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Derecho constitucional 4

DER 1262-4
2020
Docente: Jessica Fuentes Olmos

DERECHOS CONSTITUCIONALES
PARTE ESPECIAL

DERECHO A LA VIDA
E INTEGRIDAD FÍSICA Y SÍQUICA
ART. 19 N° 1 CPR

I. ORIGEN

Tiene un origen histórico tardío. Aparece como una reacción a las guerras
mundiales, entre cuyas acciones más reprochables estuvo una política estatal de
privación arbitraria de la vida a grupos de personas por el solo hecho de
pertenecer a dicho grupo, como los judíos.
Así entonces, con este derecho se trata de limitar la potestad del Estado
para imponer la pena de muerte o disponer la muerte de las personas e impone,
asimismo, la protección de este atributo del individuo.
El derecho a la vida se encuentra consagrado en la Convención Americana
de Derechos humanos: art 4.

II. CONTENIDO

Dentro de la clasificación de los derechos, corresponde a un derecho de


libertad, puesto que implica la no intervención en el desarrollo de las funciones
vitales del individuo (funciones cognoscitivas, sensitivas y vegetativas): viabilidad y
potencialidad. En otras palabras importa el derecho a que no sea afectada la vida
del individuo.
Al analizar tanto la Carta Fundamental como la Convención Americana es
posible constatar que se alude a la pena de muerte y si bien se contemplan
importantes limitaciones a su establecimiento, se contempla la posibilidad del
estado a imponerla. Entonces puede afirmarse que el derecho a la vida no es
absoluto porque permite al Estado, en hipótesis muy acotadas, disponer de ella.
Por ende, se comprende un supuesto legítimo de disposición de la vida por el
Estado y lo que se proscribe es un actuar ilegítimo o incosntitucional.
Por su parte, como el constituyente contempla que el Estado asegura a la
personas el derecho a la vida, contempla el despliegue de medidas para evitar que
la vida del individuo pudiera ser afectada por terceros. Pero en este punto cabe
preguntarse, ¿está proscrita toda posibilidad de ataque a la vida de un persona en
virtud del derecho a la vida? O dicho de otra manera, ¿se contemplan hipótesis en
que el ataque a la vida de una persona puede estar amparado
constitucionalmente? En efecto, por ejemplo, si se acude a la figura de la legítima
defensa puede afirmarse que existen supuestos donde encontrándose en peligro

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la vida del individuo este último puede defenderse y provocar la muerte de un


tercero.
En conclusión, puede afirmarse que el derecho a la vida, más que un
derecho a vivir en términos absolutos, es el derecho a no perder la vida, por
acción de un tercero o por acción del Estado, en forma arbitraria 1.
Es importante determinar el inicio y el término de la vida, para efectos de
discernir la protección que otorga la Carta Fundamental. Los avances tecnológicos
actualmente permiten intervenir procesos como la concepción o disponer de los
órganos de una persona que ha perdido ciertas funciones vitales. Así las cosas,
debe determinarse si estas actividades resultan coherentes o amparadas por el
texto constitucional.
Lo anterior explica la discusión que se ha suscitado sobre la
constitucionalidad de algunos métodos anticonceptivos y, derechamente, sobre el
aborto. Asimismo, plantea la discusión sobre los efectos jurídicos de los métodos
de prolongación artificial de la vida, lo que a su vez plantea al menos dos
situaciones: a) la libertad de conciencia de la persona que se niega a someterse a
medidas que prolonguen artificialmente su vida; y, b) las consecuencias que
surgen de la omisión de terceros en la adopción de medidas dirigidas a prolongar
la vida.
El artículo 1° inciso 1° CPR señala que las personas nacen libres e iguales
en dignidad y derechos. Por lo tanto, el inicio de la protección de las personas está
claro en cuanto ellas nacen. La discusión se plantea respecto de quienes no han
nacido y cuya protección se entrega al legislador, como se verá más adelante.
En cuanto al término de la vida, la ley N° 19.451 reconoce la muerte
cerebral como válida para los efectos de la donación de órganos (considerando N°
15° de la sentencia del TC Rol N° 220), por ende, puede sostenerse que la
constatación de la muerte cerebral es el hito que marca el término de la vida para

1
FIGUEROA GARCÍA-HUIDOBRO, Rodolfo, “Concepto de derecho a la vida”, Ius et Praxis
(Talca, 2008), volumen 14 Nº 1, pp. 261-300. El artículo puede bajarse de
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-00122008000100010#n2. “Si bien
en la literatura nacional, en general, no es posible hallar un concepto o una definición explícita
sobre el derecho a la vida, sí es posible encontrar en algunos autores algunas declaraciones que
permiten reconstruir una noción sobre el derecho a la vida. Si a esas declaraciones que exhibe
cierta literatura nacional sumamos algunos aportes de literatura extranjera, podemos identificar
cinco concepciones sobre el derecho a la vida: 1) Una de ellas sostiene que el derecho a la vida
consiste en el derecho a vivir, a permanecer con vida. 2) Otra sugiere que este derecho consiste en
el derecho a vivir bien, o vivir con dignidad. 3) Una tercera propone entender que el derecho a la
vida consiste en el derecho a recibir todo lo mínimamente necesario para no morir en lo inmediato.
4) Una cuarta concepción propone entender el derecho a la vida simplemente como el derecho a
que no nos maten. Finalmente, 5) una quinta postura suscribe la idea de que este derecho consiste
en que no nos maten arbitrariamente.”. En el artículo citado, p. 262.

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efectos constitucionales, porque de lo contrario la donación de órganos sería


inconstitucional al permitir que se intervenga el cuerpo del individuo para extraer
sus órganos.
Si el derecho a la vida responde a la estructura de una libertad clásica,
debiera reconocerse un grado de disponibilidad o renunciabilidad: huelgas de
hambre o negativa a recibir transfusiones de sangre. Sin embargo, esto es
bastante discutido, incluso a nivel comparado.
Acá vale volver a la discusión acerca de las funciones de los derechos
fundamentales. Tales casos plantean un conflicto entre la libertad del propio titular
de la vida y la doctrina de los derechos como valores, pues se plantea la
necesidad de protegerlos aún en contra de su propio titular. Todo dependerá de la
tesis que se sostenga en torno a la función de los derechos fundamentales: si ellos
constituyen limitaciones al actuar estatal (derechos de defensa frente al Estado) y,
por ende, criterios de legitimación de su actuación, constituyen un límite que nos
otorga protección frente al ejercicio del poder estatal y, por ende, no pueden ser
esgrimidos en contra de la voluntad del titular de los derechos. Si, en cambio, se
estima que los derechos fundamentales son valores que imponen ciertos fines al
sistema y se objetivizan como bienes a los que el Estado debe proteger, aún
contra la voluntad de sus propios titulares, ellos son invocados para proteger la
vida aún en contra de su propio titular quien, bajo esta tesis, ya no es visto como
un individuo racional y libre que puede autodeterminarse, sino que estará limitado
en aquéllas decisiones en que el Estado determine que atentan con los valores
que como sociedad se han dado.

