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IST ARZOBISPO LOAYZA ENFERMERÍA

Sesión de Aprendizaje N° 12

MÓDULO OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA

PARTO DE EMERGENCIA
Cómo Atender Un Parto De Emergencias – Primeros Auxilios
Si alguna vez te hallas en una situación en la que una mujer embarazada parece comenzar a
entrar en parto y no tienes forma de contactar la línea de emergencias o llevarla al hospital; es
probable que tú tengas que atender ese parto y para ello, deberás estar un tanto preparado al
respecto.

Antes que nada, no dejes de intentar contactar la línea de emergencias en ningún momento.
Además, es elemental que el recién nacido sea revisado pronto después del parto.
Éstos son los pasos que debes llevar a cabo para entregar un bebé en una emergencia de
parto:
1) Primero que todo mantente en calma. Es elemental que intentes mantener a la mujer
embarazada en calma y asegurarle que la mayoría de los partos, son llevados a cabo
sin ninguna dificultad.
2) Detecta las señales: El parto comienza con dolores que se desarrollan en la parte baja
de la espalda y se mueven al abdomen bajo mientras que las contracciones comienzan.
El intervalo entre las contracciones es generalmente de 30 minutos al principio, hasta
que gradualmente se vuelven más frecuentes y dolorosas. Al volverse estas más
frecuentes, es posible que cierta cantidad fluidos comiencen a salir de la vagina de la
mujer embarazada. También es normal que haya cierta cantidad de sangre.
3) Lava tus manos y restriega tus uñas apropiadamente; pero no las seques. Mantente
lavándolas frecuentemente en el proceso. Diles a las personas que tengan infecciones
que se mantengan lejos de la mujer embarazada.
4) Encuentra los materiales más limpios que puedas conseguir. Éstos pueden ser
sábanas, toallas, paños,algodon, etc. Trata de tener una buena cantidad de estos para
cuando los usados se ensucien. Dobla una sábana en tres para cubrir la parte superior
del cuerpo de la mujer durante el parto.
5) Prepara el lugar donde pondrás al bebé (sin almohadas). Ya sea una cuna, una
canasta o algo por el estilo. Intenta tener algo como una toalla, sábana o manta doblada
para cubrirlo inmediatamente cuando nazca.

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6) Encuentra unas tijeras, (las más limpias que logres hallar) y lana. Corta tres pedazos
de lana con una longitud de aproximadamente 25 cm. Esteriliza las tijeras y la lana,
poniéndolos en agua hervida por 10 minutos. Luego, envuélvelos en un paño limpio. No
toques las navajas de las tijeras.
7) Busca, si es posible, una toalla sanitaria para la madre y un pañal para el bebé. En
caso de no tenerlos, éstos se pueden improvisar con paños limpios. Estaciónalos en el
lugar donde has puesto lo demás, cerca de la cama o el lugar donde pondrás a la mujer.
8) Cuando las contracciones se vuelvan aún más frecuentes, recuesta a la mujer
embarazada cómodamente sobre su espalda o de lado, con sus rodillas semi-dobladas
en el lugar que has preparado. Pon almohadas bajo sus hombros y motívala a aguantar
su respiración con cada contracción. Esto ayudará a que el dolor se reduzca un poco.
9) Eventualmente, cuando las contracciones tengan un intervalo de 2-3 minutos, la
necesidad de la madre de pujar será irresistible. Indícale que separe sus piernas con
sus rodillas flexionadas y pon tus manos detrás de éstas. Ahora motívala a que puje.
10) Cuando observamos que la cabeza del bebe comience a salir, realizamos las
siguientes acciones:

Agarramos la cabeza del bebé hasta que esta esté totalmente fuera; sostenla entonces
con las manos limpias ahuecadas. Si hay restos de membrana sobre la cara del bebé,
quítela suave y rápidamente.
Cuando salgan los hombros sosténgalos suavemente, pero NO JALE. Primero aparece
un hombro; el segundo saldrá luego y con facilidad si levanta suavemente la cabeza del
bebé.

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El resto del bebé saldrá sin dificultad. Sostenga el cuerpo de la criatura con una mano.
Cuando totalmente fuera el bebé límpielo con una toalla o trapo suave y limpio, para
quitar la mucosidad o sangre que pueda tener en la boca.

Al estar el bebé fuera y si no respira de inmediato, manténgalo cuidadosamente con la


cabeza más baja que el cuerpo para que salgan la mucosidad que tener en la boca. NO
PALMEE LA ESPALDA. Si es necesario sóplele fuerte en el pecho para provocar la
salida de las mucosidades.

