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Textos hindúes escritos en el siglo II describen la vida como “una serie de pasajes, en que los
placeres pasados se quedan atrás y son sustituidos por objetivos más apropiados y elevados”.
Desde entonces y hasta el siglo XX el concepto de desarrollo a lo largo de la vida fue ignorado por
la mayoría de los científicos.
Actualmente, los psicólogos evolutivos estudian con atención el desarrollo de los adultos,
dividiendo la vida adulta en diversas etapas.
Existen pocos criterios científicos para señalar el cambio de un periodo a otro, y a pesar de ciertos
indicadores sociales, los limites que señalan el inicio y el final de cada etapa, son arbitrarios.
Mientras la biología determina en gran medida lo que hacemos en la infancia, durante la edad
adulta son la cultura y la personalidad quienes representan un papel más relevante.
Tradicionalmente, se ha considerado la época de la vida en que determinadas actividades son
consideradas aceptables. Podía observarse cierta consciencia de cuál es la época adecuada para
hacer las cosas y se utilizaban términos como “temprano”, “tarde” o “en el momento adecuado”, al
pensar en la edad en que se casaron, tuvieron hijos, etc. Este sentido del tiempo parece estar
determinado por las expectativas del ambiente, a menudo bajo el influjo de la clase social.
Pareciera que la clase trabajadora iniciara antes sus primeros trabajos, establecieran parejas más
jóvenes, tuvieran hijos antes, etc.
En los últimos años un mayor número de personas se han mantenido vigorosas gracias a los
avances médicos, se ha alargado la vida, y, por tanto, las expectativas basadas en la esas se han
vuelto más flexibles. Se acepta con más facilidad que las personas tengan su primer hijo a los 40
años, o sean abuelos a la misma edad; que se jubilen a los 50 o sigan trabajando hasta los 75.
Algunos autores consideran que está disminuyendo la importancia de la edad como reguladora del
comportamiento.
La mayoría de los cambios en la salud, desde la adolescencia a la madurez son relativamente poco
importantes. Sin embargo algunos sistemas orgánicos no son tan eficaces como antes y
comienzan a perder capacidad.
¿Cómo se enfrentan las personas a los cambios físicos y, por tanto, a la conciencia de su
envejecimiento? Tiene gran importancia la salud en el pasado, las actitudes familiares y la
personalidad individual, incluso el género.
CAMBIOS EN LA MADUREZ
Aunque el varón puede ser padre a edades más avanzadas, se producen ciertos cambios
biológicos que no vamos a describir aquí.
Dado que los investigadores no han encontrado relación entre el nivel hormonal y los cambios de
actitudes, es probable que muchas de las molestias físicas sean debidas a las presiones del
ambiente, al igual que en las mujeres. Algunas de estas dificultades pueden estar relacionadas con
problemas de la propia vida cotidiana, como dificultades en el negocio o en el trabajo, el abandono
de los hijos del hogar o la muerte de alguno de los padres.
Ambos sexos están sometidos a la importancia que nuestra sociedad da al hecho de ser joven.
Estos falsos valores, sumados a las pérdidas reales que las personas pueden sufrir cuando
envejecen, crean cargas excesivas que a menudo derivan en lo que ha sido denominado “crisis de
la madurez”. Hasta que la madurez no deje de ser considerada como algo negativo y empiece a
considerarse como algo positivo para ambos sexos, los seres humanos no serán capaces de
desarrollar al máximo lo mejor de sí.
A pesar de ser una creencia muy difundida, ser anciano no significa estar enfermo o incapacitado.
-Teoría de la actividad: Cuanto más activo permanezca, más realizado se verá en la vejez. De
acuerdo con esta perspectiva, las personas mayores han de continuar comportándose, lo más que
puedan, como las personas de mediana edad. Hay que mantener todas las actividades posibles y
reemplazar los roles perdidos (trabajador) con otros roles (abuelo, voluntario). Sin embargo
algunas investigaciones demuestran que el grado de satisfacción de las personas mayores tiene
poca relación con el grado de actividad.
-Teoría de la desvinculación: Usted será más feliz si se aparta fácilmente de la vida. Según este
punto de vista, es normal y favorable para las personas mayores reducir sus actividades y
ocupaciones refugiándose en ellos mimos y debilitando los lazos emocionales con otras personas.
Este tipo de desligamiento parece estar más relacionado con la inminencia de la muerte que con la
edad.
-Pautas actuales: otra investigación ha mostrado que algunas personas son más felices estando
ocupadas mientras otras disfrutan de la tranquilidad de la mecedora. La manera en que una
persona encara la vejez depende de su personalidad y del grado de actividad durante su vida, y
existe la misma posibilidad de ser feliz en la vejez para las personas que les gusta estar cargadas
de trabajo y de vida social que para las personas que disfrutan abandonándose a disfrutar el
tiempo libre, posiblemente por primera vez en su vida.
Años atrás, la muerte formaba parte de la vida cotidiana de muchas personas. Era frecuente la
muerte infantil y a lo largo de la vida era bastante común que las personas sufrieran de
enfermedades fatales. Se temía a la muerte. Con el progreso de la medicina, la muerte ha sido
relegada del centro de la existencia diaria y se ha convertido en uno de los pocos tópicos de los
que nos cuesta hablar. Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una actitud más adecuada
frente a la muerte, una actitud que trata de entenderla, de estudiar los aspectos emocionales y
morales que conlleve e intentar que su inevitable llegada sea lo más positiva posible, tanto para
quien va a morir como para quien le sobrevive. La tanatología, el estudio de la muerte y de sus
procesos, está despertando mucho interés al reconocer que tratar con la muerte puede enseñarnos
mucho sobre la vida.
Estas etapas no son invariables, muchas personas se enfrentan mejor a la muerte negándola, otras
encuentran alivio encolerizándose contra ella y otras pasan por alto una u otra etapa en la camino
de la aceptación.