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Las figuras de la manipulación

Por Martín Miguel Acebal


Docente Adjunto Interino en la Universidad Nacional del Litoral, Becario Conicet.

Sumario: Summary:
El presente trabajo ofrece un estudio de las diferentes di- The aim of this article is to show a study of the different ma-
mensiones involucradas en la manipulación, en tanto compo- nipulation’s dimensions, as an argumentative component of a
nente argumental de una estrategia comunicativa. El objetivo communicational strategy. The objective is recovering analy-
es capitalizar análisis provenientes de estudios semióticos y ses from semiotic and argumentation studies with a logic-se-
de la argumentación por medio de una metodología de base miotic methodology called semiotic nonagon. This method-
lógico-semiótica denominada nonágono semiótico. La misma ology will be able to identify dimensions that are present in
nos permitirá identificar las dimensiones presentes en la ac- the manipulatory activity, its logic interdependency and the
tividad manipulatoria, su interdependencia lógica, así como different kinds of bonds (affective, of force y of acknowledge)
los diferentes tipos de vínculos (afectivos, de fuerza y de re- over the relations of more or less symmetry between partici-
conocimiento) sobre los que se cifran las relaciones de ma- pants of interaction are supported. This work intends offer a
yor o menor simetría entre las participantes de la interacción. characterization of some forms of manipulation (plea, order,
El trabajo avanzará en la propuesta de una caracterización persuasion, threat, etc) arisen from combination of signic as-
de algunas de las formas manipulatorias (ruego, orden, per- pects of manipulation. Finally we will focus on the order, treat
suasión, amenaza, etc.) surgidas de la combinación de los as- and challenge, which will be analyzed in a strategic way.
pectos sígnicos constitutivos de la manipulación. Finalmente
nos detendremos en la orden, la amenaza y el desafío, las
cuales serán analizadas en términos estratégicos.

Descriptores: Describers:
signo triádico, manipulación, conmover, imponer, convencer triadic sign, manipulation, to move, to impose, to convince

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de la Comunicación, Volumen 13. UNR Editora, 2008
Introducción escuchar.” (2005:99). En esta misma dirección, van Ee-
El objetivo de este trabajo es, en un principio, revisar meren, Grootendorst y Snoeck Henkemans (2006:17)
brevemente el modo en que la tradición retórica y la señalan que la actividad argumentativa “es una activi-
más moderna teoría de la argumentación, han consi- dad verbal, social y racional que apunta a convencer a
derado a las condiciones de posibilidad de la actividad un crítico razonable de la aceptabilidad de un punto de
persuasiva. Atenderemos particularmente a la mirada vista” y parte siempre de una “diferencia de opinión”.
sesgada que la tradición y autores contemporáneos La argumentación se instala, de este modo, siempre
han impuesto al fenómeno manipulatorio por medio de en una situación de simetría entre los participantes.
un abordaje de corte prescriptivo, apoyado en la “ra- Nuestro objetivo es revisar esta visión armoniosa para
zonabilidad” y la cooperación de los participantes. Se restituir la búsqueda de la modificación de actitudes,
tratará de hacer evidentes las limitaciones que esta hábitos o conductas a parámetros que incluyan no
concepción de la persuasión ha impuesto al aparato sólo la cooperación, sino también las relaciones de
descriptivo explicativo de la actividad manipulatoria empatía y subordinación.
que se realiza en los discursos, así como de la necesi-
dad de ampliar los aspectos involucrados en este tipo Argumentación y manipulación
de actividades. Para realizar este último objetivo nos El primer paso será la reincorporación de la manipu-
valdremos de los conceptos peirceanos de signo y de lación como concepto más general. La manipulación
sus diez clases, así como del denominado nonágono es un término que en el marco de la retórica y la teoría
semiótico, desarrollo metodológico de base lógico-se- de la argumentación está cargado de una gran canti-
miótica peirceana (Guerri 2001, 2003). dad de connotaciones negativas. Nos interesa en este
trabajo despojar a este término de estas valoraciones
En la búsqueda de la armonía originaria –lo que no significa no postular una instancia crítica
A lo largo del siglo XX, la retórica clásica y sus de- para los mecanismos que contendrá– y caracterizarla
sarrollos posteriores fueron recuperados desde dife- como una noción que reúne a todas las formas en que
rentes perspectivas, para reelaborarlos en el marco se puede elaborar una estrategia destinada al refuerzo,
de problemáticas y objetos diferentes. En los años ‘50, la aceptación o la modificación de una determinada ac-
Perelman y Tyteca (1958 [1989]) propondrán su “nueva titud, conducta o hábito.
retórica”. En este contexto de posguerra, la retórica se
ofrecía como una forma razonable para lograr la adhe- La manipulación desde una perspectiva
sión de una audiencia a determinadas tesis. Dicha ad- triádica: conmover, imponer, convencer
hesión, según estos autores, se basaba en la atención Desde una perspectiva semiótica peirceana, la ma-
a los acuerdos que podía establecer el orador con su nipulación puede pensarse como un signo de la inte-
audiencia. La persuasión consistía en un recorrido que racción manipulatoria, esto significa que construye un
partía de lo más aceptado por los destinatarios (los objeto inmediato de la misma, a partir de un recorte
acuerdos) a lo menos aceptado (la tesis postulada). de la complejidad mayor (objeto dinámico) que ella su-
Como señala Marafioti, en relación con la propuesta pone.
de Perelman: “La argumentación supone el encuentro Aceptada la opción teórica de pensar a la manipula-
de pensamientos: el deseo del orador de persuadir sin ción como signo triádico, debemos identificar los as-
imponer y una disposición por parte del auditorio de pectos que constituyen al signo para Peirce. La mani-

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pulación admite una primera partición en conmover (en interrelación por estudios contemporáneos (Scaranti- existencial, de actualización (la dimensión de la inte- valores sociales- tienen una relación habilitante entre
tanto representamen), imponer (en tanto fundamento) y no 2008). Sin embargo, la propuesta triádica, permite racción que se apela) y valorativa, de necesidad (los sí. Así, el reconocimiento, lo que en términos psicoa-
convencer (en tanto interpretante) (Figura 1). Cada uno reconocer un aspecto ignorado por estos planteos, valores sociales que autorizan estas formas de la ma- nalíticos constituiría la “transferencia”, presupone una
de estos tres aspectos del signo supone una relación como es el de la imposición, desplegando toda una nipulación2) (Figura 2): relación de poder entre los involucrados y, al mismo
diferente que establece el signo con la interacción problemática a su alrededor. Por otra parte, a dife- tiempo una relación de carácter empática, la cual es,
manipulatoria. La imposición se relaciona con las rencia de lo sugerido por la tradición prescriptiva de como pura posibilidad, insuficiente para la realización
posibilidades de apelar a las condiciones materiales, la argumentación, cada una de estas formas tiene su de la manipulación. El viejo principio psicoanalítico
prácticas, de poder de los discursos. En términos de propia eficacia en la manipulación, y la preeminencia sobre la imposibilidad del análisis de una persona cer-
Magariños de Morentin (1984) y Guerri (2001; 2003), de cada uno de los aspectos supone un énfasis en al- cana, se explica por esta necesidad de pasar del rol
éste supone el aspecto existencial del signo, una rela- guno de ellos, pero de ninguna manera una negación de “amigo”, al de “profesional autorizado”, con la con-
ción basada en la distribución del poder y que se vale del resto. En tanto constituyentes del signo, necesitan secuente instauración de la relación de poder, que es
de ella para operar sobre el otro. El convencimiento se pensarse como interactuantes y dependientes entre Figura 2: Tricotomías de los correlatos del signo reconocida por el paciente y que el profesional debe
relaciona con las condiciones cognitivas de la interac- sí. manipulación. Segunda partición del signo. “abandonar” de modo consciente.
ción, los sistemas de valores, las creencias, en tanto
posibilidades a las cuales recurrir con la manipulación; El nonágono semiótico: los nueve Combinada con la partición anterior, el resultado es La forma del vínculo entre los
ésta es, como ya se ha dicho, la dimensión más legiti- sub-signos de la manipulación un nonágono semiótico que podría visualizarse de la participantes de la interacción
mada en los estudios sobre la argumentación, al punto En una segunda instancia debemos profundizar en siguiente manera (Figura 3): Dice Guerri: “El diagrama contempla la división de
de ofrecerse como criterio de valoración ética (y no los aspectos constitutivos del signo manipulación Peirce en Cualisigno, Sinsigno y Legisigno (CP 2.244),
de eficacia) del resto de las formas posibles. Para los y pensar a cada uno de ellos como signos, con sus determinados por la relación del signo consigo mismo;
mencionados autores, este aspecto constituye la di- propios sub-signos. Tal procedimiento es el que pro- Ícono, Índice y Símbolo (CP 2.247), determinados por
mensión valorativa del signo. Finalmente, el conmover pone la metodología del nonágono semiótico (Guerri la relación con su Objeto –dinámico- y Rhema, Dici-
se vincula con (la posibilidad de aludir a) las pasiones, 2001, 2003), la cual se basa en la recursividad del signo y Argumento (CP 2.250), por la relación con el
los sentimientos y el vínculo de proximidad entre los signo peirceano para dar lugar a la posibilidad de pa- Interpretante.” (2003:160)
participantes de la interacción; en los términos que sar, en un primer desarrollo, de tres signos a nueve. En nuestra aplicación, los lugares del Cualisigno,
venimos desarrollando, la dimensión formal o de po- Como recuerda Claudio Guerri, tal desarrollo de los Sinsigno y Legisigno son ocupados por el vínculo sen-
sibilidad del signo (Figura 1): nueve sub-signos ya estaba en el propio Peirce (CP timental, el de poder y el cognitivo respectivamente.
2.243-252), pero lo que no propuso era de un diagrama Suponen una relación del signo consigo mismo por-
(“ícono diagramático”) para explicitar en el plano sus que constituyen la pura posibilidad de la manipulación.
relaciones. En este sentido, el nonágono semiótico Figura 3: Nonágono Semiótico Como señalamos antes, para que haya manipulación,
ofrece ese diagrama que permite desarrollar los sub- del signo “manipulación”. la primera condición necesaria es la construcción de
signos de un signo, explicitar sus relaciones lógicas y un vínculo entre los participantes de la interacción.
hacerlas visibles en su simultaneidad. Presentado de este modo el signo manipulación, se Condición necesaria, pero no suficiente, en tanto la
La segunda operación teórica que demanda esta explica hasta cierto punto la preeminencia dada al con- mera relación entre los participantes no implica la
metodología consiste en la identificación de los sub- vencer en la retórica aristotélica y en desarrollos con- actuación de uno sobre el otro. Dicha relación puede
Figura 1: Primera partición del signo manipulación signos de los correlatos del signo manipulación. Co- temporáneos. Los valores sociales relativos al saber tomar las tres formas señaladas, interdependientes
rresponde así pensar al conmover, al imponer, y al y al creer se ubican en el lugar lógico del argumento, entre sí.
La diferencia entre el conmover y el convencer, ya convencer como signos, esto es, analizables en una es decir, el valor del valor que otorga coherencia a los Así, la empatía es la situación originaria de toda
había sido señalada por los estudios retóricos más dimensión formal, de posibilidad (a las que conside- ocho lugares restantes. Al mismo tiempo, cada una de acción manipulatoria, supone una identificación entre
antiguos (Barthes 1985 [1993]), y profundizada en su raremos como las formas del vínculo que proponen1), las instancias de las tricotomías -vínculo, dimensión, el manipulador y el manipulado, este último percibido

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como un ser humano sobre el que se hará necesario Para nuestro análisis esto significa que mientras la realmente afectado por este objeto. Para nuestro aná- mensión pasional demuestra el carácter posibilitante6,
elaborar una acción manipulatoria y no apelar a la pura subordinación aparece como una relación entre los lisis esto significa que la dimensión práctica se pre- pero no definitivo de esta dimensión (en tanto Forma);
fuerza o a la acción directa. Los siguientes movimien- sujetos particulares de la interacción (manipulador / senta como el componente más contextualmente de- la demostratio (apelación a la dimensión cognitiva) era
tos se verán como rupturas, en tanto materializacio- manipulado), una instanciación concreta, el recono- pendiente de los nueve signos. Cobran de este modo un momento posterior en el desarrollo del discurso,
nes, encarnaciones (“embodiment”) de ese estado cimiento tiene la generalidad de la ley, trasciende la relevancia las normas que regulan dicha interacción pero que requería de esta instancia previa que favore-
idílico y, por ende, mítico, donde los sujetos se sienten jerarquización particular. Esto se hace evidente en los sobre las que la manipulación buscará realizarse; pero cía la actitud del auditorio para las pruebas.
parte de una misma unidad, de un todo. ejemplos que acabamos de mencionar. No aludíamos también, como veremos sobre el final, son significati- Lo que aquí llamamos dimensión cognitiva consiste
La subordinación, como puede preverse, postula una a sujetos particulares, sino a roles sociales: el sacer- vos los esfuerzos por la imposición de una definición en la apelación a la “razonabilidad” disponible en la
relación jerárquica entre los participantes de la inte- dote, el docente, etc. En este sentido, el reconocimien- del contexto. Esta dependencia contextual hace que interacción, o en los participantes de la interacción.
racción, en la que el manipulador ocupa un lugar de to es una norma o una ley capaz de explicar diferentes las condiciones presionen sobre la actividad manipu- La “razonabilidad” es un concepto que le permite a
superioridad sobre el manipulado. Como actualización vínculos de subordinación, a los cuales vuelve, por su latoria y sobre el manipulador, que deberá atender a Perelman incluir entre las premisas argumentales
de la relación empática, la subordinación requiere que especificidad de ley, legítimos. la situación contextual para adaptarse a ella o tratar las proposiciones valorativas, que no admiten una
el subordinado sea reconocido previamente (lógica- de modificarla (en tanto posibilidad, siempre parece aceptación “evidente” (como sí lo hacen las deduc-
mente antes) como alguien con el cual es posible es- Las dimensiones apelables en la manipulación disponible la opción por aludir a otro de los aspectos o ciones lógicas, por ejemplo). Como señala Wintgens
tablecer alguna relación de ese tipo. La subordinación Ícono, Índice y Símbolo son signos determinados por redefinir las mismas condiciones prácticas). En térmi- (1993:197), “la diferencia entre las proposiciones teó-
es una enajenación, en el sentido la transmisión al otro la relación con su objeto. Esta tricotomía está ocupa- nos de Peirce, podríamos decir que semiosis anterio- ricas y las prácticas se convierte en una cuestión de
de un dominio sobre algo; pero demanda previamente da en nuestro nonágono por las posibles dimensiones res han constituido un objeto dinámico que presiona grado entre la aceptación necesaria y la no-necesaria,
que dicho dominio haya sido reconocido. También es de la interacción a las que puede apelar la manipula- sobre el objeto inmediato construido por la estrategia y esta diferencia se expresa en los términos ‘racional’
una alienación, en el sentido de distanciamiento de la ción. Desde esta perspectiva, el signo manipulación manipulatoria (la definición de la interacción), de modo y ‘razonable’”. De un modo hipotético podemos sugerir
identificación mítica. La empatía le otorga al otro suje- se relaciona con aquellos aspectos de la interacción tal que un distanciamiento abrupto puede percibirse que en este lugar lógico se ubicarían los modos de or-
to un estatuto sobre el cual se podrá operar, y la ope- operantes en la actividad persuasiva (siguiendo con el como violento5 y, en algunos casos, ineficaz (imagine- ganización de la demostración: la deducción, la induc-
ración primera de la manipulación es la enajenación, uso amplio de este término). mos a un empleado intentando dar una orden a su jefe ción y la abducción. Tal hipótesis parece sustentarse
que redunda en una relación de subordinación entre Mientras la primera tricotomía del vínculo apenas o a un paciente exigiendo determinado medicamento en algunos pasajes del propio Peirce a la hora de refe-
los participantes. De este modo, el Sinsigno, la Forma establecía la posibilidad de la relación entre los in- al médico; la manipulación sigue siendo posible, pero rirse al símbolo como clase de signo (CP 2.95 y 2.96).
del Existente, sólo es posible en tanto dispone de las volucrados, esta segunda supone ya un pasaje a la esta dimensión no aparece como la más adecuada Al igual que mencionamos al momento de trabajar
posibilidades del Cualisigno, a las cuales singulariza identificación de cuáles son los aspectos que habilita para el subordinado). Cuando estudiemos el polo de la el legisigno, el símbolo supone una convención, por
de alguna manera3. esa relación como susceptibles de ser apelados para imposición, nos detendremos más en este punto. ende con un mayor grado de generalidad. Las formas
El reconocimiento es la ley que vuelve a la relación movilizar al interlocutor. En Aristóteles ya estaba pre- Las dimensiones pasional (Forma) y cognitiva (Valor), de razonamiento o de razonabilidad se actualizan en
de subordinación como legítima. Se trata de aquella sente –no sin cierto escepticismo moral- la diferencia aunque de un modo opositivo, han sido trabajadas premisas particulares, las cuales son retomadas por
clase de relación en la que el manipulado acepta la entre la apelación al pathos (aquí dimensión pasional, ampliamente en los estudios retóricos y argumentati- estas formas para orientar las conclusiones.
jerarquización establecida por razones de orden so- primeridad) y al logos (dimensión cognitiva, terceri- vos. Aquí refieren a los aspectos de la interacción sus-
cial y convencional. El creyente reconoce la autoridad dad); lo que hace este ícono es evidenciar la dimen- ceptibles de ser movilizados por la manipulación. La Los valores sociales que movilizan la acción
del sacerdote, el paciente la del médico, el alumno sión faltante, así como la relación entre ellas4. dimensión pasional, en tanto ícono, puede pensarse Como mencionamos antes, los valores sociales son
la del docente, etc. Sobre este signo, señala Peirce: La dimensión práctica (índice) no sólo acentúa la sub- como el componente más aspectual o formal de la ma- la competencia modal (Greimas y Courtés 1979 [1990])
“A Legisign is a law that is a Sign. This law is usually ordinación como vínculo, sino también como limitacio- nipulación. En los planteos retóricos clásicos, solía su- sobre la que pretende actuar el manipulador. El valor
established by men. Every conventional sign is a legi- nes materiales para la transformación de ese vínculo: gerirse que el comienzo de todo discurso debía incluir que se utilizará para modificar, actuar sobre ese ha-
sign [but not conversely]. It is not a single object, but la violencia física o simbólica, los mecanismos de con- aquellos recursos que lograban la buena disposición cer, es lo que estamos consignando en la tricotomía
a general type which, it has been agreed, shall be sig- trol y sanción social. Según Peirce (CP 2.248), el índice del auditorio, la llamada captatio benevolentiae. Esta que denominamos valores sociales. Así, donde dice
nificant.” (CP 2.246) es un signo que denota a su objeto por la virtud de ser ubicación espacial y temporal de la apelación a la di- “querer” debe leerse querer-hacer, en tanto programa

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propuesto por el manipulador al manipulado (hace que Finalmente, el nonágono semiótico de las formas sión cognitiva sólo en su formalidad, lo que estable- tos (relativizar las fuentes desde la creencia, dudar
el manipulado quiera hacer). de la manipulación se completa con la posibilidad de cería su validez o invalidez10. Aquí, claro está, cobran de los valores de verdad postulando una concepción
Los valores son la condición necesaria y suficiente alusión a los valores que, en principio, reconocimos relevancia todos los estudios de la lógica formal, pero de lo real diferente). Con estos comentarios podemos
para la manipulación. En efecto, de poco sirve cons- como del saber / creer. En tanto ocupan el lugar lógico no deberíamos limitarnos a ellos. En cierto modo, es inferir que “lo evidente” o “lo falso” son evaluaciones
truir una relación asimétrica y apelar a normas o ra- del argumento (del signo formas de la manipulación), posible concebir que un estudio de la audiencia revele condicionadas por ese componente decisivo que es
zones de fuerza, si tal relación y tales normas no son estos valores (es decir, las posibilidades de aludir a en ella la aceptación de determinada organización de el sistema de valores disponibles en la audiencia. Esto
asumidas por el manipulado (aceptadas o temidas). ellos) otorgan coherencia al resto de los sub-signos los razonamientos por sobre otra; por ejemplo, la pre- no niega la posibilidad de un salto abductivo en don-
En síntesis, los valores sociales modales (Valor) son que hemos desarrollado hasta aquí. ferencia de una lógica inductiva sobre la deductiva. de ese sistema entre en crisis, por cierta incapacidad
aquellos que evalúan (o que la manipulación hace eva- Si partimos de la existencialidad, como hemos he- El desarrollo que hemos hecho aquí de la instancia para seguir explicando lo que en términos de Thomas
luar), dada una relación particular (Forma), cuáles son cho en varios pasajes de este trabajo, el valor del sa- lógica del argumento del nonágono semiótico de las Kuhn podríamos llamar como las “anomalías del para-
las dimensiones apelables en la misma (Existencia)7. ber constituye la posibilidad de aludir a todos aquellos formas de la manipulación, se cierra con la identifi- digma”. Sin embargo, es difícil pensar que el camino
Los valores sociales del querer / desear8 constituyen saberes compartidos y presupuestos en una actividad cación de la terceridad constitutiva de esta instancia. más seguro a la manipulación sea éste, porque supo-
categorías modales volitivas, es decir, el sujeto las ex- manipulatoria. El tema de la presuposición, como lo Así, el argumento, el componente que puede ser pues- ne una suerte de confrontación semejante a la de la
perimenta como no impuestas. No deberíamos, creo señala Levinson (1983 [2000]:167), es uno de los que to en relación con el correlato del convencer y que, a petición de principio (petitio principii), exigirle al mani-
yo, apresurarnos en hacer una reducción subjetivista presenta la mayor cantidad de trabajos en el ámbito de la vez, le otorga coherencia a la totalidad de los ocho pulado un esfuerzo cognitivo demasiado costoso.
de este lugar lógico. Los valores modales son siempre la pragmática9. No nos interesa aquí sumergirnos en sub-signos restantes, puede ser particionado en los Finalmente, en lo mediato, el argumento del nonágo-
valores sociales, es decir, reconocidos socialmente este tema tan complejo, sino tan sólo señalar algunos valores modales de la lógica (con todos lo reparos no de las formas de la manipulación ordena la totali-
como capaces de movilizar la acción. aspectos del mismo que consideramos relevantes. que hemos hecho, esto es, como su restricción a la dad de los ocho signos restantes, lo que explicaría su
Los valores sociales del deber / poder suponen una En tanto terceridad del correlato del convencer, el validación formal o sintáctica de los argumentos, sus- relevancia dentro de los estudios de la argumentación
suerte de interiorización que ha hecho el sujeto, du- saber es uno de los valores que evaluará las razones ceptible de ser aludida en la manipulación), del saber y lo que justificaría reconocer su presencia en las
rante los diferentes períodos de socialización, de las ofrecidas (o que pueden ser ofrecidas) en lo que deno- (estudiable en los términos de conocimiento compar- formas manipulatorias de los demás correlatos, el del
normas más o menos institucionalizadas en una de- minamos como la dimensión cognitiva. Así, cualquier tido, pero también de verosimilitud de los argumentos conmover y el imponer (o en la alusión a los componen-
terminada comunidad. Es interesante en este punto posibilidad de aludir a un argumento, esto es, de actua- postulados) y del creer. El creer puede ser considera- tes de estos correlatos en las figuras manipulatorias
señalar la diferencia en los lugares lógicos del Índice lizar una premisa argumental que funcionará dentro de do de un modo amplio como aquel sistema de valores que mencionaremos a continuación).
