formulas regionalistas de tipo italiano.

La Constitución fue el órgano decisivo para fijar su estructura y sus líneas generales fue la
Ponencia constitucional, integrada por 7 miembros que representaban a los principales
grupos parlamentarios.

El primer borrador de Constitución diseñaba un sistema general de autonomías de corte


claramente federal, que modifico decisivamente la posición de los oponentes. El proyecto
último de la Ponencia constitucional introdujo mayor flexibilidad en el sistema autonómico,
optando por resolver inmediatamente los problemas más urgentes.

En conclusión, el consenso alcanzado a partir de la diversidad de situaciones políticas sobre


el modelo de Estado, tuvo como principal consecuencia una gran apertura del texto
constitucional, que remite su definición a un conjunto de leyes y decisiones políticas futuras
y, sobre todo, a los Estatutos de Autonomía.

La Constitución se aprobó en diciembre de 1978 y los años siguientes estuvieron marcados


por la difícil tarea de eliminar los restos del franquismo y construir un Estado democrático
en medio de las amenazas continuas del golpismo militar y de los atentados terroristas, que
se alimentaban mutuamente. El proceso de elaboración de los Estatutos se interrumpió
después por los conflictos políticos que surgieron en torno a la autonomía de Galicia y
Andalucía.

Las dudas sobre la vía a seguir y los elementos generales de crisis puestos en relieve por el
intento de golpe de Estado de febrero en 1981. La aprobación de los 17 Estatutos de
Autonomía culminó el mapa de las Comunidades Autónomas, resolviendo los problemas que
se habían planteado sobre la configuración como Comunidad Autónoma; fue un paso
importante para la determinación de Estado ya que todo el territorio quedaba organizado, con
las mismas instituciones pero con dos niveles competencia distintos, siete habían alcanzado
el máximo competencial (País Vasco, Cataluña, Galicia, Andalucía, Navarra, Comunidad
Valenciana y Canarias) y las otras 10 tendrían de momento un nivel inferior.

El gran parecido en la práctica entre el Estado Federal y el Autonómico.

Son muchos los expertos que consideran que existe una gran coincidencia entre el modelo
federal y el actual Estado autonómico tal como lo venimos practicando, esto es, tal como de
facto viene funcionando.

Gregorio Peces-Barba (1998), por ejemplo, opina que el Estado de las Autonomías es un
Estado funcionalmente federal, por lo que incluso considera que es un sinsentido lingüístico
sostener que el Estado autonómico deba convertirse en un Estado federal. Gumersindo
Trujillo (1999: 290), a su vez, insiste en resaltar “la insoslayable coloración federal del
Estado autonómico”, un Estado que ha ido poco a poco configurándose como un modelo
avanzado de descentralización política, “de muy difícil deslinde con las formas federales
contemporáneas”.

En el apartado anterior, y después de analizar las diferencias formales existentes entre el


Estado regional y el federal, ya quedaron patentes algunos de los elementos y rasgos
característicos del Estado federal. Vamos ahora a precisar un poco más esta realidad federal
para, así, poder comprobar en qué medida el Estado autonómico comparte, de hecho, dicha
realidad.

¿Cuándo, realmente, un Estado es federal?

La doctrina federalista actual entiende que no existe un criterio único para calificar a un
Estado de federal, ni existe tampoco un concepto de Estado federal capaz de dar cuenta de
toda la variedad de formas actuales existentes. El modelo de Estado federal sólo se puede
definir de manera aproximativa, y sobre la base de los elementos estructurales comunes a
todos los países donde está vigente dicho modelo. En este sentido, la mayoría de los expertos
sostienen que este tipo de Estado ha de reunir básicamente un mínimo de elementos que bien
se podrían concretar en los siguientes, algunos de los cuales ya fueron analizados en el
epígrafe anterior dedicado a diferenciar las distintas formas de Estado existentes:

- El reconocimiento constitucional de la estructura federal, que es por definición


plural, compuesta y multinivel.

- La distribución de competencias entre la Federación y los Estados miembros,


garantizada constitucionalmente, incluyendo el reconocimiento de competencias no sólo
administrativas sino también legislativas y de dirección política a favor de las entidades
federadas.

- La resolución de los conflictos mediante una instancia judicial superior y


neutral, generalmente un Tribunal Constitucional.

- La existencia de unas instituciones representativas en los Estados federados que


actúan políticamente sin dependencia de la Federación.

- Un modelo de financiación objetiva, suficiente y garantizada, para hacer posible


una distribución de recursos financieros acorde con el reparto de las funciones y tareas
asumidas.

- Un sistema articulado de relaciones intergubernamentales.

- Garantía de que las bases del sistema no pueden ser alteradas por ley ordinaria.

- Participación y representación de los entes políticos territoriales en una Segunda Cámara


del Parlamento federal, a través de la cual son asociados a la gobernanza de la
comunidad política global.

Ha de tenerse en cuenta, en este mismo orden de cosas, las grandes transformaciones que
ha experimentado el federalismo actual respecto al pasado, pasándose del llamado
federalismo dual al cooperativo o de “relaciones intergubernamentales”, por exigencias
principalmente de la democracia y del Estado de bienestar. Este proceso de transformación
viene marcado por hechos tan relevantes como la
reforma constitucional alemana de 1969, siendo su principal resultado la introducción del
federalismo cooperativo (kooperative föderalismus), así como la publicación del libro de
Michael Reagan y John Sanzone titulado significativamente The New Federalism (1981),
donde se proclama la muerte del viejo federalismo y se da la bienvenida al nuevo estilo o
paradigma cuya denominación sería precisamente la de intergovernmental relations.

Este nuevo federalismo pone de relieve la efectiva interdependencia y reparto de funciones


entre los distintos niveles de gobierno, así como la influencia que cada instancia es capaz de
ejercer sobre la otra. Por otra parte, y más que poner el acento en las competencias exclusivas
de uno u otro nivel, ahora la atención se centra más en las competencias compartidas y
concurrentes, animando a la intervención conjunta en las mismas materias y dando así lugar
a la creación de órganos mixtos, a la práctica de la colaboración, al diálogo permanente y a
la concertación.

Ya no se puede gobernar de manera separada, por compartimentos, y es necesario que todas


las instancias y niveles de poder se relacionen, impliquen y colaboren entre sí. Según el
enfoque intergubernamental “gobernar” es convertir los recursos disponibles en actuaciones
con resultados, y a través de programas públicos capaces, precisamente, de integrar
numerosos actores, y de diferentes niveles. Un importante contingente de actividades e
interacciones tienen lugar entre unidades de gobierno de todo tipo y nivel territorial, y donde
los diferentes actores se ven compelidos a actuar conjuntamente, en un entorno de
interacción, a fin de que el sistema funcione, más allá del reparto de poder
existente formalmente en un Estado.

Los elementos federales del Estado autonómico.

Una vez expuestos los elementos esenciales del federalismo actual se trata ahora de
comprobar hasta qué punto el Estado autonómico comparte dichos elementos y caracteres,
fijándonos para ello en cuestiones tales como la garantía constitucional del autogobierno
territorial, la distribución de competencias, la financiación y la resolución de los conflictos,
etc.

Respecto del primer punto parece claro que, de la misma manera que los Estados
federados tienen garantizada constitucionalmente su autonomía, en España el
reconocimiento constitucional de la autonomía está explícitamente recogido en el artículo 2
de la Constitución, donde se establece y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones que integran la nación española.

En relación a los Estatutos de autonomía se puede afirmar que, efectivamente, y en cuanto


normas fundantes de los ordenamientos territoriales (J. J. Solozábal, 2004), equivalen a las
Constituciones de los Estados federados y cumplen funciones muy similares, al
considerarlos nuestro ordenamiento constitucional “norma institucional básica de cada
Comunidad Autónoma”.
Los constitucionalistas los definen como leyes orgánicas especiales, es decir, leyes
constitucionales de segundo grado o, sin más, leyes constitucionales derivadas (F. Rubio
Llorente, 1993). La existencia de dos niveles de instancias políticas e institucionales en el
Estado autonómico, al igual que en el federal, no ofrece ninguna duda. Hay una
doble instancia parlamentaria (las Cortes Generales y los Parlamentos autonómicos) y un
doble nivel de gobierno (Presidente y Gobierno central, Presidentes y Gobiernos
autonómicos). Falta, eso sí, algo característico a los Estados federales clásicos, como es un
poder judicial propio de cada Estado miembro, pero tal como demuestra el caso belga la
carencia de este elemento ya no constituye una condición indispensable del Estado federal;
lo que pone una vez más de manifiesto que las vías y expresiones prácticas del federalismo
son, no conviene olvidar, múltiples y variadas.

