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Algunas características generalmente reseñadas sobre los derechos fundamentales son las
siguientes:
Que sean irrenunciables significa que tampoco puedo renunciar a ellos, en el sentido de
limitar mi propia legitimidad procesal para hacerlos valer en juicio. Esto naturalmente se
entiende sin perjuicio de mi libertad absoluta para no ejercer las acciones que cautelan
dichos derechos.
Que sean imprescriptibles significa que éstos no se extinguen por su no uso. Además, se
ha entendido que las acciones para reclamar la responsabilidad de un Estado por su
infracción a los derechos fundamentales, son también imprescriptibles.
Lo anterior significa que, por regla muy general, los individuos particulares (no actuando
como agentes del Estado) no pueden violar los derechos humanos.
Si un particular atenta, por ejemplo, contra la vida o integridad física de otro, se aplican
los estatutos de responsabilidad penal y responsabilidad civil, pero no el estatuto de
Derechos Humanos.
De producirse algún tipo de responsabilidad, ésta debe hacerse valer a través de un juicio
de lato conocimiento.
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En apretada síntesis, la propuesta de Alexy, vinculada al neoconstitucionalismo, postula la
existencia de valores objetivos presentes en la Constitución. La argumentación jurídica
constitucional no sería otra cosa que una argumentación moral.
Esto significa que las normas constitucionales, y especialmente las relativas a derechos
fundamentales, no se aplican como reglas, sino que se ponderan. Se “pesan” para
determinar cuál es la más relevante, considerando todas las circunstancias del caso.
El encabezado del artículo 19 señala: “La Constitución asegura a todas las personas: […]”.
El Proyecto Bachelet 2018 señala como encabezado (también del artículo 19): “Esta
Constitución, a través de los órganos y autoridades en ella establecidos, asegura y
garantiza a todas las personas como derecho directamente aplicable: […]”
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Esta importante construcción teórica surge del texto de la Novena Enmienda (del Bill of
Rights de EE.UU):
The enumeration in the Constitution, of certain rights, shall not be construed to deny or
disparage others retained by the people. (“La enumeración de ciertos derechos en la
Constitución no debe interpretarse como la negación o desprecio de otros derechos, que
retiene el pueblo”).
Salvo la dignidad humana, no existen derechos absolutos. Todos los derechos pueden
ceder frente a otros derechos, considerando las circunstancias del caso.
3. Como ya señalamos, el encabezado del artículo 19 señala que “La Constitución asegura
a todas las personas” los derechos enumerados.
4. Casi todos los derechos fundamentales han sido concretizados a través de estatutos
legales. En otras palabras, existen diversas leyes que regulan en distinta medida una
aplicación práctica de estos derechos fundamentales.
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Por ejemplo, la igualdad, a través de la reciente Ley Antidiscriminación o “Ley Zamudio”; la
libertad de emitir opinión, a través de diversas leyes que regulan el ejercicio del
periodismo y los abusos de publicidad; la libertad religiosa, a través de la Ley N° 19.638; el
derecho de autor y la propiedad industrial, respectivamente a través de las leyes 17.336 y
19.039, entre muchas otras.
No obstante, es necesario tener presente el numeral 26 del artículo 19, que garantiza
“que los preceptos legales que por mandato de la Constitución regulen o complementen
las garantías que ésta establece o que las limiten en los casos en que ella lo autoriza, no
podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos
que impidan su libre ejercicio”.
La Dignidad Humana:
En el Proyecto Bachelet 2018, el inciso segundo del artículo primero, a renglón seguido
señala: “La dignidad del ser humano es inviolable. A su respeto y protección está obligado
el Estado, así como todas personas y las diversas formas en que las mismas se agrupan”.
Esta fórmula moral es conocida como el “imperativo categórico”, es decir, una orden que
no depende de las circunstancias particulares de un caso determinado (no es un
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“imperativo hipotético”). Se concibe, en términos kantianos, a priori, por intuición, antes
de la experiencia.
El imperativo categórico señala que lo que debemos hacer, o cómo debemos actuar, es
“actuar de manera tal como si la acción fuera la máxima de una ley universal”.
Otra manera de expresar lo mismo, también explicada por Kant, es el origen del concepto
de dignidad humana: “Actúa siempre tratando a los demás como fines en sí mismos, y no
como medios”.
Si utilizamos a un ser humano no como un fin, sino como un medio para alcanzar otro fin
(como la seguridad, la protección o el bienestar de la sociedad) estamos negando a esa
persona su dignidad humana. Estamos degradando su calidad de ser humano.
Una de las principales consecuencias jurídicas del principio absoluto de la dignidad
humana (esto es, tratar a los seres humanos como fines y no como medios) es la
prohibición absoluta de la tortura o apremios ilegítimos.
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II. DERECHOS FUNDAMENTALES EN EL ARTÍCULO 19
Memorándum
1. Los derechos fundamentales son derechos del individuo frente al Estado. Es por
esto que también se les denomina “derechos subjetivos públicos” o “libertades
públicas”. No obstante, los derechos consagrados en el artículo 19 también
pueden ser cautelados frente a particulares.
Evidentemente el derecho a la vida implica el derecho a no morir, esto es, a no ser privado
de la existencia. Es por esto que la excepción a este derecho es la aplicación de la pena de
muerte, que en nuestro sistema no está abolida.
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Pero, ¿implica únicamente el derecho a no morir? ¿O puede además interpretarse como
un “derecho a desarrollar la propia vida” (es decir, un derecho a tener un propio plan de
vida)?
Por lo tanto, el “derecho a la vida” no implica, por ejemplo, una prohibición constitucional
de la eutanasia. El caso de la Parroquia de San Roque es un ejemplo de la peor manera de
entender el derecho a la vida.
