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Día 189 de 365

2 CRÓNICAS 07 Progreso: 51.8 %

Los sacrificios de la Dedicación del Templo Lectura de hoy:


1 Rey. 8. 62-66 2 Crónicas 07 -- 09
Proverbios 18,01-12
1 Cuando Salomón terminó de orar, bajó fuego del cielo y Romanos 7
devoró el holocausto y los sacrificios. La gloria del Señor llenó
la Casa, 2 y los sacerdotes no podían entrar en ella, porque la
gloria del Señor llenaba la Casa del Señor.

3 Todos los israelitas, al ver que bajaba el fuego y que la gloria del Señor se posaba
sobre la Casa, se postraron con el rostro en tierra sobre el pavimento, mientras
adoraban y celebraban al Señor, "porque es bueno, porque es eterno su amor".

4 El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios delante del Señor.

5 El rey Salomón ofreció en sacrificio 22.000 bueyes y 20.000 carneros. Fue así como el
rey y todo el pueblo dedicaron la Casa de Dios.

6 Los sacerdotes ocupaban sus puestos, y los levitas tocaban los instrumentos
musicales que había hecho el rey David para celebrar al Señor, "porque es eterno su
amor". Mientras el mismo David alababa a Dios por medio de ellos, los sacerdotes
tocaban las trompetas en el lado opuesto y todo el pueblo permanecía de pie.

7 Salomón consagró el centro del atrio que está delante de la Casa del Señor,
ofreciendo allí los holocaustos y la grasa de los sacrificios de comunión, porque el altar
de bronce que él había hecho no podía contener los holocaustos, la oblación y la grasa
de los sacrificios.

8 En aquella ocasión, Salomón, y con él todo Israel, celebró la Fiesta durante siete días.
Se congregó una asamblea inmensa, venida desde la Entrada de Jamat hasta el
Torrente de Egipto.

9 Al octavo día, tuvo lugar una asamblea solemne, porque habían celebrado la
dedicación del altar durante siete días y la Fiesta durante otros siete días.

10 El día veintitrés del séptimo mes, Salomón despidió al pueblo y ellos se fueron a sus
campamentos, con el corazón desbordante de alegría por el bien que el Señor había
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hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.

Nueva aparición del Señor a Salomón


1 Rey. 9. 1-9

11 Salomón terminó la Casa del Señor y la casa del rey, llevando así a cabo todo lo que
se había propuesto hacer para la Casa del Señor y para su propia casa.

12 Entonces el Señor se apareció a Salomón durante la noche y le dijo: "He oído tu


oración y me he elegido este lugar como Templo para los sacrificios.

13 Cuando yo cierre el cielo y no haya lluvia, cuando ordene a la langosta que devore el
país, cuando envíe a mi pueblo la peste, 14 si mi pueblo, el que es llamado con mi
Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos,
yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca.

15 A partir de ahora, mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la súplica que se
haga en este lugar.

16 Y a partir de ahora, yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi Nombre


resida en ella para siempre, mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días.

17 En cuanto a ti, si caminas en mi presencia como lo hizo tu padre David, practicando


todo lo que te mandado, observando mis preceptos y mis leyes, 18 entonces yo
mantendré tu trono real, como se lo aseguré a tu padre David, cuando dije: ‘Nunca te
faltará un descendiente que gobierne Israel’.

19 Pero si defeccionan y abandonan los preceptos y mandamientos que puse delante de


ustedes, si van a servir a otros dioses y se postran delante de ellos, 20 entonces los
arrancaré de mi suelo, el que yo les he dado, arrojaré lejos de mi presencia esta Casa
que consagré a mi Nombre, y la convertiré en objeto de burla y de irrisión entre todos
los pueblos.

21 Y esta Casa, que fue tan magnífica, será motivo de estupor para todo el que pase
junto a ella, a tal punto que se preguntará: ‘¿Por qué el Señor ha tratado así a este país
y a esta Casa?’.

22 Y se responderá: ‘Porque abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había
hecho salir de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron delante de ellos y
los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad’".

