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DE LA GUERRA CIVIL
versículos 1-3 “David pasó revista al pueblo que tenía consigo y puso
sobre ellos jefes de millar y jefes de centena. Luego envió David al
pueblo, una tercera parte bajo el mando de Joab, una tercera parte bajo
el mando de Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte
al mando de Itai, el geteo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré con
vosotros. Pero el pueblo respondió: No saldrás; porque si nosotros
huimos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros
muera, no harán caso de nosotros; pero tú ahora vales tanto como diez
mil de nosotros. Será mejor que tú nos brindes ayuda desde la ciudad."
Ahora, David quería salir a la batalla con sus hombres,
pero el pueblo no se lo permitió.
Por tanto, antes de que la batalla empezara, David tuvo
unas pocas palabras que decir a sus hombres.
Leamos los versículos 4 y 5: "Yo haré lo que bien os parezca? les dijo el
rey. Se puso, pues, el rey a la entrada de la puerta, mientras salía todo el
pueblo de ciento en ciento y de mil en mil. El rey dio a Joab, a Abisai y a
Itai esta orden: Tratad benignamente, por amor a mí, al joven Absalón. Y
todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los
capitanes."
Éste es uno de los capítulos más tristes en la vida de
David.
El capítulo del pecado de David, es quizá el capítulo
más sórdido, pero éste es el más triste, porque relata la
muerte de su hijo Absalón.
Como ellos le había rogado que no saliese a la batalla,
David se puso inmediatamente a un lado de la entrada
de la ciudad mientras el ejército iniciaba la marcha al
mando de tres jefes: Joab, Abisai e Itai.
A medida que cada uno de ellos iba pasando, David les
encargaba que trataran con consideración a su hijo.
Todo el ejército le escuchó dar esta orden.
Absalón siempre sería un perturbador y seguramente
querrían eliminarle.
Sin embargo, David amaba a su hijo y por ello dio esas
instrucciones.
Hemos visto así cómo se preparaba el escenario para
una nueva tragedia que, en esta ocasión implicaba a
toda la nación.
Miles de israelitas morirían en el campo de batalla.
Como toda guerra posteriormente en la historia, aquella
revelaría las trágicas consecuencias del pecado,
evidentes en la ambición de un hombre y en su sed
insaciable de poder.
Solo el poder del Evangelio, el poder de Dios, puede
regenerar a esa típica naturaleza humana por la acción
del Espíritu Santo.
Jesucristo hizo posible que el ser humano tuviese paz
con Dios y, como uno de los resultados de esa nueva
relación, experimentase paz en la convivencia con sus
semejantes.
Con todo, creemos que ha quedado debidamente
demostrado que la paz auténtica es un bien
inalcanzable por medios humanos.
Bien dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos
5:1 que, habiendo sido declarados justos por la fe, tenemos paz
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
versículos 25 al 29: "El atalaya dio un grito y lo hizo saber al rey, el cual
dijo: Si viene solo, buenas noticias trae. Mientras el hombre venía
acercándose, vio el atalaya a otro que corría. Dio voces el atalaya al
portero diciendo: Ahí viene otro hombre corriendo solo. ¿También éste es
un mensajero? dijo el rey. El atalaya dijo de nuevo: Me parece que el
primero corre como Ahimaas hijo de Sadoc. Ése es hombre de bien y
viene con buenas noticias, dijo entonces el rey. Cuando Ahimaas se
acercó, dijo al rey en alta voz: Paz. Y postrándose en tierra delante del
rey, le dijo: Bendito sea el Señor, tu Dios, que ha entregado a los
hombres que habían levantado sus manos contra mi señor, el rey. ¿El
joven Absalón está bien??preguntó el rey. Ahimaas respondió: Vi yo un
gran alboroto cuando me envió Joab, el siervo del rey, pero no sé qué
era."
David solo tenía una pregunta que hacer a Ahimaas, y
fue: "¿El joven Absalón está bien?" Pero Ahimaas no
tenía toda la información necesaria para dársela al rey.
No sabía que se había ganado la batalla, y que Absalón
había muerto.
Estimado oyente, hay tantos mensajeros por todas
partes hoy, que están informando a la familia humana,
de que Dios dice que todo está bien.
Pero, estimado oyente, todo no está bien. El hombre es
pecador. Necesita un Salvador.
El ser humano tiene que saber que el Hijo de Dios murió
en la cruz por él.
Las personas necesitan nacer otra vez. En aquellas
circunstancias trágicas, Ahimaas no tenía el mensaje
que David tenía que haber recibido.