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PENSAMIENTO
La función adaptativa de la especie humana requiere que dispongamos en todo momento de conocimiento
organizado y fácilmente recuperable. Los conceptos nos permiten categorizar las cosas que
experimentamos.
El pensamiento podría ser entendido como un proceso de formación de conceptos ya que según su
etimología los términos “pensar” y “espeso” provienen de la misma raíz (lo que daría a entender que la
acción de pensar es esencialmente la de comprimir las ideas). Formamos así, abstracciones conceptuales
que posibilitan extender las, en principio, limitadas capacidades cognitivas humanas.
Leonhard Euler en una de sus reflexiones escribió, asombrado, acerca de “cierta capacidad de la mente
humana”, a la que denomino poder de abstracción. Lo que llama la atención de Euler es la capacidad de
elaborar nociones genéricas. En psicología denominamos a esa noción genérica “concepto”.
El pensamiento humano, utiliza los conceptos y categorías como formas de organización del conocimiento
ya que los conceptos constituirían de alguna manera los elementos básicos del pensamiento humano, al ser
representaciones mentales de cierto conjunto de hechos u objetos. Una de las más importantes funciones
que desempeñan los conceptos sería la de organización del mundo, (a partir de atributos de un objeto,
podemos determinar a qué categoría pertenece), pero al mismo tiempo, y de acuerdo a como categoricemos
dicha entidad, crearemos un contexto, que nos proporcionara no solamente información sobre la entidad en
cuestión sino que también sabemos de qué forma interaccionar con ella -> Otra función de los conceptos es
la de brindar la posibilidad de predicción del funcionamiento del mundo. Sabemos cómo se va a comportar
aquello que está presente en nuestro entorno y al mismo tiempo sabemos de qué manera programar la
respuesta más adecuada a tal situación.
Cuando aquello que se nos acerca pertenece a una categoría desconocida, podemos elaborar un nuevo
concepto, o bien acudir a conceptos ya presentes en nuestro sistema de creencias. Los conceptos permiten
también la realización de inferencias, al atribuirle automáticamente a un ejemplar, las propiedades y
características que normalmente se atribuyen a todos los miembros de una categoría.
Los conceptos podrían ser entendidos como representaciones mentales, siendo uno de los elementos
principales del pensamiento, al hacer posible la “economía cognitiva”. Las categorías son los eventos
posibles que puede haber en el concepto.
La visión clásica establece que un concepto es una entidad definida a partir de una serie de
atributos “necesarios y suficientes” que determinan si un objeto pertenece o no a una categoría, la
pertenencia de un ejemplar a una categoría es una cuestión de todo o nada.
Primer intento sistemático de estudiar la formación de conceptos. Los conceptos se adquieren por
discriminación entre los diversos elementos que componen el estímulo.
Un niño adquiriría el concepto de “perro” a partir de la abstracción de los rasgos comunes de todos los
perros
Metodología: Hull presentaba a un sujeto un carácter chino. Una vez que el sujeto había aprendido su
nombre, el experimentador presentaba una serie de caracteres, entre los que había muchos que compartían
con el carácter inicial, un mismo radical. Hull partía de la base de que cada vez que un individuo se
encuentra con un ejemplar de una categoría, se fortalece la unión entre el concepto y todas las
características del ejemplar. Según Hull, el aprendizaje fortalecía las relaciones entre las raíces comunes y
el nombre del carácter correspondiente. Por ejemplo todos los caracteres de la cuarta fila tienen algo en
común (un radical, “ta”, que constituye el concepto que el sujeto debe abstraer).
Consigna: “tengo un concepto en mente que usted debe adivinar”, al tiempo que se le mostraba al sujeto una
carta cualquiera como ejemplo de ese concepto desconocido.
Los estímulos presentan todas las combinaciones posibles de 4 atributos, cada uno de ellos con 3 posibles
valores:
Los sujetos adultos no realizan las búsquedas de forma azarosa sino que actúan guiados por hipótesis o
procedimientos de búsqueda (estrategias).
El concepto es definido aquí como “un conjunto de caracteres necesarios y suficientes” (por ejemplo, todas
las cartas con círculo negro, o bien, todas las cartas con doble marco y figuras blancas)
El problema de esta experiencia era que los sujetos resolvían una situación demasiado artificial. Decidieron
diseñar tareas “más realistas”. Utilizaron para eso figuras de personas (adultos y niños), que podían diferir
en la ropa, el sexo o el gesto.
