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2 Balac, hijo de Sipor, vio todo lo que los israelitas habían hecho a los amorreos, 3 y los
moabitas sintieron un gran temor a la vista de ese pueblo tan numeroso. Atemorizados
por la presencia de los israelitas, 4 los moabitas dijeron a los ancianos de Madián:
"Ahora esta turba va a devorarlo todo a nuestro alrededor como un buey devora la
hierba del campo". Entonces Balac, hijo de Sipor, que era rey de Moab en aquel
tiempo, 5 envió unos mensajeros a Balaam, hijo de Beor –que vivía en Petor, junto al
Éufrates, en el país de los descendientes de Amav– para que le hicieran esta invitación:
"Un pueblo que salió de Egipto y cubrió toda la tierra se ha establecido frente a mí.
6 Ven, por favor, y maldíceme a este pueblo, porque es más fuerte que yo. Tal vez así
podré derrotarlo y expulsarlo del país. Porque yo sé que el que tú bendices, queda
bendecido, y el que maldices, queda maldecido".
9 Pero Dios se manifestó a Balaam y le dijo: "¿Quiénes son esos hombres que están
contigo?".
10 Balaam respondió a Dios: "Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, me envió este
mensaje:
11 ‘Aquí hay un pueblo que salió de Egipto y cubrió toda la tierra. Por eso, ven a
maldecírmelo. Tal vez así podré combatir contra él y expulsarlo’".
12 Dios dijo a Balaam: "No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo, porque está
bendecido".
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13 A la mañana siguiente, Balaam se levantó y dijo a los jefes enviados por Balac:
"Vuélvanse a su país, porque el Señor me prohibe acompañarlos".
15 Entonces Balac envió otros jefes, más numerosos y distinguidos que los primeros.
16 Ellos se presentaron a Balaam y le dijeron: "Así habla Balac, hijo de Sipor: ‘Por
favor, no te niegues a venir en mi ayuda.
18 Pero Balaam respondió a los servidores de Balac: "Aunque Balac me diera su casa
llena de plata y oro, yo no podría transgredir, ni siquiera en lo más mínimo, una orden
del Señor, mi Dios.
19 Con todo, quédense aquí también ustedes esta noche, y veré qué me dice el Señor
esta vez".
20 Durante la noche, Dios se manifestó a Balaam y le dijo: "Si esta gente ha venido a
buscarte, puedes ir con ellos. Pero no hagas nada fuera de lo que yo te ordene".
21 Por la mañana, Balaam se levantó, ensilló su asna y partió junto con los jefes de
Moab.
23 Cuando el asna vio al Ángel del Señor parado en el camino, con la espada
desenvainada en su mano, se apartó y se fue por el campo. Pero Balaam la castigó para
hacerla volver al camino.
24 El Ángel del Señor se paró entonces en un sendero angosto, que pasaba por los
viñedos y estaba rodeado de los dos lados por un cerco.
25 Al verlo, el asna se fue contra el cerco y apretó el pie de Balaam que la castigó
nuevamente.
26 Una vez más, el Ángel del Señor se adelantó y fue a colocarse en un lugar tan
estrecho, que era imposible desviarse a la derecha o a la izquierda.
28 Entonces el Señor abrió la boca del asna, y ella, dijo a Balaam: "¿Qué te hice para
que me golpearas así tres veces?".
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29 "¡Te estás burlando de mí!, respondió Balaam. Si tuviera una espada en mi mano, te
mataría ahora mismo".
30 El asna le respondió: "¿Acaso yo no soy tu asna, la que siempre has montado hasta
el día de hoy? ¿Acostumbro yo a tratarte de ese modo?". Él respondió: "No".
31 El Señor abrió los ojos de Balaam, y este vio al Ángel del Señor parado en el camino,
con la espada desenvainada en su mano; se inclinó y lo adoró con el rostro en tierra.
32 El Ángel del Señor le dijo: "¿Por qué le has pegado tres veces a tu asna? Era yo el
que te cerraba el paso, porque tu viaje me disgusta.
33 Ella me vio y se apartó de mí tres veces. Hizo muy bien en apartarse, porque de lo
contrario yo te hubiera matado, mientras que a ella la hubiera dejado con vida".
34 Balaam dijo al Ángel del Señor: "He pecado, porque no sabía que tú estabas
apostado delante de mí en el camino. Si esto te desagrada, ahora mismo regreso".
35 El Ángel del Señor respondió a Balaam: "Ve con estos hombres, pero dirás
solamente lo que yo te indique". Y Balaam se fue con los jefes que le había enviado
Balac.
36 Cuando Balac supo que Balaam estaba por llegar, fue a encontrarlo en Ar Moab,
sobre la frontera del Arnón, en el límite de su territorio, 37 y le dijo: "Yo te mandé a
llamar urgentemente. ¿Por qué no querías venir? ¿Acaso no dispongo de medios para
colmarte de honores?".
