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UNIVERSIDAD SAN CARLOS DE GUATEMALA.

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES


ESCUELA DE ESTUDIOS POST GRADO
MAESTRIA EN DERECHO PENAL.
CENTRO UNIVERSITARIO DEL NORTE.
CURSO: TEORIA GENERAL DEL DERECHO.
CATEDRATICO: Dr. Saúl González Cabrera
ALUMNA: Karla Vanessa Barrera Rivera

ENSAYO FINAL:
“Justicia Restaurativa”

CIUDAD DE COBAN, ALTA VERAPAZ. 5 DE JUNIO DEL 2021.


JUSTICIA RESTAURATIVA.

La justicia restaurativa es un sistema a través del cual las partes que se han
visto involucradas (o posees un interés en particular) en un delito, deciden de
forma colectiva cómo lidiar con las consecuencias inmediatas de éste y sus
repercusiones para el futuro.

En este concepto tiene cabida la víctima, el responsable, la familia y la


sociedad. Consiste en un medio de gestión de conflictos que coloca al dialogo
como la base del proceso, favorece el restablecimiento de la paz social
fracturada por el conflicto, reduce la respuesta estatal violenta y permite la
participación protagónica de la sociedad civil.

Gordon Bazemore y Lode Walgrave enfatizan el resultado final y la definen


como “toda acción orientada principalmente a hacer justicia a través de la
restauración o reparación del daño causado por el delito”

Martín Wright, las prácticas restaurativas son una manera de permitir a todos
los interesados acordar juntos la manera de cómo actuar en el futuro dando
peso a las necesidades de cada uno. La justicia restaurativa es la aplicación
de las prácticas restaurativas para rectificar o reparar los daños causados
entre sí, especialmente, cuando la acción dañosa es contraria a la ley.

Es más que una teoría sobre la justicia, también consiste en una teoría social,
que indica en una particular concepción de la justicia que los miembros de la
comunidad juegan un papel fundamental como apoyo y respaldo de los
individuos enfrentados a causa del delito. Ante el delito existe una ofensa
contra individuos en lugar de una ofensa contra el orden jurídico.

Se trata de una filosofía que apunta a la sabiduría de saber buscar la solución


a los conflictos naturales de la vida cotidiana mediante el dialogo y el acuerdo
como instrumentos esenciales. Como cultura, educa porque previene las
conductas violentas y los hechos delictivos y a la vez cambia las mentalidades
punitivas, el concepto de “victima pasiva” y el de infractor sin posibilidad de
redimir sus actos delictivos.

La justicia restaurativa es una de las formas de “nuevas” justicias, que han


venido ganando espacio en la discusión académica y en las prácticas
judiciales, en las últimas dos o tres décadas. Esta forma para la justicia penal,
ha sido recibida por algunos sectores con un entusiasmo exagerado y por
algunos pocos con mucho recelo. En este escrito se pretende hacer una
aproximación conceptual a la justicia a la justicia restaurativa, se hablará de su
origen, algunas de las formas que puede tener y se harán algunas
consideraciones sobre el contexto, en materia penal, en el cual se está
retomando esta forma de resolver conflictos.

Concepto.

La justicia restaurativa es uno de los mecanismos alternativos para la


resolución de conflictos, utilizable, también, en el campo penal en donde se
postula como una alternativa a la justicia penal tradicional, cuya denominación
se simplifica como justicia retributiva. Sus principales novedades son dos. En
primer lugar, considera que el conflicto manifestado en el delito no puede ser
resuelto sólo entre el estado y el victimario, sino que debe involucrar a la
víctima y a la sociedad. Y, en segundo lugar, considera que las soluciones del
sistema penal (básicamente la prisión y la multa) son altamente
insatisfactorias; más que sancionar al delincuente, es necesario buscar su
reintegración a la sociedad y reestablecer las condiciones que existían
previamente a la comisión del delito. En palabras sencillas, a diferencia de la
justicia retributiva que mira hacia el pasado (el delito que se cometió) la justicia
restaurativa mira hacia el futuro (cómo restablecer los vínculos sociales rotos
por el delito).
Origen.