III. PROTECCIÓN CONTENIDA EN EL ART. 19 N° 1 CPR

En primer lugar, se encuentra una prohibición al Estado de atentar contra el


derecho a la vida (abstención). La excepción está en la posibilidad de establecer la
pena de muerte (inciso 3° del art 19 N° 1 CPR). Se adiciona un requisito formal
que es la ley de quórum calificado.
El Pacto de San José de Costa Rica en su art. 4 N° 2 y 3 establece
limitaciones a la posibilidad de volver a instaurar de la pena de muerte en los
casos en que dicha pena se ha abolido o respecto de los delitos a los que
actualmente no se les aplica. Dicha Convención está ratificada por Chile y vigente,
por lo cual se hace aplicable lo dispuesto en el art. 5 inc. 2° CPR. Chile no ha
abolido la pena de muerte pero la mantiene sólo en el Código de Justicia Militar
(arts. 216, 223, 240). En consecuencia, no podría extenderse a delitos en los
cuales actualmente no se aplica.
Cabe destacar que en cuanto la CPR asegura a todas las personas el
derecho a la vida, dicha garantía se obtiene no solo de la abstención de disponer
de la vida de la persona, sino además de procurarle protección, lo que se traduce

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en medidas de carácter jurídico (desarrollo de legislación que disuada a terceros


de atentar contra la vida de los individuos) y de carácter material.
En cuanto a la protección jurídica a este derecho, se establecen como
medidas derivadas del respeto y protección de este derecho respecto de terceros:

a) delito de homicidio (arts. 390 a 392 del Código Penal);


b) delito de auxilio al suicidio (art. 393 del Código Penal);
c) infanticidio (art. 394 del Código Penal).

En cuanto a la protección material que el Estado debe dar a este derecho,


nos encontramos con el deber de dar protección a la población, consagrado en el
art. 1 inciso 5º de la CPR.

IV. DERECHO DE INTEGRIDAD FÍSICA (ART. 19 N° 1 INCISO 1° CPR)

Consiste en la conservación de la materialidad del cuerpo humano. Además


de la proscripción de los tratos inhumanos, crueles o dolorosos. Este derecho no
admite excepciones. El Estado regula:

a) El delito de lesiones: protección jurídica (art. 395 y siguientes del Código


Penal);
b) La donación de órganos solo puede tener fines terapéuticos.

La donación con donantes vivos se relaciona con la salud de las personas.


Conforme a la ley 19.451 requiere consentimiento del donante y no puede
hacerse a título oneroso; la donación con donantes muertos requiere la
fijación del momento del término de vida (art. 11 de la Ley 19.451).

Actualmente la ley declara donante a todas las personas mayores de 18


años, a menos que hayan declarado expresamente su voluntad en contrario
(art. 2º bis de la ley 19.451 modificada por la ley 20.413).

V. DERECHO A LA INTEGRIDAD SÍQUICA (ART. 19 N° 1 INCISO 1° CPR)

Implica la prohibición de controlar la psiquis del individuo (mensajes


subliminales; la presión que altera el equilibrio espiritual; las torturas), o generar la
perturbación grave de la estabilidad emocional del individuo (capacidad consciente
y elaboración intelectual propia): acoso sexual, periodístico, laboral, etc.
La determinación de las actuaciones que pueden alterar la psiquis del
individuo son materia de definición científica.

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Se prohíbe el apremio ilegítimo que se entiende como toda coacción que


pueda lesionar la integridad física o síquica, sin excepciones.
En la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José
de Costa Rica se prohíbe el apremio en su art. 5.

VI. LA PROTECCIÓN DEL QUE ESTÁ POR NACER (ART. 19 N° 1 INCISO 2° CPR)

La CPR señala que la ley protege la vida del que está por nacer, esto es, no
establece el tipo de protección que se otorga al que está por nacer, sino que
establece un deber al legislador de consagrar normativamente dicha protección.
La CPR otorga un mandato al legislador, el que en todo caso no es neutro, indica
una protección, pero no su extensión, forma ni condiciones. Así por lo demás ha
sido acogido por el TC en el fallo rol 3729-2017 recaído en el proyecto de ley que
despenaliza el aborto en tres causales.
La ley 20.120 sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y
prohíbe la clonación humana, establece en su artículo 1° que dicha ley “tiene por
finalidad proteger la vida de los seres humanos, desde el momento de la
concepción, su integridad física y psíquica, así como su diversidad e identidad
genética, en relación con la investigación científica biomédica y sus aplicaciones
clínicas.”. En consecuencia, la vida del nasciturus se protege desde la concepción,
tal como se indica en esta disposición. Conforme a la tesis sustentada en el último
fallo ya citado, para el TC la referida protección que el legislador debe otorgar al
no nacido no se agota ni se limita a la penalización del aborto, sino que incluye,
como en otros casos en que la Constitución habla de protección, todo tipo de
medidas que hagan efectiva dicha protección.
El aborto ha planteado las siguientes interrogantes:

a) condición de persona del nasciturus y, en cuanto tal, titular de derechos


fundamentales;
b) contenido de la protección que el legislador debe proferir al no nacido;
c) posible conflicto del derecho a la vida e integridad física y síquica de la
madre y la vida del que está por nacer.

En el fallo sobre la píldora del día después, rol 740-2008, se discutió


largamente acerca de la fijación del inicio de la condición de nasciturus,
concluyéndose en dicha oportunidad:

i. el embrión humano es persona, sujeto de derecho desde la concepción


(considerando 50);
ii. se confió al legislador modalidades concretas de protección de la vida del
que está por nacer por tratarse de un ser existente (persona), lo que

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importaba la protección de un derecho y no sólo del bien jurídico de la vida


(considerando 58). Se tomaron en cuenta como antecedente los arts 75,
181, 243 del Código Civil; art. 7 DL 824 (ley de impuesto a la renta); art. 1
Ley 20.120 (sobre investigación científica en el ser humano, su genoma y
prohíbe la clonación humana).