(EE) y del Dicisigno (VE). Mientras el Índice, lo que lla- algún tipo de razonamiento persuasivo (Símbolo) se a los cuales puede (y, probablemente deba) apelar el
mamos la dimensión práctica supone la posibilidad de explicará y validará, en principio, por los presupuestos manipulador. Las figuras de la manipulación
apelar a normas y mecanismos de sanción social, el y los conocimientos comunes que el mismo establece. Los valores del creer se presentan como aquellos Establecidos los nueve aspectos constitutivos del
Dicisigno constituye la posibilidad de hacer funcionar En el archireferido razonamiento silogístico de Sócra- capaces de hacer entrar en coherencia el resto de los signo manipulación es posible incorporar una segun-
dichas normas en el manipulado, sin necesidad de tes y su mortalidad, podríamos decir que el valor del componentes de las formas de la manipulación. En lo da propuesta teórica para facilitar el funcionamiento
apelar a la sanción, ya que han sido ‘aceptadas por él’ saber deberá evaluar la existencia o no de un sujeto inmediato, esto es, dentro de la instancia lógica del analítico del nonágono. Tal como lo señalara el propio
(de hecho, la apelación a la sanción supone la ausen- en el mundo que se llama o se llamó Sócrates. A pesar argumento, el creer es el aspecto decisivo para la va- Peirce (CP 2.254), la combinación de los nueve sub-sig-
cia de este valor en el manipulado, la imposibilidad de de ser ésta su formulación más básica, ya pueden vis- lidación de un argumento postulado en la dimensión nos permite el surgimiento de las diez clases de signos
su recuperación en la manipulación, lo que requerirá lumbrarse algunas de las problemáticas que atañen a cognitiva (i.e. Símbolo). En este sentido, la perspectiva posibles. Para nuestro trabajo, esto constituye la posi-
construir otras figuras manipulatorias alternativas). este valor, tales como la de la relevancia (Sperber y ideológica, en un sentido amplio, puede presentarse bilidad de dar cuenta de las formas de la manipulación
En este sentido es que el manipulador no puede limitar Wilson 1986) y la de la verosimilitud. como irreductible incluso a los argumentos que, desde más estabilizadas en nuestra cultura, caracterizar, en
su operación en el correlato de la imposición a la nor- Desde el punto de vista formal, parece posible con- otro punto de vista, se evaluarían como irrefutables: otras palabras, las figuras de la manipulación (Filinich,
mativa contextualmente disponible en la interacción, cebir en este lugar lógico que estamos estudiando, una puede establecer criterios formales particulares (y en prensa). A continuación presentaremos el nuevo
porque puede fracasar en la aceptación o la incorpo- instancia desde la cual se evalúan los razonamientos considerar más o menos válidos los razonamientos) o ícono (Figura 4) que sigue la diagramación postulada
ración que ha hecho el sujeto de dichas normas. ofrecidos –o que pueden ser ofrecidos- en la dimen- poner en duda incluso la verosimilitud de los argumen- por Peirce (CP 2.264)11, pero por una cuestión de ex-

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tensión sólo desarrollaremos aquí las figuras corres- que la terminología puede llegar a generar. El estudio sociales obedecen a la regla cuando el interés en obe- narle a un docente que ofrezca una clase de consulta
pondientes al polo de la imposición, y postergaremos estratégico aquí postulado no atañe a los modos de decerla la coloca por encima del interés en desobe- previa al examen, apelando a un estatuto que así lo
el resto para trabajos posteriores: realización lingüística (y/o en otra clase de códigos) decerla”. Esta buena y sana fórmula materialista es establece. Claramente, el alumno está desafiando la
de las figuras. En este sentido, la orden, por ejemplo, interesante porque recuerda que la regla no es auto- autoridad del docente intentando instalar a la norma
no debe reducirse a las formas imperativas, ya que máticamente por sí sola y obliga a preguntarse en qué como una nueva definición del contexto que equilibra
ésta es apenas una de las opciones posibles para su condición una regla puede actuar.” (1987 [1993]:83) la distribución de poderes, o que incluso llega a po-
realización. Para nosotros, esta cita de Bourdieu puede traspo- sicionarlo por encima de éste. Lo relevante de este
larse a los análisis que ven en la orden una expresión ejemplo es que la orden, como estrategia manipula-
La orden: la estrategia de ponerse en regla. automática de las relaciones de poder asimétricas en- toria, demanda en los participantes –y en el mismo
La orden es, si se quiere, la acción o el acto exhorta- tre los participantes. Una lectura estratégica demanda analista- el esfuerzo por identificar la normativa que
tivo que se percibe como el menos estratégico de los inferir cuáles son los beneficios y los costos que impli- la habilita. La no identificación de la norma o la falta
que hemos identificado. En efecto, aparentemente, ca la elección de la orden por parte del estratega. de obediencia a ella (aspecto que luego retomaremos)
dar una orden consiste en una decisión más explica- Una orden constituye una estrategia manipulatoria atenta contra la eficacia de la estrategia y demanda-
ble por sus condiciones de producción, la asimetría, la en la cual el estratega construye una relación asimé- rá, en todo caso, una reelaboración de la misma.
existencia de normativas, etcétera, que por una lec- trica con el destinatario; dicha relación demanda el Otra de las apreciaciones tradicionalmente asocia-
tura estratégica. Desde nuestro punto de vista, esta esfuerzo del destinatario y también del analista por da a la orden como acto de habla (nosotros agregaría-
Figura 4: Las diez clases de signos peirceanos que mirada nos parece restrictiva. En primer lugar, porque identificar cuál es la norma más o menos instituciona- mos “estratégico) es su carácter impositivo (Haverka-
dan cuenta de las figuras de la manipulación tal lectura sugeriría la idea de una suerte de grado lizada que habilita dicha relación asimétrica. La orden te 1994:24). Esta afirmación puede ser relativizada en
cero de la acción exhortativa, a partir del cual, por di- supone, al mismo tiempo, una cierta obediencia del dos sentidos.El primero de ellos es relativo a la puesta
Las figuras manipulatorias del polo impositivo: ferentes procedimientos de selección y combinación, destinatario a dicha norma, esto es, la aceptación de en relación de la estrategia con los demás discursos
la orden, la amenaza y el desafío. se constituirían las demás figuras manipulatorias, su validez y la obligación de su acatamiento12. Aunque producidos en la situación en la que se inscribe; o,
Por una cuestión de espacio, no podemos desarrollar verdaderos procedimientos estratégicos. Nuestra las semiosis o los discursos anteriores a la estrate- como señala Norman Fairclough, con el modo en que
aquí un análisis extenso de las diferentes figuras de la propuesta supone una suerte de radicalización de la gia manipulatoria constituyan un contexto dentro del las relaciones sociales son codificadas en los tipos
manipulación que hemos reconocido. A pesar de esto, lectura estratégica, de acuerdo con la cual incluso lo cual será evaluada la estrategia (lo que hará espera- de discursos (Fairclough 1989 [1998]:156). Este autor
nos detendremos en tres de ellas, a las cuales con- más esperable y regular debe ser leído como una op- ble que el jefe recurra a la orden para demandar algo ejemplifica con lo que ocurre durante un interrogatorio
sideramos adecuadas para la explicación del funcio- ción considerada apropiada a los fines buscados por al empleado), también es posible pensar a la orden policial al testigo de un delito. En este caso, señala, lo
namiento del icono de las diez clases de signos. Nos (o atribuidos por el analista a) el estratega. como una estrategia destinada desafiar la definición esperable es el uso de modos directos de obtener la
referimos a las figuras de la orden, la amenaza y el de- Este último comentario introduce nuestro segundo imperante de ese contexto. Como señala Fairclough: información, con poca preocupación por realizar al-
safío. Las tres se ubican en el extremo perteneciente argumento en contra de la lectura no estratégica de “…we cannot simply take the context for granted, or gún tipo de mitigación. Sin embargo, el conocimiento
al correlato de la imposición; si partimos de la primera la orden. El mismo se basa en una cita de Pierre Bour- assume that it is transparently available to all partici- del tipo de discurso puede hacer que el interrogado
de éstas, la orden, la amenaza y el desafío sugieren dieu, en la que señala: “Cuando comencé mi trabajo pants, when we appeal to the role of context in text no vea tales expresiones como impositivas, sino como
dos desplazamientos estratégicos en las gradientes de etnólogo, quise reaccionar contra lo que llamaba interpretation or production. We need in each case to propias y esperable en ese contexto y durante una ac-
de la imposición y de la justificación, respectivamen- la juridicidad, es decir, contra la tendencia de los etnó- establish what interpretation(s) of situational context tividad de ese tipo. Así, el grado de imposición con que
te. La reflexión sobre la particular configuración ma- logos a describir el mundo social en el lenguaje de la participants are working with, and whether there is es percibida la estrategia depende de tipo de discurso,
nipulatoria que constituye cada una de estas figuras, regla y a hacer como si se hubiera informado sobre las not a single shared interpretation. We need also to be o de la codificación que hace éste del contexto en el
así como la misma idea del posible desplazamiento prácticas sociales desde que se ha enunciado la regla conscious of how a more powerful participant’s inter- que la misma se produce.