La práctica de la justicia restaurativa tiene sus orígenes en formas de justicia


practicadas por comunidades aborígenes en América, Australia y Nueva
Zelandia. En la cultura jurídica oficial de occidente, se habla de esta forma de
justicia solo hace veinte o treinta años. Que se quieran rescatar estas formas
de justicia tradicional no es gratuito. Señalaré dos factores importantes que
contribuyeron a este redescubrimiento: por un lado, las críticas radicales que
se le hicieron al sistema penal de parte de la criminología crítica y del
abolicionismo y el triunfo del neoliberalismo.

Se dice que el concepto de justicia restaurativa tiene apenas veinte años de


aparición, pero es fácil demostrar que la idea es muy antigua y que su práctica
no es tan reciente. De hecho, que esta forma de resolver los conflictos ha sido
ancestralmente practicada en algunas comunidades indígenas del lejano
Pacífico (Australia y Nueva Zelandia) y en América, tanto en el norte como en
el sur entre algunas comunidades indígenas. Nuestros “palabreros” guajiros
son una muestra de ello.

Formas mediante las cuales se puede realizar la justicia restaurativa.

Entre las diversas formas para aplicar la justicia restaurativa, se pueden


mencionar como principales, las siguientes:

a) Mediación entre la víctima y el infractor. Esta forma de justicia


restaurativa se desarrolla mediante un esquema triangular. El
acercamiento de la víctima y del victimario se produce con la
intervención de un intermediario o mediador; la víctima expone su
vivencia y habla de los perjuicios y daños 3 sufridos y el victimario
explica lo sucedido, responde las preguntas y cuestionamientos de la
víctima y finalmente el mediador les ayuda a buscar una solución a su
conflicto.
b) Conferencias comunitarias. Las conferencias surgieron en Nueva
Zelanda como una alternativa a los tribunales juveniles. Se tomaron en
préstamo los procesos tradicionales del pueblo maorí, la población
aborigen de Nueva Zelanda, y posteriormente se han adoptado y
utilizado en todo el mundo. Las conferencias se diferencian de la
mediación en que se implican a más participantes. No sólo están
presentes la víctima y el infractor sino también las víctimas secundarias
(como los familiares y amistades de la víctima), así como los allegados
del infractor (como sus familiares y amistades). También pueden
participar los representantes del sistema de justicia penal. La
conferencia se asemeja a la mediación entre la víctima y el infractor por
su estructura y por el hecho de que interviene un facilitador. Pero la
mayor diferencia consiste en que es el grupo en su totalidad el que
decide lo que debe hacer el infractor para reparar el daño, y qué ayuda
necesitará el infractor para poderlo hacer. El acuerdo se pone por
escrito, se firma y se envía a los correspondientes funcionarios de la
justicia penal. Por lo general, esta técnica se utiliza en una fase del
proceso anterior a la mediación entre la víctima y el infractor.
c) Círculos de paz. Los círculos se parecen al método de las
conferencias en que también aquí se amplía la participación para incluir
a los familiares y amistades de la víctima y del infractor, así como a los
funcionarios de la justicia penal. Pero también puede participar
cualquier miembro de la comunidad que se interese en el caso. La
definición más sencilla de los círculos es la que de “partes interesadas
en el delito cometido”. Los círculos son una adaptación de las
tradiciones de los pueblos aborígenes de Canadá, y mantienen en parte
su tónica original. Todos los participantes se sientan en un círculo. Por
lo general, el infractor inicia el diálogo con una explicación de lo
ocurrido y a continuación se permite hablar a todas las personas
sentadas en el círculo. El uso de la palabra pasa de persona a persona
alrededor del círculo, y todo el mundo dice lo que le parezca. La
conversación continúa hasta que se haya dicho todo lo que deba
decirse, y en ese momento se llega a una conclusión.