Naturalmente, la vida es algo que sólo puede predicarse de las personas naturales. El
Código Civil define las personas naturales en su art. 55 como “todos los individuos de la
especie humana, cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe o condición”.
Siempre de acuerdo a lo señalado por el Código Civil, la vida humana comienza desde el
nacimiento. Señala el artículo 74: “La existencia legal de toda persona principia al nacer,
esto es, al separarse completamente de su madre”. -
Agrega el inciso segundo que “La criatura que muere en el vientre materno, o que perece
antes de estar completamente separada de su madre, o que no haya sobrevivido a la
separación un momento siquiera, se reputará no haber existido jamás.”.
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Agrega el artículo 75 (disposición, como ya sabemos, replicada por el artículo 19 N° 1
inciso segundo de la Constitución) que “La ley protege la vida del que está por nacer”. La
interpretación más generalizada de esta disposición (aunque no la única) es la diferencia
entre dos estatutos de protección.
Hay que recordar que la muerte tiene una regulación en el derecho civil de las personas.
Tener presente diferencia entre muerte real o presunta. En el caso de la muerte real,
tener además presente la categoría de muerte clínica (abolición total e irreversible de
todas las funciones encefálicas) y su protocolo para efectos de trasplantes (Ausencia de
movimientos voluntarios y de reflejos tronco-encefálicos y apnea luego de tres minutos de
desconexión de ventilador)
El artículo 5 del Pacto de San José de Costa Rica señala que toda persona tiene derecho a
que se respete su integridad física, psíquica y moral, añadiendo que nadie debe ser
sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, y que toda
persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al
ser humano.
En el caso de los menores de edad que, de acuerdo con los estatutos de responsabilidad
penal juvenil, puedan ser procesados, éstos deben ser separados de los adultos y llevados
ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible.
Las penas privativas de la libertad deben tener como finalidad esencial la reforma y la
readaptación social de los condenados.
Pena de muerte:
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Naturalmente, la gran excepción al derecho a la vida (entendido como derecho a no
morir), en el sentido de una afectación a la vida de una persona realizada legítimamente
por el Estado, es la pena de muerte. Justamente por ser una excepción está establecida en
el numeral 1:
“La pena de muerte sólo podrá establecerse por delito contemplado en ley aprobada con
quórum calificado”.
Gran parte de los Estados occidentales han abolido la pena de muerte, o en la práctica no
la aplican.
El Pacto de San José de Costa Rica contiene una norma programática destinada a eliminar
paulatinamente el ámbito de aplicación de la pena de muerte en los países del Sistema
Interamericano.
El artículo 4.2, luego de consagrar el derecho a la vida, señala: “En los países que no han
abolido la pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los delitos más graves, en
cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con
una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito.
Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente”. A
renglón seguido, el artículo 4.3 señala: “No se restablecerá la la pena de muerte en los
Estados que la han abolido”.
El año 2001, mediante la Ley N° 19.734, se derogaron todas las disposiciones del Código
Penal que contemplaban la pena de muerte, pero esta se mantuvo en algunos delitos del
Código de Justicia Militar, y también se mantuvo la mención a la pena de muerte en la
disposición constitucional que ya hemos mencionado.
Eso significa que en Chile la pena de muerte no está abolida. La abolición es la supresión
absoluta de una institución del sistema jurídico.
En principio, de acuerdo con lo dispuesto en el Pacto San José de Costa Rica, la pena de
muerte podría ser reestablecida. Pero las limitaciones (gravedad del delito, sentencia
ejecutoriada y prohibición de retroactividad), y especialmente la prohibición de extender
su aplicación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente, limitan casi de manera
absoluta su reincorporación al Código Penal o a otras leyes.
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“El desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y se llevará a cabo
con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica. La ley regulará los requisitos,
condiciones y restricciones para su utilización en las personas, debiendo resguardar
especialmente la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella”.
Esta ley de reforma constitucional fue una moción del Senado (senadores Coloma, De
Urresti, Girardi, Goic y Chahuán).
Quienes afirman que el concebido no es persona, indican que si lo fuera el inciso citado
carecería de sentido, ya que es el inciso primero del citado numeral el que reconoce el
derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona. La postura contraria
afirma que el inciso segundo señalado es sólo una precisión o un refuerzo, en orden a
establecer un mandato al legislador o la reserva legal del estatuto de protección al que
está por nacer.
Si bien son numerosas las veces en que nuestra Constitución utiliza el vocablo persona,
sobre todo en el artículo 19 (La Constitución asegura a todas las personas), tanto en su
encabezado como en varios de sus numerales, la Carta Fundamental no define el
concepto, por lo que usualmente se ha recurrido al Código Civil, extrapolando sus
definiciones al ámbito del Derecho Público.
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En este punto, conforme a lo dispuesto en el artículo 55 del Código Civil, que define a la
persona natural, podemos indicar que son personas los individuos de la especie humana
cualquiera sea su edad, sexo, estirpe o condición. Dicha definición permite,
indiscutiblemente, incluir al concebido no nacido, puesto que se trata de un individuo de
la especie humana, ya que proviene de gametos humanos, y a la vez es un ser distinto de
sus progenitores, con un genotipo propio y único.
Sin embargo, quienes postulan la inexistencia de personalidad del nasciturus utilizan la
disposición del artículo 74 del mismo cuerpo legal, que expresa que la existencia legal de
toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de la madre, para
afirmar que no queda duda que antes de nacer, el ser humano no es ni ha sido persona
para efectos legales o que para nuestro ordenamiento jurídico, persona es el ser humano
nacido, lo que traería aparejado el hecho de que no pueda ser considerado como sujeto
de derechos. Pero ello no es así.
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derecho a la vida que la Constitución asegura a todas las personas o como la posibilidad
para que el legislador decida cuándo proteger al nasciturus y cuándo no.
