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a aventura humana de conocerse a sí mismo, y por lo tanto la de conocer a los dioses, se

podría decir que comenzó hace unos 500.000 años cuando los primeros humanos
empezaron a utilizar el obsequio, que, según la mitología griega, les hizo Prometeo; el
fuego.

Le tomó a la humanidad unos 450.000 años dominar su uso y descubrir cómo hacerlo
para no depender de su aparición espontánea en la naturaleza. Este largo período de
domesticación de este elemento, en el que convivieron diferentes razas de homínidos, es
parte de lo que se conoce en la cronología occidental de la evolución humana, la Edad
de Piedra, el Paleolítico. 

Este periodo, caracterizado por la creación y uso de herramientas líticas, se inició hace
unos 2.500.000 años y se prolongó hasta aproximadamente el 12.000 A.C. cuando se
comienza a fundir los metales y aparecen los primeros experimentos de la agricultura.

“En esta larga aventura humana


en algún momento del pasado, del que
no se tiene precisión, se comienza a gestar
la idea de la existencia de un orden superior”

Las más antiguas evidencia del desarrollo de una concepción simbólica del mundo de
parte de nuestros ancestros data de hace al menos unos 100.000 años cuando se
comenzó a utilizar el ocre rojo para crear marcas en las rocas de las cuevas en que
habitaban. Su uso se asocia con la aparición del lenguaje hace unos 75.000 años. Luego
se generaliza con el descubrimiento de nuevos pigmentos unos 50.000 años atrás. A
partir de ese momento se comienza a consolidar el comportamiento cultural del hombre
y el homo sapiens se perfila como la especie de homínidos dominante en el planeta.

En esta larga aventura humana en algún momento del pasado, del que no se tiene
precisión, se comienza a gestar la idea de la existencia de un orden superior,
sobrenatural, que es la causa y la razón de ser del mundo que habitamos. La evidencia
más antigua de esta concepción -se puede argumentar- se observa en la aparición de los
primeros ritos funerarios.

Se han encontrado tumbas de hace más de 100.000 años en las cuales los cuerpos de los
difuntos eran enterrados con sumo cuidado en posiciones específicas y acompañados de
objetos líticos.  Según los antropólogos James Harrod y Vincent W. Fallio, los
rudimentos de la religión y la espiritualidad -así como el arte- podrían haber surgido en
las primeras sociedades del Paleolítico Inferior hace unos 40.000 años. 

“Las formas de entender a los dioses


fueron evolucionando hacia las visiones de los
dioses como seres animados de la naturaleza”
El hombre primitivo comenzó a idear a los dioses a partir de los hechos que observaba
en la naturaleza, considerándolos como actos de un ser superior cuya existencia intuía.
Así las primeras concepciones fueron las del dios del trueno, del fuego, de las lluvias, de
los vientos, el dios que estremecía la tierra, etc. Las formas de entender a los dioses
fueron evolucionando hacia las visiones de los dioses como seres animados de la
naturaleza; el dios tigre, jaguar, serpiente, oso etc, hasta que el hombre volcó la mirada
sobre sí mismo y comenzó a crear a los dioses a su imagen y semejanza.  

La primera evidencia de una concepción antropomórfica de los dioses, de acuerdo con


los vestigios arqueológicos, data de hace unos 25.000 años. Estas se dieron en forma de
estatuillas de barro, que representaban figuras femeninas. Son las llamadas “venus
paleolíticas”.

J. Maringer, profesor de arqueología prehistórica sostiene que estas figuras eran ídolos
de la Gran Madre, culto que practicaban los cazadores de mamuts que habitaban en los
territorios euroasiáticos, desde el sur de Francia hasta Siberia, en Rusia y que se
extendió a lo largo de más de 10.000 años hasta llegar al oriente medio.

James Frazer, y otros renombrados antropólogos, sostiene que, en los primeros estadios
del desarrollo del hombre, el concepto de paternidad, no existía ya que no habían
establecido un entendimiento de la relación entre la copula y el nacimiento de los bebés.
Para ellos la mujer era la creadora de la vida y, como tal, la veneraban. Solo la mujer
podía producir a su propia especie y desconocían el papel del hombre en este proceso.

Así que, la primera concepción antropomórfica de un ser supremo creador de toda vida
que ideó el ser humano, fue el de una mujer, la Diosa Madre. Esta concepción femenina
de la deidad ha ido expresándose en diferentes formas a través del tiempo, estando
vigente en nuestros días en numerosas culturas a pesar del intento de las religiones
patriarcales de negarla.

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