La ley 20.418 reguló, con posterioridad el derecho de toda persona a elegir


libremente, sin coacción de ninguna clase, y de acuerdo a sus creencias o
formación, los métodos de regulación de la fertilidad que cuenten con debida
autorización y acceder efectivamente a ellos.
Por su parte, en el fallo rol 3729-2017, el TC revisa sus sentencias previas y
reconoce que existe una jurisprudencia contradictoria acerca del derecho a la
vida2.
El TC indica que para resolver las cuestiones planteadas tendrá en
consideración los siguientes elementos: el pluralismo 3; la autonomía de la mujer
como persona4; el derecho penal como ultima ratio 5 y los derechos de los
pacientes6.
El TC decide sobre la constitucionalidad del proyecto de ley que
despenaliza el aborto en tres causales en base a las siguientes cuestiones de
fondo7:

a) Sobre la discusión planteada acerca de la condición de persona del


nasciturus (que había sido establecida en el fallo rol 740) y, en cuanto tal, titular de
derechos fundamentales, el TC señala en esta oportunidad que el que está por
nacer no es persona8.

b) Sobre el contenido de la protección que el legislador debe proferir al no


nacido, el TC se refiere al alcance del término “protección” en la Constitución
indicando que:
2
Considerando 20, p. 60; considerando 21, p. 61; considerandos 23 y 24, p. 62.
3
Considerando 34, p. 34.
4
Considerandos 35 a 39, p. 76.
5
Considerando 41, p. 80.
6
Considerando 33 y 42, pp. 75 y 81.
7
Como cuestiones previas el fallo contiene referencias a: a) aquello sobre lo que no se va a
pronunciar: p. 50; b) la regulación histórica del aborto en Chile y el derecho comparado: p. 55; c)
sentencias de otros países: p. 57; d) criterios utilizados en la jurisprudencia comparada: p. 58
(cons. 19); e) criterios interpretativos que utilizará en su fallo: considerando 26 (corrección
funcional), considerando 27 (presunción de constitucionalidad), considerando 28 (sistemático),
considerandos 29 y 30 (dinamicidad de la interpretación constitucional); f) valor de las opiniones
vertidas al interior de la CENC para efectos de la interpretación constitucional: (considerando 31, p.
72).
8
Considerando 40, p. 102; considerando 77, p. 103; considerandos 78 y 79.

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i. no se limita a la penalización, sino que comprende diversas fórmulas


de protección;
ii. cuando la Constitución ha querido prohibir conductas lo ha hecho
expresamente y que el texto constitucional se refiere muy
escasamente a delitos9;
iii. ningún derecho fundamental puede ser protegido en forma
absoluta10.

c) Sobre el conflicto entre el derecho a la vida e integridad física y síquica de


la madre y la vida del que está por nacer, el TC ha considerado que el legislador
ha optado por los derechos de la mujer 11. Asimismo el TC ha considerado que en
el caso del aborto se trata de una especificación del derecho a la salud 12.

Finalmente, al pronunciamiento específico sobre constitucionalidad de las


causales de aborto contenidas en el proyecto de ley 13, el Tribunal agrega el test de
proporcionalidad de las mismas 14 declarando constitucional el proyecto y anulando
disposiciones referidas a la objeción de conciencia que se revisará con ocasión de
la libertad de conciencia.

DERECHO A LA PROTECCIÓN DE LA VIDA PRIVADA Y A LA HONRA DE LA


PERSONA Y SU FAMILIA
ART. 19 N° 4 CPR

I ANTECEDENTES

El derecho a la protección de la privacidad (“right to the privacy”) es de


reciente formulación. Sobre este derecho versa la obra escrita por Samuel Warren
y Louis D. Brendeis, de 1890 titulada The right to privacy15, que sería el derecho a
ser dejado en paz: the right to be let alone. Esta obra reconocía la fuerte tensión
9
Considerandos 45, 46, p. 83; considerando 47, p 84; considerando 48, p. 86; considerando
55, p. 91; considerando 61, p. 96; considerando 87, p. 107; considerando 108, p. 116.
10
Considerando 32, p. 75; considerandos 49, 51, p. 86.
11
Considerando 40, p. 80, considerando 83, p. 106, cons. 99, p. 113.
12
Considerando 103 p. 115.
13
Considerandos 92, 93, pp. 108 y siguientes.
14
Considerandos 114, 115, 116, p. 120.
15
El artículo puede encontrarse en su versión en inglés en
http://www.cs.cornell.edu/~shmat/courses/cs5436/warren-brandeis.pdf. También hay una versión
traducida al español por Benigno Pendás y Pilar Baselga que es posible bajar de internet. Allí la
obra aparece traducida como “El derecho a la intimidad”.

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que existe entre la libertad de expresión y una libertad negativa (to be let alone),
particularmente por el avance del acoso periodístico y la publicación no consentida
de fotografías en los periódicos.
Se sostiene una especie de derecho a la soledad o a la paz que tienen los
individuos y sus familias frente a terceros, sean estos particulares o el Estado.
Warren y Brandeis estiman que la protección de este derecho a la privacidad no
es posible derivarla simplemente del derecho de propiedad o de propiedad
intelectual ni de la buena fe o de un vínculo contractual, en los casos en que dicho
vínculo no aparece o no es evidente. De este modo, estos juristas plantean la
identificación de un derecho a la privacidad con entidad propia y que no se
confunde con estas otras instituciones a las que había acudido la jurisprudencia
para resolver cuestiones que ellos identifican con la privacidad.
Para Warren y Brandeis el principio que tutela los escritos personales y
cualquiera otra obra producto del espíritu o de las emociones es el derecho a la
privacidad, y el derecho no necesita formular ningún principio nuevo cuando hace
extensivo este amparo a la apariencia personal, a los dichos, a los hechos y a las
relaciones personales o de otra clase.
Esta idea del derecho a estar solo o derecho a la privacidad fue
desarrollada bajo el espectro de protección de la Cuarta Enmienda de la
Constitución Americana, IV enmienda 1791. “El derecho de los habitantes de que
sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y
aprehensiones arbitrarias, será inviolable, y no se expedirán al efecto
mandamientos que no se apoyen en un motivo verosímil, estén corroborados
mediante juramento o protesta y describan con particularidad el lugar que deba ser
registrado y las personas o cosas que han se der detenidas o embargadas”.
Posteriormente este derecho evoluciona hacia la idea de protección frente a
la exposición pública de una persona (aun cuando se trate de aspectos no
íntimos), como respuesta al acoso periodístico, la publicidad o a la exposición
pública de hechos o circunstancias que sólo incumben al ámbito privado, aunque
no necesariamente íntimo de la persona. Es el derecho a la no intrusión en
aspectos de la vida privada que el propio titular se ocupa de preservar del
conocimiento de terceros.
En términos generales la privacidad abarca una serie de facetas de la
personalidad que, en conjunto, caracterizan al individuo, quien tiene el derecho a
mantenerlas al margen del conocimiento de terceros.
Así entonces, puede afirmarse que la privacidad se entiende como una
“prerrogativa del individuo para sustraer de toda injerencia extraña a un círculo de
asuntos, hechos o actuaciones que no desea que sean conocidos por terceros,
salvo que el mismo titular del derecho así lo permita”.

II CONTENIDO

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Artículo 19 N° 4. El respeto y protección a la vida privada y a la honra de la


persona y su familia.
La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 12 señala:
“Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su reputación. Toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra tales injerencias y ataques.”
Asimismo, el art. 11 de la CADH o Pacto de San José de Costa Rica
señala:

“Artículo11. La Protección de la Honra y de la Dignidad.


  1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento
de su dignidad.
  2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida
privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra o reputación.
  3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o esos ataques.”.

En Chile, hasta el año 2005 en que fue reformada la Constitución, este


derecho comprendía además la protección de la “vida pública” de la persona.
La protección comprende:

a) el derecho frente al Estado y a otros individuos a que ciertos hechos,


independientemente de su calificación, por enmarcarse en el ámbito
privado, no deben ser ventilados al público sin el consentimiento de su
titular y,

b) la protección frente a intromisiones en la vida privada mediante figuras


reguladas en el ordenamiento jurídico, esto es, implica un deber de
abstención de los terceros y un deber de regulación por parte del
Estado.