Así las cosas, en el caso chileno es posible afirmar que el concepto constitucional de
persona presenta una amplitud tal que incluye al nasciturus. Quitarle al que está por nacer
su calidad de persona sería equivocar totalmente el sentido del artículo 19, cuyo objetivo
es reconocer derechos fundamentales, principalmente aquellos emanados de la
naturaleza humana. Si el embrión no fuera persona, el inciso segundo no estaría ubicado
en el artículo 19 N°1 de la Carta Fundamental.
“Derecho a la vida. Toda persona tiene derecho a la vida. Ninguna persona podrá ser
condenada a muerte ni ejecutada”.
“Imprescriptibilidad y prohibición de la amnistía. Los crímenes de guerra, los delitos de
lesa humanidad, la desaparición forzada y la tortura, el genocidio y el crimen de agresión y
otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes son imprescriptibles,
inamnistiables y no serán susceptibles de ningún impedimento a la investigación”.
“Toda persona tiene derecho al libre desarrollo y pleno reconocimiento de su identidad,
en todas sus dimensiones y manifestaciones, incluyendo las características sexuales,
identidades y expresiones de género, nombre y orientaciones sexoafectivas.”
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2º.- La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo privilegiados. En Chile no
hay esclavos y el que pise su territorio queda libre. Hombres y mujeres son iguales ante
la ley.
Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias”.
La consigna de la igualdad entre los seres humanos, si bien tiene raíces profundas en el
cristianismo y en otras religiones, tiene su origen jurídico moderno en la Revolución
Francesa: a diferencia del antiguo régimen, no existirían personas ni clases privilegiadas en
la sociedad.
Pero la Igualdad como principio es una conquista que va mutando con los tiempos. En
Chile, las mujeres tuvieron derecho absoluto a voto desde 1949. Y recién el año 1999 se
consagró constitucionalmente la igualdad entre hombres y mujeres.
En EE.UU, hasta los años 60 permanecía la doctrina “separate but equal”, en virtud de la
cual la segregación racial en distintos lugares era considerada constitucionalmente
legítima.
Últimamente muchos autores han abogado por las llamadas “políticas del
reconocimiento” de minorías étnicas y culturales en las sociedades modernas.
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¿Cuál es la consecuencia jurídica más importante del principio de igualdad?
El artículo 3.3 de la Ley Fundamental Alemana desarrolla un poco más esta prohibición de
discriminación: “Nadie podrá ser perjudicado ni favorecido a causa de su sexo, su
ascendencia, su raza, su idioma, su patria y su origen, sus creencias y sus concepciones
religiosas o políticas. Nadie podrá ser perjudicado a causa de un impedimento físico o
psíquico”.
Por último, la expresión “En Chile no hay esclavos y el que pise su territorio queda libre”,
que pareciera un resabio de la igualdad de la Revolución Francesa, tiene una construcción
teórica actual muy relevante a propósito del Derecho del Trabajo. Según algunos autores,
esta disposición se refiere a lo que se conoce como “esclavitud moderna”.
Gran parte de las discriminaciones ocurren justamente en el ámbito laboral (por ejemplo,
para postular a un empleo, o bien en el término de la relación laboral). La discriminación
en materia laboral está regulada en la legislación laboral, pero además existe una ley de
aplicación general que regula distintos ámbitos de discriminación en base a distintos
criterios. Es la Ley 20.609 (denominada ley antidiscriminación, y popularmente “Ley
Zamudio”).
Esta ley define en su artículo 2 discriminación arbitraria como “toda distinción, exclusión o
restricción que carezca de justificación razonable, efectuada por agentes del Estado o
particulares, y que cause privación, perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los
derechos fundamentales establecidos en la Constitución Política de la República o en los
tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes, en particular cuando se funden en motivos tales como la raza o
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etnia, la nacionalidad, la situación socioeconómica, el idioma, la ideología u opinión
política, la religión o creencia, la sindicación o participación en organizaciones gremiales o
la falta de ellas, el sexo, la maternidad, la lactancia materna, el amamantamiento, la
orientación sexual, la identidad de género, el estado civil, la edad, la filiación, la apariencia
personal y la enfermedad o discapacidad”.
Regula la ley una acción judicial especial (acción de no discriminación arbitraria) con una
naturaleza cautelar y sancionatoria, la cual puede interponerse ante el juez de letras del
domicilio del solicitante o ante el del domicilio del responsable de la acción u omisión
discriminatoria.
La acción debe ser deducida dentro de noventa días corridos contados desde la ocurrencia
de la acción u omisión discriminatoria, o desde el momento en que el afectado adquirió
conocimiento cierto de ella (pero en ningún caso después de un año de acontecida la
acción u omisión).
Es una acción informal que puede incluso, en casos urgentes, interponerse verbalmente,
levantándose acta por la secretaría del tribunal competente.
Sentencia:
-Declara si ha existido o no discriminación arbitraria y, en el primer caso, deja sin efecto el
acto discriminatorio, dispone que no sea reiterado u ordena que se realice el acto omitido,
fijando, en el último caso, un plazo perentorio prudencial para cumplir con lo dispuesto.
Podrá también adoptar las demás providencias que juzgue necesarias para restablecer el
imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado.
-Si existió discriminación arbitraria, el tribunal aplicará, además, una multa de cinco a
cincuenta unidades tributarias mensuales, a beneficio fiscal, a las personas directamente
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responsables del acto u omisión discriminatorio. Si la sentencia estableciere que la
denuncia carece de todo fundamento, el tribunal aplicará al recurrente una multa de dos a
veinte unidades tributarias mensuales, a beneficio fiscal.