La justicia restaurativa, entre nosotros y cuando se aplica al campo penal,


puede actuar antes de la iniciación de un proceso penal, en el o con
posterioridad a su terminación. Obviamente, sus alcances son
completamente diferentes según el momento en el que ocurre. En el primer
caso, el proceso no se inicia; en el segundo, si la mediación es
satisfactoria, el proceso se termina y en el tercer caso se pueden modificar
las condiciones para el cumplimiento de la pena. Pero obviamente cuando
se asume integralmente una fórmula restaurativa, ella misma agota su
propósito, y por lo tanto no habría actividades posteriores, distintas al
cumplimiento de los acuerdos convenidos.

Principios de la Justicia Restaurativa

En opinión de McCold y Wachtel, citados por Diana Brito, los principios que
establecen las bases de la justicia restaurativa son:

a) El crimen, en primera instancia, lesiona las relaciones humanas, en


segunda medida es una violación a la ley. Cuando sucede un delito
quienes sale lesionadas son las personas.
b) La justicia restaurativa reconoce que el crimen está mal, pero
también reconoce, que cuando él ocurre se plantean peligros y
oportunidades. Los peligros son los de la escalada del conflicto y
nuevos brotes de violencia, y las oportunidades están en la opción
de encarar el caso con un sentido de transformación del delito
puntual y de todo lo que está a su base, no se aplica con ánimo de
castigo y sanción.
c) En un delito hay víctimas primarias y secundarias. Tendemos a
pensar como víctimas solamente en la persona o personas que
sufren en primer nivel el daño, o en sus seres más cercanos, pero
hay siempre más víctimas, incluso alrededor del ofensor.
d) Atiende las necesidades de víctimas, comunidad y ofensores, pues
propone una mirada incluyente de todos los que participan de
manera directa o indirecta en el hecho delictivo y sus efectos.
e) Se da respuesta al crimen por la vía de la voluntad y la cooperación,
con un mínimo de coerción. La justicia restaurativa es una forma
alternativa de tratamiento del delito y la violencia a la que deben
llegar voluntariamente víctima y ofensor, pues de este
consentimiento deriva el compromiso y las posibilidades de que el
proceso sea realmente restaurativo.
f) El papel de la comunidad es de cooperación y soporte, pero también
de veedora. Esto es muy importante, es la comunidad la que debe
acompañar el proceso para que quienes participan en él no salgan
más dañados, pero también para que se cumplan las reglas de
juego y los acuerdos.
g) No hay un modelo único de justicia restaurativa. Como esta es una
justicia que atiende los aspectos sociales, psicológicos, jurídicos y
culturales presentes en el delito y la violencia, debe ser diseñada
para responder a las particularidades de cada grupo social, pero ello
no implica desconocer los principios.

Fines de la Justicia Restaurativa

La justicia restaurativa es un modo de pensar diferente sobre el delito y la


respuesta a sus consecuencias y se espera que por lo menos consiga
estos propósitos:

