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Sermones
“Y un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura,
por lo que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. Pero la batalla
había arreciado aquel día, y el rey estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde murió; y la sangre
de la herida corría por el fondo del carro”.
1 Reyes 22:34-35
INTRODUCCIÓN
Quizás entre todos los reyes de Israel, la Biblia señala a Acab como el que provoco más a ira a Dios que
cualquier otro antes o después de él. La vida de Acab nos ofrece un buen ejemplo de los pasos que nos
conducen a la destrucción de nuestra vida y a la condenación eterna, y es la vida que retrata a muchas
personas hoy en día, que como él, han decidido hacer caso omiso de la palabra de Dios.
Acab-rey
“Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él.
Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel,
hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal, en el templo de
Baal que él edificó en Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que
todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel”.
1 Reyes 16:31-33
Muchas personas como Acab le parecen cosa ligera la vida de pecado que llevan sin saber que un
día pagaran por ella ya que la Biblia declara que todo aquel que lo practique será condenado.
“Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a
Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales”.
1 Reyes 18:17-18
Para esta época Israel estaba atravesando una sequía terrible y Acab era responsable de ello ya
que había inducido a la nación a la idolatría, por tal motivo Elías oro y no llovió por tres años a tal punto
que el agua y alimentos se escasearon, y cuando Acab vio a Elías lo culpo por la situación de la nación sin
entender que su pecado era el responsable de todo. Otro paso que nos conduce a la destrucción es no
arrepentirse aun en medio de las pruebas más difíciles. Muchas personas están sufriendo gravemente
por causa de sus pecados, pero se niegan a arrepentirse, quieren seguir luchando por resolver sus
problemas sin saber que sus pasos los conducen a la condenación.
1 Reyes 20:38-43
Acab no pudo decir que no gozo de la misericordia de Dios. Cuando Ben-hadad rey de Siria ataco
la nación Dios le dijo a Acab que lo respaldaría y derrotaría a su enemigo: “Y salió el rey de Israel, e hirió
la gente de a caballo, y los carros, y deshizo a los sirios causándoles gran estrago”, (1 Reyes 20:21). Un
año más tarde el rey de Siria se organiza para la batalla pensando: “Sus dioses son dioses de los montes,
por eso nos han vencido; más si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos”, (1 Reyes
20:23). Sin embargo, Dios mantuvo su respaldo a Acab: “Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel,
y le habló diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no
Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy
Jehová”, (1 Reyes 20:28). El objetivo de ayudarle era mostrarle que Él era el único Dios y lo bueno que
podía hacer por su vida; pero ni así se convirtió. En lugar de eso, después de derrotar a los sirios le
perdona la vida al rey y esto desagrado al Señor por lo que envió a un profeta a darle su última sentencia
de muerte.
Muchas personas son como Acab, que ni con las pruebas y ni con las bendiciones se deciden a seguir a
Dios. Esto es algo común en los seres humanos. Por ejemplo, Dios hacia llover en un lado y daba sequía
en otro para llamar a su pueblo al arrepentimiento, pero ni los que estaban mal buscaban a Dios ni
mucho menos los que estaban bien.
“También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra
ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o
tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice
Jehová”.
Amos 4:7-8
Mateo 11:16-17
Otro paso que nos conduce a la destrucción es no reconocer las cosas buenas que Dios hace en
nosotros para convertirnos a Él. Muchas veces trata de mostrarnos su gran amor para que nosotros
corramos a sus pies, otras, puede llamarnos a través de problemas y dificultades. Lamentablemente,
muchos como Acab, ni de una u otra forma se arrepienten.
“Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehová ha
decretado el mal acerca de ti”.
1 Reyes 22:23
Finalmente, otro paso que nos conduce a la destrucción es ignorar su palabra. El profeta Micaías
le advirtió que si iba a la guerra moriría, pero no hizo caso. No era la primera vez que Dios lo
amonestaba. La primera vez que le decreto su ruina fue cuando permitió que su esposa levantara falso
testimonio contra Nabat para que lo mataran y quedarse con su villa. La otra ocasión fue cuando
desaprovechó la oportunidad que Dios le dio cuando dejo ir libre al rey de Siria. Nadie puede decir que
Dios no les advierte de las consecuencias de sus pecados, lamentablemente creen que pueden evadirlas
y burlar a Dios.
Acab decidió disfrazarse e ir a pelear, sin embargo, una flecha lanzada al azar lo alcanzo: Y un
hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo
que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. Nadie podrá burlar a Dios,
tarde o temprano nuestra desobediencia nos conducirá a nuestro fracaso final.
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu,
del Espíritu segará vida eterna”.
Gálatas 6:7-8
CONCLUSIÓN
Acab murió desangrado y así se cumplió la palabra de Dios dada por boca de todos sus profetas. Muchas
personas hoy en día han sentido la amonestación de Dios por sus pecados, pero se niegan a
arrepentirse; si Acab se hubiera arrepentido hubiese salvado su alma, pero nosotros no esperemos a
terminar como él ya que tarde o temprano pagaremos por nuestras maldades si no nos apartamos de
ellas y nos arrepentimos.
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