“[…] Toda persona tiene derecho a defensa jurídica en la forma que la ley señale y
ninguna autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida
intervención del letrado si hubiere sido requerida. Tratándose de los integrantes de las
Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad Pública, este derecho se regirá, en lo
concerniente a lo administrativo y disciplinario, por las normas pertinentes de sus
respectivos estatutos.
La ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y defensa jurídica a quienes no
puedan procurárselos por sí mismos. La ley señalará los casos y establecerá la forma en
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que las personas naturales víctimas de delitos dispondrán de asesoría y defensa jurídica
gratuitas, a efecto de ejercer la acción penal reconocida por esta Constitución y las leyes.
Toda persona imputada de delito tiene derecho irrenunciable a ser asistida por un
abogado defensor proporcionado por el Estado si no nombrare uno en la oportunidad
establecida por la ley. […]”
“[…] Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que
señalare la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a la perpetración
del hecho.
Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo
legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de
un procedimiento y una investigación racionales y justos.
Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con
anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley favorezca al afectado.
Ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté
expresamente descrita en ella;”
Los derechos procesales fundamentales garantizados por la Constitución chilena son los
siguientes:
1. Derecho a defensa.
2. Gratuidad de la defensa (o garantía de acceso a la defensa).
3. Obligatoriedad de la defensa en sede penal.
4. Tribunal previo.
5. Legalidad y racionalidad del procedimiento.
6. Prohibición de presunción de derecho de la responsabilidad penal.
7. Prohibición de retroactividad y mandato de retroactividad de la ley penal más
favorable.
8. Principio de legalidad o tipicidad.
Dentro del conjunto de derechos consagrados en este numeral, los más importantes son
ciertas garantías que constituyen el límite constitucional a la potestad punitiva del Estado:
el Derecho Penal.
En la antigüedad, el derecho penal era la venganza privada (ley del talión). Las
comunidades germánicas que invadieron el Imperio Romano contemplaban la venganza
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colectiva (Sippe), una costumbre que curiosamente también existía en los usos de los
pueblos precolombinos, como los Mapuche.
Las bases del derecho penal moderno fueron establecidas por el jurista italiano Cesare
Bonesana, marqués de Beccaria, conocido como Cesare Beccaria.
Los primeros Códigos penales datan de comienzos del siglo XIX. No obstante, el derecho
penal de la actualidad fue desarrollado a mediados del siglo XX, fundamentalmente por la
Escuela Italiana y la Escuela Alemana.
Pese a la limitación institucional del Derecho Penal moderno (esto es, que sea una
potestad exclusiva del Estado), su justificación está sujeta a un continuo cuestionamiento
que proviene de un déficit filosófico y de justicia política.
Si se produce un mal (el delito), ¿qué sentido tiene que el Estado responda con otro mal
(la pena)?
La respuesta clásica es que la ley penal es una reacción al hecho producido. La sanción es
una respuesta al delito. El mismo delito genera la consecuencia penal. Es la llamada
retribución.
Pese a lo anterior, pareciera no cumplir con una finalidad racional. Equivale, rudamente, a
decir: “¿Por qué sancionamos un delito? Porque sí”.
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Se ha señalado también que la finalidad de la pena tiene un componente preventivo. No
sancionamos porque se cometió un delito, sino para que no se cometan nuevos delitos. Es
la llamada prevención.
Esta prevención general puede ser negativa, si nos dirigimos hacia las personas que están
pensando cometer un delito (“no lo haga, porque vendrá una sanción”), y también
positiva, dirigiéndonos a las personas que no tienen pensado cometer un delito (“actúe
correctamente, y evitará una pena”).
Kant acusa la inmoralidad de esta doctrina: estamos utilizando a una persona (el
delincuente) no como un fin en sí mismo, sino como un medio para intimidar a otros
(instrumentaliza a un ser humano).
Pero además cada nuevo delito demostraría el fracaso del sistema penal: no existe
prevención de los delitos a través de las normas penales…
Pero la prevención también puede dirigirse al mismo delincuente: queremos que él no
cometa nuevos delitos, y por esto lo sancionamos (lo dejamos en prisión para evitar que
siga cometiendo delitos). Es la llamada prevención especial.
Dos problemas: el primero es que si queremos evitar que una persona vuelva a cometer
delitos, cualquier delito, hasta los de menor entidad, tendría que acarrear una condena de
por vida. Incluso si realmente queremos excluir a la persona de la sociedad, justificaría la
pena de muerte ante cualquier delito.
Y en segundo lugar, ¿por qué necesariamente la persona que cometió un delito va a volver
a cometer un delito? Esto se vincula con una imputación de peligrosidad criminal que
equivale, en gran medida a adivinar el futuro…
Por este motivo, el Derecho Penal cuenta con un diseño institucional de límites
constitucionales. La voluntad soberana, que puede establecer leyes penales, debe tener
unas fronteras bien delimitadas por los derechos fundamentales de los individuos frente
al Estado.
Cada ley penal es una afectación a los derechos fundamentales de los individuos, que a
diferencia de la colisión de los derechos fundamentales entre sí, no se encuentra
adecuadamente justificada (la “seguridad” de la sociedad no es un derecho fundamental
de los individuos).
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En otras palabras, debemos cuidarnos de que el Estado, amparado en la voluntad
soberana, se convierta en una máquina moledora de carne.
Siguiendo la doctrina clásica de Beccaria, la ley penal está tan íntimamente vinculada al
contrato social y a los derechos fundamentales de los individuos, que sus bases deben
necesariamente sustraerse de la voluntad soberana. Es por eso que los límites de las leyes
penales, en todos los sistemas jurídicos occidentales, están establecidos
constitucionalmente.
Principio de legalidad:
Pero además es necesario que dicha norma jurídica tenga legitimidad democrática. Es
decir, es necesario que la conducta sancionada como delito y su pena asociada estén
establecidas en una ley en sentido estricto. No puede haber delito ni pena vía
reglamentaria o administrativa.
“Ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté
expresamente descrita en ella”.
Una ley penal en blanco es aquella que describe parcialmente una conducta típica,
dejando el complemento de la descripción a una norma de rango infralegal, como una
ordenanza o reglamento.
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Un ejemplo de Ley penal en blanco es la Ley 20.000 (ley de drogas) y su reglamento. La ley
20.000 sanciona con determinadas penas la venta, producción, concertación para el
consumo y otras conductas relacionadas con sustancias sicotrópicas y estupefacientes,
pero no señala cuáles son dichas sustancias. Éstas se encuentran contempladas en el
reglamento de la ley.
Artículo 63 Ley 20.000.- Un reglamento señalará las sustancias y especies vegetales a que
se refieren los artículos 1º, 2º, 5º y 8º; los requisitos, obligaciones y demás exigencias que
deberán cumplirse para el otorgamiento de las autorizaciones a que se refiere el artículo
9º, y las normas relativas al control y fiscalización de dichas plantaciones.
Sin perjuicio que la redacción de la Constitución pareciera dar cabida a las leyes penales
en blanco, éstas son muy cuestionadas por la dogmática penal, dado el riesgo ya señalado.
El Proyecto Bachelet 2018 reincorporaba la expresión “expresa y completamente” en la
disposición pertinente.
Es por esto que la llamada “prisión preventiva” es siempre excepcional y está sujeta a
diversos controles procesales.
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Estudiarán en teoría de la prueba que existen presunciones simplemente legales y
presunciones de derecho. Lo que las diferencia es que las presunciones legales admiten
prueba en contrario, mientras que las presunciones de derecho no. Si algo se presume de
derecho, no podrá probarse lo contrario.
Señala el artículo 19 N°3 inciso VIII de la Constitución: “Ningún delito se castigará con otra
pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos
que una nueva ley favorezca al afectado”.
Existen, por tanto dos principios constitucionales que regulan el estatuto temporal de
cualquier ley penal:
1. Prohibición de retroactividad.
2. Mandato de aplicación de la ley penal más favorable, mandato que puede
traducirse en: a) la aplicación retroactiva de una ley penal; y b) la aplicación
ultraactiva de una ley penal.
“Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de cometerse
no fueran delictivos según el derecho aplicable. Tampoco se puede imponer pena más
grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la
comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se
beneficiará de ello”.
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6º.- La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre
de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público.
Las confesiones religiosas podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo las
condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los
derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en
vigor. Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto,
estarán exentos de toda clase de contribuciones”.
Desde fines del siglo XIX, con la promulgación de las “leyes laicas”, comenzó una gran
presión política para constituir un Estado laico: aquél en el cual existe una separación
entre la o las religiones y el Estado.
Con ocasión del debate constituyente que comenzaría en 1924, el Gobierno chileno
comenzó tratativas con la Santa Sede para realizar una separación “pacífica”. En virtud de
una negociación informal entre el Estado chileno y la Santa Sede, se acordó lo siguiente:
1. Chile no debía convertirse en Estado ateo (se exige la invocación del nombre de
Dios en la promulgación de la Constitución).
2. Libertad de enseñanza sin añadir la palabra “laica”.
3. Abolición del patronato y el pase regio.
4. Mención de los concordatos a propósito de la facultad del Presidente de la
República de negociar Tratados Internacionales.
5. Celebración de un concordato y compensación económica del Estado al suprimir el
presupuesto del culto.
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N° 2 “La manifestación de todas las creencias, la libertad de consciencia y el ejercicio libre
de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público, pudiendo por tanto las respectivas confesiones religiosas erigir y conservar
templos y sus dependencias con las condiciones de seguridad e higiene fijadas por las
ordenanzas.
Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto, tendrán los
derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en
vigor; pero quedaran sometidas, dentro de las garantías de esta constitución, al derecho
común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.
Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un culto, estarán exentos de
contribuciones.”
1. En el marco de un Estado laico, se garantiza la libertad para ejercer todos los cultos
que no se opongan a la moral, las buenas costumbres o el orden público. Esta
limitación (general en el derecho comparado) implica una exclusión de los cultos
potencialmente destructivos, aunque la definición de cuáles serían estos cultos
tiende a variar en cada Estado.
El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión (*1),
ni prohibiendo la libre práctica de la misma (*2); ni limitando la libertad de expresión, ni
de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno
una compensación de agravios.
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En lo pertinente a la libertad religiosa, consagra la llamada establishment clause (*1) y la
free exercise clause (*2). Thomas Jefferson se refirió a esta disposición como el wall of
separation entre la Iglesia y el Estado.
La libertad religiosa como derecho fundamental cuenta además con una ley que especifica
este derecho, y cuya finalidad principal es consagrar una personalidad jurídica especial (las
llamadas “personas jurídicas religiosas”). La Ley 19.638, además de especificar las
facultades que confiere la libertad religiosa consagrada en la Constitución, establece un
procedimiento para que los cultos puedan obtener personalidad jurídica (obteniendo la
exención tributaria).
Antes de esta ley, todas las religiones debían constituirse como corporaciones o
sociedades de derecho privado. Las únicas religiones que habían sido reconocidas por ley
y tenían personalidad jurídica de derecho público eran la Iglesia Católica Apostólica
Romana (reconocida constitucionalmente) y la Iglesia Ortodoxa de Chile, tributaria del
Patriarcado de Antioquía.
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En otras palabras, respecto de las personas jurídicas de derecho privado la autorización
produce efectos ex nunc, mientras que respecto de las personas jurídicas de derecho
público produce efectos ex tunc. En este último caso, la autoridad no constituye la
persona jurídica, sino que la reconoce.