1. Restitución y servicio comunitario. La restitución consiste en que


el infractor le reintegre a la víctima lo que ésta haya perdido, ya sea
mediante pagos en efectivo, la devolución o sustitución de los
bienes, o la prestación de servicios directos a la víctima. La
restitución puede acordarse por las partes, solas o con ayuda del
mediador o señalarse por la comunidad. Igualmente, puede
acordarse que el victimario pida perdón o realice trabajos a favor de
la víctima o de la comunidad. Por lo tanto, para que la restitución
tenga un máximo efecto restaurativo, debe surgir de un proceso
restaurativo.
2. El servicio comunitario puede dictarse por el tribunal y en muchos
países es habitual que el servicio exigido tenga una relación mínima
con el delito o el daño infligido. Cuando se utiliza de esta forma,
equivale prácticamente a una sanción retributiva cuyos efectos
restaurativos son mínimos o inexistentes. No obstante, también el
servicio comunitario dictaminado de esta forma pudiera tener un
efecto restaurativo, siempre y cuando el servicio se programe de tal
forma que el trabajo en cuestión se relacione con el perjuicio
causado y represente algún beneficio para la víctima. Pero se
consideran fines esenciales de esta forma de justicia la reintegración
de la víctima y del ofensor a la comunidad, reducir la posibilidad de
reincidencia y en algunos casos, bajo una fuerte influencia religiosa
o espiritual, se procura la “sanación” tanto de la víctima como del
victimario. Campos de aplicación Se ha considerado que la justicia
restaurativa se aplica para la delincuencia menor o mediana
(delincuencia juvenil), delitos relacionados con el alcohol y sólo
algunos delitos violentos. Se piensa que la justicia restaurativa
puede operar como un mecanismo alternativo a las penas de prisión
o de multa.

Pero esto ya es una restricción importante para la justicia restaurativa en


materia penal, pues se hace depender sus efectos, de la gravedad del delito.
Si realmente se pensara como una alternativa a la justicia tradicional, esta
limitación no debería existir y cualquier delito podría intentar resolverse bajo
esta fórmula. Es posible que en la práctica no pueda hacerse con todos los
delitos, pero no parece lógico que de antemano se descarten lo más graves.
Aún frente al homicidio podría intentarse fórmulas restaurativas.

Si la justicia restaurativa se ha propuesto como una alternativa a la justicia


retributiva, es importante mirar las críticas que se le han formulado a ésta
última y desde ahí, mirar el importante campo civilizatorio que tendría la
justicia restaurativa, frente a la justicia retributiva.

Las tres razones principales que hacen al sistema de justicia penal


problemático como sistema de control social son: causa un sufrimiento
innecesario que, además, esta desigualmente repartido; ´roba´ el conflicto.
Como puede verse muchas de esas críticas estuvieron dirigidas a resaltar el
ocultamiento y el desconocimiento de la víctima por parte de la administración
de justicia, a la cual la justicia tradicional la consideró un personaje
secundario; en cambio, la justicia restaurativa la considera un personaje
protagónico.

Pero probablemente las críticas más puntuales y demoledoras se le hicieron a


la cárcel: La prisión, sanción principal del sistema penal, no se reduce a privar
al condenado de su libertad de movilización como los códigos lo predican; ella
representa también un cambio radical en su vida; se le priva del hogar, del
trabajo, de vivir con la familia, de sus amigos, de su identidad, de las
relaciones sexuales, de la autonomía, de la seguridad, del aire, del sol, etc.

La pena de prisión se diferencia de las penas corporales antiguas, solo en que


el sufrimiento irrogado no se concentra en el tiempo, sino que es dilatada en
un espacio extenso” Como se ha dicho la cárcel no resocializa, no rehabilita,
no reeduca y produce reincidencia. O en palabras de Foucault la cárcel recibe
un infractor de la ley y le devuelve a la sociedad un delincuente. Estas críticas
al sistema penal y a la cárcel, por paradójico que parezca, irían a ser bien
recibidas en la otra orilla ideológica, es decir, el pensamiento más conservador
y autoritario porque verían en esas críticas la oportunidad para deshacerse de
la pesada carga de costosos e inútiles tratamientos penitenciarios y empieza a
abandonarse cualquier idea rehabilitadora del delincuente, pero no renuncia a
la idea de cárcel. Y como se sigue considerando la cárcel como un pilar
fundamental del orden establecido (para garantizar la seguridad o
simplemente para combatir la delincuencia) se ha hecho esa recepción tan
fragmentada y parcial de la justicia restaurativa.