que realiza el manipulador, nos permitirán desplegar explícita según la cual se presume que son produci- pretation can be imposed on other participants.” (1989 Por otra parte, la orden puede ser vista como un
líneas de lectura sobre el icono en su totalidad. Por das. Así, me alegró mucho un día encontrar un texto [1998]:151) modo de despersonalizar el acto exhortativo, al ha-
último y antes del desarrollo, aclaremos una confusión de Weber que decía poco más o menos: “Los agentes En este sentido, un alumno universitario puede orde- cerlo residir sobre la norma compartida por (o impues-

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ta a) la comunidad. Dicha estrategia es semejante a ción particular demandada por el acto exhortativo o en los mecanismos de sanción social y el temor que Finalmente, el desafío, como la orden, demanda que
lo que Bourdieu llamaba “ponerse en regla”, es decir, al momento particular del mismo. La orden, en tanto ellos puedan producir en los manipulados. La amena- el otro comparta la obligación por la defensa de su
presentar la acción propia como una mera realización apelación a la codificación y a la normativa vigente, za suele ser, en última instancia, el indicio de la crisis honor, de su imagen que está siendo amenazada (en
de la misma norma: inscribe al acto exhortativo en la intemporalidad y la de autoridad que experimenta una institución o uno de los términos de la Teoría de la Cortesía (Brown y Levin-
“El buen jugador (…) hace en cada instante lo que generalidad de la ley: lo que se exige (formulación im- sus representantes, el indicio de su incapacidad para son, 1987)) por las palabras del manipulador. En este
hay que hacer, lo que demanda y exige el juego. Esto personal deliberada) es exigible a todos y en todos los hacer de la violencia, de las razones de fuerza, algo punto, el desafío se asemeja a la orden, necesita de
supone una invención permanente, indispensable para momentos que lo establece la norma. aceptado y acatado por los subordinados. dicha obligación para funcionar eficazmente.
adaptarse a situaciones indefinidamente variadas, Digamos, finalmente, que reconocer el carácter En la gradiente de la justificación, el desafío supone
nunca perfectamente idénticas. Lo que no asegura la estratégico de la orden como acto exhortativo es un un abandono de la relación de subordinación para dar Conclusiones
obediencia mecánica a la regla explícita, codificada modo de restituir al “agente socializado” (Bourdieu lugar al reconocimiento. En efecto, el desafío supone Si volvemos sobre las palabras de Marafioti que
(cuando existe). Describí por ejemplo las estrategias 1987 [1993]:70) en el discurso como práctica social. en el desafiado una valoración de la opinión del que referimos al comienzo de este artículo, según las cua-
de doble juego consistentes en ponerse en regla, en En este sentido, la orden es menos la expresión de desafía, de lo contrario no valdría la pena, digamos, les “la argumentación supone el encuentro de pensa-
poner el derecho de su parte, en actuar conforme a la norma que condiciona el accionar del sujeto (con lo recoger el guante. Quien desafía se presenta, en un mientos: el deseo del orador de persuadir sin imponer
intereses mientras se aparenta obedecer a la regla.” que se reificarían las reglas por encima de los sujetos principio, como un par, pero cuya opinión merece ser y una disposición por parte del auditorio de escuchar”,
(Bourdieu 1987 [1993]:70; el marcado es nuestro) sociales, al estilo durkhemiano y también estructura- atendida. Así como en el boxeo, donde los contrincan- el recorrido propuesto aquí nos permite releerlas. En
De este modo, como señalaba este autor, el estrate- lista), que la puesta al servicio de la misma para sus tes del campeón deben hacer méritos para ‘estar a su un principio, podemos señalar que la opción termino-
ga logra “poner al grupo de su parte” (1980 [1991]:37), propios fines14. altura’, lo mismo ocurre aquí: el desafiante necesita lógica por “manipulación” permite incorporar a la expli-
obtener “un beneficio simbólico suplementario, el que que el desafiado pueda considerar a eso como un cación el aspecto impositivo que Marafioti considera
trae el estar, o, como se dice, el ponerse en regla, para Los desplazamientos: la amenaza y el desafío desafío y no como una mera provocación irrelevante. reñido con la argumentación. Esta incorporación cons-
rendir homenaje a la regla y a los valores del grupo.” En el marco del ícono propuesto (Figura 4), la ame- Como señalan algunos estudios sobre el duelo15 (Ca- tituye un esfuerzo por superar cierta lectura moral y
(1987 [1993]:84); lo que en nuestros términos significa naza supone el desplazamiento estratégico en la gra- tilina y Wright, 2002), un “caballero” [gentleman] sólo prescriptiva que recorre muchos trabajos argumenta-
que el acto exhortativo es respaldado y presentado diente de la imposición hacia el polo del conmover. consideraba a una ofensa digna de duelo (y por ende tivos. Como hemos intentado mostrar en este trabajo,
casi como exigido por la regla, por lo que su cuestio- Comparada con la orden, la amenaza reemplaza el interpretable como desafío) si provenía de un par en incluso en aquellos intercambios más ‘argumentados’
namiento implica una oposición a la misma institucio- valor del deber por el del querer. En este sentido, no su escala social, e ignoraba las que pudiera hacerle es posible identificar una relación de poder entre los
nalidad de la norma (“no soy yo, es la ley la que te es extraño que en los diálogos cotidianos la amena- un sujeto “inferior” (en algunos casos, el desafiado dis- participantes, aunque ella se encuentre legitimada
castiga”)13. Para este sociólogo francés, el grado de za sea el paso siguiente a la orden. La amenaza es ponía de un tiempo para consultar entre sus personas por el reconocimiento. En este sentido, el ethos clá-