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Cuando el bebé respire normalmente ligue el cordón umbilical, lo más fuertemente que
pueda, con dos trozos de cordel a 15 y 20 cm del ombligo del bebé. Asegúrate que los
cordeles queden firmes.

Ahora corta el cordón umbilical con unas tijeras limpias (si las puedes esterilizar mejor)
entre las dos ligaduras, haz una tercera ligadura a 10 cm del ombligo del bebé de
seguridad

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Seguido de las ligaduras ponga una compresa limpia sobre el extremo del cordón que
este unido al ombligo del bebé. Envuelve éste para que no se enfríe ya que los bebés
recién nacidos pierden calor rápidamente.

Ahora dale a la madre su hijo y abrigue a ambos con cobijas mientras espera que salga
la placenta. NO JALES DEL CORDON para apresurar la salida, la placenta saldrá por si
sola.

Con esto finaliza el parto pero se nos pueden presentar dos complicaciones que nos
dificultan un poco el trabajo para sacar el bebé, dichos casos son los siguientes:

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 Cordón enrollado en el cuello.


 Parto de nalgas.

En el primer caso lo que se tiene que hacer no preocuparnos. Engancha un dedo en el


cordón y hazlo pasar por la cabeza del bebé, NO JALES DE EL NI DEL CORDON.

Si el bebé viene de nalgas tampoco te preocupes lo que tienes que hacer es sostenerlo
mientras sale, SIN JALAR DE EL. Cuando estén fuera los hombros, sostenga el bebé
por debajo de estos y eleve un poco su cuerpo para que pueda respirar por la boca.

Limpiar la boca y la nariz del bebé, pues tiene que expulsar todo el líquido de los
pulmones. No dar palmadas en la espalda, basta con sostenerlo boca abajo y masajear
suavemente la espalda. Si el bebé comienza a toser, estornudar o llorar es buena señal.
Al cabo de 30 min aproximadamente la madre sentirá unas contracciones para expulsar
la placenta. No se debe tirar del cordón, la mujer sola es capaz de expulsarla.

LA PREECLAMPSIA
Se define como la aparición de hipertensión y proteinuria después de la semana 20 del
embarazo. Se suele acompañar de edemas pero no es necesaria la presencia de éstos para ser

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diagnosticada. Es una enfermedad característica y propia del embarazo de la que se pueden


tratar los síntomas, pero sólo se cura con la finalización del mismo y si no se trata
adecuadamente puede ser causa de graves complicaciones tanto para la mujer embarazada
como para el feto.
En la gestante, puede complicarse evolucionando a una eclampsia, o puede manifestarse con
el grave cuadro de Síndrome HELLP, pero también en forma de hemorragias cerebrales,
edema agudo de pulmón, insuficiencia renal, etc

ECLAMPSIA
Se denominan así las convulsiones similares a una crisis epiléptica aparecidas en el contexto
de una preeclampsia e hiperreflexia. Suponen un riesgo vital y pueden ocurrir antes, durante o
después del parto.
Tratamiento:
 Soporte vital (vía aérea, constantes, vía intravenosa...)
 Tratamiento de la hipertensión como en la preclampsia grave por vía iv.
 Tratamiento anticonvulsivante con SO4Mg (4-6 g iv en 5-20 mm., y 1,5- 2g/hora de
mantenimiento para prevenir nuevas convulsiones, ajustando los niveles a 4,8-9,6
mg/dL de magnesemia, siendo necesario mantener los controles clínicos
continuados (reflejo patelar, respiraciones/minuto, diuresis) para evitar que una
sobredosificación pueda producir un paro cardiorrespiratorio. Esta medicación se ha
comprobado en estudios prospectivos y randomizados más eficaz que cualquier otra,
pero los límites terapéuticos y tóxicos están (paro cardiorespiratorio) muy cercanos
4- Acabar la gestación en cuanto la situación clínica materna esté estabilizada y lo
permita.

SVB SVA EN LA EMBARAZADA


Una situación especial se presenta en caso de PCR en mujeres gestantes, ya que afecta a dos
individuos (madre y feto).
Antes de las 24 semanas se considera muy improbable la viabilidad del feto, porque todos los
esfuerzos se dirigirán a la RCP de la gestante. En gestaciones mayor =24 semanas el feto se
considera viable, por lo que en caso de ineficacia de la RCP sobre la madre se debe practicar la
cesárea transcurridos los 5 primeros minutos. Manteniendo durante la intervención las medidas
de soporte vital. Si el PCR de la gestante se produce en el medio hospitalario, la monitorización
fetal permite vigilar los signos de sufrimiento fetal e indica la necesidad de una cesárea.

