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LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
ACTIVIDAD INTEGRADORA I
Desarrollo
A raíz de la pandemia se fue incrementado la referencialidad hacia la ciencia y
las investigaciones científicas. Entonces se hace necesario analizar desde la filosofía
las múltiples maneras de utilizar el concepto ciencia y cómo se legitima la disciplina en
la sociedad contemporánea.
Miquel Seguro, filósofo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya dice
que “nos apoyamos en la verdad científica porque asumimos que es la más
objetiva, la más acreditada y en su ajustabilidad a la realidad. Es decir, lo más libre
de prejuicios y lo más alejado de la subjetividad. Sin embargo, yo creo que
tenemos que tener en cuenta tres cosas: La naturaleza misma de la verdad
científica, la necesidad social de tener referencias de autoridad, y la
necesidad de certezas”. (Palou, 2020). Tomaré estos tres conceptos como hilo
conductor del informe.
Necesidad de certezas
“Y por último, un elemento mucho más personal, que tiene que ver con la
necesidad de poseer certezas. En algún entonces la certeza mayoritaria la ocupaba
la religión. Desde hace un tiempo la ocupa la ciencia. Todo lo que provenga de
aquello que uno personalmente acepta como certeza, y que conecta con el
elemento social anterior, aparece como dotado de verdad”. (Palou, 2020).
Retomando a Rolando Rivera, dice que “aunque se le pide a la ciencia
respuestas definitivas, no se tiene nada de eso. La ciencia es un proceso de
construcción de afirmaciones y refutaciones que va avanzando en el conocimiento”
(Sagastume, 2020), plasmando, una visión de que para él la ciencia es, la cual parece
alinearse con la de Karl Popper.
La propuesta de Popper estaba en oposición al método inductivo pero, ¿qué es
el método inductivo?, desde una mirada empirista, la ciencia comienza con la
observación de fenómenos naturales. Tomando en cuenta enunciados singulares, se
formulan otros generales. Es decir, que la inducción “se mueve” de lo particular a lo
general. (Canvas, 2022). La tradición empirista concibe a la inducción como el método
característico de la ciencia, pero Popper rechaza este principio básico ya que pone en
tela de juicio que el conocimiento científico pueda justificarse a partir de la capacidad
de formular verdades universalmente válidas partiendo de la observación repetida de
casos particulares (Pérez Ransanz, 2004). Aquí podemos ver como con el Covid-19
esta mirada induccionista sobre la ciencia está arraigada (de forma rudimentaria) al
inconsciente colectivo de las personas y sigue muy vigente, así surgieron tantas
“pseudo-teorías” que surgían de casos particulares que se tomaban como verdad
única y generalizable.
En ese entonces, parecía que el conocimiento científico del virus cambiaba a
cada hora. Primero el virus se transmitía solo por contacto cercano o mediante
superficies contaminadas, pero después resultaba que se propagaba por vía aérea. Se
decía que el virus mutaba lentamente, pero luego rápidamente surgieron una serie de
variantes nuevas.
Fue esta necesidad de certezas y la falta de las mismas las que también
promovieron la proliferación de teorías conspirativas o la negación de la existencia
misma de la crisis, por ejemplo, con movimientos que cuestionan los hallazgos de la
ciencia, como el movimiento “antivacuna” o los “terraplanistas”.
Aquí se presencia el problema de la demarcación científica; problema que
Popper tenía muy presente en sus reflexiones epistemológicas. El criterio de
demarcación que, según Popper, debe distinguir el carácter científico de una teoría
consiste en la posibilidad de que pueda ser refutada o falseada: una teoría que no es
refutable por ningún acontecimiento concebible no es científica. La irrefutabilidad, por
tanto, no es una virtud de una teoría (como se cree), sino un vicio. (Canvas, 2022).
Conclusión
Lo que no han hecho los investigadores es explicar, de modo que el ciudadano
promedio pueda entender, que así es como ha funcionado siempre la ciencia. El
progreso científico consiste en la tendencia a establecer hipótesis o teorías siempre
susceptibles de revisión.
“Hay algunas personas cuya confianza supera su conocimiento y no les
preocupa decir cosas que están mal, y hay otras personas que probablemente tienen
todo el conocimiento, pero se quedan calladas porque tienen miedo de dar
información, lo cual también es una pena, o simplemente no son buenos
comunicadores”. (Mandavilli, 2021).
Los funcionarios de salud podrían comenzar con videos cortos que se
fomenten en escenarios públicos, para explicar conceptos básicos; líneas de
información directas y foros públicos a nivel local, provincial y nacional; y una
presencia activa en las redes sociales para contrarrestar la desinformación. Se podrían
dictar talleres o seminarios gratis en escuelas o demás espacios educativos como
actividad extracurricular donde todo ciudadano por más que no pertenezca al ámbito
científico o médico pueda enriquecerse con información útil.
El primer paso para educar al público y ganarse su confianza es hacer planes,
y luego comunicarlos con honestidad, con todo y sus fallas e incertidumbre. Sin
embargo, la clave no está sólo en la comunicación o en la información (que hoy en día
abunda), sino en la educación. Una educación rica, de calidad y con fundamentos, que
sobre todo fomente en los ciudadanos un pensamiento crítico.
Bibliografía: