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EL PARLAMENTARISMO Y EL PRESIDENCIALISMO.

Queda a juicio de la historia, determinar las corrientes político-filosóficas, que orientan a


las naciones a declinarse por concentrar sus objetivos, para alcanzar un determinado fin de
Estado. El cual dada la utopía que pretenda, deriva en la concepción de los mecanismos
apropiados para organizar el poder acorde a las prioridades del Estado, es decir, configura
un sistema que ha de tornar efectiva la forma de gobierno.
Así, pese a existir Estados que constitucionalmente expresen objetivos y fines análogos o
similares a otros también formalmente constituidos, incluida la forma de Estado; pueden
bien diferir en la forma de gobierno, que es la distribución de las funciones públicas
encomendadas al Estado y por los organismos que lo componen, mediante la designación y
delimitación de los Poderes Constituidos. Ahora bien, como son la titularidad de dichos
Poderes, la denominación de los funcionarios y servidores públicos intervinientes, las
restricciones por competencia para éstos, mecanismos procedimentales previamente
establecidos en la Ley o acuerdos políticos formales o fácticos con los cuales facilitar la
cooperación e integración entre los Poderes, a fin de no causar contradicciones o
intromisiones en la esfera de competencia ajena, y entre otras; cuestiones que pretenden ser
resueltas gracias a las formas de gobierno, resulta razonable, que entre los propios órganos
titulares de los Poderes Constituidos o figuras políticas se determinen en particular cuáles
están facultada también, para surcar las directrices de vigilancia, jurisdicción y
apercibimiento por responsabilidad política, así como la tutela del debido ejercicio de
ciertos sectores de la función pública, mediante la rendición de cuentas, juicio político,
desafuero y entre otras encomiendas que afectan considerablemente la Administración
Pública.
Una vez, comprendido y establecido lo anterior, queda señalar según cada forma de
gobierno, ¿qué órgano del Estado, posee estas facultades preponderantemente políticas, sin
perjuicio de las funciones públicas que les son encomendadas por la Constitución
aplicable? He ahí, las diferencias que presentan el presidencialismo y el parlamentarismo.
El primero, unifica la figura del jefe de Estado y el jefe de Gobierno, en una persona
denominada Presidente, elegido democráticamente para fungir un período determinado su
mandato, lo que le otorga legitimidad política frente a los órganos legislativos y judiciales.
Asimismo, los Secretarios de Estado son políticamente responsables ante el Presidente,
quienes integran su Gabinete, aunque de ninguna manera ambas figuras son responsables
frente al órgano legislativo, por regla general. Por esta razón el Presidente, dispone
libremente del derecho a la designación de los Secretarios. Sin embargo, tampoco el
Presidente ni su Gabinete pueden formar parte de la legislación ni necesariamente
coinciden con el Partido Político predominante en la Legislatura, como regla general.
Finalmente queda a resaltar, la imposibilidad de que el Presidente pueda disolver el
Congreso pese a ostentar la figura de jefe de Estado, que en la Teoría del Estado y Teoría
Política es concebida como la personificación de la soberanía, es decir, el poder supremo o
absoluto encargado de preservar el ordenamiento constitucional y su sistema derivado.
Por su parte, el parlamentarismo, propone la predominancia de un órgano legislativo
denominado Parlamento, para que supervise constantemente al Gabinete a quien se le
encomienda la Administración Pública, cuyos integrantes forman parte del Parlamento y
son los dirigentes del partido con mayoría parlamentaria o en caso de una coalición los
dirigentes de los partidos que los conforman. Entre el Gabinete, surge una figura
denominada Primer Ministro que tiene supremacía entre los demás ministros (integrantes
del Gabinete). El Gabinete, sólo puede subsistir en tanto obtenga el refrendo de la mayoría
parlamentaria, por lo cual al perder ésta, conlleva la renovación del mismo. Otra diferencia
resaltada, es que
el Poder Ejecutivo, se encuentra escindido en la figura del Jefe de Gobierno quien encabeza
el gobierno doméstico, exterior y la Administración Pública y el Jefe de Estado, quien tiene
funciones de representación y capacidad de ejecutar protocolos con los cuales ejerce en
términos fácticos la soberanía. Surge un control mutuo, donde tanto el Parlamento como el
Gobierno, pueden exigirse responsabilidad mutua, sin embargo en caso de una pugna entre
ambos, cuando el primero destituya al segundo a través de un voto de censura, el Gobierno
puede al jefe de Estado la disolución del Parlamento para convocar a nuevas elecciones y
elegir mediante el voto ciudadano quién posee la razón.
 Presidencialismo es repúblicano solamente
Carpizo, J. (2016). Características esenciales del sistema presidencial e influencias para su
instauración en América Latina. Recuperado 25 de febrero de 2021, de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0041-
86332006000100002#nota
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES LEGISLATIVAS DEL SENADO DE LA
REPUBLICA. (2000–2003). PARLAMENTARISMO Y PRESIDENCIALISMO.
Recuperado de:
http://bibliodigitalibd.senado.gob.mx/bitstream/handle/123456789/1736/
Parlamentarismo_Presidencialismo.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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