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Día 208 de 365

NEHEMÍAS 09 Progreso: 57.0 %

Liturgia de expiación por los pecados de Israel Lectura de hoy:


Nehemías 09 y 10
1 El día veinticuatro de ese mes, los israelitas se reunieron Proverbios 27,15-27
para un ayuno, vestidos de sayales y cubiertos de polvo. Colosenses 4

2 Los de la estirpe de Israel se separaron de todos los


extranjeros y se presentaron para confesar sus pecados y las faltas de sus padres.

3 Una vez ubicados en sus puestos, durante una cuarta parte del día se leyó el libro de
la Ley del Señor, su Dios, y durante otra cuarta parte, confesaron sus pecados y se
postraron delante del Señor, su Dios.

4 Sobre la tribuna de los levitas se levantó Josué, junto con Binuí, Cadmiel, Sebanías,
Buní, Serebías, Baní y Quenaní, y clamaron en alta voz al Señor, su Dios.

5 Luego los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y
Petajías dijeron:
"¡Levántense, bendigan al Señor, su Dios,
desde siempre y para siempre!
Sea bendecido tu Nombre glorioso,
que supera toda bendición y alabanza".

6 Y Esdras dijo:
"¡Tú eres el Señor, sólo tú!
Tú hiciste los cielos,
lo más alto del cielo y todo su ejército,
la tierra y todo lo que hay en ella,
los mares y todo lo que contienen.
A todo eso le das vida,
y el ejército del cielo se postra ante ti.

7 Tú, Señor, eres el Diosque elegiste a Abrám,


lo hiciste salir de Ur de los caldeos
y le pusiste por nombre Abraham.

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8 Al ver que su corazón te era fiel,
concluiste con él la alianza,
para darle el país de los cananeos,
de los hititas, de los amorreos,
de los perizitas, de los jebuseosy guirgasitas,
y para dárselo a su descendencia.
Y has cumplido tus palabras, porque eres justo.

9 Tú viste la miseria de nuestros padres en Egipto,


oíste su clamor junto al Mar Rojo.

10 Hiciste signos y prodigios contra el Faraón,


contra sus servidores y todo el pueblo de su país,
porque sabías con qué arrogancia los habían tratado;
así adquiriste un renombre que perdura hasta hoy.

11 Abriste ante ellos el mar,


y ellos lo cruzaron sin mojarse los pies;
pero a sus perseguidores los hundiste en el abismo,
como una piedra en las aguas caudalosas.

12 Los guiaste de día con una columna de nube


y de noche, con una columna de fuego,
para iluminarles el camino que debían recorrer.

13 Tú bajaste a la montaña del Sinaí


y hablaste con ellos desde el cielo;
les diste normas justas y leyes fidedignas,
preceptos y mandamientos excelentes.

14 Les hiciste conocer tu santo día sábado


y les prescribiste mandamientos, preceptos y una Ley,
por medio de Moisés, tu servidor.

15 Tú les diste pan del cielo para saciar su hambre,


hiciste brotar agua de la roca para calmar su sed,
y les mandaste ir a tomar posesión de la tierra
que, con la mano en alto, habías jurado darles.

16 Pero nuestros padres se mostraron arrogantes,


se obstinaron y desoyeron tus mandamientos.

17 Se negaron a obedecer, sin acordarse


de las maravillas que habías hecho por ellos;
se obstinaron, empecinándose en volver
a su servidumbre en Egipto.
Pero tú eres el Dios del perdón,
compasivo y misericordioso,
lento para enojarte y lleno de fidelidad;
por eso, no los has abandonado.

18 Ellos se fabricaron un ternero de metal fundido,


diciendo: ‘Aquí está tu Dios,

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el que te hizo salir de Egipto’,
y así cometieron un gran ultraje.

19 Pero aún entonces, por tu gran misericordia,


no los abandonaste en el desierto:
la columna de nube no se alejó de ellos de día,
para guiarlos por el camino,
ni la columna de fuego durante la noche,
para iluminarles el camino que debían recorrer.