Ante las imágenes (estímulos) los sujetos no veían rasgos sino que elaboraban historias. Sus hipótesis no
tenían que ver con combinaciones abstractas de rasgos sino con estímulos significativos. Estas experiencias
mostraron la tendencia de los sujetos a elaborar narraciones lo cual sugería que el procedimiento de
adquisición de conceptos temáticos no podía reducirse solo a procedimientos formales.
Una de las mayores limitaciones de todas las investigaciones, es que parten de la idea de que un concepto
artificial posee rasgos bien definidos, cosa que es efectivamente así, pero solo ante conceptos como
cuadrado, o numero primo, la mayor parte de los conceptos que constituyen nuestro pensamiento no se
adaptan a tales definiciones específicas, ya que no contienen una serie de propiedades “necesarias y
suficientes.”
¿Cuál es la base a partir de la cual podemos establecer con certeza que una ballena es más parecida a un
gato que a una merluza?
Veremos, algunas investigaciones que han abordado el estudio de lo que se ha denominado categorización
natural, en respuesta a los estudios que pensaban que todos los ejemplares de un concepto tienen una serie
de atributos comunes claramente definidos.
Eleanor Rosch, con sus estudios acerca de la categorización echa por tierra de manera experimental la vieja
idea de que el universo esta decidido en ordenadas categorías definidas por condiciones necesarias y
suficientes.
Conceptos y categorías: una de las funciones de los conceptos es la de permitirnos organizar los
conocimientos al tiempo que gracias a ellos podemos realizar inferencias acerca del mundo en que vivimos.
El hecho de saber que esa entidad que está en esta habitación es una silla, es producto de un proceso
mediante el cual ordeno en la memoria, de forma organizada, aquellos conocimientos previos que poseo.
Ese proceso se denomina “categorización”.
Cuando interviene el lenguaje y en lugar de diferenciar formas triangulares de formas circulares tenemos que
definir si un cinturón pertenece a la categoría de ropa o un cuadro pertenece a la categoría de mueble,
comienzan los problemas. En ciertos casos (en la mayoría) definir ciertos conceptos no resulta fácil.
En nuestro mundo real los conceptos que necesitamos no son en general producto de formas geométricas
bien definidas, sino que en general las cosas del mundo son más dudosas y no nos ponemos de acuerdo si
un ejemplar determinado es representativo o no de una categoría.
Pertenecer a una categoría no es una cuestión de todo o nada, sino una cuestión de grados.
Los conceptos cumplen la función de permitir la economía cognitiva dado que los atributos de los conceptos
tienden a aparecer correlacionados: Ej.: concepto “fruta”, son vegetales, dulces, se suelen consumir como
postre. Se deja de lado por ejemplo aceituna, tomate, etc.
Los atributos de los conceptos tienden a darse en el mundo a través de ciertas combinaciones y no otras,
tienden a aparecer correlacionados en algo así como “racimos de rasgos”
Según este modelo, los conceptos poseen una doble estructura: vertical y horizontal. La estructura vertical
tiene que ver con los “Niveles de Abstracción” en los que puede estar incluido un concepto, hay tres niveles
de abstracción:
Ejemplo:
Nivel supraordinado: Instrumento musical. Nivel básico: guitarra, piano, flauta. Nivel subordinado: guitarra
española, guitarra eléctrica, piano de cola, piano eléctrico, flauta traversa, flauta dulce.
Los conceptos tienen además una estructura horizontal, debido a la cual Dentro de cada uno de los tres
niveles (supraordinado, básico y subordinado) habría ejemplares más o menos prototípicos. Esto se
denomina Efecto de Tipicidad.
Rosch comprobó que existen ejemplares que poseen más propiedades de una categoría que otros, por lo
tanto, al ser “los mejores ejemplos” suelen ser utilizados como referentes a efectos de decidir si ciertos
ejemplares concretos pertenecen o no a una determinada categoría.
Prototipo.
El efecto de tipicidad permite observar que las categorías no son homogéneas, sino que tienen un centro (en
el que están los prototipos o ejemplares típicos) y una “periferia”, en la que se encontrarían aquellos
ejemplares atípicos (o menos representativos).
