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mpl1502
3º Grado en Criminología
Facultad de Derecho
Universidad de Málaga
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
1. INTRODUCCIÓN – LA CÁRCEL QUE TENEMOS – JUSTICIA RETRIBUTIVA
El rigor punitivo pone demasiado énfasis en castigar al delincuente y endurecer las leyes, en vez
de dar una solución racional al conflicto.
La “industria” policial y carcelaria se ha incrementado en los últimos 30 años, con más del doble
de dotaciones para plazas en ambos planos. Esto resulta muy rentable, aunque rompe
sensiblemente el tejido social, la cohesión y el respeto a los derechos fundamentales y libertades
públicas.
Así, resulta que las últimas tendencias en materia de ejecución penal son:
Las macro-cárceles
Programas disciplinarios
Priorización de la seguridad – el 80% del presupuesto se destina a ello
Invisibilidad e impunidad de algunas prácticas perniciosas
El endurecimiento de regímenes para presos especiales o rebeldes dentro de la cárcel
Por contra, a los Programas de Tratamiento se destinan muchos menos recursos materiales y
humanos: Se ayuda poco al infractor a responsabilizarse de sus actos o a conectar con la verdad
de los hechos y el sufrimiento de la víctima; ya que no se trabajan las causas, sólo se ejecuta el
reproche estatal ejemplarizante.
En la sociedad actual se percibe que “el delito de guante blanco” puede seguir ejerciéndose con
cierta impunidad ¿Cómo? Pues aplicando la ley más dura y enviando a la cárcel a los menos
listos, a los pobres que quieren dejar de serlo, a las personas con trastorno mental que
delinquen, a los inmigrantes irregulares sin redes de apoyo y a la etnia marginada para que
sirvan de escarmiento ejemplarizante (J.S. Pegoraro)
Es decir, el denominador común de las personas reclusas es, hoy por hoy, la pobreza, la
marginación, el trastorno mental y un deficiente nivel educativo.
La Justicia Restaurativa apela a lo mejor de la persona. Supone una concepción fuerte, abierta y
positiva del ser humano; también de la sociedad, aportando otra idea de Justicia por oposición
a la justicia retributiva. No se trata de negar el conflicto, más bien de repensar y de reorientar la
Justicia penal y penitenciaria.
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En España, se pusieron en marcha en gran parte de los centros penitenciarios, proyectos y
programas de mediación penitenciaria, desde 2005 en adelante. Ejemplos destacables:
Desde sus inicios, en 2005, la Asociación llevó a cabo un Programa de Mediación Penitenciaria
en Málaga, concretamente, en el Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre. Fue una
experiencia piloto, que no continúa vigente pese a los buenos resultados arrojados durante los
seis meses de funcionamiento, aunque el Centro está abierto a dichas experiencias.
Su hilo conductor era el esfuerzo por humanizar las prisiones españolas y dotarlas de
alternativas ante los conflictos que surgían en ellas, frente al castigo y la restricción de derechos,
métodos de los que se abusa en bastantes ocasiones.
Definición: “Mediación con personas reclusas que forman parte de un conflicto, dándoles la
posibilidad de resolver sus diferencias interpersonales de manera dialogada, a través del
respeto, la escucha del otro y la responsabilidad por la propia implicación.”
Utilizar la mediación como herramienta para devolver a las personas privadas de libertad
(internos), parte de la percepción de control sobre sus vidas, a través de una forma alternativa
de resolver sus conflictos de convivencia y, como fin último, el objetivo meta es pacificar las
relaciones y disminuir parte de la tensión propia del contexto en el que conviven.
Al formar parte de un conflicto, en consecuencia, las personas reclusas, son marcadas con una
“incompatibilidad”, por el propio Centro penitenciario, pudiendo ser derivadas a programas de
mediación para gestionar su propio conflicto.
“Estar marcado por una incompatibilidad” tiene su origen en una pelea o discusión de dos
personas que habitan el mismo módulo y cuya estrategia de gestión del conflicto por el centro
es la separación de las personas en módulos diferentes para evitar nuevo conflicto. A partir de
ahí se inicia el método de trabajo con los internos.
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Como modelo de trabajo seguiremos el de C.P. Madrid III (Valdemoro):
1º.- Se ofrece a los internos el servicio de mediación: Explicando su beneficio siempre desde la
perspectiva del crecimiento personal y a pesar de que pudieran existir otras ventajas procesales
que el mediador no le asegura, puesto que no dependen de su trabajo, sino de la decisión del
Centro Penitenciario.