20 Tú les diste tu buen espíritu,


para que supieran discernir;
no les quitaste el maná de la boca
y les diste agua para calmar su sed.

21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto


y nunca les faltó nada:
no se gastaron sus vestidos
ni se les hincharon los pies.

22 Tú les entregaste reinos y pueblos,


y se los repartiste como zona fronteriza;
tomaron posesión del país de Sijón, rey de Jesbón,
y del país de Og, rey de Basán.

23 Multiplicaste sus hijos


como las estrellas del cielo,
y los introdujiste en la tierra
que habías prometido a sus padres en posesión.

24 Los hijos entraron y tomaron posesión del país,


y tú sometiste ante ellos
a los habitantes del país, los cananeos:
los pusiste en sus manos,
igual que a sus reyes y a los pueblos del país,
para que ellos los trataran a su arbitrio.

25 Así conquistaron plazas fuertes


y un suelo fértil;
se adueñaron de casas
llenas de toda clase de bienes,
de cisternas excavadas, viñas y olivares
y de árboles frutales en abundancia.
Comieron hasta saciarse y engordaron,
y por tu gran bondad, vivieron en medio de delicias.

26 Pero después fueron indóciles


y se rebelaron contra ti:
arrojaron tu Ley a sus espaldas,
mataron a los profetas
que los conminaban a volver a ti,
y cometieron grandes ultrajes.

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27 Tú los entregaste en manos de sus opresores,
y ellos los oprimían.
En el momento de la opresión, clamaban a ti;
tú los escuchabas desde el cielo
y, por tu gran misericordia, les mandabas salvadores
que los salvaban de sus opresores.

28 Pero apenas se sentían tranquilos,


volvían a hacer el mal delante de ti,
y tú los abandonabas en manos de sus enemigos,
que los oprimían;
ellos volvían a invocarte
y tú los oías desde el cielo:
¡cuántas veces los salvaste por tu misericordia!

29 Tú los conminabas a que volvieran a tu Ley,


pero ellos se mostraron arrogantes
y no obedecieron tus mandamientos;
pecaron contra tus normas,
las que el hombre debe cumplir para tener la vida;
volvieron la espalda con rebeldía,
se obstinaron y no obedecieron.

30 Tú fuiste paciente con ellos


durante muchos años;
les advertiste con tu espíritu,
por medio de tus profetas;
pero ellos no escucharon
y tú los entregaste en manos de otros pueblos.

31 Sin embargo, por tu gran misericordia,


no los has exterminado ni abandonado,
porque eres un Dios compasivo y misericordioso.

32 Y ahora, Dios nuestro,


Dios grande, poderoso y temible,
que mantienes la alianza y la fidelidad,
no menosprecies las tribulaciones
que nos han sobrevenido a nosotros,
a nuestros reyes y a nuestros jefes,
a nuestros sacerdotes y profetas,
a nuestros padres y a todo tu pueblo,
desde los tiempos de los reyes de Asiria
hasta el día de hoy.

33 Tú has sido justo


en todo lo que nos ha sobrevenido,
porque tú has obrado con fidelidad
y nosotros cometimos el mal.

34 Sí, nuestros reyes, nuestros jefes,


nuestros sacerdotes y nuestros padres
no practicaron tu Ley,

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no hicieron caso de tus mandamientos
ni de las advertencias que les habías hecho.

35 Durante su reinado,
en medio de los grandes bienes que les concediste,
y en la tierra espaciosa y fértil que les entregaste,
ellos no te sirvieron
ni se convirtieron de sus malas acciones.

36 Mira que hoy estamos esclavizados,


sí, somos esclavos aquí, en el país que diste a nuestros padres,
para que gozáramos de sus frutos y de sus bienes.

37 Sus abundantes productos son para los reyes


que tú nos has impuesto a causa de nuestros pecados,
y ellos disponen a su arbitrio
de nuestras personas y nuestro ganado.
¡En qué opresión hemos caído!".

NEHEMÍAS 10
El compromiso de la comunidad

1 Como consecuencia de todo esto, asumimos un firme compromiso y lo consignamos


por escrito. En el documento sellado atestiguan nuestros jefes, nuestros levitas y
nuestros sacerdotes.