Si los atributos de un objeto se encuentran con frecuencia en otros miembros de la categoría este sería un
objeto típico. Si los atributos se encuentran en raras ocasiones entre los demás ejemplares de la categoría,
el objeto se considerará atípico.
La organización horizontal parte del elemento más prototípico (fruta: manzana), al ejemplar menos
prototípico (fruta: aceituna).
Lo cierto es que el “Efecto de Tipicidad” permite explicar el comportamiento de los sujetos al realizar cosas
tan diversas y habituales en la vida, como recordar, identificar, razonar, y elaborar conclusiones sobre el
comportamiento y las propiedades que pueden llegar a tener los objetos del mundo.
Los ejemplares carecerían los atributos comunes para definir el concepto. Las categorías ad hoc son
construidas “para la ocasión” o “se crean sobre la marcha”, ya que suelen tener una finalidad determinada.
Tampoco están almacenadas en la memoria, sino que se crean “en respuesta a” la demanda de la situación.
Este modelo incorpora los siguientes elementos nuevos a las teorías de formación de conceptos:
Para este modelo el concepto no tiene que ver con entidades almacenadas en la memoria de modo estable,
sino que se formarían en el momento de su uso.
Francis Galton, en relación a los conceptos dijo que eran como “fotografías colectivas” ya que cuando se
observa la foto de un grupo de personas, uno tiende a reconocer los rasgos semejantes mientras que los
detalles, con frecuencia se pierden. Según Vigotsky la perspectiva de Galton sería similar a la que sostiene
la lógica formal: se entiende que el concepto sería “aquel conjunto de rasgos que han sido destacados de
una serie” y posteriormente se agruparían en rasgos generales. Lo que se puede verificar en términos
psicológicos durante el proceso de formación de concepto es que, más que un conjunto de rasgos
fosilizados, lo que tenemos en el proceso de formación del concepto, un movimiento por el cual se forman
conexiones nuevas entre el objeto y otros objetos del mundo. Desde una perspectiva dialéctica, no
consistiría en borrar los rasgos individuales del objeto sino en un proceso bastante más complejo.
El concepto no es un conocimiento directo del objeto, sino un conocimiento mediatizado, que surge como
resultado o reflejo de la diversidad de vínculos y relaciones que podemos sintetizar en cierta unidad integral.
Lenin afirma que: La generalización más simple, la primera y más simple formación de conceptos, juicios,
silogismos, etc., denota ya la cognición cada vez más profunda por parte del hombre, de la conexión objetiva
del mundo.
Como estudiar el proceso de formación de conceptos: El método para estudiar la formación de conceptos
artificiales fue propuesto por N. Ach y luego modificado por Lev Vigotsky. Gracias a él es posible no solo
describir los enlaces semánticos que están contenidos en una palabra sino también estudiar detenidamente
la estrategia psíquica que en cada nivel de desarrollo produce la formación de un concepto.
El método consistía en disponer ante un sujeto una serie de figuras geométricas de distinto tamaño, color,
forma y altura. Estas piezas tenían en su base escrita una palabra sin sentido (lag, bik, mur o cev).
Se trata de una clasificación que no tiene que ver con rasgos simples de la pieza, sino que es una
clasificación basada en palabras artificiales que designan rasgos complejos, como por ejemplo bik (bajas y
grandes), mur (altas y pequeñas), cev (bajas y pequeñas) y lag (altas y grandes)
Mediante este procedimiento se intenta que el sujeto comience a formular hipótesis sobre que designan
estas palabras, esta prueba permite efectuar el análisis de como progresivamente, el sujeto, elabora
conceptos artificiales nuevos, cuales son los pasos que cumple, las estrategias que sigue, etc.
La novedad que presenta la teoría de Vigotsky acerca de la formación de los conceptos, tiene que ver con la
cuestión de como este se hace cada vez más amplio sin empobrecer su contenido sino enriqueciéndose.
Los significados, según esta perspectiva evolucionan, hay tres grandes momentos o modalidades de
pensamiento que se pueden identificar con bastante seguridad: el pensamiento sincrético, el pensamiento en
complejos y el pensamiento conceptual.
RAZONAMIENTO
El razonamiento, veremos que aparece como un problema para el campo de la psicología, en parte, por ser
un territorio de fronteras difusas. Muchos de los interrogantes básicos vinculados con el estudio del
razonamiento se podrían resumir alrededor de una gran pregunta general: ¿Qué es el razonamiento?