Estado unitario-centralista, regional y federal

Es oportuno señalar al pie de esta precisión relativa a las diferencias existentes entre las tres
formas de Estado (unitario-centralista, regional y federal) que los criterios que la informan
siempre tienen algo de arbitrario, y que los sistemas jurídicos puros difícilmente se
encuentran realizados en toda su integridad en los derechos positivos vigentes de cada una
de las formas de Estado analizadas. Estas casi siempre suelen presentar una serie de
particularidades y matices que en muchos casos no responden a todos los requisitos del tipo
en que viene encasillado cada grupo de Estados afines.
Pero ello no debiera desautorizar, sin embargo, esta clasificación, la cual está construida en
base a la verificación empírica, es decir, a la observación de unos datos que la misma realidad
proporciona, y que en modo alguno deben ser ignorados o confundidos. Sin duda, las
recientes y numerosas experiencias de descentralización política regional han contribuido
decisivamente a cuestionar la tradicional clasificación entre Estado unitario y Estado federal.
Creemos que la importancia de la cuestión no reside sólo en la discusión terminológica sino
también en la constatación de que nuevas formas estatales están surgiendo, y ello nos invita
a discernir su especificidad.

En este caso, hemos de preguntarnos qué ocurre cuando la estructura y el funcionamiento de


un Estado han dejado de ser unitaria-centralista pero no llega a alcanzar la categoría, el nivel
y la forma federal. La reflexión hecha por el profesor Ramón Martín Mateo hace unos años
(1986: 54) puede contribuir a clarificar notablemente esta cuestión: “Tradicionalmente sólo
existían dos grandes familias de Estado: unitarios y federales. La aparición del Estado
regional, como tertium genus es relativamente reciente, e incluso su legitimación ha sido
controvertida, no faltando sectores importantes de la doctrina que ven aquí una simple
subespecie del Estado unitario. Pero realmente creemos que esta categoría responde a una
realidad político-territorial singular, a saber, la presencia de una descentralización
acentuada que asigna poderes importantes a unas determinadas comunidades intermedias:
las regiones”.
II.- ANÁLISIS SUSTANCIAL DEL ESTADO

ESTADO DE DERECHO

INTRODUCCIÓN

La expresión Estado de Derecho, aunque algunos prefieren hablar de Imperio del Derecho,
que sería la traducción menos mala de Rule of Law, equivalente a regla, gobernación, es un
procedimiento inventado por el constitucionalismo, para que el derecho frene al poder,
primariamente al ejecutivo, no tanto al legislativo y judicial.

La expresión es europeo continental y relativamente tardía, también se suele usar la expresión


alemana Rechtsstaat, dado que los alemanes suelen tomar al Estado como dato y marco
conceptual de referencia primario e indiscutible. Por lo que dicha denominación puede
confundir un poco, dado que alude al Estado como concepto central y sugiere que todos sus
órganos, esto es, ejecutivo, legislativo, judicial y administrativo operan dentro de unos
ámbitos definidos por normas legales emanadas por el mismo Estado.

Pero la verdad, el Imperio del derecho nació contra el Estado, o al menos contra algunos de
sus rasgos, como la soberanía y la potestad legislativa ilimitada. Se trata de un mecanismo
constitucional destinado a impedir que el príncipe sea legibus solutus o absoluto, con lo que
esto acarrea la eliminación de la arbitrariedad y garantía para los ciudadanos. Nace con la
Constitución en el siglo XVII a causa de que el Estado pretende un poder tan absoluto como
nunca se había conocido antes.

Estado de derecho es la institucionalización jurídico-política de la democracia. Se trata de


convertir en legalidad el sistema de valores que caracteriza la libertad democrática.
(Legitimación: apoyo fáctico social)

Este estado de derecho encuentra su raíz en la filosofía de la ilustración, implica la cultura de


la ilustración, la razón y la libertad ilustrada, deriva así primero del ius naturalismo
racionalista y después del racionalismo crítico. La razón critica ilustrada implica que todos
has de saber, comprender y deliberar, para poder salir así de la auto culpable minoría de
edad.
Coherencia interna en el contexto de la razón critica entre la ética, la política y el
ordenamiento jurídico:

- la ética, (democracia como moral), basada en la libertad, autonomía y realización personal

- la política (democracia política), exigencias políticas de carácter democrático y


participativo. Trata de alcanzar legitimidad como efectiva participación en las decisiones y
los resultados, en términos de satisfacción de necesidades y reconocimiento de derechos y
libertades.

- Ordenamiento jurídico (institucionalización jurídica de la democracia) para la protección


de libertades y derechos fundamentales. Correlación entre democracia moral, política y
democracia como institucionalización jurídica de las anteriores.

El proceso democrático es el que más se identifica con el proceso de decisión ética


(autonomía moral). El Estado de Derecho lo que hace es legalizar con la fuerza coactiva los
valores éticos de la libertad e igualdad identificados en el valor justicia y políticos como la
doble participación. El sistema democrático es, también por eso, el más ético, el más justo.

La autonomía moral individual y la participación política, se concretan así en el Estado de


Derecho, en la exigencia de auto legislación (ley como voluntad soberana) y a su vez,
cumpliendo la autorrealización personal y de la participación.

La razón de ser del Estado de Derecho, es la protección y efectiva realización de los derechos
fundamentales, a través de la participación de todos en la toma de decisiones, es decir, a
través del imperio de la ley, como expresión de la voluntad soberana.

CARACTERES Y FORMACIÓN HISTÓRICA DEL ESTADO DE DERECHO

Los derechos humanos constituyen la razón de ser del Estado de Derecho. Este se ha ido
construyendo como propuestas coherentes para la garantía, protección y efectiva realización
de exigencias sociales y morales calificadas como derechos fundamentales. Estos y la
institucionalización es lo que viene a definir al estado de derecho, y lo que lo legitima y
justifica.
“No todo estado es estado de derecho”. Todo estado crea derecho, produce normas jurídicas,
las utiliza, las aplica y se sirve de ellas para hacer funcionar el grupo social. Para resolver
conflictos. Es casi imposible imaginar un estado sin derecho, leyes, jueces, sin un sistema de
legalidad. El derecho es hoy derecho estatal y supraestatal., aunque también autoformación
social y trabajo de los operadores jurídicos.

Un Estado con Derecho (casi todos) no es un Estado de Derecho (solo algunos), pues este
implica sometimiento del Estado al derecho, auto sometimiento a su propio derecho,
regulación y control equilibrado de los poderes. El Estado de Derecho así concebido, es un
tipo específico de Estado, un modelo organizativo nuclear y potencialmente democrático que
ha surgido en las condiciones históricas de la modernidad (ilustración), como respuesta a
demandas, intereses y exigencias de carácter socioeconómico, ético y cultural. Las instancias
lácticas orientadas desde la filosofía, ideologías y concepciones del mundo (praxis y teoría),
en definitiva hechos y valores estos detrás de los mecanismos y aspiraciones que han
configurado a aquel.

El Estado de Derecho tanto en su plasmación positiva (descriptiva) como en su formulación


ética (prescriptiva), responde desde esa consideración histórica a concretas exigencias de
certeza y aseguramiento de propiedades, así como protección de otras libertades y garantías
de derecho de diversa especie.

Situados en esas coordenadas liberales, se hace preciso evitar a toda costa su determinación
e inmovilista reducción conservadora, que concluyera que esta clase de Estado no es y no
puede ser sino un estado de clase. Tampoco habría que desconocer esas históricas y reales
dependencias desigualdad respecto de sectores sociales- referencia a la burguesía como clase
ascendente es inevitable-. La mejor dialéctica histórica, intransigente con esas desigualdades
y la propia lógica interna de la libertad y de la razón ilustrada en su fundamentación de los
DD.HH han operado hacia consecuentes propuestas de universalización, es decir, hacia la
efectiva realización de esas exigencias básicas para la teoría de la justicia.

Un Estado de Derecho es, un construcción, un resultado histórico, hecha por gentes e


individuos, sectores sociales que buscaban seguridad para sus personas, sus bienes y
propiedades, y que a su vez, exigen garantías y protección para otras manifestaciones de su
libertad, esto en forma de intervención positiva, como la toma de decisiones, como la
negativa, que es la no interferencia. Se trata de lograr una mayor participación de los
individuos y una mayor responsabilidad de los poderes, velando por la libertad de todos.