38 Entonces Balaam respondió a Balac: "Aquí me tienes. Pero, ¿qué puedo decir yo
ahora? Sólo diré la palabra que Dios ponga en mi boca".
39 Luego Balaam se fue con Balac. Llegados a Quiriat Jusot, 40 Balac inmoló vacas y
ovejas y se las envió a Balaam y a los jefes que iban con él.
41 A la mañana siguiente, Balac tomó a Balaam y lo hizo subir a Bamot Baal, desde
donde pudo ver a una parte del pueblo.
NÚMEROS 23
El primer oráculo de Balaam
23 1 Balaam dijo a Balac: "Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete novillos y
siete carneros".
2 Balac hizo lo que Balaam le había indicado, y entre los dos ofrecieron un novillo y un
carnero en cada altar.
3 Luego Balaam dijo a Balac: "Quédate junto a tus ofrendas, mientras voy a ver si el
Señor me hace una revelación. Yo te comunicaré lo que él me manifieste". Y se fue a
una colina desierta.
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4 El Señor se reveló a Balaam, y este le dijo: "Yo erigí los siete altares, y ofrecí un
novillo y un carnero en cada altar".
5 Entonces el Señor puso una palabra en la boca de Balaam y le dijo: "Regresa adonde
está Balac y háblale de esta manera".
7 Entonces pronunció su poema, diciendo: "Desde Arám me hizo venir Balac, el rey de
Moab desde las montañas del este: ‘¡Ven, maldíceme a Jacob, ven, pronuncia una
execración contra Israel!’.
9 Cuando lo miro desde la cima de las montañas y lo contemplo desde las colinas, veo
un pueblo que vive aparte y no se cuenta entre las naciones.
11 Balac dijo a Balaam: "¿Qué me has hecho? Yo te traje para que maldijeras a mis
enemigos, y tú los has bendecido".
12 "Yo sólo puedo repetir fielmente lo que el Señor pone en mi boca", respondió
Balaam.
13 Entonces Balac le dijo: "Ven conmigo a otro lugar desde donde podrás verlos, si no a
todos, por los menos a una parte de ellos, y maldícemelos desde allí".
14 En seguida lo llevó al campo de Sufím, en la cima del Pisgá. Allí construyó siete
altares, y ofreció un novillo y un carnero en cada altar.
15 Entonces Balaam dijo a Balac: "Quédate aquí, junto a tu holocausto, mientras yo voy
más allá en busca de una revelación".
16 El Señor se reveló a Balaam y puso una palabra en su boca. Luego le dijo: "Regresa
adonde está Balac y háblale de esta manera".
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21 No se ve ningún mal en Jacob ni se percibe ninguna desgracia en Israel.
El Señor, su Dios, está con él, y entre ellos se oye proclamar a un rey.
22 Dios, que lo hace salir de Egipto, es para él como los cuernos de un búfalo.
24 Un pueblo se alza como una leona, se yergue como un león: no se recuesta hasta
devorar la presa y beber la sangre de sus víctimas".
26 Pero Balaam respondió a Balac: "Ya te advertí que haría todo lo que el Señor me
dijera".
27 Luego Balac dijo a Balaam: "Ven, te llevaré a otro lugar. Tal vez Dios vea con
buenos ojos que me los maldigas desde allí".
28 En seguida lo llevó a la cima del Peor, que domina la región desértica, 29 y Balaam
dijo a Balac: "Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete novillos y siete
carneros".
30 Balac hizo lo que Balaam le había indicado, y ofreció un novillo y un carnero en cada
altar.
SALMO 80 (79)
SÚPLICA POR LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL
22 Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos
de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado
Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos
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23 y les encomendaron llevar la siguiente carta: «Los Apóstoles y los presbíteros
saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en
Siria y en Cilicia.
27 Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este
mismo mensaje.
31 Esta fue leída y todos se alegraron por el aliento que les daba.
32 Judas y Silas, que eran profetas, exhortaron a sus hermanos y los confirmaron,
hablándoles largamente.
33 Al cabo de un tiempo, los hermanos los enviaron nuevamente a la comunidad que los
había elegido, despidiéndolos en paz.
36 Algún tiempo después, Pablo dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar a los hermanos que
están en las ciudades donde ya hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo
se encuentran».
38 Pero Pablo consideraba que no debía llevar a quien los había abandonado cuando
estaban en Panfilia y no había trabajado con ellos.
39 La discusión fue tan viva que terminaron por separarse; Bernabé, llevando consigo a
Marcos, se embarcó rumbo a Chipre. 40 Pablo, por su parte, eligió por compañero a
Silas y partió, encomendado por sus hermanos a la gracia del Señor.
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