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TRAUMATISMOS EN LA EMBARAZADA
1. Introducción
Los traumatismos constituyen actualmente la principal causa de muerte no obstétrica
durante el embarazo. En la mujer gestante que sufre un traumatismo, es mayor el riesgo
vital del feto que el de la madre.
La embarazada puede sufrir las mismas lesiones que la mujer no gestante, además de los
traumatismos propios del periodo gravídico. Sin embargo, los cambios fisiológicos y
anatómicos que tienen lugar a lo largo del embarazo son capaces de modificar la respuesta
orgánica al traumatismo durante la gestación, haciendo que existan diferencias, aun
tratándose de las mismas lesiones, con los accidentes fuera del periodo gravídico. Incluso
estas diferencias se van modificando a lo largo de todo el embarazo, ya que estos cambios
son paulatinos y progresivos durante la gestación, tanto para la madre como para el feto.
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En la asistencia a una mujer embarazada debemos tener presente en todo momento que
estamos tratando dos vidas, la madre y su hijo, y que el feto puede sufrir tanto lesiones
directas como derivadas de las alteraciones maternas.
Los efectos del traumatismo durante la gestación van a estar determinados por los
siguientes condicionamientos: edad gestacional, tipo y severidad del traumatismo,
alteraciones en la fisiología feto-placentaria.

2. Valoración general de la gestante politraumatizada


Al igual que en las medidas de soporte vital, en la embarazada víctima de un accidente
traumático, son aplicables los protocolos de diagnóstico y actuación específica para la
atención a pacientes politraumatizados. Si bien, el estado propio de la gestación y el hecho
de atender a dos vidas impone algunas peculiaridades que pasamos a describir.
1) Ser cautos en la indicación de radiografías y proteger el abdomen materno con un
delantal de plomo, siempre que sea posible. Los efectos de la radiación van a depender
de la dosis y la edad gestacional. Las consecuencias de la irradiación sobre el producto
de la gestación incluyen: abortos, malformaciones congénitas, retraso del crecimiento,
neoplasias postnatales y muerte. En la primera semana es cuando el embrión es más
sensible, aunque es poco probable que pueda anidar si resulta dañado. Entre la semana
segunda y séptima, es cuando existe mayor riesgo de efecto teratógenos, por ser el
periodo de organogénesis. Son raras las malformaciones por encima de la 20 semana
de gestación, aunque pueden presentarse retrasos del crecimiento, trastornos
funcionales del sistema nervioso central y riesgo de tumores postnatales.
2) En la valoración de los traumatismos abdominales es necesario tener en cuenta que la
laxitud y distensión abdominal de la mujer gravídica puede enmascarar los signos de
irritación peritoneal. La punción lavado peritoneal diagnóstica puede practicarse
empleando una incisión supraumbilical con visión directa, de esta forma se evita lesionar
el útero gravídico. La ecografía abdominal portátil permite, junto a la valoración del
traumatismo abdominal y las posibles lesiones maternas, obtener datos muy útiles sobre
el producto de la gestación.
3) Exploración de lesiones o hemorragias en periné, vagina y recto. Tanto por la sospecha
de lesiones locales, como indicativo de posibles lesiones específicas del embarazo y
que serán descritas más adelante.
4) Un aspecto controvertido es el momento de realizar la cesárea en una gestante cuando
no hay respuestas a las maniobras de resucitación materna y el feto es posiblemente

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viable, mayor de 24 semanas. Mientras algunos autores se inclinan por practicarla tras
15 minutos de reanimación cardiopulmonar, otros la aconsejan más precoz, en los
primeros 5 minutos de paro cardíaco y manteniendo las maniobras de reanimación.
Estos últimos se basan en que tras la cesárea desaparece la compresión aorto-cava por
el útero gravídico y mejora las posibilidades de recuperación de la madre y del feto.
5) En los traumatismos penetrantes debemos tener encuentra que el aumento del tamaño
uterino a lo largo del embarazo hace que se desplacen las vísceras abdominales. por
ello, aumenta el riesgo de que resulte dañado el útero y disminuye las posibilidades de
lesiones en otras vísceras. La consistencia y densidad de la musculatura uterina, el
líquido amniótico y el feto pueden absorber una gran cantidad de energía de los
proyectiles penetrantes, disminuyendo la velocidad y el impacto en otras vísceras. Estas
son las causas de una menor incidencia de lesiones asociadas viscerales en los
traumatismos abdominales penetrantes durante el embarazo.