Los estados modernos frente a los privilegiados fraccionamientos medievales y feudales,


reclaman y logran asumir para sí la única soberanía (Maquiavelo) y es en este marco, donde
van a manifestarse con fuerza y con diferentes prioridades dichas demandas y su
reaseguramiento (Hobbs), reconocidas e institucionalizadas a través de una regulación
jurídica y de un control efectivo de los poderes públicos.

La revolución francesa, y la declaración de los derechos del hombre del ciudadano, influyen
en la declaración de derechos de USA e Inglaterra en el trasfondo, habrá de estar siempre la
filosofía de la ilustración y del mejor racionalismo e idealismo alemán (Kant).

Estado de Derecho (hechos y valores, legalidad y legitimidad, formando parte de él) como la
institucionalización jurídico-política de la democracia, pero ni democracia ni Estado de
Derecho tienen el mismo significado en sus inicios; la democracia, como tantas otras cosas,
es un proceso histórico mensurable desde la razón y la libertad (incluyendo sus defectos
primitivos, la participación censitaria, como los progresos). Cabe hablar con carácter general
de todo estado de derecho como institucionalización jurídica de la democracia, y a su vez,
respondiendo a las exigencias éticas y políticas del mundo actual.

El Estado de Derecho es pues, el imperio de la ley, pero no cualquier imperio de la ley, los
dictadores suelen encontrar facilidades sirviéndose siempre del miedo, del terror y la falta de
libertad para convertir en leyes sus decisiones y voluntades, es decir, para legislar sus
arbitrariedades. Eso también es derecho (ilegitimo e injusto), también es testado (dictatorial,
totalitario), pero no es estado de derecho. Lo que en definitiva diferencia de manera más
radical y sustancia al estado de derecho, es su concepción del imperio de la ley como
expresión de la voluntad popular”, creada desde la libre participación y representación hoy
de todos los ciudadanos, si la ley, el ordenamiento jurídico no posee ese origen democrático,
podrá haber después imperio de la ley, pero nunca estado de derecho. Cuanto mayor y mejor
en cantidad sea dicha participación, mayor legitimación y mejor legitimidad tendrá esa
democracia y ese estado de derecho profunda conexión entre democracia deliberativa y
democracia participativa.

Tal concepto de imperio de la ley se comprende y se fundamenta en y desde valores y


exigencias éticas que constituyen el núcleo de su misma coherencia interna y también de su
justa legitimidad. Su raíz esta precisamente en el valor de la libertad personal, de la
autonomía moral y de las coherentes implicaciones y exigencias que la hacen más real y
universal. El estado de Derecho es imperio de la ley producida en las instituciones
democráticas (parlamento), pero, en coherencia con esos mismos valores de ningún modo es
indiferente a sus contenidos. La democracia y el estado de derecho no son solo cuestión
procedimental: su fundamento ético, también su validez y efectividad radican en ese valor de
la libertad; el ser humanos como fin en sí mismo, radica el origen y fundamento tanto del
imperio de la ley como la afirmación de los derechos fundamentales.

Si el Estado de Derecho es imperio de la ley, habrá de ser por encima de todo imperio de la
ley fundamental, imperio de la Constitución. Todo Estado de Derecho es Estado
Constitucional de Derecho. El poder legislativo es y debe ser un poder, a su vez subordinado
a la Constitución: para controlar existe el Tribunal constitucional. A través ella, aquel está
subordinado al poder constituyente –supremo poder soberano- que es el que, siguiendo los
procedimientos por él establecidos, puede asimismo revisar y reformar la propia constitución.

En el pasado se ha tendido a considerar de modo reductivo a la Constitución, con un carácter


casi meramente programático, es decir, no prescriptivo, no directa ni propiamente normativo.
El entendimiento actual de la Constitución como norma jurídica, me parece un conquista a
todas luces muy positiva y por completo coherente con el mejor Estado de Derecho.

Todo esto viene aquí y ahora a cuento por la extrema contraposición doctrinal que de modo
esencialista quiere establecerse entre un casi perverso estado legislativo de derecho y un casi
perfecto estado constitucional de derecho. Con frecuencia se tiende a degradar, casi
demonizar, al primero como producto espurio de los políticos y de las vulgares mayorías
mientras que se deifica y ensalza al segundo como resultado excelso de la obra hermenéutica
de sabios juristas y expertos minoritarios.
La Constitución no debe ser aprioristamente utilizada de ese modo contra la legislación: en
definitiva la procedencia, la génesis de una y otra no es tan radicalmente diferente u opuesta,
sin que con ellos se niegue para nada la superior calidad de la cantidad procedimental acogida
en la Constitución. Todo estado de Derecho es estado Constitucional, legislativo y hasta
judicial de derecho, y en él, desde luego, la Constitución es la norma fundamental. Resulta
imprescindible en este contexto la crítica y autocrítica para la siempre abierta revisión y
transformación de tal derecho positivo, así como para la reforma y autentificación de las
instituciones jurídico-políticas de la democracia participativa y representativa (parlamento,
partidos políticos, etc) y por lo tanto, del mismo estado de derecho.

La invocación al Estado constitucional de derecho de ningún modo puede servir como


pretexto para cuentear, desdeñar al estado legislativo de derecho, relegando así también al
parlamento, ni puede valer como disfraz ideológico para un reductivo estado judicial de
derecho, poco acorde con la legalidad y la democrática legitimidad.

Pero el Estado de Derecho no es solo cosa de juristas, única y exclusivamente una cuestión
jurídica. El derecho y el Estado no son sino medios oportunos para un fin más esencial: no
se hizo el hombre para ellos, sino ellos para el hombre. Y a quienes en rigor más importa que
aquel exista, funcione y sea real y formalmente respetado no es tanto a los gobernantes, sino
a los ciudadanos, a sus derechos, libertades y necesidades. Pero para que ello sea así, es
necesario que tales demandas, exigencias éticas y sociales se encuentren efectivamente
reconocidas y garantizadas por el estado de derecho, es decir, por unas normas jurídicas,
constitución, leyes que de verdad incorporen contenidos concordes con la protección y
realización de tales derechos fundamentales. Estos, los derechos fundamentales, constituyen
a razón de ser del estado de derecho, su finalidad más radical, el objetivo y criterio que da
sentido a los mecanismos jurídicos y políticos que componen aquel. El estado de derecho, en
esa su empírica y también racional vinculación e interrelación con la democracia, lo que hace
es convertir en sistema de legalidad tal criterio de legitimidad.

ESTADO DE DERECHO

Se entiende por Estado de Derecho aquel donde sus autoridades se rigen y están sometidas a
un derecho vigente (Estado de Derecho formal). Sin embargo, no basta que exista un derecho
vigente por el cual se rija la autoridad para estar en presencia de un real Estado de Derecho,
puesto que ese ordenamiento jurídico debe reunir ciertos requisitos (Estado de Derecho
material o real).

REQUISITOS

- Deben establecerse diversos órganos de poder dentro del Estado, entregándose a cada uno
de ellos el cumplimiento de una de las funciones de gobierno: constituyente, ejecutiva,
legislativa, judicial, de control, investigativa.

- Esos órganos o poderes deben actuar de manera independiente entre sí.

- Deben estar determinadas la manera como se nombra o designa a los titulares de dichos
órganos y los procedimientos y requisitos que indican la manera como dan término a sus
tareas.

- El poder debe estar institucionalizado, vale decir, debe estar radicado en las instituciones
jurídico-políticas y no en las personas o autoridades, las cuales son sólo agentes que
transitoriamente ejercen el poder político mientras están investidas en un cargo de autoridad
y mientras dure su respectivo período.

- Tal vez el más importante requisito es que tanto las normas jurídicas del respectivo Estado,
como las actuaciones de sus autoridades al aplicar esas normas, consagren, respeten y
promuevan los derechos fundamentales de las personas y de los cuerpos intermedios que
libremente han conformado y que constituyen la trama de la sociedad.