La determinación de la extensión de la vida privada ha sido confiada a


quien ha sufrido su invasión, la que se ratifica con la decisión del juez que
reconoce la vulneración de la garantía 16.

16
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel,
“Constitución Política Comentada. Parte dogmática. Doctrina y jurisprudencia” (Santiago, 2012), p.
130.

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Por una parte, la vida privada se rompe tanto con el acceso no consentido
de un tercero como con la divulgación de lo que en ella acaece17. Por otra parte, el
derecho a la privacidad se ha extendido al resguardo de hechos, actuaciones,
asuntos y datos de la vida privada, lo que amplía el espectro de situaciones que
puedan dar lugar a una afectación ilegítima de la vida privada. Por tal motivo, el
ordenamiento jurídico ha previsto cuerpos legales que tratan de brindar protección
a estos diversos aspectos comprendidos en dicha vida privada.

i. Ley 19.628 sobre protección de la vida privada: protege los datos de


carácter personal en registros o bancos de datos. En estos casos, la
protección se refiere a información que se entrega a terceros para un fin
determinado o bajo reserva de confidencialidad.
En tal contexto, el consentimiento como requisito previo para la
divulgación de la información aparece como esencial, salvo en los casos en
que la propia ley regula esta posibilidad sin autorización previa (art. 4°
inciso 5° de la ley 19.628).
La ley define los datos de carácter personal como los relativos a
cualquier información concerniente a personas naturales, identificadas o
identificables (art. 2 f).
Por su parte, se definen como datos sensibles, aquellos datos
personales que se refieren a las características físicas o morales de las
personas, tales como los hábitos personales, el origen racial, las ideologías
y opiniones políticas, las creencias o convicciones religiosas, los estados de
salud físicos o psíquicos y la vida sexual (art. 2 g).

ii. Ley 20.285 sobre acceso a la información pública: establece el derecho de


acceso a la información, y como contrapartida, contempla dos normas que
protegen el derecho a la privacidad: a) aquélla que obliga a la autoridad
pública a comunicar a las personas cuya información ha sido requerida por
un tercero, su derecho a oponerse y, b) aquélla que permite negar total o
parcialmente el acceso a la información por ser reservada o secreta en
razón de afectar los derechos de las personas y, en particular, entre otros,
la esfera de su vida privada (art. 21 N° 2 de la ley citada).

iii. Ley 19.733 sobre libertades de opinión e información y ejercicio del


periodismo: en la que se consideran pertenecientes a la esfera privada de
las personas los hechos relativos a su vida sexual, conyugal, familiar o
doméstica, salvo que fueren constitutivos de delito (art. 30 inciso final).

17
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel,
“Constitución Política Comentada. Parte dogmática. Doctrina y jurisprudencia” (Santiago, 2012), p.
130, p. 131.

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III. AFECTACIÓN LEGÍTIMA DE LA VIDA PRIVADA

La protección de la vida privada implica que el Estado regule legalmente


posibles intromisiones que serán consideradas legítimas y la colisión que pueda
producirse respecto del ejercicio de otros derechos o libertades. Así se tiene:

a) procesos criminales vinculados a la vida privada (por ejemplo, bigamia,


incesto, violación, entre otros);
b) juicios civiles relacionados con la vida privada (divorcio, tuición de menores,
alimentos, etc);
c) colisión con la libertad de expresión, libertad de emitir opinión y de informar,
libertad de prensa (ley 19.733).

Si bien el constituyente establece una protección de la vida privada, a su


vez, el legislador debe conciliar dicha protección con otros bienes jurídicos
también de carácter constitucional, por lo cual se entiende habilitado para limitar la
protección de la vida privada de ciertas personas. En cualquier caso, y dado que
se trata de excepciones a la protección que debe otorgarse a la vida privada de
estas personas, no puede ser extendida a ámbitos no autorizados expresamente
por disposición legal.
Así, en el caso de las personas que ejercen funciones o cargos públicos,
parte de su vida privada es de interés público. En cuanto el ordenamiento realiza
exigencias que implican el conocimiento de ámbitos de la vida privada de la
persona, ella debe renunciar a parte de su vida privada por el ejercicio de
funciones públicas, en virtud del principio de probidad. Por ejemplo: las
declaraciones de intereses y patrimonio que deben realizar las autoridades y
funcionarios públicos y que son de acceso público: art. 8 de la CPR; arts. 57 a 60
de la LOCBGAE; ley 20.880 sobre probidad en la función pública y prevención de
los conflictos de intereses.

IV. AFECTACIÓN ILEGÍTIMA DE LA VIDA PRIVADA

Puede considerarse que se afecta la vida privada mediante la injerencia


arbitraria o ilegal. Será arbitraria, cuando carece de justificación racional o no
cuenta con el consentimiento de la persona cuya vida privada se invade. Por
ejemplo, la publicación de imágenes en periódicos sin el consentimiento de quien
aparece en ellas. En cambio, la injerencia ilegal importa la infracción de normas

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legales o contractuales, como por ejemplo, el envío de información a Dicom que


realiza un órgano público no estando facultado para ello 18.
Son casos frecuentes de reclamo de afectación ilegítima del derecho a la
protección de la vida privada los siguientes 19:

a) Vigilancia mediante cámaras. Por ejemplo, en materia laboral, se ha


reconocido que si bien el empleador tiene la facultad de dirección, debe
utilizar las cámaras de video en forma razonable y proporcionada. Así
entonces, la colocación y ubicación de las cámaras debe ser conocida
por los trabajadores, no deben ubicarse en lugares de esparcimiento o
donde no desarrolla actividad laboral, debe entregar planos panorámicos
y no dirigirse a un trabajador en particular, debiendo además constar en
el reglamento interno de la empresa20.

b) Cercano al anterior, las edificaciones en altura que permiten el acceso a


hechos de la vida privada de las personas de residencias vecinas.

c) Recolección, divulgación y procesamiento de información. El


procesamiento incluye a su vez, el uso, almacenamiento y manipulación
de información ya recolectada. Estas dimensiones están contenidas en
la ley de protección de datos personales (art. 3, 4, 5, 7, 9, 11 de la ley
19.628).

d) Exclusión de información que consiste en la eliminación de información


comercial desde un registro, por ejemplo, dicom (art. 6 ley 19.628).

e) Registro y publicación de fotografías sin el consentimiento del


fotografiado; uso publicitario, comercial o no de fotografías sin el
consentimeinto del fotografiado. En este caso suele hablarse del
derecho a la imagen el que pese a no estar expresamente contemplado
en el texto constitucional, la jurisprudencia ha entendido que forma parte
de este derecho a la protección de la vida privada.