Muy importante en el surgimiento de la justicia restaurativa, ha sido el gran


protagonismo e interés que despertó la víctima después de la segunda guerra
mundial. Empezó a hablarse de una nueva ciencia: la victimología. Se discute
todavía si es una ciencia independiente o una rama de la criminología, pero lo
cierto es que ha suscitado un interés por la víctima que David Garland lo
considera exagerado y peligroso. Sí las víctimas fueron alguna vez el
resultado olvidado y ocultado del delito, ahora han vuelto para vengarse,
exhibidas públicamente por políticos y operadores de los medios de
comunicación que explotan permanentemente la experiencia de las víctimas
en función de sus propios intereses”.

Esta instrumentalización de la víctima coincide con un movimiento


ampliamente desconocedor de los derechos del delincuente:

Esta santificación de las víctimas también tiende a invalidar la


preocupación por los delincuentes. El juego de suma cero que
existe entre unas y otros asegura que cualquier demostración hacia
el delincuente, cualquier mención de sus derechos, cualquier
esfuerzo por humanizar su castigo puede ser fácilmente
considerado un insulto a las víctimas y a sus familias.

Y esta es probablemente otra de las razones por las cuales se hace recepción
parcial. Ahora se supone que el castigo es un derecho de la víctima.

El derecho penal liberal se legitimó en el contrato social por oposición al


derecho penal del antiguo régimen, erigido sobre la idea de que el delito
ofendía la autoridad divina o civil (delitos de lesa majestad); en la ideología
penal del estado social democrático, la legitimación se hizo a partir de la
protección de bienes jurídicos. Todas las dificultades para legitimar el derecho
(incluido el aparecimiento de bienes jurídicos difusos como el medio ambiente,
la lucha contra la corrupción, la protección frente a nuevos riesgos como el
Sida, los avances de biotecnología y el terrorismo) llevaron al derecho penal a
un callejón sin salida, en el que la víctima le ha extendido una mano
salvadora. El estado se ve relevado de buscar su difícil y problemática
legitimidad, porque se acude a un criterio universalizante y atemporal: la
humanidad. El estado queda exonerado de la necesidad de justificar el
ejercicio del poder punitivo porque ya no es un asunto que toque con su
supervivencia, sino que es una obligación moral ineludible con todos los
individuos y todos los estados. La punibilidad se va convirtiendo en un asunto
que se le escapa de sus manos. Los estados nacionales no tienen que
legitimar el ejercicio punitivo, sino que este se asume como una obligación que
tiene con la comunidad internacional.

Otro motivo sobre este renovado interés por la víctima proviene del
pensamiento autoritario, que en esta ocasión reclamaba por el exceso de
garantías que el proceso penal le otorgaba al sindicado y pretendía que estas
se rebajaran en favor de la víctima. De acuerdo con esta versión, el derecho
penal había dotado de excesivas garantías al victimario y era hora, decían,
que cuando menos, se equilibraran con las de la víctima, ignotas hasta ese
momento.

Adicionalmente, como motivo para la reaparición de este interés por la víctima,


hay que tener en cuenta el proceso de adelgazamiento del Estado. Para el
Estado resulta más barato derivar ciertos conflictos hacia formas alternativas
como la conciliación, la mediación y la reparación, que asumir directamente
los costos de un proceso penal. Estos mecanismos pueden ser
instrumentalizados por fuera del derecho penal y por lo tanto el estado se
ahorra algunos recursos y la comunidad asume la responsabilidad.
En el desarrollo ulterior de este fenómeno es donde vamos a ver aparecer las
“nuevas justicias”: justicia comunitaria, justicia transicional y justicia
restaurativa.

Ventajas de la Justicia Restaurativa

Es indudable que la justicia restaurativa tiene ventajas sobre la justicia


tradicional. Probablemente la víctima se siente mucho mejor cuando los daños
y perjuicios que ha sufrido le sean reparados. Inclusive, que sin obtener
compensación económica reciba las excusas sinceras del victimario y la
promesa de que los hechos no se van a repetir. Es probable también, que una
solución restaurativa, evite que el infractor no se pierda definitivamente en el
archipiélago carcelario y que pueda reaccionar oportunamente ante su error.

