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GRISELDA LUCERO SANTIAGO HERNANDEZ 2B

LA DIVISIÓN DE PODERES: TEORÍA Y REALIDAD


III. LA DIVISIÓN DE PODERES EN LA CONSTITUCIÓN
NORTEAMERICANA Y SUS PROYECCIONES EN LA
CONSTITUCIÓN MEXICANA DE 1824
La fuente más representativa del Constituyente mexicano de 1823 en relación con
la división de poderes, sin duda alguna, fue la Constitución norteamericana de
1787. Es cierto que la Constitución de Apatzingán, sancionada en 1814 por el
Congreso de Anáhuac a iniciativa de José María Morelos, contemplaba ya la
institución, al disponer en sus numerales 11 y 12, respectivamente: “Tres son las
atribuciones de la soberanía, la facultad de dictar leyes, la facultad de hacerlas
ejecutar y la facultad de aplicarlas a los casos particulares...”. “Estos tres Poderes
Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no deben ejercerse ni por una sola persona, ni por
una sola corporación…”.
También es cierto que este documento nunca tuvo una vigencia real, dado el
estado de guerra en que el país se encontraba como consecuencia del
movimiento insurgente.
Los grandes legisladores que se congregaron para cristalizar su pensamiento en
la Constitución norteamericana tienen como rasgo común el sentido pragmático
que caracteriza al anglosajón, convirtiendo en instituciones constitucionales las
corrientes ideológicas europeas. Prueba de lo anterior es el establecimiento en su
constitución de un articulado que no contiene ninguna definición expresa de los
principios que la sustentan, sino disposiciones que los desarrollan
pragmáticamente. Resulta lógico pues, que nuestro derecho constitucional como
el de los demás países latinoamericanos plasmen en sus respectivos
ordenamientos constitucionales las ideas que consagran tales principios,
estructurando, a imitación del constitucionalismo estadounidense, su organización
política. En efecto, la decisión por el pacto federal es, merced a la transacción de
Connecticut, una síntesis histórica de realidades políticas tan concretas como las
plasmadas en los planes de Virginia y de New Jersey.
La decisiva influencia que tuvo la Constitución aprobada por el Congreso
Constituyente de Filadelfia en la conformación del orden jurídico-político
predominante en América está fuera de discusión, si consideramos la presencia
de instituciones tales como el régimen republicano, el sistema federal, la división
de poderes, el bicamarismo, el Distrito Federal, e incluso, la vicepresidencia (en
México, 1824), en un importante número de Constituciones y ordenamientos
políticos como el nuestro.
El Constituyente de Filadelfia acogió el pensamiento de Montesquieu relativo a la
división de poderes, logrando una separación del poder del Estado en Legislativo,
Ejecutivo y Judicial, derivada de la índole jurídica de los actos de autoridad en que
se traduce, esto es, de los resultados de su ejercicio. En otras palabras, la
calificación de cada una de las potestades obedece a una distribución de las
funciones primordiales que desempeñan.
El sistema constitucional mexicano logra hoy atenuar la rígida división de poderes
por dos medios principales: asignando a un poder funciones que materialmente
deberían corresponder a otro, y exigiendo la participación de dos órganos para
considerar como constitucionalmente válido el ejercicio de determinadas
atribuciones.
Con el fin de apreciar nítidamente las proyecciones de la Constitución
norteamericana en la Constitución mexicana de 1824 (respecto de la doctrina de la
división de poderes), efectuaré un análisis comparativo de ambas leyes
fundamentales, precisando sus características análogas, así como ciertos
enfoques particulares que las distinguen.
Los constituyentes norteamericanos se pronunciaron en favor del fortalecimiento
del Poder Ejecutivo para que tuviese una mayor independencia, con el objeto de
frenar los posibles abusos de la legislatura y pretendiendo conseguir el equilibrio
político necesario entre ambos órganos. De esta manera, se configuró el régimen
presidencialista con un Ejecutivo fuerte, autónomo, electo popularmente y con la
calidad de jefe de Estado, investido de amplias facultades que lo situaron de
hecho por encima de los otros dos poderes.
La Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos del 4 de octubre de
1824 expresó en su artículo sexto: “Se divide el Supremo Poder de la Federación
para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial”. Quedó así plasmada en la
parte orgánica la figura de la división de poderes. A fin de advertir las notables
semejanzas entre ambas Constituciones, considérese que el Legislativo se
depositó en un Congreso General, compuesto de dos cámaras: la de Senadores y
la de Diputados, y en su receso funcionaría un Consejo de Gobierno. El Ejecutivo
se depositaría en un solo individuo no reelegible de inmediato, que sería el
presidente de la República, quien sería suplido por un vicepresidente. El Poder
Judicial recayó en la Suprema Corte de Justicia, los tribunales de circuito y los
juzgados de distrito.
Es necesario destacar que pese al innegable influjo de la legislación constitucional
angloamericana, nuestros constituyentes no fueron simples imitadores, sino
prudentes agentes de adecuación de un sistema de acuerdo con las necesidades
jurídicas, políticas y sociales del país.

