Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
, octubre 21 de 2020
Señores
Comité Revisoría Fiscal
Consejo Técnico de la Contaduría Pública
Ciudad.
Introducción
El ejercicio actual no debe tener como corolario el mantenimiento de un statu quo, sino al
contrario el desarrollo de un análisis prospectivo, donde se planteen posiciones y, si es el
caso, intereses actuales, con miras a generar un impacto en la realidad de la profesión
hacia el futuro. Por supuesto que no se trata de tener la bola de cristal que nos diga qué
ocurrirá en las siguientes décadas, pero sí de proponer ideas que sirvan para el futuro, en
vez de simplemente repetir lo que en el pasado pudo tener algún efecto. El mayor
respeto a las posiciones, proyectos de ley, ejercicios académicos y similares del pasado, es
darle su lugar precisamente en la historia para, considerando sus postulados, pero no a
partir de ellos, construir el que puede ser el futuro de la revisoría fiscal en el país.
Evolución, o involución, de la figura en el tiempo
La revisoría fiscal cuenta con una normatividad que le da al tiempo origen y sustento, pero
que no presenta mayores circunstancias diferenciales que hayan permitido una evolución
de la figura con el pasar de las décadas, considerando los cambios que el tiempo sí ha
traído a las realidades económicas y de mercado en las cuales se desempeña. No es la
primera vez que la realidad de las entidades privadas va mucho más rápido que la
normatividad que la regula. De hecho, esa es la razón por la cual la costumbre es una de
las principales fuentes del Derecho Comercial (dentro del que está el Derecho Contable,
que a su vez regula a la revisoría fiscal) como lo registra el artículo 4° del Código de
Comercio.
Esta actuación del revisor fiscal, según la normatividad que la ha regulado, se realiza en el
marco de la ejecución de procedimientos de auditoría y, por consiguiente, considerando
lo que al respecto indiquen las normas técnicas de la materia. No obstante, la sociología
jurídica es dinámica y por consiguiente el Derecho cambia con el tiempo, aunque no
necesariamente así las figuras que regula.
En ese sentido, ya en los años 50 a 70 y por los tiempos de la emisión del vigente Código
de Comercio, la distancia entre la propiedad y la gestión del capital se hizo más vigente a
nivel mundial con el repunte que el mercado de valores tuvo tras su caída de la gran
depresión. La economía mundial (por lo menos la occidental, determinada por la lógica
1
Como se observa a partir, entre otras, de la investigación denominada Misiones Económicas Internacionales
en Colombia, 1930 – 1960, por Decsi Arévalo Hernández que se encuentra en:
https://revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.7440/histcrit14.1997.01
capitalista) se empezó a basar en los valores en bolsa y entonces las normas
internacionales aplicables siguieron esta misma lógica. De ahí que desde entonces
quienes proveen el capital muchas veces no tienen nada que ver con quienes lo
administran, de hecho no los conocen, ni lo quieren hacer, ya que solo esperan unos
resultados periódicos para recibir un retorno anual a la inversión. Para el momento de
constitución de IFAC y IAASB a finales de los años 70, la distancia entre el capital y su
administración hizo que las Normas Internacionales de Auditoría se enfocaran en la
provisión de un dictamen que diera tranquilidad a los mercados sobre la efectiva utilidad
que los entes económicos proveen, aumentando el alcance de las partes interesadas
respecto del ente económico.
Tan clara es la distinción entre la propiedad y la administración del capital al interior del
ente económico, y el papel de la revisoría fiscal en relación a esto, que se le ha definido
como una institución adscrita a la empresa (luego, externa a su estructura) existente para
que represente a los propietarios frente a la administración2.
Cobra sentido entonces que la realidad nacional presente una figura sui-generis como lo
es la revisoría fiscal, pero por esa misma incongruencia entre la normatividad técnica que
le aplica y la realidad en la que se desarrolla, se ha llegado entonces a un escenario como
el actual en el que el revisor fiscal realiza actuaciones que se escapan al alcance con el que
fue concebida la figura. El revisor fiscal es un contador público al que no se le requiere
una especialidad específica dentro de las muchas que ofrece tan noble profesión, y no
puede pedírsele entonces que se convierta en un técnico en asuntos diferentes a los
propios de la materia, o que en el ejercicio de sus funciones realice consideraciones que
no tienen sustento en los principios, normas y procedimientos que estrictamente le
atañen.
2
PEÑA BERMÚDEZ, Jesús María. Revisoría Fiscal. Una garantía para la empresa, la sociedad y el Estado.