Y que finalmente, se camine en la aspiración de Gustav Radbruch de


encontrar algo mejor que el derecho penal. Sin duda, sólo quien crea en la
venganza o considere que el castigo es un valor en sí mismo, podría encontrar
que la prisión no es una solución irracional, costosa, denigrante, incivilizada y
delirante.

Y es indudable que la justicia restaurativa promueve unas relaciones sociales


mucho más horizontales que la justicia penal tradicional, que se basa en una
idea completamente vertical de la sociedad.

Pero eso no nos autoriza a dejar de lado ciertas preocupaciones por la


derivación de los problemas penales del Estado hacia las víctimas o a la
comunidad porque esto se produce en medio de una reorganización del
estado que se conoce como neoliberalismo, que ha traído unos problemas
muy serios y se produce en un contexto cultural y político recargado de
amenazas para la libertad individual y las garantías ciudadanas.

Desventajas de la Justicia Restaurativa


Algunas ideas sobre la situación actual de la cuestión penal.

Las políticas del neoliberalismo que se empezaron a implantar después de la


crisis petrolera de 1973, tuvieron su influencia en las políticas criminales. La
idea de un Estado mínimo, que se retira del campo social y económico para
dejarle el espacio libre al mercado, generó unas grandes paradojas porque
ese retiro no se produjo en el campo penal: “…se pasó a enfatizar el control en
cada aspecto de la vida social, con excepción del ámbito económico que
asistió a su desregulación, de forma que más y más controles fueron
impuestos al pobre mientras menos y menos controles afectaron a las
libertades de mercado”

Y por otro, se pretende extender el derecho penal, controlar la vida social


íntegramente con él, mientras que está profundamente cuestionado el mito
moderno de la soberanía estatal y de su capacidad para generar “ley y orden”.

En la actualidad, el dilema para las autoridades gubernamentales radica en


que se dan cuenta de la necesidad de abandonar su pretensión de ser los
proveedores fundamentales y efectivos de la seguridad y el control del delito,
pero también son conscientes, de forma igualmente clara, que los costos
políticos de semejante abandono son desastrosos.

Esa pretensión de conservar el derecho penal como la única función básica


del Estado, pero ahora compartiendo la responsabilidad de sus excesos y
fracasos con la comunidad, se traduce en la introducción cada vez más
avasallante del discurso penal en los escenarios electorales políticos:

Christie, indica hoy en día, con un Estado debidamente debilitado, para la


mayoría de los políticos es casi un sueño verse involucrados con la ley,
particularmente con el derecho penal. La explicación probablemente resulte
obvia en este punto: quedan muy pocos campos para el lucimiento a nivel
nacional, para los políticos como figura política, y para la política de partido.
Con la economía fuera de la política, sin el dinero de los impuestos para una
reforma social, en una sociedad en la que el monolito está sólidamente
establecido…en dicho sistema el delito se convierte en el principal escenario
para lo que queda de la política.

El protagonismo que de esta manera adquieren el derecho penal y la política


criminal en las campañas electorales y en el ejercicio cotidiano de la política,
trajo, entre otras consecuencias, que las barreras existentes entre los partidos
políticos y entre la izquierda y la derecha, en gran parte se desvanecieron:

Garland, comenta, a medida que el delito y el castigo se transformaron en


cuestiones electorales muy importantes, los partidos políticos del gobierno y
de la oposición comenzaron a competir para ser reconocidos como “duros”
con el delito, preocupados por la seguridad pública y capaces de reestablecer
la moralidad, el orden y la disciplina frente a los corrosivos cambios de la
modernidad tardía.