V. PARLAMENTARISMO Y PRESIDENCIALISMO A TRAVÉS DE


LAS CONSTITUCIONES MEXICANAS EN EL SIGLO XIX
No está en mi ánimo formular una descripción pormenorizada sobre la evolución
político-constitucional del parlamentarismo y presidencialismo mexicanos, sino un
seguimiento somero de ambos sistemas a partir del periodo inicial de la guerra por
la independencia nacional.
La evolución de los sistemas parlamentario y presidencial en el devenir
constitucional decimonónico, manifiesta una evidente inestabilidad en cuanto a la
preeminencia de un sistema sobre el otro, coexistiendo indiscutiblemente ambos a
través de algunos matices recíprocos; no obstante la forma de gobierno adoptada
por el Estado, resulta innegable su interacción.
1. Sistema parlamentario
Este gobierno implica que el ejercicio del Poder Ejecutivo se encuentra
encomendado a un cuerpo colegiado llamado Consejo de Ministros, mismo que
emana del parlamento, de donde recibe su denominación, pues existe un
inobjetable predominio de las cámaras sobre la actuación ejecutiva.
El Consejo está presidido por un “primer ministro”, quien es el jefe del partido
dominante en el parlamento, y se integra por un número variable de funcionarios
denominados “ministros”, correspondiéndole a cada uno un determinado ramo de
la administración estatal, siendo responsables de los actos del Ejecutivo frente al
parlamento y la opinión pública.
2. Sistema presidencial
El presidencialismo difiere diametralmente del sistema parlamentario,
contrastando sus principios fundamentales que los caracterizan. Los elementos
que constituyen este sistema varían normativamente dependiendo del régimen
jurídico-político que los aplique, sin embargo, en todo caso, se conservan las
directrices esenciales del mismo.
el sistema presidencial se caracteriza por el principio de la separación de poderes,
en donde el presidente participa con independencia en la dirección política, siendo
el jefe del Estado y el jefe del gobierno a la vez; al ser electo periódicamente por
sufragio universal no hay subordinación del Ejecutivo al Legislativo, por lo que no
depende de este para su existencia, sino, por el contrario, existe un marcado
predominio del presidente sobre el parlamento, en virtud del cúmulo de facultes
que se le confieren en fundamentales aspectos para la conducción del país.
el jefe del Ejecutivo designa libremente a sus colaboradores inmediatos que lo
auxilian con funciones consultivas, obrando en representación de este, quienes no
son responsables ante del Poder Legislativo, pudiendo ser removidos solamente
por el órgano que los nombró; más aún, el régimen de partidos, ya sea bipartidista
o excepcionalmente el sistema de partido único, influye marcadamente en el
gobierno presidencialista, y por último, el presidente no puede disolver el
congreso, ni este puede obligar a renunciar al Ejecutivo a través de un voto de
censura.
Principios rectores del presidencialismo
• El Poder Ejecutivo es unitario: Está depositado en un presidente que es, al
mismo tiempo, jefe de Estado y jefe de gobierno.
• Compete al Ejecutivo la función administrativa estatal: en consecuencia,
tiene la facultad de nombrar y remover libremente a sus inmediatos
colaboradores, denominados secretarios de Estado. E
• En el presidencialismo no hay posibilidad de la formación de un Consejo de
Ministros que constituyan un cuerpo decisorio y ejecutivo distinto, y hasta
potencialmente opuesto al presidente, porque los secretarios de Estado
derivan su nombramiento y permanencia en el cargo a la determinación
presidencial.
• Jefe de Estado: al presidente le corresponde la representación interna y
externa del país, tomando las decisiones de las medidas fundamentales en
ambos ámbitos, responsabilizándose de sus resultados y consecuencias.
• En el sistema presidencial es indiscutible que la preeminencia gubernativa
le corresponda al órgano ejecutivo, ya que es quien concentra múltiples
facultades que ejerce directamente o por conducto de autoridades
subordinadas.