formalización y, por ende, de apego a la codificación, la reacción ante la identificación de la ausencia en el de confianza el estatuto de la agresión)16. A esto nos sico se multiplica según las relaciones identificadas:
estaba vinculado con el riesgo que implicaba la prác- destinatario del valor del deber, es decir, del acata- referimos cuando señalamos que el desafío es una el manipulador puede presentarse como un par (ethos
tica: “Cuanto más grande sea la situación de violen- miento a las relaciones de poder. Ante esto, la ame- figura de la manipulación que requiere de un “recono- empático), como un superior (ethos impositivo) o como
cia en estado potencial, cuanto más sea necesario naza conserva la relación de subordinación (sinsigno), cimiento” (legisigno) por parte del desafiado. una autorictas (ethos de reconocimiento).
imponer formas, más la conducta libremente confiada mantiene las “razones de fuerza” (índice, es decir, La norma o ley (índice) que está siendo apelada en Al mismo tiempo, en el desarrollo de algunas de
a las improvisaciones del habitus cederá el lugar a la sigue validándose en la autoridad de la norma), pero el desafío es el honor. No tanto –no en este aspecto las figuras, hemos señalado que este abandono de
conducta expresamente reglada por un ritual metódi- desplaza la valoración al querer del sujeto y a su de- de la clase de signo- como valor requerido en el sujeto la prescripción en favor de la explicación demandaba
camente instituido, hasta codificado.” (1987 [1993]:85) cisión de acatamiento. La ausencia de la obediencia (siempre parece posible rechazarlo), sino como nor- también una suerte de radicalización de la mirada es-
Esto significa que la orden puede ser vista como una a la norma evidenciada por el fracaso de la orden, se ma social poseedora de sus mecanismos de sanción tratégica. En este sentido, la formulación de Marafioti
estrategia vinculada a circunstancias en las cuales resuelve presentándole al manipulado la opción por (el oprobio, la ignominia, incluso la violencia física17, podría reelaborarse para incluir al deseo del orador,
hay un riesgo en el reconocimiento (Forma del Valor, aceptar o no las consecuencias de la falta de acata- correlativa al rechazo del desafío). Así, las normas a la imposición y a la disposición del auditorio como
legisigno, vínculo cognitivo entre los participantes) miento. De este modo, mientras la orden busca su efi- sociales que exigían a un caballero defender su ho- objetos de un accionar estratégico. Así, el deseo de
de la autoridad del estratega; riesgo debido a la ac- cacia en la aceptación de la ley, la amenaza se apoya nor podían alcanzar un alto grado de codificación18. persuadir importa menos como propósito del discurso

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que como objeto de negociación que puede ser mos- Notas (1959 [2001]:23) en aquellos casos en los cuales quien pre- 12. La descripción se corresponde con el modo en que se
trado de diferentes maneras (para hacerlo coincidir 1. El tipo de relación es pensado aquí como la pura posibili- tende definir la situación de interacción tiene un status so- compone la figura manipulatoria como una de las clases de
con el atribuido al manipulado, en el ruego; para pre- dad de la manipulación. En efecto, toda actividad manipula- cioeconómico inferior al del otro participante. Nosotros po- signos que hemos señalado: vínculo de poder (FE), apelación
toria supone un vínculo, un acercamiento, alguna clase de dríamos agregar que se daría en aquellos casos donde hay a una dimensión práctica (EE) y relación con el valor social
sentarlo como desinteresado, en el consejo; o para
relación que arranque a los participantes de la individualidad una codificación social que explica la asimetría. del deber (VE).
hacerlo coincidir con las exigencias de la norma, en (míticamente, en lo efectivo de otras relaciones) para inscri- 6. La propuesta de la instancia formal como “posibilitante” 13. Durante la crisis del 2002, se hizo célebre la expresión
la orden; etc.). Lo mismo puede decirse acerca de la birlos en la interacción. Al mismo tiempo, el vínculo debe en- o “habilitante” ha sido desarrollada por el arquitecto Guerri “dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada”, que los algunos
“disposición del auditorio”. Como hemos señalado –y tenderse en términos propositivos, semejantes al “contrato en su recuperación de los planteos de Althusser (Guerri diputados presentaban como lema en sus bancas, con una
como señalaba ya la retórica clásica- la disposición no de lectura” en Verón (1985), es decir, como la clase de nexo 2003:166-7). Lo que aquí llamamos la dimensión pasional tipografía legible a las cámaras. En este caso, cualquier ac-
es una condición de posibilidad previa a la actividad que propone el manipulador con el manipulado; así, el vínculo constituye una actualización del vínculo de identificación ción exhortativa que podía ser respaldada por la ley recibía
manipulatoria, sino uno de los efectos buscados. El es un objeto más de negociación en la interacción (el jefe se planteado en el cualisigno; dicha actualización está orien- de ella toda su fuerza y el agente se despersonaliza en un
aporte de nuestro trabajo consiste en pensar a esa presenta como amigo, el médico personal como un profe- tada entonces por la necesidad habilitante que satisface lo mero ejecutor. La estrategia es coherente con una situación
sional que debe acatar y hacer cumplir normas, etc.). Desde pasional para la actividad manipulatoria (la buena disposi- de crisis de representatividad (pero no, aparentemente, del
disposición como una instancia formal y habilitante
esta perspectiva, la manipulación establece como primera ción posibilita la intervención de lo cognitivo, en Aristóteles, sistema representativo).