2 CRÓNICAS 08
Las construcciones de Salomón
1 Rey. 9. 10, 17b-19

1 Al cabo de los veinte años que tardó Salomón en construir la Casa del Señor y su
propia casa, 2 él reconstruyó las ciudades que le había dado Jirám y estableció en ellas
a los israelitas.

3 Luego se dirigió a Jamat de Sobá y se apoderó de ella.

4 Reconstruyó Tadmor en el desierto, como asimismo todos los centros de


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aprovisionamiento que había edificado en Jamat.

5 Reconstruyó Bet Jorón de Arriba y Bet Jorón de Abajo –plazas fuertes con muros,
puertas y cerrojos– 6 y también Baalat, todos los centros de aprovisionamiento que
tenía Salomón, todas las ciudades para los carros de guerra y la caballería, y todas las
demás construcciones que Salomón quiso levantar en Jerusalén, en el Líbano y en todo
el país sometido a su dominio.

El reclutamiento de trabajadores
1 Rey. 9. 20-23

7 A los sobrevivientes de los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los
jebuseos, que no pertenecían a Israel 8 –es decir, a sus descendientes, que habían
quedado después de ellos en el país, porque los israelitas no los habían exterminado–
Salomón les impuso trabajos serviles hasta el día de hoy.

9 Pero no sometió a esclavitud a ningún israelita, sino que a ellos los empleó como
hombres de guerra, jefes de sus escuderos y comandantes de sus carros de guerra y su
caballería.

10 Los supervisores de los capataces puestos por Salomón eran doscientos cincuenta
hombres, que dirigían al personal.

El traslado de la hija del Faraón


1 Rey. 9. 24

11 Salomón hizo subir a la hija del Faraón desde la Ciudad de David a la casa que había
edificado para ella, porque él decía: "Mi mujer no puede habitar en la casa de David, el
rey de Israel, ya que los lugares donde ha entrado el Arca del Señor son sagrados".

La organización del culto


1 Rey. 9. 25

12 Entonces Salomón comenzó a ofrecer holocaustos al Señor sobre el altar que había
erigido ante el vestíbulo del Templo.

13 Según el rito de cada día, ofrecía lo que había mandado Moisés para los sábados, los
novilunios y las tres solemnidades anuales, a saber, la fiesta de los Ácimos, la fiesta de
las Semanas y la fiesta de las Chozas.

14 Además, conforme a las disposiciones de su padre David, asignó a las clases


sacerdotales sus respectivas funciones; estableció en sus cargos a los levitas, para
cantar alabanzas y oficiar en presencia de los sacerdotes, según el rito de cada día; y a
los porteros, según sus clases, los encargó de cada una de las puertas, porque así lo
había mandado David, el hombre de Dios.

15 Ellos no se apartaron en nada de lo mandado por el rey en lo referente a los


sacerdotes y a los levitas, ni tampoco en lo concerniente a los tesoros.

16 Así se llevó a cabo toda la obra de Salomón, desde el día en que se pusieron los
cimientos de la Casa del Señor hasta su terminación. La Casa del Señor quedó
totalmente concluida.

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La flota de Salomón
1 Rey. 9. 26-28

17 Entonces Salomón se dirigió a Esión Guéber y a Elat, a orillas del mar, en el país de
Edóm.

18 Jirám, por medio de sus servidores, le envió una flota y algunos marineros, buenos
conocedores del mar. Ellos fueron a Ofir con los servidores de Salomón, y trajeron de
allí cuatrocientos talentos de oro, que entregaron al rey Salomón.

2 CRÓNICAS 09
La visita de la reina de Sabá
1 Rey. 10. 1-13

1 La reina de Sabá oyó hablar de la fama de Salomón, y fue a ponerlo a prueba,


proponiéndole unos enigmas. Llegó a Jerusalén con un séquito imponente, con camellos
cargados de perfumes, de gran cantidad de oro y de piedras preciosas. Cuando se
presentó ante Salomón, le expuso todo lo que tenía pensado decirle.