Desde otra perspectiva se señala que para que exista un Estado de Derecho debe darse una
cierta finalidad en el Estado, deben regir ciertos principios y estar establecidas ciertas técnicas
jurídicas.
FINALIDAD
En cuanto a la finalidad, esta debe ser "personalista" en el sentido que las autoridades y
normas del Estado deben apuntar a la persona humana, su dignidad y al reconocimiento de
sus derechos fundamentales.
PRINCIPIOS
En cuanto a los principios estos son fundamentalmente dos:
a) Un principio político, que es la soberanía radicada en el pueblo, fuente de legitimidad para
toda autoridad estatal y en que por lo tanto ningún sector del pueblo o individuo alguno puede
atribuirse su ejercicio.
b) Un principio jurídico, que es el del imperio de la ley, en el sentido de que se debe conducir
a la comunidad de acuerdo a normas jurídicas preestablecidas por ella misma y someterse
igualmente a ellas.
TÉCNICAS JURÍDICAS
Las técnicas jurídicas son varias, así tenemos, supremacía constitucional, división orgánica y
funcional de poderes, independencia del poder judicial, legalidad administrativa, control de
la actividad de los órganos estatales, institucionalización de la oposición, designación por
medio de elecciones.
A) SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN

Implica que la Ley Fundamental debe imponerse por igual frente a todas las normas jurídicas,
primando sobre ellas, como por sobre todas las autoridades del Estado, las cuales deben actuar
conforme a sus preceptos.
B) DIVISIÓN ORGÁNICA Y FUNCIONAL ENTRE LOS PODERES CONSTITUIDOS

En el sentido de que debe consagrarse la existencia de Poderes del Estado distintos y cada
uno de ellos debe ejercer una función de gobierno por separado.
C) INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL

Para los efectos de cumplir su cometido básico de ejercer jurisdicción, resolviendo de manera
pacífica y justa los conflictos de intereses entre los ciudadanos y defendiendo los derechos de
las personas frente a los posibles atropellos de ellos por parte de autoridades del Estado o
particulares.
D) LEGALIDAD ADMINISTRATIVA

Todas las autoridades que forman la administración del Estado debe someter su acción a la
Constitución y a las leyes vigentes, pudiendo hacer sólo aquello para lo cual están
expresamente autorizadas.
E) CONTROL DE LA ACTIVIDAD DE LOS ÓRGANOS ESTATALES

Deben existir órganos de control autónomos que fiscalizan el desempeño de las labores de
los demás órganos o poderes del Estado.
F) INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA OPOSICIÓN

Se la debe reconocer en su existencia y se le deben garantizar mecanismos para que pueda


tener representación política y expresar sus críticas, así como dar a conocer sus propuestas
alternativas.
G) DESIGNACIÓN POR MEDIO DE ELECCIÓN

Las elecciones de los integrantes de los diversos órganos del Estado deben ser competitivas,
pacífica y regulada, también puede emplearse algún otro mecanismo aprobado por el pueblo.
TIPOS DE ESTADO DE DERECHO

ESTADO LIBERAL – SOCIAL – DEMOCRÁTICO - CONSTITUCIONAL

Habría ahora que subrayar con atención que tanto la necesaria búsqueda de una mayor
legitimación, adhesión y participación, como también la indagación por una más justa y ética
legitimidad implican de manera muy decisiva no inmovilizar con caracteres esencialistas el
significado de esos elementos. Implican no aislar de la historia y de la realidad social esas
demandas políticas y exigencias éticas que se concretan en los que llamamos derechos
humanos fundamentales.

Con este planteamiento se trata de concretar y de avanzar en esa doble participación que es
la mejor definición de la democracia y que, como proceso siempre abierto, acompaña
asimismo a su institucionalización en el estado de derecho. Concepto de democracia como
participación (libre y de todos) entendida como doble participación:

1.- participación en las decisiones jurídico-políticas

2.- participación en los resultados medidos tanto en consecuencias más directamente


económicas, como en reconocimiento de derechos y libertades de muy diferente índole.
Así se ha producido en la historia entre democracia participativa y estado de derecho,
resumirse en cuatro las zonas preferentes a tomar en consideración –estado, sociedad,
economía, derecho- respecto de cada uno de esos paradigmas – liberal, social, democrático.

ESTADO LIBERAL DE DERECHO

Paradigma inicial del proceso con todo lo que puede alegarse en su contra y en su favor. No
se ocultaran sus diferencias, al contrario, se resaltaran, pero sin olvidar su aporte como Estado
de Derecho.

Respecto del estado

Prevalencia de posiciones liberales pero muy celosas, directamente contrarias al sufragio


universal para constituir las instituciones y los poderes de aquel. Tal Estado es un estado
abstencionista, al menos en el mundo del trabajo y de la economía, aunque siempre con
intervencionismo en pro de la propiedad. Tampoco sería para nada abstencionista en
cuestiones de orden público y militar, con represión de huelgas y protestas.

Donde puede hablarse de tal Estado abstencionista es en su despreocupación por los derechos
sociales, económicos y culturales vinculados a las necesidades básicas de salud, enseñanza,
vivienda, trabajo, etc.

Sociedad individualista

Así como sociedad de carácter fuertemente elitista, de muy baja participación también en el
ámbito no institucional y no gubernamental, con muy reducida y difícil movilidad: en ese
marco se acentúa el ascenso y consolidación del poder de la burguesía de sus derechos y
libertades.

Sacralización de la propiedad individual

“siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado”, aquella va a ser positivada después


sin límites en el Código Civil de Napoleón. Constituye aquella la base del modo de
producción que va a pasar a identificarse como capitalismo. Economía competitiva, de libre
mercado, economía de bajos salarios, subconsumo, mera subsistencia y pobreza para
numerosos grupos de población. Fuerte acumulación privada de capital, control y decisión
muy minoritaria sobre las plusvalías, los excedentes y sobre las inversiones.

Declaración y protección jurídica de libertades y de ciertos derechos

Fundamentalmente civiles y políticos, garantías de seguridad penal y procesal. Precisamente


las exigencias y presiones sociales para el cumplimiento efectivo del Estado de Derecho y
las potencialidades de realización igualitaria de tales derechos iban a coadyuvar después muy
coherentemente a la progresiva superación de tal clasista reduccionismo. Pero mientras tanto,
es evidente tal reconocimiento de derechos humanos fundamentales era de hecho, profunda
e injustamente desigual e insuficiente, excluyéndose a muy amplios sectores sociales.

Eran necesarios grandes cambios en todos estos condicionantes y en el propio Estado Liberal
a fin de que el Estado de Derecho y la incipiente democracia pudieran asumir eficazmente
tales demandas de los menos favorecidos y avanza así hacia un mayor generalización de esas
exigencias, con la consecuente ampliación de ellas al campo también de los derechos
económicos, sociales, culturales. Subrayo la profunda conexión metodológica y teórica entre
derechos humanos y estado de derecho. Si las exigencias éticas y los derechos humanos no
son estáticos, tampoco lo será el estado, ni el estado de derecho, quien tiene que protegerlos
eficazmente.

ESTADO SOCIAL DE DERECHO

Aparece como alternativa dual y gradual ante las graves crisis y las insostenibles carencias e
insuficiencias del modelo liberal. Colaboraran en la construcción de aquel tanto algunos
sectores más abiertos e inteligentes defensores de dicho orden económico, como otros
partidos socialdemócratas y movimientos sindicales.

El Estado

Va hacerse así decididamente intervencionista con objeto de poder atender y llevar a la


práctica esas demandas sociales de mayor participación y mayores otras y zonas de seguridad
real: sufragio universal, amplio pacto social con compromiso por el estado para políticas de
bienestar eran los principales componentes de ese indudable fortalecimiento de la
legitimación y de la doble participación democrática.
La expansiva acción social de este Estado intervencionista va a suponer un protagonismo y
una lógica preeminencia para las tareas y las funciones de la administración, del poder
ejecutivo, sin negar ni prescindir del parlamento (sin negar el estado de derecho) se convierte
de hecho y en no corta medida en poder legislador. Desde las estrictas exigencias del Estado
de Derecho, del principio de legalidad y del control y responsabilidad de la administración,
se suscitan dudas ante el riesgo de que tales disposiciones jurídicas y acciones políticas y
sociales puedan debilitar y llegar a romper el sistema parlamentario y constitucional. Heller
dice “el Estado de Derecho, resuelto a sujetar a su imperio la economía “. Ineludible
necesidad de que las instituciones y los poderes públicos actúen en esa doble coordinada
dimensión: tanto en los horizontes del estado social, como en las exigencias internas del
estado de derecho (participación en las decisiones para el imperio de la ley).