El problema es que de acuerdo con el artículo 11 de la ley, que es coherente con la calidad
de persona jurídica de derecho público de estas instituciones, el Ministerio de Justicia no
puede denegar el registro. Sólo puede objetar la constitución si faltare algún requisito
formal, pero con la única consecuencia que deben subsanarse los defectos.
El culto recurrió de protección ante el rechazo, basándose, entre otros motivos, en que el
Ministerio no estaba legalmente facultado para denegar el registro. La Corte confirmó el
rechazo por motivos políticos, pero jurídicamente el culto estaba en lo correcto.
Podrán erigir templos, dependencias y lugares para el culto; mantener, proteger y acceder
a los lugares sagrados y aquellos de relevancia espiritual, rescatar y preservar los objetos
de culto o que tengan un significado sagrado.
*Adicionalmente:
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“Chile es un Estado Laico, donde se respeta y garantiza la libertad de religión y de
creencias espirituales. Ninguna religión, ni creencia en particular es la oficial del Estado,
sin perjuicio de su reconocimiento y libre ejercicio, el cual no tiene más limitación que lo
dispuesto por esta Constitución.”
Por otra parte, en las sociedades industriales de nuestra era, es absolutamente imposible
garantizar en sentido absoluto el “vivir en un medio ambiente libre de contaminación”.
Toda actividad humana genera contaminación en mayor o menor medida.
A lo que se refiere este artículo es a un compromiso del Estado con el llamado “desarrollo
sustentable”.
En virtud de lo dispuesto en el inciso segundo, algunos autores han señalado que se trata
de una “supragarantía”, ya que éste señala expresamente que la ley “podrá establecer
restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger
el medio ambiente”.
La Ley de Bases Generales del Medio Ambiente (N° 19.300) regula, entre otras materias, el
llamado Estudio de Impacto Ambiental, documento que debe describir
pormenorizadamente las características de un proyecto o actividad que se pretenda llevar
a cabo o su modificación, y proporcionar antecedentes fundados para la predicción,
identificación e interpretación de su impacto ambiental y describir la o las acciones que
ejecutará para impedir o minimizar sus efectos significativamente adversos.
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Algunos proyectos que deben someterse al Estudio de Impacto Ambiental son:
La ley crea además el Ministerio del Medio Ambiente y el Consejo de Ministros para la
sustentabilidad, presidido por el/la Ministro/a del Medio Ambiente y conformado además
por las/os ministras/os de Agricultura, Hacienda, Salud, Economía, Energía, Obras
Públicas, Vivienda y Urbanismo, Transportes y Telecomunicaciones, Minería y
Planificación.
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ARTÍCULO 19 N° 12: LIBERTAD DE EXPRESIÓN
La ley en ningún caso podrá establecer monopolio estatal sobre los medios de
comunicación social.
Toda persona natural o jurídica ofendida o injustamente aludida por algún medio de
comunicación social, tiene derecho a que su declaración o rectificación sea gratuitamente
difundida, en las condiciones que la ley determine, por el medio de comunicación social
en que esa información hubiera sido emitida.
Toda persona natural o jurídica tiene el derecho de fundar, editar y mantener diarios,
revistas y periódicos, en las condiciones que señale la ley.
Uno de los casos más importantes e influyentes a nivel mundial fue el fallo de la Corte
Suprema de EE. UU. en New York Times v. Sullivan (1964).
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En 1960, el periódico New York Times publicó un inserto en el cual se acusaba a la policía
de Alabama de actuar arbitrariamente contra Martin Luther King Jr., quien había sido
arrestado 7 veces por participar en protestas pacíficas por los derechos civiles de los
afroamericanos.
El libro fue incautado al día siguiente de su publicación y Matus fue acusada del delito de
desacato tipificado en la Ley de Seguridad Interior del Estado. Matus pidió asilo político en
EE. UU.
Otro caso relativo a la libertad de expresión, que sí llegó a la Corte Interamericana, tuvo
que ver con la película La Última Tentación de Cristo, prohibida en Chile en 1988. La
Constitución disponía la existencia un sistema de “censura cinematográfica” que prohibió
numerosas películas en la década de los ‘80.
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constitución. Se implantó un consejo de calificación el cual sería el encargado de clasificar
las películas a través de su contenido por límites de edad.
No existirá censura previa sino únicamente las responsabilidades ulteriores que determine
la ley.
Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección del trabajo con una
justa retribución.
Ninguna clase de trabajo puede ser prohibida, salvo que se oponga a la moral, a la
seguridad o a la salubridad públicas, o que lo exija el interés nacional y una ley lo declare
así. Ninguna ley o disposición de autoridad pública podrá exigir la afiliación a organización
o entidad alguna como requisito para desarrollar una determinada actividad o trabajo, ni
la desafiliación para mantenerse en éstos. La ley determinará las profesiones que
requieren grado o título universitario y las condiciones que deben cumplirse para
ejercerlas. Los colegios profesionales constituidos en conformidad a la ley y que digan
relación con tales profesiones, estarán facultados para conocer de las reclamaciones que
se interpongan sobre la conducta ética de sus miembros. Contra sus resoluciones podrá
apelarse ante la Corte de Apelaciones respectiva. Los profesionales no asociados serán
juzgados por los tribunales especiales establecidos en la ley.[…]”.
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No podrán declararse en huelga los funcionarios del Estado ni de las municipalidades.
Tampoco podrán hacerlo las personas que trabajen en corporaciones o empresas,
cualquiera que sea su naturaleza, finalidad o función, que atiendan servicios de utilidad
pública o cuya paralización cause grave daño a la salud, a la economía del país, al
abastecimiento de la población o a la seguridad nacional. La ley establecerá los
procedimientos para determinar las corporaciones o empresas cuyos trabajadores estarán
sometidos a la prohibición que establece este inciso;”.