Pero este protagonismo del delito en la política, no quiere decir que el


“tsunami” privatizador no haya llegado también al sistema penal. Cárceles
privadas, modelos de seguridad privadas (como vecindarios vigilantes, policías
comunitarias), y obviamente, gran parte de los mecanismos alternativos de
solución de conflictos, se extendieron por todo el mundo: “La nueva estrategia
del Estado no consiste en ordenar y controlar sino, más bien, en persuadir y
alinear, organizar y asegurar que otros actores cumplan su función”.

La convocatoria de esos otros actores ha generado, entre otras cosas, lo que


Christie ha llamado La industria del control del delito la cual goza de una
excelente salud: en comparación con la mayoría de las industrias, la industria
del control del delito se encuentra en una situación más que privilegiada. No
hay escasez de materia prima: la oferta de delito parece infinita. También son
infinitas la demanda de servicio y la voluntad de pagar por lo que se considera
seguridad […] Se estima que esta industria cumple con tareas de limpieza, al
extraer del sistema social elementos no deseados.

Una segunda desventaja de la justicia restaurativa podríamos considerarla,


más bien, como una gran incoherencia. Si la justicia restaurativa nace como
una reacción a lo que se asume como críticas válidas a la pena de prisión,
¿por qué su aplicación se reduce sólo aquellos delitos menos graves? ¿o es
que la pena de prisión es irracional hasta cierto tope de años y deja de serlo
de ahí en adelante?

Decir que la pena de prisión es irracional hasta los cinco años (como ocurre en
muchos países, para poder aplicar los mecanismos de justicia restaurativa) y
por lo tanto hay que buscarle alternativas deja en el aire la amarga pregunta
de después de cinco años, hasta sesenta, ya deja de ser irracional.

Para concluir, digamos que la justicia restaurativa tiene ventajas indudables


sobre la justicia tradicional, pero el contexto en que surge y el momento actual
de la cuestión penal, en la cual se vuelve a pensar en el derecho penal como
la primera razón de los estados, en medio de un populismo punitivo, es una
“solución” que en lugar de contraer el aparato de justicia penal, puede
extender sus redes y por lo tanto, es indispensable que asumamos con
seriedad este mecanismo civilizatorio de resolver conflictos y no lo
reduzcamos simplemente a un instrumento para descongestionar el aparato
judicial de aquellos casos “menores” y en consecuencia se reserve una justicia
retributiva pura y dura para la delincuencia considerada más grave,
ensanchando y endureciendo el sistema penal, cuyo disminución y hasta su
supresión estuvo siempre en el horizonte cuando se buscaron respuestas
restaurativas.

Sin lugar a duda, la aplicación de la Justicia Restaurativa ha tomado auge en


los últimos años debido a la necesidad por parte de la sociedad a solicitar
respuesta inmediata en relación a los conflictos y delitos de los que son presas
cada día, así mismo por la incapacidad de las instituciones encargadas de
impartir justicia para proporcionar una pronta respuesta basada en las reales
necesidades de aquellos que son víctimas.
Es importante destacar que dicha necesidad de buscar otros métodos alternos
para ofrecer respuesta sobre los conflictos ha colocado a la Justicia
Restaurativa en un pobre entendimiento relacionado con el ejercicio práctico y
teórico sobre la aplicación y fundamentación de la misma, colocando así a
este tipo de Justicia en un debate constante en relación a sus definiciones,
características y aplicaciones dando como resultado la no universalidad y poco
acuerdo entre los mismos investigadores sobre el tema. Sin embargo, los
beneficios por parte de este nuevo paradigma de Justicia llevan a las
Organizaciones Internacionales interesadas en temas como la violencia
doméstica o contra la mujer a buscar por medio del derecho internacional
convocar a los diferentes países para implementar de una manera correcta y
sobre todo bajo el cuidado de no atropellar los Derechos Humanos, formas
más eficientes y eficaces para hacer frente a la erradicación de esta grave
problemática social.