Sociedad de masas

Sociedad industrial, tecnológica y de servicios, desbordante sociedad de consumo. Se


constata en nuestros días una insistencia en la reducción y /o degradación del estado de
bienestar y de la sociedad de bienestar. El resultado se ha criticado, puede acabar siendo un
estado fuerte con los débiles y débil con los fuertes. No todo el mundo tiene, en efecto, el
mismo peso, la misma fuerza, el mismo poder, en la mesa de negociación y prácticamente
ninguno poseen los no corporativizados. De la vieja desigualdad individualista liberal se
podría así estar pasando a una desigualdad grupal o corporativa. Es verdad, no obstante que
sin pactos también hay riesgos de que se impongan tales fuertes poderes.

La economía

Paradigma político expresado en el Estado Social, no pretendía romper sin más con el
denominado modo capitalista de producción, aunque tampoco renunciaba a reformas
progresivas que transformasen realmente el sistema. La lógica de tal actitud implica entender,
desde luego, que capitales, o y socialismo no son esencias cerradas y absolutas, aisladas e
incomunicadas entre sí. Para nada esto significa que se trate de meros procesos naturales o
evoluciones espontaneas o que no existan diferencias importantes, en el estado social la
incorporación de las demandas de mayor igualdad, derechos y libertades para los
tradicionalmente menos favorecidos se pretendía hacer aceptando y trabajando dentro de los
esquemas definitorios de tal modo de producción, introduciendo sustanciales reformas,
correcciones, regulaciones y redistribuciones. No faltaron tampoco lecturas que, desde una
cierta izquierda radical, negaban la posibilidad e, incluso, utilidad de tales propuestas,
haciendo resaltar casi exclusivamente los aspectos ideológicos de esa pretendida integración
social.

Entre aquellas medidas correctoras introducidas por el Estado Social la más relevante fue la
creación y potenciación de un sector público estatal operante en el campo de la producción,
así como la de una más decidida acción de los poderes políticos para avanzar en esos
objetivos de mejor redistribución. El estado interviene de este modo en la economía,
contribuyendo a regular el volumen de inversiones a través de políticas que exigen aumento
del gasto público e ingresos fiscales para generar empleo, consumo, ahorro y otra vez
inversión. El sector publico aparecería, pues, como funcional, incluso como el más apropiado
y dinámico para dicho modo de producción (keynes). Uno de los problemas es ¿Cómo
extender hoy lo mejor del estado social a lo que antes llamábamos tercer mundo?

Lo que no puede de ningún modo olvidarse desde la necesaria coherencia democrática es


que, como base imprescindible, en el Estado Social se buscaba hacer también más reales e
iguales para todos esas libertades y esos derechos civiles y políticos proclamados y
convertidos en ficción por los regímenes liberales, se reclamaba implantar y hacer efectivos
con carácter de universal los derechos sociales, económicos y culturales derivados de las
necesidades básicas de la salud, la enseñanza, la vivienda, un régimen de prestaciones de
seguridad y sistema público de pensiones, a fin de dar un muy diferente sentido y una mejor
esperanza de vida real a millones de seres humanos. Estas eran desde la perspectiva de la
izquierda las principales metas a que se debía aspirar y que darían mayor y mejor legitimidad
y legitimación al estado social. También seria estado de derecho, desde luego, el modelo
liberal o neoliberal, pero difícilmente encontraría hoy legitimación fáctica, ni así validez,
menos aún legitimidad racional, un estado de derecho que no acogiera el núcleo esencial de
tales derechos sociales.

Tal sistema y el pacto social partido-sindicatos que estaba en su base, funciono con amplia
vigencia y efectividad operativa. Durante buenos decenios en algunos de los países más
desarrollados, luego de la segunda guerra mundial hasta los años setenta aprovechando bien
el ciclo expansivo de las economías occidentales en ese periodo. Pero por un lado, las
repercusiones de los complejos procesos de descolonización de mayor alcance en la política
que en la economías por otro, los límites de la financiación de tales políticas sociales en el
marco del sistema capitalista llevaron a la situaron que se ha denominado, por decirlo de
“crisis fiscal del estado”, resumen de los actuales problemas del estado de bienestar y del
estado social de derecho. Ni la economía tiene posibilidades en ese marco, para pretender
financiar esas expansivas políticas sociales ni el estado puede, por tanto, comprometerse con
garantías jurídicas, como estado de derecho, a proteger tales exigencias, demandas y derechos
fundamentales (crisis de gobernabilidad).

ESTADO DEMOCRÁTICO DE DERECHO

Paso necesario desde un tipo de Estado que en el pasado resulto a veces involucrado en
exceso en una inabarcable e indiscriminado intervencionismo cuantitativo hacia un Estado
de intervención mucho más cualitativa y selectiva con importantes revisiones y correcciones
dentro de él.

Hay valores, bienes, derechos que, desde luego, no pueden ni deben quedar a entera
disposición del mercado. Importancia pues, del Estado, de las instituciones jurídico-políticas,
frente a las evasivas liberales, por la derecha, pero también frente a los voluntarismos
libertarios, por la izquierda, aunque recuperando de estos el énfasis en la sociedad civil. No
pude haber, por un lado una sociedad de bienestar, ni por otro, una real emancipación en una
nueva sociedad sin un estado que trabaje con fuerza en tal dirección. Pero también es verdad
que el estado es hoy demasiado péquenlo para las cosas grandes (UE, ONU) y demasiado
grande para cosas pequeñas (comunidades, administración local). Ese criterio cualitativo y
selectivo es, fundamental en más de un sentido para el buen funcionamiento en nuestro
tiempo del estado democrático de derecho.

No se trata de que el Estado haga únicamente aquello que los demás no pueden ni les interesa
hacer. No, pues, cómoda autocomplacencia en una ética de la irresponsabilidad individual
esperándolo todo del denostado papa-estado, sino más bien libre auto exigencia personal para
una ética del trabajo, del esfuerzo. Me parece que estos valores, configuran una ética pública
y una cultura critica, una concepción abierta del mundo y un modelo flexible y plural de
organización social y económico que cabe considerar como propios del que es posible seguir
denominando socialismo democrático, otros han preferido hablar más bien de un liberalismo
igualitario.

En concordancia con ello estarían los esfuerzos por construir desde aquellos valores más
democráticos una sociedad civil más vertebrada, más sólida y fuerte, con un tejido social más
denso, de trama mejor ensamblada e interpenetrada: en definitiva, más ajustada en las dos
significaciones del término, como organización y como justicia. Una sociedad donde la
presencia de las corporaciones económicas, profesionales, laborales, sea en efecto
complementada y compensada. Con la de los nuevos movimientos sociales o la de las plurales
organizaciones no gubernamentales a través del voluntariado social. Pasar, se ha dicho, del
corporativismo al cooperativismo, de una exclusiva ética de la competición o de la
competencia a una ética también de la colaboración y la solidaridad. Todo aquello implica,
desde luego, una nueva cultura y un nuevo concepto de ciudadanía.

Se afirma ahí una mayor presencia e intervención, pues, de la sociedad civil, operando ahora
en toda su plural plenitud y no solo en privilegiados sectores, estamentos o poderosas
corporaciones. Y junto a ello, hay que considerar en el estado de derecho la decisiva acción
de las instituciones jurídico-positivas, parlamento, administración, tribunales, etc. He
insistido en la necesidad actual y futura de una progresiva y abierta síntesis entre ambas, en
un entendimiento imprescindible y un nuevo pacto entre instituciones jurídico-políticas y
organizaciones de la sociedad civil así comprendida. Y, en ese sentido he denominado
socialismo democrático a esa hipotética conjunción y síntesis dialéctica entre la
socialdemocracia y el estado social, y por otra los movimientos libertarios y la justa
reivindicación de la sociedad civil.

Para esta alternativa democrática y de doble participación, en el campo de la economía y de


la producción el necesario sector público de ella ya no sería solo sector estatal, sino que
asimismo actuaria y se configuraría a través de un más plural y dinámico sector social. Lo
decisivo seria entonces determinar y establecer en tal compuesto las prevalecías de política
concreta más y mejor orientadas a lograr hacer realidad esos valores éticos, constitucionales
y de cohesión social que son la libertad, el bienestar, la solidaridad y la igualdad. Por supuesto
que no es nada fácil ensamblar todo ello en la práctica de una manera armoniosa justa y con
previsión de funcionamiento eficaz.