del hacer-hacer, que se encontrará fuertemente con- condición de eficacia que el manipulado acepte asumir el rol nosotros agregamos también de lo práctico). 14. Aunque no es el espacio para su desarrollo, está claro
dicionado por las condiciones prácticas (normativas que el manipulador le otorga en el vínculo propuesto (par, 7. El manipulado puede aludir que su cariño no llega a tanto que las sucesivas referencias a la teoría bourdiana deman-
que regulan la interacción) y por la organización argu- subordinado o delegador de autoridad). (en el conmover), que la orden le parece un abuso de auto- dan leer nuestra concepción de estrategia como atravesa-
mentativa que pueda disponer el manipulador. 2. Lo que aquí llamamos “valores sociales” puede ponerse en ridad (en el imponer) o que el razonamiento no es válido o da por la noción de habitus y de sentido práctico, esto es,
Digamos, por último, que el nonágono semiótico del relación también con planteos pertenecientes a otras pers- apropiado (en el convencer). irreductible al cálculo racional o a la decisión plenamente
signo manipulación puede pensarse como la recons- pectivas de la semiótica, más precisamente de la semiótica 8. Hemos dejado de lado, por una cuestión de extensión una consciente.
trucción de la representación fenomenológica que se narrativa de base greimasiana. Desde este punto de vista es mejor sistematización triádica de estos valores, el arquitecto 15. La relación entre ‘duelo’ y ‘desafío’ es referida por Chau-
posible analizar el acto de un sujeto en dos aspectos: el acto Claudio Guerri me ha sugerido la posibilidad de pensar al de- chadis (1987:79): “La lenta penetración de duelo en el campo
hace el manipulador de un aspecto de la interacción, el
mismo (hacer) y las condiciones previas que posibilitan la ac- sear como primeridad y querer como terceridad. Aquí podrían semántico de desafio no significa la total sinonimia de las
que involucra a los modos posibles de organizar los va- ción (lo que hace hacer). Dichas condiciones constituyen lo retomarse los planteos lacanianos del deseo, la necesidad dos palabras. Por una parte, el valor de empleo de desafío es
lores o las premisas argumentativas (en el sentido de que se denomina la competencia modal (el querer / el deber y la demanda, como modos de relacionarse con el objeto más amplio, porque incluye el significado de “provocación al
Perelman (1977 [1997]) con las que buscará movilizar a / el poder / el saber) de los sujetos (Greimas y Courtés 1979 libidinal. combate” que no posee duelo.” En España, la palabra duelo,
sus destinatarios. Resta pensar cómo se interrelacio- [1990]:69), y es la instancia necesariamente apelada en la 9. “…there is more literature on presupposition than on en el sentido aquí referido, es una adquisición tardía de me-
nan estas organizaciones posibles con las premisas; actividad manipulatoria (Filinich, en prensa). almost any other topic in pragmatics (excepting perhaps diados del siglo XVI, proveniente de Italia; durante un tiempo
en otras palabras, cuáles son valores que conmueven, 3. Recordemos que el prefij o sin- de Sinsign Peirce lo toma de speech acts)…” (Levinson 1983 [2000]:167). su grafía incluyó la doble ele (“duello”).
cuáles los que imponen y cuáles los que convencen en las palabras single y simple (CP 2.245). 10. Cualquier libro de lógica suele señalar esta suerte de in- 16. Sobre esto Catilina y Wright señalan: “Under usual circum-
4. En verdad, el lugar del existente, de lo que aquí llamamos dependencia de la validez del razonamiento sobre el valor stances, a poor man could not judge the creditworthiness of
la estrategia. Y, lo que es más complejo, de qué forma,
la dimensión práctica, es desplazado del discurso por Aristó- de verdad de las premisas con ejemplos del tipo: “(Premisa a rich man, most believed, and in such a case dignifying the
si es que lo hacen, estas organizaciones, estas figu- teles. Lo práctico supone o bien la evidencia (la violencia del 1) Menem es pampeano, (Premisa 2) Todos los pampeanos accusation with a response was not considered prudent. If
ras, constriñen la selección de los mismos al momento hecho para Peirce), o bien la acción práctica del castigo. Así, fueron presidentes, por lo tanto, (Conclusión) Menem fue the accuser was another gentleman, however, negotiations
de elaborar una estrategia manipulatoria. en los Tópicos, señala: “No se deben examinar todas las tesis, presidente.” (Comesaña 1998 [2001]:31) Para nuestro trabajo had to commence.” (2002:www)
ni todos los problemas. Solamente cuando la dificultad es esto significaría la aceptación de los diferentes modos de 17. Catilina y Wright agregan que, según Morgan (1995), en
propuesta por personas que quieren argumentar y no cuan- evaluar (y construir) los razonamientos, sea desde el punto algunos casos las personas presentes podían atacar física-
do es un castigo que se necesita o cuando basta con abrir de vista formal (sintáctico) o desde el informacional (semán- mente a aquel que había rechazado el desafío: “If the accus-
los ojos. Los que, por ejemplo, se plantean la cuestión de tico). Queda pendiente aún el tercer modo, la terceridad den- er refused, the accused had to decide whether to suffer the
saber si debemos o no honrar a Dios y amar a los padres, sólo tro del argumento de las formas de la manipulación, que se attack on his honor and credit or to challenge the accuser to
necesitan una buena paliza; y aquellos que se preguntan si la puede pensar como el “decisivo”, según Guerri (2003). duel (Anon,1830:75). The accuser was now on the hot plate. If
nieve es blanca o no, no necesitan más que mirar” (Tópicos 11. Las flechas y los comentarios que las acompañan están he refused the challenge, he would effectively dishonor him-
1:11, citado por Plantin 2004; el marcado es nuestro). tomados de un desarrollo realizado por el arquitecto Claudio self by tacitly admitting his accusations to be false. He would
5. Esta es la “sutil agresividad” de la que hablaba Goffman Guerri sobre el Diseño Gráfico. have admitted that he was a liar, a man unworthy of credit.

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