18
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), pp. 131-132.
19
Una revisión de la jurisprudencia de protección en materia de derecho de privacidad en
FIGUEROA G., Rodolfo, “El derecho a la privacidad en la jurisprudencia de protección”, en Revista
chilena de derecho (Santiago, 2013), volumen 40 Nº 3, pp. 859-889. El artículo puede encontrarse
en https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-34372013000300005
20
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel,
“Constitución Política Comentada. Parte dogmática. Doctrina y jurisprudencia” (Santiago, 2012), p.
130, p. 133.

12
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f) Registro y uso de datos personales en redes sociales. Al suscribirse


como usuario de una red social se solicitan una serie de datos de la vida
privada que son proporcionados por el individuo y que da lugar a una
serie de situaciones complejas de intromisiones o afectaciones
ilegítimas del derecho a la vida privada21.

V. PROTECCIÓN DE LA HONRA

El numeral 4° del artículo 19 se refiere además a la protección de la honra,


entendiendo esta última, como “el especial reconocimiento de que disfruta una
persona en su medio social, por consideraciones de su mérito o virtud”. Esta idea
es antigua pero se incorpora como protección constitucional en tiempos
relativamente recientes (tradicionalmente su protección se remitía al ámbito
penal).
Hay quienes distinguen un ámbito subjetivo y otro objetivo de la honra.
Sería el ámbito subjetivo de la honra, el sentimiento de propia dignidad nacido de
la conciencia de nuestros méritos y virtudes. En tanto, se trataría del ámbito
objetivo de la honra, la apreciación y estimación que hacen los demás de nuestras
cualidades morales o reconocimiento de que goza una persona en su medio
social, en atención a sus méritos y virtudes.
Dicha distinción sólo nos sirve para determinar el ámbito resguardado por la
Constitución que es el aspecto objetivo. En efecto, mal podría entrar la
Constitución a resguardar un ámbito interno de apreciación del individuo que no se
refleja en su aspecto relacional, intersubjetivo.
Se ha otorgado protección jurisprudencial al prestigio profesional y
comercial, asociados, el primero, al desempeño de una función en la sociedad y,
el segundo, al rasgo distintivo y valuable de su posición en el mercado,
encontrando ambas dimensiones de la honra un componente patrimonial 22. Por su
parte, en relación a las personas jurídicas, la jurisprudencia ha sostenido que hoy
en día resulta coherente considerar dentro del concepto de honor, la idea de
prestigio, buen nombre e imagen o prestigio comercial, por lo no existirían motivos
razonables para excluir a las personas jurídicas del amparo del artículo 19 N°4 de
la CPR en lo que concierne al aspecto objetivo de la honra, en lo relacionado a la
imagen comercial o prestigio23.

21
Un análisis de las redes sociales y el alcance de la ley 19.628 en HERRERA CARPINTERO,
Paloma, “El derecho a la vida privada y las redes sociales en Chile”, en Revista chilena de derecho
y tecnología (Santiago, 2016), volumen 5, Nº 1, pp. 87-112. El artículo puede encontrarse en
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-25842016000100003#bookmark39
22
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 135.
23
SCS rol N° 12873 de 2015.

13
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La lesión de la honra puede configurar un delito contra el honor (injuria o


calumnia, tipificados en el Código Penal).
Se incluye a la familia porque ésta frecuentemente se ve afectada por los
atentados a la honra que sufre uno de sus integrantes.
La afectación de la honra puede realizarse a través de diversos medios
como serían publicaciones en medios de comunicación, redes sociales u otro
medio a través del cual se difunde opinión o información que afecta la honra de
una persona.
Conforme a la ley 19.733 sobre libertades de opinión e información y
ejercicio del periodismo, al inculpado de haber causado injuria se le admitirá
prueba de verdad acerca de sus expresiones cuando hubiere imputado hechos
determinados y concurriere a lo menos una de las siguientes circunstancias:

i. que la imputación se produjere con motivo de defender un interés público


real;
ii. que el afectado ejerciere funciones públicas y la imputación se refiriere a
hechos propios de tal ejercicio.

La ley 19.733 considera hechos de interés público:


a) el desempeño de funciones públicas;
b) el ejercicio de una profesión u oficio, cuyo conocimiento poseyere interés
público real;
c) actividades a que haya tenido libre acceso el público, a título gratuito u
oneroso;
d) actuaciones captadas o difundidas por algún medio de comunicación social
con consentimiento del interesado;
e) acontecimientos o manifestaciones que el interesado haya dejado
testimonio en registros y archivos públicos;
f) comisión de delitos de acción pública o participación culpable en los
mismos.

La ley otorga otros instrumentos para proteger la honra: en el derecho penal


mediante los delitos de opinión y en el derecho civil mediante las normas sobre
responsabilidad e indemnización. En concreto, el Tribunal Constitucional ha
declarado inaplicable el artículo 2331 del Código Civil, sobre la base del derecho a
la honra, en la medida que niega derecho a indemnización del daño moral cuando
él se ha originado en imputaciones injuriosas contra al honor o el crédito de una
persona24.

24
Ibídem, p. 136.

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INVIOLABILIDAD DEL HOGAR Y DE LAS COMUNICACIONES


ART. 19 N° 5 CPR

I ANTECEDENTES

Históricamente la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia


precedió al derecho a la privacidad. La seguridad de las casas, efectos y
documentos fue reconocida en el reglamento provisorio de 1812 y también en la
legislación penal mediante el establecimiento de los delitos de violación de morada
y de la correspondencia.

II. CONTENIDO

El Estado no puede entrar ni intervenir el hogar o la comunicación privada,


salvo que esté contemplada expresamente la hipótesis de actuación.
El fundamento de la inviolabilidad del hogar es colocar un límite a la
intervención estatal sobre la libertad del individuo para actuar en su hogar.
El hogar se considera como una prolongación de la personalidad y por ello
su inviolabilidad es una de las garantías más antiguas (inmunidad de jurisdicción).

1. Hogar

El concepto de hogar alude a “recinto privado”, lo que incluye la vivienda


familiar, permanente u ocasional, las oficinas y toda edificación o predio que no
esté abierto al público o no sea bien nacional de uso público.
Los recintos privados están protegidos, no por encontrarse amparados por
la propiedad privada sino por servir de vivienda o lugar de trabajo a las personas 25.
Se extiende a la casa habitación y a los espacios físicos donde un individuo se
desarrolla y realiza sus actividades. Por ejemplo: la oficina.
Se excluye del hogar los lugares, aunque privados, de acceso público como
estadios, cines, etc. En tales casos, por ejemplo, la legislación penal no exige a
Carabineros e Investigaciones contar con autorización para entrar y registrar el
lugar, salvo en los casos que se perciban llamadas de auxilio u otros signos
evidentes que se está cometiendo un delito (artículo 206 CPP).
Pueden reconocerse tres elementos concurrentes al concepto de hogar:
a) recinto cerrado o privado;
b) consentimiento de quien lo tiene a su cargo para acceder a él; y,

25
EVANS DE LA CUADRA, Enrique, “Los derechos constitucionales”, Tomo I, 3ª edición
(Santiago, 2004), pp. 222-223.

15
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c) la actividad que se despliega en el lugar, que corresponde al desarrollo


de la vida o trabajo del individuo26.