Como ya tuvimos ocasión de señalar, este artículo no consagra un derecho al trabajo, sino
una libertad de trabajo. No obstante, es importante ya que señala las bases
fundamentales de la legislación laboral, cuyo detalle se encuentra en el Código del Trabajo
y otras leyes especiales.
Un principio constitucional de la legislación laboral es la prohibición de discriminación. La
Constitución prohíbe cualquiera discriminación que no se base en la capacidad o
idoneidad personal, la nacionalidad chilena o la edad, en determinados casos.
Dijimos que de acuerdo con la regulación constitucional, ninguna clase de trabajo puede
ser prohibida, salvo que se oponga a la moral, a la seguridad o a la salubridad públicas, o
que lo exija el interés nacional y una ley lo declare así. También señalamos que podían
prescribirse límites de edad. El Código del Trabajo contiene algunas limitaciones, entre
las que encontramos las siguientes:
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2. Los menores de veintiún años no podrán ser contratados para trabajos mineros
subterráneos sin someterse previamente a un examen de aptitud.
No obstante, esta regulación contiene varias reglas que matizan este porcentaje:
El Código del Trabajo también regula el contrato colectivo de trabajo, que es aquel
celebrado por uno o más empleadores con una o más organizaciones sindicales o con
trabajadores que se unan para negociar colectivamente, o con unos y otros, con el objeto
de establecer condiciones comunes de trabajo y de remuneraciones por un tiempo
determinado.
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Se prohíbe el reemplazo de los trabajadores en huelga. La Inspección del Trabajo puede
requerir el retiro inmediato de los trabajadores reemplazantes.
Esta calificación se realiza cada dos años (en julio), por resolución conjunta de los
Ministros del Trabajo, Defensa y Economía. La calificación puede ser reclamada ante la
Corte de Apelaciones. Actualmente hay 91 empresas con esta calificación, entre las que se
encuentran Enel Distribución, Gasco, Metrogas, Colbún Transmisión, Aguas Andinas, y los
terminales portuarios de Antofagasta y Arica (son empresas con participación del Estado).
Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de
ella y las limitaciones y obligaciones que deriven de su función social. Esta comprende
cuanto exijan los intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la
salubridad públicas y la conservación del patrimonio ambiental.
Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o de
alguno de los atributos o facultades esenciales del dominio, sino en virtud de ley general o
especial que autorice la expropiación por causa de utilidad pública o de interés nacional,
calificada por el legislador. El expropiado podrá reclamar de la legalidad del acto
expropiatorio ante los tribunales ordinarios y tendrá siempre derecho a indemnización por
el daño patrimonial efectivamente causado, la que se fijará de común acuerdo o en
sentencia dictada conforme a derecho por dichos tribunales. […]”
Como todos los derechos reales, la propiedad es un derecho absoluto, erga omnes: se
tiene la propiedad sobre una cosa frente a todas las personas (no respecto de una persona
en específico).
Se dice además que el derecho real de propiedad es pleno: confiere todas las facultades
posibles sobre una cosa: usar, gozar y disponer. Otros derechos reales, como el usufructo,
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sólo otorgan las facultades de uso y goce, mientras quien conserva la llamada nuda
propiedad sólo posee la facultad de disposición.
El dominio o propiedad está definido en el inciso primero del artículo 582 del Código Civil:
“El dominio (que se llama también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal,
para gozar y disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho
ajeno”.
Esta función social se deriva, siempre de acuerdo con el texto constitucional, de los
intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas
y la conservación del patrimonio ambiental.
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caso de discrepancia sobre el monto de la indemnización quedará abierta la vía judicial
ante los tribunales ordinarios”.
Sobre las minas, señala el artículo 19 Nº 24 que “El Estado tiene el dominio absoluto,
exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas, comprendiéndose en éstas las
covaderas, las arenas metalíferas, los salares, los depósitos de carbón e hidrocarburos y
las demás sustancias fósiles, con excepción de las arcillas superficiales, no obstante la
propiedad de las personas naturales o jurídicas sobre los terrenos en cuyas entrañas
estuvieren situadas. Los predios superficiales estarán sujetos a las obligaciones y
limitaciones que la ley señale para facilitar la exploración, la explotación y el beneficio de
dichas minas”.
Aunque el Estado sea dueño de las minas, puede otorgarlas en concesión. En el derecho
minero se distinguen las concesiones de exploración de las concesiones de explotación o
pertenencias.
Existen dos minerales que, si bien son concesibles, el Estado tiene la primer opción de
compra en cualquier producto minero en los que tengan presencia significativa: son el
uranio y el torio.
La disposición del numeral 24 concluye con una polémica inclusión de los derechos de
aprovechamiento de las aguas.
Las aguas son bienes nacionales de uso público. En rigor debiese ser un bien común a la
humanidad, pero la escasez del agua dulce, tanto en nuestro país como en el mundo
entero, hace necesaria una gestión eficiente de este recurso.
Es por eso que el agua, en tanto bien nacional de uso público, también es concesible a
particulares. A esto se refiere el inciso final del artículo 19 Nº 24: “Los derechos de los
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particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley,
otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos”.
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Se encuentra contemplado en el Artículo 20 de la Constitución, y también por un Auto
Acordado de la Corte Suprema, el que señala plazo de interposición, legitimación activa y
forma de vista del recurso, entre otros aspectos procesales.
Artículo 20.- El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías establecidos
en el artículo 19, números 1º, 2º, 3º inciso quinto, 4º, 5º, 6º, 9º inciso final, 11º,12º, 13º,
15º, 16º en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su libre elección y libre
contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto, 19º, 21º, 22º, 23º, 24°, y 25º podrá
ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la Corte de Apelaciones respectiva, la que
adoptará de inmediato las providencias que juzgue necesarias para restablecer el imperio
del derecho y asegurar la debida protección del afectado, sin perjuicio de los demás
derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes.