Muchos especialistas coinciden en que existe razonamiento cuando en el procesamiento se va más allá de
lo dado (aunque tal caracterización no permite diferenciar el razonamiento de otros procesos cognitivos)
“El razonamiento es un proceso que permite a los sujetos extraer conclusiones a partir de premisas o
acontecimientos dados previamente; es decir, obtener algo nuevo a partir de algo ya conocido”
Se trataría entonces de una actividad inferencial que posibilita la extracción de conclusiones nuevas.
Razonamiento deductivo:
Conduce de lo general a lo particular. La más representativa de las tareas deductivas es el silogismo, un tipo
de razonamiento constituido por tres proposiciones o juicios, en el que la tercera proposición, llamada
conclusión, resulta necesariamente de las dos primeras, llamadas premisas.
Todo silogismo contiene tres términos o palabras principales (en este caso, “hombres”, “mortal” y
“Sócrates”).
Según la lógica clásica se denomina término mayor (P) al que aparece como predicado de la conclusión (en
este caso, “mortal”), término menor (S) al sujeto de la conclusión (en este caso, “Sócrates”) y es el término
medio (M) aquel que aparece en ambas premisas y no aparece en la conclusión, ya que su función es
establecer el enlace entre los otros dos términos.
Toda proposición tiene además dos características principales: cantidad (pueden ser universales o
particulares) y calidad (pueden ser afirmativas o negativas)
Dado que las inferencias deductivas no aportan conocimiento nuevo, se puede afirmar que son tautológicas,
ya que en un silogismo, lo que se dice en la conclusión ya está implícito en el punto de partida.
Los silogismos no ofrecen forma alguna de saber si lo afirmado en la premisa mayor es verdadero o falso, ya
que su función no es determinar la verdad de los conocimientos, sino que tiene valor como método de
exposición. Si el punto de partida es falso, el silogismo igual funcionará bien, ya que no hay forma de saber
si lo afirmado en las premisas es verdadero o no.
Mientras ante ciertos silogismos es correcta la actuación de los sujetos ante otros solo lo es en un porcentaje
bajo.
Cohen (1981) manifiesta que los seres humanos poseemos una competencia lógica (innata) que es
imposible de falsar experimentalmente Johnson-Laird (1982) afirma que la capacidad de razonar
lógicamente debe ser considerada como una “habilidad”, y como tal, debe ser adquirida.
En las inferencias condicionales aparecen dos premisas y una conclusión, apareciendo siempre el
condicional que adquiere la clásica forma: “Si..., entonces... “
Las investigaciones centradas en el condicional tratarán de indagar en los errores más comunes y en la
forma y el momento en que se adquieren las conectivas lógicas.
Dos tipos válidos de inferencias: los conocidos Modus Ponens y Modus Tollens.
Modus Ponens
Modus Tollens
El modus ponens implica que a partir de la afirmación del antecedente (llueve), se obtiene necesariamente la
afirmación del consecuente (entonces María se moja); en tanto que el modus tollens establece que a partir
de la negación del consecuente (María no se moja) se obtiene la negación del antecedente (no llueve).
Lo cierto es que muchas investigaciones han revelado que la gente acepta de manera casi unánime, como
inferencia válida el Modus Ponens, pero en cambio se resiste a considerar valida el Modus Tollens, pese a
que también lo es.
¿Con que frecuencia se tiende a elegir uno u otro modo? Cuando las personas tenemos una hipótesis…
¿Tendemos a falsarla o a intentar confirmarla?
Estas preguntas se hizo el inglés Peter Wason lo que lo llevo a inventar el rompecabezas más estudiado por
los psicólogos del razonamiento del mundo: El problema de las cuatro tarjetas:
Procedimiento: A una persona se le muestra una pila de tarjetas que presentan, por un lado, letras (vocales
o consonantes) y por el otro, números (pares o impares). De la pila, se separan cuatro tarjetas y se las
coloca sobre la mesa, de manera que se vea una sola de las caras de las tarjetas. Las cuatro tarjetas tienen
en su lado visible una vocal, una consonante, un número par y un número impar.