2 En el documento sellado firmaron: Nehemías, el gobernador, hijo de Jacalías, y


Sedecías; 3 Seraías, Azarías, Jeremías, 4 Pasjur, Amarías, Malquías, 5 Jatús, Sebanías,
Maluc, 6 Jarím, Meremot, Abdías, 7Daniel, Guinetón, Baruc, 8 Mesulám, Abías,
Miamín, 9 Maazías, Bilgai, Semaías: estos son los sacerdotes.

10 Luego los levitas: Josué, hijo de Azanías, Binuí, de los hijos de Jenanad,
Cadmiel, 11 y sus hermanos: Sebanías, Hodías, Quelitá, Pelaías, Janán, 12 Micá, Rejob,
Jasabías, 13 Zacur, Serebías, Sebanías, 14 Hodías, Baní, Beninú.

15 Luego los jefes del pueblo: Parós, Pájat Moab, Elán, Zatú, Baní, 16Buní, Asgad,
Bebai, 17 Adonías, Bigvai, Adín, 18 Ater, Ezequías, Azur, 19 Hodías, Jasúm,
Besai, 20 Jarif, Anatot, Nebai, 21 Magpiás, Mesulám, Jezir, 22 Mesezabel, Sadoc,
Iadúa, 23 Pelatías, Janán, Anaías, 24 Oseas, Jananías, Jasub, 25 Halojés, Piljá,
Sobec, 26Rejúm, Jasabná, Maaseías, 27 Ajías, Janán, Anán, 28 Maluc, Jarím, Baaná.

29 El resto del pueblo, de los sacerdotes y levitas, los porteros, los cantores, los
empleados del Templo, en una palabra, todos los que se separaron de los pueblos
extranjeros para seguir la Ley de Dios, lo mismo que sus mujeres y sus hijos, y todos
los que son capaces de entender, 30 se unen a sus hermanos y a sus dignatarios, y se
comprometen con imprecación y juramento a proceder según la Ley de Dios, que ha
sido dada por medio de Moisés, el servidor de Dios, y a observar y practicar todos los
mandamientos del Señor, nuestro Dios, sus normas y preceptos.

Las cláusulas del compromiso

31 En particular, no daremos nuestras hijas a la gente del país ni tomaremos sus hijas
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como esposas para nuestros hijos.

32 Si la gente del país trae mercancías o cualquier otro objeto, para vender en día
sábado, no les compraremos nada en sábado o en día festivo.
El séptimo año, dejaremos los campos sin cultivar y cancelaremos cualquier clase de
deuda.

33 Nos imponemos la obligación de dar cada año un tercio de siclo para el culto de la
Casa de nuestro Dios, 34 para el pan de la ofrenda y la oblación perpetua, para el
holocausto diario y los sacrificios del sábado, de las neomenias y solemnidades, para las
ofrendas consagradas y los sacrificios de expiación por los pecados de Israel, en una
palabra, para todo el servicio de la Casa de nuestro Dios.

35 En cuanto a la ofrenda de leña, los sacerdotes, los levitas y el pueblo hemos echado
suertes para que cada una de nuestras familias la traiga por turno a la Casa de nuestro
Dios, en los tiempos fijados, año tras año, a fin de que arda en el altar del Señor,
nuestro Dios, como está escrito en la Ley.

36 Nos obligamos asimismo a traer a la Casa del Señor, año tras año, los primeros
frutos de nuestro suelo, las primicias de todos los árboles frutales 37 y los primogénitos
de nuestros hijos y de nuestro ganado, como está escrito en la Ley. Los primogénitos de
nuestro ganado serán llevados a la Casa de nuestro Dios para los sacerdotes que
prestan servicio en ella.

38 Lo mejor de nuestra molienda, de nuestros productos, de toda clase de frutos, del


vino nuevo y del aceite fresco, los llevaremos a los sacerdotes para los depósitos de la
Casa de nuestro Dios; el diezmo de nuestro suelo será para los levitas, y ellos mismos
cobrarán el diezmo en todas las ciudades de nuestras zonas de cultivo.