ECOE ediciones. Tercera edición. Bogotá D.C. 2017
3
Al respecto, estudio de Confecámaras indica que el 99.4% de las empresas que se constituyen en Colombia
son microempresas, indistinto del sector en que se encuentren. Puede ser revisado en:
http://confecamaras.org.co/phocadownload/2017/Informe_din%C3%A1mica_empresarial/Informe_de_Din%
C3%A1mica_Empresarial_2017.pdf
Si bien el revisor fiscal tiene dentro de sus funciones la de informar a la administración
sobre situaciones que eventualmente puedan afectar la viabilidad operativa, financiera y
económica del ente económico por posibles contingencias provenientes de
incumplimientos con su sistema de control, no puede, ni debe, dedicarse a realizar
actividades que no son de su competencia, como son aquellas propias de la inspección,
vigilancia o control que le son propias al Estado. El alcance que se le ha endilgado al
revisor fiscal ha ido tan lejos que convierte a la figura en una labor que no solo deja de ser
rentable para quien la provee, salvo muy contadas excepciones, sino que además lo llevan
a realizar algunas actuaciones que nunca debió tener bajo su responsabilidad. Tal es el
caso, por ejemplo, de su participación en las disposiciones tributarias del ente económico.
Definición, o su ausencia
En primer lugar cabe resaltar que la revisoría fiscal fue concebida en el marco del Derecho
de Sociedades y no dentro del régimen de la profesión contable colombiana4 y por tanto
los informes que debe rendir el revisor fiscal y en general el ejercicio de su labor está
regulada por el Código de Comercio, la Ley 222 de 1995 y la Ley 43 de 1990
(particularmente el numeral 2º de su artículo 8º) y otras normas gracias a las cuales se
puede precisar que la revisoría fiscal en Colombia no es una interventoría de cuentas, ni
un instrumento propio de intervención ni de control y por las que se determina su
desarrollo en aplicación de las normas de auditoría generalmente aceptadas.
4
BERMÚDEZ GÓMEZ, Hernando. Revisoría fiscal, órgano social. Editorial Ediciones de la U, Editorial
Pontificia Universidad Javeriana. Primera Edición. Bogotá D.C. 2016.
Se le han atribuido al revisor fiscal una serie de funciones y actuaciones que no le
corresponden en razón a la capacidad profesional del contador público que ejerce dicha
labor. No se le debería poder exigir (no solo pedir, sino exigir) que rindiera informes que
fueran más allá de lo que tiene que ver con su profesión, pero hemos visto exigencias de
determinar cuantos metros cúbicos de un mineral hay en una mina, de certificar
información tributaria de su cliente, de responder por actuaciones de lavado de activos o
financiamiento al terrorismo de otros. No puede ser admisible que al profesional de la
contaduría pública se le atribuyan responsabilidades, incluso penales, por actuaciones
realizadas por otros como el administrador del ente económico, y menos respecto de
aspectos que superan su preparación técnica para convertirlo tácitamente en notario, juez
de la República, autoridad disciplinaria, funcionario no-pagado de las entidades de
inspección, vigilancia y control, fiscal investigativo, entre otros. Llama la atención que
haya contadores públicos que defiendan el status quo de la figura.
Los informes del revisor fiscal que realiza en el ejercicio de sus funciones deben ser
elaborados y presentados en los términos previstos por las leyes, pero la ausencia de una
norma que compile lo concerniente a la figura ha hecho que se desarrolle una práctica
desmedida por parte de las entidades gubernamentales del país que se refleja en normas
mediante las cuales se exige a los revisores fiscales certificar (no solo participar, sino
certificar) aspectos ajenos a su disciplina, a sus conocimientos técnicos y a sus funciones,
todo bajo el amparo del malinterpretado deber de colaboración y so pena de hacer
incurrir en sanciones al ente económico y al revisor fiscal.
La ley 222 de 1995 requiere al revisor fiscal que dentro de su informe se manifieste a
través de una certificación sobre la concordancia entre la información contable incluida en
el informe de gestión del administrador del ente económico y la incluida en los respectivos
estados financieros del ente económico. No se le puede pedir al revisor fiscal que efectúe
un análisis y consecuente juicio de valor sobre la evolución de los negocios, que se emitan
conclusiones sobre la situación jurídica y administrativa, que concluya sobre las
operaciones entre el ente económico y sus socios o accionistas, en fin, que realice
situaciones que requieran una disciplina diferente a la contable. No puede ser que el
revisor fiscal, que es un externo e independiente al ente económico, termine teniendo las
mismas responsabilidades de los administradores del ente económico. No debe restarse
importancia a los administradores, que son los tomadores de decisiones y a quienes se
puede, y debe, atribuir el éxito o fracaso del ente económico.
Entidad de control?
La revisoría fiscal cumple una función específica en el ente económico frente al cual presta
sus servicios y sobre cuya información (financiera y no-financiera) se pronuncia, que no
forma parte de la administración de la sociedad, ni es un brazo adicional del Estado en sus
funciones de inspección, vigilancia y control. Es precisamente su naturaleza de institución
independiente la que le permite la objetividad de sus juicios y trabajos.
Por vía de interpretación, en razón a la costumbre, o por vía doctrinal, pueden observarse
posiciones que plantean unos presupuestos conceptuales que desvían el cauce de la teoría
propia de la revisoría fiscal, alejando al contador público (y a continuación, al mercado y
otras partes interesadas) de un entendimiento claro y completo de la figura. La revisoría
fiscal no está concebida para co-adminstrar el ente económico, proveer certeza, revisar la
totalidad de las actuaciones del ente económico, ni reemplazar al Estado en sus funciones
de inspección, vigilancia y control.