2 Salomón respondió a todas sus preguntas, no hubo para él ninguna cuestión tan
oscura que no se la pudiera explicar.

3 Cuando la reina vio toda la sabiduría de Salomón, las casa que había construido, 4 los
manjares de su mesa, los aposentos de sus servidores, el porte y la librea de sus
camareros y de sus coperos, y los holocaustos que ofrecía en la Casa del Señor, se
quedó sin aliento 5 y dijo al rey: "¡Realmente era verdad lo que había oído decir en mi
país acerca de ti y de tu sabiduría!

6 Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora
compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad, el cúmulo de tu sabiduría
supera la fama que llegó a mis oídos.

7 ¡Felices tus mujeres, y felices también estos servidores tuyos, que están
constantemente delante de ti, escuchando tu sabiduría!

8 ¡Y bendito sea el Señor, tu Dios, que te ha mostrado su favor, poniéndote sobre su


trono como rey, al servicio del Señor, tu Dios! ¡Sí, por su amor a Israel, y a fin de
hacerlo subsistir para siempre, tu Dios te ha puesto como rey al frente de ellos, para
que ejercieras el derecho y la justicia!".

9 La reina regaló al rey ciento veinte talentos de oro, una enorme cantidad de perfumes
y piedras preciosas; nunca más hubo tantos perfumes como los que la reina de Sabá dio
al rey Salomón.

10 Los servidores de Jirám y de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron
también madera de sándalo y piedras preciosas.

11 Con la madera de sándalo, el rey hizo unos tablados para la Casa del Señor y para la
casa del rey, y también cítaras y arpas para los músicos. Nunca se había visto nada
semejante en el país de Judá.
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12 Por su parte, el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le ocurrió
pedir, mucho más de lo que ella misma había traído al rey. Después, la reina emprendió
el camino de regreso a su país, acompañada de su séquito.

Las riquezas de Salomón


1 Rey. 10.14-25

13 El peso del oro que recibía Salomón en un solo año ascendía a seiscientos sesenta y
seis talentos. 14 sin contar lo que aportaba el tráfico de los viajantes y mercaderes.
Todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país llevaban oro y plata a Salomón.

15 El rey Salomón hizo doscientos grandes escudos de oro trabajado a martillo,


empleando para cada uno seiscientos siclos de oro, 16 y trescientos escudos más
pequeños, también de oro trabajado a martillo, empleando para cada uno trescientos
siclos de oro. Luego el rey los ubicó en la sala llamada Bosque del Líbano.

17 El rey hizo, además, un gran trono de marfil, al que recubrió de oro puro.

18 El trono tenía seis gradas, una plataforma de oro, unos sostenes, y brazos a ambos
lados del asiento; junto a los brazos había dos leones de pie, 19 y otros doce leones de
pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual.

20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y todo el mobiliario de la sala llamada
Bosque del Líbano, de oro fino; no se usaba la plata, a la que en tiempos de Salomón no
se la tenía en cuenta para nada.

21 Porque el rey disponía de una flota que iba a Tarsis con los servidores de Jirám, y
una vez cada tres años las naves de alta mar llegaban cargadas de oro, plata, marfil,
monos y pavos reales.

22 El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría.

23 Todos los reyes de la tierra trataban de ver a Salomón para oír la sabiduría que Dios
había puesto en su corazón.

24 Y cada uno aportaba sus presentes: objetos de plata y oro, trajes, armas, perfumes,
caballos y mulas. Así, año tras año.

La caballería real
1. 14-17; 1 Rey. 10. 26-29

25 Salomón llegó a tener cuatro mil caballerizas para los caballos y los carros de
guerra, y doce mil caballos, que acantonó en las ciudades de guarnición y en Jerusalén,
junto a él.

26 Él dominaba sobre todos los reyes, desde el Río hasta el país de los filisteos y hasta
la frontera de Egipto.

27 El rey hizo que la plata fuera en Jerusalén tan común como las piedras, y que la
madera de cedro fuera tan abundante como los sicomoros de la Sefelá.