2. Comunicación privada

En cuando a la inviolabilidad de toda forma de comunicación privada, puede


señalarse que hubo un cambio de texto en comparación con la CPR de 1925 que
utilizaba la expresión “correspondencia” a “toda forma de comunicación”,
permitiendo abarcar un ámbito más amplio de formas de comunicación, como por
ejemplo, el teléfono, el correo electrónico, etc.
En cuanto a la calificación de la comunicación como “privada” se refiere a
que no esté destinada al conocimiento público sino al de un destinatario
determinado. Se afecta este derecho en la medida en que un tercero, sin contar
con el consentimiento de los sujetos de la comunicación, toma conocimiento de la
misma, identifica a sus titulares o divulga su contenido.

3. Documentos privados

Se refiere a todo registro físico de datos inteligible para las personas, lo que
no solo incluye documentos escritos sino también fotografías, archivos
informáticos, etc27.

III. LÍMITE

Conforme con el artículo 19 N° 5 segunda parte CPR, el “hogar sólo puede


allanarse y las comunicaciones y documentos privados interceptarse, abrirse o
registrarse en los casos y formas determinadas por la ley”.
En consecuencia, la intervención autorizada por la Constitución se somete a
tres requisitos:

a) Habilitación legal (además, autorización judicial);


b) Tipificación de los casos;
c) Tipificación de la forma de efectuar la intervención.

Se justifica la restricción a este derecho cuando exista la necesidad de


establecer la responsabilidad criminal, pudiendo el juez de garantía autorizar la
interceptación de las comunicaciones privadas (artículos 217 al 225 CPP). El

26
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 159.
27
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 164.

16
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individuo debe enterarse que ha sido objeto de estas medidas, las que deben
estar autorizadas por el juez28.
Es importante analizar la situación en la cual los medios a través de los
cuales se produce la comunicación privada son provistos por un tercero ajeno a
dicha comunicación, como por ejemplo, el empleador, sea éste un órgano público
o un particular. En ningún caso, el hecho de proveer los medios físicos a través de
los cuales se produce la comunicación (computador, servidor, teléfono, etc)
transforma a esta última en pública, ni en una comunicación a la que tenga
derecho a acceder el titular de los medios respectivos.
Esto ha sido discutido en materia laboral referido a los correos electrónicos
a cuyo uso tienen acceso los trabajadores. En tal caso, los pronunciamientos de la
Dirección del Trabajo fueron planteando la conciliación entre el derecho a la
inviolabilidad de las comunicaciones de los trabajadores con la facultad de
dirección del empleador, por la vía de exigir y reconocer a este último, conforme lo
dispone el Código del Trabajo, de regular el uso de los correos electrónicos
mediante el contrato de trabajo y el reglamento interno de la empresa, lo que en
ningún caso se extiende a permitirle al empleador el acceso al contenido de dichos
correos electrónicos.
Actualmente con la introducción en el Código del Trabajo del procedimiento
de tutela laboral se contemplan, dentro del artículo 485, dos normas relevantes a
este efecto y que recogen en parte, lo que había sido la jurisprudencia
administrativa en la materia:

a) en el inciso 1° se contempla en forma expresa como uno de los derechos


que pueden ser fundamento del procedimiento de tutela laboral el artículo
19 N° 5 CPR en lo referido a la inviolabilidad de toda forma de
comunicación privada; y,

b) se entiende que los derechos y garantías que hacen procedente el


procedimiento de tutela laboral son lesionados por el empleador en el
ejercicio de las facultades que la ley le reconoce a este último cuando limita
el pleno ejercicio de los derechos y garantías del trabajador dándose alguna
de tres situaciones:

i. sin justificación suficiente;


ii. en forma arbitraria o desproporcionada; o,
28
En los fallos del Tribunal Constitucional, roles N° 198 de 1995 (considerando 10°) y rol N°
433 de 2005 (considerando 34°), conociendo de las modificaciones a la Ley sobre Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas N° 19.366 (hoy reemplazada por la N° 20.000), declaró
inconstitucional ciertos preceptos por atentar contra la inviolabilidad de las comunicaciones
privadas, por no contemplarse explícitamente la forma en que se incautarían o requerirían
documentos privados.

17
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iii. sin respeto a su contenido esencial.

En consecuencia, podría afirmarse que si bien el empleador puede regular


el uso de los correos electrónicos, en ningún caso podrá llegar a acceder a su
contenido, debido a que con ello afectaría el contenido esencial de la mencionada
garantía. En cualquier caso, esto es algo que queda a la apreciación
jurisprudencial.
Por otra parte, en lo que se refiere al uso de correos electrónicos por parte
de los funcionarios públicos, el Consejo para la Transparencia ha determinado el
deber de su entrega por parte del funcionario. Sin embargo, es jurisprudencia
constante del Tribunal Constitucional en materia de correos electrónicos de
funcionarios públicos que ellos mantienen su confidencialidad por tratarse de
personas que también tienen derechos fundamentales (roles 2246, 2379, 2689,
2982).

LIBERTAD DE CONCIENCIA, MANIFESTACIÓN DE TODAS LAS CREENCIAS y


EJERCICIO LIBRE DE TODOS LOS CULTOS
ARTÍCULO 19 N° 6 CPR

I. ANTECEDENTES

En su origen histórico, la libertad de conciencia se vincula con la libertad


religiosa pero tiene un contenido más amplio.
En Chile, la Constitución de 1833 estableció la unión entre la Iglesia
Católica y el Estado, permitiéndose el ejercicio público sólo de la religión Católica,
Apostólica y Romana. Sin embargo, a través de una ley interpretativa de 1865, se
permitió el ejercicio privado de otros cultos y la fundación de escuelas privadas,
para la enseñanza de otras religiones a los hijos de quienes las profesaran.
En la Constitución de 1925 se estableció la manifestación de todas las
creencias, la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos, lo que se
repite en el Acta Constitucional N° 3 de 1976.
El artículo 12 de la Convención Americana de Derechos Humanos
establece la libertad de conciencia y de religión.

Artículo 12. Libertad de Conciencia y de Religión

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este


derecho implica la libertad de conservar su religión o sus creencias, o de
cambiar de religión o de creencias, así como la libertad de profesar y

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divulgar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en


público como en privado.

2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar


la libertad de conservar su religión o sus creencias o de cambiar de religión
o de creencias.

3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está


sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean
necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos
o los derechos o libertades de los demás.

4. Los padres, y en su caso los tutores, tiene derecho a que sus hijos o
pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus
propias convicciones.

II. LIBERTAD DE CONCIENCIA

Con la expresión conciencia se suele aludir a dos sentidos 29:

a) la capacidad para percibir la propia identidad y su ubicación con respecto a


los otros.

b) norma directiva de nuestras conductas y de nuestro comportamiento, tanto


respecto de nosotros mismos como respecto de los otros.