39 Un sacerdote, hijo de Aarón, estará con los levitas cuando cobren el diezmo, y los
levitas harán llegar la décima parte del diezmo a la Casa de nuestro Dios, para los
depósitos del Tesoro.

40 Porque en esos depósitos los israelitas y los hijos de Leví colocarán las ofrendas de
trigo, de vino nuevo y aceite fresco. Allí están también los utensilios del Santuario, los
sacerdotes que prestan servicio, los porteros y los cantores. Así no descuidaremos la
Casa de nuestro Dios.

PROVERBIOS 27,15-27
15 Gotera incesante en día de lluvia y mujer pendenciera, se asemejan:
16 querer frenarla es como frenar el viento o recoger aceite con la mano.

17 El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el prójimo.

18 El que cuida una higuera comerá de su fruto y el que respeta a su patrón recibirá
honores.

19 Como el rostro se refleja en el agua, así el hombre se mira a sí mismo en los demás.

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20 El Abismo y la Perdición son insaciables, e insaciables son también los ojos del
hombre.

21 Hay un crisol para la plata y un horno para el oro, pero el hombre es apreciado por
su reputación.

22 Aunque machaques al necio en un mortero, entre los granos, con un pisón, su


necedad no se apartará de él.

23 Conoce bien el estado de tus ovejas, presta mucha atención a tus rebaños,
24 porque la riqueza no dura para siempre ni una diadema indefinidamente.

25 Una vez cortada la hierba, aparecido el renuevo y apilado el heno de las montañas,
26 ten corderos para vestirte, chivos para pagar el precio de un campo,
27 y bastante leche de cabra para alimentarte, para mantener a tu familia y para que
vivan tus servidoras.

COLOSENSES 4

Capítulo 4

1 En cuanto a ustedes, patrones, concedan a sus servidores lo que es justo y razonable,


recordando que también ustedes tienen un Señor en el cielo.

2 Perseveren en la oración, velando siempre en ella con acción de gracias.

3 Rueguen también por nosotros, a fin de que Dios nos allane el camino para anunciar
el misterio de Cristo, por el cual estoy preso, 4 y para que yo sepa pregonarlo en la
debida forma.

5 Compórtense con sensatez en sus relaciones con los que no creen, aprovechando bien
el tiempo presente.

6 Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan
responder a cada uno como es debido.

7 En lo que a mí se refiere, nuestro querido hermano Tíquico, mi fiel ayudante y


compañero en el servicio del Señor, los informará de todo.

8 Yo lo envío expresamente para que él les dé noticias mías y los anime.

9 Lo acompañará Onésimo, nuestro fiel y querido hermano, que es uno de ustedes. Ellos
los pondrán al tanto de todo lo que pasa por aquí.

10 Aristarco, mi compañero de prisión, los saluda; lo mismo que Marcos, el primo de


Bernabé, acerca del cual ya recibieron instrucciones: si él va a verlos, recíbanlo bien.

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11 Igualmente los saluda Jesús, el que es llamado Justo. De los que provienen del
Judaísmo, estos son los únicos que trabajan conmigo por el Reino de Dios: por eso han
sido un consuelo para mí.

12 También los saluda Epafras, su compatriota, este servidor de Cristo Jesús que ora
incansablemente por ustedes, para que se mantengan firmes en la perfección,
cumpliendo plenamente la voluntad de Dios.

13 Yo doy testimonio de lo mucho que él hace por ustedes y por los de Laodicea y de
Hierápolis.

14 Finalmente, los saludan Lucas, el querido médico, y Dimas.

15 Saluden a los hermanos de Laodicea, especialmente a Ninfas y a la Iglesia que se


reúne en su casa.

16 Una vez que hayan leído esta carta, háganla leer también en la Iglesia de Laodicea, y
ustedes, a su vez, lean la carta que yo envié a esa Iglesia.

17 Digan a Arquipo que esté atento al ministerio que recibió para servir al Señor y que
lo cumpla bien.

18 El saludo es de mi puño y letra, Pablo. Acuérdense de mis cadenas. La gracia esté


con ustedes.

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