28 Los caballos para Salomón se importaban de Musrí y de todos los países.

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Fin del reinado de Salomón
1 Rey. 11. 41-43

29 El resto de los hechos de Salomón, desde el comienzo hasta el fin, está escrito en las
Crónicas del profeta Natán, en la Profecía de Ajías, el silonita, y en las Visiones del
vidente Idó acerca de Jeroboám, hijo de Nebat.

30 Salomón reinó sobre todo Israel, en Jerusalén, durante cuarenta años.

31 Luego se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David, su


padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él.

PROVERBIOS 18,01-12
1 El que vive aislado sigue sus caprichos y se irrita contra todo sano consejo.

2 El insensato no desea comprender, sino revelar sus propias opiniones.

3 Junto con la maldad, llega la ignominia, y con la pérdida del honor, el desprecio.

4 Aguas profundas son las palabras de un hombre, torrente desbordante es la fuente de


la sabiduría.

5 No está bien rehabilitar al malvado, perjudicando al justo en el juicio.

6 Los labios del insensato promueven litigios y su boca incita a golpear.

7 La boca del insensato es su ruina y sus labios, una trampa para su vida.

8 Las palabras del detractor son como golosinas que bajan hasta el fondo de las
entrañas.

9 El que se deja estar en su trabajo es hermano del que destruye.

10 El nombre del Señor es una torre fortificada: el justo corre hacia ella y se pone a
salvo.

11 La fortuna del rico es su plaza fuerte, se la imagina como un muro inexpugnable.

12 Antes de la ruina el hombre se ensoberbece, pero la humildad precede a la gloria.

ROMANOS 7

1 ¿Acaso ustedes ignoran, hermanos –hablo a gente que entiende de leyes– que el
hombre está sujeto a la ley únicamente mientras vive?
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2 Así, una mujer casada permanece ligada por la ley a su esposo mientras él viva; pero
al morir el esposo, queda desligada de la ley que la unía a él.

3 Por lo tanto, será tenida por adúltera si en vida de su marido se une a otro hombre.
En cambio, si su esposo muere, quedará desligada de la ley, y no será considerada
adúltera si se casa con otro hombre.

4 De igual manera, hermanos, por la unión con el cuerpo de Cristo, ustedes han muerto
a la Ley, para pertenecer a otro, a aquel que resucitó a fin de que podamos dar frutos
para Dios.

5 Porque mientras vivíamos según la naturaleza carnal, las malas pasiones, estimuladas
por la Ley, obraban en nuestros miembros para hacernos producir frutos de muerte.

6 Pero ahora, muertos a todo aquello que nos tenía esclavizados, hemos sido liberados
de la Ley, de manera que podamos servir a Dios con un espíritu nuevo y no según una
letra envejecida.

7 ¿Diremos entonces que la Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no hubiera
conocido el pecado si no fuera por la Ley. En efecto, hubiera ignorado la codicia, si la
Ley no dijera: "No codiciarás".

8 Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, provocó en mí


toda suerte de codicia, porque sin la Ley, el pecado es cosa muerta.

9 Hubo un tiempo en que yo vivía sin Ley, pero al llegar el precepto, tomó vida el
pecado, 10 y yo, en cambio, morí. Así resultó que el mandamiento que debía darme al
vida, me llevó a la muerte.

11 Porque el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, me sedujo


y, por medio del precepto, me causó la muerte.

12 De manera que la Ley es santa, como es santo, justo y bueno el precepto.

13 ¿Pero es posible que lo bueno me cause la muerte? ¡De ningún modo! Lo que pasa es
que el pecado, a fin de mostrarse como tal, se valió de algo bueno para causarme la
muerte, y así el pecado, por medio del precepto, llega a la plenitud de su malicia.

14 Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy carnal, y estoy vendido como
esclavo al pecado.

15 Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que
aborrezco.

16 Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena.

17 Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, 18 porque
sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el
bien está a mi alcance, pero no el realizarlo.

19 Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.

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20 Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que
reside en mí.

21 De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta
el mal.

22 Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la Ley de Dios, 23 pero


observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata
a la ley del pecado que está en mis miembros.

24 ¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte?

25 ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! En una palabra, con mi corazón sirvo
a la Ley de Dios, pero con mi carne sirvo a la ley del pecado.

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