En el segundo sentido (conciencia como norma directiva de nuestras


conductas) es consecuencia del primer sentido descrito (auto-percepción o
percepción de sí mismo) ya que la persona entenderá que su actuación es o no
correcta en la medida en que se adecúe o no a la percepción que tenga de sí
mismo y de su entorno.
La conciencia es el resultado de un proceso de aprendizaje moral formal e
informal que permite al individuo formular, en su fuero interno, el juicio de deber
que ilumina algunos de sus actos30. En efecto, las personas no responden en
forma automática a los estímulos exteriores sino más bien, eligen entre las

29
LLAMAZARES FERNÁNDEZ, Dionisio, “La Libertad de conciencia, laicidad y tradiciones
constitucionales comunes en los países miembros de la Unión Europea”, en “Pluralismo
Religioso y Libertad de Conciencia”, VLADIMIR ZAMBRANO, Carlos (editor), Universidad
Nacional de Colombia, 2ª edición (Bogotá, 2003), p. 5.
30
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 176.

19
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alternativas que son ponderadas en base a su racionalidad y libertad. En ello


radica su dignidad.
La percepción de la propia identidad y del mundo, da como resultado
creencias e ideas indisolublemente unidas. En consecuencia, la libertad de
conciencia implica esa libertad de creencias e ideas, sean ellas de carácter
filosófico, religioso, ideológico, político o de cualquier otra naturaleza.
La libertad de conciencia significa ausencia de cualquier tipo de coacción,
engaño o influencia externa que pueda afectar esta auto-percepción que se forma
en la interioridad del ser humano.
La libertad de conciencia implica:

i. la libre formación de la conciencia, que se proyecta a los derechos a la


educación y a la información y se relacionan con las libertades que se
ponen al servicio de estas últimas (la libertad de enseñanza y de
expresión). El totalitarismo se caracteriza por imponer una conciencia
moral que somete al individuo con juicios de bien y mal funcionales a la
ideología política dominante31;

ii. la libertad de conciencia protege el derecho del individuo de someter su


acción o inacción a sus dictados, siempre que la conducta resultante no
lesione ningún bien jurídico. El conflicto surge cuando la decisión de la
conciencia choca con un deber u obligación jurídico, lo que recibe el
nombre de objeción de conciencia.

III. OBJECIÓN DE CONCIENCIA

La objeción de conciencia permite justificar el incumplimiento de un deber


cuyo resultado no es aceptable para la dignidad humana. La conciencia protegida
es aquella que constituye la identidad del individuo, reconocida por la sociedad, y
cuya afectación por la obligación o deber genera un daño sensible o perceptible
sobre esa identidad32. Aquí encuentra su fundamento la objeción de conciencia: la
contradicción entre una norma jurídica y las creencias de la persona
pertenecientes a este núcleo esencial de la conciencia tienen la fuerza de liberar
de la obligatoriedad y eficacia vinculante de una norma jurídica. 33
Recientemente y con ocasión del pronuciamiento sobre la ley que
despenaliza el aborto en tres causales (fallo rol 3729), el TC se pronunció acerca
de la objeción de conciencia y estimó que ella se encuentra amparada por la
31
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 178.
32
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 178-179.
33
LLAMAZARES FERNÁNDEZ, Dionisio, cit (n. 14), p. 7.

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dignidad de las personas que, proyectada individual o proyectada en su asociación


con otros, se niegan a practicar cierto tipo de actuaciones (en este caso el aborto)
por razones éticas, morales, religiosas, profesionales u otras de relevancia (cons.
131 p. 128).
Así el TC estima que “ninguna ley puede disponer de las personas como un
medio: a un punto tal que incluso a costa de tener que enajenar las propias
convicciones que la definen como persona, cual recurso humano, sea puesta a
satisfacer los deseos, apetencia o necesidades de otros. Una alienación tal
implica, entonces, despojar a los destinatarios de la norma de su misma calidad de
personas, e imponer la obediencia ciega frente a los dictados de una ley que
desconoce el elemental derecho, a ampararse en las propias convicciones, para
no llevar a cabo un acto que violente su conciencia (cons. 132 pp. 128-129).
Asimismo el TC reconoce en el mismo fallo la procedencia de la objeción de
conciencia respecto de asociaciones privadas en virtud de la autonomía de los
grupos intermedios del art. 1º de la CPR. Tal reparo se entiende a las
asociaciones destinadas a encarnar el libre pensamiento de conformidad con el
art. 19 Nº 15 de la CPR. Por tal motivo, tal objeción de conciencia en concepto del
TC, es posible que pueda hacerla valer las instituciones religiosas, personas
jurídicas o entidades con idearios confesionales que se proyectan hacia el ámbito
de la salud, basados en el art. 19 Nº 6 y los establecimientos educacionales con
una función e ideario conforme al art. 19 Nº 11 de la CPR (cons. 136 p. 130).

III. LIBERTAD RELIGIOSA

La libertad religiosa, en cambio, alude a una protección que involucra


aspectos diversos a aquéllos protegidos por la libertad de conciencia.
Históricamente el enfrentamiento entre las iglesias católica y protestante
lleva al reconocimiento progresivo de ciertos derechos: la facultad de los príncipes
de elegir cualquiera de las dos religiones (1532); la igualdad de derechos para los
luteranos; el ius reformandi o derecho del gobernante de cambiar de religión
(1555) con la consiguiente expulsión del reino o conversión obligada de los
súbditos a la nueva religión del gobernante. De esto último, surge la libertad
ambulatoria o el derecho de emigración de los sujetos que no aceptan convertirse.
En consecuencia, la libertad religiosa surge ligada a los individuos y a su
derecho a no ser perseguidos por su religión (1576), permitir la celebración de su
culto y el derecho a no ser molestados ni a hacer cosa alguna en contra de su
conciencia (1598).
En general, pueden reconocerse como elementos comunes de las
religiones:

i. conjunto de creencias no demostrables, valores morales y prácticas;

21
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ii. cosmovisión común profesada por una comunidad;


iii. reconocimiento de una realidad suprema y trascendente a la propia
existencia;
iv. fe en un Ser Superior;
v. intención de propagar la creencia a otros (proselitismo religioso).

La libertad religiosa supone el derecho de toda persona de adoptar,


conservar, cambiar o abandonar una religión, profesar la religión, individual o
colectivamente, mediante el culto, recibir asistencia religiosa, manifestar y divulgar
su doctrina, recibir e impartir enseñanza religiosa, reunirse y asociarse con fines
religiosos.
Asimismo, la libertad religiosa supone la neutralidad del Estado en la
defensa de valores religiosos, los que deben manifestarse a través de la sociedad
y sus representantes y no a través de quien accidentalmente es titular de un
órgano estatal. El poder secular, en consecuencia, debe tener una extensión
limitada, por lo que no debe extenderse a temas de fe, con lo cual la autoridad
debe tolerar el ejercicio de los cultos.
Por su parte, el culto es la forma en que las personas realizan actos de
adoración o rituales en ejercicio de una fe religiosa. La libertad de cultos garantiza
la práctica de las ceremonias y ritos de la propia confesión, tanto público como
privado.