Tarea: El jugador debe indicar la tarjeta (o tarjetas) que es necesario dar vuelta (para ver su lado oculto)
como forma de saber si la siguiente regla es verdadera o falsa.
Regla: “Si una carta tiene una vocal en un lado, entonces tiene un número par en el otro”
El verdadero error se comete con la carta que tiene el número impar, porque si se verifica que la tarjeta tiene
del otro lado una vocal, la regla es totalmente falsa. La carta con el número impar sirve para falsar la regla.
No es fácil entender que es mejor falsar que verificar, y que es necesario razonar también sobre las caras
ocultas y no solo en las caras visibles. Dando vuelta esas tarjetas, la regla no puede ser falseada.
Volver la vocal implica una inferencia de tipo modus ponens. Volver el número impar, y no encontrar una
vocal permite saber que la regla es verdadera (modus tollens).
Cuando se realiza este mismo problema con materiales de contenido familiar, los resultados son mucho
mejores. Richard Griggs y James Cox, modificaron la prueba de las cuatro tarjetas de Wason proponiendo a
los participantes que se centren en una historia que tenía como protagonistas a un par de parroquianos que
estaban en un bar bebiendo cerveza, y a un policía que debía verificar que se cumpla una ley (efectivamente
vigente en el estado de Florida, EE.UU.). Ley: “si una persona quiere beber cerveza debe tener más de 16
años”.
Las tarjetas tienen a la vista edades (una mayor y otra menor de 16), y las otras dos tarjetas el tipo de
bebida, (cerveza o bebida sin alcohol)
En este experimento, a diferencia de lo que ocurría anteriormente, al contener las cartas información con
sentido y al formar parte la tarea propuesta de una situación en la que es fácil imaginarse las intenciones y
los fines de los protagonistas, en lugar de obtenerse solo un 10% de resoluciones satisfactorias, el
porcentaje se elevaba al 62%.
La capacidad de razonar con rapidez y precisión respecto de contratos sociales ha debido ser importante
para el contrato social.
Desde una perspectiva evolucionista, la arquitectura cognitiva que define el razonamiento no podría
aparecer ya como un mecanismo general, aplicable a todos los dominios. Serían “módulos especializados
del razonamiento” (que fueron evolucionando en dirección a la realización de inferencias de interacción e
intercambio social cada vez más eficientes.
¿Por qué fracasa la gente en el problema de las cuatro tarjetas?: Juan Delval afirma que la causa principal
del fracaso en el problema de Wason radica en la dificultad que tienen las personas para tener en cuenta
simultáneamente todas las condiciones y las consecuencias del problema. Además, muchos sujetos en
medio de la prueba comienzan a entender realmente la consigna dada por el experimentador, lo cual implica
que: “si no se consigue entender un problema por el modo en que se presenta, o el material en que se
realiza, quiere decir que no puede hablarse de operaciones formales en sentido estricto. Existen múltiples
pruebas de que no hay una capacidad de razonar formalmente independiente del contenido”
La inducción:
El estudio de la inducción opta por desarrollarse en otros terrenos más bien “externos” al laboratorio: la toma
de decisiones, la formación de conceptos, el aprendizaje o el razonamiento informal.
Desde la lógica clásica el razonamiento inductivo es aquél que obtiene conclusiones generales a partir de
premisas particulares.
Wason, propone distinguir entre problemas “cerrados” y problemas “generativos”, más que inductivo o
deductivo.
Rips (1990) cuestiona la posibilidad de que sean dos procesos psicológicos diferentes.
John Stuart Mill puso a disposición de las jóvenes ciencias el método inductivo. Su análisis partió de un
entinema (un silogismo al cual le faltaba una premisa):
“Éste, aquél, y los demás animales con cuernos, el buey, la cabra, todos rumian; por lo tanto, todos los
animales con cuernos rumian”
Se preocupan por conocer los procesos cognitivos en ambientes naturales (en la vida cotidiana) lo que
determina una interesante línea de investigación: la del estudio del razonamiento informal.
Según Fernández Berrocal y Carretero las características del razonamiento informal serían las siguientes:
-Se aplica a cuestiones de la vida cotidiana
-Se aplica a cuestiones relevantes para el individuo
-No utiliza lenguaje formal o simbólico sino lenguaje cotidiano
-Es dependiente de contexto
-Se aplica a tareas abiertas, sin una única solución correcta
-Se aplica a tareas no deductivas, y el sujeto cuenta con menos información de la necesaria para la
resolución de la tarea.