La figura de la revisoría fiscal ejecuta su labor en concordancia con lo dispuesto por las
Normas de Auditoría de General Aceptación y en el marco de un ejercicio propio del
Derecho Privado5, y no en el marco del esquema de control de fiscalización que es propio
5
Dicha afirmación se observa, por ejemplo, en el proyecto de ley C-009/99 que procuraba convertirse en el
“Estatuto de la Revisoría Fiscal”. Dicho texto, que no pasó a ser norma, definía a la Revisoría Fiscal como
“Una institución de origen legal, de carácter profesional, de naturaleza privada, a la cual corresponde por
ministerio de la ley y bajo la dirección de un contador público, con sujeción a las normas que le son propias,
de las autoridades del Estado que ejercen esta actuación. La inspección, vigilancia y
control de los entes económicos en Colombia es una función que aplica al Estado y no a
los particulares, aunque por vía de interpretación (porque ninguna disposición normativa
lo dispone expresamente) se le endilgue al revisor fiscal en razón al denominado “deber
de colaboración”6. Incluso alguna vez se llegó a decir que la revisoría fiscal “es uno de los
instrumentos a través de los cuales se ejerce la inspección y vigilancia de las sociedades
mercantiles”7. En este sentido, debe resaltarse que, en el escenario del Derecho Positivo,
es solo la norma la que literalmente dispone el alcance de las actuaciones que tienen un
efecto jurídico (como las del revisor fiscal, por supuesto) y no su interpretación en cuanto
una norma jurídica se crea para regular las actuaciones que los ciudadanos realizan en el
marco de la costumbre y siempre en búsqueda del bien común.
Conclusión
Insistir en la existencia actual de una figura como la de la revisoría fiscal, que presenta una
evidente desconexión entre su concepción teórica, su disposición normativa y la realidad
de los entes económicos donde se aplica puede ser, por decir lo menos, un acto de
necedad. En un país donde existen más comerciantes personas naturales que jurídicas (a
razón de 1.171.000 de los primeros y 471.000 de las segundas) y de estas el 95% son micro
empresas, no puede insistirse en la existencia de una figura que se relacione con la
inspección o la vigilancia o el control. Tampoco es que necesariamente la mayoría de
entidades requieran servicios de aseguramiento y/o auditoría, que no es del todo de
utilidad para entidades que apenas están obligadas a llevar contabilidad.
Considerando entonces que la revisoría fiscal no es, ni debiera ser, una entidad de
inspección, vigilancia o control, valdría la pena considerar su existencia en razón a las
necesidades de los entes económicos donde se aplica. Primero hay que ver qué entidades
con el propósito de crear confianza pública, fiscalizar el ente económico y rendir informes, dando fe pública
en los casos previstos en la ley”
6
Código de Comercio Colombiano. Artículo 207, numeral 3°
7
SUPERINTENDENCIA FINANCIERA DE COLOMBIA. Concepto N° 1998063805-1, emitido en enero 22
de 1999.
8
CONPES Nº 3280 del 19 de abril de 2004
9
https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/9789264199958-sum-
es.pdf?expires=1602620526&id=id&accname=guest&checksum=46E96BA275A452DDD1C36129FC3A2F9
E
están obligadas a llevar contabilidad, de estas cuales requieren contar con una figura de
auditoría interna y de estas cuales requieren el involucramiento de un ente
independiente.
Actualmente la designación del revisor fiscal atiende unos criterios de tamaño del ente
económico para el que preste sus servicios, particularmente haciendo referencia a sus
ingresos o su patrimonio. Este criterio pudo ser funcional y efectivo en otro momento
histórico donde esos eran los criterios que determinaban la importancia o tamaño de una
entidad, pero en plena era de información, y ad-portas de una cuarta revolución
industrial, otros deberían ser los criterios para considerar el alcance de interés público al
escenario donde el revisor fiscal realice sus labores.
En el mismo sentido, por más versátil que sea una sola figura (como la revisoría fiscal) no
puede adaptarse totalmente a la amplia gama de entes económicos que presenta la
realidad nacional. De las entidades obligadas, o no, a llevar contabilidad, pasando por las
micro, pequeñas, medianas y grandes empresas; con o sin ánimo de lucro; considerando
las de interés público, y también las listadas en bolsa (sea la Bolsa de Valores de Colombia,
o una en el exterior), pasando por las que están bajo vigilancia de alguna
superintendencia, son demasiadas las variables a considerar. Quizá valdría la pena que no
fuera una sola figura, sino varias, con diferentes niveles de profundidad o de cantidad de
funciones, las que deberían cubrir el escenario total de los entes económicos en nuestro
país. Es un peso demasiado grande, y un espectro demasiado amplio, para ser cubierto
solo por una institución.