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1 Para Moab. Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Lectura de hoy:
Israel: ¡Ay de Nebo, porque ha sido devastada! ¡Ha sido Jeremías 48
tomada Quiriataim, la ciudadela está humillada y deshecha! Eclesiástico 21,1-14
Juan 9,24-41
2 ¡Ya no existe la gloria de Moab! En Jesbón traman el mal
contra ella: «¡Vengan, extirpémosla como nación!». También
tú, Madmén, serás reducida a silencio, la espada avanza detrás de ti.
5 Sí, por la cuesta de Lujit la gente sube llorando; sí, por la pendiente de Joronaím se
oye un grito: «¡Desastre!».
7 Por haber confiado en tus obras y en tus tesoros, también tú serás capturado.
Quemós irá hacia el destierro, con sus sacerdotes y sus príncipes.
8 El devastador ocupará cada ciudad, ni una sola escapará perecerá el valle y será
arrasada la meseta, como lo ha dicho el Señor.
9 Traigan sal para Moab, porque será completamente destruido; sus ciudades serán una
desolación, donde nadie habita.
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12 Por eso, llegarán los días –oráculo del Señor– en que yo enviaré trasvasadores que
lo trasvasarán; ellos vaciarán sus vasijas y romperán sus tinajas.
21 Llega un juicio al país de la meseta, a Jolón e Iahsá, contra Mefaat, 22 contra Dibón,
contra Nebo, contra Bet Diblataim, 23 contra Quiriataim, contra Bet Gamul, contra Bet
Meón, 24 contra Queriot, contra Bosrá, y contra todas las ciudades del país de Moab,
lejanas y cercanas.
27 ¿Acaso no te reías de Israel? ¿Lo han sorprendido entre ladrones, para que siempre
que hables de él sacudas la cabeza?
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28 ¡Abandonen las ciudadesy habiten en las rocas,
habitantes de Moab!
¡Hagan como la paloma que pone su nido
en las laderas de un barranco!
30 Yo conozco su petulancia
–oráculo del Señor–
sus vanas habladurías,
sus obras inconsistentes.
34 El clamor de Jesbón llega hasta Elealé; alzan la voz hasta Iahás, desde Soar hasta
Joronaim y Eglat Selisiá. Porque hasta las aguas de Nimrim son una desolación.
35 Yo haré desaparecer de Moab –oráculo del Señor– al que sube a los lugares altos y
quema incienso a sus dioses.
36 Por eso mi corazón lanza un quejido por Moab como una flauta; mi corazón lanza un
quejido como una flauta por la gente de Quir Jaréset. Por eso se han perdido las
ganancias que habían obtenido.
37 Porque están rapadas todas las cabezas y raídas todas las barbas; en todas las
manos hay incisiones y todos llevan cilicio.
38 Sobre los techos de Moab y en sus plazas no hay más que lamentos; porque yo he
destrozado a Moab como un vaso que nadie quiere –oráculo del Señor–.
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extiende sus alas hacia Moab.
ECLESIÁSTICO 21,1-14
1 ¿Has pecado, hijo mío? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus faltas pasadas.
2 Huye del pecado como de una serpiente, porque si te acercas,, te morderá; sus
dientes son dientes de león, que arrebatan la vida de los hombres.
3 Toda transgresión es como espada de dos filos: no hay remedio para su herida.
4 La violencia y la soberbia hacen perder las riquezas: así será arrasada la casa del
orgulloso.
5 La oración del pobre va de su boca a los oídos del Señor, y la sentencia divina no se
hace esperar.
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6 El que odia la reprensión sigue las huella del pecador, pero el que teme al Señor se
arrepiente de corazón.
8 El que edifica su casa con dinero ajeno es como el que amontona piedras para el
invierno.
12 El que no es habilidoso no puede aprender, pero hay una habilidad que produce
amargura.
13 La ciencia del sabio crece como una inundación y su consejo es como fuente de vida.
JUAN 9,24-41
24 Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a
Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador».
27 El les respondió: «Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren
oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?».
28 Ellos lo injuriaron y le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos
discípulos de Moisés!
30 El hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es,
a pesar de que me ha abierto los ojos.
31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero si al que lo honra y cumple su
voluntad.
32 Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
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33 Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada».
39 Después Jesús agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los
que no ven y queden ciegos los que ven».
40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros
somos ciegos?».
41 Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como
dicen: "Vemos", su pecado permanece».
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