Pretenden responder las siguientes preguntas: cómo se toman las decisiones clínicas (pregunta de índole
descriptiva), y cómo deberían tomarse éstas (pregunta de índole prescriptiva).
Los profesionales médicos, ante la limitada capacidad de memoria de trabajo se ven obligados en las
situaciones de diagnóstico a procesar serialmente la información de la que disponen se deben representar
de manera simplificada el cuadro clínico, funcionando luego en el marco de tales representaciones
simplificadas lo más racionalmente posible como forma de aumentar la capacidad del sistema para realizar
inferencias, clasificar y tomar decisiones correctas.
Con respecto al “mal razonamiento clínico”, los errores principales detectados fueron producto de la
conjunción de dos procesos: por un lado, la tendencia a asignar pesos positivos confirmatorios a hallazgos
intrascendentes, al mismo tiempo que se verificaba, por parte de los clínicos, una búsqueda activa de datos
dirigidos a confirmar las hipótesis que se tienen en mente en lugar de buscar datos que la rechacen.
Esto confirmaba la conocida máxima de la psicología del razonamiento que afirma que se tienden a
sobreestimar los datos que afirman una hipótesis y a menospreciar aquellos que tienden a refutarla.
La abducción se refiere a una singular forma de razonamiento que intentaremos caracterizar pese a la
ambigüedad que presenta el concepto.
Peirce sostiene que todo conocimiento surge de un proceso de inferencia. Según el:
La inducción consiste en presuponer que es verdad de todo un conjunto lo que es verdad en un número de
casos del mismo tomados aleatoriamente.
De la deducción el dirá que su punto de partida es una ley general constituyendo así un silogismo.
La abducción en cambio, consiste en elaborar una conjetura o hipótesis explicativa.
Supongamos que entramos a una habitación en la que hay una mesa y una bolsa con porotos. Si sobre la
mesa hay porotos que son todos blancos, y sé que los porotos fueron sacados de la bolsa que hay en la
habitación, por inferencia inductiva puedo concluir que todos los porotos de la bolsa son blancos.
Si yo sé que todos los porotos de la bolsa son blancos y esos porotos fueron sacados de la bolsa, tales
porotos, por inferencia deductiva serán todos blancos.
Estos porotos que veo sobre la mesa son blancos. Como sé que todos los porotos de la bolsa son blancos,
por inferencia abductiva, supongo que esos porotos fueron sacados de la bolsa.
En relación al conocimiento científico los planteos de Peirce se oponen a las perspectivas positivistas que
afirman que solo la inducción o la deducción son responsables del desarrollo de la ciencia. Según el, todas
las ideas novedosas, serían producto de la abducción, que en realidad sería un momento (el momento
inicial) de un triple proceso:
Este “instinto de adivinar”, la abducción, es, según el propio Peirce, “una ensalada singular, cuyos
ingredientes principales son la falta de fundamento, la ubicuidad [facultad de estar presente en varios los
sitios a la vez] y la fiabilidad”
A menudo extraemos de una observación sólidos indicios de la verdad sin poder especificar cuáles
circunstancias de entre las observadas contenían tales indicios.
Movimiento que surge a fines del siglo XIX en el que podemos encontrar a tres grandes “detectives”:
Giovanni Morelli, Sherlock Holmes (Arthur Conan Doyle) y Sigmund Freud (todos médicos.
Los caracteriza ese “saber observar” al detenerse en el valor que presentan ciertos detalles que hasta el
momento no habían sido tenidos en cuenta.
Según Guinzburg, este modelo “conjetural”, desde una perspectiva filogenética, podría hallarse seguramente
en las actividades del hombre primitivo.
Implica la posibilidad de ordenar en una secuencia narrativa hechos aparentemente insignificantes. Esta
búsqueda de “detalles irrelevantes” que se transforman en “indicios reveladores” es una marca que encierra
una clave, ya sean rasgos pictóricos (en el caso de Morelli), formaciones del inconsciente (en el caso de
Freud) o las huellas de la escena del crimen, en el caso de Sherlock Holmes.
La abducción es por lo tanto también un proceso de formación de hipótesis explicativas que trata de probar
que algo debe ser.