3. Exploraciones específicas en la gestante


Describiremos una serie de exploraciones encaminadas a determinar los efectos del
traumatismo sobre el producto del embarazo y las estructuras maternas relacionadas con el
mismo.
3.1. Ecografía
La ecografía en la embarazada que ha sufrido un traumatismo tiene, junto a la utilidad
descrita en los capítulos del politraumatizado, la utilidad específica siguiente:
 Establecer la edad fetal, si es necesario.
 Determinar el grado de bienestar fetal si los resultados de la tocografía son
equívocos.
 Verificar la actividad cardíaca fetal en presencia de taquicardia materna.
 Confirmar la muerte fetal, cuando exista sospecha.
 Evaluación del volumen de líquido amniótico en los casos de rotura de membranas o
en caso de que se sospeche ésta.
 Estudio de la localización y posibles lesiones placentarias.

3.2. Tocografía externa


Está indicada por encima de la 20 semana de gestación y debe mantenerse un mínimo
de 4 horas, su objeto es:
 Estudiar la actividad de la dinámica uterina.
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 Determinar la existencia de sufrimiento fetal.


 Valorar el riesgo de desprendimiento placentario.
El tiempo de monitorización fetal debe ampliarse a 24 horas si durante la tocografía
inicial se presentan algunos de los siguientes hallazgos:
 Contracciones uterinas cada 15 minutos.
 Dolor provocado a la palpación del útero.
 Anormalidades en el registro de la actividad fetal.
 Ante la presencia de hemorragia vaginal.
 Rotura de membranas.
 En los casos de lesiones traumáticas maternas severas.

3.3. Otros estudios específicos:


 Auscultación de los tonos cardíacos fetales.
 Determinación del pH vaginal: detecta pérdidas de líquido amniótico.
 Amniocentesis:
o Permite determinar el grado de madurez fetal
o En el diagnóstico de hemorragias de origen materno o fetal.

4. Lesiones especificas en la embarazada politraumatizada


Se describirán en este apartado aquellas lesiones que pueden aparecer en la mujer
embarazada que ha sufrido un traumatismo y que son propias de su estado grávido. Se
detallaran los aspectos más relevantes a la hora de la atención y valoración de una mujer
víctima de un politraumatismo estando embarazada y bajo una perspectiva general, al no
ser un tratado obstétrico ni ir dirigido a especialistas obstetras.
4.1. Traumatismo uterino
Es más frecuente a partir del tercer mes de gestación, cuando el útero sobrepasa la
protección que le ofrece la cintura pélvica y sobre todo durante el tercer trimestre.
El útero es un órgano que sufre grandes modificaciones a lo largo de la gestación, pasa
de 7 cm. y 70 gr. a 36 cm. y 1 kg. y su flujo sanguíneo aumenta de 60 ml/min. a
600ml/min. Los traumatismos uterinos pueden, por tanto, dar lugar a graves
hemorragias maternas 7. Si la mortalidad en la madre se sitúa en torno al 10%, en el
feto las consecuencias son mucho más dramáticas, ya que la mortalidad llega al 100%
La rotura uterina puede ser intraperitoneal, extraperitoneal o de la porción intravaginal,
colpoaporrexis.
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Los signos clínicos presente en estos casos pueden ser:


 Signos de irritación peritoneal.
 Reconocimiento de partes fetales a la exploración del abdomen materno.
 La metrorragia cuando está presente es escasa.
 Los datos más llamativos son los debidos al shock hemorrágico.
El estado clínico materno puede verse agravado por la presencia de una coagulación
intravascular diseminada, ya que el útero es un órgano rico en activador del
plasminógeno. En estos casos de rotura uterina suele ser necesario someter a la madre
a una laparotomía urgente para evitar su muerte por shock hemorrágico. En los
traumatismos penetrantes aún se considera a la laparotomía exploradora como la opción
más aconsejable, aunque hay autores que recomienden la posibilidad de tratamiento
conservador en las pacientes con proyectil en el útero, hemodinámicamente estables y
sin evidencia de sangrado en tubo digestivo ni en vías urinarias.