IV. DIFERENCIA ENTRE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA Y LA LIBERTAD RELIGIOSA

De lo dicho se desprende que la libertad de conciencia protege al individuo


respecto de algo que no quiere realizar y que el Estado pretende imponer bajo
amenaza de sanción: objeción de conciencia. En cambio, la libertad religiosa
protege ámbitos de actuación del individuo.
Por otra parte, la libertad religiosa no involucra las creencias individuales
(como la libertad de conciencia) sino a un colectivo reconocido como religión.
En la Constitución en su art. 19 N° 6 el derecho a erigir templos es un
derecho de la confesión religiosa, esto es, de un colectivo.

V. CONTENIDO EN LA CPR

El artículo 19 N° 6 CPR se refiere a:

a) La libertad de conciencia;
b) La libre manifestación de todas las creencias;
c) El ejercicio libre de todos los cultos;
d) Derecho a erigir templos.

22
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a) Libertad de conciencia

La protección de la conciencia del individuo se da en lo externo como la


imposibilidad para el Estado de colocar al individuo ante un deber de actuación
que violente sus convicciones éticas fundamentales (religiosa, filosófica,
humanitaria, moral o de vida reconocible por la sociedad como una guía del actuar
del hombre en la comunidad34), sin otorgar alternativas y bajo amenaza de sanción
grave: objeción de conciencia. De allí que se proteja un no hacer.
La objeción de conciencia opera sobre una base casuista. En cualquier
caso, esta excepcionalidad en el cumplimiento de un deber jurídico por la objeción
de conciencia no es sostenible en materia del derecho penal. En efecto, por
ejemplo, en materia de reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas y de
sus propias culturas, el legislador ha dictado un estatuto especial que reconoce la
costumbre en ciertos ámbitos del derecho, particularmente en materia civil, sin que
realice idéntica excepción en lo que se refiere a las reglas de carácter penal (Título
VII de la ley 19.253). Atendido esto último, si el mismo legislador en el
reconocimiento expreso de derechos de los pueblos indígenas que se puede
fundar en una diversa cosmovisión, no ha extendido al ámbito penal la
excepcionalidad, menos aún podría hacerse por la vía de la objeción de
conciencia.
En cualquier caso, los conflictos de conciencia no pueden transgredir el
derecho de terceros y en el caso de relevar de un deber legal (por ejemplo,
servicio militar) debe restituirse la igualdad ante la ley mediante el establecimiento
de una nueva carga que la reemplace.
A nivel jurisprudencial se ha presentado reiteradamente el caso de la
negativa a recibir transfusiones de sangre que, aunque pongan en riesgo la vida
de la persona, contradice sus convicciones. En general, el problema se ha
planteado como un conflicto entre el derecho a la vida del paciente que requiere la
transfusión y la negativa que es formulada por el propio paciente o por sus
parientes. La jurisprudencia uniforme en la materia es privilegiar el derecho a la
vida del paciente, aún contra su voluntad, otorgando en caso necesario, hasta el
auxilio de la fuerza pública a favor del recinto hospitalario, a fin de llevar adelante
la transfusión requerida. Es posible diferenciar ciertas situaciones en sede de
protección:

i. Negativa formulada por los padres respecto de un menor de edad;

34
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 178-179.

23
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ii. Negativa formulada por los parientes respecto de un paciente adulto que
no puede manifestar su voluntad.

iii. Negativa formulada por el paciente mayor de edad. En este caso se ha


señalado tanto el deber se realizar la transfusión de sangre aún contra
la voluntad manifestada por el paciente adulto (1997) como la
imposibilidad de invocar la protección del derecho a la vida en contra de
su titular (2008).

b) La libre manifestación de todas las creencias

La manifestación de todas las creencias ampara la opinión, difusión y


propagación de las ideas y, por ende, complementa la libertad de conciencia en el
ámbito externo. En el ámbito de las doctrinas políticas se encuentra
específicamente regulada este tipo de actividad de los partidos políticos en
procesos eleccionarios. Al referirse a las creencias, tiene un alcance más amplio
que solo las religiosas. En el artículo 2° de la ley 19.638 se hace referencia
explícita a la manifestación de las creencias religiosas.
El uso del término creencias lleva a entender que lo protegido por la
Constitución es un conjunto de ideas articuladas como una creencia que goza de
cierto reconocimiento o identidad dentro de la sociedad 35.

c) Ejercicio libre de todos los cultos

La Constitución no se refiere en forma explícita a la libertad religiosa sino


que consagra el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral,
las buenas costumbres o el orden público. La regulación de la constitución jurídica
de las iglesias y organizaciones religiosas se encuentra en la Ley N° 19.638.
Conforme al artículo 4 de la ley se entiende por iglesias, confesiones o
instituciones religiosas a las entidades integradas por personas naturales que
profesen una determinada fe.
La ley 19.638 reconoce la libertad religiosa y desarrolla en mayor medida la
libertad de cultos. Así exl artículo 6 de la Ley 19.638 señala que estas
comprenden para toda persona al menos:

i. derecho a profesar cualquier religión o ninguna;


ii. derecho a no ser discriminado por las creencias religiosas;
iii. derecho a practicar el culto en privado o en público, individual o
colectivamente;

35
BRONFMAN VARGAS, Alan; MARTÍNEZ ESTAY, José Ignacio; NÚÑEZ POBLETE, Manuel, cit. (n.
5), p. 182.

24
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iv. conmemorar sus festividades sin ser perturbado por ello;


v. celebrar sus ritos, sin ser perturbado por ello;
vi. recibir asistencia religiosa y recibir e impartir enseñanza o información
religiosa;
vii. reunirse y manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse
para tales fines.

La libertad de cultos conforme a los artículos 7 y 8 de la Ley 19.638


comprende para toda entidad religiosa al menos:

i. ejercicio libre del ministerio y práctica del culto;


ii. asociarse y obtener personalidad jurídica;
iii. derecho a erigir, conservar y mantener templos y sus dependencias;
iv. derecho a establecer su organización interna y jerarquía;
v. derecho a manifestar y difundir su doctrina;
vi. a establecer instituciones de enseñanza.

d) Derecho a erigir templos

La CPR reconoce este derecho a las confesiones religiosas y, por lo tanto,


se trata de un ejemplo en que la titularidad del derecho está radicada en un
colectivo y no en un individuo. La limitación es que deben someterse a las
condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
Además, la CPR establece la exención de tributos para los templos y
dependencias, destinados exclusivamente al servicio del culto. El art. 17 de la ley
19.638 establece la igualdad de derechos, exenciones y beneficios tributarios para
todas las entidades religiosas que cumplan con la ley.

e la salud, consagrado en el artículo 19, Nº 9, de la Constitución


(Considerandos 36, 41 y 53). Este derecho a la libre elección del sistema de salud
se ve afectado cuando se producen alzas en el contrato de salud que impiden
seguir costeándolo y, por ende, obligan a emigrar al sistema público o a otra
isapre (Considerando 66).

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