En el estado democrático de derecho el imperio de la ley no es, ni debe ser, en modo alguno
reducible al imperio de la iusnaturalista ley de marcado. Las economías especulativas,
financieras y monetarias, jugando a su favor con las nuevas tecnologías en la famosa
globalización, se hacen muchísimo más rentables y con más fuerte incentivo para los
inversores, con ello ahogando y destruyendo en frecuente ocasiones a otras economías
realmente productivas y a enteros sectores sociales a ellas vinculadas. Por otro lado,
tendríamos al denominado “capitalismo de casino”, aquel que se mueve donde sea buscando
los beneficiosas más inmediatos. Con repercusiones negativas para los proyectos personales
de cierta necesaria estabilidad. En cualquier caso, se avisa, estaríamos en una mundializaron
libre del capital. Se subraya también, por otro lado que a diferencia de la acumulación
privada de capital, el estado y el gasto publico actúan en sectores que no generan ganancias
ni por tanto acumulación, pero que son absolutamente necesarios para la cohesión del grupo
social, esto debiera destacarse mucho más en la educación y la cultura democrática de los
ciudadanos, así como la necesidad de una adecuada política fiscal que luche de verdad contra
el gran fraude que no es precisamente el de los asalariados y funcionarios públicos que cobran
por nómina. Es esa economía mixta, el sector público y, dentro del, el estado, deben a mi
juicio cumplir por tanto esa triple imprescindible función de producción y de regulación y
organización desde esa doble participación del grupo social que es básica para la
identificación de la democracia, del estado de derecho y en consecuencia, para el estado
democrático de derecho.

Las cosas se hacen, se han ido haciendo también mucho más comprensivas y complejas en
cuento a los derechos fundamentales a las exigencias éticas que en nuestros días y en relación
con la búsqueda de posibles alternativas políticas, deben encontrar reconocimiento legal y
eficaz realización. asumiendo los derechos civiles y políticos (protegidos en el estado liberal)
así como los derechos sociales, económicos y culturales objetivos de estado social., ahora
son nuevos derechos –tercera generación – los que reclaman de un modo u otro su
incorporación a la legalidad: derechos de las minorías étnicas, los derivados de las diferencias
sexuales, lingüísticas, etc.
¿En qué medida tales demandas pueden ser asumidas por el estado de derecho de nuestro
tiempo o del próximo futuro?, no se olvide que la tesis restrictiva respecto de estas también
ha negado y sigue negando que caracterice y corresponda propiamente al estado de Derecho
la protección jurídica de los derechos económicos, sociales y culturales. Disiento tanto por
razones de fáctica legitimación como de racional legitimidad y justificación. Y tampoco
dejan de estar ausentes los avisos sobre condiciones objetivas (la escasez) que impiden o
dificultan sobremanera el completo reconocimiento de determinadas aspiraciones humanas
o exigencias éticas como auténticos derechos subjetivos ejercitables con plenas garantías en
el marco de un sistema jurídico avalado por la constitución y los competentes tribunales de
justicia nacionales o internacionales.

Pero el mundo no se acaba ni se cierra con los estrictos derechos subjetivos, las exigencias
éticas asumidas en el ordenamiento pueden por ejemplo, servir para orientar con fuerza, es
decir, con sólidas razones, la futura legislación que dará lugar a nuevos estrictos derechos.
Mientras tanto, pueden valer muy bien para interpretar de un modo u otro los actuales
reconocidos derechos o para orientar coherentemente unas u otras políticas sociales. Si la
política o el derecho es el arte de lo posible, la filosofía y la ética son y deben ser el arte de
hacer posible lo necesario. Tampoco es algo neutro o producto del azar que unos derechos
hayan logrado plena protección judicial y otros, por el contrario no la hayan alcanzado con
ese mismo rigor.

Sin embargo, en modo alguno, tales voluntades e intenciones, así como los valores y
principios que las inspiran carecen de sentido y trascendencia para la acción social, política
y jurídica. Por un lado la cohesión social, es decir, razones de justicia así lo exigen. Tales
pretensiones y esperanzas no deben quedar fuera de los proyectos de futuro respecto de esas
mencionadas transformaciones de todo tipo, desde económicas hasta culturales, que en
cambio deben siempre impulsarse en el marco de una sociedad democrática y de, su sistema
jurídico para la necesaria construcción de un correlativo aquí auspiciado. Estado democrático
de derecho.

Todas estas son razones para recuperar la política y aún más un política de doble
participación, estas serían las razones fundamentales para un Estado Democrático de
Derecho.
ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO10

La expresión Estado de Derecho se suele utilizar para hacer referencia fundamentalmente al


principio de legalidad, esto es, el sometimiento del poder a las leyes y a normas previamente
establecidas. Así se afirma que hay Estado de Derecho en un país, cuando sus autoridades
ejercen el poder de acuerdo a las leyes. Sin embargo, este concepto a todas luces resulta
insuficiente hoy en día, dado que no basta que las autoridades y el Estado ajusten su
actuación a la ley en general, es necesario que también y fundamentalmente adecuen el
ejercicio del poder a la Constitución.

La expresión Estado de Derecho presentaba un problema en el sentido de no quedar claro si


dentro de ella, se comprendía a la Constitución, por esta razón en doctrina se distinguen dos
conceptos, el Estado legislativo centrado en la Ley, reconociéndole a la Constitución su
naturaleza programática y política; y el Estado Constitucional de Derecho centrado en la
Constitución reconociéndole además de naturaleza programática, fuerza vinculante.

Luigi Ferrajoli, jurista italiano, sostiene que existen fundamentalmente dos formas de
entender el derecho: Positivismo jurídico y constitucionalismo jurídico.

Positivismo jurídico

Para el positivismo jurídico, el criterio de reconocimiento tanto de la existencia como de su


validez es la forma como se producen las leyes, independientemente de su contenido.

En el Estado legislativo de derecho la preocupación y los esfuerzos están orientados a


establecer las reglas sobre “como” decir el derecho.

Constitucionalismo jurídico

RUÍZ M, JUAN CARLOS, “Estado Constitucional de Derecho, Democracia y Descentralización”. Abogado, Profesor de la
10

PUCP, Miembro del Instituto de Defensa Legal.


Condiciona la validez de las leyes también a la sustancia de las decisiones, esto es, a la
coherencia de sus contenidos con los principios de justica establecidos por las
Constituciones11.

Además de las reglas sobre “como” decir derecho, se establecen reglas sobre “qué cosa” el
derecho no puede decir y sobre “qué cosa” debe decir12.

Este sistema de normas por encima de la ley (meta-legales) dirigidas a los poderes públicos
y, antes que nada, al legislador, constituyen en conjunto la Constitución. Estas condiciones
sustanciales de validez están contenidas en la Constitución Política, en el Estado
Constitucional de Derecho. Estas normas sustanciales, condicionan la validez de las leyes;
ya sea que impongan límites, como en el caso de los derechos de libertad, o que impongan
obligaciones, como en el caso de los derechos sociales13.

Al decir de Ferrajoli, los derechos fundamentales se convierten en condiciones sustanciales


de validez: “De hecho, todos los derechos fundamentales desde los derechos clásicos de
libertad hasta los derechos sociales equivalen a vínculos de sustancia y no de forma, que
condicionan la validez sustancial de las normas producidas y expresan, por decirlo de algún
modo, los objetivos y la razón social de ese moderno artificio que es el Estado Constitucional
de Derecho”.

Luego agrega “Así pues, el Estado Constitucional de Derecho se configura como el


instrumento constituido por el conjunto de estas normas, gracias a los cuales todos los
poderes se encuentran sujetos a la ley: en el doble sentido que todos los poderes, también
aquellos de mayoría, sólo pueden ejercerse en las formas establecidas por las normas
formales y están, además, sujetos a normas sustanciales que imponen límites y vínculos a
los contenidos de sus decisiones para tutelar los derechos de todos los individuos”14.

11
FERRAJOLI, LUIGI, “Positivismo crítico, derecho y democracia”, en Revista Isonomia Nº 16, abril 2002, pag. 7.
Disponible en http://www.cervantesvirtual.com.
12 Véase CARBONELL, MIGUEL (Editor), Neoconstitucionalismo, Editorial Trotta, Madrid 2003.
13 Ferrajoli, Luigi, op.cit., pág. 10.
14 Ibídem, pág. 13 y 14.
El estado Constitucional de derecho no es cualquier Estado, sino aquel que se identifica por
el carácter vinculante de la Constitución política, la Supremacía o superioridad jerárquica de
la Constitución en el sistema de fuentes del derecho, la eficacia y aplicación inmediata de la
Constitución, la garantía jurisdiccional de la Constitución, su denso contenido normativo y
la rigidez constitucional.

ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO Y DEMOCRACIA

Existe una estrella relación entre el Constitucionalismo y la democracia. El Estado


Constitucional de Derecho permite enriquecer el concepto de democracia. En otras palabras,
la Constitución garantiza las dos dimensiones de la democracia: Formal - Sustancial.

Por un lado garantiza la dimensión formal de la democracia (vigencia), esto es, las normas
formales referidas a quién y cómo toma las decisiones. Se garantizan con la igualdad en
derechos políticos, la representatividad de las instituciones parlamentarias y el gobierno de
la mayoría. También garantiza la dimensión sustancial de la democracia (validez).
Garantizan esta dimensión las normas sustanciales referidas a qué cosa se debe o no se debe
decidir, identificándose con los derechos de libertad, que el Estado no debe violar y con los
derechos sociales que éste debe satisfacer.

III.- PROCESOS Y FENÓMENOS QUE AFECTAN AL ESTADO.

La Comunidad global internacional.

Es claro que el término adecuado es el de comunidad y no de sociedad, ya que no existe una


sociedad global internacional, en cuanto se pueda decir que en aquella se encuentran
adscritos todos y cada uno de los Estados y que a ella se “observan” completamente sus
normas; asimismo no existe en el ámbito global tribunales de justicia que puedan tener una
competencia universal para resolver con efecto de cosa juzgada todos y cada uno de los
conflictos que se susciten, sino que son los Estados los que reconocen competencia a estos
tribunales internacionales en la medida que se sometan a ellos, o bien, que en virtud de un
tratado internacional le reconozcan competencia.

El concepto de globalidad abarca tanto a la comunidad nacional como internacional; el


ejemplo típico de comunidad nacional, es precisamente la Nación, que como se dice es la
comunidad de las comunidades, englobando en ella a comunidades menores, como es la
familia.

Las Uniones históricas: reales y personales de Estados.

Esta materia siempre ha tenido un estudio conjunto con las formas de Estado Unitario y
Federal, al igual que el estudio de las Confederaciones de Estado. Nosotros preferimos dejar
su estudio en forma separada, no sólo por un afán pedagógico-histórico. Creemos que su
análisis es mejor entendido dentro de las diferentes formas de asociaciones, además de
constituir una forma que históricamente es más propia del pasado. (Sin perjuicio,
mencionaremos un ejemplo que creemos que es muy contemporáneo) En realidad, el
verdadero motivo de su estudio en éste acápite constituye que no son una forma de Estado,
sino que una forma de organización de dos o más Estados que se reúnen, o asocian sólo por
motivos de tener una política internacional en común, o bien, porque coincide en una misma
persona la titularidad del poder de varios Estados.

a) La unión real de Estados: Es aquella en que dos o más Estados se unen para efectos de
mantener una política exterior común, manteniendo a sus propias autoridades internas y de
gobierno interior en forma separada. La historia nos recuerda varios casos, el imperio
Austro-Húngaro es uno de ellos.

b) La unión personal de Estados: Es aquella en que coincide en un mismo gobernante la


titularidad de dos o más Estados, o que en una misma persona recaiga el cargo de titular del
poder de Estados distintos. El ejemplo paradigmático nos sitúa con las coronas del Sacro
Imperio Romano Germano y de España, con Carlos V y Carlos I, respectivamente.

A pesar que esta materia nos podría sólo vislumbrarnos un aspecto de la historia, creemos que
en ella es importante dejar planteada la siguiente problemática histórica contemporánea.

La Reina Isabel II es la cabeza de la Comunidad Británica. En esta situación Canadá que fue
dominación británica desde sus orígenes entendió que ella iba a regirse por normas del
parlamento británico, hasta que Inglaterra le devolviera la corona a Canadá. Canadá aprobó una
Constitución en la década de los 80, en donde la Reina Isabel II fue a “devolver la corona a los
Canadienses”.
La Constitución consagra a la Reina Isabel II como Jefa de Estado Canadiense, calidad que se
suma al ser Jefa de Estado del Reino Unido, por lo que habría una especie de unión personal
entre el Estado de Canadá y el Reino Unido.

El asunto igualmente es más complejo por cuanto la provincia de Quebec, de pasado francés,
no firmó la Constitución, por lo que jurídicamente no pertenecería al Commonwealth, pero
sí de hecho.

El problema surgiría en caso del fallecimiento de la Reina Isabel II, ya que como Reina de
Canadá no tendría sucesión, ya que no tiene línea sucesoria allí, pero sí como Jefa de Estado
del Reino Unido. Siendo, asimismo, especulativo en esta situación, en caso de renuncia de la
Reina Isabel II de la corona Británica, esta renuncia en ningún caso afectaría su calidad de Jefa
de Estado de Canadá, ya que su título no lo tiene por ser Reina de Inglaterra, sino porque la
Constitución de Canadá se lo reconoce.

Las Confederaciones de Estado.

Como ya hemos señalado, las Confederaciones de Estados no son una forma de Estado, sino
simplemente una forma de organizarse entre varios Estados por intermedio de un Tratado
Internacional. No pertenecen a una realidad medieval, sino son expresión de una realidad
contemporánea los cuales se unen por razón de defensa y política exterior, principalmente. Es
claro no confundir la sutil diferencia que podría plantearse con las uniones reales de Estados,
estas últimas se agrupan con un carácter indefinido, (manteniéndose en la medida en que
subsista el motivo de unión) en cambio, las confederaciones tienen un carácter más definido en
el tiempo.

Así, el motivo de por qué se podrían juntar varios Estados en una unión real sería una
condición, en cambio sería un plazo en una confederación. Precisamente el Tratado deberá
señalar a lo menos: el interés que los motiva en común, los países que la integran, el tiempo
que durará y la forma cómo van a tomar los acuerdos.

La historia reconoce las confederaciones como antecedentes del actuales Estados como
EE.UU., Suiza y Alemania, entre otras. La historia de Chile nos recuerda que durante el Siglo
XIX, nuestro país debió encarar a la denominada “Confederación Perú-Boliviana”.
El caso de EE.UU. es un buen ejemplo que nos demuestra la evolución de una Confederación,
como un antecedente del Estado Federal. En 1776, las 13 colonias inglesas declaran su
independencia al no querer soportar los impuestos de la isla, alegando que según el derecho “no
continental” -el inglés- no tendría representación en el parlamento inglés en Westmister, por lo
que no podrían exigirle la obligación de pagar tributos. De ahí el aforismo “No representation,
no taxation” esto es, no se paga tributo, sino se encuentra representado en el parlamento15. Las
13 colonias como una forma de sobrellevar el asedio inglés se constituyen como una
Confederación por intermedio de un Tratado, luego con el improvisado general George
Washington no se tuvieron otra solución que formar un Estado Federal -novísima forma de
Estado- aprobando la primera Constitución de los tiempos modernos en el año 1787.

La forma general en que dé común logren sus acuerdos las Confederaciones, es por
intermedio de una institución, congreso no permanente, reuniéndose cuando la necesidad
así lo requiera denominada “la dieta”, en donde se reúnen mandatarios -ministros
plenipotenciarios- de los distintos Estados miembros, estos representantes -generalmente el
de R.R.E.E.- solo actúan por intermedio de un mandato de naturaleza imperativa, por lo que
sus actuaciones resultan vinculantes a los ciudadanos, de los respectivos países que
representan, sólo si cumplen los siguientes requisitos:

a) Aprobándose en la Dieta aquellas materias, en forma unánime o de la forme que el Tratado


señale, no resultan vinculante a todos y cada uno de los ciudadanos integrantes de la
confederación, sino que requiere, además, otro trámite. En todo caso este trámite resulta
vinculante al Estado miembro, más no a sus ciudadanos. El Estado sólo se obliga a promover
la aprobación pero no compromete la voluntad de los ciudadanos.

b) Luego de la aprobación de la Dieta, dicha resolución debe ser nuevamente aprobado en cada
Estado, resultando vinculante solo una vez cumplido este segundo trámite.

Esta evolución jurídica del Tratado a la Constitución, no es exclusiva del caso


norteamericano, situación que también se puede vislumbrar en países como Alemania y
Suiza. En este último caso su conservadurismo mantiene en su “Constitución” del año 1848

15 Este concepto nos lleva –hoy en día- a establecer un criterio generalizado, que los tributos sólo se establecen por ley.
el nombre de Confederación Helvética, por lo que nominalmente se consideran, a sí mismos,
una Confederación, pero formalmente son un Estado Federal.