Es indiscutible la carencia que existe no solo a nivel micro sino también macro
de contar con un mayor número de instrumentos internacionales que ayuden a
regular y a buscar un acuerdo en relación a la aplicación de la practica
restaurativa con la finalidad de lograr una expansión de los beneficios que
puede tener el ver a la Justica desde una visión más colaborativa, pero sobre
todo que pueda proporcionar una verdadera restauración en la victima y una
posible reinserción en el agresor.

En específico, el cuidado que debe de tener la aplicación de la Justicia


Restaurativa en casos de violencia doméstica o contra la mujer debe de ser
tomado con un alto nivel de compromiso y de conocimiento sobre el tema, ya
que el desconocimiento sobre la dinámica previa vivida entre las partes puede
llevar a los facilitadores a caer en actos negligentes y con consecuencias que
pueden impedir a las partes la oportunidad de vivir una verdadera resiliencia
ante su participación en un proceso restaurativo.

En los últimos años se han implementado una gran variedad de programas de


justicia restaurativa en el mundo. La aplicación de sus principios se ha
dispersado más allá del derecho penal, resolviendo disputas y problemas en
las escuelas, conflictos entre vecinos, conflictos de trabajo, entre otras. En el
caso particular guatemalteco, el derecho penal juvenil ha sido el ámbito del
derecho que mejor ha asumido los principios conciliadores de la justicia
restaurativa, “al asignarle responsabilidad al joven, lo reconoce como sujeto y
a su vez reconoce también que la sociedad sufrió un desequilibrio que es
necesario solventar”.

La Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia establece


determinadas prácticas restaurativas en materia de adolescentes en conflicto
con la ley penal.

Se establece, entre otros principios, el interés superior del adolescente como


principio rector del proceso penal, lo que se puede interpretar en el hecho de
privilegiar salidas o mecanismos alternos al proceso penal en aquellos delitos
de escasa trascendencia social (principio de mínima intervención).

Asimismo, al considerar a los adolescentes como sujetos plenos de derechos


y, por tanto, también responsables penalmente de los actos que transgredan
la ley penal. La Ley de Protección de Integral de la Niñez y Adolescencia,
establece formas de terminación anticipada del proceso, como mecanismos o
medidas de desjudicialización, los cuales se fundamentan y persiguen los
mismos fines restaurativos analizados anteriormente.

Las formas de terminación anticipada del proceso que regula la Ley de


Protección de Integral de la Niñez y Adolescencia son:

a) La conciliación
b) El criterio de oportunidad reglado
c) La remisión

Finalmente haremos una comparación entre los modelos de justicia de nuestro


país:

Justicia Retributiva Justicia Restaurativa


El delito es la infracción a la norma El delito es la acción que causa daño
del Estado. a otra persona.
Se centra en el reproche y la Se centra en la solución del
culpabilidad, mirando hacia el problema, en la responsabilidad y
pasado, a lo que el delincuente hizo. obligación, mirando hacia el futuro.
Reconoce una relación de contrarios, Establece un dialogo y una
de adversarios, que vencen y negociación normativa que imponga
someten al enemigo en proceso al delincuente una sanción
normativo legal. restauradora.
El castigo es consecuencia natural, La solución del conflicto está en la
dolorosa; también, conlleva o reparación como un medio de
pretende la prevención general o restaurar tanto a la víctima como al
especial. delincuente.
El delincuente tiene una deuda con Se reconoce a la víctima la
el Estado y la sociedad en abstracto. deuda/responsabilidad.
El estigma del delito es imborrable. El estigma del delito puede borrarse
por la acción restauradora.
El deber del delincuente es cumplir Se define la responsabilidad del
(sufrir) la pena delincuente como la comprensión del
impacto de su acción y el
compromiso de reparar el daño.
La sanción es la reacción del Estado Se reconoce la necesidad y
contra el delincuente. Se ignora a la derechos de la víctima. Se anima al
víctima y el delincuente permanece delincuente a responsabilizarse
pasivo. Se reconoce el papel de la
víctima y el papel del delincuente,
tanto en el problema (delito) como en
la solución.

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