Se les presenta como una oportunidad para aprender a percibir e interpretar los conflictos desde
otros puntos de vista, reconociendo errores propios y comprendiendo a la otra parte.
La figura que acompaña a lo largo de todo el proceso es el/la mediador/a, el cual es mero
acompañante, pues son los implicados los protagonistas.
El mediador/a, se nutre de otros objetivos al servicio del objetivo meta – pacificación de las
relaciones y la convivencia dentro de la cárcel – que cubren distintos frentes dentro del entorno
de la prisión:
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o La disminución de los perjuicios al penado y su familia por la aplicación del
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Reglamento Penitenciario. Si se logra eliminar la sanción como resultado final
de la mediación, se rescindirá la posible pérdida de permisos u otros privilegios
que sin duda mejoran la calidad de vida de las personas privadas de libertad.
Fase de derivación: Punto de partida en que es recibida una solicitud de mediación que procede
de la Subdirección de Régimen CP, desde 3 vías:
Fase de acogida I (o 1ª fase propiamente): Primer contacto con cada uno de los implicados a
través de una entrevista individual.
Si acepta la mediación, se continúa con la entrevista investigando acerca del estado regimental
(permisos, destino en prisión, estancia en otros centros penitenciarios, etc.), la vida fuera de
prisión, los apoyos con los que cuenta, su autoconcepto, el conflicto (circunstancias en que
ocurrió, emociones que le suscita, rol que se autoatribuye, consecuencias disciplinarias…) y la
disposición ante la mediación (expectativas hacia el otro interno y hacia el proceso, asunción de
responsabilidad).
Fase de encuentro dialogado: Las dos partes en conflicto se reúnen junto con los mediadores
(puede hacerse a continuación de las entrevistas, aunque es muy conveniente dejar transcurrir
un tiempo para el encuentro).
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Este encuentro dialogado permite la comunicación efectiva y respetuosa entre las partes y
establece la plataforma para trabajar en la solución del problema desde los intereses comunes.
Aquí, las partes parten de la misma información acerca del proceso mediación (equilibrio de
poder para hablar de igual a igual).
Es frecuente encontrar a personas con un alto nivel de suspicacia y recelo. También a veces, las
personas instrumentalizan la mediación y únicamente participan en ella como forma de
conseguir beneficios, sin creer en absoluto en los principios que la sostienen, aunque a pesar de
ello se sigue adelante. No obstante, llegado esta fase de diálogo, el proceso es enteramente
suyo; el mediador solo reconduce.
Algo que sí pertenece al equipo de mediación es la redacción informal de los acuerdos que se
vayan alcanzando, sin desvelar detalles acerca del mismo en aras de la necesaria
confidencialidad de cara a la Administración Penitenciaria. Así se avanza en sesiones flexibles
hasta que finaliza la mediación con redacción del Acta de Reconciliación firmada por las partes
y por el mediador.
El Acta se entregará a la Oficina de Régimen a fin de ser tenida en cuenta en la siguiente reunión
de la Comisión Disciplinaria.
Fase de seguimiento: Después de un tiempo (unas dos semanas), se lleva a cabo un seguimiento
para comprobar el grado de cumplimiento de los acuerdos, la relación con el compañero y los
posibles cambios en su situación regimental como consecuencia de la mediación.
5. CONCLUSIONES
El resultado es mucho más positivo de lo presumible en un principio. Los últimos datos rondan
el 53% de éxito, siendo impactante un resultado así en un contexto en el que las personas ni
siquiera conocen ni solicitan este servicio y deben superar sus recelos iniciales y ser capaces de
encajar una propuesta que probablemente choca de pleno con su conocimiento del mundo y su
funcionamiento como “solucionadores” de conflictos.
Además, es un éxito ya que pocos casos de internos que vuelven a aparecer en los listados de
incompatibilidades o vuelven a generar partes (aprendizaje que ha calado en sus vidas y en su
manejo de conflictos). No obstante, sí existen reincidencias, aunque suele tratarse de internos
con una conocida trayectoria violenta y disruptiva difícilmente moldeable con el único recurso
de la mediación.
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En definitiva, la propia confianza de la Dirección de los Centros Penitenciarios en la mediación
habla también de la confianza en el fin último de la prisión: la rehabilitación de las personas que
han cometido un error, ayudarlas a prepararse para volver a una sociedad a la que aun
probablemente tengan mucho que aportar.
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