VI. ALGUNOS ELEMENTOS DE CARÁCTER PARLAMENTARIO EN


LA CONSTITUCIÓN DE 1917
En el texto constitucional emanado de la Asamblea Constituyente de 1916,
destacan figuras de índole parlamentaria que se encuentran insertas en el mismo
y que en la actualidad determinan una amalgama de perspectivas que enfocadas
de forma distinta han provocado el resurgimiento en la práctica de una serie de
instituciones legales que anteriormente tenían una nula aplicabilidad y solo eran
concebidas como quimeras dentro de nuestro sistema jurídico.
La Constitución de 1917 se convirtió desde un principio en formidable instrumento
de poder que con el decurso del tiempo transformó a la Presidencia en un poder
autocrático que guardaba poco respeto a las normas constitucionales.
Los elementos parlamentarios que consagra la carta magna, se ubican en los
siguientes dispositivos: artículo 92, que dice: “Todos los reglamentos, decretos,
acuerdos y órdenes del presidente deberán estar firmados por el Secretario de
Estado a que el asunto corresponda, y sin este requisito no serán obedecidos”.
Esta figura constitucionalmente se le denomina “refrendo”.
Descripción de las funciones de cada una de las Secretarias de estado a
nivel federal
• secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda: función coordina a los
organismos estatales relacionados con el agua, la vivienda y la
protección ambiental.
• Secretaría de Desarrollo Económico: se encarga de promover
el desarrollo económico sostenido, generando un contexto propicio
para la competitividad e innovación en los sectores productivos.
• secretaría del medio ambiente: Promover, coordinar y participar en
acciones de protección del ambiente.
• Secretaría de Obras y Servicios: desarrollo de la Infraestructura en la
entidad, así como de la proyección y construcción de las obras
públicas.
• Secretaría de Salud: responsable de coordinar, concertar y conducir a
las instituciones públicas y privadas.
• Secretaría de Movilidad: componentes relacionados con la movilidad,
articularlos, reorganizar las rutas, crear zonas sin tráfico vehicular e
incorporar planes de movilidad.
• Secretaría de Cultura: preservar de forma integral el patrimonio
cultural de la Nación en sus diversas manifestaciones artísticas y
culturales.
• Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo: Fomentar y apoyar la
organización para el trabajo y el autoempleo, Organizar y operar el
servicio estatal de empleo.
• Consejería Jurídica y de Servicios Legales: Proporcionar
asesoría jurídica general a las dependencias y entidades de la
Administración Pública Estatal.
• Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación:
impulsar, coordinar y coadyuvar al desarrollo regional a través de la
Innovación y el desarrollo educativo, científico y tecnológico del
Estado.
• Secretaría de Gobierno: Conservar la gobernabilidad y tranquilidad
social en un marco de respeto y colaboración entre los distintos actores
gubernamentales y sociales.
• Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades
Indígenas Residentes: establecer y ejecutar políticas públicas y
programas en favor de pueblos y barrios originarios y comunidades
indígenas residentes.
• Secretaría de Seguridad Ciudadana: la intención de prevenir la
comisión de delitos y cuando exista la flagrancia, intervenir de acuerdo
al protocolo de Primer Respondiente, dentro del Sistema Penal
Acusatorio.
• Secretaría de Turismo: Realizar y coordinar los estudios e
investigaciones para el desarrollo de la actividad turística.
• Secretaria de Inclusión y Bienestar Social: impulsar la
autosuficiencia alimentaria, la reconstrucción del tejido social y generar
la inclusión productiva de los campesinos en localidades rurales para
hacer productiva la tierra.
• Secretaria de Administración y Finanzas: ofrecer liderazgo y
orientación en las actividades de apoyo administrativo.
• Secretaría de las Mujeres: Revisar y evaluar la eficacia en la
eliminación de las causas de la violencia de género y en el impulso del
adelanto de las mujeres y la equidad entre los géneros.
• Procuraduría General de Justicia: Coadyuvar con las instituciones de
Procuración de Justicia de la Federación y de las entidades
federativas.
• Secretaria de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos:
Contribuir a la prevención y mitigación de desastres, brindando
orientación, asesoría y apoyo a las instancias integrantes del Sistema
Estatal de Protección Civil.

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