Procederá, también, el recurso de protección en el caso del Nº 8º del artículo 19, cuando
el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto
u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona determinada.
La primera parte de la disposición: “El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o
ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y
garantías establecidos en el artículo 19 […]”; puede desglosarse en los siguientes
elementos:
1. “El que”
2. “por causa de actos u omisiones”
3. “arbitrarios o ilegales”
4. “sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y
garantías establecidos en el artículo 19”
1. “El que…”
Esta fórmula, propia de los tipos penales, implica que cualquier persona afectada está
legitimada activamente para recurrir de protección.
En el ámbito constitucional tiene un significado aún más amplio. Puede ser incluso un
menor de edad o incapaz, o también -de manera discutible como ya mencionamos- una
persona jurídica.
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La acción de protección no procede únicamente contra determinados actos, sino también
contra omisiones (esto es, la falta de una acción requerida).
3. “arbitrarios o ilegales”
Los actos ilegales son actos contrarios a derecho, pero también puede proceder la acción
de protección frente a un acto u omisión no ilegal, pero sí arbitrario: que establezca una
diferencia de trato entre personas que debiesen ser tratadas de la misma manera.
La segunda parte de la disposición: “[…] números 1º, 2º, 3º inciso quinto, 4º, 5º, 6º, 9º
inciso final, 11º, 12º, 13º, 15º, 16º en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su
libre elección y libre contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto, 19º, 21º, 22º, 23º,
24°, y 25º[…]”; así como el inciso II de la disposición: “Procederá, también, el recurso de
protección en el caso del Nº 8º del artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a
una autoridad o persona determinada”; se refieren a qué derechos están protegidos por
esta acción.
Como puede apreciarse, la enumeración no es completa, aunque sí bastante amplia. Hay
algunos derechos del catálogo del artículo 19 que no dan origen a la acción de
protección.
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Como estudiamos en su momento, las disposiciones del 19 Nº 3 son más bien dirigidas al
legislador.
2. El numeral 7 no está protegido por la acción de protección, ya que tiene una acción
constitucional específica tan importante como la acción de protección: la acción de
amparo o habeas corpus.
“Procederá, también, el recurso de protección en el caso del Nº 8º del artículo 19, cuando
el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto
u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona determinada”.
Este numeral es probablemente uno de los más criticables de no estar cubierto por la
acción de protección y refleja el desmedro de los derechos sociales frente a los
individuales.
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7. Finalmente, los numerales 17 (admisión a empleos públicos), 18 (derecho a la seguridad
social), 20 (igual repartición de tributos y cargas públicos) y 26 (salvaguarda de los
derechos fundamentales) tampoco están protegidos de manera alguna.
Por último, la tercera parte de la disposición: “[…] podrá ocurrir por sí o por cualquiera a
su nombre, a la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las
providencias que juzgue necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la
debida protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer
valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes”; puede desglosarse en los
siguientes elementos:
Sin embargo, los alegatos ante la Corte de Apelaciones (y eventualmente ante la Corte
Suprema en la apelación de esta acción) sí requieren la comparecencia de un abogado.
Que sea la “Corte de Apelaciones respectiva” se refiere a que sólo una (eventualmente
dos) Corte de Apelaciones es la competente, como veremos más adelante.
3. “la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue necesarias para
restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado”
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Como veremos, generalmente la primera resolución de la Corte es solicitar un informe a la
autoridad o persona recurrida. Si no se evacúa el informe, la Corte puede imponer multas
ante el incumplimiento.
4. “sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los
tribunales correspondientes”
1. Tribunal competente
2. Procedimiento
3. Sentencia
4. Apelación
1. Tribunal competente:
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Hay 17 Cortes de apelaciones en el país: una por cada región del país, salvo la Región
Metropolitana que tiene dos.
La acción debe interponerse dentro del plazo fatal de treinta días corridos contados desde
la ejecución del acto o la ocurrencia de la omisión o, según la naturaleza de éstos, desde
que se haya tenido noticias o conocimiento cierto de los mismos.
2. Procedimiento:
El libelo de protección puede interponerse por el afectado o por cualquiera otra persona
en su nombre, capaz de parecer en juicio, aunque no tenga para ello mandato especial,
por escrito en papel simple o por cualquier medio electrónico.
Contra esta resolución procede: recurso de reposición ante el mismo tribunal (dentro de
tercero día).
En subsidio, apelación para ante la Corte Suprema, recurso que también será resuelto en
cuenta.
Para que una apelación se revise previa vista de la causa, es necesario solicitarlo. No
obstante, en algunos casos (como los mencionados recién) la misma norma limita la
tramitación únicamente en cuenta.
3. Orden de no innovar:
Admitido el libelo de protección, la regla general es que la acción, antes de ser resuelta en
el fondo, no afecta el desarrollo de la acción u omisión arbitraria o ilegal, lo cual puede
traer consecuencias irreversibles en casos urgentes.
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En tales casos, la Corte puede paralizar o suspender los efectos de la acción u omisión a
través de una “Orden de no innovar” (ONI).
También puede solicitar informe a los terceros que, en concepto de la Corte, pudieren
resultar afectados por la sentencia de protección.
Recibido el informe y los antecedentes requeridos, o sin ellos, el Tribunal ordenará traer
los autos en relación y dispondrá agregar extraordinariamente la causa a la tabla del día
subsiguiente.
4. Sentencia:
Luego de la vista de la causa, la Corte de Apelaciones debe resolver la acción dentro del
quinto día hábil.
La sentencia es notificada personalmente o por el Estado diario. Sea que acoja o rechace
el recurso, es apelable para ante la Corte Suprema dentro de los cinco días siguientes.
5. Apelación:
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