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Noveno Semestre
Facilitador: Estudiante:
La ética es una disciplina estrictamente filosófica. Su origen viene del griego Ethos,
que quiere decir “modo de ser” o forma de comportarse. También, desde el mismo
significado griego, y desde una interpretación más aristotélica, se puede traducir como
“costumbre”. De manera que, el modo de ser de los seres humanos y las costumbres
que desarrolla es lo que en definitiva determina si es una buena o mala persona.
Ahora bien, ambos conceptos, desde la influencia del filósofo Alemán Immanuel Kant,
han cobrado el significado de “obligatoriedad en el cumplimiento de la norma”.
Obligación no impuesta por instituciones, sino por la propia razón del sujeto, que lo
lleva a tomar conciencia del deber. En este sentido, el deber debe entenderse no
como un problema jurídico, sino ético. Cuando se entiende de esta manera surge
entonces la noción de deontología, el cual se refiere a una rama de la ética que
consiste en deberes y principios capaces de afectar a los seres humanos.
La ética profesional
Toda ética profesional debe regirse por códigos deontológicos bien establecidos,
capaces de discriminar lo que se debe hacer de lo que no; lo correcto de lo incorrecto,
así como de proporcionar una guía moral para todos los profesionales de determinada
área. Es importante destacar que la ética no coacciona, es decir, no impone
sanciones, por lo que no es una categoría jurídica ni penal. Es una orientación para
actuar en función del deber y de los compromisos de responsabilidad conjunta. La
ética profesional se basa en las normas vinculantes establecidas por la deontología de
esa profesión, con la garantía de que se desempeñe correcta y honestamente las
funciones de la especialidad.
Ética fiscal
En las ciencias fiscales, conceptos como gasto, ingreso, finanzas, etc, requieren
incluso de implicaciones éticas. Sin eticidad profesional, un Estado pudiera considerar
que garantizar los derechos fundamentales de sus ciudadanos es un “gasto público”
que puede recortarse. Pero, si por el contrario, la deontología profesional establece el
deber de invertir constantemente en la satisfacción de estos derechos para el bien
común (principio fundamental de la ética), entonces no se trataría de un “gasto”, sino
de una inversión necesaria e inquebrantable.