4.2. Contracciones uterinas


Es el problema obstétrico más frecuente originado por los traumatismos. Su intensidad
y frecuencia van a estar relacionadas con la gravedad de la lesión uterina y con la edad
gestacional.
El tratamiento tocolítico puede no ser recomendable, debido a que las contracciones
que no ceden de forma espontánea, suelen ser consecuencia de un daño obstétrico
severo.
El diagnóstico y seguimiento se realiza mediante tocografía externa y como se señaló
anteriormente, si su frecuencia supera la de una contracción cada 15 minutos la
monitorización tocográfica debe ampliarse al menos a 24 horas.

4.3. Abruptio placentae


La gravedad de este cuadro depende del porcentaje de superficie placentaria
desprendida, que cuando es mayor del 40% representa un elevado riesgo de muerte
fetal.
Es, por tanto, la mayor causa de mortalidad fetal, exceptuando la muerte materna.
Los síntomas clínicos presentes en este cuadro son los siguientes:
 Metrorragia: en los casos de hematomas retroplacentarios laterales.
 Pérdidas vaginales de líquido amniótico.
 Aumento de la actividad uterina, contracciones.
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 Dolor abdominal y dolor provocado al palpar el útero.


 Signos de hipovolemia materna desproporcionados con el grado de hemorragia
vaginal visible.
 Tamaño uterino mayor al que corresponde con su edad gestacional.
 Signos de sufrimiento fetal.
Ante los signos de sospecha de desprendimiento placentario, la ecografía no siempre
permite demostrar un hematoma retroplacentario o subcoriónico. La monitorización fetal
mediante tocografía externa es el método más útil para diagnóstico, al ser el medio más
eficaz para demostrar la existencia de sufrimiento fetal 5,14.
El tratamiento estará determinado por el grado de desprendimiento, la presencia de
sufrimiento fetal, la madurez fetal y las repercusiones maternas.

4.4. Hemorragia feto-materna


El paso de sangre de la circulación fetal a la materna es más frecuente en mujeres que
han sufrido un traumatismo. Igualmente, es mayor el volumen de la hemorragia
trasplacentaria que tiene lugar en presencia de traumatismos.
No se ha demostrado una correlación entre la incidencia de hemorragia feto-materna y
la severidad del traumatismo, aunque existe un mayor riesgo cuando la placenta es
anterior.

4.5. Rotura prematura de membranas


Consiste en la rotura de la bolsa antes de que se ponga en marcha el mecanismo
fisiológico del parto. Su trascendencia para el futuro del embarazo y por tanto la actitud
terapéutica, dependerá de los siguientes hechos:
 Cantidad de líquido amniótico perdido.
 Riesgo de infección del mismo.
 De la madurez fetal, sobre todo.
La determinación del pH vaginal es útil para el diagnóstico, ya que el líquido amniótico
es alcalino. Mediante ecografía podemos valorar el volumen del líquido.

5. Lesiones fetales
Como se indicó al comienzo del capítulo, en el traumatismo que ocurre durante el embarazo
está en juego tanto la morbi-mortalidad materna como la del feto. Este está bien protegido

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en el útero materno, por lo que resulta difícil que sufra lesiones directas. Sin embargo, es
muy sensible a las alteraciones maternas consecuencia del traumatismo.
5.1. Sufrimiento fetal
Las principales consecuencias del traumatismo sobre el feto son las derivadas de las
alteraciones que afectan a la normal oxigenación y perfusión placentaria. La
disminución de la presión arterial materna se sigue de la hipoperfusión placentaria y por
tanto, de sufrimiento fetal. Las causas más comunes de muerte fetal en traumatismos
cerrados son: la muerte de la madre, el shock materno y el desprendimiento
placentario.
El sufrimiento fetal se diagnostica mediante tocografía externa, los signos del mismo
son:
 Menor variabilidad de la frecuencia cardíaca.
 Desaceleraciónes fetales después de las contracciones uterinas.
 Taquicardia superior a 160 lat./min.
 Bradicardia inferior a 110 lat./min.

5.2. Lesiones fetales directas


Los daños fetales directos por traumatismos cerrados son raros. El feto está bien
protegido por los tejidos maternos, útero y líquido amniótico. Las lesiones más
frecuentes son la fractura de cráneo y las hemorragias intracraneales.
Los traumatismos directos tienen más posibilidades de presentarse en el tercer
trimestre y cuando se asocia a fractura de pelvis materna.

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