Las Sociedades internacionales.

a) O.E.A.

El 30 de abril de 1948, hace más de 50 años, 21 naciones del hemisferio se reunieron en


Bogotá, Colombia, para adoptar la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA),
con la cual confirmaron su respaldo a las metas comunes y el respeto a la soberanía de cada
uno de los países. Desde entonces, la OEA se ha expandido para incluir a las naciones del
Caribe y también a Canadá.

Los principios que incorpora la OEA en una historia de cooperación regional se remontan al
siglo XIX.

En 1826, el Libertador Simón Bolívar convocó al Congreso de Panamá con la idea de crear
una asociación de estados en el hemisferio.

En 1890, la Primera Conferencia Internacional Americana, efectuada en Washington, DC,


estableció la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas y su secretaría permanente,
la Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, predecesora de la OEA.

En 1910 esta organización se convirtió en la Unión Panamericana.

En 1948, en la Novena Conferencia Internacional Americana, los participantes firmaron la


Carta de la OEA y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la
primera expresión internacional de principios de los derechos humanos.

La transición de la Unión Panamericana a la OEA se realizó sin tropiezos. El director general


de la Unión Panamericana, Alberto Lleras Camargo, se convirtió en el primer secretario
general de la OEA16.

b) O.N.U.

16 Fuente: www.oea.org/defaultesp.htm
Sucesora de la liga de las naciones. Exhibe rasgos de comunidad y de sociedad, por cuanto
pertenecen a él casi la totalidad de los países del mundo. Su papel ha ido cambiando en la
medida en que ha ido cambiando la política del mundo. Fue unificando varias organizaciones
que existían con anterioridad: Unesco (ciencia y educación), O.M.S., la unión postal y
telegráfica, la O.I.T, y la Unicef., entre otras.

Desde su fundación en 1945, las Naciones Unidas y su sistema de organizaciones trabajan


juntas e individualmente para construir un mundo en el que toda persona, cualquiera que sea
su condición, pueda desarrollarse y contribuir al desarrollo de su comunidad. Para lograrlo
se llevan a cabo proyectos que abarcan áreas tan diversas como los derechos humanos, el
desarrollo económico y social, la protección de la infancia o el respeto de la propiedad
intelectual. Esta labor es fruto del esfuerzo común de 188 países y varios miles de personas
de todo el mundo. Las Naciones Unidas repercuten en todos nosotros y su labor tiene
consecuencias a largo plazo en la calidad de nuestras vidas17.

c) U.E. (ex C.E.E.)

Comprende de hecho al conglomerado de Estados más ricos del mundo (15 de los Estados más
ricos del mundo) con 300 millones de habitantes. Para llegar a lo que hoy es ha pasado por
algunas etapas. 1.- Tratado de Roma (después de la Segunda Guerra Mundial) se constituye
una comunidad del carbón y del Acero.

2.- La Unión para el desarrollo nuclear

3.- Comunidad económica, en donde se hicieron tasas aduaneras recíprocas.

4.- Comunidad Europea, o Unión Europea en donde se perdió la palabra económica, ya que
apunta a futuro en una verdadera unificación política de Europa. Es importante el Tratado de
Mastrich, en donde se incorporan a otros países y se propone como tarea la unificación de la
moneda, hoy el “Euro”.

El desarrollo hasta hoy se precisa fundamentalmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, en


donde gracias a la unificación de la ideología de gobiernos D.C. en Alemania, Italia y Francia

17 Fuente: www.onu.org
se facilitó el acercamiento. Adenauer en Alemania, Robert Schuman en Francia, y A. de
Gásperi en Italia. Contaron, además, con la ayuda del economista Francés Jean Monnet.

d) C.B. (ex Imperio Británico)

Es la sucesora del Imperio Británico. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el Imperio


Británico fue dejando de existir cuando posibilitó la libertad de las colonias que la integraban.

Hubo varios en África, el más importante fue India, en donde la Reina de Inglaterra era “la
Emperatriz de la India”.

Se independizó por el esfuerzo de M. Gandhi, en donde la división fue triple. La India


propiamente tal, Ceilán ( Siri lanka), y Pakistán, el cual a su vez se dividió en Pakistán Oriental
(Bangladesh) y Pakistan Occidental. La división fue por motivos de cultura, Pakistán era
arábico, musulmán la India de la cultura Indú de Gandhi. Pakistán se dividió por razones
geográficas. En todo caso el inglés como idioma subsiste hasta nuestros días.

La Comunidad Británica es una comunidad bastante laxa. Procura unificar en materia de


comunicación y de comercio con una misma política exterior. El título de la Comunidad
Británica es el de Commonweatlh, el cual literalmente comprende “las cosas con riqueza”.

e) C.E.I. (ex U.R.S.S.)

Son unos 12 Estados, siendo el principal la Federación Rusa y Ucrania. La unión se


fundamenta por una serie de tratados en virtud del desmembramiento de la ex U.R.S.S. Esta
última se desmembró por: a) La guerra de las galaxias que llevó a la quiebra a la ex URSS,
b) La gente le perdió la fe al comunismo (marxismo-leninismo).
Los Tratados y tribunales Internacionales referentes a los derechos humanos.

La globalización de la vida humana, no sólo de las comunicaciones, es un fenómeno que ha


tenido también al derecho requerir que se pronuncie.

¿Quién sería el tribunal competente para conocer el caso de una aeromoza alemana que trabaja
para una línea aérea francesa, y que le desconocen algunos derechos en territorio Italiano? Esto
ha traído el surgimiento de tribunales en Europa como el tribunal de la Haya, el de Estrasburgo,
del consejo de Europa, los cuales no requieren que dichas causas se hayan visto en un tribunal
nacional para que este conozca, o el de Luxemburgo, de la U.E., el cual si requiere que el caso
se haya visto con anterioridad en un tribunal nacional.

Otro fenómeno de la globalización nos sitúa que las naciones se han puesto de acuerdo que
existen ciertos valores que deben respetar todos los Estados y estos son los derechos humanos.
Ello ha motivado en América tratados en dicha materia como el Pacto de San José de Costa
Rica. Precisamente por el surgimiento de gobiernos de facto dominados por la intervención de
las Fuerzas Armadas o de grupos militarizados, se crean tribunales para resolver estos
problemas.

Estos pactos obligaban a los Estados a enmendar su legislación con el Tratado Internacional, lo
cual hizo surgir –a lo menos- dos posiciones:

Aquellos que consideran al Tratado Internacional en el ámbito de ley, de aquellos que lo


consideran en el ámbito de la ley fundamental del ordenamiento jurídico, o sea, a nivel
Constitucional. La posición de uno u otro caso tiene efectos distintos.

Para aquellos que consideran al Tratado Internacional en el ámbito de ley, los conflictos de
interpretación en materia de derechos humanos que se promovieran los resolverá la propia
Constitución Nacional, y en definitiva la regulación legal de dicha Nación. Luego, el
reconocimiento de los derechos que el propio tratado consigne sólo tendrán valides interna si
la propia Constitución se encarga de asegurarlos.

En cambio, para aquellos países que reconocen en éstos Tratados de derechos humanos una
naturaleza jurídica en el ámbito de la Constitución, éstos instrumentos se encontrarán por sobre
la legislación ordinaria, luego su inclusión es automática, sólo requiriendo para su aplicabilidad
los requisitos internos para su incorporación al derecho interno. Ello trae como consecuencia
que los derechos reconocidos en dichos Instrumentos Internacionales, al incorporarlos a la
legislación de los respectivos países posibilitan la incorporación de nuevos derechos a nivel
Constitucional, como asimismo, de mejorar las calidades de los ya existentes. En definitiva se
presentan como una forma de modificar la Constitución a través de procedimientos no
contemplados en la misma Carta Fundamental.

En nuestro país el profesor don Humberto Nogueira Alcalá es uno de los precursores en el
reconocimiento de los Tratados Internacionales en materia de derechos humanos como fuente
modificadora de la Constitución.

La tendencia generalizada es propender a ésta última concepción, asimismo, los Tratados


Internacionales en materia de derechos humanos -en nuestro país- no sólo estarían incorporados
a la Constitución sino, aquella parte que los considera derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana, y como tales, serían un límite al ejercicio del poder constituyente derivado
al no poder derogarlos, y así, serían disposiciones supraconstitucionales.
BIBLIOGRAFÍA.

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Madrid 1999.

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